Estimado Ministro de Educación, señor Nicolás Eyzaguirre: La mayor cantidad de veces que se piensa a Chile en el imaginario colectivo, de manera casi inconsciente se concibe a ese Chile republicano, a esa República que se instituye como esa Res pública o cosa pública desde una institucionalidad homogeneizante amparada en una cultura de la educación, esa educación que se establece y se practica desde la doctrina, desde ese altruismo pedagógico que nace desde eso mismo opuesto a lo diferente que debe ser desarraigado, en tanto se presenta como fuente desestabilizadora de la razón. Mas, la historia de ese ese Chile Republicano es compleja, puesto que esa educación no está exenta de polémica tanto en su concepción como en su aplicación, al mismo tiempo que debe ser continuamente revisada de acuerdo a los regímenes sociopolíticos dominantes de determinado período histórico. Aun así, democracias, dictaduras, no-tan democracias, pero democracias finalmente, no pueden prescindir de esa educación que se revisa no sólo diacrónicamente sino que también sincrónicamente de acuerdo a los diversos matices que ella conlleva. Uno de esos matices es la academia, que se plantea desde la universidad, esa institución que pretende ser una vez más homogeneizante incluso cuando la sociedad pide a gritos diversidad. Se habla de educación de calidad, se habla de gratuidad. Sin embargo, no se habla de educación, qué entendemos por ella y qué pretendemos con ella. Una vez más está la universidad, esa entidad anacrónica que, si bien adoctrina, también, aunque sutil, ofrece una ventana para desadoctrinar y reinventar la educación. Esa innovación no puede desconocer el sueño de la educación desde ya no el aplauso a la diferencia, sino a la aceptación de esa multiplicidad de formas, colores y texturas en constante evolución. Ello posiciona a la universidad desde un multiverso educativo en el cual el realismo unitario no es la única opción, sino también ese mundo de metáforas y metonimias puede tomar forma en la cultura educativa y dar cabida a nuevas realidades, nuevos aportes. Desde allí se puede entender una nueva República, un nuevo Chile. De ahí que sea fundamental entender a la universidad como esa fuente inagotable de recursos culturales, educativos y republicanos que pueden ayudar a Chile a sortear las vicisitudes, a veces ingratas, de nuestra historia. Desde este oscurantismo histórico, pero con vocación educativa y cultural para contribuir al país, nace el proyecto Arcis. Tal como lo expresaron académicos de Arcis y aquellos que solidarizaron con los primeros, desde Chile y el extranjero, la universidad de Artes y Ciencias Sociales se presenta como una casa de estudios que, desde sus diferencias antes irreconciliables, reinventa el concepto de estos dos registros en un proyecto educativo interesante para un Chile que necesitaba apertura, nuevas visiones y democracia. Así ha sido el aporte hasta la actualidad, en el cual la generación de conocimientos ha significado un acervo de oportunidades para nuestro país, para repensarlo desde la educación y para la educación, desde la cultura y para la cultura, desde la democracia y para la democracia. Desafortunadamente, casi nada de ello existe hoy en día. Una universidad sumida en el caos y en un espíritu anti-democrático, coartador de aquella otrora generación de conocimientos y estados creativos, parece ser la antesala de las postrimerías de una historia que podría descansar en un libro viejo y desatendido en unos arrabales que a nadie importarán. Y ello no sólo afectará a la universidad misma, sino que a ese Chile soñado y en evolución. A pesar del desprestigio ante la opinión pública por una poco eficaz administración, y la batahola generada por las consecuencias de ello, un grupo de soñadores, entre ellos profesores y estudiantes, seguían luchando educativa e intelectualmente para no dejar morir el proyecto Arcis. Una de esas trincheras románticas corresponde a la Escuela Latinoamericana de Postgrado. Y en ella los abajo firmantes nos reconocemos como profesionales y estudiantes soñadores y generadores de conocimientos e ideas para contribuir a una República Democrática de ese Chile que todos queremos, ya no sólo como nación aislada, sino en coalición con la América Latina a la cual pertenece. Desde ahí esa Arcis, esa Elap y esos estudiantes contribuimos no sólo como chilenos, sino también como colombianos que queremos soñar Colombia del mismo modo en que queremos soñar Chile. Ese sueño, ya no desde una quimera, sino desde la práctica concreta de sus intereses, ha podido ser llevado a cabo gracias a un grupo de personas, muchas veces ignorado y vilipendiado en la historia republicana, que, a pesar de no percibir sueldos por casi un año –quizás viven sólo de aire y amor- cumplieron no sólo con convicción sino con vocación su rol pedagógico y, desde la instrucción, repensaron la educación desde la generación de conocimientos en comunidad. Ese maravilloso equipo de profesores y profesoras, gente noble a quienes estaremos eternamente agradecidos por su apoyo irrestricto, sin importar el contexto, fue liderado por el profesor Miguel Valderrama. Gracias a él y a un cuerpo de docentes comprometidos y leales, la ELAP nos hacía recordar a una Arcis que, como un ave fénix, podía resurgir de sus cenizas. Mas, ese corazón latinoamericano se está desangrando, casi literalmente, puesto que esos profesores representan la sangre que recorre las venas de la universidad Arcis, poco a poco. Miguel Valderrama ha sido destituido de su cargo y, junto con ello, peligra la sangre pedagógica y académica con la que contribuía su equipo. Nosotros, como estudiantes profesionales, estamos de luto. Amamos a nuestro país y al proyecto universitario Arcis. Queremos con nuestra alma a la ELAP y, por ello, nos resistimos a dejar de soñar. Ese sueño, para poder ser soñado con los ojos abiertos, nos exige despertar y, junto con ello, despertar a quienes nos rodean. Así como nosotros creemos y creamos para el país, le pedimos al país su solidaridad. Para que este proyecto continúe, no sólo pedimos sino que exigimos la resurrección del proyecto educativo Arcis, la restitución en su cargo del profesor Miguel Valderrama, y la restitución en sus cargos de todos aquellos docentes que fueron exiliados soñando y luchando por democracia en la universidad. Sin nuestro profesor Miguel Valderrama, sin nuestros profesores, sólo seremos testigos del desmoronamiento de uno de los proyectos educativos más hermosos con lo que ha contado nuestra nación y nuestro continente Latino y Americano. Muchas gracias. Atentamente, Estudiantes del programa de Doctorado en Cultura y Educación en América Latina (Universidad Arcis): Gabriel Farías Rojas 16.360.500-7 (Santiago - Chile) Óscar Ulloa Arévalo 10.688.559-1 (Rancagua - Chile) Luz Ángela Ardila Gutiérrez 52.496.496 (Bogotá - Colombia) Alejandro Arros Aravena 13.147.167-k (Viña del Mar - Chile) Paula Núñez Castro 10.921.849-9 (Santiago - Chile) Claudia Herrera Escalante 46.646.102 (Puerto Boyaca - Colombia) Amparo Bermúdez Escobar 66.651.172 (Cali - Colombia) Maritza Isaza Gómez 66.919.441 (Cali - Colombia) Vianney Díaz Pérez 56.081.760 (Bogotá - Colombia) María Victoria Bolaños Gallardo 31.203.285 (Cali - Colombia) Audrey Tamayo Herrera 63.466.779 (Barrancabermeja – Colombia) Paola Bustos Ramírez 52.818.803 (Bogotá – Colombia) Daysi Velásquez Aponte 52.344.622 (Bogotá – Colombia)
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