Textos ROUSSEAU Texto 1 Como los hombres no pueden engendrar fuerzas nuevas, sino sólo unir y dirigir aquellas que existen, no han tenido para conservarse otro medio que formar por agregación una suma de fuerzas que pueda superar la resistencia, ponerlas en juego mediante un solo móvil y hacerlas obrar a coro. Esta suma de fuerzas no puede nacer más que del concurso de muchos; pero siendo la fuerza y la libertad de cada hombre los primeros instrumentos de su conservación, ¿cómo las comprometerá sin perjudicarse y sin descuidar los cuidados que a sí mismo se debe? Esta dificultad aplicada a mi tema puede enunciarse en los siguientes términos: “Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual, uniéndose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí mismo y quede tan libre como antes”. Éste es el problema fundamental que resuelve el contrato social. En este texto Rousseau expone la idea de la voluntad general como el fundamento necesario para el gobierno y vida política, que se establecen como un contrato social. Mejor que solos y aislados, los hombres se unieron para sobrevivir y para vencer las dificultades. Sin embargo, la cuestión es cómo unirse y comprometerse a cooperar sin perjudicarse a uno mismo ni perder su propia libertad. La solución está en asociarse de tal forma que, en la búsqueda del bien común ,se persiga también el verdadero bien de cada miembro particular de manera que no le reste libertad; lo que no es otra cosa que la voluntad general. Texto 2 En efecto, cada individuo puede, como hombre, tener una voluntad particular contraria o diferente de la voluntad general que tiene como ciudadano. Su interés particular puede hablarle de forma muy distinta que el interés común; su existencia absoluta y naturalmente independiente puede hacerle considerar lo que debe a la causa común como una contribución gratuita, cuya pérdida sería menos perjudicial a los demás que oneroso (muy costoso)es parar él su pago, y , mirando a la persona moral que constituye el Estado como un ser de razón, puesto que no es un hombre, gozaría de los derechos del ciudadano sin querer cumplir los deberes del súbdito; injusticia cuyo progreso causaría la ruina del cuerpo político. La vida en sociedad de acuerdo a la voluntad general no puede funcionar si cada uno persigue un interés particular distinto y se desentiende del interés común. En efecto, cada individuo tiene una voluntad particular que puede diferir de la general, ya que sus intereses particulares no tienen por qué coincidir con los de ésta. Pero si decide ir a lo suyo y pensar en sí mismo antes que en la causa común, gozaría de los derechos sin haber cumplido con sus deberes, lo que es injusto y, a la larga, sería tan perjudicial que terminaría por destruir la sociedad política.
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