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Coloquio:
Los retos de la inmigración: Análisis comparado UEEstados Unidos
Alfonso Aguilar ex-director de la Oficina de Ciudadanía del Departamento de
Interior en EE.UU
Muy buenos días. Es un placer estar con ustedes en esta mañana. Quiero dar las gracias a la
Fundación Ciudadanía y Valores y la Universidad de la Rioja por la invitación a participar de
este foro y por fomentar la discusión sobre la inmigración, que es, sin lugar a dudas, un tema de
gran importancia y relevancia en ambos lados del océano atlántico, tanto en Europa y España
como en los Estados Unidos.
El debate de la inmigración en Washington ha durado ya desde hace demasiado tiempo.
Desde que el presidente George W. Bush llego a la Casa Blanca en el 2001 hemos estado
hablando de la necesidad de arreglar nuestro disfuncional sistema de inmigración. Sin embargo,
a pesar de todas las proclamaciones y promesas políticas así como de diversos esfuerzos
legislativos en el 2006, 2007 y más recientemente en el 2013, al día de hoy todavía Washington
no ha podido aprobar una reforma migratoria integral.
Este tema sencillamente no puede ser ignorado por nuestros representantes electos.
Sería altamente irresponsable continuar posponiendo la discusión de este tema por cálculos
políticos y electorales; especialmente si consideramos las graves consecuencias de nuestras
desajustadas políticas migratorias para la seguridad del territorio nacional, para nuestra
economía y para el bienestar general de nuestros ciudadanos y comunidades.
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Tenemos una frontera sur que todavía no es segura. Hay, de hecho, partes de ella que
están totalmente fuera de control policiaco, una circunstancia de la cual se aprovechan
traficantes de narcóticos y de personas y que elementos terroristas pudieran potencialmente
usar para su beneficio.
Mientras tanto, tenemos a alrededor de once millones de personas viviendo entre
nosotros sin status legal, viviendo en los márgenes de la sociedad, lo cual ciertamente no es
saludable para la cohesión social y estabilidad de nuestras ciudades, pueblos y comunidades.
Aunque en términos generales, estos inmigrantes indocumentados están realizando trabajos que
los propios ciudadanos americanos no quieren hacer, estos con frecuencia compiten
injustamente en contra de trabajadores americanos en industrias claves ya que hay empleadores
inescrupulosos que están dispuestos a pagarles por debajo del salario mínimo federal o el jornal
promedio de una industria particular. Esto, obviamente, perjudica seriamente a nuestra clase
media.
Por otra parte, hay muchas industrias que dependen de la mano de obra extranjera para
sobrevivir. La población nativa americana no está creciendo lo suficientemente rápido y nuestro
mercado laboral necesita importar trabajadores del extranjero para realizar empleos básicos.
Aun así no tenemos mecanismos en ley adecuados para que compañías puedan reclutar en el
extranjero los trabajadores que necesitan. Esto incentiva el que más personas entren
ilegalmente. Además, pone en riesgo el crecimiento de nuestra economía así como la creación de
empleos bien pagados para nuestros ciudadanos.
Que no quepa duda: esta es una crisis grave. Y ni el presidente ni el Congreso tienen
excusa alguna para no trabajar juntos para tratar de resolver este complejo problema. Es hora
que el Congreso y la Casa Blanca demuestren liderato.
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Debo aclarar de entrada que la realidad del debate sobre la política migratoria en los
Estados Unidos no es tan sencilla como la prensa americana la describe usualmente. De leer las
notas de prensa que producen los corresponsales en Washington daría la impresión que el
"visionario" presidente Obama y "sus valientes" colegas demócratas están luchando a brazo
partido a favor de una reforma migratoria, pero que "los obtusos y xenófobos" republicanos se
oponen a cualquier proyecto que beneficie a los indocumentados.
Las cosas, no obstante, no son así de simples. Ambos partidos políticos han usado el
tema para fines políticos. El presidente y los demócratas para ganarse el favor del cada vez más
influyente electorado de origen latinoamericano y los republicanos para apaciguar a y
congraciarse con un sector restriccionista o "nativista" de su base, que aunque irónicamente
pequeña en números, es muy vocal y políticamente hábil. Tristemente para ambos la
consideración primaria ha sido el juego político que tratar de resolver el problema.
Así las cosas, ¿qué podemos esperar de Washington en los últimos dos anos de la
administración Obama y con un Congreso que acaba de empezar?
Francamente no creo que podemos esperar nada del presidente. El presidente ha hecho
muy poco desde que comenzó su administración para trabajar con los demócratas y
republicanos del Congreso para atender este asunto. Ahora al final de su mandato y con un
Congreso con ambas Cámaras controladas por los republicanos dudo que la Casa Blanca vaya a
proponer y empujar un proyecto legislativo de reforma.
El presidente no va a ir mas allá de las órdenes ejecutivas que firmó en noviembre del
año pasado que suspenden la deportación de alrededor de 5 millones de inmigrantes
indocumentados. Estas órdenes se encuentran actualmente paralizadas por un juez federal de
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Texas, pero estoy convencido que pronto serán validadas por un tribunal de mayor instancia, ya
sea por uno de circuito o por el propio Tribunal Supremo.
Debo señalar que las órdenes ejecutivas del presidente de ninguna manera puedan
considerarse como un logro histórico o ser comparadas con los grandes avances legislativos de la
década de los sesenta en materia de derechos civiles, como algunos han argumentado. Que
nadie se engañe: la acción unilateral del presidente no es mas que una movida política que busca
apaciguar a su base liberal después de la derrota de los demócratas en las elecciones de mitad de
término así como mejorar las oportunidades electorales de su partido para el 2016.
El remedio provisto por estas órdenes, tampoco es una solución idónea para los
indocumentados. Aplica a menos del la mitad de ellos —más de 6 millones no se podrán
beneficiar, es una medida temporal que puede ser rescindida por un futuro presidente y no
confiere un status legal al indocumentado.
Hay que preguntarse: ¿No podía el presidente haber esperado un año y darle al nuevo
Congreso republicano una oportunidad para aprobar una reforma migratoria? Si para finales del
año entrante los republicanos no pasaban un proyecto de ley, él podía proceder entonces con sus
órdenes ejecutivas.
El argumento de la Casa Blanca de que ya están cansados de esperar por los republicanos
es absurdo e irónico. ¿Vamos a olvidar que el presidente no hizo nada durante los primeros dos
años de su administración cuando tenía un Congreso demócrata y después de que durante la
campanya del 2008 prometiera en renovadas ocasiones que empujaría una reforma migratoria
integral en el primer anyo de su mandato?
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Así, pues, la única posibilidad de que se pueda lograr algo con el tema de inmigración en
los próximos anos va a depender de que el Congreso actué. Eso va a requerir que el liderato
republicano en ambas Cámaras mueva la discusión del tema hacia adelante y busque conseguir
el apoyo de gran parte de su bancada y de suficientes demócratas a favor de un proyecto de ley
de reforma.
Para poder conseguir apoyo considerable republicano en ambas Cámaras, el liderato
congresional va a tener que proponer un plan que pueda ser apoyado por los sectores mas
conservadores de su bancada. Estos, de hecho, estan frustrados con el presidente porque
consideran que sus esfuerzos para fortalecer la seguridad de la frontera y para hacer cumplir la
ley han sido muy débiles, y que su enfoque en el debate migratorio, se ha limitado casi
exclusivamente a legalizar a los indocumentados y hacerlos ciudadanos.
En este momento, en fin, no van a apoyar nada que no ponga la seguridad fronteriza y la
gestión de ley y orden como punto de partida.
Con esto en mente, pienso que el plan que se debiera discutir en el Congreso debiera
seguir, en términos generales, cinco principios fundamentados que pudieran llevar a lograr el
consenso suficiente para que el Congreso pase por primera vez en treina anyos una reforma
amplia de nuestras leyes de inmigración.
Claramente no hay respuestas sencillas y cualquiera que diga que tiene el plan perfecto
seguramente no sabe de lo que está hablando. Las ideas que propongo no son perfectas, pero
son propuestas responsables que irían lejos en arreglar las deficiencias estructurales de nuestro
sistema migratorio.
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Como punto de partida, como he dicho, debemos garantizar la seguridad de la frontera.
La forma de hacerlo es construyendo verjas dobles -paralelas- en todos los sectores de la
frontera sur donde hay potencial de entradas ilegales para así poder lograr un control
operacional realista de la frontera. El cercado doble es una barrera de dos verjas altas con una
carretera entre medio para el patrullaje.
Aunque se han construido mas de 600 millas de verjas en la frontera hasta el momento,
la mayor parte de estas son las llamadas "vehiculares" o " de Normandía" que consisten
básicamente de una valla sencilla que impide la entrada de vehículos pero no de personas.
Esta claro que la seguridad fronteriza ha mejorado, pero todavía nos queda mucho por
hacer. En el 2014 las detenciones a lo largo de la frontera con México llegaron a un total de 479,
371, con 332,457 de estas llevándose a cabo en la sección de la frontera contigua al estado de
Texas. Y es que el llamado sector del Valle del Rio Grande en este estado es prácticamente tierra
de nadie y no está en control de la Patrulla Fronteriza. El cercado doble, sumado a maas
personal policiaco destacado en la frontera y al mayor uso de tecnología, seria sumamente
efectivo para parar o desincentivar la entrada ilegal al país, y lograría una reducción drástica en
el número de detenciones a lo largo de la frontera.
El control operacional de la frontera no debe definirse, claro está, como la capacidad de
la Patrulla Fronteriza para detener el 100% de los que tratan de entrar ilegalmente, como
algunos han sugerido. Esto es algo imposible de logar. Una meta más realista es lograr detener
el 90 por ciento lo que sigue siendo un por ciento sumamente alto.
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El segundo objetivo de cualquier legislación que se considere debería ser el hacer
cumplir la ley migratoria en los lugares de trabajo. El Congreso debe requerir que todos los
negocios usen el sistema federal de verificación de elegibilidad laboral o "E-Verify" para
asegurar que solo ciudadanos e individuos con status legal puedan ser contratados.
La mayoría de los inmigrantes que entran ilegalmente a los Estados Unidos lo hacen en
búsqueda de empleo. Si logramos asegurarnos que los que no tienen status legal no puedan
conseguir empleo, removeremos el incentivo principal para que entren al país ilegalmente. El
protocolo que actualmente usan la mayoría de los negocios en Estados Unidos para verificar la
elegibilidad laboral de un trabajador y que se basa exclusivamente en prueba documental es
sumamente inefectivo. A los solicitantes de empleo meramente se les requiere jurar que tienen
autorización legal para trabajar y que sometan copias de documentos e información que
evidencie esto como un número de seguro social, una tarjeta de residente permanente o una
licencia de conducir. La única responsabilidad del patrono es archivar estos documentos pues no
tiene forma de probar su autenticidad. De más esta decir, que documentos fraudulentos son
usados frecuentemente por inmigrantes indocumentados para poder conseguir trabajo.
El sistema E-Verify, por el contrario, provee la certeza que actualmente el empleador no
tiene. Es un sistema basado en el Internet y administrado por el gobierno que verifica la
autenticidad de los documentos provistos usando una base de datos del Departamento de
Seguridad Interna y la administración del Seguro Social para confirmar la elegibilidad laboral de
una persona. Es gratis y rápido, usualmente proveyendo resultados en cuestión de segundos.
El próximo y tercer componente de un proyecto de ley de inmigración debería ser
implantar plenamente un sistema de monitoreo de nacionales extranjeros para asegurarnos que
salgan del país cuando su visas expiren.
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40 por ciento de los inmigrantes indocumentados que viven en el país, no han entrado al
país ilegalmente por la frontera, sino que entran legalmente, pero se quedan pasado el tiempo
que les permite la visa con la que entraron. Actualmente es muy difícil para los oficiales de
inmigración identificar a estas personas y detenerlas pues no hay forma de saber quien ha
regresado a su país de origen a tiempo o quien se ha quedado más tiempo de lo permitido.
Aunque el estado toma los datos biométricos de los extranjeros cuando llegan al país, en los
puertos de entrada, no mantenemos un registro de cuando estos salen del país. Un sistema
biométrico de monitoreo de salidas realizaría esta función, identificando para las agencia de
inmigración pertinente la mayoría de los sujetos que se quedan en el país más de lo autorizado.
En cuarto lugar, debemos permitir que empleadores americanos puedan contratar a los
trabajadores extranjeros que necesitan, pero solo si no pueden encontrar trabajadores
americanos. En este sentido, propondría que después que se hayan implantado las primeras
tres medidas que he sugerido; en fin, que se tomen todos los pasos para garantizar la seguridad
de la frontera y hacer cumplir la ley migratoria, se cree e implante un programa de trabajadores
temporales que permita a compañías reclutar y traer al país el numero de trabajadores
extranjeros manuales que necesiten, -sin límites y repito, solo si evidencian que no pueden
encontrar trabajadores americanos para los empleos para los que están reclutando. Al mismo
tiempo debemos aumentar significativamente la cuota de las llamadas visas H1-B para
profesionales extranjeros con grados avanzados en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas
así como el número de visas de inmigrante disponibles para estos profesionales. Además,
debemos permitir que estudiantes acabados de graduar en estos campos en nuestras
universidades, si se les ofrece empleo en el país, puedan quedarse en eel mientras ajustan su
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status legal. En el presente, una persona con una visa de estudiante que se le ofrece un trabajo
en Estados Unidos tiene que salir del país para conseguir una visa de trabajo que le permita
reentrar.
Como he dicho, la seguridad fronteriza y el combatir la irregularidad deben ser una
prioridad, pero una vez atendamos estos retos adecuadamente, debemos pasar a atender la
causa principal de nuestros problemas migratorios; esto es, la necesidad que tiene nuestra
economía de trabajadores extranjeros.
Un programa de trabajadores temporales fue excluido en la última reforma migratoria que se
dio durante la administración del presidente Reagan en los años ochenta. En efecto, esta es la
razón central de su fracaso. Los más de tres millones de inmigrantes indocumentados que
fueron legalizados en ese momento ya habían sido absorbidos por el mercado laboral. Aun así,
los empleadores americanos todavía necesitaban más trabajadores extranjeros; y, sin más visas
de trabajo disponibles, estos siguieron yendo a Estados Unidos, pero ilegalmente.
Hay que reconocer que la economía americana necesita un flujo continuo de
trabajadores migrantes para hacer trabajos que los propios americanos no quieren hacer o para
los cuales simplemente no hay suficientes americanos de edad laboral. Aun durante estos años,
después de una recesión profunda y una débil recuperación, hay muchas industrias que no
pueden sobrevivir sin mano de obra extranjera, tanto al nivel no calificado como al altamente
calificado. Las industrias de la agricultura y de la tecnología ciertamente son dos buenos
ejemplos.
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Seguimos no teniendo, sin embargo, suficientes visas de trabajo para que los
trabajadores extranjeros que necesitamos entren de una manera regular. Más aun, los
programas de trabajadores temporales en existencia están sobre-regulados y el proceso
administrativo para usarlos es excesivamente burocrático, lo que los hace que las empresas
opten por no usarlos. El Congreso además ha establecido cuotas que no reflejan las necesidades
del mercado. El límite, por ejemplo, de trabajadores manuales no-agrícolas por año es de
apenas 66,000, lo cual para nuestra economía no es suficiente.
Es por esto que los inmigrantes terminan entrando ilegalmente o quedándose en el país
más de lo que permite su visa. No hay vías legales efectivas para trabajadores extranjeros entren
al país cada anyo.
El gobierno al regular estrictamente el mercado laboral ha terminado creando el
problema de la ilegalidad. Tenemos un sistema donde el gobierno, y no las verdaderas
demandas laborales de nuestra economía, determinan cuantos trabajadores extranjeros pueden
entrar.
La población de inmigrantes indocumentados en el país es solo un síntoma de la
problemática migratoria. Podemos legalizar a los que están actualmente en el país, pero si no
tenemos una manera de manejar los futuros flujos de inmigrantes, volveremos a ver personas
entrando ilegalmente al país para trabajar. Ese el poder de las fuerzas del mercado en nuestra
economía.
Un programa de trabajadores temporales efectivo incorporaría a nuestro sistema el
concepto de migración circular. Trabajadores extranjeros entrarían legalmente, se
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desempernarían en su empleo, regresarían a sus países de origen cuando quieran, y re-entrarían
legalmente al país para seguir trabajando. Contrario a la creencia popular, la mayoría de los
inmigrantes que van a Estados Unidos no quieren quedarse ahí permanentemente a vivir. Si
terminan quedándose es porque para regresar a su país tendrían que pasar por la desagradable y
peligrosa experiencia de tratar de entrar a los Estados Unidos de manera ilegal nuevamente;
cosa que la mayoría no quiere hacer de nuevo.
Un programa de trabajadores temporales no es solo importante para nuestra economía y
para satisfacer las necesidades de compañías americanas, pero también para evitar separar a los
trabajadores migrantes de sus familias en sus países de origen por largos periodos de tiempo.
Demasiados niños se quedan sin padre y madre en países como México porque nuestro sistema
impide el movimiento circular de los trabajadores migrantes.
En el caso particular de la industria de la tecnología, las empresas americanas no pueden
encontrar profesionales americanos con grados avanzados por la sencilla razón que nuestras
universidades no están graduando suficientes estudiantes americanos en estos campos.
Nuestras empresas necesitan de estos profesionales para continuar innovando y para
mantenerse competitivas de manera que puedan seguir creciendo y creando empleos bien
pagados, para trabajadores americanos.
El quinto y último elemento de una posible legislacion debería ser proveer un paso a un
status legal a los inmigrantes indocumentados. Como en el caso del programa de trabajadores
temporales, este solo se debe hacer después que se ejecuten las primeras tres medidas sugeridas.
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El gobierno proveería un camino a la legalidad pero solo después que se pague una multa. Se les
permitiría quedarse a vivir en los Estados Unidos pero no se les otorgaría un paso especial a la
ciudadanía.
Es evidente que sería imposible logísticamente deportar a once millones de personas, ni
deberíamos aspirar a hacer algo así. La inmensa mayoría de los indocumentados son personas
buenas, trabajadoras que contribuyen a nuestra economía y a la vida de nuestras comunidades.
Muchos llevan viviendo en las sombras por décadas. Pero es verdad que violaron la ley para
entrar o quedarse en el país. Por eso es que no se le debiera recompensar con un paso especial a
la ciudadanía. Esto sería injusto para los cientos de miles que están esperando en fila para
entrar legalmente para vivir en Estados Unidos y eventualmente hacerse ciudadanos.
Esto no quiere decir que le cerremos la puerta a la ciudadanía, pero si desean
naturalizarse, deberían tener que ponerse en fila y seguir el proceso establecido bajo la ley
actual.
Como he dicho, en este momento, la única manera que podamos lograr una reforma es si
el Congreso republicano decide actuar.
Creo que las sugerencias que he delineado pueden proveer una ruta hacia adelante para
este Congreso. Si el Congreso legisla basado en este plan y el presidente decide vetarlo porque
viene de un congreso republicano, el tendrá que explicarle a la comunidad inmigrante, a los
votantes latinos y al pueblo americano en general, por qué ha decidido torpedear un proyecto
amplio de reforma que garantiza la seguridad de la frontera y que se cumpla con la ley
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migratoria a la vez que legaliza a los indocumentados y crea un mecanismo que facilite el flujo
legal de los inmigrantes que nuestra economía necesita.
Lo que está claro es que los republicanos deben dejar de hacerle caso al puñado de
nacionalistas en su base que se opone a cualquier proyecto de inmigración y que ven la
inmigración como algo dañino para el progreso y bienestar del país. Los republicanos deben
regresar a la visión optimista y pro-inmigrante del presidente Ronald Reagan que le gustaba
referirse a los Estados Unidos de una manera romántica e idealista como “la brillante ciudad en
la colina” y que la describía y cito: “…llena de gente de todos los tipos viviendo en harmonía y
paz, una ciudad de puertos libres que hacen ruido con comercio y creatividad, y que si debiera
haber murallas alrededor de la ciudad, estas murallas tendrían puertas y las puertas estarían
abiertas a cualquiera con la voluntad y el corazón de llegar aquí”.
Muchas gracias.
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