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Sábado | 10 de enero del 2015
Golpe a la Guerra Fría
Pastor Guzmán Castro
El anuncio del próximo restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba
y los Estados Unidos, hecho simultáneamente en La Habana y Washington por los
presidentes Raúl Castro y Barack Obama
el pasado 17 de diciembre, hizo que la
opinión pública mundial fijara su atención
en el diferendo más antiguo del globo
terráqueo.
Cuando un suceso de tal magnitud
—que ha sido considerado el mayor acontecimiento político del mundo en lo que va
de siglo— ocurre, suele pasarse balance a
sus causas, evolución y posible desarrollo,
desde los puntos de vista histórico, político, económico, social e incluso cultural,
para las partes implicadas.
En este caso, vale expresar que el
rumbo que hoy toma el Gobierno de los
Estados Unidos en relación con Cuba es
fruto de la dinámica política seguida por
el tema en el ámbito de este continente,
donde el propio mandatario estadounidense reconoció en su discurso el fracaso de
más de 50 años de presiones y agresiones de su país hacia la nación caribeña.
Como quiera que se le mire, el mérito
principal de lo que ahora sucede le corresponde al pueblo cubano y a sus autoridades, que supieron resistir con entereza y
valentía los embates de la mayor potencia
del orbe, incluso en los aciagos momentos
del período especial, en la década de los
años 90, cuando Cuba quedó sola frente al bloqueo recrudecido y la injerencia
directa de Washington.
Preciso también es aclarar que nuestra
patria siempre tendió la mano a su adversario político y que pese a las agresiones
de todo tipo de que ha sido objeto, siempre se mantuvo abierta al diálogo e invitó
a su contraparte a discutir los problemas
pendientes, desde una posición de respeto mutuo y sin presiones, ni amenazas, ni
condicionamientos.
Como expresara el Presidente cubano
en su discurso de clausura del IV Período
Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura
de la Asamblea Nacional del Poder Popular, pronunciado el 20 de diciembre en La
Habana: “Siempre estuvimos dispuestos
al diálogo respetuoso, sobre la base de
la igualdad para tratar los más diversos
temas de forma recíproca, sin sombra a
nuestra independencia nacional y autodeterminación y, como Fidel señalara, sin renunciar a uno solo de nuestros principios”.
Hoy se sabe que los acuerdos anunciados el 17 de diciembre pasado fueron
fruto de arduas negociaciones de muchos
meses en Canadá, entre representantes
de Cuba y los Estados Unidos, con los
buenos oficios del Papa Francisco, que
hizo un gran esfuerzo para lograr el acercamiento.
Las conversaciones, sostenidas con la
mayor discreción, fueron avanzando poco
a poco hasta llegar a un consenso esencial sobre las bases en que se asentaría
el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, rotas por
la administración de Eisenhower el 3 de
enero de 1961.
En el último año no fueron pocas las
“insinuaciones” acerca del posible acercamiento entre ambos Estados, echadas
al vuelo por analistas cubanos y de otras
naciones, de los calificados como “bien
informados”, basadas sobre todo en indicios que se daban desde la margen norte
del Estrecho de la Florida, como declaraciones de altas personalidades y artículos
de prensa en The New York Times y otros
medios influyentes.
Realmente, el 2014 empezó con la
celebración en La Habana de la Cumbre
de la Comunidad de Estados Latinoameri-
canos y Caribeños, donde el país anfitrión
recibió el apoyo de 32 naciones, y se le
ratificó el respaldo de Brasil a la Zona
Especial de Desarrollo del Mariel, el mayor
proyecto económico de la isla en lo que va
de siglo.
Esa cumbre y las subsiguientes de la
Unión de Naciones del Sur, y del Mercado Común del Sur que tuvieron lugar a lo largo del
año, condenaron explícitamente el bloqueo
financiero, económico y comercial de los
Estados Unidos contra Cuba y le reiteraron a
nuestro país la solidaridad y el respaldo.
Mención aparte merece la discusión
en la Asamblea General de la ONU —por
vigésimo segunda ocasión consecutiva
desde 1992— de la moción de Cuba
contra el bloqueo, donde esta vez y cual
activo catalizador obró la situación internacional, especialmente la creada en el
centro y el sur del continente, con mayoría
de gobiernos de corte progresista en el
poder dando su apoyo decidido a la isla.
A esas presiones sobre Washington se
añadieron las del Movimiento de Países
No Alineados y el Grupo de los 77 más
China, compuesto por 133 naciones. El
prestigio de la isla, en constante crecimiento por su política de principios y constante apoyo a otros pueblos en la lucha
contra el analfabetismo, la insalubridad, y
ante los desastres naturales.
La perla antillana, vale recordarlo,
emprendió a todo tren el último mes del
año, con la celebración en La Habana de
las cumbres Caricom-Cuba y la del ALBATCP, pródigas en acuerdos de colaboración
y reiterativas del apoyo incondicional a
La Habana en la lucha contra el injusto y
criminal bloqueo.
Entretanto, en los Estados Unidos ha
ido aumentando el número de ciudadanos
estadounidenses y cubanoamericanos
partidarios de la normalización de vínculos
con la nación caribeña —promedia el 62
por ciento—, posición que también se fue
abriendo paso entre sectores empresariales y del mundo político. La administración
de Obama captó lo difícil que le iba resultando mantener el estatus, por lo que se
hizo evidente la necesidad de cambios.
En este sentido obra la situación en el
estado de la Florida, donde el liderazgo lo
detentan personeros cubanoamericanos
radicales del partido republicano, quienes
se muestran cada vez más refractarios
frente al ejecutivo demócrata y tratan de
torpedear sus iniciativas de gobierno.
Una decisión como la anunciada el 17 de
diciembre, a la que seguro se opondrían,
ha obrado sobre ellos como la clásica
cachetada política.
No es ocioso recordar que dos horas
después del discurso de Obama, el secretario de Estado, John Kerry, dijo al hacer su
intervención, que “durante medio siglo aplicamos una política para aislar a Cuba y los
que terminamos aislados fuimos nosotros”.
Analistas vieron en la próxima Cumbre
de las Américas, prevista para celebrarse
en Panamá en abril próximo, el factor que,
en última instancia, “apuró” a Obama a
llegar a un acuerdo preliminar con Cuba.
La deducción es obvia, por cuanto si la
superpotencia hubiese insistido en seguir
excluyendo a la isla, el fracaso de esa
cita estaba garantizado por el anunciado
boicot de la mayoría de los países de la
región, empezando por los del ALBA.
Por tanto, era mejor llegar a esa
cumbre en vías de reconciliación con La
Habana, que cerrar también esa puerta a
la comunicación con sus vecinos latinoamericanos y caribeños, con los cuales hoy
los Estados Unidos solo comparten asiento en el seno de la Organización de los
Estados Americanos. De manera que los
legisladores extremistas que se oponen
a las relaciones con Cuba deberían estar
claros acerca de cuáles son los verdaderos intereses de la patria de Lincoln. Gran
pecado de lesa política sería ignorarlo.
Impuestos: ¿mal o bien necesario?
Difícil encontrar un contribuyente en Cuba que comprenda la
importancia, la utilidad, la justeza
de pagar los impuestos. No pocos los esquivan y unos cuantos
los adulteran. Esta no constituye
una realidad exclusiva de la isla,
pero aquí quizás se acentúa porque durante años tales prácticas
resultaban ajenas a la mayoría.
Todo comenzó a mediados
de la década del 90, cuando los
escenarios habían cambiado para
el país con la desaparición del
campo socialista de un plumazo
y el recrudecimiento del bloqueo.
El período especial llegaba para
quedarse por largo tiempo, la nación se abría como nunca antes
a la inversión extranjera, el déficit
presupuestario y la inflación asfixiaban todo sueño de progreso.
Entonces comenzó la implantación de un nuevo sistema tributario con una base indispensable
de justicia social para proteger
a los ciudadanos de más bajos
ingresos, estimular el trabajo, la
producción y contribuir a la disminución del exceso de liquidez
monetaria.
Superados los traumas iniciales, hoy ya el tema forma parte
de la vida cotidiana y constituye
una prioridad en el modelo eco-
nómico cubano, a tal punto que
en su reciente discurso ante la
Asamblea Nacional del Poder Popular, el Presidente Raúl Castro
lo abordaba desde los primeros
minutos: “Se han adoptado
diferentes medidas para reforzar
el control fiscal ante indisciplinas
y la evasión de impuestos por las
personas jurídicas y naturales”.
Agregaba que en esta materia
debe sancionarse a quienes
incumplen porque la impunidad
alentaría la transgresión de las
normas legales vigentes. Además, puntualizaba que resulta
necesario fomentar en las instituciones, empresas, cooperativas
y trabajadores por cuenta propia
una cultura de civismo fiscal,
en aras de comprender que los
tributos constituyen la fórmula
principal para redistribuir la renta
nacional en interés de todos los
ciudadanos.
Con semejantes preceptos a
mano, la Oficina Nacional de la
Administración Tributaria (ONAT)
en Sancti Spíritus culminó el
2014 entre satisfacciones y
retos. El territorio sobrepasó la
cifra prevista de ingresos con
unos 1 300 millones de pesos
recaudados y, en general, tanto
las personas naturales como las
jurídicas honraron sus compromisos, entre otras razones por
la efectividad de las acciones de
control y la actuación ante los
incumplimientos.
La principal afectación al
fisco se presentó con el impuesto de circulación y venta, sobre
todo en el sector del Comercio,
el cual, a pesar de honrar sus
deudas con el presupuesto,
presentó considerable desabastecimiento de productos de alta
demanda con notable incidencia
en la recaudación. Por su parte,
el gravamen sobre el transporte
terrestre cerró apenas al 63 por
ciento y para el 2015 se aspiran
reembolsos superiores.
En el año que concluye la
ONAT considera favorables los
comportamientos de otros indicadores como la presentación de
la declaración jurada, que cerró
a más del 98 por ciento y con
menos niveles de subdeclaración; el respeto de los términos
establecidos para los pagos de
tributos, el desempeño de las
auditorías, las renegociaciones y
nuevos convenios de pago de los
deudores pendientes.
Por otra parte, durante el año,
un proceso de mantenimiento
constructivo mejoró considera-
blemente los locales en cinco
municipios y en la oficina de la
provincia y con ese beneficio en
las condiciones de trabajo aspiran brindar un servicio con más
calidad.
Justo en la atención a los
contribuyentes (aunque solo
se presentaron tres quejas) se
mantienen insatisfacciones y
planteamientos de las personas
naturales sobre la forma de
tributación en las actividades del
régimen general en lo concerniente al pago del 10 por ciento;
además discrepan de los procesos de fiscalización y presentan
no pocas dudas sobre los actos
traslativos de la propiedad de
autos y viviendas.
Otras debilidades inciden en
el desenvolvimiento de la ONAT:
la falta de financiamiento para
lograr altos niveles de informatización y la preparación del personal, que precisa actualización
constante para ejecutar cada
normativa que el país ponga en
vigor.
“Ahora nos alistamos para
enfrentar la campaña de declaración jurada y pago de tributos en
el 2015, estamos distribuyendo
22 000 paquetes de documentos
con ese fin. También debemos
Mary Luz Borrego
estar a tono con la continuidad
del proceso de actualización del
modelo económico en lo concerniente a las obligaciones fiscales, sobre todo en el sector del
Comercio y la Gastronomía, donde se constituirán cooperativas
no agropecuarias cuya atención
debemos priorizar. En general
debemos trabajar para elevar la
cultura tributaria, profundizar las
acciones de control y la actuación ante los incumplimientos”,
puntualizó a Escambray Roberto
Gutiérrez, director de la ONAT en
el territorio.
Y a los tantos contribuyentes
que siguen sin comprender la
importancia, la utilidad y la justeza de pagar los impuestos, que
siguen viendo a la ONAT como
un mal necesario solo faltaría recordarles aquella frase martiana
llegada desde el siglo XIX con
olor a tinta fresca: “Contribución
es retribución del pueblo al gobierno por los cuidados que con
el pueblo tiene el gobierno”.