Historias que vienen - Universidad Diego Portales

Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Historias que
vienen
Revista de
Estudiantes de
Historia
UDP
Historias que vienen. Revista de Estudiantes de Historia UDP
#6 : mayo 2015
Escuela de Historia- Centro de Estudiantes de Historia
Universidad Diego Portales
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
La Revista Historias que vienen es una publicación
electrónica dependiente de la Escuela de Historia de la
UDP que busca establecerse como un espacio de debate
y difusión de investigaciones historiográficas realizadas
por estudiantes y egresados de las distintas carreras de
historia.
Si bien existen revistas y boletines especializados en
publicar artículos disciplinares, estos no siempre se
abren a los trabajos de quienes están iniciándose en el
oficio de historiar. Nos parece que, dados los altos
niveles de reflexión, sistematicidad y profundidad de
muchos de estos estudios, era necesario llenar ese
vacío.
Como todos los años, el sexto número de la Revista
Historias que vienen está conformado por artículos que
surgieron de algunas de las ponencias que se
presentaron en la VI Jornada de Estudiantes de
Historia UDP, realizada en el mes de octubre de 2014.
Agradecemos a todos quienes hicieron posible ese
evento y esta publicación. En primer lugar, a lo/as
organizadore/as, ponencistas y comentaristas de esa
Jornada. También a quienes se dieron el trabajo de
leer, analizar y seleccionar cuidadosamente los trabajos
que son publicados en este número. Por último, a lo/as
autore/as, quienes siguieron trabajando sus escritos
iniciales para mejorar sus propuestas.
Para comentarios o consultas escribir a:
[email protected]
[www.udp.cl/facultades_carreras/ciencias_socialeshistoria/esc_historia_revista.asp]
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Índice.
Juan Carlos Garrido. Diversidades en la transición:
Homofobia y el movimiento LGBT en Chile, 1990-2000.
Juana Hermosilla. ¿Canibalismo Mapuche?: Violencia y
racismo en la historiografía chilena del siglo XIX.
Thomas Mareite. Proceso abolicionista y sociedad postesclavista en Chile. Dinámicas históricas y perspectivas
de estudio (fines del siglo XVIII – comienzos del siglo
XIX).
Jessabel Guaman. Pascua Lama y Ralco en la década
de la emergencia indígena. Notas para una historia
indígena comparada en Chile, 1990-2010.
Francisco Díaz González. Rescate de la historia
marxista clásica como crítica a la concepción liberal de
la historiografía en Chile.
Mario Azara. La temporalidad como mecanismo de
poder en la historiografía liberal y conservadora
chilena:
Repensando
las
construcciones
historiográficas de nación y ciudadanía en las primeras
décadas del siglo XX en Chile.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Diversidades en la transición: Homofobia y el
movimiento LGBT en Chile, 1990-2000
Juan Carlos Garrido G.1
Resumen
El presente artículo tiene por objetivo, plantear una
reflexión respecto a las violencias hacia personas LGBT
y la relación con el Movih Histórico durante los años
’90. En ese sentido, se plantea esta problemática desde
el contexto de la historia reciente en Chile, y las
paradojas que esta coyuntura significó para
movimientos sociales como el caso de la diversidad
sexual. Frente a lo anterior, nuestra metodología se
centra en una discusión bibliográfica, más una
investigación previa realizada por el autor sobre
testimonios de activista LGBT, esto con la finalidad de
explorar algunas tensiones que se generaron entre
escenarios de violencia, negligencias estatales,
movimiento LGBT y la transición democrática en Chile.
Conceptos claves: Movimiento LGBT, homo-lesbotransfobia, historia reciente.
Introducción
La discriminación hacia la diversidad sexual, y
principalmente los crímenes de odio hacia personas
LGBT2, han sido temáticas que se han visibilizado con
mayor claridad en los últimos años en Chile. Sin
embargo, el 2 de Marzo del 2012, se transforma en un
hito clave para la historia del movimiento LGBT en el
país, principalmente tras el fallecimiento de Daniel
Zamudio: joven homosexual de 25 años que fue víctima
de agresiones físicas propinadas por una agrupación
“neonazi”3. Tras esto, la necesidad de una ley de antiLicenciado en Historia y estudiante del Magíster en Historia de
América Latina, Universidad Diego Portales. Correo electrónico:
[email protected]
2 La sigla LGBT hace referencia a Lesbianas, Gay, Bisexuales y
Transexuales.
3 Hasta la actualidad, es muy cuestionado si efectivamente este
grupo fue “neonazi”. Aun así, fueron declarados culpables por el
delito de homicidio calificado en grado consumado. “Imputados del
caso Zamudio son condenados como autores de homicidio
calificado”, La Tercera, Santiago, 17 de Octubre del 2013.
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Historias que vienen:
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discriminación se transformó en la principal demanda
del Movilh –Movimiento de Integración y Liberación
Homosexual- como también de otras organizaciones
LGBT tanto a nivel nacional como internacional,
logrando de esta manera promulgar la primera ley que
establece una condena a las prácticas discriminatorias
a través de un mecanismo judicial, denominada “Ley
Zamudio”.
Sin embargo, la discriminación y violencia hacia
la comunidad LGBT tiene aristas históricas que
provienen principalmente desde el siglo XIX, siglo en
donde, tanto la Iglesia Católica como también las
ciencias –y principalmente la medicina-, tienen
influencias en los discursos hegemónicos durante este
periodo. Desde la institucionalidad eclesiástica, la
utilización del concepto de sodomía reflejó un intento
por parte de la Iglesia por normar los cuerpos,
identificando de esta manera lo “moral” e “inmoral,
gestándose así una moral eclesiástica que se basa en el
relato bíblico de Sodoma y Gomorra: narración en
donde las atrocidades “inmorales” y supuestas
perversiones sexuales, serían las causas de la
destrucción total de esta ciudad tras un “castigo
divino”4. Basándose en este relato, la penalización de la
sodomía sería una necesidad por parte de los estados
latinoamericanos con la finalidad de castigar aquellas
prácticas y “crímenes” que atentaran contra la moral
eclesiástica. La idea de homosexualidad en este
contexto, se vincularía directamente con el hombre y
no con la mujer, ya que, bajo la influencia de la
denominada Época Victoriana, no existiría la capacidad
de generar placer entre mujeres al no existir el “falo”
dentro de estas relaciones5. Frente a esto, con la
definición de la sodomía, se penalizó y condenó las
prácticas homosexuales entre la población masculina.
Paralelo a los discursos eclesiásticos, desde las
ciencias también surgen elementos discursivos que
HOPMAN, Jan. “La sodomía en la historia de la moral eclesial”.
En: OLAVARRÍA, José, PARRINI, Rodrigo (ed.). Masculinidad/es.
Identidad, sexualidad y familia. Primer encuentro de estudios sobre
masculinidades. Santiago: FLACSO-Chile/Universidad Academia
de Humanismo Cristiano/ Red de Masculinidad, 2000.
5 FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad, vol. I. México:
Siglo XXI, 2000.
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definen la sexualidad, patologizando aquellas prácticas
u orientaciones sexuales que estuvieras fuera de las
normas heteronormativas. En ese sentido, la existencia
de
un
“paradigma
medicalizador”
sobre
la
homosexualidad, generaría que en las ciencias, y
específicamente desde le medicina, se desarrollara una
conceptualización de la homosexualidad con un
impacto en los imaginarios sociales6. Influenciado de
ideas vinculadas a la higiene social y moral, la
homosexualidad en los siglos XIX y XX se vería como
una enfermedad y comportamiento anormal, como
también una perversión sexual, y por lo tanto, una
“sexualidad desviada”7. En relación con los discursos
desde la Iglesia Católica, estos imaginarios desde la
moral eclesiástica y las ciencias se insertaron en un
contexto en donde, desde la institucionalidad, se buscó
controlar el sexo y la sexualidad. Frente a eso, para
Michel Foucault, los programas de eugenesia, la
penalización de la sodomía, como también los intentos
por organizar los matrimonios desde el Estado, serían
“tecnologías del sexo” cuyo objetivo sería controlar la
sexualidad en siglos XVIII, XIX y XX8.
Estos mismos elementos discursivos –la moral
eclesiástica y las ciencias- se mantendrían a lo largo
del siglo XX, y principalmente en contextos de
transiciones democráticas y el surgimiento de debates
asociados al género y la diversidad sexual, abriendo un
espacio para la re-aparición de estos discursos con la
finalidad de justificar leyes como la penalización de la
sodomía y el aborto. En el caso de Chile, los años ’90
resultó ser período paradojal: Por un lado, el inicio de
la transición democrática, luchas por los derechos
humanos, y aparición de nuevos movimientos sociales
–como por ejemplo indígenas y diversidad sexual-, pero
al mismo tiempo, un período en donde se mantuvo
diversos discursos conservadores y patriarcales legados
de la dictadura militar. En este mismo contexto, se
fundaría el Movilh Histórico –Movimiento de Liberación
Homosexual- en 1992, cuyo principal objetivo era
CORNEJO, Juan Rolando. “Configuración de la homosexualidad
medicalizada en Chile”. En: Sexualidad, Salud y Sociedad. Revista
Latinoamericana, N°9, Diciembre 2011.
7 Ibíd.
8 FOUCAULT, Michel. op.cit.
6
Historias que vienen:
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enfrentar la discriminación hacia la población LGBT,
como al mismo tiempo denunciar las negligencias
estatales frente a este tema, sin embargo, las diversas
caras de la homo-lesbo-transfobia, como también la
presencia de discursos institucionales que justificaron
estas prácticas, resultaron ser obstáculos para abordar
la lucha por los derechos LGBT en Chile. Frente a esto,
¿De qué manera, tanto prácticas como discursos homolesbo-transfóbicos, se articularon en este contexto de la
historia reciente de Chile? ¿Cuál fue el rol del Movilh
Histórico frente a las experiencias de discriminación?
Con las preguntas de reflexión recién planteadas,
el presente artículo pretende explorar la homo-lesbotransfobia en el Chile de los ’90, y específicamente,
plantear una reflexión sobre cómo pensar estas
violencias, en relación con la historia reciente de Chile.
Frente a esto, el rol que asume el Movilh Histórico tras
estas situaciones, respondería principalmente al
carácter conservador que asume la transición en los
años ’90.
Transición democrática y la discriminación hacia la
población LGBT
Las dictaduras militares en el Cono Sur, se
caracterizaron principalmente por el autoritarismo y
neoliberalismo durante los años ’70 y ’80. Con el apoyo
de los Estados Unidos, estos regímenes se enmarcaron
dentro de la denominada “Operación Cóndor” con la
finalidad de “eliminar” elementos subversivos en los
países de América Latina9. Paralelo a esto, la existencia
de un discurso estatal influenciado por el modelo
religioso y patriarcal, sería otra característica de los
autoritarismos
latinoamericanos.
El
carácter
conservador de las dictaduras militares, se reflejó no
solamente en elementos discursivos, sino que también
en las políticas estatales que apuntaban a configurar y
determinar los roles de género, evitando de esta
manera, temática como el aborto, divorcio y equidad de
Sobre el estudio de las dictaduras militares en el Cono Sur desde
una perspectiva transnacional, revisar: MCSHERRY, J. Patrice.
Estados depredadores: La Operación Cóndor y la guerra encubierta
en América Latina. Santiago: LOM Ediciones, 2009.
9
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género10. Estas mismas dictaduras, defenderían la idea
de familia heterosexual y patriarcal, justificándose de
esta manera la discriminación hacia personas LGBT
tanto desde el Estado como de la sociedad civil11
Las transiciones democráticas en los casos del
Cono Sur, significó un nuevo contexto para el auge de
nuevos debates y discusiones, principalmente tras los
procesos de redemocratización. Sin embargo, estas
coyunturas mantuvieron discursos legados de las
dictaduras militares, principalmente en materia de
género y sexualidades12. En el caso chileno, debates
respecto a la derogación del artículo 365 del Código
Penal que penalizaba la sodomía en los años ’90, abrió
un espacio para la discusión sobre la diversidad sexual
a nivel político y también social. Desde el parlamento,
partidos asociados al centro y derecha política13,
utilizaron argumentos homofóbicos que muchas veces
se usaron para justificar la presencia de una ley que
penalizara la sodomía. Desde la idea de que su posible
despenalización promovería la homosexualidad, como
también el argumento de que la diversidad sexual no
sería parte de la “idiosincrasia chilena”, serían algunos
planteamientos utilizados para mantener el artículo
365, siendo argumentos que apuntaban principalmente
a defender la idea de la familia heterosexual, como
también los supuestos valores sociales y morales que
debía existir en la “nación chilena”14.
Respecto al carácter conservador que asumen las dictaduras
militares y períodos de transición democrática en América Latina,
y específicamente de los casos de Chile, Argentina y Brasil: HTUN,
Mala. Sexo y estado. Aborto, divorcio y familia bajo las dictaduras y
democracias en América Latina. Santiago: Ed. Diego Portales,
2010.
11 BRITO, Eugenia. “Roles sexuales: Diversas escenas”. En: GRAU,
Olga, DELSGING, Riet, BRITO, Eugenia y FARÍAS, Alejandra.
Discursos, género y poder. Discursos públicos: Chile 1978-1993.
Santiago: Editorial LOM, 1997.
12 HTUN, Mala, op.cit.
13 Nos referimos específicamente a la Democracia Cristiana
(autodenominado de “centro”) y Renovación Nacional y la Unión
Demócrata Independiente (ambas de la derecha política chilena).
14 Para revisar los principales argumentos que apoyaban la
penalización de la sodomía, como también planteamientos a favor
de la derogación de esta ley, revisar: ROBLES, Víctor Hugo.
Bandera hueca: historia del movimiento homosexual en Chile.
Santiago: Editorial ARCIS/Cuarto Propio, 2008, pp. 74-78.
10
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Las discusiones sobre la penalización de la
sodomía en Chile, no solamente generó un espacio para
discusiones sobre la diversidad sexual en el país. La
existencia de este artículo en el Código Penal, reflejó la
criminalización por parte del Estado hacia la
comunidad LGBT, y principalmente hacia la población
gay y transexuales. Esta ley junto con el artículo 367 –
denominada Ley del Pudor, Moral y Buenas
Costumbres-, se aplicaron tanto en el período de la
dictadura militar como en la transición democrática.
En el caso de la ley que penalizaba la sodomía, esta no
resultaba ser muy aplicable ya que condenaba
prácticas que se generan al interior de las vidas
privadas de las personas, y por lo tanto, en espacios en
donde no habría posibilidades de fiscalización por parte
del Estado15.
La existencia de esta ley produjo un miedo
generalizado hacia la población homosexual, teniendo
como consecuencia que muchas de estas personas
tuvieran una “doble vida” al separar su vida pública de
la vida nocturna –vida nocturna que se desarrollaba
generalmente en las discoteques y bares gays de
Santiago en los años ’80 y ’90-16. Situación similar
sucedió con las lesbianas de este período, quienes
vivieron su sexualidad de manera clandestina tras el
miedo a la violencia. Casos como el Mónica Briones en
1984, serían un ejemplo de los crímenes lesbofóbicos
que se cometieron en estas décadas, y principalmente
desde la institucionalidad estatal17. La violencia tanto
hacia la población gay como lesbiana, era el principal
temor y causa de la clandestinidad homosexual tanto
en los años ’80 y ’90.
CONTARDO, Óscar. Raro. Una historia gay de Chile. Santiago:
Editorial Planeta.
16 Ibíd.
17 Mónica Briones fue una mujer lesbiana víctima de violencia
física y verbal propinados por un hombre “a lo militar” en el
período de la dictadura. A pesar de que la versión oficial respecto a
esta situación se focalizó en demostrar que su fallecimiento fue un
“accidente”, existen relatos de sus amigas que narran este
episodio, como u episodio de violencia y crimen de odio. Véase:
MONTESINOS, Erika. “La verdadera historia de un crimen
lesbofóbico” (on line) <<http://www.rompiendoelsilencio.cl/laverdadera-historia-de-un-crimen-lesbofobico/>> [consultado el 6
de Marzo del 2015].
15
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A diferencia de la ley de penalización de sodomía,
el artículo 367 que condenaba aquellas prácticas que
atentaran contra la moral y buenas costumbres, se
aplicó principalmente a la población trans: la poca
claridad de esta ley al momento de condenar el
atentado hacia el “pudor, moral y buenas costumbres”,
generó que muchas veces carabineros le diera una libre
interpretación a esta ley, justificando la persecución
hacia mujeres trans al ser vistas como sujetos que
atentaban contra la moral18. La aplicación de este
artículo en el Código Penal, tuvo influencia en que las
persecuciones y redadas hacia estas personas, se
caracterizaran por la violencia y agresión física por
parte del aparataje policial, existiendo diversos
testimonios de personas y trabajadores sexuales trans
que vivieron estas experiencias, muchas veces
marcadas por el abuso y violencia policial19.
El inicio de la democracia no implicó mayores
cambios respecto a las violencias cometidas en tiempos
de la dictadura militar. En el mismo caso de las
mujeres trans, las prácticas transfóbicas desde policías
sería recurrentes tras la continuidad de leyes que
criminalizaban la homosexualidad, sin embargo, tras el
fin de los toques de queda y menor control policial en la
vida nocturna, la sociedad civil tendría una mayor
participación en estas violencias, siendo los años ’90,
un período en donde más bien se reformularon estas
violencias, ya que no sólo participaron carabineros,
sino que también civiles20. Situación parecida sería a
las violencias hacia la población gay y lesbiana, ya que
al igual que los tiempos de la dictadura militar, esta
“doble vida” también se mantendría en los años ’90, sin
embargo y a diferencia de los ’80, la existencia del
CONTARDO, Óscar, op.cit.
Un estudio sobre testimonios de víctimas de transfobia, tanto en
la dictadura militar como en la transición democrática, lo exploré
con mayor profundidad en mi tesis para optar al grado de
Licenciatura en Historia, principalmente en el segundo capítulo de
este trabajo. GARRIDO, Juan Carlos. Narrativas de una transición.
Discursos, homofobia y violencia de género en el Chile
postdictatorial, 1990-2000. Tesis para optar al grado de Licenciado
en Historia. Profesora guía: Hillary Hiner. Santiago, Chile:
Universidad Diego Portales, Facultad de Ciencias Sociales e
Historia, Carrera de Licenciatura en Historia, 2015.
20 Ibíd.
18
19
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activismo LGBT a través del Movilh Histórico también
sería un factor en donde diversos activistas sufrían
discriminación laboral y social tras participar en este
movimiento social21. En ese sentido, la mayor
visibilización de la homosexualidad –y por lo tanto, de
las prácticas que no se rigen a las normas de género
tradicionales- sería un factor que se relacionaría con
las acciones homo-lesbo-transfóbicas22.
La emergencia del Movilh Histórico
El surgimiento del Movilh Histórico se llevó a
cabo en 1991, dentro de un taller de Derechos Civiles
organizado por la Corporación Chilena de Prevención
del Sida. Dentro de este movimiento, se gestarían los
primeros debates ideológicos y políticos respecto a una
posible liberación homosexual en el país, creándose de
esta manera la primera organización LGBT dentro del
espacio público. Con el lema “POR NUESTROS
HERMANOS CAÍDOS, MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN
HOMOSEXUAL”, el Movilh Histórico tendría su primera
aparición pública en 1992 en la marcha que
conmemoraba la entrega oficial del Informe Rettig23.
Esta agrupación, al igual que otros movimientos
LGBT en América Latina, serían los primeros espacios
en donde se gestó una identidad política basada en la
categoría de homosexual24. Temas como la homofobia y
la ley que penalizaba la sodomía en el caso de Chile,
eran las principales temáticas que se discutían al
interior del movimiento, logrando tener espacios en los
ROBLES, Víctor Hugo, op.cit.
Un estudio sobre la violencia hacia personas LGBT en la Ciudad
de México, señala que la visibilidad de la homosexualidad
constituye un factor importante dentro de la violencia, ya que la
apariencia física se transforma en la base material para asignar un
estereotipo de género. ORTIZ, Luis, GRANADOS, Arturo José.
“Violencia hacia bisexuales, lesbianas y homosexuales en la
Ciudad de México”. En: Revista Mexicana de Sociología, Vol. 65,
N°2, 2003.
23 ROBLES, Víctor Hugo, op.cit., p. 21.
24 FIGARI, Carlos. “El movimiento LGBT en América Latina:
Institucionalizaciones
oblicuas”.
En:
MASSETTI,
Astor,
VILLANUEVA, Ernesto y GÓMEZ, Marcelo (comp.). Movilizaciones,
protestas e identidades políticas en la Argentina del bicentenario.
Buenos Aires: Nueva trilce, 2010.
21
22
Historias que vienen:
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medios de comunicación con la finalidad de alcanzar
una mayor visibilización25. Sin embargo, temáticas
como el VIH-Sida (que era una preocupación dentro de
la comunidad LGBT), generó discusiones y debates
internos que culminaron con la fragmentación del
Movilh Histórico en 1996. En ese sentido, en esta
agrupación, surgirían discursos conservadores respecto
a la diversidad sexual, liderados principalmente por
Rolando Jiménez –ex militante del Partido Comunista-,
cuyo planteamiento se centraba en que, tras ser el VIHSida una enfermedad que se asociaba a la población
homosexual, tenía que ser un problema que se debía
abordar desde la salud pública, y no dentro de la lucha
política del movimiento LGBT ya que podía estigmatizar
a la comunidad26. Bajo esta justificación, se rechazó
trabajar con la prevención de la enfermedad, como
también produjo la expulsión de las activistas trans
como también personas seropositivas27. Frente a esto,
es clara la existencia de discursos higienizadores
respecto a la homosexualidad en los ’90, tanto en la
sociedad civil como al interior de organizaciones de la
diversidad sexual como el Movilh Histórico.
Otras de las tensiones que se generaron al
interior del movimiento, fue su relación con las
activistas lesbianas. Muchas de ellas, habían
participado en agrupaciones lésbicas y feministas de
los años ’80, principalmente en Ayuquelén, casa de la
mujer La Morada y Mujeres por la Vida, siendo un
ejemplo de cómo el feminismo había gestado diálogos
con las activistas lesbianas tras discutir y generar
conciencia respecto a la discriminación de la mujer –
independiente de su orientación sexual-28. En los años
’90 y tras la aparición del Movilh Histórico, muchas de
GUAJARDO, Gabriel. GUAJARDO, Gabriel. “Homosexualidad
masculina y opinión pública chilena en los noventa”. En: En:
OLAVARRÍA, José, PARRINI, Rodrigo (ed.). Masculinidad/es.
Identidad, sexualidad y familia. Primer encuentro de estudios
sobre masculinidades. Santiago: FLACSO-Chile/Universidad
Academia de Humanismo Cristiano/ Red de Masculinidad, 2000.
26 CONTARDO, Óscar, op.cit., p. 387.
27 ROBLES, Víctor Hugo, op.cit., p. 67.
28 Para profundizar sobre la historia del feminismo chileno, como
también las memorias de feministas en la historia de Chile, se
puede revisar la publicación más reciente: LARGO, Eliana (comp.).
Calles caminadas. Anverso y reverso. Santiago: DIBAM, 2014.
25
Historias que vienen:
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estas feministas se vincularon al movimiento con la
finalidad de plantear sus demandas como lesbianas y
feministas, sin embargo, uno de los principales
problemas de la agrupación en relación con las
activistas lesbianas, fue que se les daba menos
espacios de participación en comparación los activistas
gay. Diversos testimonios de lesbianas que se
involucraron con la organización, han planteado que el
machismo al interior del movimiento, fue el principal
obstáculo para poder visibilizar el lesbianismo y la
lesbofobia, situación similar el caso de las activistas
trans29.
Frente a la compleja relación entre las lesbianas
y el Movilh Histórico, muchas de estas activistas
focalizaron
sus
actividades
en
organizaciones
feministas como La Morada y Mujeres por la Vida,
como también en organizaciones exclusivamente
lésbicas como la Coordinadora Lésbica, Trabajo y
Estudios Lésbicos (TEL) y Rompiendo el Silencio, y
también en espacios radiales como “Cuando cae la
noche” de radio Nuevo Mundo entre otros, siendo
espacios en donde se logró abordar temáticas lésbicas,
como también temas asociados a la diversidad sexual30.
La exclusión de las temáticas sobre mujeres lesbianas
al interior del Movilh Histórico, permitió que estas
agrupaciones y programas radiales lésbicos, se
conformaran como espacios alternativos al movimiento
homosexual.
Las exclusiones de las demandas por parte del
movimiento LGBT en Chile, no solamente se reflejó en
discursos machistas y conservadores frente a temáticas
trans y lésbicas. La despenalización de la sodomía
como principal objetivo de lucha, tardó seis años en
concretarse y presentarse ante el Congreso, siendo un
período de constante debate sobre el artículo que
castigaba la relación homosexual, pero también años
de debates internos y diferencias al interior de la
agrupación31. La concentración en el tema de la
Respecto a las tensiones entre activistas lesbianas y el Movilh
Histórico, como también el problema del machismo al interior de
esta agrupación, se puede revisar en el tercer capítulo de mi tesis
de licenciatura. GARRIDO, Juan Carlos, op.cit.
30 ROBLES, Víctor Hugo, op.cit.
31 CONTARDO, Óscar, op.cit., pp. 389-390.
29
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
sodomía, también simbolizó de alguna manera la
distancia del Movilh Histórico con las activistas trans y
lesbianas. En primer lugar, porque en términos
prácticos, el artículo sólo criminalizaba y castigaba a la
población gay, y no lesbiana –ya que la idea de
“sodomía” no considera la posibilidad de penetración
entre mujeres-, como también, fue una ley que se
aplicaba en menor medida a la población trans, ya que
en la mayoría de los casos, a este sector de la población
se les aplicaba la ley de ofensas al pudor, moral y
buenas costumbres32. De esta manera, el Movilh
Histórico tuvo un discurso sobre la diversidad sexual
que intentaba ganar espacios en un contexto
conservador y reticente hacia temas sobre sexualidad,
sin embargo, en muchas situaciones, esta bandera de
lucha se concentró más bien en problemáticas
asociadas a la población gay más que de lesbianas y
mujeres transexuales.
Conclusiones: Diversidad, violencia y transición.
La clandestinidad homosexual, como también el
miedo de la comunidad LGBT a episodios de violencia,
fue la principal característica de los años ’80 y ’90 en
Chile. Con el surgimiento del Movilh Histórico en 1991,
la discriminación hacia la diversidad sexual se planteó
como principal demanda. Aun así, las lecturas de esta
agrupación
hacia
la
violencia,
se
concentró
principalmente en la homofobia, esto tras centrar sus
discusiones en temas como la despenalización de la
sodomía, más que generar conciencia sobre la homolesbo-transfobia en general. La diversidad sexual en ese
sentido, no solamente se enfrentaba a una agrupación
que asumía en diversas ocasiones una postura
conservadora, sino que en términos generales, se
encontraba en un contexto de transición democrática
que asumía un carácter conservador y patriarcal hacia
estos temas.
La
violencia
homo-lesbo-transfóbicas
no
solamente se vinculó con prácticas desde aparatos
Esto también lo pude corroborar en mi investigación de tesis de
pregrado al analizar los casos de transfobia en los ’80 y ‘90.
GARRIDO, Juan Carlos, op.cit.
32
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
estatales o la sociedad civil, sino que también en las
exclusiones al interior de agrupaciones como el Movilh
Histórico. Frente a esto, el conservadurismo que
prevalecía en los años ’90 puede ser una posible
respuesta sobre por qué el movimiento LGBT en Chile
asumía algunos discursos conservadores al momento
de discutir y plantear problemáticas. Por otro lado, si
pensamos estas violencias en el contexto de la historia
reciente de Chile, podemos ver que no existe una línea
divisoria clara entre la dictadura militar y la transición
democrática, lo que nos permite pensar en las
continuidades
y
rupturas
que
implicó
la
redemocratización en los ’90.
¿De qué manera continúan estas violencias en el
presente? ¿Cómo entra –y no entra- las temáticas LGBT
dentro de la idea de nación? Son preguntas que nos
obligan a pensar y estudiar la homo-lesbo-transfobia
más allá de un período histórico. Aun así, pensar en la
década de los ’90, no sólo nos abre discusiones sobre el
movimiento LGBT y su historia, sino que también
reflexionar sobre la transición democrática y su
relación con diversos individuos o “minorías”. De todas
maneras, pensar en estas temáticas en este contexto,
nos permiten apreciar las paradoras de esta coyuntura
en Chile. Diversidades en la transición que tuvieron
diversos obstáculos en los años ’90, pero que un así,
sus resistencias hacia el carácter patriarcal y
conservadora de la sociedad chilena en este período,
permitió –y ha permitido- que el movimiento LGBT gane
pequeños espacios en la esfera pública para plantear y
visibilizar sus demandas.
Bibliografía
BRITO, Eugenia. “Roles sexuales: Diversas escenas”.
En: GRAU, Olga, DELSGING, Riet, BRITO, Eugenia y
FARÍAS, Alejandra. Discursos, género y poder. Discursos
públicos: Chile 1978-1993. Santiago: Editorial LOM,
1997.
CORNEJO, Juan Rolando. “Configuración de la
homosexualidad
medicalizada
en
Chile”.
En:
Sexualidad, Salud y Sociedad. Revista Latinoamericana,
N°9, Diciembre 2011.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
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Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
¿Canibalismo Mapuche?: Violencia y racismo en la
historiografía chilena del siglo XIX
Juana Hermosilla Osorio33
Resumen
Desde el siglo XVI, uno de los pueblos que impuso una
fuerte resistencia a la invasión española fue el pueblo
mapuche. Caracterizado por su bravura y valentía,
paradojalmente fue también considerado salvaje y
caníbal, perpetuándose esta contradicción a lo largo del
tiempo. A partir de la segunda mitad del siglo XIX -e
incluso antes- el pueblo mapuche se convirtió en un
problema para el proyecto modernizador que llevaba a
cabo el Estado y algunos intereses particulares.
Autores como Diego Barros Arana y Benjamín
Vicuña Mackenna establecieron en sus publicaciones
una serie de premisas en torno a la figura del mapuche
como un ser bárbaro y caníbal. Por ello, en esta
investigación se plantea que estos historiadores
pertenecientes a la escuela liberal del siglo XIX
reactualizaron y promovieron las representaciones
denigratorias de los mapuches haciendo referencia al
canibalismo como un medio para justificar la
ocupación y apropiación de territorios de la Araucanía.
En este trabajo se analizará la historiografía del siglo
XIX, representada por autores como Diego Barros
Arana y Benjamín Vicuña Mackenna, así como las
crónicas del siglo XVI, de modo de pesquisar la
trayectoria que tuvo el significado y uso del término
caníbal, que se constituyó en un elemento clave para
la negación y exclusión de los pueblos indígenas.
Palabras claves: canibalismo-mapuche-historiografíaotredad
Licenciada en Historia de la Universidad Diego Portales.
Estudiante de Magister en Historia de la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso.
correo electrónico: [email protected]
Este artículo corresponde en parte a la tesis de pregrado la cual
contó con el apoyo de ICIIS, Interdisciplinary Center for
Intercultural and Indigenous Studies, centro de investigación
financiado por el programa FONDAP de Conicyt.
33
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Desde la conquista, uno de los pueblos que
impuso una fuerte resistencia a la invasión española
fue el pueblo mapuche. Caracterizado por su bravura
y valentía, paradojalmente fue también considerado
salvaje y caníbal, perpetuándose esta contradicción a
lo largo del tiempo. Si bien, durante el proceso de
independencia la imagen del mapuche fue enaltecida
por su coraje y valor en un contexto de guerra contra
los españoles34, a partir de la segunda mitad del siglo
XIX -e incluso antes- el pueblo mapuche se convirtió
en un problema para el proyecto modernizador que
llevaba a cabo el Estado y algunos intereses
particulares. La frontera establecida desde principios
del siglo XVII, que hasta ese entonces dividía a
chilenos de mapuches, comenzó a ser cada vez más
difusa debido al interés que el Estado y privados
mostraban por este territorio, quienes utilizaron un
discurso basado en la violencia y exclusión del pueblo
mapuche para la apropiación de las tierras del sur del
Bio Bio.
En la actualidad es posible apreciar la constante
discriminación y negación hacia el pueblo mapuche,
ignorando sus demandas, silenciando su cultura y
ejerciendo una gran violencia tanto física como
psicológica sobre las comunidades que luchan por
recuperar las tierras que en algún momento les
pertenecieron. Un claro ejemplo de la violencia y
discriminación hacia este pueblo son las muertes
impunes de comuneros mapuches en la región de la
Araucanía que siguen teniendo lugar.
Este trabajo surgió de la pregunta de por qué
hasta el día de hoy los mapuche siguen siendo
discriminados y calificados como sujetos inferiores.
Al finalizar el proceso de independencia, se intentó incluir la
imagen del mapuche en la escena nacional. Es lo que expone
Patricio Herrera, en La cuestión de Arauco. un problema de
dignidad nacional durante el siglo XIX, cuando señala que
Bernardo O’Higgins dictó un decreto, en su calidad de director
supremo, en el cual se reconocía a los indígenas como legítimos
ciudadanos con derechos y deberes. Asimismo, el primer escudo
de Chile, creado durante la Patria Vieja, incorporó la imagen de
dos indígenas, aludiendo al lazo de consanguinidad que existiría
con los nuevos ciudadanos chilenos y a la resistencia que ellos
opusieron a los españoles y que ahora se prolongaba con los
patriotas.
34
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Una de las características más sorprendentes que le
han sido adjudicadas, es la de caníbal, es decir, la
práctica de comer carne humana. ¿De dónde viene esta
convicción? y ¿qué consecuencias tuvo?
Una de las imágenes que se ha perpetuado a lo
largo del tiempo y que aún aparece en algunos textos
escolares o material de educación es la del toqui
Lautaro comiendo el corazón del conquistador Pedro de
Valdivia.35 Esta investigación se propone rastrear los
orígenes y trayectoria de este mito, así como la noción
de los mapuches como tribus barbáricas y caníbales.
Para ello estudiaré cómo, tanto las crónicas del siglo
XVI y la historiografía del siglo XIX, fueron
estableciendo
estas
imágenes
como
realidades
incuestionables, remitiendo a los mapuches a una
noción de salvajes.
La hipótesis que se plantea es que los
historiadores pertenecientes a la escuela liberal del
siglo
XIX
reactualizaron
y
promovieron
las
representaciones denigratorias de los mapuches
haciendo referencia al canibalismo como un medio para
justificar la ocupación y apropiación de territorios de la
Araucanía. Basando sus postulados en el uso de las
crónicas del siglo XVI que consideraban al pueblo
mapuche como salvaje, caníbal e incapaz de adaptarse
a los parámetros de la modernidad, les permitió
referirlos como a un “otro” distinto, e inferior, y, así
consecuentemente, excluirlos de su calidad de iguales.
El uso del término caníbal entendido como un nohumano fue fundamental para justificar la exclusión y,
verdadero exterminio, del pueblo mapuche del
escenario nacional. Es esta última lectura la que nos
lleva a considerar que quienes actuaron como
verdaderos caníbales fueron el estado chileno y algunos
intereses privados, los que irrumpieron y devoraron, en
términos metafóricos y literales, violentamente el sur de
En el año 2010 con motivo de la conmemoración del
Bicentenario de Chile, el canal de televisión TVN estrenó un
programa titulado Algo habrán hecho por la historia de Chile,
conducido por el actor Francisco Melo y el historiador Manuel
Vicuña. Uno de los episodios emitidos se centró en la conquista de
Chile y, en particular, en la muerte de Pedro de Valdivia a manos
del toqui Lautaro. En esta escena Lautaro abría el pecho del
gobernador, extrayendo su corazón todavía palpitante.
35
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Chile, usurpando tierras, reprimiendo y asesinando
brutalmente a sus habitantes. Para ello es fundamental
analizar la historiografía del siglo XIX, representada por
autores tales como Diego Barros Arana y Benjamín
Vicuña Mackenna, así como las crónicas del siglo XVI,
de modo de pesquisar la trayectoria que tuvo el
significado y uso del término caníbal.
Por ello, creo
fundamental comprender el término caníbal como una
categoría de análisis que deriva en una otredad, la cual
se inicia en el proceso de conquista del Nuevo Mundo y
se perpetúa hasta el día de hoy.
En este sentido, Carlos Jáuregui, en su sugerente
libro Canibalia, plantea que “El caníbal hará su entrada
en
las
crónicas
con
la
función
ideológica
complementaria de justificar la explotación del trabajo
y el apetito europeo por la mano de obra y las riquezas
americanas.”36 Es decir, la creación, en el siglo XVI, y el
posterior uso de la palabra caníbal, símbolo de barbarie
y bestialidad, fue la justificación para apropiarse de las
nuevas tierras y someter a su población, legitimando
prácticas tales como el asesinar, denigrar y explotar a
quienes se les atribuía el consumo de carne humana.
El autor propone que caníbal no es más que una
deformación de una palabra indígena. Para el autor,
“los caníbales fueron “descubiertos” mediante la (re)
significación, en la lengua del imperio, de una palabra
aborigen que aparentemente significaba “guerrero
bravo” o acaso “comedor de mandioca”.37 A esta
palabra el europeo le atribuyó todos sus temores
provenientes del imaginario medieval que contenía
relatos de Herodoto, Plinio, Marco Polo y los viajes de
Sir John Mandeville, yaciendo en el interior de este
término los miedos occidentales más profundos. Ellos
atribuyeron este concepto y sus características
malignas a todo aquel que se opusiera a la conquista
europea, relegando de este modo, al indígena a una
condición de no-humano, lo que permitía justificar su
exterminio sin culpa alguna. Barbarizar al indio
permitía una irrupción legítima en nombre de la
JAUREGUI, Carlos. Canibalia, canibalismo, calibalismo,
antropofagia cultural y consumo en América Latina. España:
Editorial Vervuert. 2008, p. 70
37 Ibid p, 50
36
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
civilización. En palabras de Braulio Rojas, “hay una
considerable mitificación y exageración de los hechos
narrados como una manera de legitimar y sobrevalorar
la empresa de conquista.”38 En las crónicas se
narraban escenas de consumo de carne humana como
ejemplos claros de la inhumanidad de los aborígenes.
Este tipo de relatos estuvo presente en prácticamente
todas las regiones de América, repitiéndose el mismo
patrón de conducta de los habitantes del Nuevo
Mundo.
El canibalismo mapuche en las crónicas del siglo
XVI
Durante el siglo XVI el militar español Pedro
Mariño de Lobera escribió su Crónica del Reino de Chile
en la cual describía los hechos bélicos acontecidos en el
sur de Chile, centrando su obra principalmente en el
ámbito militar. La publicación de este documento se
realizó recién en el año 1865 en la Colección de
historiadores de Chile y documentos relativos a la
historia nacional, volumen VI39. En la obra es posible
hallar diversas escenas de canibalismo, las cuales
relata detalladamente y juzga a su parecer.
Así, durante los años 1550 y 1553, debido a los
constantes
enfrentamientos
entre
españoles
y
araucanos, la producción de la tierra se habría visto
fuertemente afectada, según el relato del autor,
causando una hambruna que azotó el sur de Chile y
desencadenó una serie de acontecimientos, entre ellos
el consumo de carne humana entre los indígenas. Si
bien el autor señala que hacía 1554 las tierras habían
empezado a producir, posibilitando nuevamente la
cosecha de alimentos, los indios no habrían
abandonado la práctica de la antropofagia, la que, en
sus palabras, era una de las más grandes
monstruosidades de la humanidad. Así, continúa su
relato:
ROJAS, Braulio. La difícil otredad americana: la disputa por las
imágenes y el conflicto por los nombres. Cuyo vol 29, n° 1 Mendoza:
Enero/Junio 2012. p. 12
39
Véase
en
Memoria
Chilena
(http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-98072.html)
38
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
… estaban los indios tan regustados a comer carne
humana, que tenían carnicerías della y acudían a
comprar cuartos de hombres, como se compra en los
rastros los del carnero. y en muchas partes tenían los
caciques indios metidos en jaula. engordándolos para
comer dellos. y tenían ya los instrumentos necesarios
para el oficio de carniceros40
El relato es elocuente. Para el cronista español,
los indios consumían carne humana solo por placer,
pues a pesar de haber superado el período de escasez
de alimentos, los mapuches habrían seguido con
aquella práctica que según el autor no era más que un
“espantoso” hábito.
Llegó la gula a tal extremo, que hallaron los nuestros a
un indio comiendo con su mujer a un hijo suyo, en
medio, de quien iban cortando pedazos y comiendo.41
La práctica de la antropofagia quedaba así
establecida como una acción que deshumanizaba por
completo a los indígenas. De hecho, Mariño de Lobera
da a entender que el indio por naturaleza era cruel y
bárbaro, pues se devoraban entre ellos sin respeto
alguno.
Esas
prácticas
no
se
efectuaban
necesariamente contra enemigos ni había un trasfondo
ritual, por el contrario, era el cuerpo del hijo el que
devoraban “con gran gusto”.
Otro de los autores que hace referencia a esta
práctica es Alonso González de Nájera, militar español
autor de la crónica Desengaño y reparo de la guerra del
Reino de Chile. La narración de González de Nájera se
centra, específicamente, en hechos bélicos ocurridos
en el sur de Chile después del denominado “desastre de
Curalaba. En la cuarta relación titulada Las crueldades
de los indios de Chile, el autor relata escenas de
canibalismo que presenció durante el siglo XVII en
Chile, entre otras, la que sigue:
Llega a tal extremo lo que aumentan su deleite sus mas
excesivas crueldades, que a muchos les van comiendo
a medio asar, a vista de sus ojos, los pedazos que les
MARIÑO DE LOBERA, Pedro. Crónica del Reino de Chile,
Santiago: Ed. Universitaria, 1970. p.80.
41 Ibíd. p, 81
40
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
cortan de las carnes, sin reservar después las que les
quedan en los difuntos cuerpos. Y en fin, es tan grande
la rabiosa y insaciable sed que tienen de que no quede
memoria de nosotros en vida ni en muerte, que hasta
los huesos se beben quemados y hechos polvos
mezclados en sus vinos. 42
Para el autor, los indios no eran más que seres
salvajes y crueles que disfrutaban desmembrar y
devorar el cuerpo de los españoles en una especie de
venganza y una demostración de superioridad respecto
a un otro.
Una de las escenas más reconocidas de
canibalismo en el pueblo mapuche y que ha perdurado
en el tiempo es la muerte de Pedro de Valdivia en el
fuerte Tucapel en 1553 a manos del toqui Lautaro.
Diversas crónicas relatan este hecho como un símbolo
de la violencia, barbarie y crueldad de los mapuche, lo
que llevó a considerarlo un pueblo no sólo primitivo,
sino también salvaje y pagano. A continuación
revisaremos las principales características y diferencias
de diversas versiones que existen respecto a la muerte
del gobernador Pedro de Valdivia.
En el cabildo convocado para el día 26 de Febrero
de 1556 se expuso una carta dirigida a la Real
Audiencia de Lima, dando noticia de la muerte del
gobernador Pedro de Valdivia:
…después dende a tres días o cuatro días vinieron
unos indios yanaconas que se hallaron ahí y lo
contaron todo como pasó. Algunos de los cristianos no
los acabaron de matar, y entre ellos al gobernador, al
cual tuvieron vivo tres días, comiéndole vivo a bocados,
y lo mismo a los demás, que no mataron luego, hasta
que espiraron. 43
Esta carta fue la notificación oficial emitida por el
cabildo de Santiago a la Real Audiencia de Lima,
GONZALEZ DE NÁJERA, Alonso. Desengaño y reparo de la
guerra del Reino de Chile. Santiago: Imp. Ercilla. 1889. p. 54
43 Carta del cabildo a la Real Audiencia de Lima, dándole noticia
de la muerte de Pedro de Valdivia. En Documentos sobre la
historia, la estadística y la geografía de Chile. {compilados`} por
Claudio Gay. Paris. (http://www.memoriachilena.cl/602/w3article-98362.html) p. 161
42
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
informando sobre los acontecimientos ocurridos en el
fuerte Tucapel.
El militar español Jerónimo de Vivar, quien
participó con Pedro de Valdivia en la campaña de
conquista de Chile, narra, tiempo después, esta misma
escena en su Crónica y relación copiosa y verdadera de
los reinos de Chile, escrita durante el siglo XVI, pero
publicada, siglos más tarde, en 1966, por el Fondo
Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina. Con todo,
aunque la crónica estuvo desaparecida hasta mediados
del siglo XX, esta fue conocida y citada por otros
cronistas, como el sacerdote jesuita Diego de Rosales.44
En su relato se lee:
Y esta sazón llegó un mal indio que se decía
Teopolican, que era señor de la parte de aquel pueblo y
dicho a los indios que hacían con el que por que no le
mataban que: muerto ese que manda a los españoles,
fácilmente mataremos a los que quedan y diole con una
lanza de las que dicho tengo, y lo mató. Y así pereció y
acabo el venturoso gobernador que hasta aquí cierto lo
había sido en todo cuanto hasta este día emprendió y
acometió. Y llevaron la cabeza a Tucapel y la pusieron
en la puerta del señor principal en un palo45
En el relato de Vivar, el gobernador Pedro de
Valdivia habría muerto por mandato de Teopolican, sin
la compañía de otros españoles y a causa de un ataque
con lanza. A diferencia de otras narraciones, en este
relato no aparece ni la tortura, ni el desmembramiento
del cuerpo, ni el consumo de sus extremidades.
Otra versión del mismo hecho la plantea el militar
español Alonso de Góngora y Marmolejo, quien también
participó en las huestes conquistadoras dirigidas por
Valdivia, en su crónica titulada Historia de todas las
cosas que han acaecido en el reino de Chile y de los que
han gobernado. Pese a haber vivido en el mismo tiempo
que Jerónimo de Vivar y de haber tenido,
probablemente, las mismas noticias que éste respecto
de la muerte de Valdivia, Góngora y Marmolejo pone el
Véase
en
Memoria
Chilena.
(http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-98077.html)
45 VIVAR, Jerónimo. Crónica y copiosa relación y verdadera de los
reinos de Chile (1558). Berlín: Ed. Colliquin. 1971. p. 203
44
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
acento, ya no sólo en el asesinato del conquistador,
sino en las torturas a las que habría sido sometido,
asegurando, además, que junto a él habría estado un
sacerdote católico quien intentó darle algo de calma
para enfrentar los tormentos:
Viendo el padre Pozo que no aprovechaban
amonestaciones con aquellos bárbaros, hizo de dos
pajas que par de si halló una cruz, y persuadiéndole a
bien morir, diciéndole muchas cosas de buen cristiano,
pidiendo a Dios misericordia de sus culpas. Mientras
en esto estaban, hicieron los indios un fuego delante de
él, y con una cáscara de almejas de la mar, que ellos
llaman pello en su lengua, le cortaron los lagartos de
los brazos desde el codo a la muñeca; teniendo
espadas, dagas y cuchillos con que podello hacer, no
quisieron por dalle mayor martirio, y los comieron
asados en su presencia46
Esta información la obtuvo de un sujeto llamado
Alonso quien servía de guardarropa de Valdivia y
afirmó haber estado presente en dicha batalla, logrando
luego escapar. Sin embargo, pese a lo que señala el
cronista respecto a los hechos acontecidos en el fuerte
Tucapel, no hay completa certeza de cómo sucedieron
estos, pues existe una gran diversidad de versiones
sobre dicha batalla.
Así, en la narración de Góngora y Marmolejo, el
gobernador Valdivia habría muerto acompañado del
padre Pozo y el yanacona Agustinillo, después de
atroces torturas, en las que los indígenas se habrían
ensañado procurando someterle a los máximos dolores
y evitando darle cualquier tipo de sosiego y calma en el
proceso. Según este autor el tormento habría
culminado con el consumo de su propia carne frente a
sus ojos, finalizando con la exhibición de las cabezas de
los caídos.
Sin embargo, el ya mencionado Pedro Mariño de
Lobera en su Crónica del reino de Chile, también escrita
en el siglo XVI, plantea dos versiones respecto a la
muerte de Pedro de Valdivia. En la primera, el
GÓNGORA Y MARMOLEJO, Alonso. Historia de todas las cosas
que han acaecido en el Reino de Chile y de los que han gobernado.
Santiago: Ed. Universidad de Chile. 1990. p. 115-116
46
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
gobernador habría muerto por un golpe en la cabeza,
siendo posteriormente degollado, para exhibir luego su
cabeza clavada y elevada en una lanza, como símbolo
de triunfo. En el relato se puede leer que:
Viendo esto un cacique llamado Pilmaiquén, (...)
levantó una gran porra que tenía en las manos y la
descargó con gran furia sobre el infelices Valdivia
haciéndole pedazos la cabeza, a cuya imitación el indio
Lautaro atravesó la lanza por el cuerpo de Agustín, el
interprete con quien andaba a malas. 47
La segunda versión es más dramática aún ya que
expone que el gobernador Valdivia habría fallecido a
causa del consumo de oro hirviendo que lo obligaron a
beber los indígenas.
Trajeron una olla de oro ardiendo y se la presentaron
diciéndole: pues tan amigo eres de oro, hártate agora
dél, y para que lo tengas mas guardado, abre la boca y
bebe aqueste que viene fundido, y diciendo esto lo
hicieron como lo dijeron, dándoselo a beber por fuerza,
teniendo por fin de su muerte lo que tuvo por fin de su
entrada en Chile.48
Una de las versiones más citadas respecto de la
muerte de Pedro de Valdivia es la que narra el jesuita
español Diego de Rosales en su Historia general del
reino de Chile, Flandes indiano, escrita hacia mediados
del siglo XVII, aunque luego desaparecida y recién
publicada en el siglo XIX, por Benjamín Vicuña
Mackenna.
Si bien retoma la versión planteada por Mariño
de Lobera, respecto de que Valdivia habría muerto por
ingerir oro hirviendo, como escarmiento por explotar,
denigrar y asesinar a tantos indígenas, para el jesuita
esta teoría no sería la verdadera, pues asegura que
Valdivia habría muerto por un golpe de macana que le
proporcionó un indio.
…un capitán que estaba apercibido con una maza, sin
que lo viesse, le dio por detrás un fiero golpe en la
cerviz, de que cayó de espaldas aturdido, y levantando
47
48
MARIÑO DE LOBERA, Pedro, op.cit., p. 75
Ibíd.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
todos los del cerco la vocería, y las lanzas, las
tendieron sobre el cuerpo muerto, (...). En esto llegó
uno y rompiéndole desde la garganta al pecho con un
cuchillo, le metió la mano en él, y le sacó el corazón
arrancándosele, y assi palpitando, como estaba, y
chorreando sangre, se le mostró a todos, y untando con
la sangre del corazón los toquis, y las flechas le hizo
pedacitos muy menudos, que comieron todos los
caciques. 49
Es interesante aquí un elemento nuevo, el
haberle arrancado el corazón para luego ser consumido
por los caciques presentes, pues ha sido una de las
narraciones más repetidas a lo largo del tiempo, siendo
una constante en libros como Lautaro, joven libertador
de Arauco de Fernando Alegría50 quien narra la vida de
Lautaro y describe la muerte del gobernador Pedro de
Valdivia de forma bastante similar a la narrada por el
padre Diego de Rosales. y en programas históricos
como Algo habrán hecho por la historia de Chile.
Violencia y racismo en el siglo XIX
Si bien la mayoría de los estudios se ha centrado
en el siglo XVI, es importante revisar cómo esta imagen
no sólo perduró sino que se fue reinventando en los
siglos posteriores y, particularmente, en el siglo XIX,
como mecanismo de legitimación de las ansias por
ocupar las tierras indígenas bajo una lógica liberal. En
palabras de Jorge Pinto Rodríguez51, el Estado chileno
irrumpió en el territorio que contempla las comarcas al
sur del río Bío Bío, en Chile, justificando su accionar a
partir del uso de la idea de soberanía nacional y la
necesidad de dominar todo el espacio impidiendo, de
este modo, la apropiación extranjera por parte de
países vecinos.
Tal y como lo exponen Luis Carlos Parentini y
Patricio Herrera, durante la segunda mitad del siglo
ROSALES, Diego. Historia general del reino de Chile, Flandes
indiano. Santiago: Ed. Andrés Bello, Santiago. 1989, p 437
50 ALEGRÍA, Fernando, Lautaro, joven libertador de Arauco.
Santiago: Ed. Zigzag. 1943
51 PINTO, Jorge. Morir en la frontera…la Araucanía en tiempos de
Balmaceda en ORTEGA, Luis. La guerra civil de 1891. Santiago:
Universidad de Santiago de Chile. 1991.
49
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
XIX, la Araucanía se convirtió en motivo de interés
tanto para el Estado chileno como para privados.
Factores como la crisis económica de 1857, el naciente
interés de inversionistas extranjeros en esta zona y los
levantamientos indígenas, justificaron la irrupción
estatal y de particulares. En palabras de Herrera “se
trata de abrir un manantial inagotable de nuevos
recursos en agricultura y minería; nuevos caminos
para el comercio en ríos navegables y pasos fácilmente
accesibles.” 52
En atención a estos intereses expansionistas, el
Estado y la burguesía chilena tendieron a bestializar y
barbarizar al pueblo mapuche usando una serie de
calificativos despectivos tales como los de borracho y
flojo, justificando así, el uso de la fuerza y la violencia
contra las comunidades, de modo de excluirlo del
escenario nacional y comenzar la apropiación de sus
tierras.
Uno de los más fervientes seguidores de este
discurso de progreso y civilización fue Benjamín Vicuña
Mackenna, político, historiador, intendente, diputado,
senador y uno de los precursores que con más
vehemencia impulsó y defendió la ocupación de la
Araucanía, pues ansiaba un Chile civilizado, blanco y
moderno, en donde los indígenas no podían tener lugar.
Estos postulados pueden ser apreciados con claridad
en el discurso que presentó en la cámara de diputados
en la sesión del 10 de Agosto de 1868.
Vicuña Mackenna
no creía posible que el
mapuche fuera capaz de convertirse en un ser
civilizado pues, por naturaleza era traidor, engañoso y
moralmente degradado. Tal como lo expone Alejandra
Bottinelli, ni la educación ni la integración eran una
posibilidad. La única opción realista para el intendente
era la reducción del indígena.53 El término no deja de
HERRERA, Patricio. La cuestión de Arauco. Un problema de
dignidad nacional durante el siglo XIX. En LOYOLA, Manuel y
GREZ, Sergio (comps.), Los proyectos nacionales en el
pensamiento político y social chileno del siglo XIX. Santiago: Ed.
Universidad Católica Silva Henríquez, 2002, p, 85
53 BOTTINELLI, Alejandra. El oro y la sangre que vamos a prodigar.
Benjamín Vicuña Mackenna, la ocupación de la Araucanía y la
inscripción del imperativo civilizador en el discurso público chileno.
52
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
ser sugerente, la “reducción” significaba, por una parte,
la confinación de las comunidades a las tierras más
alejadas y menos productivas, pero por otra, daba
cuenta del lugar que los indígenas tendrían dentro del
imaginario de la nación; un lugar disminuido, casi
inexistente.
Un punto fundamental que trata Vicuña
Mackenna en su discurso como argumento para
justificar la irrupción y posterior apropiación del
territorio araucano, fue el canibalismo como la más
clara expresión de barbarie e incivilización del pueblo
mapuche. A lo largo de su arenga, hace referencia a
tres casos diferentes, acaecidos en los siglos XVII, XVIII
y XIX. Para el primer caso, utiliza una carta que le
envía el padre jesuita Diego de Rosales al padre Luis de
Valdivia.
Viera vuestra reverencia una carnicería terrible, unos a
cortarle la cabeza, otros a sacarle el corazón, i otros a
cortarle una pierna, para hacer de la canilla una flauta,
descarnandola i abriendola los ahugeros en un
momento. Andavan alrededor de la rueda desnudos,
hasta la cintura. (…) Dividen el corazón entre todos
los caciques, i capitanes i unos se lo comen corriendo
sangre i palpitando, i otros untan con la sangre las
flechas.54
Lo importante de este extracto de la crónica de
Rosales, es la presentación del mapuche como un
“otro” salvaje, capaz de asesinar y devorar seres
humanos sin piedad, durante sus “diabólicas” fiestas.
La intención de Vicuña Mackenna era clara. Su
estrategia fue exponer la trayectoria del mapuche en
una especie de cronología estancada y no evolutiva, en
la cual, a pesar de los años y la cercanía con el mundo
moderno, no se logró civilizar, continuando con estas
prácticas antropofágicas en los siglos venideros. Así,
continúa su relato señalando que:
En GAUNE, Rafael y LARA, Martín (ed), Historias de racismo y
discriminación en Chile. Santiago: Uqbar eds, 2009.
54 VICUÑA MACKENNA, Benjamín, La conquista de Arauco.
Santiago:
Imp.
del
Ferrocarril.
1868.
(http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0001277.pdf),
p.15
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
En un informe del obispo de Concepción Bermúdez, al
presidente Manso que hemos tenido a la vista i que
lleva la fecha de 1788, es decir, de un siglo después de
escrito el fragmento anterior, se asegura que todavía a
la muerte del español los indios descuartizan su cuerpo
i haciendo flautas de las canillas, se brindan la chicha
en el casco, i cortando una mano o sacando cualquiera
hueso, lo envían por toda la tierra con el nombre de
flecha, que según su usanza, es lo mismo que tocar
cajas i clarines para la guerra.” 55
Utilizar el concepto caníbal era fundamental para
legitimar la irrupción militar en la Araucanía, tal como
había sucedido en el siglo XVI. Sin embargo, el
argumento resultaba más convincente aún, ya que si
los indígenas habían desarrollado este tipo de prácticas
en los comienzos de la conquista, su persistencia en el
tiempo venía a confirmar la imposibilidad del cambio
en sus conductas y creencias. Así, la constatación de la
existencia del canibalismo descartaba las propuestas
de algunos de transformar a los indígenas en
ciudadanos modernos y civilizados por medio de la
educación y la evangelización, como una mera quimera.
Sigue afirmando Vicuña Mackenna en su discurso:
Otro soldado de la independencia, el capitán Verdugo,
nos dice que en un combate sostenido por la misma
época (1820) en la vecindad de
Chillán, los indios
que habían venido a dar un asalto a las poblaciones del
Claro, dejaron en el vado del Ñuble, por el que se les
perseguía, siete niñitos chiquitos degollados. 56
El enumerar casos de canibalismo a través de los
años permitía a Vicuña Mackenna dar a entender a la
cámara de diputados, que el mapuche del siglo XIX
seguía siendo el mismo salvaje y bárbaro del siglo XVI,
por lo tanto, si en trescientos años no fue capaz de
civilizarse, ésta no sería la excepción.
Aunque
Vicuña Mackenna reconoce que la
resistencia que ha puesto el pueblo Mapuche frente al
conquistador está asociada a la defensa de su tierra,
desmorona el argumento por las características propias
de su atraso. “Es cierto que el indio defiende su suelo;
55
56
Ibid,
Ibíd. p. 16.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
pero lo defiende porque odia la civilización, odia la ley,
el sacerdocio, la enseñanza. La patria que él defiende es
la de su libre i sanguinaria holgazanería.”57
Durante el siglo XIX historiadores como
Benjamín Vicuña Mackenna, José Toribio Medina y
Diego Barros Arana, entre otros, se abocaron a la
búsqueda, investigación y rescate de las obras del siglo
XVI y XVII, como la crónica del jesuita Diego de Rosales
o la de Góngora y Marmolejo, para ser sumadas a la
Colección de Historiadores de Chile y Documentos
relativos a la Historia Nacional, en un momento en que
la consolidación del Estado-nación era uno de los
principales objetivos del gobierno y de los grupos de
elite. De ahí la importancia de la Historia general de
Chile, escrita entre 1884 y 1902 en dieciséis tomos, por
Diego Barros Arana. Allí narra toda la historia patria,
desde antes de la conquista y, en la cual, basándose en
los textos del padre Diego de Rosales, del militar Alonso
González de Nájera y de Pedro Mariño de Lobera, se
refiere a los indios como bárbaros, salvajes y caníbales.
En este sentido, la existencia de las crónicas le daban
credibilidad y veracidad a los argumentos del
historiador.
Respecto de los hábitos de los indios, Barros
Arana extrae relatos de González de Nájera y de Diego
de Rosales para establecer que las costumbres y
prácticas de los indígenas eran propias de seres
salvajes y bárbaros. Es lo que se desprende de los
siguientes párrafos:
A estos horrores del canibalismo por hambre, común
entre todos los pueblos bárbaros, hay que agregar los
repugnantes banquetes de carne humana que se
seguían a la victoria.58
Si su relato rememora a la narración que hiciera
González de Nájera en su crónica, el detalle con que
describe las prácticas caníbales, las vuelve más
atroces, caracterizando a los mapuche como sujetos
crueles por naturaleza y amantes de las torturas físicas
hacia sus víctimas.
Ibíd. p. 07.
BARROS ARANA, Diego. Historia general de Chile. Santiago, Ed.
Universitaria, 2000. p. 69.
57
58
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Asaban ligeramente las carnes y las devoraban después
de pasarlas muchas veces delante de los ojos y de la
boca del infeliz cautivo. Esta operación era tanto más
dolorosa cuanto que los indios no usaban otros
cuchillos que conchas marinas, cuidadosamente
afiladas, es cierto, pero siempre torpes y lentas para
cortar. Los tormentos de la víctima se prolongaban
largo rato, y cuando la pérdida de la sangre estaba a
punto de causarle la muerte, le abrían el pecho, le
arrancaban el corazón y rociando el aire con la sangre
que manaba de esta entraña, la pasaban de mano en
mano entre los sacrificadores, mordiéndolo cada cual
con la rabia más feroz.59
Tal y como lo había planteado Vicuña Mackenna,
estas costumbres continuarían a lo largo del tiempo,
pues a los más jóvenes se les enseñaba cómo
descuartizar y dar muerte a las víctimas.
Guardaban algunos indios como prendas de gran
estimación, la piel del rostro de sus víctimas para
usarla como máscaras en sus fiestas y borracheras (…)
Para perpetuar en su raza estos feroces sentimientos,
aquellos salvajes hacían que sus hijos aprendiesen
desde niños a descuartizar los miembros de sus
víctimas, a arrancarles las carnes y a atormentarlas en
su agonía... 60
Así, no duda en ningún momento de los relatos de
los cronistas. Ello, a pesar que la mayoría no estuvo
presente en estos actos, sino que los relató después de
haberlos escuchado de otras personas. Respecto a la
muerte de Pedro de Valdivia, el autor toma como
referencia los relatos de Góngora y Marmolejo y de
Pedro Mariño de Lobera, los cuales complementa entre
sí y narra de la siguiente forma:
Una muerte rápida habría sido para ellos [los
españoles] un beneficio; pero bárbaros acostumbraban
gozarse en los sufrimientos de sus víctimas, y en ésta
ocasión no descuidaron de satisfacer sus instintos más
feroces. Valdivia fue martirizado de una manera cruel.
Aunque los indios tenían las espadas y dagas que
59
60
Ibíd. p. 76.
Ibíd.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
habían quitado a los vencidos, prefirieron usar las
conchas marinas que usaban como cuchillos. Con
ellas, le cortaron los brazos, y después de asarlos
ligeramente, los devoraron en su presencia.61
No cabe duda, para Barros Arana el indio era un
salvaje capaz de realizar las más grandes atrocidades.
Para el historiador del siglo XIX los mapuches, además
de su crueldad innata, habrían sido incapaces de
civilizarse y, por lo tanto, producir en grandes
cantidades las tierras que comprendían el sur de Chile,
en un contexto en que el Estado y privados
comenzaban a mostrar gran interés por estos
territorios.
La imagen del pueblo mapuche como caníbal
persistió principalmente a través del relato de la muerte
del gobernador Pedro de Valdivia, el que se fundaba en
las narraciones de los cronistas del período colonial,
que, a su vez, fueron reproducidas por la historiografía
del siglo XIX y aun del XX.
Como consecuencia, los mapuches quedaron
estigmatizados por su supuesto atraso, primitivismo e
incapacidad de evolución, ratificada por la persistencia
de sus prácticas salvajes, en particular la del
canibalismo, lo que posibilitó denigrar y excluir al
mapuche del escenario nacional. Evidentemente, este
no calzaba con los parámetros del proyecto
modernizador tan anhelado por el Estado y la elite
chilena.
En conclusión, es fundamental entender
el
término caníbal más allá del consumo de carne
humana. Como hemos visto, la palabra caníbal surge
con la llegada de los europeos a América y el traslado
de todas sus concepciones medievales hacia una tierra
completamente desconocida. Una de las concepciones
más aterradoras fue la de la antropofagia, que en el
Nuevo Continente se transformó en el caníbal, pues,
para los conquistadores, el verdadero caníbal era aquel
sujeto que no estaba dispuesto a someterse al poder
colonial. De allí que los europeos utilizaran este
concepto como una forma de justificar el sometimiento
y la violencia usada contra estos indígenas. De algún
61
Ibíd. p. 334.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
modo, el terror que significaba la posibilidad de ser
comidos por otros, legitimaba el uso de una violencia
tanto o más, aterradora. De allí que la existencia de
caníbales servía para someter, violentar e irrumpir en
territorios considerados “vírgenes”, justificando así su
accionar en una especie de cruzada por la civilización.
Si durante el siglo XVI, en el proceso de
conquista del Nuevo Mundo, el indígena fue denigrado
y violentado por el poder colonial, durante la segunda
mitad del siglo XIX el panorama no fue muy diferente,
pues se consideró al indio un salvaje, bárbaro, caníbal
y un obstáculo para el proyecto modernizador que se
intentaba realizar en Chile, justamente en un momento
en que grupos de interés buscaban expandir su control
sobre los territorios que estaban en manos de las
comunidades mapuche.
Se anhelaba una nación blanca y civilizada, que
aspirara constantemente al progreso y en ella no
calzaba el pueblo mapuche, el cual fue denigrado y
excluido a través de la historiografía del siglo XIX. La
barbarización que atribuyó Benjamín Vicuña Mackenna
y Diego Barros Arana al mapuche, fue clave para
irrumpir y legitimar la ocupación de la Araucanía,
tratando constantemente de salvaje e incivilizado al
indígena. Sin embargo, un aspecto fundamental en esta
denigración y exclusión fue el uso de referencias del
siglo XVI para despojar al mapuche de sus territorios y
excluirlos del escenario nacional.
Por lo tanto, es
posible considerar al Estado chileno y privados como
los verdaderos caníbales, pues arrebataron y devoraron
tierras mapuches justificando todo tipo de violencia y
discriminación.
Las consecuencias de esta barbarización hacia el
pueblo mapuche, pueden ser apreciadas hasta la
actualidad, como el rechazo a sus demandas
territoriales las cuales son respondidas con gran
violencia, la impunidad con la que son tratadas las
muertes de comuneros mapuches, el desconocimiento
de su cultura y la serie de calificativos que les son
asignados como "salvajes" y "terroristas", remitiéndolos
a un estado de barbarie hasta el día de hoy.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
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sistema
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Proceso abolicionista y sociedad post-esclavista en
Chile. Dinámicas históricas y perspectivas de
estudio (fines s. XVIII – comienzos s. XIX)62.
Thomas Mareite63
Resumen
Este artículo propone un análisis alternativo del
proceso abolicionista chileno, subrayando en particular
las ambivalencias del liberalismo al respecto y el
protagonismo activo de la participación africana y
afrodescendiente en esta dinámica. Explora también el
periodo post-esclavista en cuanto ángulo muerto de la
historiografía
nacional
sobre
los
africanos
y
afrodescendientes en Chile.
Palabras clave: esclavitud,
liberalismo, post-abolición.
abolición,
Ilustración,
Introducción.
Este artículo presentará de manera sintética
algunos resultados de una investigación realizada en el
marco de mi tesis de magister64. Buscará proponer una
reflexión alternativa acerca del largo proceso de
desgaste de la esclavitud en Chile desde mediados del
siglo XVIII, y de su abolición definitiva (1823), junto con
poner de relieve y compensar en parte el descuido
historiográfico relativo al tema de la población africana
y afrodescendiente chilena en la primera mitad del siglo
XIX.
Este artículo es una versión revisada de mi ponencia « Africanos
y afromestizos en Chile tardo colonial y en el periodo republicano
temprano. Propuestas acerca del declive de la esclavitud, y para
una historia de la presencia negra en las primeras décadas del
Chile republicano (1750-1850)», presentada durante las “VI
Jornadas de Estudiantes de Historia” de la Universidad Diego
Portales el 30 de octubre de 2014. Agradezco mucho a Andrea
Alejandra Cotar Duran por haber muy amablemente presentado
mi texto este día.
63 Bachiller del Colegio Universitario de Sciences Po Paris (20102013) con mención “Cum Laude”, Magister en Historia de la
Escuela Doctoral de Sciences Po Paris (2013-2015). Contacto:
[email protected]
64 MAREITE, Thomas. Africains et afrodescendants au Chili :
esclavage, conflictualités, émancipations (1750-1850), Paris, Ecole
Doctorale de Sciences Po Paris, Mémoire de Master, 2015.
62
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
La primera vertiente de este artículo abordará el
tema de la desintegración de la estructura esclavista
chilena y, de forma ligada, relativizará la interpretación
ortodoxa de la abolición de la esclavitud en Chile, de
corte liberal, positivista, y personalista65. Demostrará
en paralelo las ambivalencias de la política y del
pensamiento republicano al respecto, notablemente
durante el movimiento independentista nacional. La
segunda vertiente de este artículo explorará la temática
global de la inserción de la población africana y
afrodescendiente en una sociedad republicana en
formación, hasta mediados del siglo XIX. Se examinará
en particular la génesis de la representación cultural de
la supuesta insignificancia de la herencia africana en
Chile, abriendo así nuevas perspectivas sobre la
temática de la “invisibilización” cultural de la población
africana y afrodescendiente en la nueva república en
formación. En paralelo, se expondrán brevemente los
resultados
generales
de
una
investigación
prosopográfica realizada, desde una perspectiva local,
en torno a los africanos y a los afrodescendientes de la
región de Coquimbo en el periodo republicano
temprano. En el contexto de una transformación
profunda de las estructuras de la subalternidad
chilena, se observará así la consolidación de su
integración en un mundo popular multirracial, a través
de la continuación de tendencias matrimoniales
exogámicas,
de
dinámicas
complejas
de
“blanqueamiento social”66, y su inserción en renovadas
Sobre la abolición de la esclavitud en América Latina: consultar
notablemente: CLEMENTI, Hebe. La abolición de la esclavitud en
América Latina, Buenos Aires, Ed. La Pléyade, 1974; ELTIS, David.
WALVIN, James. The abolition of the Atlantic slave trade, Madison,
University of Wisconsin, 1981; BLACKBURN, Robin. The overthrow
of colonial slavery, 1776-1848, Verso, World History Series, 1988;
DRESCHER, Seymour. Abolition, a history of slavery and
antislavery, New York, Cambridge University Press, 2009 ;
BERQUIST, Emily. « Early anti-slavery sentiment in the Spanish
Atlantic world, 1765-1817 », Slavery and abolition, 31, n°2, junio
2010, pp.181-205; SCHMIDT-NOWARA, Christopher. Slavery,
freedom, and abolition in Latin America and the Atlantic world,
Albuquerque, University of New Mexico, Dialogos, 2011.
66
Para un análisis y un uso reciente del concepto de
“blanqueamiento social” en la historiografía dedicada a los
afrodescendientes en Chile, consultar CAMACHO BUITRAGO,
Dina Magdiel. Bienes, practicas y civilidades: tácticas para el
65
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
formas de dependencias sociales y de subordinación
profesional.
Desde los primeros representantes de la
historiografía
decimonónica
hasta
lecturas
contemporáneas, pasando por la famosa obra de
Guillermo Feliu-Cruz sobre el tema, titulada La
abolición de la esclavitud en Chile (su primera edición
es en 1942)67, se ha consolidado una lectura dominante
del acto de abolición de la esclavitud en Chile que
corresponde a lo que el historiador francés Olivier
Pétré-Grenouilleau describe como una “interpretación
hagiográfica”68 de la abolición de la esclavitud. En
medio de un descuido casi generalizado de la
historiografía clásica acerca del tema de la población de
ascendencia africana en Chile, tanto desde corrientes
historiográficas conservadoras como progresistas, esta
lectura dominante destaca por su énfasis en una
concepción
mono-causal
(desde
una
variable
principalmente intelectual, abstracta y política),
positivista (desde los “grandes” acontecimientos),
personalista (desde las “figuras ilustres”) del origen y de
la concretización de la abolición de la esclavitud en
Chile.
El énfasis de esta concepción ortodoxa es puesto
en la valoración de la filantropía de los próceres
republicanos69 como precursores y promotores casi
únicos (“unos espíritus generosos” en palabras de
Diego Barros Arana70) de esta medida, dejando de lado
la participación propia de la población de origen
blanqueamiento social de los africanos y afromestizos libres:
Santiago, siglo XVIII, Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Departamento de Historia, Informe de Seminario
para optar al grado de Licenciada en Historia, 2012.
67 FELIU-CRUZ, Guillermo. La abolición de la esclavitud en Chile,
Santiago, Universitaria, 1973. Ver en particular: Capitulo IX “El
triunfo de una idea de justicia social”, pp. 98-118.
68 PETRE-GRENOUILLEAU, Olivier. Les Traites négrières : essai
d’histoire globale, Paris, Gallimard 2004, p. 290.
69 Para una ilustración de esta interpretación en relatos de viajeros
extranjeros en Chile, véase por ejemplo: CALCOTT, Lady Maria.
Journal of a residence in Chile during the year 1822, University of
Virginia Press, 2003, p. 275 (“there were in Chile few negro slaves,
and the decree for abolishing slavery, issued early in the
revolution, was a mere affectation of philanthropy”).
70 BARROS ARANA, Diego. Historia General de Chile, I-XVI,
Santiago de Chile, Ed.Rafael Jover,‎ 1884-1902, tomo 14, p. 82.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
africano en el proceso abolicionista. De ahí que la
abolición representa en esta perspectiva una concesión,
no una conquista. Esta interpretación linear y
teleológica presenta la abolición como resultado natural
y consensual (sin profundas complicaciones sociales o
políticas) de los progresos de la ilustración en Chile.
Así, en esta lectura, una vanguardia ilustrada (liberal, y
necesariamente partidaria de un abolicionismo
inmediatista) decidió condenar, en un gesto de ruptura
radical, la esclavitud vista como un anacronismo
heredado de la dominación colonial hispánica, y
extrañado solamente por una minoría de conservadores
atrasados y de propietarios esclavistas. Como
ilustración de la función personalista y glorificador del
relato dominante de la abolición de la esclavitud,
Alcibíades Roldan valora por ejemplo la figura de
Manuel de Salas en cuanto promotor de la ley de
“libertad de vientres” de 1811, añadiendo, en relación a
la abolición total de la esclavitud, que le corresponde
“el honor de haber abierto, entre nosotros, una enerjica
campaña en este sentido”71. En esta “interpretación
hagiográfica”, la insistencia de tendencia nacionalista
en la precocidad histórica y la supuesta ejemplaridad
de la abolición chilena constituye el soporte de la
pretendida excepcionalidad nacional en cuanto al tema
de la esclavitud. La abolición representa el reflejo
evidente de la grandeza y de la solidez de las nuevas
instituciones políticas de la Nación chilena en
formación, por su falta de desórdenes sociales y
políticos, la ausencia de una controversia extensa, y el
hecho de asumir como natural la adhesión de la
mayoría de la población a esta medida (o incluso en
forma radical, de sugerir la existencia de una opinión
pública abolicionista, sin alguna comprobación
empírica de esta aserción). Como pionero y síntesis
ejemplar de esta interpretación, Diego Barros Arana
señala así que:
…la emancipación de los esclavos se hizo en Chile sin
dificultades y sin perturbaciones industriales o
ROLDAN, Alcibiades. Las primeras asambleas nacionales: años
de 1811 a 1814, Santiago de Chile, Impr. de Cervantes, 1890, p.
211.
71
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
sociales, y aquella vergonzosa institución desapareció
en medio de la satisfacción general, y sin ser sentida
más que por unos cuantos individuos que, incapaces
de apreciar el valor moral de ese acto de generosa
humanidad, y el honor que él importaba a la patria
chilena, deploraban que no se les hubiera pagado el
precio de sus esclavos72.
El proceso abolicionista desde una perspectiva
alternativa.
Ante
el
carácter
hegemónico
de
esta
interpretación dominante acerca del acto de abolición
de la esclavitud en Chile, y en ruptura con esta, la
primera propuesta transversal de este artículo consiste
en esbozar y delimitar el marco de una interpretación
alternativa de éste último es decir, realizar una deconstrucción de este relato dominante. La necesidad de
llevar a cabo esta tarea ya ha sido señalada
anteriormente por algunos historiadores estudiosos de
la población africana y afrodescendiente chilena73. Esta
renovada lectura tiene como fundamento principal la
reubicación de la temática en un marco temporal más
largo, combinando un análisis del proceso de
disolución de la esclavitud en Chile, desde mediados
del siglo XVIII74, con el estudio a más corto plazo de la
medida propia de abolición de esta institución
socioeconómica, mientras la interpretación ortodoxa
centra su perspectiva fáctica en un substrato
meramente intelectual y político, y con el referente
único del acto mismo de abolición de la esclavitud,
descuidando casi por completo sus antecedentes
históricos. Por otra parte, se hacen necesarios tanto la
diversificación de los sujetos individuales y colectivos
involucrados en este proceso (rompiendo así con una
BARROS ARANA, op.cit., p. 85.
Véase en concreto : SAN MARTIN AEDO, William. “Abolición de
la esclavitud: ser esclavo y ser libre en Chile tardo colonial”,
Memoria chilena, 2008.
74 Para una perspectiva de este proceso desde litigios judiciales, a
un nivel nacional : SAN MARTIN AEDO, William. Esclavitud,
libertad y (des)integración afromestiza: representaciones y prácticas
culturales a partir de litigios judiciales. Chile, 1755-1818, Pontificia
Universidad Católica de Chile, Tesis de Magister en Historia, 2011.
72
73
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
lectura demasiado elitista de éste75 y una concepción
del sujeto africano y afrodescendiente y de sus
familiares como “muertos sociales”76), como la
multiplicación de las espacialidades regionales
consideradas en el análisis del proceso de desgaste de
la esclavitud, permitiendo así una relativización del
cuadro nacional en cuanto marco geográfico dominante
de la historiografía chilena hegemónica77.
Una interpretación alternativa acerca de la
abolición de la esclavitud en Chile necesita como
primera base un énfasis más procesual (en torno al
declive de la esclavitud) que, de manera restringida,
fáctica (acerca del evento de su erradicación legal).
Rastrear las antecedentes históricos de la abolición
desde la segunda mitad del siglo XVIII, partiendo
notablemente del incremento en la permeabilidad de la
estructura esclavista, o del recurso creciente a una
serie de derechos consuetudinarios protectores de los
esclavos y sus familiares en litigios judiciales78, permite
Resaltar este protagonismo activo permite romper con lo que
Celia Cussen describe como una historia de los afrodescendientes
« como objetos de las ideas de los otros y no actores históricos
autónomos » en CUSSEN, Celia. “El paso de los negros por la
historia de Chile”, Cuadernos de Historia. 25. Departamento de
Ciencias Históricas Universidad de Chile, 2006, p. 51.
76 El concepto de “muerte social”, en relación a la figura del
esclavo, ha sido propuesto notablemente en PATTERSON, Orlando.
Slavery and social death: a comparative study, Harvard University
Press, 1982.
77 En cuanto a la historiografía de la esclavitud con un enfoque
regional en Chile, véase: ARRE MARFULL, Montserrat. Mulatillos y
negritos en corregimiento de Coquimbo: circulación y utilización de
niños como servidumbre y mano de obra esclava en Chile (16901820), Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades,
Tesis para optar al grado de magister en Historia, 2012; ARRE
MARFULL, Montserrat. «Comercio de esclavos: mulatos criollos en
Coquimbo o circulación de esclavos de «reproducción» local, siglos
XVIII-XIX. Una propuesta de investigación», Cuadernos de Historia,
35, Universidad de Chile, Dpto. de Ciencias Historias, 2011, pp.
61-91; CONTRERAS SEGURA, María Teresa. “Una ausencia
aparente. Africanos y afromestizos en Valparaíso tardocolonial,
1770-1820”, Revista de Historia Social y de las Mentalidades,
17/2, Santiago de Chile, Universidad de Santiago de Chile, 2013,
pp.105-140.
78 Sobre el ablandamiento de la estructura esclavista en este
periodo, consúltese principalmente: CARRERAS, Marta. Negros y
mulatos: Agentes en el proceso de liberación. La participación del
elemento negro en Chile (1750-1823), Santiago de Chile, Pontificia
75
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
salir del “enclave temporal” de corto plazo (un análisis
centrado en el periodo independentista) que caracteriza
a la interpretación dominante. Así, un análisis
alternativo del proceso de abolición de la esclavitud
tiene que dar cuenta del alto grado de integración de la
población africana y afrodescendiente a la sociedad
colonial chilena, de la variedad y de la precocidad
histórica de los mecanismos usados por los actores de
origen africano en pos de su emancipación social, junto
con el fenómeno más general de desgaste temprano de
la esclavitud79, lo cual se puede apreciar con el estudio
de las fuentes primarias consultadas sobre esta
temática80. Las Relaciones geográficas (redactadas en
1756) compiladas por Francisco de Solano reflejan esta
inserción temprana de la población africana y
afrodescendiente en el tejido social local81. Emerge así,
la potencia de las circulaciones e interrelaciones
sociales y espaciales de la población africana y
afrodescendiente con sectores socioraciales diversos, la
Universidad Católica de Chile, Tesis para optar al grado de
Licenciado en Historia, 2003; GONZALEZ UNDURRAGA, Carolina.
“Los usos del honor por esclavos y esclavas: del cuerpo injuriado
al cuerpo liberado (Chile, 1750-1823)”. Nuevo Mundo Mundos
Nuevos [Online], Workshops, 2012. En perspectiva comparada con
la región de Coquimbo, se puede consultar en particular, sobre el
uso del derecho consuetudinario por esclavos en la región
brasileña de Minas Gerais en el siglo XVIII: FRANCA PAIVA,
Eduardo. «Revendications des droits coutumier et actions en
justice des esclaves dans le Minas Gerais du XVIIIe siècle», Cahiers
du Brésil Contemporain, 2003, n°53/54, pp. 11-29.
79 Véanse por ejemplo los datos de : Censo de 1813, Levantado por
don Juan Egaña, de orden de la junta de gobierno formada por los
señores Pérez, Infante y Eyzaguirre, Archivo Nacional, 1813.
80
Confirmando la demostración de GRUBESSICH, Arturo.
“Esclavitud en Chile durante el siglo XVIII: el matrimonio como
forma de integración social”, Revista de Historia, Año 2, vol. 2,
Concepcion, Universidad de Concepcion, pp. 115-128, se consultó
para la region de Coquimbo la documentación siguiente, para los
años 1795-1809: Archivo del Arzobispado de Santiago, Bautismos
La Serena, Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, 1795-1820,
volumen 5 ; Archivo del Arzobispado de Santiago, Bautismos
Andacollo, Parroquia Nuestra Señora del Rosario, 1669-1812,
volumenes 1 et 2.
81 DE SOLANO, Francisco (ed.). Relaciones jeograficas del Reino de
Chile, Santiago de Chile Editorial CSIC, CSIC Press, 1995.
Consultar por ejemplo la pagina 128 (y en adelante) sobre la
integración africana y afrodescendiente en la región de Rancagua.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
importancia del grado de mestizaje y de exogamia
matrimonial de esta población en el periodo tardo
colonial (lo que, no obstante, no deja de ocasionar
intensos conflictos con categorías sociales desclasadas,
de origen racial “español”82).
En esta perspectiva, se hace necesario poner de
relieve el aumento paulatino de la capacidad de acción
autónoma de los esclavos chilenos y de sus familiares
desde mediados del siglo XVIII - por ejemplo en
términos judiciales, con el crecimiento gradual de
litigios “autónomos” (el actor social como sujeto del
litigio) por sobre litigios “heterónomos” (el actor social
como objeto del litigio)83-, la extensión de redes de
solidaridad familiares y sociales, junto con la
consolidación de redes económicas y profesionales,
confluyendo en la creación dinámica de sociabilidades
de amistad y de apoyo interraciales. Estas dinámicas
tienden a desmentir la supuesta impotencia y “muerte
social”, es decir el pretendido desarraigo del sujeto
africano y afrodescendiente, concebido como pasivo en
la lectura ortodoxa de la abolición de la esclavitud. En
cambio, las fuentes disponibles permiten apreciar la
consolidación y la ampliación progresiva de la
capacidad de movilización de redes de apoyo, el
conocimiento subalterno de los códigos y valores
dominantes de la sociedad colonial chilena, la
multiplicidad de las estrategias retoricas (en conflictos
judiciales) de los actores africanos y afrodescendientes
para conseguir o consolidar su emancipación social,
incluso a través la movilización instrumental del ideario
ilustrado84.
Archivo Histórico Nacional, Capitania General, volumen 530,
pieza 7, «Representación del maestro barbero Rafael Coré al
gobernador interino d. Tomas Álvarez de Acevedo. Querella por
altercaciones y golpes de palo» (1787); Archivo Histórico Nacional,
Capitanía General, volumen 87, pieza 1 «Matías Gonzales c. doña
Paula de la Fuente y su hermana Ana María. Desea evitar el
casamiento de su hijo Manuel con una mulata» (1815).
83 Esta distinctión entre “litigio autónomo” y “litigio heterónomo”
(como en casos de “redhibitoria” durante una venta de esclavos) es
personal, basada en SAN MARTIN AEDO, William, op.cit.
84 Véase por ejemplo: Archivo Histórico Nacional, Capitanía
General, volumen 165, pieza 3 « Juan Mulato, sobre su libertad »
(1804).
82
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Sin dejar totalmente de lado la variable política
(principalmente la relevancia de los “eventos”85) en el
estudio crítico del declive de la esclavitud (ya que la
crítica al enfoque excesivamente intelectual-político de
la interpretación dominante no significa el abandono de
esta variable, sino su resignificación), un análisis
alternativo recalca el proceso de politización paulatina
de la problemática de la esclavitud en el escenario
publico chileno, por ejemplo mediante la implantación
en el debate político de una fuerte analogía entre
esclavitud-individuo y esclavitud-Nación, como en
palabras de Camilo Henríquez86, entre otros. Esta
politización se realiza mediante una pérdida progresiva
de legitimidad ante la emergencia de nuevos
imperativos de dignidad humana y de “seguridad
individual”87, el desarrollo de una sensibilidad nueva
acerca del estatus del castigo físico88, y la
radicalización de planteamientos contrarios a la
esclavitud como practica social y institución legal,
poniendo en estrecha conexión idearios antiesclavistas
y retoricas republicanas, como en caso de Santiago
Bueras. En 1817, en su correspondencia con José de
San Martin, el militar relataba esta conexión en los
términos siguientes:
El honor e interés de mi patria me hace proponer a
Vuestra Excelencia el justo reparo, y para el buen
ciudadano no poco sensible, de ver en un pueblo libre
como es Chile, cuyo sistema liberal se opone a aquello
que tiene aun olor siquiera de esclavitud, se mantenga
por desgracia la ley bárbara de hacer esclavo al
semejante89.
Para una conceptualización de la noción de “evento” en relación
al relato histórico: RICOEUR, Paul. Temps et récit, tomo 1, Paris,
Le Seuil, 1983.
86 HENRIQUEZ, Camilo. «La proclama de Quirino Lemachez», pp.
45-49, in SILVA CASTRO, Raúl. Escritos políticos de Camilo
Henríquez, Santiago, Universitaria, 1960.
87 Véase en particular: Archivo Historico Nacional, Real Audiencia,
volumen 195, pieza 5, «Proceso por haber hecho azotar a una
esclava» (1812).
88 ARAYA ESPINOSA, Alejandra. «El castigo físico: el cuerpo como
representación de la persona, un capitulo en la historia de la
occidentalización de América, siglos XVI-XVIII», Historia, n°39, v.2,
julio-diciembre 2006, pp.349-367.
89 Biblioteca Virtual, Archivo O’Higgins, tomo 23, p. 324.
85
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
En este análisis alternativo, el estudio de la
variable política y micro-política, en un sentido más
ancho, incluye formar conexiones entre la emergencia
de controversias renovadas o propuestas ligadas a la
“calidad” y a la “limpieza de sangre” en el Chile de
mediados de siglo XVIII - como la critica a la
legitimidad de la matrilinearidad definiendo la
condición legal de esclavo por el oidor de la Real
Audiencia Juan de Balmaceda Cenzano y Beltran en
1754 al respecto90-, y la transición lenta desde una
crítica de los abusos de la esclavitud hasta una
denuncia de la esclavitud en sí en el caso chileno. En
este proceso se nota el protagonismo desarrollado por
una serie de passeurs oficiales entre los africanos y
afrodescendientes esclavos y libres del periodo y las
instancias judiciales, como el Procurador de pobres91,
el Defensor general de menores (Real Audiencia) y el
Procurador
sindico
de
ciudad
(Cabildo)92,
contribuyendo a una “publicitación” de la problemática
del porvenir de la institución esclavista, en particular
durante el periodo independentista, en simbiosis con
las acciones llevadas a cabo por la población africana y
afrodescendiente para su emancipación. En este
contexto, la variable más directamente “política” de la
abolición de la esclavitud no se reduce a las ideas y las
políticas de las elites independentistas en torno al
tema, sino que se extiende hasta las categorías
socioraciales más desfavorecidas de la “sociedad de
castas” chilena. Así, como ilustración de la
Archivo Histórico Nacional, Fondo Sergio Fernández Larrain,
volumen 16, pieza 14, «Dos informes, uno simple, y el otro firmado
por Juan Balmaceda al gobernador y Capitán General sobre la
calidad de los hijos de esclavos» (1754).
91 GONZALEZ UNDURRAGA, Carolina. «El abogado y el procurador
de pobres: la representación de esclavos y esclavas a fines de la
Colonia y principios de la República», SudHistoria, Dossier:
Relaciones Lega-Letrado, n°5, Julio-Diciembre 2012.
92 Sobre el accionar de estos actores, consúltese entre otros:
Archivo Histórico Nacional, Capitania General, volumen 17, pîeza
42, “José de la Vega, Procurador de pobres, sobre castigos
infligidos a un negro esclavo” (1771); Archivo Histórico Nacional,
Capitanía General, volumen 319, pieza 15, “Maria Dominga Mena,
querella por maltrato” (1798); Archivo Histórico Nacional,
Capitania General, volumen 72, pieza 84, “Bartolomé Ureta y sus
herederos, por su hija, solicitan su libertad” (1809).
90
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
contribución propia de la población africana y
afrodescendiente, junto con sus redes familiares y de
apoyo, al proceso de desgaste de la esclavitud, podemos
hacer referencia por ejemplo a la presión peticionista
ejercida en 1817 por estos actores para la
reinstauración de la ley de “libertad de vientres” en la
Patria Nueva recién instaurada93. Además, mientras el
relato dominante de la abolición de la esclavitud tiende
a relegar las divergencias de opinión dentro del bando
republicano respecto al tema de la abolición al segundo
plano (con vistas a una concepción de un bando
republicano unido y homogéneamente abolicionista94),
un análisis alternativo resalta, en cambio, la potencia y
la relevancia de una tensión constante, dentro del
mismo bando y dentro del corpus de ideas ilustradas
movilizado por los actores de la controversia, entre la
defensa del “derecho sagrado de propiedad” (Ramón
Freire) y la promoción de los derechos humanos, esto
es, una contradicción latente entre propiedad
individual y protección individual en ningún caso
reducible a una dualidad rígida entre liberales y
conservadores, tal como tiende a presentarla la
“interpretación hagiográfica”. La controversia larga
entre los poderes Ejecutivo y Legislativo en el verano de
1823 acerca de la medida de abolición de la esclavitud
promovida por José Miguel Infante (entre inmediatismo
y gradualismo), y en particular en torno a la temática
de la legitimidad o no de una indemnización dirigida a
los propietarios de esclavos, ilustra localmente la
ausencia de un discurso unificado, coherente, natural
por parte de la Ilustración en torno a la esclavitud95.
Archivo Histórico Nacional, Capitania General, volumen 55,
pieza 12, “Juan Farias, por su hijo Mateo Eustaquio, pide su
libertad por haberse proclamado la emancipacion de todos los
esclavos de esta republica” (1817); Biblioteca Virtual, Archivo
O’Higgins, tomo 23, pieza 133, “Representacion de un esclavo
huido de su amo” (1817); Biblioteca Virtual, Archivo O’Higgins,
tomo 23, pieza 148, “Confirmacion de la ley de libertad de
vientres” (1817).
94 FELIU-CRUZ, Guillermo, op.cit. Véase en particular: Capítulo
VII «El conflicto entre el Ejecutivo y el Senado», pp. 70-88.
95
PETRE-GRENOUILLEAU,
Olivier,
op.cit.
p. 262 ;
DE
ALENCASTRO, Luis Felipe. «Le versant brésilien de l’AtlantiqueSud: 1550-1850», Annales. Histoire, Sciences Sociales, 2006/2, pp.
339-382.
93
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
La polémica llevada a cabo por el periódico liberal
El Tizón Republicano, apoyando al Director Supremo
Ramón Freire, el 23 de junio de 1823, en contra de la
medida de abolición incondicional de la esclavitud
adoptada el mismo día, aparece bastante ilustrativa al
respecto96. Detrás de las ambivalencias del liberalismo
republicano chileno en torno a la esclavitud, no
solamente destaca la tensión antes mencionada, sino
que también surge el continuo arraigamiento, incluso
dentro de los sectores más progresistas de la nueva
Nación chilena, de una serie de estereotipos negativos
en torno a los “negros”, “mulatos” y “zambos”
chilenos97, como cuando, por ejemplo, en la retórica del
Director Supremo junto con su ministro Mariano
Egaña, se asocia directamente la figura del esclavo
liberado con los riesgos del vicio, de la holgazanería, y
de la prostitución98. Su preocupación por la “paz
doméstica” esconde mal una visión de los africanos y
afrodescendientes como potencial amenaza social y
política. La asimilación, realizada por El Tizón
Republicano,
de
la
figura
del
africano
y
afrodescendiente chileno a la del ocioso, vagabundo,
malentendido99 es significativa, como cuando declara
oponerse a que “una multitud de semejantes nuestros”
El Tizon republicano, “Libertad de esclavos”, n°15, 23 de junio de
1823 in FELIU-CRUZ, Guillermo. Colección de Antiguos Periódicos
Chilenos, Santiago, Biblioteca Nacional, 1957-1965.
97 Se menciona por ejemplo la existencia de acusaciones, por parte
de los patriotas republicanos chilenos, hacia las sirvientes negras
de familias aristocráticas de haberse convertida en espías al
servicio político del gobernador español Francisco Antonio García
Carrasco, entre 1808 y 1810 en PINTO VALLEJOS, Julio.
VALDIVIA ORTIZ DE ZARATE, Verónica. ¿Chilenos todos? La
construcción social de la nación (1810-1840), Santiago de Chile,
Lom Ediciones, 2009, p.27.
98 Sobre el tema de la estigmatización: GOMEZ, Alejandro E. «El
estigma africano en los mundos hispano-atlánticos (siglos XIV al
XIX)», Revista de Historia, 153, 2°, 2005, pp. 139-179;
UNDURRAGA SCHULER, Verónica. “Españoles oscuros y mulatos
blancos: identidades múltiples y disfraces del color en el ocaso de
la Colonia chilena. 1778-1820”, en Rafael Gaune y Martín Lara
(coord.), Historias de racismo y discriminación en Chile, Santiago,
Uq-Bar, 2010, pp. 345-373.
99
ARAYA ESPINOSA, Alejandra. Ociosos, vagabundos y
malentretenidos en Chile colonial, Santiago, DIBAM, Centro de
Investigaciones Barros Arana, LOM Ediciones, 1999.
96
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
sean liberados “de una esclavitud aparente para
entregarlos a la verdadera de los vicios y la
mendicidad”100. Paralelamente, tiende a presentar bajo
eufemismos la historia de la esclavitud en Chile, al
sostener que « los esclavos en Chile son tratados
benignamente por sus amos, son alimentados, vestidos
y educados, y cuando no les agrada mudan de dominio,
que por su muy corto valor lo encuentran con
facilidad »101. Lo antes expuesto indica que no todo el
bando liberal-republicano compartía esta repugnancia
supuestamente instintiva a la esclavitud como vestigio
del orden colonial español, la cual es descrita como una
evidencia por parte de la “interpretación hagiográfica”.
La controversia interna al liberalismo en torno a la
esclavitud apunta, por otra parte, a la necesidad de
reevaluar, sin exagerar tampoco su potencia, el nivel de
conflictividad acerca de la problemática de la
esclavitud, en contra de una lectura “consensualista”,
que menciona el apego, hasta vehemente102 (tal como él
de los conservadores realistas fray Melchor Martínez103
y Manuel Antonio Talavera104 en la independencia), al
sistema esclavista como una simple anomalía, un
anacronismo extraño y casi irrelevante de una minoría
radical de conservadores.
De forma ligada a la temática de las
ambivalencias del liberalismo, las fuentes disponibles
no permiten identificar un verdadero movimiento
abolicionista chileno, o una opinión pública en mayoría
opuesta a la esclavitud, como a veces se sugiere en la
lectura dominante. Lo antes mencionado explica en
El Tizon republicano, op.cit.
Ibid.
102 Véase en particular: CONCHA, Manuel. Crónica de La Serena:
desde su fundación hasta nuestros días, 1549-1870: escrita según
los datos arrojados por los Archivos de la Municipalidad,
Intendencia i otros papeles particulares, La Serena, Impr. de la
Reforma, 1871, página 489.
103 MARTINEZ, Melchor. Memoria histórica sobre la revolución de
Chile desde el cautiverio de Fernando VII hasta 1814: escrita por
orden del rey por Fray Melchor Martínez, Santiago de Chile,
Ediciones de la Biblioteca Nacional, 1964.
104 TALAVERA, Manuel Antonio. Revoluciones de Chile: discurso
histórico, diario Imparcial, de los sucesos memorables acaecidos en
Santiago de Chile, desde el 25 de mayo de 1810 hasta el 20 de
noviembre de 1811, Santiago de Chile, Ed. Condor, 1937.
100
101
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
parte el carácter relativamente marginal de los debates
políticos en torno a la esclavitud y a la problemática de
la igualdad racial en la conformación de la republica
chilena, en comparación con otras regiones del
continente, como en Nueva Granada por ejemplo105.
Destaca también la necesidad de reconocer a su justo
valor el rol de la coyuntura bélica del periodo
independentista en cuanto dinamizador principal de la
abolición, como ocurrió por ejemplo en Perú décadas
después106. Cabe resaltar asimismo la voluntad de
posicionarse estratégicamente en el campo de la
“civilización” por parte de los promotores de la
abolición,
más
allá
de
posturas
meramente
filantrópicas
y
humanistas.
Promover
internacionalmente la nueva Nación chilena (en
particular, en relación con Gran Bretaña) en un espacio
diplomático en transformación a principios del siglo
XIX funcionó como un factor decisivo en la abolición
chilena107. De ahí que la dimensión extranacional del
proceso abolicionista en Chile necesita ser estudiada,
en particular, a través de sus repercusiones en países
extranjeros, por ejemplo en Argentina. Beatriz Bragoni
ya señaló el impacto de la ley de “libertad de vientres”
chilena en la provincia actual de Mendoza108. Otras
fuentes primarias indican por otra parte la existencia
de un marronaje mendocino en dirección de Chile
posteriormente al acta de abolición de la esclavitud en
Véase en concreto: LASSO, Marixa. «Un mito republicano de
armonía racial: raza y patriotismo en Colombia, 1810-1812»,
Revista de Estudios Sociales, 27, Bogotá, 2007, pp.32-45.
106 AGUIRRE, Carlos. Agentes de su propia libertad: los esclavos de
Lima y la desintegración de la esclavitud, 1821-1854, Lima,
Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 1992.
107 Véase por ejemplo: Cartas de don Juan Egaña a su hijo
Mariano: 1824-1828, Santiago de Chile, Sociedad de Bibliofilos
chilenos, 1946, página 42. Juan Egaña menciona en este
documento una entrevista con el cónsul británico en Chile, en la
cual estuvieron evocados los temas de la lucha militar contra las
fuerzas españolas que quedaban en el sur del país, la
consolidación de la independencia política, junto con la abolición
de la esclavitud.
108 BRAGONI, Beatriz. « Esclavos, libertos y soldados: la cultura
política plebeya en Cuyo durante la revolución » in, FRADKIN,
Raúl O. (ed.). ¿Y el pueblo donde ésta?: contribuciones para una
historia popular de la revolución de independencia en el Rio de la
Plata, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2008, pp. 107-151.
105
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
1823109. Así, a partir un objeto historiográfico tratado
hasta ahora como un “enclave” exclusivamente
nacional, tal como el de la abolición de la esclavitud en
Chile, se pueden esbozar conexiones con historiografías
extranjeras.
De forma ligada, una lectura alternativa del
proceso de desgaste de la esclavitud en Chile tiene que
combinar un enfoque nacional con unas escalas
geográficas
más
regionales
y
microregionales,
generando así una aproximación de la multiplicidad de
las configuraciones socioeconómicas en las cuales
estaban involucradas las poblaciones africanas y
afrodescendientes del Chile tardo colonial. De esta
manera, el uso de esta variedad de escalas geográficas
permite complejizar la lectura de esta proceso,
fomentando la formación de historias regionales de la
esclavitud y de su declive en Chile, en complemento y
afinamiento de una historiografía centrada en una
escala casi sistemáticamente nacional. María Teresa
Contreras para Valparaíso y Montserrat Arre Marfull
para La Serena, antes mencionadas, ya empezaron a
profundizar estos aspectos. En particular, se pueden
apreciar las importancias numéricas variables de esta
población, la existencia de ritmos desincronizados y de
lógicas diferenciales en torno al declive de la esclavitud
(en particular en torno al grado de conflictividad
local110), la inercia o no de su arraigamiento local y de
economías esclavistas locales relevantes, la emergencia
de modos de inserción diferenciados en los tejidos
sociales locales, junto con el desarrollo más o menos
Sesiones de los cuerpos legislativos de la Republica de Chile,
1811 a 1843, Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1887, tomo
9, página 277.
110 Por ejemplo, sobre las fugas de esclavos como modalidad, entre
otras, de resistencia dentro de la estructura esclavista chilena,
consúltense especialmente: Archivo Histórico Nacional, Capitania
General, volumen 277, pieza 54, “Bartolomé del Villar, corregidor
de Quillota, bando sobre el uso de esclavos fugados en el trabajo
de minas” (1762); AHN–CG, volumen 810, pieza 321, “Garciliano
Lazo de la Vega, sobre una fuga de esclavos” (1792); AHN–CG,
volumen 80, pieza 38, “Josefa Rodriguez Zorrilla, informa de la
fuga de un esclavo mulato y de que se robo una mula de silla”
(1797); AHN–CG, volumen 189, pieza 151, “José M. Vigil, contra
Marcos Barra, esclavo, solicita carta requisitoria” (1811).
109
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
temprano de modalidades alternativas de trabajo
(inquilinaje, peonaje, trabajo jornalero, asalariado).
Entre
estigmatización,
invisibilización
e
integración.
La segunda propuesta general de este artículo
radica en la necesidad de romper con el vacío
historiográfico en torno a la integración social y al
proceso de “etnoéxodo” 111 de la población africana y
afrodescendiente en las primeras décadas de la
republica chilena, hasta mediados de siglo XIX112. El
análisis privilegiado por parte de la historiografía
nacional sobre la población africana y afrodescendiente
del periodo colonial tiene como contrapartida negativa
la ausencia absoluta de estudios similares relacionados
al periodo republicano, o por lo menos, a la transición
entre una “sociedad con esclavos” y una sociedad postesclavista en las primeras décadas del siglo XIX. En un
contexto de transformación de las estructuras de la
subalternidad y de las variables de jerarquización
social en las primeras décadas del Chile republicano,
hacen falta estudios acerca de la “invisibilización”
cultural de la población africana y afrodescendiente a
lo largo del siglo XIX, en un periodo de definición de las
“fronteras”113 de la nueva comunidad nacional y de
consolidación de una “ficción democrática”114. En el
Sobre el concepto de etnoéxodo : WIMMER, Andreas. Ethnic
Boundary Making. Institutions, Power, Networks, Oxford, Oxford
University Press, 2013, p. 210.
112 Consúltense notablemente dos obras de referencia en el tema
de la post-emancipación de los esclavos: COOPER, Frederick.
HOLT, Thomas. SCOTT, Rebecca. Beyond Slavery: Explorations of
Race, Labor, and Citizenship in Postemancipation Societies. Chapel
Hill: University of North Carolina Press, 2000; SCHMIEDER,
Ulrike. ZEUSKE, Michael (y al.). The end of slavery in Africa and
the Americas: a comparative approach, Berlin, Lit Verlag, col.
“Slavery and Postemancipation”, 2011. Para el caso argentino, una
obra de referencia sobre la afrodescendencia en el periodo postabolicionista es: REID ANDREWS, George. The afro-argentines of
Buenos Aires, 1800-1900, Madison, Universitry of Wisconsin Press,
1980.
113 Empleo aquí el término de “fronteras” en el sentido sociológico
que le da: WIMMER, Andreas, op.cit.
114 Para un uso del concepto aplicado al México colonial y
poscolonial: GUERRA, Francois-Xavier. Le Mexique de l’ancien
111
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
periodo republicano temprano surge así la tensión
entre un nuevo discurso político igualitarista y
unitarista por una parte, y la realidad de la exclusión
práctica de los sectores populares como “vulgos”
(africanos y afrodescendientes incluidos) por otra parte.
El análisis de una selección de las crónicas, y de
los escritos periodísticos y políticos relevantes del
periodo considerado apunta a la persistencia de la
marginalización de la herencia africana en la
constitución de la sociedad chilena, contribuyendo a la
conformación progresiva del mito de la supuesta
particularidad racial nacional. Las crónicas de viajeros
extranjeros, como las de Alejandro Caldcleugh, William
Bennet
Stevenson,
Gilbert
Mathison,
o
Max
115
Radiguet ) también contribuyen a una omisión de la
presencia de poblaciones de origen africano en el
territorio, cuando en cambio destacan ampliamente su
existencia en otros espacios geográficos del continente.
En las primeras décadas del Chile republicano se
observa la prolongación del legado “exclusionista” de la
sociedad colonial acerca de los mestizos de color, la
instalación como lugar común de la supuesta
insignificancia del aporte africano y afrodescendiente
en el periodo colonial (en términos demográficos,
económicos, culturales)116 o, por ejemplo, la formación
de una amnesia casi generalizada en torno a la
participación de esta población en las guerras de la
independencia, con la excepción de las figuras del
régime à la révolution, Paris, L’Harmattan, Publications de la
Sorbonne, 2 vol., 1985.
115 CALDCLEUGH, Alexander. Travels in South America during the
years 1819-20-21: containing an account of the present state of
Brazil, Buenos Aires, and Chile, London, Ed. John Murray,
Albermarle Street, 1825; BENNET STEVENSON, William. A
historical and descriptive narrative of 20 years’ residence in South
America. London, Ed. Hurst Robinson and Co., 1825; MATHISON,
Gilbert. Narrative of a visit to Brazil, Chile, Peru and the Sandwich
Islands during the years 1821 and 1822, London, Ed. Charles
Knight, 1825; RADIGUET, Max. Souvenirs de l’Amérique
espagnole, Paris, Ed. Michel-Levy, 1856.
116
Para una lectura de este fenómeno desde la propia
historiografía decimonónica chilena, consultar: DEL RIO ORTIZ,
Fernanda Andrea. El lado negro de la historia de Chile: el discurso
historiográfico sobre los africanos y afrodescendientes durante el
siglo XIX, Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Tesis de Pregrado, 2009.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
negro “Falucho” (del Rio de la Plata) y de José
Romero117. Se puede notar en paralelo la continuidad
del carácter degradante del trabajo manual y artesanal
ejercido por las categorías sociales más bajas, en
particular por africanos y afrodescendientes. En los
principales escritos de la época, la exclusión de la
herencia afrodescendiente en el Chile republicano se
hizo, de forma preferencial, por medio de la omisión.
Producto en parte del fomento de un ideal
homogeneizador de la Patria como ente unificador
común, la negación tendencial de la contribución de la
población de ascendencia africana en la construcción
de la nación representa el daño colateral de la
cristalización de un relato idealizado de las orígenes
raciales de la comunidad nacional chilena, y de la
consolidación de un proyecto de ingeniería social y
política, liderado desde las élites118. En este último la
figura estereotipada e infamante del africano y
afrodescendiente chileno, asociada al pasado colonial y
esclavista, representa la antítesis del nuevo hombre
concebido por (y para) el proyecto republicano, es decir
un individuo culto, racional, educado y virtuoso. En
1826, en las páginas del Telégrafo Mercantil y Político de
Valparaíso, el periodista liberal Pedro Felix Vicuña
ilustraba este proceso, estigmatizando el carácter
supuestamente conservador, religioso y traidor de los
individuos de origen africano en un texto polémico. En
plena controversia entre “pipiolos” y “pelucones”, en
lucha para la definición del proyecto independentista
dominante, Pedro Felix Vicuña expone la proposición
siguiente:
… cuando oigo repetir tanto los epítetos de liberales y
pelucones que se da a personas, (…) sin que hasta hoy
me haya dicho nadie a quienes deben aplicarse más
propiamente; quiero decir a V.V. mi opinión sobre esto,
Sobre José Romero, véase en particular: FELIU-CRUZ,
Guillermo, op.cit., pp. 118-161. DIGGS, Irene. “Zambo-peluca”,
Phylon, v.13, n°1, 1952, pp.43-47. MARIN DEL SOLAR, Mercedes.
Canto fúnebre a la memoria del ciudadano José Romero en el día de
sus exequias celebradas en el convento de Agustinos, Santiago,
Impr. del conservador, 1858.
118 Sobre esta temática: PINTO VALLEJOS, Julio. VALDIVIA ORTIZ
DE ZARATE, Verónica, op.cit.
117
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
o más claro, lo que he entendido y es que : pelucones
por religión = los maestros barberos y de otros oficios
de raza africana ; llamados zambos y mulatos : los
sacristanes de iglesias, campaneros y perreros : los
infatuados : los criados viejos que fueron esclavos : la
ultima hes de los pueblos, los rateros y salteadores de
caminos119.
Con
la
ausencia
de
un
“modelo
de
120
identificación”
ligado a una potencial identidad
“parda”121, la invisibilización histórica de los africanos y
afrodescendientes chilenos se realizó a través de la
reiteración del postulado de la supuesta homogeneidad
racial de una nación chilena articulada en torno a un
mestizaje exclusivo español-mapuche. Francisco Solano
Asta-Buruaga, en su Diccionario Geográfico de la
República de Chile avanzaba por ejemplo la idea que en
Chile, « no hai negros, i los que existían en tiempo de la
colonia han desaparecido completamente porque el
clima moderadamente frío parece no serles propicio. La
mayoría de los habitantes son blancos, de buen color,
de fisonomía agradable, regular estatura, i robusta
constitución, i se distinguen por su carácter
emprendedor, sus maneras corteses i el entusiasmo por
su patria »122, mientras que, en 1853 el viajero francés
Gabriel Lafond du Lurcy resaltaba que « los chilenos
forman en jeneral un hermoso pueblo; los de la clase
elevada, sobre todo, distinguense por la belleza de sus
formas. Como el indio de Chile es más robusto que el
del Peru i hai poca mezcla de sangre africana en el
pueblo, resulta que la parte mezclada con los europeos
ha producido una bellísima raza; hombres y mujeres
son altos, esbeltos, de agradables facciones aunque un
Telégrafo Mercantil y político, Valparaíso, Ed. del Comercio
(1826-1827), n°28, 5 de diciembre de 1826, p.90.
120 BERNAND, Carmen. «De lo étnico a lo popular: circulaciones,
mezclas, rupturas», Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea],
Debates, Puesto en línea el 18 enero 2006.
121 El término «identidad» es utilizado aqui en el marco conceptual
propuesto en: BRUBAKER, Rogers. COOPER, Frederick. «Beyond
«identity»», Theory and Society, 29, 2000, pp. 1-47.
122
SOLANO ASTA-BURUAGA y CIENFUEGOS, Francisco.
Diccionario geográfico de la Republica de Chile, Santiago de Chile
(Leipzig, Impr. de F.A.Brockhaus), 1899 (1867), p. 110. Las
cursivas son nuestras.
119
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
poco gruesos »123. Se nota que, junto a esta
invisibilizacion, prosiguen estereotipos124, una cierta
inercia del imaginario fenotípico colonial y de la
estigmatización del sujeto africano y afrodescendiente
(como en palabras de Pedro Felix Vicuña, como visto
anteriormente), especialmente de forma retrospectiva,
es decir en lecturas decimonónicas del periodo colonial.
Como ilustración de esta tendencia, en 1862, el
abogado Melchor Santiago Concha y Toro escribía en
una memoria histórica sobre los años 1824-1828 que
en el momento de la independencia, «los esclavos
habían de amargar constantemente el orden social; i al
abolir la esclavitud, abandonaron a sus propios
instintos a una porción considerable de hombres mal
educados para el gobierno de la libertad»125, a pesar de
haber subrayado antes la inhumanidad y la
immoralidad de la esclavitud como practica social.
Esta invisibilización cultural toma aún más
relevancia, además, cuando se observan de forma
paralela - con cierta continuidad con las tendencias
destacadas para el Chile tardo colonial - la persistencia
de una inserción africana y afrodescendiente en el
tejido social local. Esta última se traduce por
dinámicas matrimoniales exogámicas126, la formación
de lazos sociales y profesionales amplios, la
consolidación de dinámicas de movilidad espacial
(incluso hacia otras provincias del país), y hasta el
surgimiento de localizaciones geográficas y urbanas
preferenciales, tal como revelado por un estudio
prosopográfico sumario, realizado en la región norteña
LAFOND DU LURCY, Gabriel. Viaje a Chile, Santiago de Chile,
Universitaria, 1911 (1853). Las cursivas son nuestras.
124 Por ejemplo, para una ilustración del arraigamiento del
imaginario colectivo acerca de la sirviente domestica negra, véase
la litografía de: La negrita Doddy : nuevo libro de cocina, enseñanza
completa de la cocina casera i parte de la gran cocina : con un
apéndice de recetas utiles i de los deberes de una dueña de casa,
A.: Lawe, Santiago, Sociedad Imprensa e Litografía Universo, 1911.
125 CONCHA Y TORO, Melchor Santiago. Chile durante los años
1824 y 1828, Santiago, Nacional, 1862.
126 Para la región de Coquimbo, se revisó fundamentalmente lo
siguiente : Archivo del Arzobispado de Santiago, Matrimonios La
Serena, libro 3 (1819-1844) ; Archivo del Arzobispado de Santiago,
Matrimonios Andacollo, libro 2 (1821-1845).
123
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
de Coquimbo127 en las primeras décadas del Chile
republicano128. A pesar de la complejidad del rastreo de
las trayectorias sociales de los actores africanos y
afrodescendientes en la época republicana - por causa
de la desaparición de las clasificaciones raciales del
periodo colonial en los documentos oficiales de la
Republica chilena (como en Valparaíso a partir de
1820129) - se desprende de los documentos notariales,
judiciales, administrativos, y de los registros
matrimoniales examinados una reconfiguración de la
situación social desfavorecida de la población africana
y afrodescendiente a través de nuevas formas de
dependencias sociales, de subordinación profesional, y
de modalidades laborales alternativas, mediante una
integración al salariado, al peonaje, al inquilinaje, y al
trabajo jornalero. Mientras tanto, una minoría se
insertó material y profesionalmente en sectores
comerciantes y artesanales medios, logrando así
alcanzar cierta prosperidad económica y respetabilidad
social.
Esta
porción
lideró
un
proceso
de
blanqueamiento social de la población africana y
afrodescendiente a un nivel local. La documentación
examinada (por ejemplo en torno a compras/ventas de
solares y de predios mineros o agrícolas, formaciones
de compañías comerciales, poderes de representación
notarial o judicial) ilustra la variedad de los soportes de
Véase en particular sobre la historiografía regional de
Coquimbo: ROJAS BONILLA, Damián, «Apuntes historiográficos
para una nueva historia política y regional del Norte Chico durante
el siglo XIX; trayectorias y perspectivas», Revista Norte Histórico,
n°1, junio 2014, pp.93-120.
128 En este estudio prosopografico, se rastrearon 460 individuos
clasificados como africanos y afrodescendientes (bajo los términos
de “negro”, “mulato” y “zambo”) en los registros bautismales de La
Serena y Andacollo para el periodo mencionado anteriormente. Se
revisaron en particular los documentos siguientes: AHN-Notarios
de La Serena, volúmenes 76, 82, 84, 85, 86, 87, 90, 92, 95, 97,
98, 101, 102, 103; ANH-Judicial de La Serena, volúmenes 23, 66,
93, 141, 151, 206; AHN-Intendencia de Coquimbo, volúmenes 518
y 519 ; AHN-Dirección General de Estadísticas, volumen 3 (18321839), « Registro de predios rústicos, contiene planillas con datos
estadísticos de las provincias de Aconcagua y Coquimbo para el
impuesto del «catastro» que indican nombre del predio,
propietarios, cuadras de tierra, plantas de viña, ganado mayor y
menor, entre otras materias ».
129 CONTRERAS SEGURA, María Teresa, op.cit.
127
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
participación africana y afrodescendiente en la
sociedad republicana temprana a un nivel local.
Asimismo, permite esbozar aproximadamente su grado
de prosperidad económica, a través de la descripción de
sus posesiones materiales, e indicaciones sobre la
extensión (tanto social como geográfica) de sus redes
sociales y económicas en la provincia, la cual se puede
apreciar por ejemplo en la variedad socioracial de los
testigos movilizados por individuos de origen africano
en litigios judiciales de este periodo.
Conclusión.
En este artículo se ha propuesto un análisis de
la degradación de la estructura esclavista chilena desde
una perspectiva alternativa a la “interpretación
hagiográfica” clásicamente movilizada, con el objetivo
de estudiar la abolición de la esclavitud en Chile. De
esta forma, se ha llevado a cabo una crítica de una
línea historiográfica de naturaleza teleológica y
nacionalista, formada desde Diego Barros Arana y
centrada principalmente en la variable de la filantropía
humanista de los próceres antiesclavistas del período
republicano temprano, apuntando en cambio a la
multiplicidad de los factores explicativos del proceso
abolicionista chileno. En particular, se ha destacado la
relevancia de la participación propia de la población
africana y afrodescendiente en este último. Se ha
insistido también en la importancia de debates y
conflictividades ligadas a la abolición (contra una
lectura
excesivamente
irénica),
al
evidenciar
notablemente las diversas ambivalencias de la corriente
liberal-republicana en tiempos de independencia en
torno a la problemática de la esclavitud y acerca del
porvenir de la población africana y afrodescendiente en
la nueva república en formación, a principios del siglo
XIX. Finalmente, tras explorar a grandes rasgos
dinámicas cruzadas de estigmatización, invisibilización
e integración, se ha incitado a realizar futuras
investigaciones acerca de la temática de la historia
post-esclavista
de
la
población
africana
y
afrodescendiente en las primeras décadas del periodo
republicano temprano, tanto desde el punto de vista de
las representaciones culturales como desde la
perspectiva de las prácticas sociales.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Pascua Lamay Ralco en la década de la emergencia
indígena. Notas para una historia indígena
comparada en Chile, 1990-2010
Jessabel Guamán Flores
Resumen
La presente investigación tiene como objetivos
identificar y analizar desde la historia indígena a dos
pueblos que durante la década de los 90´ y 2000,
mantuvieron disputas con empresas transnacionales
que ingresaron y amenazaron las formas de vida de las
comunidades en los territorios en cuestión: en el caso
mapuche-pewenche con la Central de Ralco (de
Endesa, España) al oriente de los Ángeles, en el Alto
Bío Bío, y en el caso diaguita, el proyecto aurífero
Pascua Lama, ubicado en el Valle del Huasco, región de
Atacama. Las fuentes utilizadas en esta investigación
fueron: prensa regional, diario el Chañarcillo, el
Atacama y Diario Austral, asimismo la utilización de
entrevistas como técnica de investigación.
Palabras claves: Pascua Lama, Ralco, emergencia
indígena, diaguita, pewenche, historia indígena
comparada.
Introducción
La importancia de estudiar estos conflictos desde
la “emergencia indígena” como consigna José Bengoa,
se debe a que en este contexto se vislumbran nuevos
actores sociales que construyen y cuestionan al Estado
republicano. En este escenario los pueblos indígenas
reivindican el derecho a construir su propia historia, lo
que ha promovido procesos de reetnificación, e
interpelando a las grandes estructuras de poder que
antes eran “impermeables”, por medio de la denuncia y
lucha constante a través de diversos canales de
información (medios de comunicación oficial y no
oficiales). De esta forma, la hipótesis a trabajar en esta

Profesora de Estado en Historia y Geografía. Universidad de La
Serena. Magister © Historia. Universidad de Chile. Becaria
CONICYT, miembro del grupo de trabajo Kuifike y Sociedad
latinoamericana de estudios interculturales, SOLEI. Email:
[email protected]
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
investigación se basará en la afirmación: los pueblos
indígenas (pewenche y diaguita), se han visibilizados a
través de procesos de etnogénesis, utilizando elementos
culturales y de cosmovisión, para apropiarlos y
combatir a las fuerzas externas que avizoran la
estructura social de las comunidades residentes, a
partir de diversas propuestas de desarrollo que emanan
desde el Estado.
Para elaborar la anterior afirmación, se
identificarán los antecedentes históricos de cada
pueblo mencionado, los proyectos en cuestión-Central
Ralco y Pascua Lama en relación a las disputas entre
ambos actores y las trasnacionales, y por último, los
vínculos y diferencias entre estos actores étnicos desde
una perspectiva de historia comparada.
Los pueblos indígenas, tanto del norte como en el
sur, desde la llegada del español a los territorios han
mantenido un “conflicto” con este otro (español) por
proteger y preservar su territorio y cultura. Entre los
siglos XX y XXI, esta lucha por los territorios y
conservación de los recursos naturales frente a la
inserción de las transnacionales al territorio indígena,
ha dado inicio a una serie de procesos históricos que
colindan con los proyectos de Estado-nación.
El mundo pewenche identificados en el texto de
Malú Sierra, Mapuche Gente de la Tierra, como “gente
de frontera”, ubicándose geográficamente entre el río
Maule y el volcán Lonquimay. Al momento de llegada y
posterior conquista de los españoles, la población
pewenche, “estaba constituida por unas diez mil
personas”130.
Entre tanto los diaguitas, pueblo que se ha
ubicado entre los valles de Copiapó por el Norte y
Choapa por el sur, actualmente se concentran en las
ciudades de La Serena, Coquimbo, Vicuña, con una
concentración de sus integrantes en el valle del
Huasco,
autodefiniéndose
como
diaguitashuascoaltinos, en este grupo, nos detendremos,
analizar a continuación. En el texto “El valle de los
naturales una mirada histórica al pueblo diaguita
huascoaltino”, identifica a los huascoaltinos, como un
130NAMUNCURA,
Domingo, Ralco: ¿represa o pobreza? Santiago de
Chile, Ediciones Lom, 1999,p.241.
Historias que vienen:
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pueblo de indios que se asentó durante la colonia hasta
el periodo republicano, conocido como el “valle de los
naturales”, este se describe así:
…incorporándose el valle conocido como de el Carmen,
incluyendo los poblados San Félix y el Alto, llegando
así a la actual comuna de Alto del Carmen, que se
constituye con los valles del Tránsito y el Carmen131.
Entre estos valles de la región de Atacama, es
donde nace la “reetnificación del mundo diaguita”.
Las preguntas de investigación que debemos
plantearnos están desglosadas en dos grandes
cuestionamientos respecto del estado de la “emergencia
indígena” estas son: ¿Qué consecuencias ha tenido la
emergencia indígena para los pueblos pewenche y
diaguita? Y ¿Qué elementos como movimiento indígena
comparten en común los pewenches y diaguitas en este
proceso de etnogénesis dentro de la modernidad?
En este sentido, debemos remontarnos, el origen
de la “emergencia indígena”. Como “hito fundacional”
se considera a la Conferencia de Barbados, como el
espacio donde los derechos indígenas se elaboraron en
primera instancia tomando en cuenta las demandas de
los pueblos indígenas latinoamericanos. Lo propuesto
en ese lugar sirvió para que en los 80´ se congregaran
en la confederación de Nacionalidades indígenas de
Ecuador, donde el pueblo Mapuche participó.
En estos terrenos de confraternidad se
expusieron la realidad indígena y sus diversos
contextos. Bengoa señala “una reinvención de la
cuestión indígena”132 donde los dirigentes son aquellos
que
integran
nuevas
discusiones,
demandas,
denuncias y derechos al Estado-nación.
Siguiendo
con
el
mismo
planteamiento,
definamos el contexto histórico que surgió:
… la realidad indígena actual, al terminar el siglo, no
es el de las comunidades aisladas que estudió la
131CAMPUSANO,
Rubén et.al, El Valle de los Naturales, Una
mirada Histórica al pueblo, Diaguita Huascoaltino, Vallenar, Fondo
Nacional de Cultura y Artes, 2006, p.5.
132
BENGOA, José, La emergencia indígena en América Latina,
Santiago de Chile, Fondo económico de Cultura, 2000, p.19.
Historias que vienen:
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antropología tradicional hace décadas (“sociedades
folk”), sino una combinación cada vez más compleja de
relaciones urbanas y rurales, con contactos y
comunicaciones internacionales y en una permanente
confrontación entre lo tradicional etnocultural y la
modernidad133.
Al ser un debate de la modernidad con
tradiciones originarias posee ribetes coloniales que se
identifican con el “habitus” colonial y una “cultura de
guerra” planteados por Bourdie y Gramsci134, donde la
tensión civilización vs barbarie permea los discursos
del Estado nacional, en el espacio “nuestroamericano”,
Deves en el prólogo “Intelectuales Indígenas, Ideasconocimientos y espacios- Nuestroamericano”, hace
alusión a estos autores señalando.
Gramsci y Bourdieu tienen algo de razón en el marco
de una cultura de la guerra en la cual se gana en la
medida que se desplaza al otro y no en una cultura de
la paz, en que se crece y se mejora en la medida que se
colabora criteriosamente con los demás135.
En este desplazamiento entre culturas, la
“emergencia indígena” y el quehacer mismo la(s)
construcción(es) discursivas entre las dos fuerzas han
contribuido al origen de otro proceso conocido como
etnogénesis, que va en unión a la “emergencia”.
Carmen Solís136, identifica este proceso como
“una contradicción” en sus agendas y principios,
debido a que dejan fuera a la mayoría migrante de las
133Ídem.
134
Ver GRAMSCI, Antonio. La Formación de los Intelectuales (18911937).México, Grijalbo, 1967 y Guerra Manzo, Enrique “Las
teorías sociológicas de Pierre Bourdieu y Norbert Elias: los
conceptos de campo social y habitus”. Estudios Sociológicos, vol.
XXVIII, núm. 83, mayo-agosto, 2010, pp. 383-409.
135DEVÉS,
Eduardo,
“Intelectuales
Indígenas,
Ideasconocimientos y espacios- Nuestroamericano” en Claro de Luz
Descolonización e “Intelectualidades Indígenas en Abya Yala, siglos
XX-XXI, Santiago, Centro de extensión Idea, 2014, p. 13.
136SOLIS, Carmen, “El otro rostro de América Latina en diálogo con
la emergencia indígena en América Latina de José Bengoa”, Nueva
sociedad, N°238, Buenos Aires, marzo-abril de 2012, p. 126
Historias que vienen:
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ciudades137, no respetando los términos de autonomía
y autogestión.
En el caso chileno, podemos hablar en el mundo
andino, mapuche y de la patagonia, donde la migración
de campo a ciudad ha impactado a estas sociedades,
como señala Marta Casaus:
Estos “nuevos actores” y sus nuevas identidades
étnicas, culturales y políticas se enfrentan con nuevos
retos de buscar un reconocimiento paritario de su
calidad de ciudadanos pluri o multiculturales. Exigen a
la sociedad y al Estado el respeto de su diversidad
cultural y el reconocimiento de sus diferencias étnicas
y de género, a la vez proponen una modificación del
papel que hasta entonces se les ha asignado en las
sociedades latinoamericanas. En el fondo lo que ha
entrado en crisis138.
Casaus, responde desde lo político a la primera
pregunta que nos hacemos. Ahora cabe cuestionarse
¿Qué dimensión el proceso de etnogénesis llevado por
pewenches y diaguitas repercute dentro de un estado
de “crisis de una identidad nacional”?.
Bonfil139(1991) entrega una propuesta para
entender este proceso, categorizando elementos de la
cultura en función del control cultural. Distingue
elementos “propios y ajenos”. Señala como elementos
“propios”: la autonomía y resistencia. En tanto los
“ajenos” el autor identifican la supresión y
enajenación.
En estos elementos hay otro, la apropiación, que
se menciona como la relación de ambos grupos que se
conectan entre sí, traspasando herramientas propias
como ajenas.
137
Solís menciona en su estudio a las ciudades como La Paz, el
Alto, Lima y Buenos Aires.
138CASAUS, Marta, “Repensar la Nación y la Reforma del Estado
por las Elites intelectuales mayas: Del Estado homogéneo al
Estado Plural en Guatemala” Claro de Luz, Descolonización e
“Intelectualidades Indígenas” Abya Yala, siglos XX-XXI, Santiago,
Ediciones Idea- Usach, 2014 p. 79.
139BONFIL, Guillermo. “La teoría del control cultural en el estudio
de procesos étnicos” Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
[en línea] 1991, IV ( ) : [Fecha de consulta: 17 de abril de 2015]
Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=31641209
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
El resultado de aquello se expresa en tradiciones
y construcciones de las culturas y
los discursos
políticos-sociales en movimiento que favorecen o
desfavorecen a las proposiciones y “decisiones propias”
de los pueblos.
Respecto a las problemáticas del pueblo
pewenche y diaguita con las transnacionales,
Canales140 inserta a los movimientos indígenas en la
década de los 90 en términos étnicos, identificando el
periodo histórico desde una perspectiva colonizadora
con
los
procesos
redemocratizadores
y
la
profundización del modelo neoliberal en las economías
nacionales, que repercutieron a escala local tanto en la
zona del alto Bio-Bio como en Huasco Alto.
Desde otra perspectiva, Guillaume Boccara141
caracteriza la etnogénesis del pueblo mapuche entre
resistencia y restructuración en los siglos XVI-XVIII. Si
observamos en profundidad, es una continuación
histórica, como Braudel llamó de “la larga duración” si
hablamos desde la historiografía, en el sentido que este
“proceso a través del cual se produce un doble cambio,
tanto al nivel objetivo de las estructuras materiales
(económicas y políticas)”142, la consecuencia inmediata,
es el origen de un nuevo pueblo con otras estructuras
tanto sociales como identitarias, que nacen de este
cruce. El proceso etnogénesico en el caso diaguita fue
distinto, ya que en primer lugar se conoció en el
ámbito público en el año 2006, por su integración a la
ley 19.253, no desde un construcción de siglos, como
en el mundo pewenche-mapuche, ya que el pueblo
diaguita, se desarticuló en el periodo colonial a través
de los pueblos de indios, por esta razón se puede
explicar su “ausencia y extinción”.
Previamente, este proceso de los diaguitas era
invisibilizado, tanto en la historiografía como en la
140CANALES,
Pedro, “Intelectualidad indígena en América Latina:
Debates de descolonización, 1980-2010. Universum [en línea].
2014,
vol.29,
n.2,
pp.
49-64.
ISSN
0718-2376.
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-23762014000200005.
141BOCCARA, Guillaume, “Etnogénesis mapuche: resistencia y
restructuración entre los indígenas del centro- sur de Chile (siglos
XVI- XVIII” Hispanic American Historical Review, Durham, 1990,
p.426.
142 ídem
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
arqueología, ramas del conocimiento que tenían sus
“artefactos culturales” en vitrinas de museos, sin
movilidad y con descripciones, caracterizaciones en
pasado.
Entonces,
¿de
qué
forma
ayudó
“este
reconocimiento público”? En primer lugar permitió
valorar nuevas realidades indentitarias que son parte
de los pueblos originarios de Chile; y en segundo lugar,
a revisar los estudios y trabajos emanados desde la
historia y arqueología, como señala Luna (2014)143. La
asimilación y posterior pérdida de la identidad
diaguita, ha abierto un nuevo debate en el mundo
académico con respecto a su “existencia”, dando inicio
a nuevos estudios multidisciplinares que ayudan a
comprender la cotidianidad identitaria y reivindicativa
que se ha dado con fuerza en la zona del “valle de los
naturales”. El mismo autor menciona que se enmarca
entre los tiempos diacrónico y sincrónico.
Es así como esta “metamorfosis” de los procesos
etnohistóricos han permeado en el espectro público, en
Chile desde los noventa y dos mil. Donde la población
asimila la relación con otro, estos otros, los pueblos
indígenas y su existencia en el mismo espacio
geográfico.
Conformando una “convergencia entre el interés
por la no- dominación y un acuerdo en torno a las
reglas fundamentales para la protección y la
promoción de intereses en la sociedad”144, para el caso
de los pueblos pewenches y diaguitas, estos, han
demandado una protección y consulta, sobre sus
recursos y territorios frente a las políticas de Estado
ligadas a la economía globalizadora que va en
desmedro
de
la
multiculturalidad
territorial,
empujando una homogenización social de sujetos y sus
complejidades.
Las nuevas formas de plantearse dentro del
proceso de emergencia y de etnogénesis de estos
pueblos y otros, han sido acompañadas por acuerdos
143LUNA
Penna, Galo, “Trayectoria crítica del concepto de
entnogénesis”. Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura,
N°2, vol, 24, La Serena, 2014, pp 67-179.
144MONSIVAÍS, Alejandro, La ciudadanía a Debate: Memoria, nodominación y esfera pública, Santiago, Editorial Cuarto Propio,
2008, p.59.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
internacionales OIT, ONGS, cientistas sociales,
religiosos, y redes sociales que han expandido las
informaciones que no se presentan en los medios de
comunicaciones oficiales.
Proyecto Ralco y las comunidades Pewenches
La contextualización histórica del pueblo
Pewenche la entrega Domingo Namuncura, el cual
repasa lo que Antonio Marquéz en Los Mapuches,
Héroes Olvidados expone
sobre
los pewenches,
identificando a este pueblo, como uno más dentro del
territorio chileno donde se encontraban cohabitando
con los promaucauces, puelches, trulos, tehuelches y
chonos.145
En cuanto Martín Correa, y Raúl Molina se
refieren al sentido etimológico de la palabra pewenche
“significa en Mapudungun “Gente del Pehuén”
(araucaria), y su actual hábitat y territorio se extiende
desde Trapa Trapa hasta la laguna Icalma,
comprendiendo los valles que riegan los ríos afluentes
del Bío Bío.
Según los autores este hábitat se
caracteriza por una topografía de valles, cordones de
cerros y alta cumbres de volcanes Antuco, Copahue,
Cllaqui, Lonquimay que rodean las áreas de
poblamiento indígena. Lo anterior lo señala Sergio
Villalobos en Los pehuenches, en la Vida Fronteriza,
describe la zona con barreras montañosas, clima
diverso de acuerdo a las estaciones del año, reflejando
una disparidad en la temperatura (en el día templado,
por las noches, baja la temperatura a grado cero o
más).
Namuncura señala que las características
geográficas poblacionales dieron inicio para que desde
1955 el Fundo Ralco, quedará en manos de la
Comunidad Forestal Ralco, constituida por colonos a
principios de siglo XX, donde el pueblo pewenche desde
1948 ha reclamado al Ministerio de Tierras, el fundo
Ralco, como parte de su propiedad.
El mismo autor señala que el conflicto por el
fundo Ralco, constituido por las hijuelas de Pangue
145
VILLALOBOS, Sergio, Los pehuenches, en la Vida Fronteriza,
Santiago, Ediciones Universidad Católica, 1989, pp. 352-354.
Historias que vienen:
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(donde está emplazada a actual represa Pangue), San
Pedro, Las Huellas y el Avellano llevó a que la empresa
forestal comenzara sus faenas de explotación durante
1964, construyendo los aserraderos en la Villa Ralco y
Alto Bio-Bio, afectando a la comunidad pewenche. No
obstante este pueblo, enfrentó esta situación iniciando
los conflictos enfocados a obtener la reivindicación del
territorio, y sobre todo, del bosque nativo146.
A mediados de la década de los sesenta, el pueblo
pewenche fue parte de la reforma agraria, sin embargo,
como señaló Mauricio Huenchulaf Cayuqueo, ex
director de CONADI:
La reforma agraria siendo uno de los procesos más
importantes en el área tendió a beneficiar a los
ocupantes chilenos que a los propios indígenas” con
respecto a Ralco afirma (…) “la situación actual puede
caracterizarse en términos territoriales como un
periodo de gran importancia, debido a que se
encuentran en juego la integridad territorial de las
comunidades, que se ven amenazadas por proyectos de
desarrollo que no tienen relación directa con el etnodesarrollo.147
En las investigaciones de Namuncura, Cristián
Opaso y de Manuel Baquedano148, se señala que en los
setenta las araucarias de la zona de Ralco fueron
declaradas como Parque Nacional, así en 1980, la
Sociedad Ralco propietaria de la CORFO, fue
traspasada a INDAP con una superficie de 36.419
hectáreas. Entre 1984 y 1985, la dirección de Asuntos
Indígenas de INDAP, DASIN, y el Ministerio de Bienes
Nacionales, dividieron en Lotes el fundo Ralco, una
parte quedó como Reserva Nacional (1241 hás) y
23.988 quedó a disposición de INDAP149 .
146NAMUNCURA,
op.cit, p.262.
Martin, Molina,Raúl Territorio y Comunidades
Pehuenches del Alto Bio- Bio, Temuco,Conadi,1996,p.8.
148
Ver
las
investigaciones
de
NAMUNCURA,Domingo:
Ralco:¿represa o pobreza?Santiago,,ediciones Lom, OPASO,
Cristián, Bíobio Rebelde: De Ranquil a Ralco, Santiago, Ediciones
Ceibo, 2014 y BAQUEDANO, Manuel, La Batalla de Ralco, de la
electricidad sucia a la electricidad verde. Santiago, Instituto de
Ecología Política, 2004.
149NAMUNCURA, op.cit, p. 263.
147CORREA,
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
En dictadura ocurrió un “momento histórico”
para el pueblo pewenche, específicamente con
“beneficios” hacia los caciques del Alto Bío-Bío,
firmando un Acta, conocida como Acta de Ralco, en el
cual el Estado cedía autonomía en las decisiones de
conformarse como comunidades individuales o
comunitarias con previa entrega de tierras. Los actores
involucrados, la Iglesia Católica, y las autoridades
regionales, decidieron entregar las hijuelas por
individuales150.
Esta decisión se hizo palpable en 1989
identificado en la investigación de Namuncura,
traspasando 6180 hás. en Collucio, 479 hás. en Vegas
de Ralco y 17.344 en Quepuca- Ralco y RalcoLepoy151,provocando una reestructuración social de las
comunidades que tuvieron que repartirse en previos,
donde el suelo no era cien por ciento apto para la
agricultura y ganadería comenzando u declive cultural
y pugnas internas entre las comunidades y las formas
impuestas por el Estado en ese entonces. La división
establecida por la dictadura, cesó en el gobierno de
Aylwin, este término se puede explicar por la fuerza de
los movimientos indígenas que se entablaban en el
espacio político originando en 1994 la creación de la
CONADI.
¿Cuándo el conflicto se visualizó para una
institución estatal? En el año 1997, el director de la
CONADI, Domingo Namuncura, decidió viajar hacia la
zona del Alto Bío-Bío para conocer empíricamente las
localidades Quepuca Ralco y Ralco Lepoy y sus
comunidades afectadas por el proyecto de la Central
Ralco de Endesa.
En junio de 1997, específicamente en el mes de
junio, CONAMA aprueba el estudio de Impacto
Ambiental, y en febrero de 1998 “comienzan las
primeras obras de la construcción de la central Ralco,
que consisten en la habilitación de los caminos
interiores de la presa”- Ralco-. No obstante este
proyecto fue detenido durante ocho años por las
Esto se explica en profundidad en el capítulo 1 “Las vueltas de
la muerte” de la investigación de Cristián Opaso, Biobío Rebelde de
Ranquil a Ralco, Santiago, Ceibo ediciones, 2014, pp.11-27.
151 ídem
150
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
hermanas Quintremán, pewenches, del Alto Bío Bío.
Malú Sierra las señala en el capítulo 17 Kai Kai,La
Serpiente de las Aguas, Agita el inconsciente indígena, el
valor de pertenecer al pueblo mapuche expresado en
las siguientes líneas por las hermanas Quintremán en
Chile y en el extranjero: “nosotras somos de aquí, de
esta tierra que nos dejo nuestro papito. Aquí están
enterrados nuestros abuelos: no nos moveremos;
muertas tendrán que sacarnos”152. Como señala Malú
Sierra, estas mujeres se movilizaron y conglomeraron al
pueblo Mapuche en una batalla que acaparó la
atención nacional e internacional, considerando el
proyecto Ralco como genocida, debido al exterminio de
una etnia en aras del progreso económico. Namuncura
explica el proceso de conquista y colonización de la
zona así153:
El Alto Bio-Bio ha sido una zona de conquista
permanente,
primero,
por
los
conquistadores
españoles. Luego, por la avanzada militar argentina.
Posteriormente, por la campaña militar chilena.
Después por el Estado nacional y los privados no
indígenas… Hoy, por el modelo económico y la
modernidad154
Estas hermanas, Nicolasa y Berta Quintremán
“se transformaron en un símbolo y hasta el presidente
de la República del año 2000, Ricardo Lagos, fue a
verlas a su casa, en Ralco Lepoy”155 y Hilary Clinton en
una visita a Chile decide que debe viajar a Temuco para
conocer a las dirigentes y su movimiento.
Mientras las hermanas lideraban el movimiento
para detener las operaciones de la central Ralco, este
proyecto estaba en marcha desde 1997, luego en 1999
y finalmente el 2004 da inicio, como lo expresa
ENDESA:
152SIERRA,
Malu, Un pueblo sin Estado mapuche. Gente de la
tierra, Santiago, Editorial Catalonia, 2010, p. 233.
153 Ver el texto, OPASO, Cristián, Biobío Rebelde. De Ranquil a
Ralco, Santiago, Ceibo Ediciones, 2012.
154NAMUNCURA, op.cit, p.265.
155 SIERRA, op.cit, p.233.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Central Ralco, entró en funciones en septiembre del año
2004, es una respuesta de Endesa Chile al creciente
aumento de energía. “Tres etapas fundamentales
condensan la operación que Chile y el mundo han visto
nacer como ejemplo de la suma equilibrada del esfuerzo
humano y la más moderna tecnología de que la ingeniería
dispone actualmente para materializar complejos
industriales de gran calibre y potencialidad productiva156
El proyecto contempla un embalse central que
cubre una superficie de 3467 hectáreas y acumula un
volumen total de alrededor de 1200 metros cúbicos157.
El conflicto Pascua Lama y los
Diaguitas/Huascoaltinos
En el texto Minería Responsable, Barrick Gold
sostiene que:
(…)el primer registro de actividades de exploración
minera en el sitio actualmente conocido como Pascua
Lama se remonta el año 1977, cuando los geólogos de
Compañía Minera San José (filial de St Joe Minerals)
colectaron muestras de la superficie y llevaron a cabo
mediciones en un área denominada Sector Nevada158
En este sentido el conocimiento de este mineral
se dio entre las décadas del 1980 y 1990, conformado
el primer proyecto binacional mundial, conocido como
Pascua Lama159.
Asimismo la llegada del proyecto -Pascua Lamade la minera Barrick Gold Company data desde finales
de los años noventa y principios del año 2000. El
proyecto en sí, como señala su estudio Pascua Lama,
Minería Responsable: “Pascua Lama - tiene por objetivo
explotar a rajo abierto reservas minerales de oro, plata
156ENDESA,
Central Ralco: Un compromiso con el desarrollo de
Chile. Santiago, 2007, p.53.
157 Ver Empresa Nacional de Electricidad S.A Endesa. Central
Ralco
Descripción
del
proyecto.
[En
línea]
<<http://documentos.dga.cl/PROY1636v19.pdf >>
158BARRICK.
Pascua Lama. Minería Responsable. Compañía
Minera Nevada. Santiago, 2008, p. 8.
159 En el texto de Barrick Gold, el estudio se inicia desde el
“descubrimiento del mineral” hasta la importancia de la minería y
de la empresa para el Valle del Huasco.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
(metal doré) y en menor medida concentrado de cobre y
otros subproductos.”160 Expresamente:
Se ubica por el lado argentino en la naciente de la
cuenca del Río Turbio, Provincia de San Juan,
aproximadamente a 300 km. Al noroeste de la ciudad
capital San Juan. Por el lado chileno se ubica en la
cabecera de la cuenca del Río del Estrecho, en la
provincia
de
Huasco,
Región
de
Atacama,
aproximadamente a 150 km. Al sureste de la ciudad de
Vallenar.161
En Chile nace desde los dos afluentes de los ríos
de la zona que se alimentan con el derretimiento de las
nieves de los glaciares Toro 1, Toro 2 y Esperanza, que
aportan cursos de agua a las comunidades de la zona,
fortaleciendo la actividad agrícola y manteniendo el
ecosistema.
Podemos preguntarnos ¿De qué forma impacta la
inserción de esta compañía al medio ambiente? Como
lo señala su propio estudio, Pascua Lama, Minería
Responsable: “En la zona en que se ubica el proyecto
Pascua Lama existen recursos hídricos en estado de
congelación”162.
Con respecto a las consecuencias ambientales,
en el texto Glaciares Andinos Recursos Hídricos y
Cambio Climático, el presidente de la Comunidad
Diaguita señala:
(…) la gran minería, localizada en regiones donde se
encuentran glaciares y cuencas hídricas que sostienen
ecosistemas y comunidades, viene a sinergizar los
efectos del cambio climático, acelerando los procesos
de degradación y generando impactos inesperados.163
Conllevando a una pérdida total de las actividades
de subsistencia del valle del Huasco.
160
BARRICK, op.cit., 2006, p.10.
161Ídem
162
Ídem
163CAMPUSANO,
Sergio, “Destrucción de los glaciares y pueblos
originarios: El impacto de Barrick Gold sobre el pueblo Diaguita
huascoaltino en la provincia de Huasco ” en Glaciares Andinos:
Recursos hídricos y Cambio climático: Desafíos para la Justicia
climática en el cono Sur. Programa Chile Sustentable y fundación
Heinrich Böll Stiftung. Cono Sur, Santiago, 2011, pp. 91-107.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Ahora bien, este conflicto se presenta como “uno
de los más controversiales” desde 2003 debido a la
implicancia que han tenido los grupos ecologistas y la
Comunidad Agrícola diaguita, huascoaltinos, por medio
del conocimiento y aprobación del segundo estudio de
impacto ambiental.
La opinión pública ha estado al tanto de las
consecuencias de este proyecto para el ecosistema y la
comunidad entre las visiones
de los mismos
pobladores del valle del Huasco, observamos las
siguientes opiniones:
-
-
“Entrevistador:¿Cuáles son las demandas de los
Huascoaltinos frente al proyecto; o sea; que es lo que
piden?
Habitante: Ellos en estos momentos están cobrando
servidumbre por lo que tengo entendido… les tienen que
pagar unas buenas lucas por servidumbre, ellos más se
interesan en las platas allí… Lo otro es el Proyecto Morro.
Entrevistador: ¿ha escuchado eso usted?, ¿Cómo
reaccionó este pueblo frente a la minera?
Habitante: Legalmente muchos hasta hoy; ignoran esa
parte po´, mucha gente no se acerca a la minera…. Si
cuando vamos a reuniones, no sé po´… van a los Tambos
y el pueblo de los Tambos tienen como 400 personas y
hacen reunión e irán unas 50 personas o 60 personas… y
allí debería estar todo el pueblo reunido.”164.
La situación del “Valle de los naturales,” es
compleja, hoy existen 22 comunidades divididas entre
el Valle del Carmen, San Félix y Tránsito. Lo que
expresa el habitante del sector Golpe hace más
comprensible la situación del valle, en la sección
Crónica del diario el chañarcillo se publica lo siguiente:
Han pasado sólo semanas desde que Barrick anunció
el inicio de Pascua Lama y el interés por integrarse al
proyecto binacional ha sido explosivo: casi 15.000
personas han enviado sus antecedentes laborales a la
compañía en el último mes – en promedio más de 400
Entrevista realizada como parte del proyecto de Post doctor
Pedro Canales Tapia, titulado Muere el Valle, vamos a tener que
morir” Memoria Huascoaltina – Diaguita y proyecto Pascua Lama
Chile, 1994- 2010. Obra en proceso de edición.
164
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
al día- elevando el total de interesados a mas de
135.000 postulantes, en especial, de la región de
Atacama, en Chile, y de la provincia de San Juan, en
Argentina- “Estamos muy agradecidos del alto interés
que ha despertado Pascua Lama en la comunidad de la
que formamos parte , y que nos demuestra que el
esfuerzo que hemos puesto en informar a la población
y en trabajar en conjunto para contribuir a su
desarrollo les ha hecho sentido, y los ha motivado a
sumarse a nuestro equipo”, dijo el vicepresidente de
asuntos corporativos de Barrick Sudamérica, Rodrigo
Jiménez.165
Sergio Campusano, presidente del pueblo Diaguita,
me ha expresado en una entrevista, esta tensión y
cambios en la forma de vida del Valle del Huasco por la
inserción de la Minera Barrick Gold.
-
“Entrevistador: ¿La llegada de Barrick a través de los
nuevos empleos, ustedes como comunidad, como
enfrentan eso?
Presidente Pueblo Diaguita: Aquí hay dos cosmovisiones.
Una que acapara, muy materialista... y otra más
espiritual…
Entrevistador: Pero en el mundo más joven, ¿la cultura
diaguita y en si lo del pueblo ¿ está con la gente, con el
sentimiento de ser diaguita?
Presidente del Pueblo Diaguita: El mundo más joven
progresivamente no quiere destrucción... pero quiere
ganar plata fácil... buen sueldo... No están educados
cívicamente como seres conservacionistas...”166.
El boom de la postulación al proyecto Pascua Lama, se
interrelaciona con lo que Bonfil, identifica la
asimilación entre culturas, para los diaguitas, no se ha
“abandonado” la valoración del ser indígena, ya que la
tensión como ha manifestado en la entrevista el
Presidente del Pueblo Diaguita, transita entre el
binomio, económico y cultural, de tener dinero sin
dejar de valorar la procedencia étnica.
“Se inicia plan de seguridad vial para las zonas cercanas a
Pascua Lama”, Diario el Chañarcillo, Región de Atacama, sábado 6
de junio de 2009, p.8.
166 Entrevista realizada al presidente Pueblo Diaguita. Sergio
Campusano, lunes 11 de agosto de 2014.
165
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Historias y conflictos comparados
Ahora bien, ¿qué tienen en común el conflicto de
estos dos pueblos con trasnacionales? Entre los
factores a considerar mencionamos:
a) Ambas luchas son del tiempo presente,
nacidas en pleno siglo XX; b) comparten un territorio
en común c) estas luchas constituyen al proceso
denominado “emergencia indígena” que cuestiona al
Estado republicano y sus políticas centralistas, como
menciona José Bengoa. La emergencia indígen es un
“cuestionamiento a las Historias oficiales, al relato que
estos Estados han tratado de construir.”167.Estas
luchas sociales tienen como característica una
oposición de las comunidades de los territorios
ocupados por estas grandes empresas; d)los líderes de
las comunidades son de ambos sexos, por ejemplo del
pueblo pewenche las hermanas Berta y Nicolasa
Quintremán, y en la agrupación huascoaltino-diaguita,
al presidente Sergio Campusano que han puesto en la
palestra pública lo que está sucediendo en sus
territorios.
Estas luchas fueron y son apoyadas por ONGS,
Organismos internacionales, ecologistas y algunos
miembros de la iglesia católica y pentecostal. Sin ellos
el camino hacia la justicia y el mantenimiento de las
tierras a favor de los pueblos indígenas ya serían parte
del pasado, como consecuencia de estos movimientos
hoy existe la consulta indígena.
La pregunta latente en esta tensión es: ¿Qué
papel ha jugado el Estado en el conflicto indígena
contra transnacionales en la modernidad? La respuesta
ya se ha mencionado con anterioridad, sin embargo
tomaremos una afirmación hecha por el director de
CONADI en 23 de febrero de 1997, expone:
Así y todos, los indígenas – en general- no se niegan al
progreso y el bienestar. No son refractarios a la
modernidad, pero estos hechos, sumados a situaciones
contemporáneas, indican que la manera como se ha
procedido con la etnia pehuenche y por añadidura, con
las demás culturas originarias, en el marco de una
167BENGOA,
op.cit, p.13.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
intensa expansión política, económica y militar, ha ido
generando inevitables secuelas de desconfianza, no
pocas veces actos de violencia o, lo que es igualmente
negativo, una sensación de sentirse ajenos al país que
progresa con cargo a su identidad.168
El rol del Estado en la modernidad frente al
denominado,-“conflicto”-es
observado,
con
la
aprobación de Pascua Lama:
…su estudio de Impacto ambiental (EIA) fue aprobado
en Chile por la Comisión regional de Medio ambiente
(COREMA) de Atacama de acuerdo a la Resolución N°
039, mientras que el Informe de Impacto Ambiental
(IAA) en Argentina se encuentra actualmente en
evaluación por parte de las autoridades competentes.169
Por su parte, el proyecto Ralco, fue ratificado por
las autoridades regionales. El intendente de la Región
declaró:
Nos hemos dado por satisfechos con los informes
recibidos en lo relativo al impacto medio ambiental
del proyecto en la zona. Salvo observaciones como la
presencia de una escuela y una posta en el área de
inundación correspondiente a nuestra área…. (…)
Desde el punto de vista ecológico, repito, nos dimos
por satisfechos en la Araucanía, donde no están
comprometidos
terrenos
ni
comunidades
indígenas.170
Ambos proyectos, por tanto obedecen a una
lógica neoliberal y de sustentación en base a la
creación de empleos y de explotación de recursos
naturales en contraposición al mantenimiento de los
pueblos originarios y sus formas de vida. Por tanto la
preservación de los pueblos se superpone a las
políticas económicas que benefician a un sector de la
población.
En esta concepción el Estado chileno responde a
una lógica de población homogénea republicana
168NAMUNCURA,
op.cit., p.265
“Explosivo aumento de postulantes a Pascua Lama” en Diario
Atacama, Copiapó, 1 de octubre de 2006, p.8
170 Diario Austral, miércoles 11 de junio de 1997.
169
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
decimonónica; invisibilizando, al sujeto indígena, como
creador, formador y ciudadano del territorio.
Al encontrarse en nuevos contextos políticoseconómicos y culturales, el mundo indígena también
ha tenido desacuerdos que han fraccionado sus propios
proyectos en colectivo, por ejemplo, la migración
campo- ciudad ha sido uno de los factores que ha
desarticulado en ambas comunidades la permanencia
de población joven en estos territorios de sus
ancestros, este traslado puede convertirse en un olvido
voluntario o involuntario de sus raíces identitarias y
étnicas.
Comentarios finales
Las demandas de los pueblos pewenche y
diaguita se han expandido a través de un desarrollo
comunicacional que ha traído la globalización en la
modernidad.
En relación a la continuidad de estos procesos
etnogénesiscos, debemos mencionar, que el conflicto
pewenche se estancó en cierta medida por “falta de
apoyo de abogados y otros miembros”, según la
denuncia que las hermanas Quintremán hicieron
público.171 En cambio en el movimiento indígena
diaguita- huascoaltino, se ha reconfigurado y
mantenido sus demandas a favor de la protección del
“Pero tras años de oposición y cuando sólo quedaban cinco
familias que persistían en su negativa a permutar sus tierras,
Nicolasa sorprendió a los grupos de apoyo e incluso a su propia
hermana Berta. El 12 de diciembre de 2002, la menor de las
Quintremán firmó con Endesa un compromiso, en el que junto con
aceptar la entrega de sus tierras, también daría inicio al término
de su rol como dirigenta mapuche visible. El acuerdo contemplaba
la permuta de 3,7 hectáreas de su terreno en Alto Biobío por 77
hectáreas, en un predio que ella luego escogió en la comuna de
Santa Bárbara, distante a 120 kilómetros de su hogar original.
Además, Endesa le entregaría $ 200 millones, una vivienda,
infraestructura productiva y asistencia técnica.” Ver [en línea]
http://diario.latercera.com/2014/01/04/01/contenido/reportajes
/25-154859-9-la-herencia-de-nicolasa-quintreman.shtml
.
Nicolasa afirmó que el abogado Roberto Celedón la dejo sola en el
proceso.
171
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
valle y la subsistencia del mismo y vida de sus
habitantes.172
La asimilación cultural y colonial, como
consecuencia, ha generado el uso de medios de
comunicación de masas, como herramientas de lucha
y visibilización de problemas sociales, es así, como
cada
comunidad
y
líderes,
han
entregado
declaraciones públicas en periódicos de corte nacional
e internacional. La lucha contra el mercado ha
inspirado a otros movimientos sociales, que han visto a
los
pueblos
indígenas
como
baluarte
de
reivindicaciones gregarias.
Por su parte, los indígenas del norte y del sur, se
han apoyado en profesionales de las ciencias sociales
para rebatir y contrastar, el poderío económico de las
transnacionales. Las comunidades han luchado en el
Congreso Nacional, objetando las decisiones, incluso
denunciando en la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
En este “despertar de las sociedades”,como
titula una de sus obras, Mario Garcés, esta agrupación
de individuos en colectivo, han luchado, instruidos,
combatidos y sin dejarse amedrentar por un EstadoNación, debilitado en decisiones que contemplan la
preservación, cuidado y protección hacia los pueblos
indígenas y los recursos naturales como política
pública.
En este nuevo renacer, podríamos augurar que
los pueblos estudiados en esta investigación, han
creado otras formas de posicionarse en este escenario
de desigualdad e inequidad neoliberal. Manteniendo
vivo los ethos históricos que los han diferenciado con
otros, ya sabemos que el mestizaje es la consecuencia
de ello, pero este resurgimiento ha creado conciencia
“ (…) Cabe recordar que el proyecto minero de Barrick
permanece detenido por órdenes de la justicia y el regulador
ambiental por no cumplir con el sistema de manejo de aguas que
estaba contemplado en su permiso ambiental. Esto derivó en una
serie de retrasos al proyecto -cuya entrada en operación
inicialmente estaba prevista para 2014- y costos adicionales, que
originó que la directiva decidiera paralizar la construcción de la
iniciativa en octubre de 2013” ver [en línea]
http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=13605
2.
172
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
en cierta medida en la sociedad chilena que hace veinte
años atrás no se cuestionaba, ni siquiera, la existencia
de los pueblos originarios, debido al silenciamiento y el
raigambre de la historiografía decimonónica que los ha
sepultó en el pasado, transmitiéndose hasta el día de
hoy, los “fueron” y no los “son”. Recordar que:
(…) hasta 1993, la sociedad chilena estaba poco
preparada, para aceptar la presencia real mapuche
como parte de su identidad nacional. Frases clichés, al
estilo de “somos los ingleses de Sudamérica”
intentaban y, aún lo hacen para destacar la “limpieza”
europea de Chile con relación a sus vecinos173.
En el caso diaguita, recién en el año 2006, se
incorpora la “etnia” a la ley 19.253, anteriormente,
estaban “olvidados” por la historiografía.
Ralco y
Pascua Lama provocaron un proceso de etnogénesis,
fortaleciendo las tradiciones ancestrales que han
derribado, el mito en cierta medida, “sobre los ingleses
de América” por las demandas que se conocen a nivel
internacional más que nacional. Sus denuncias
lograron insertar las problemáticas étnicas al sector
público, social y académico desde aristas revisionistas
y con perspectivas multidisciplinares.
A partir de la emergencia indígena podemos
identificar las realidades de los pueblos indígenas
latinoamericanos,
sus
discursos,
disparidades,
inclusiones y exclusiones ligadas a la descolonización o
los cambios políticos existentes, que dibujan nuevas
formas de entender, comprender a los pueblos
indígenas desde una alteridad enraizada en la
globalización y los procesos etnogenésiscos donde no se
pueden desconocer asimilaciones y reconstrucciones de
nuevos movimientos y discusiones, y si, realmente esta
emergencia permanecerá constante en el tiempo
reestructurándose de acuerdo a las demandas de las
comunidades, no solo en el espacio geográfico de
origen, sino en la urbanidad y nuevos espacios como
hoy lo hacen la mayoría de los pueblos originarios de
Chile.
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Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Rescate de la historia marxista clásica como crítica
a la concepción liberal de la historiografía en Chile.
Francisco Díaz González
Resumen
Esta ponencia tiene por objeto problematizar la opinión
consensuada en el seno de la historiografía chilena –
desde 1980– sobre el aporte que tuvo la ‘historia
marxista clásica’ y que puede tener para la producción
historiográfica actual. Para lo anterior, se contrastará
las conclusiones presentes en las actas del “Seminario
sobre el estado actual de la Historia de Chile” (198586), especialmente las que sostuviera Gabriel Salazar,
con la producción de la historiografía marxista clásica –
especialmente la de Hernán Ramírez Necochea y Julio
César Jobet– en relación a ciertos elementos de su
matriz conceptual, y en particular a su concepto de
movimiento popular, con el fin de identificar y rescatar
el modo en que comprendieron lo político y lo social,
para distanciarse de una matriz de pensamiento liberal,
y configurar una de tipo popular 174.
Palabras claves: movimiento popular, lo político, lo
social.
Pareciera existir un consenso en afirmar que la
historiografía marxista clásica se caracterizó por operar
bajo una lógica determinista o mecanicista. Se ha dicho
entonces que esta corriente tendió a considerar el
aspecto superestructural como mero epifenómeno de la
base económica, o bien, tendió a sostener que la
evolución de la conciencia política podía ser explicada
en relación a la sola consideración de la evolución de lo
económico-social.
A mediados de la década del 80, se celebró el
“Seminario sobre el estado actual de la Historia de
Chile”,
que
fue
una
instancia
de
reflexión

Licenciado en Historia, Universidad de Chile. E-mail:
franciscodí[email protected]
174 Ponencia preparada en base a la tesis de pregrado del autor.
Véase, Díaz G. Francisco, El concepto de movimiento popular.
Revisión de la historiografía chilena (1950-2013) y una proposición
conceptual. Tesis de pregrado, Universidad de Chile, 2013.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
historiográfica en el que se problematizó el legado de la
historia marxista clásica175. En esta ocasión, Gabriel
Salazar sostuvo que el grado de influencia que pudo
haber tenido la historiografía marxista en el
movimiento popular no habría sido relevante. Su
impacto habría sido “escaso” dado que “no innovó
respecto a lo planteado por los dirigentes de los
partidos de la Izquierda Parlamentaria”176. Aunque
“crítica”, “nacional” y base de la posterior llamada
“educación popular”177, el “tinte ideológico [que] tiñeron
de modo notorio muchas de sus páginas”, produjo que
la militancia política de los 60 le diera mayor
aceptación a los “ensayos históricos” de “los cientistas
sociales de filiación cepaliana (Aníbal Pinto, Jorge
Ahumada, Osvaldo Sunkel, Enzo Faletto, entre otros)”
que a los aportes de esta historiografía. La virtud de
aquellos, a juicio de Salazar, radicó en que “sus bases
metodológicas y teóricas parecían más formales,
consistentes y reflejaban mejor, tanto la coyuntura del
presente, como la disposición política de las nuevas
generaciones”178.
En
cambio,
la
producción
historiografía marxista clásica, que habría estado
ceñida
“a
los
postulados
del
marxismo
179
internacional” , a su juicio, se caracterizó por la
“insuficiencia general de [su] base empírica de apoyo” y
“una débil asimilación del método dialéctico y de la
propuesta teórica más fina del marxismo”, dominando,
por tanto, “el economicismo simple y la lucha de clases
en su forma más cruda”180. En su estudio de los
periodos entre 1810 y 1891 (lucha de clases en ciernes)
y entre 1870 y 1960 (fase imperialista), se descuidó
otros aspectos como los del “Estado, del proceso de
industrialización, del movimiento campesino, mapuche,
de la mujer, de los grupos medios, entre otros”181. Esta
Esta instancia refiere al “Seminario sobre el estado actual de la
historia de Chile” realizado en Santiago en 1985, cuyas actas de
sesiones se compendian en SALAZAR, Gabriel, La historia desde
abajo y desde adentro, Santiago, Departamento de Teoría de las
Artes Universidad de Chile, Santiago, 2003.
176 Ibíd., p. 52.
177 Ídem.
178 Ibíd., pp. 51-52
179 Ibíd., p. 50
180 Ibíd., p. 51
181 Ídem.
175
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
historiografía –argumentó el autor– tenía y tiene
remotas posibilidades de ser restaurada y restablecida.
Para entonces la idea dominante era que tenían mayor
relevancia metodológica “las prácticas dialécticas de
investigación a fondo de los procesos reales” por sobre
“las formas puramente teóricas y dogmáticas del
marxismo”182.
Esta lectura de la historia marxista clásica se
convirtió en la opinión de consenso de la historiografía
nacional desde la década de los 80. El rescate, por
tanto, que pudo hacerse de la HMC, como antecedente
de la llamada NHS, fue nulo. Se trataba de romper con
esta corriente, pero negándola, evitando caer en su
matriz categorial alimentada por la tradición marxista,
buscando nuevas formas de configurar una matriz
categorial que permitiera estudiar, por ejemplo, la
cuestión del movimiento popular. Sin embargo, la
historiografía marxista clásica pese “a su disparidad
generacional y gran cantidad de tensiones y disputas
internas”, logró –sostiene Pablo Artaza– “articular un
denominador común en torno al protagonismo histórico
de un actor social hasta entonces ampliamente
excluido de la historiografía: los trabajadores, y la
construcción –a partir de este mismo actor– de un
proyecto político nacional: la construcción del
socialismo”183. Este proyecto político nacional en clave
socialista, llevado a cabo a través del movimiento
popular, fue la expresión de aquel elemento base que el
marxismo ofrecía y que decía relación con una voluntad
transformadora para la cual se necesitó una teoría y
una praxis que esta historiografía buscó dar en el
ámbito de sus posibilidades. Su fundamento radicó en
la perspectiva marxista de concebir la relación
inescapable entre lo político y lo social, y oponerse así a
la lectura liberal que buscó aislar estos términos y, por
sobre todo, neutralizar lo político.
La lectura de la tradición liberal de pensamiento,
asume que lo político, que no se distingue de la política,
está representado en el Estado, configurado por la
ideología, y expresado a través de los partidos políticos.
Mientras que lo social, está representado en la Sociedad
182
183
Ibíd., p. 52
Artaza, 2013, op.cit., p.1.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
en abstracto, configurado por la cultura, y se expresa a
través de organizaciones y movimientos sociales. Es
decir, ambas instancias se aíslan y se establece como
improcedente el hecho, por ejemplo, de que la
organización “desde” la sociedad pueda estar marcada
por la ideología, y por tanto, sea asumida como una
expresión política. Se asume, en consecuencia, que lo
político sólo se desenvuelve en el espacio estatalinstitucional, y que son los partidos políticos los únicos
actores susceptibles de ideologización. Fuera del
espacio estatal, ya no hay ideología, sino cultura; no
hay acción política, sino acción “social”184.
La producción historiográfica de la HMC se basó
en buscar una alternativa a esta matriz categorial de la
tradición liberal. Para ello, historiadores como Julio
César Jobet y Hernán Ramírez Necochea, se nutrieron
de la tradición marxista, y buscaron disputar la
interpretación historiográfica liberal que aislaba lo
político de lo social. Su pretensión, por el contrario,
consistió en establecer esta relación como fundamental.
Por eso, en general, compartieron la idea de que lo
social correspondía al grado de desigualdad en las
relaciones sociales entre los sujetos en cuanto a la
producción de valor. En Chile, como en sociedades
predominantemente capitalistas, este grado de
desigualdad era radical, de modo que lo que existía
eran relaciones de explotación y de dominación, sobre
lo cual se constituían, entonces, dos clases en
contradicción, una dominante y otra dominada.
Respecto a lo político, ambos compartieron la idea de
que esta categoría correspondía al grado de asociación
y disociación entre los sujetos en torno a la producción
de poder. De modo que cuando el grado de asociación
de las clases dominadas era mínimo, entonces su
acción se encontraba fragmentada, y se constituían,
por
tanto,
variados
movimientos
sociales
no
necesariamente articulados entre sí. Por el contrario,
cuando el grado de asociación era alto, entonces se
constituía un movimiento popular que ofrecía un
proyecto alternativo de sociedad, y que buscaba
Sobre esta formulación de la concepción de la tradición liberal
de lo político y lo social, véase, Díaz González, Francisco, op. cit.,
2013.
184
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
disolver la contradicción de clases existente en
sociedades capitalistas.
Sin embargo, entre estos autores existió una
tensión al interior de esta matriz categorial compartida.
Esta tensión se dio entre Julio César Jobet y Hernán
Ramírez Necochea dado que este último en el
desempeño de su producción historiográfica opero bajo
la lógica, en el decir de Julio Pinto, de un “mecanicismo
exacerbado”. Es decir, oponiéndose a la concepción de
la tradición liberal que aislaba lo político de lo social,
terminó por subordinar lo político a lo social al buscar
relacionarlos. Así, en el prefacio a la segunda edición de
su Antecedentes económicos de la independencia de
Chile, expresó que no era su propósito “reducir la
génesis de la Independencia a términos o categorías
puramente económicos ni, mucho menos, hacerla
depender del anhelo de los criollos por obtener libertad
de comercio”. Su perspectiva, sostenía HRN, no se
identificaba con la del “elemental economismo
histórico, expresión pobre y deformada o esquema
caricaturesco e insuficiente de esa rica corriente
interpretativa del acontecer humano que es el
materialismo histórico”185. Su tesis consistió en que la
crisis colonial de 1810 se produjo por “la existencia de
fuertes e insuperables contradicciones de la estructura
e intereses económicos de Chile con la estructura y los
intereses económicos de la metrópoli y el imperio
español en su conjunto”. La conservación de la
sociedad colonial para fines del siglo XVIII comenzó a
limitar el desarrollo y la potencialidad económica de
Chile, de modo que “independiente del pensamiento o
de la voluntad de la gente, estaban dadas ciertas
condiciones objetivas fundamentales que favorecían la
emancipación que trabajaban en sentido disolvente de
los vínculos de subordinación en que la sociedad
chilena se hallaba respecto de la madre patria y que
daban a la independencia el rango de una imperativa e
insoslayable necesidad histórica”186. La independencia
sería, por tanto, “la culminación necesaria y natural del
crecimiento experimentado por Chile a lo largo de un
Ramírez N., Hernán, Antecedentes económicos de la
independencia de Chile, Santiago, Ed. Universitaria, 1967, p. 11.
186 Ibíd., p.12.
185
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
cuarto de milenio de coloniaje”187. Del mismo modo, en
otro texto, en la introducción de su Historia del
movimiento obrero en Chile de 1956, este autor
estableció que el proletariado era, hacia mediados del
siglo XX, “una clase en ascenso que crece y se fortalece
en la misma medida en que la parte más progresiva de
la economía crece y se fortalece”, por esto era en Chile
y en el mundo “la clase a la que pertenece el
porvenir”188.
Pero, por otro lado, Julio César Jobet desarrolló
una distancia no sólo hacia la concepción política
liberal, sino también ahora hacia la concepción política
estatista de impronta soviética. Por lo cual gran parte
de su obra la dedicó a asumir una posición crítica
hacia el Partido Comunista de Chile, y hacia lo que de
comunista pudiese haber habido en el Partido
Socialista. Consideró que aquel partido vivía “desligado
de nuestra realidad objetiva, sirviendo fielmente las
orientaciones de la III Internacional”. Debido a lo cual
se caracterizaba por su insistencia en “trasladar
conceptos, juicios y fórmulas hechas para realidades y
mentalidades distintas”. Así, en función de su “más
absoluta subordinación a los dictados del gobierno
soviético, […] sacrifica todos los intereses de las masas
trabajadoras”189. En cambio, sostenía Jobet, el
“socialismo democrático y revolucionario” –el que
asumía debía practicar el Partido Socialista– adhería a
un marxismo que evitaba caer en los dos peligros del
movimiento revolucionario: “el sectarismo esterilizador
y el oportunismo corruptor”. De modo que era
necesario:
…estudiarlo a fondo, sin actitudes preconcebidas de
adoración fanática o de aceptación estática, y, al
mismo tiempo, reconoce[r] la urgencia de enriquecerlo
y ensancharlo, infundiéndole constante vida acogiendo
en su seño todas la nuevas realidades y avances y así
impedir que se transforme en un credo momificado y
dogmático; utilizarlo para escudriñar la existencia
diaria, nacional e internacional, examinando y
Ibíd., p.15.
Ramírez N., Hernán, Historia del movimiento obrero en Chile.
Antecedentes, Siglo XIX, Concepción, Ed. LAR, 1986, p. 13.
189 Jobet, 1951, op.cit., p. 170.
187
188
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
clasificando los nuevos hechos y confrontando la teoría
con ellos.190
Lo que esta cita permite reconocer es que, al
menos en su caso, existió una actitud bastante menos
dogmática y menos “ceñida al marxismo internacional”
de lo que se le ha criticado a la historiografía marxista
clásica en general. Así, en esta misma línea, JCJ afirmó
que “por su carácter científico” el marxismo era “un
pensamiento
unificador
y
sintético,
[…]
que
presentándose como un conocimiento racional del
mundo […] sin cesar, se profundiza y se supera”. Su
valor esencial era el de “expresar las contradicciones y
los problemas de la sociedad contemporánea y en dar
las soluciones racionales a esos grandes problemas”191.
La vertiente teórica y doctrinal del Partido Socialista era
el marxismo “aceptado como un método de orientación
social, de conocimiento real y de acción revolucionaria”,
por lo cual “rechaza su interpretación reformista por
negarle su sentido revolucionario y creador; y rebate su
interpretación
autoritaria
y
dictatorial,
por
desnaturalizar
su
contenido
libertario
y
democrático”192. Por esta razón –argumentó– no era
posible negar que desde 1917 “el movimiento popular
se encuentra escindido en dos campos: el socialista y el
comunista”, pues existían serias divergencias teóricas y
políticas con “el movimiento político comunista, dueño
del poder en la URSS y en varios otros países de
Europa y Asia”193, lo cual se ha constituido en un
“sistema de despotismo burocrático, expresión y
superestructura de las relaciones sociales propias del
capitalismo de Estado”194. Según una auténtica
«política marxista» la revolución socialista era aquella
que:
…evita que la primera propiedad socialista, en forma
estatal, se transforme en propiedad exclusivamente
Jobet, Julio C., Los fundamentos del marxismo, Santiago, Ed.
Prensa Latinoamericana, 1971, p. 17.
191 Ibíd., p. 20.
192 Jobet, Julio C., El socialismo chileno a través de sus congresos,
Santiago, Ed. Prensa Latinoamericana, 1965, p. 6.
193 Jobet, 1971, op.cit., pp. 28-29.
194 Ibíd., p. 145-146.
190
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
estatal, porque desde ese instante el Estado se
convierte en potencia autónoma por encima de la
nueva sociedad. Y provocado tal hecho desaparecen la
democracia y la libertad proletarias. La revolución será
socialista, entonces, en la medida en que haga efectiva
la socialización de los medios de producción y su
administración por los trabajadores mismos, a través
de los sindicatos, consejos obreros, comités populares,
y descentralice las funciones administrativas por medio
de organismos de base, como son las comunas, los
comités de ciudadanos, los municipios.195
Julio César Jobet, dado el entrampamiento entre
la política liberal y la política comunista, creyó
necesario establecer una política marxista que superara
a las dos anteriores, cuestión que, según su postura
militante, era naturalmente su partido quien mejor
podía materializar. Este partido, el PS, había nacido
“como un partido profundamente chileno, enraizado en
su rica tradición popular revolucionaria, y como
culminación de un largo proceso de luchas ardorosas
de las clases laboriosas por forjar un instrumento de
sus intereses y de sus necesidades”196. Por su carácter
“chileno”,
consideró
la
interpretación
leninista
“superada ya por el dinamismo de la sociedad
contemporánea”, por lo cual la ideología del Partido
Socialista no era “marxista-leninista” sino “marxista a
secas”, pues enfatizaba “el ineludible proceso de
rectificación y de enriquecimiento de su conjunto
doctrinal”197. Independiente de cómo años después se
desenvolviera la historia de este partido en relación al
PC, esta posición se enfrentó directa e indirectamente a
la posición de Hernán Ramírez Necochea, en tanto
historiador y militante del Partido Comunista. La
prevención ideológica de Jobet de evitar deformaciones
dogmáticas (como el internacionalismo) en el área de la
práctica política implicó también una prevención
teórica cuyo propósito sirvió igualmente a evitar
Ibíd., p. 145.
Jobet, Julio C., “Notas sobre las concepciones marxistas del
Partido Socialista”, Revista Arauco, N° 68, Santiago, septiembre de
1965, p. 53.
197 Ibíd., p. 46.
195
196
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
limitaciones dogmáticas (como el mecanicismo) en el
ámbito del quehacer historiográfico.
En definitiva, es especialmente en la producción
de Hernán Ramírez Necochea, así como en la de
Marcelo Segall, donde se suelen alojar la mayoría de las
críticas que la historiografía posgolpe ha dirigido hacia
la historiografía marxista clásica. En este autor existió
efectivamente una producción intelectual marcada por
una tendencia hacia el obrerismo exacerbado, hacia un
mecanicismo categorial, y hacia un vanguardismo
depositado en el Partido Comunista como conductor de
la política obrera. Esto permite dejar en evidencia la
existencia de enfrentamientos y tensiones al interior de
la tradición, lo cual da pie para poder evitar oscurecer
con críticas generales, con las que se tiene amplio
acuerdo, ciertos elementos que pueden ser rescatados
en los autores y que, pudiendo constituir la base para
una renovación historiográfica, sirvan para superar las
limitaciones y deformaciones teóricas e ideológicas de
esta tradición pero sin negarla mediante una crítica
ahistórica. Se trata, por tanto, de cuestionar y disputar
el contenido de aquello ‘clásico’ que tiene esta corriente
historiográfica. Creemos que lo ‘clásico’ no se reduce a
las deformaciones mecanicistas por cierto presentes en
esta corriente. Incluye también esos elementos
rescatados acá del marxismo presente por ejemplo en
Jobet y en Barría, que creemos son actualizables e
integrables en los análisis sobre lo político y lo social
disponibles hoy en la historiografía chilena.
Según lo planteado acá, la HMC, en contra de la
opinión consensuada desde los 80, se trató de una
historiografía que buscó representar, en la medida de
sus posibilidades, la realidad histórica del contexto
nacional, para lo cual el análisis de clase marxista fue
fundamental (y a veces único), con el objetivo final de
poder ‘dar forma’ a esa realidad. Esta imagen más que
una figura retórica, representa la magnitud política que
para esta concepción tenía el hecho de comprender la
realidad mediante una perspectiva marxista. La
manera de darle uso a ciertos conceptos siempre nos
enfrenta a la posibilidad de que estos remuevan el velo
que oculta la violencia sobre la cual descansan otros
conceptos que la omiten. Tales omisiones estaban
presentes en la concepción liberal de lo social y lo
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
político, que los historiadores marxistas buscaron
superar a través de una matriz conceptual alternativa,
la marxista, y que comprendía que la relación dialéctica
de lo político y lo social era inescapable. Se evitaba así
reducir lo político al espacio estatal, y lo social a una
abstracta “sociedad” no atravesada por la lucha de
clases. Para la HMC, en cambio, se comprendió, por un
lado, que lo social hacía referencia al grado de
desigualdad bajo la forma de dominación estructural,
lo cual configuraba la existencia de una relación
conflictiva entre una clase dominada y otra dominante,
y, por el otro, lo político refería al grado de asociación
entre las clases populares y de disociación respecto a la
clase dominante, todo lo cual se desenvuelve tanto
dentro como fuera del Estado liberal burgués. Pues,
precisamente lo que estaba en disputa era la forma
histórica –socialista o capitalista, popular o liberal– que
adquiría lo político y lo social en el país.198
Sobre esta base, entre finales de 1940 y comienzos
de 1970 esta historiografía contó, pese a lo afirmado
por Gabriel Salazar, no sólo con “una amplia difusión
(académica y social)” sino también con un importante
“protagonismo (estudiantil, social y político)”199. Su
trabajo historiográfico desde el marxismo, y pese a
todas sus deficiencias generales y diferencias internas,
supuso un aporte en la generación de recursos y
elementos de análisis para disputar tanto lo político, lo
cual se dio de manera política-partidaria a través del
espacio de militancia de los historiadores, como lo
cultural-ideológico,
en
el
espacio
académico,
universitario y pedagógico. En estos espacios, se
ocuparon eminentemente de la confección de la historia
no sólo de las organizaciones y partidos populares, sino
también de la evolución histórica de lo social,
constatando los grados de dominación y explotación
durante parte del siglo XIX y comienzos del XX. Este
aporte fue el que acompañó y contribuyó a la
construcción de aquel movimiento popular que,
naciendo hacia fines de los cincuenta, halló su fin
violento el 11 de septiembre de 1973.
Sobre esta formulación de la concepción de la tradición
marxista de lo político y lo social, véase, Díaz, 2013, op.cit.
199 Artaza, 2013, op.cit., p.1.
198
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
La temporalidad como mecanismo de poder en la
historiografía liberal y conservadora chilena:
Repensando las construcciones historiográficas de
nación y ciudadanía en las primeras décadas del
siglo XX en Chile.
Mario Enrique Azara Guerrero200
Resumen
La historiografía chilena de comienzos del siglo XX ha
sido estudiada desde diversas perspectivas que
incluyen las categorías de nación, conflictos de clase,
pugnas políticas, y otras, sin embargo, no se ha
prestado atención al papel que cumplen las
concepciones de tiempo en la construcción de una idea
de nación, y su influencia en la determinación de
quiénes son partícipes de ésta y quiénes no.
Postulamos que, si bien no se ha dado importancia a
las concepciones temporales presentes en los discursos
historiográficos comienzos del XX, estas son gravitantes
porque determinan qué aspectos son relevantes para
ser resaltados como parte de la historia nacional y qué
sujetos serían los que forman parte de esta historia,
legitimando así un tipo de comunidad determinada,
como es la nación.
Tiempo, Historia y Nación
El enfoque de esta investigación está puesto en
la relación existente entre la Historia y el tiempo en la
construcción
de
las
“historias
nacionales”,
específicamente en el caso de la historiografía liberal y
conservadora en Chile a comienzos del siglo XX. El
período es relevante porque se dan una serie de
debates sobre lo que es la nación cuestionando las
bases que legitimaron el orden establecido por el
Estado durante el siglo XIX. De algún modo, los
contrates y ambivalencias en torno a lo que es “Chile”,
convirtieron a ese período en un momento que tiene
Licenciado en Historia de la Universidad Diego Portales.
Actualmente estudiante del Magister en Estudios
Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Correo:
[email protected]
200
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
mucho de refundacional y que influirá durante todo el
siglo XX y comienzos del XXI.
En primer lugar, es necesario establecer la
relación entre los conceptos de tiempo, historiografía y
nación. La intrínseca unión de estos conceptos y su
relación con las estructuras de poder, para el caso de
América Latina, queda patente con los movimientos de
independencia que se comenzaron a desarrollar a
comienzos del siglo XIX, que implicaron procesos de
construcción de “Estados-nacionales” sustentados en
ideales homogeneizantes que permitieran crear una
“unidad ficticia” entre los distintos colectivos que
conformaban la sociedad. Dado que la historia ha sido
comprendida como una realidad innegable, no se ha
prestado atención al aspecto temporal implícito en ella,
ni a la influencia de éste en la construcción de las ideas
de nación. En esta investigación postulamos que la
disciplina histórica, lejos de aludir a una materia que
tiene una única temporalidad incuestionable, se
construye en función de los intereses de grupos
particulares que se manifiestan en los acontecimientos
y protagonistas que aparecen destacados en la
cronología histórica nacional.
En este sentido, las construcciones históricas
(fundamentalmente
nacionales)
ligadas
a
la
conformación de los Estados nacionales modernos
poseen un carácter eminentemente político. Como
plantea Mario Rufer:
... una premisa central que ya ha sido planteada por
Benedict Anderson y Francois Hartog, entre otros: [es
que] las nociones de tiempo que la historia (y
particularmente la historia nacional) mantiene como
base de sus operaciones discursivas, son nociones
políticas (no unidades mecánicas de distribución de la
experiencia ni taxonomías físicas mesurables).201
Esto permite considerar los discursos históricos
no solo como verdades específicas, sino como
construcciones políticas al servicio de determinados
RUFER, Mario, La temporalidad como política, nación, formas de
pasado y perspectivas poscoloniales. P. 12-13 [PDF].
<http://www.scielo.org.co/pdf/meso/v14n28/v14n28a02.pdf>
[Consulta: 31 mayo 2013]
201
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
intereses y, por lo tanto, interpretaciones parciales, que
determinan los marcos de legitimidad de aquellos que
los promueven. Así, incluyendo una única forma de
temporalidad considerada “universal”, se legitima la
incorporación a la noción de ciudadanía y nacionalidad
solo a aquellos sujetos que se identifican con los
eventos históricos destacados, excluyéndose a quienes
no lo hacen.
Esta investigación se centrará en tres conceptos
específicos, como mencionamos anteriormente, que
direccionarán el análisis: tiempo, historiografía y
nación. Si bien son conceptos distintos, para efectos de
esta investigación se hace extremadamente difícil
definirlos por separado debido a que tiempo e
historiografía se conjugan para la construcción de la
nación por lo que los definiremos en conjunto,
relacionándolos entre sí.
El tiempo es difícil de definir y en torno a él han
girado muchos debates. En la antigüedad, Aristóteles202
lo definía como un elemento mecánico. San Agustín203,
por su parte, establece la idea del tiempo como un
triple presente donde confluyen el pasado de las cosas
presentes, el presente de las cosas presentes y el futuro
de las cosas presentes, lo que le permite concebirlo
como experiencia humana. Más adelante, por nombrar
a algunos de los pensadores que han reflexionado sobre
el término, Walter Benjamin204 analiza el tiempo
instrumentalizado dentro de la modernidad en función
del progreso, y lo concibe como homogéneo y vacío,
homogéneo, debido a que se establece como la única
forma posible de concebirlo excluyendo cualquier
diferencia; y vacío, porque puede llenarse con una
masa de hechos históricos diversos. En base a esto,
Benjamin señala que esta idea de progreso ha
“capturado” la historia, impidiéndole hacer otra cosa
que seguir adicionando datos y ver crecer la masa de
hechos que van llenado el pasado. Esta idea queda
muy bien representada en la imagen del “Ángel de la
Historia” cuya
ARISTÓTELES, Física, España, Gredos, 1998.
AGUSTÍN, Santo, Obispo de Hipona, Las confesiones, Madrid,
Alianza, 1996.
204 BENJAMIN, Walter, Conceptos de filosofía de la historia, Buenos
Aires, Terramar, 2007.
202
203
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
[…] cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para
nosotros aparece como una cadena de acontecimientos,
él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar
ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel
quisiera detenerse, despertar a los muertos y
recomponer lo despedazado. Pero una tormenta
desciende del paraíso y se arremolina en sus alas y es
tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. Esta
tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro,
al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de
ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo
que llamamos progreso205.
Esta idea es retomada por Benedict Anderson, en
su análisis sobre la construcción de las comunidades
nacionales, señala que el “[…]‘tiempo homogéneo,
vacío’, [es] donde la simultaneidad es, por decirlo así,
transversa, de tiempo cruzado, no marcada por la
prefiguración y la realización, sino por la coincidencia
temporal, y medida por el reloj y el calendario”206, es
decir una concepción universal del tiempo, prefigurado
y fijado sin relación alguna con las prácticas sociales,
que se va llenando de acontecimientos y sucesos
“importantes” para las clases que detentan el poder.
Son ellos los que plantean su comprensión de la
experiencia humana y, con ello, un marco temporal
determinado como el único posible, ligado a la
construcción de los Estados nacionales y a su
búsqueda de una legitimidad que los sustente.
En este sentido, la escritura de la historia cobra
vital importancia porque se establece como aquella
disciplina que tiene en sus entrañas la capacidad de
controlar la construcción del tiempo. Por ejemplo, Marc
Bloch plantea que “éste [el tiempo] es el plasma en el
que se bañaban los fenómenos históricos”207; en tanto
que Alfredo Jocelyn-Holt208 señala que la característica
principal de la historia es el “control” del tiempo, por lo
Ibíd. P. 70. Las negrillas son mías.
ANDERSON, Benedict, Comunidades imaginadas, México,
Fondo de Cultura Económica, 1993, P. 46.
207 BLOCH, Marc, Introducción a la Historia, México, Fondo de
Cultura Económica, 2006, P. 31.
208 JOCELYN-HOLT, Alfredo, Historia General de Chile, Santiago,
Sudamericana, 2004.
205
206
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
menos el control de un sentido de tiempo histórico. De
esta forma, la escritura de una “historia nacional”, no
puede pensarse, hoy, como imparcial, sino como la
construcción de una o varias realidades históricas que
responden a concepciones políticas vinculadas a la
creación de los Estados nacionales, momento en el que,
no por casualidad, se pensó la Historia como una
disciplina científica.
Desde una perspectiva distinta, Walter Mignolo209
hace un planteamiento interesante sobre las
concepciones temporales en la producción del
conocimiento en las ciencias sociales. El autor revela el
carácter central que posee el tiempo en la epistemología
occidental moderna, como eje articulador de lo que él
llama la diferencia colonial, esta última consiste en la
imposición de una única forma de conocimiento,
sustentada en un solo tiempo universal, que anula
cualquier otra epistemología no occidental (indígena,
asiática, etc.). La función del tiempo dentro de este
discurso permite extender una línea que separa la
naturaleza de la civilización, ubicando a las sociedades
“menos avanzadas” (fundamentalmente todas las no
occidentales y principalmente las indígenas) más cerca
de la naturaleza que de la civilización, mientras que la
sociedad europea se encontraría del lado de la
civilización. Así, la noción de tiempo permite diferenciar
sociedades que se desenvuelven en un mismo territorio.
Antes, en la época medieval, esta diferenciación se
hacía mediante una separación espacial que colocaba a
los “bárbaros” en los límites espaciales de la
civilización; ahora los bárbaros se transforman en
“primitivos” que entran en la diferenciación temporal.
De esta forma, entenderemos el tiempo como una
construcción social que es capaz de dar cuenta de la
experiencia de los sujetos, pero que a su vez puede ser
empleado como medio de dominación, es decir como
sustento de formas de poder determinadas, sobretodo,
cuando se trata de establecer modelos sociales
CONFERÊNCIA INTERNACIONAL: A CONSTRUÇÃO DO TEMPO E
OS FUTUROS POSSÍVEIS, Rio de Janeiro, Brasil, 10-12 mayo,
1999. Mignolo, Walter, “Coloniality at Large: Time and the colonial
difference”.
209
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
estandarizados
que
busquen
homogeneizar
la
experiencia. Un ejemplo básico de esto es el calendario.
Por otro lado, la Historia como disciplina
supuestamente científica, está íntimamente relacionada
con el surgimiento de los Estados nacionales europeos,
ya que fue pensada como un medio de legitimación
para las clases dirigentes y de los mismos Estados
modernos;
así
como
un
mecanismo
de
homogeneización para el resto de la sociedad. El
mecanismo consistía en construir, a través del relato
histórico, un origen “nacional” común, que muchas
veces se situó en un tiempo anterior a la formación del
Estado, y que se fundaba en elementos supuestamente
comunes como las lenguas vernáculas, las costumbres
o las creencias.
En este sentido, la relación entre historia y poder
es clave en el desarrollo y legitimación de determinadas
estructuras, especialmente las de poder, en la
conformación de las sociedades modernas, dentro de
los procesos de legitimación realizados en los nacientes
Estados nacionales que se conformaron en América.
Así, la idea de una sociedad unificada, con un origen
común, fue fundamental.
Desde una perspectiva más contemporánea, la
teoría poscolonial de finales del siglo XX, a la cual
pertenecen las reflexiones de Mignolo, plantea una
crítica a las ideas tradicionales de la construcción de
los Estados nacionales, principalmente en los casos de
Asia, África y América del Sur, donde difícilmente se
pueden
establecer
los
modelos
de
nación
homogeneizante, exportados por Europa, sin que ello
conlleve una violencia implícita o explícita de la
diversidad cultural de estas regiones. La crítica se
dirige, principalmente, a la construcción histórica de la
nación y al carácter de verdad irrefutable que se le
tiende a otorgar.
En este sentido, son interesantes, y sugerentes, la
ideas planteadas por Michel-Rolph Trouillot en su libro
Silencing the past. El autor plantea allí una discusión
entre lo que es considerado historia y lo que no lo es,
sobre todo por la intención de generar una verdad a
través de las dinámicas colonialistas llevadas a cabo
desde Occidente hacia el resto del mundo. En este
sentido, Trouillot señala que “la clasificación de todas
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
las
[sociedades]
no
occidentales
como
fundamentalmente no históricas está ligada a la
presuposición de que la historia requiere un sentido
lineal y acumulativo del tiempo que permita al
observador aislar el pasado como una entidad
distinta”210. Esto es interesante porque da cuenta del
proceso que ocurre en América al momento de crear los
Estado nacionales en el siglo XIX, es decir, de la
capacidad de la historia, como disciplina, para
establecer una temporalidad única y universal,
pensada en términos lineales, que le permite,
finalmente, el control del tiempo. Ello, junto con su
capacidad para construir “verdades”, la convierte en el
medio perfecto para legitimar los Estados nacionales,
estableciendo una sola versión de
lo que era
considerado como “historia nacional”. Todo, y todos, los
que no entraban en ese relato quedaban relegados a un
no tiempo o a pasados tan remotos que no
constituirían parte de la historia. En otras palabras, y
citando nuevamente a Rufer, las historias nacionales
perpetuaron una idea central del dominio colonial “la
abstracción de las temporalidades múltiples (y los
mundos de la vida divergentes) en la imagen
omnicomprensiva
de
la
nación
homogénea
independiente”211.
En cuanto al concepto de nación, Anderson lo
describe como una “comunidad política imaginada
como inherentemente limitada y soberana”212, distinta
a las otras comunidades, como la religiosa o dinásticas.
En sus palabras:
Es imaginada porque aún los miembros de la Nación
más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus
compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de
ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de
su comunión213.
Así, el autor postula que existen una serie de
artefactos culturales que son creados, por una clase
TROUILLOT, Michael-Rolph, Silencing the past. Boston, Beacon
Press Books, 1995, P. 7. La traducción y las negrillas son mías.
211 RUFER, Mario, op.cit. p. 15.
212 ANDERSON, Benedict, op.cit. p. 23.
213 Ibíd.
210
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
particular, para generar un apego espontaneo de las
personas hacia la idea de nación. Estos artefactos de
difusión serían, por ejemplo, publicaciones como
novelas y periódicos, los que generan una difusión de
los sistemas ideológicos que componen el Estado. Es lo
que el autor denomina como “capitalismo impreso”. En
nuestro caso, la historiografía será uno de estos medios
de difusión y legitimación de la idea de nación y
expansión del capitalismo impreso, estableciendo una
historia nacional que se plantea como única e
irrefutable.
De
esta
forma,
como
plantea
Dipesh
214
Chakrabarty , en su análisis para el caso de la India,
los tres conceptos se relacionan directamente. Para el
autor, uno de los factores predominantes en la
construcción de los relatos históricos es “el deseo de
ser moderno”, que, marcado por el intento de construir
una historia nacional bajo los parámetros de la
modernidad europea, es decir de una identidad
nacional recreada en el sujeto ciudadano, estaría
destinada a fracasar en otras regiones como la India o
América del Sur. Esto debido a que esta historia es
incapaz de dar cuenta de otras realidades mientras
tenga como su centro el referente europeo. Volviendo a
Rufer,
[…] en la historia-narración, el sujeto ciudadano (que
en los países poscoloniales responde generalmente a
un sujeto fallido, en transición, racializado, mestizo)
reemplazó al dominado colonial bajo un aspecto que la
historia hizo
propio: la abstracción de
las
temporalidades múltiples (y los mundos de la vida
divergentes) en la imagen omnicomprensiva de la
nación homogénea independiente.215
El problema del tiempo, entendido en clave
nacional, es que sólo permite la creación de una, y solo
una, identidad nacional, de modo que toda otra forma
de concebir la temporalidad, es decir la experiencia,
CHAKRABARTY, Dipesh, “La poscolonialidad y el artilugio de la
historia: ¿Quién habla en nombre de los pasados “indios”?”, En:
DUBE, Saurabh, comp. Pasados Poscoloniales. México, Colegio de
México, 1999.
215 RUFER, Mario, op.cit. p. 15.
214
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
queda relegada en el discurso histórico, al pasado. En
este sentido, encontramos el análisis que hace Rufer de
los postulados de Johannes Fabian en Time and the
other cuando este último plantea que “al espacializar el
tiempo, la diferencia cultural del Otro es concebida
como distancia”216. Una distancia que permite aislar en
el pasado, aquellas otras formas de concebir el tiempo,
lo que se aprecia, por ejemplo, en la división de campo
que se hace entre antropología e historia, donde las
comunidades indígenas, comúnmente, son relegadas a
la primera y excluidas de la segunda.
Es en función de todo lo anterior que postulamos
que las concepciones universales de “tiempo
homogéneo vacío”, que comprende tanto la linealidad
propia de los ideales liberales, así como una forma
cíclica de un eterno retorno a un pasado, representada
en los conservadores, determinan distintas ideas de
nación y, por lo tanto, de ciudadanía de los sujetos que
la conforman. Este proceso no sólo incluye a los sujetos
considerados “nacionales” sino que excluye, a través de
una violencia implícita, realidades y formas de
identidad distintas a las predominantes en esos
discursos. En esta investigación analizaremos,
principalmente, el elemento temporal presente en los
discursos historiográficos erigidos por las principales
corrientes historiográficas de la época: la liberal y la
conservadora.
Entre el optimismo desenfrenado y el pesimismo
obsecuente
Las primeras décadas del siglo XX chileno puede
pensarse como una serie de contradicciones y
ambivalencias, producto de los contrastes existentes
entre las promesas de modernidad, es decir, la idea de
un futuro brillante para Chile asegurado, en ese
momento, en la bonanza económica del salitre; y la otra
realidad palpable en los demás ámbitos de la vida
nacional, con el surgimiento de nuevos actores y
modelos de país, consecuencia de los mismos procesos
de modernización dentro de los cuales no estaban
incluidos, y que por lo tanto constituyen la contraparte
216
Ibíd. p. 17.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
de ese optimismo “modernizante”. En este sentido, la
tensión existente entre estas dos realidades va a
producir un escenario en el que van a resaltar distintos
actores que venían cobrando relevancia desde el siglo
anterior, quienes darán cuenta de un profundo
sentimiento de inconformidad y desilusión en todos los
niveles de la vida nacional, que contrasta con el
optimismo que mostraba la oligarquía en cuanto al
progreso modernizante de la nación.
Así, podemos pensar que la tensión entre estas
dos caras de la modernidad, es decir entre ambas
realidades, generó un ambiente de crisis, debido a que
se comenzarán a cuestionar las bases en las que se
legitimaba no tan solo el gobierno sino la sociedad en
general, del que darán cuenta los numerosos discursos
y debates que se gestaron en la esfera pública durante
este período. De esta forma, los distintos ámbitos de la
vida nacional, como la economía, la política, la
vivienda, la educación, e incluso la historia, entre otros;
se erigirán como campos de batalla entre las diferentes
corrientes que encarnarán las disímiles visiones sobre
la modernización del país y sus consecuencias, así
como las ideas de nación y la inclusión o exclusión de
determinados sujetos.
Es interesante, y sugerente, considerar la
categoría de tiempo como el eje central que subyace a
estos debates, junto con otras como clase, raza, etc.,
porque va a ser la concepción temporal la que delimite
los marcos de lo que es considerado dentro de la
historia nacional y aquello que no. De esta forma, la
Historia se articula como la base que va a sostener y/o
criticar, determinados modelos de Estado y de
sociedad. En este sentido, podemos pensar que en este
comienzo de siglo asistimos a un choque de estructuras
temporales que pugnan por establecer un modelo
determinado de sociedad, y por lo tanto de nación. El
motivo por el que podemos pensar que el tiempo se
erige como una categoría que no puede ser obviada, es
que la construcción de la nación, dentro del
pensamiento moderno, en función de una idea de
tiempo homogéneo-vacío217, implica una, y solo una,
determinada forma de comprender la sociedad, que
217
ANDERSON, Benedict, op.cit.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
excluye cualquier otro tipo de experiencia temporal,
relegándola del ámbito de la historia, aspecto que, en el
caso de Chile, se evidencia en la composición de las
historias nacionales propuestas por las corrientes
liberal y conservadora como evidenciaremos más
adelante.
Durante el siglo XX, se produce la incorporación
de nuevos actores a la esfera pública nacional (clase
media, proletarios, “campesinos”, entre otros) que
cuestionan los modelos aristocráticos de pensar la
nación y se posicionan de forma crítica frente a los
procesos de modernización, cuestionando su verdadero
alcance dentro de la mayor parte de la sociedad. No es
que se opongan a los procesos de modernización, sino
que objetan su verdadero alcance hacia los grupos
marginales de la población.
El contexto específico en el que surgen estos
nuevos actores, está marcado por el desarrollo de
medidas concretas de modernización que se venían
aplicando desde la segunda mitad del siglo XIX,
especialmente después de la Guerra del Pacífico y la
explotación del mercado del salitre en 1883, que le
otorgó al Estado los recursos necesarios para hacerse
presente a lo largo y ancho del territorio nacional218.
Dentro de estas medidas destaca, como uno de sus
pilares
fundamentales,
la
inversión
en
la
infraestructura ferroviaria y en las redes de
comunicación, por ejemplo “se expandió la red de
telegrafía, se instalaron las primeras líneas telefónicas,
se construyeron caminos, puentes, obras marítimas y
portuarias y los ferrocarriles estatales, que hacia 1890
cubrían poco más de 1.000 kilómetros, abarcaban
5.000 en 1913”219. Económicamente, el país
experimentó una industrialización, promovida por la
CORREA, Sofía; JOCELYN-HOLT, Alfredo; FIGUEROA,
Consuelo; ROLLE, Claudio y VICUÑA, Manuel. Historia del Siglo
XX chileno, Santiago, Editorial Sudamericana Chilena, 2001. Estos
historiadores han planteado que, a pesar de que la explotación del
salitre quedó en manos de empresas privadas extranjeras, el
impuesto que cobraba el Estado hacía que las ganancias se
repartieran en partes iguales entre las utilidades de las empresas,
el costo de extracción y el porcentaje que le correspondía al
Estado.
219 Ibíd. P. 24.
218
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
presencia extranjera y debida, sobre todo, a la
explotación del salitre220 que inundó también la
producción en el campo a través de la incorporación de
nuevas tecnologías y maquinarias, que desde 1883
fueron estimuladas por la Sociedad de Fomento Fabril
(SOFOFA), lo que se tradujo en un aumento
exponencial de la cantidad de industrias en el país. Por
otra parte, esta presencia industrial en el campo
propiciará procesos de migración interna que llevaran
flujos poblacionales a las ciudades, elemento que
propiciará el surgimiento de nuevos actores dentro de
la esfera pública
urbana, como los obreros, que
tendrán un rol fundamental en el ámbito público de
comienzos del siglo XX221.
Por otro lado, la contraparte del progreso material
de la modernización se siente con fuerza en los sectores
“bajos” de la sociedad, que viven en condiciones
paupérrimas en casas como conventillos o habitaciones
que no reunían las características necesarias para el
desarrollo de una vida digna y saludable222. Lo que se
agrava con los procesos migratorios internos (campociudad), que venían produciéndose desde las últimas
dos décadas del siglo XIX debido, como mencionamos,
a la implementación de maquinaria en el campo y la
creación de nuevos puestos de trabajo en la ciudad.
Entre 1875 y 1907 la población rural se redujo de un
73 por ciento a un 57 por ciento a favor del aumento de
Ver: ORTEGA, Luís, Chile en ruta al capitalismo: cambio, euforia
y depresión 1850-1880, Santiago Chile, LOM Centro de
Investigaciones Barros Arana, 2005.
BLAKEMORE, Harold; ORTEGA, Luis (ed.), Dos estudios sobre el
salitre y política en Chile: (1870-1895), Santiago, Universidad de
Santiago de Chile. Departamento de Historia, 1991.
221 CORREA, JOCELYN-HOLT, FIGUEROA, ROLLE, y VICUÑA,
op.cit.
222 Ver: SAGREDO BAEZA, Rafael, Historia de la vida privada en
Chile, Santiago, Taurus, 2007-2008.
RAMÓN DE, Armando; GROSS, Patricio (comps.), Santiago de
Chile: Características histórico ambientales, 1891-1924, Londres,
Monografías de nueva historia, 1985.
ROMERO, Luis Alberto, ¿Qué hacer con los pobres? Elites y
sectores populares en Santiago de Chile 1840-1895, Santiago,
Chile: Ariadna Eds., 2007.
ESPINOZA, Vicente, Para una historia de los pobres en la ciudad,
Santiago, Ediciones SUR, 1988.
220
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
la población urbana223, sobre todo en Santiago que en
1895 contaba con “256.403 habitantes, y en 1907, con
332.724”224, elemento que la terminó por consolidar
como la ciudad más importante del país. Sin embargo,
las ciudades no estaban preparadas para recibir estos
flujos migratorios, lo que se tradujo en el hacinamiento
y la propagación de enfermedades, debido a las
pésimas condiciones higiénicas. Un documento titulado
La mortalidad de los niños en Chile, publicado por La
Sociedad Protectora de la Infancia, señala que, para el
segundo lustro de la década de 1880, la mortalidad
infantil ascendía al 30,3% y que “de cada 1,000
defunciones que se anotan cada año mas del 50%, hai
quienes la hacen subir a 60%, está representado por
los niños, en tanto que en Europa apenas representan
el 46%”225.
La
modernización
también
tendrá
como
consecuencia, producto de la industrialización del
norte salitrero del país desde finales del siglo XIX, la
conformación de una clase proletaria que adquirirá
cada vez más protagonismo en la esfera pública. Desde
1890, que se realizó la primera huelga grande del país,
la situación social de las clases marginales se fue
deteriorando progresivamente sin que el Estado tomara
medidas para mejorarla. Es en este punto que los
sectores proletarios adquirieron protagonismo en la
esfera pública, organizando y liderando una serie de
huelgas y protestas que apuntaban a la mejora de sus
condiciones de trabajo, vivienda, alimentación, salud,
etc. De esta forma, el siglo XX comienza con una serie
de huelgas, la primera de las más grandes, se produjo
en Valparaíso (1903), a partir de una huelga portuaria
que duró varias semanas, a la que siguieron la de
Santiago en 1905, producida por los altos precios de la
carne; la de Antofagasta en 1906; para llegar a un
MORRIS, James, “La cuestión social”, En: GODOY URZÚA,
Hernán, Estructura social de chile, Santiago, Los Andes, 2000, P.
238.
224 CORREA, JOCELYN-HOLT, FIGUEROA, ROLLE, y VICUÑA,
op.cit.. p. 27.
225 SIERRA, L. y MOORE, Eduardo, La mortalidad de los niños en
Chile, Valparaíso, Imprenta y Litografía Central, 1895, P. 7.
223
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
punto álgido en 1907 con la matanza de Santa María
de Iquique226.
Estas voces disidentes van a representar
estructuras sociales que no calzan del todo dentro de
las ideas del tiempo homogéneo-vacío y que reclaman
por ser incluidas en un modelo de nación heterogéneo
que reconozca sus méritos en la construcción y el
desarrollo del país, así como también dentro de la
Historia nacional. En cierta forma, la historia escrita
por estos sectores, a través de personajes como
Recabarren227 por ejemplo, hace “saltar el continuum
de la historia”228, resquebrajando esta unidad temporal
ficticia que sostiene la idea del tiempo como homogéneo
y vacío, algo así como buscando que el “ángel de la
historia” logre reaccionar frente al huracán del
progreso, característica que Bejamin señala como
“propia de las clases revolucionarias en el instante de
su acción”229
En síntesis, el resultado de un proceso de
modernización excluyente, y por lo tanto desigual, que
genera las condiciones para el surgimiento de nuevas
clases sociales que se van a encontrar frente a frente en
la esfera pública, va a tensionar el ambiente nacional,
produciendo una sensación de crisis y, por lo tanto, la
elaboración de nuevas formas de pensar la nación y la
historia nacional. En este sentido, es interesante que
muchos de estos discursos no se quedaron sólo en
propuestas que apuntaban a la mejora de problemas
específicos, sino que se formularon en términos de
propuestas globales que suponían un cambio
trascendental en las ideas sobre las que se había
erigido hasta entonces el país, cuestionando sobre todo
categorías como la de nación y ciudadanía. Finalmente,
esta época pone de manifiesto una crisis sobre “¿qué es
la nación?”, pero sobre todo ¿quiénes forman parte de
MORRIS, James, op.cit. P. 242-243.
Aquí aludimos al famoso discurso de Recabarren para el
centenario: Conferencia dictada en Rengo, la noche del 3 de
septiembre de 1910, con ocasión del Primer Centenario de la
Independencia. Disponible en:
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0003647.pdf.
228 BENJAMIN, Walter, Conceptos de filosofía de la historia, Buenos
Aires, Terramar, 2007, P. 73.
229 Ibíd.
226
227
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
ella? Estas, entre otras, son preguntas fundamentales
que se realizan en la época y que nosotros no podemos
obviar al momento de estudiar este comienzo de siglo
que va a tener mucho de “fundacional” para el devenir
del país.
Así, la Historia se establecerá como el campo en
que se enfrentarán las distintas posturas. En este
sentido, ya hemos mencionado el papel que cumple la
historia en la construcción de los Estados nacionales
modernos, a través de la elaboración de un discurso
homogeneizante que sienta las bases de la nación en
una serie de características específicas, muchas veces
excluyentes. En el caso de Chile, la historia actuará,
como menciona Julio Pinto, como el “espejo”, es decir el
reflejo, de las “batallas”, tanto sociales como políticas,
que se entablan sobre el tipo de país que se quiere y las
demandas del pueblo por ser escuchados dentro de
esta lucha230. En este sentido, podemos pensar en la
elaboración historiográfica como un instrumento para
la legitimación de ideas temporales que sustentan, a su
vez, modelos de nación y de ciudadanía, situando en el
pasado aquellos elementos que caracterizan aquello
que es considerado aceptable en el presente.
La temporalidad como eje de la historia nacional. La
construcción de la nación y la sociedad en la
historiografía liberal y conservadora
Durante el siglo XX, producto del ambiente de
crisis y el surgimiento de nuevos actores sociales, en
Chile se desarrolló un debate historiográfico en torno a
la forma de concebir la “historia nacional” y los valores
que ésta debía comprender. En esta investigación se
plantea que las concepciones de un tiempo homogéneo
vacío (considerado universal), que comprende tanto
una forma lineal y progresiva de entender el tiempo
encarnada por los ideales liberales, como una forma
más cíclica de un eterno retorno a un pasado
específico, es decir hacia una tradición determinada
que legitima el presente, como una nación atávica de
230PINTO,
Julio, Cien años de propuestas y combates: la
historiografía chilena del siglo XX, México, Universidad Autónoma
Metropolitana, 2006.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
existencia inmutable, determinan distintas ideas de
nación que han pugnado en Chile, estableciendo
distintas concepciones de ciudadanía. Ambos procesos
no sólo incluyen a los nacionales sino que excluyen, a
través de una violencia implícita, realidades y formas
de identidad distintas a las predominantes en esos
discursos. En este apartado nos enfocaremos
principalmente al elemento temporal presente en los
discursos historiográficos erigidos por las principales
corrientes historiográficas de la época: la liberal y la
conservadora, con las exclusiones que ellas conllevan.
Para dar cuenta esto analizaremos dos casos. El
primero, consiste en la idea de establecer una forma de
comprender el desarrollo cronológico de la historia
nacional en La Fronda Aristocrática en Chile, original de
1927, obra de Alberto Edwards y en Las Ideas Políticas
en Chile, original de 1946, de Ricardo Donoso que él
mismo planteó como una respuesta al trabajo de
Edwards. Nos centraremos, específicamente, en las
formas de interpretar la independencia, y la posterior
intervención de Diego Portales en la “historia nacional”.
Ambos autores coinciden en que la sociedad de
ese momento era netamente aristocrática, debido a que
estos sujetos eran los que tenían el poder, mientras que
el pueblo no se preocupaba del acontecer político y el
componente indígena era prácticamente inexistente.
Sin embargo, a partir de este punto encontramos
diferencias en las interpretaciones. Ya que si bien los
dos se fundan en una idea del tiempo como homogéneo
y vacío, los parámetros que homogeneizan la
experiencia temporal que delimite los marcos de la
nación son distintos.
Para
Edwards,
referente
del
pensamiento
conservador, la Independencia es vista como un evento
fortuito y accidental231, por lo que, para él, si Napoleón
no hubiera invadido la península Ibérica y apresado al
Rey, nunca se habría producido este evento, ya que la
sociedad chilena estaba formada en la tradición y en
los lazos de obediencia hacia el monarca. Por lo tanto,
la Independencia no sería sino un acontecimiento más
dentro de la “masa de hechos” que compone el
EDWARDS, Alberto, La fronda aristocrática en Chile, Santiago,
Editorial universitaria, 2012, p. 46.
231
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
continuum de la historia nacional, cuyas raíces se
encuentran en la Colonia, desconociendo todo
trasfondo doctrinario o ideológico. Así Edwards apela a
la idea de un Alma Nacional que se quiebra con la
independencia pero que se recompuso con la figura de
Diego Portales y la “restauración” que habría llevado a
cabo en 1830, invisivilizando, por cierto, los 20 años de
gobierno liberal. Menciona que la obra de Portales fue:
La restauración de un hecho y un sentimiento, que
habían servido de base al orden público, durante la paz
octaviana de los tres siglos de la colonia; el hecho, era
la existencia de un poder fuerte y duradero, superior al
prestigio de un caudillo o la fuerza de una facción; el
sentimiento, era el respeto tradicional por la
autoridad en abstracto, por el poder legítimamente
establecido con independencia de quienes lo
ejercían232.
Por su parte, Donoso233 se refiere a la
Independencia como un acontecimiento eminentemente
ideológico, reivindicando las acciones de los liberales, o
libres pensadores, y los padres de la patria, en sus
esfuerzos por romper el vínculo con el pasado colonial y
permitir el progreso de la nación. Para esto recurre al
positivismo propio de la historiografía liberal
decimonónica, mostrando un abundante trabajo de
fuentes y citas. Para Donoso la influencia ideológica de
la Independencia, manifestada en el tránsito de ideas
entre las aristocracias latinoamericanas que llevó al
surgimiento de un sentimiento de solidaridad entre
ellas, es central. De esta forma, al contrario de
Edwards, para Donoso éste no fue un hecho fortuito
sino una gesta premeditada en favor de los derechos
del hombre que marca un quiebre con el pasado
colonial. En este sentido, sería el punto de partida de la
historia nacional. Por lo tanto, para Donoso no habría
existido una restauración, como la de Portales, sino
que, por el contrario, había que avanzar en la
configuración
de
una
República
democrática
conformada por ciudadanos libres. En el modelo
232Ibíd.
P. 61, Las negrillas son mías.
DONOSO, Ricardo, Historia de las Ideas Políticas en Chile,
México, Fondo de Cultura Económico, 1946.
233
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
histórico planteado por Donoso, la Independencia se
erige como el origen mítico de la nación que legitima el
establecimiento del Estado y un hito en la búsqueda
del progreso.
En este sentido, las acciones de Portales fueron,
para los liberales, un contratiempo en el avance hacia
el desarrollo de un sistema político-democrático, que
además señalaría el nivel de atraso en que estaba
sumergido
Chile.
Donoso
plantea
que
esta
“restauración portaleana”, más que el éxito de un
partido y una doctrina, es una reacción social que
resultaría en la organización definitiva de la República,
acorde con el estado de desarrollo de la sociedad y
cultura política234. En otras palabras el pueblo tenía el
gobierno que se merecía, a pesar de los esfuerzos
liberales por ampliar sus derechos.
Hasta aquí hemos observado algunos ejemplos de
la función cronológica del tiempo para resaltar
determinados acontecimientos con el propósito de
fortalecer algunas posturas y debilitar u ocultar otras,
en función de establecer modelos de nación. En este
sentido, lo relevante aquí es qué tipo de pasado es
necesario recordar en la tradición histórica del país,
para darle sentido al presente y enfrentar el futuro.
En ese proceso de mostrar y ocultar, no todos los
sujetos ingresan a la historia nacional. En este punto
haremos referencia a algunas obras de Domingo
Amunátegui Solar, Historia social de Chile (1932) y
Formación de la nacionalidad chilena (1943); y de
Francisco Antonio Encina, Nuestra inferioridad
económica, original de 1912.
Ambos autores presentan perspectivas diferentes.
Mientras Amunátegui se centra en el estudio de los
orígenes de la estructura social chilena y su evolución
hasta el siglo XX, Encina se enfoca en los motivos de la
crisis de la economía nacional a comienzos del siglo XX,
para lo que, sin embargo, se refiere a la constitución de
la estructura social del país. Pese a sus diferencias, en
ambos autores encontramos fuertes concepciones
raciales que, conjugadas con las categorías temporales,
establecen estratos y estándares de ciudadanía.
234
Ibíd. P. 98.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
Amunátegui, por ejemplo, dedica varias partes de
sus libros a la conformación de las clases bajas. El
autor, establece una evolución cronológica de estas
clases en función de sus rasgos culturales y aptitudes
físicas, desde la colonia hasta su presente. Para él “los
progresos de la colonia fundada por Pedro de Valdivia
no se debieron […] a la lucha entre dos razas de
equivalente cultura, sino por la conquista paulatina
de un pueblo casi bárbaro por otro que llevaba
varios siglos de civilización europea”235. Amunátegui
plantea que esa mezcla entre una cultura avanzada,
los españoles, y otra atrasada, los indígenas, es el
origen de la sociedad chilena actual; señalando que la
gran mayoría de la población, al momento de la
Independencia, era el resultado mestizo de esa mezcla.
De manera que “si a veces los conquistadores se
portaron crueles con los naturales de América no
puede negarse que fueron grandemente humanos
cuando confundieron su sangre con la de ellos, y
formaran de las dos nacionalidades”236.
Para el autor los mestizos estarían más avanzados
que los indígenas, a pesar que heredaran muchos de
sus males como el alcoholismo. Ha sido el acceso a la
educación la que los sitúa en otro estrato.
Lentamente han ido modificando sus costumbres y sus
ideas, hasta convertirse en un pueblo culto, idóneo
para los trabajos más difíciles y complicados de la vida
moderna […] la mejor prueba de esta afirmación se
halla en la actual condición social de nuestras clases
populares. Esta es muy superior a la de las
reducciones de los siglos XVI y XVII237.
Así, el tiempo sirve para otorgar características
diferentes a los mestizos en función de su progreso
tempo-evolutivo (serían la mezcla entre una raza
primitiva y una civilizada) que los desmarca de los
indígenas como una raza diferente. De esta forma, el
tiempo actúa como el eje en el que sitúa a los sujetos y
AMUNÁTEGUI SOLAR, Domingo, Formación de la nacionalidad
chilena, Santiago, Eds. Universidad de Chile, 1943, P. 8, Las
negrillas son mías.
236 Ibíd. P. 137, Las negrillas son mías.
237 Ibíd. P. 25.
235
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
se les determina racialmente, en el presente o en el
pasado.
Por su parte, Encina plantea un “lazo indisoluble
entre el suelo y la raza”238. Para él en ese momento
Chile se encontraría en una crisis debido a su atraso en
materia económica y social, pero, sobre todo, a la
influencia de factores extranjeros y extranjerizantes
que se estaban instalando en el país. Dada la
preeminencia de una economía pre-industrial y agrícola
era
menester
limitar
el
contacto
extranjero,
readaptando las políticas económicas y sociales a la
condición actual del país. En efecto, Encina promueve
una reflexión sobre la composición social y económica
del país para determinar la mejor forma de volver a una
economía fuerte. Para él este desplazamiento del
chileno en la economía nacional refleja
Un estado de anemia o debilitamiento del organismo
nacional entero, que se manifiesta incapaz de dominar
y absorber los elementos extraños que se ponen en
contacto suyo. Revelan en seguida, una extraordinaria
ineptitud económica en la población nacional, hija de
la mentalidad de la raza o, en el mejor de los eventos,
consecuencia de una educación completamente
inadecuada para llenar las exigencias de la vida
contemporánea y para suplir los vacíos de pueblos
retrasados en su evolución239
De la cita se deduce, por una parte, que la
aristocracia, compuesta por la descendencia española a
la que Encina considera igualmente atrasada en la
escala evolutiva de los pueblos, no ha sido capaz de
explotar e implantar políticas de estimulación
productiva adecuadas al grado de evolución de la
población; por otra parte, los vicios del pueblo mestizo,
tales como la pereza y falta de constancia, también
serían causa de la crisis económica, formulando una
fuerte crítica al modelo educativo que enfatiza la
formación de profesionales liberales, que no se adecúa
al nivel de atraso en que se encuentra el pueblo.
ENCINA, Francisco, Nuestra inferioridad económica, Santiago,
Editorial universitaria, 1981, P. 36.
239Ibíd. P. 36, Las negrillas son mías.
238
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
De lo anterior se desprende el elemento temporal.
Para Encina la crisis económica se debe, en realidad, a
una crisis moral cuya causa es, principalmente, el
atraso evolutivo de las clases sociales, lo que a su vez
obedece al carácter mestizo de la población. De esta
forma, Encina plantea que
[…] no pueden ser medidos con el mismo cartabón los
pueblos europeos de hoy día y el pueblo chileno,
mestizo, una de cuyas razas, la más civilizada, la
española, experimentó por el hecho de la emigración
una selección moral regresiva; y la otra, la araucana,
no había traspasado la Edad de la Piedra ni salido del
fraccionamiento tribal240
Así, los sujetos que componen la sociedad y la
economía nacional estarían determinados por sus
grados evolutivos. El pueblo, al igual que Amunátegui,
lo caracteriza como eminentemente mestizo, más apto
para el trabajo físico que intelectual, a pesar de los
vicios heredados de sus antepasados. El aspecto
temporal le permite a Encina situar en el pasado (aislar
en el pasado) a los “mestizos”, relegándolos, por sus
“capacidades raciales”, a los trabajos físicos y
negándoles la capacidad de moverse en el rango
evolutivo hacia la civilización. Su lugar dentro de la
historia nacional (y económica) del país es la de mano
de obra.
En este sentido, los integrantes de la sociedad
chilena son situados dentro de la línea temporal que
menciona Mignolo241 según el grado de evolución en el
que se encuentren. La categoría temporal actuaría
como un elemento que no solo organiza los hechos de
forma cronológica, sino que también ordena los sujetos
otorgándoles un lugar y papel determinado dentro de
los relatos históricos nacionales. Si los indígenas están
al lado de la naturaleza, el pueblo mestizo, aunque un
poco más avanzado, también está más cerca de ella que
de la civilización; mientras que los criollos, de los que
proviene la clase aristocrática, se ubican al lado de la
civilización; de ahí que todos concuerden en que es la
240
241
Ibíd. P.73.
MIGNOLO, WALTER, op.cit.
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
única clase que puede dirigir, y por lo tanto ser los
sujetos de la historia nacional.
Conclusión
En Chile se desarrolló un debate historiográfico
en torno a la forma de concebir y escribir la “Historia
nacional” y los valores que ésta debía comprender. En
medio de este debate se pueden apreciar los nexos que
existen entre la instrumentalización del tiempo y la
construcción de modelos de nación y ciudadanía
diversos. De esta forma, la historiografía en Chile actuó
como uno de los instrumentos de homogeneización y
difusión de las concepciones modernas de pensar la
nación en base a la idea del tiempo como homogéneo y
vacío. Los énfasis en los acontecimientos seleccionados
para construir, a través del relato histórico, un origen
“nacional” común, fueron diferentes. Para los liberales
este comenzaba con la Independencia, en tanto que
para los conservadores, en el período colonial,
considerándose los tiempos anteriores como prenacionales y pre-históricos.
La relación entre historia y poder fue clave en el
desarrollo y legitimación de determinadas estructuras,
especialmente de control político-social, en la
conformación de la idea de Chile como una nación
homogénea y civilizada. Ello significó la exclusión de
sujetos de su pertenencia nacional, como mestizos e
indígenas quienes fueron relegados a un papel
secundario en función de una categoría temporal que le
permitía a las clases dirigentes situarlos en un pasado
primitivo, incompatible con el presente.
En este sentido la categoría temporal subyace a
otras categorías que han sido estudiadas de forma más
amplia, tales como las de nación, raza y clase. Pero el
tiempo en tanto permite diferenciar entre lo moderno y
lo tradicional, entre lo civilizado y lo primitivo, funciona
como elemento organizador de la producción científica
y académica en general, pero de la historia, y la historia
nacional en particular.
El problema del tiempo, entendido en clave
nacional, permite la creación de una, y solo una,
identidad nacional, de modo que toda otra forma de
Historias que vienen:
Revista de Estudiantes de Historia (6:2015)
concebir la temporalidad, queda relegada en el discurso
histórico, al pasado. De esta forma, la historiografía
nacional aísla el pasado del presente, permitiendo
construir una idea de Chile como nación homogénea,
en la que la diferencia racial es disfrazada u omitida en
la consideración “primitiva” de los otros (indígenas,
proletarios, campesinos, etc.) y, por lo tanto, sin un
lugar protagónico en el presente.
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Historias que vienen. Revista de Estudiantes de Historia #6 / mayo 2015.
Escuela de Historia – Centro de Estudiantes de Historia / Universidad
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Esta edición fue responsabilidad de la profesora Consuelo Figueroa G.
[email protected]
[www.udp.cl/facultades_carreras/ciencias_socialeshistoria/esc_historia_
revista.asp]