Bromas de Mal Gusto - Dr. Jaime Coaguila

BROMAS DE MAL GUSTO
Una breve apreciación acerca de nuestros programas cómicos
Por: Jaime Coaguila
La historia de los programas cómicos en nuestro país data en realidad
de hace muy poco tiempo. Desde que apareció la televisión siempre ha existido
la intención de contar con programas de entero entretenimiento que aligeren
los pesares de la semana y nos sugieran una redonda y desternillante
carcajada. Han sido varios los programas televisivos peruanos que han
poblado nuestros pantallas desde la década pasada como son:“Los
Detectilocos”, “El Dedo”, “Los Gusanosaurios”entre otros, hasta los actuales
“Las mil y una de Carlos Alvarez”, “J.B. Noticias”, “Risas en América”y “Risas y
Salsa”.En la gran mayoría es notoria la influencia de la televisión mejicana
representada por los programas de Gómez Bolaños, las películas del célebre
Mario Moreno “Cantinflas”y algún rezago de “Los Tres Chiflados” mezclado con
un poco de humor argentino. Una amalgama de estilos que pese a los años
transcurridos todavía no ha alcanzado la consistencia necesaria y por el
contrario, tiende a difuminarse en breves chispazos de ingenio que recurren
como último recurso a vedettes semi-desnudas o a la más grosera patada.
LOS BUFONES MEDIOEVALES
Uno de los problemas fundamentales de la comicidad en nuestros
programas resulta la excesiva artificiosidad de las situaciones narradas, la
carencia de una presentación adecuada del punto culminante y la manipulación
casi maniquea de los actores. Los protagonistas de nuestros chistes son
personajes caricaturizados que siempre se hallan expuestos al ridículo y que
sirven en la medida que su participación es importante para la broma final. No
tienen autonomía y cuando sus papeles les permiten más licencias
frecuentemente terminan por recurrir a los viejos chistes, a la monótona y
sempiterna repitición de “chapas” o apelativos graciosos o a la infaltable
escena del vivo y el tonto. Y es que a la falta de autenticidad se suma la
ausencia de nuevos referentes culturales, los comediantes de la vieja guardia
nos refieren historias y situaciones que muy bien podrían referirse a la época
de las migraciones(como el cholo “Willy”)o a las anécdotas de las barriadas de
un sólo caño tan populares en los ochentas; pero que definitivamente nada
tienen que ver con la violencia de las barras bravas, los atracos en la Vía
Expresa o simplemente las relaciones laborales de nuevo cuño. Lo cierto es
que nuestros comediantes pretenden ser graciosos a fuerza de tomaduras de
pelo y apelando a piruetas, disfraces ridículos y parafraseando el antiguo dicho
popular de que “el vivo vive del tonto y el tonto; de su trabajo”, triste moraleja
que cierra la función y prepara al también triste bufón para el tormento nada
grato de la crítica.
COMO ME GUSTAN LAS MUJERES
El sexo es otro ingrediente que desde un tiempo a esta parte ha venido
caracterizando a nuestros programas cómicos. Como en un sueño erótico las
secuencias nos presentan alegres jovencitas cada vez en ropas más menudas
a medida que la historia se hace más interesante, así si el chiste no funciona
por lo menos el televidente se habrá deleitado con la observación de un buen
par de piernas. Esta mágica fórmula ha sido empleada fundamentalmente por
“Risas y Salsa” a la manera de un café-teatro televisivo y aún actualmente
posee notorias derivaciones en lo que es”Risas en América” a través de su
secuencia del “Consultorio de la Dra. Chuchi” y en la propia “Risas y Salsa”en
“La Guerra de los Sexos”y “Como me gustan las mujeres”. Precisamente en
estas dos últimas es donde los comediantes pretenden remitirnos al viejo
problema del sexismo, esa lucha ridícula de encontrar cual sexo predomina si
el “supermacho” Adolfo Chuiman o la aeróbica Analí Cabrera; problema
infausto de nuestra sociedad, que también se ve reflejado pero desde otro
punto de vista, cuando el popular “machucao” repite “cómo me gustan las
mujeres” mientras cuatro mulatas lo rodean con sus portentosos cuerpos. En
suma sexo y humor parecen constituir la mezcla adecuada para agradar a
cualquier televidente.
EL REGRESO DEL CHAVO DEL OCHO
A pesar de que aparentemente la violencia de nuestra sociedad no
parezca haber influenciado en los programas cómicos, en realidad su presencia
se halla mimetizada en la extrema dosis de agresividad de sus personajes. La
justicia tribal de nuestros programas plantea la idea de que el “vivo” coge
fortuna y se lleva a la chica más simpática mientras el “tonto”lo único que
obtiene es una paliza. Esta venganza primitiva se acentúa cuando además el
“tonto”es objeto de las más atroces burlas, mientras el “vivo” es el ingenioso
comediante a quien nadie toma el pelo; lo que fácilmente nos trae a la memoria
aquél conocido capítulo donde el Chavo del Ocho funge como intermediario de
las adivinanzas de la Chilindrina y Kiko, pero debido a su extrema inocencia
resulta el más castigado de todos como si debiera pagar por sus candideces.
Paradigma de esta proposición viene a ser “Las mil y una de Carlos Alvarez”
donde llueven patadas o cachetadones por doquier en una suerte de
ajusticiamiento, que no está exento de cierta comicidad pero que por la
generalidad termina agotando la secuencia y convirtiendo a los golpes en algo
cotidiano y por lo común; aburrido.
OTRAS PROPUESTAS
El éxito de los imitadores en el Perú a colocado en un lugar preferencial
al humor político y por tanto ha provocado la proliferación de nuevos
humoristas encandilados por las imitaciones de un genial Carlos Alvarez. De
esta manera a la par que Jorge Benavides han surgido entre otros, el doble de
Jaime Bayly que recurriendo a una parodia inteligente insinúa y divierte,
además de los imitadores del Hermano Pablo, Luz Clarita y los comentaristas
deportivos que poseen cierta dosis de originalidad. Del otro lado “J.B. Noticias”
nos ofrece un humor blanco a veces anodino, pero que no pretende ser
efectista y por el contrario, plantea un humor cauteloso y a la vez ambiguo. El
resto son escazas insinuaciones que requieren estar más a tono con lo que
pasa a nuestro alrededor y recoger un poco del humor espontáneo y fresco de
las calles.
A REIRNOS DE NOSOTROS MISMOS
Lo cierto es que el humor televisivo siempre ha estado delimitado por
estereotipos y una dosis de moralidad que perjudica la libertad del comediante.
La espontaneidad se reduce a los errores detrás de cámaras y existe una cierta
resistencia por hacer el ridículo más allá de lo debido. Lo cierto es que pocas
veces nos reímos de nosotros mismos y casi nunca se recurre al llamado
“humor negro” o a elaboraciones como el absurdo en la comedia. Las bromas
nos sumergen en un mundo artificioso sin referencias reales cuando de forma
cotidiana el humor aparece en las situaciones más triviales o más solemnes. Y
es que el humor fruto del agudo ingenio humano, puede surgir displicentemente
o quedarse encerrado en una caja de sorpresas hasta que decidamos abrirla.
No cabe duda de que el buen comediante se matará de risa antes de tiempo.