Literatura entreguerras

LA LITERATURA DE ENTREGUERRAS
1. LOS INICIOS DEL SIGLO XX
El inicio del siglo XX es uno de los períodos más convulsos de la historia,
con grandes conflictos políticos, sociales y económicos. En este difícil contexto,
sin embargo, el arte experimenta una etapa muy intensa y prolífica.
1.1.
El contexto histórico
A nivel mundial, se podrían destacar los siguientes acontecimientos:
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En el primer tercio del siglo XX se producen grandes avances
tecnológicos (coche, avión…)
Estalla la Primera Guerra Mundial (1914-1918)
En 1917 la Revolución Soviética inaugura un nuevo sistema político:
el comunismo. A la par surgen movimientos totalitarios: el fascismo
y el nazismo.
En 1929 se produce el desastre de la bolsa.
Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
España, en este período, sigue sumida en una profunda crisis. En el
plano político destacan varios hechos:
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Durante el reinado de Alfonso XIII, ni liberales ni conservadores
hallan solución a los problemas. El descontento con la guerra de
Marruecos en 1909, desemboca en huelgas generales y hechos
sangrientos.
El general Primo de Rivera instaura en 1923 una dictadura militar
que reprime a las fuerzas políticas y a las organizaciones obreras.
En 1931 Alfonso XIII abdica, se suprime la dictadura y se instaura la
Segunda República, que dura hasta 1936. En ese año se produce un
nuevo alzamiento militar que desemboca en la guerra civil (19361939).
En el ámbito social, la clase obrera es la que más sufre la crisis. En
este período se organizan movimientos obreros y sindicatos (CNT, UGT…) y se
consolida una clase media de pequeños patronos y comerciantes.
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1.2.
La situación artística.
El primer tercio del siglo XX es uno de los momentos más
creativos de la historia del arte. En un ambiente de crisis social, los
artistas quieren transformar el arte radicalmente, y buscan nuevas
formas de expresión que tienen unos rasgos comunes:
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Fascinación por la técnica. Por primera vez los avances
tecnológicos (máquinas, inventos…) se incorporan decididamente al
arte.
Experimentación. Se investigan, sin limitaciones, todas las
posibilidades expresivas del arte, y todas las disciplinas artísticas se
influyen entre sí.
Vocación universal. Los artistas aspiran a hacer obras entendibles
por todas las culturas.
Este profundo espíritu de cambio afecta a la literatura, a la pintura, a la
música, al teatro… y al cine, que se convierte en el nuevo arte del siglo XX.
Los artistas se agrupan en movimientos estéticos que se conoce como
Vanguardias o Ismos.
2. LAS VANGUARDIAS.
Los movimientos de Vanguardia, también llamados ismos, no formaban un
grupo homogéneo. Los más significativos, en literatura son:
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Surrealismo. Intenta superar la racionalidad por medio del
inconsciente y la imaginación.
Dadaísmo. Defiende un arte absurdo y producto del azar.
Ultraísmo. Reacciona contra la ornamentación modernista y busca la
metáfora novedosa y expresiva.
A pesar de su heterogeneidad, todos ellos tienen varios rasgos
comunes:
Los vanguardistas quieren romper con la concepción tradicional de
la belleza y proponen una estética rompedora y provocativa.
Manifiestan un deseo total de novedad. Interpretan la realidad con
nuevos ojos, por eso buscan temas para el ser humano moderno.
Apuestan por la libertad total en las formas y en la versificación, y
por un arte universal.
El artista experimenta todas las formas de expresión y las artes se
influyen entre sí (literatura, pintura…)
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3. LA NUEVA NOVELA DE PRINCIPIOS DE SIGLO.
A la vez que se producía la eclosión de los movimientos vanguardistas, tuvo
lugar en Europa otro fenómeno innovador: el modelo de novela experimentó
una revolución en sus formas y contenidos, protagonizada por autores como el
francés Marcel Proust, el checo Franz Kafka y el irlandés James Joyce.
4. LA SITUACIÓN LITERARIA DE ESPAÑA.
4.1.
EL NOVECENTISMO
En la segunda década del siglo XX surgió un grupo de escritores
caracterizados por:
• El intelectualismo.
• El afán europeísta.
• La búsqueda de un arte puro, es decir, de un arte libre de
vinculaciones con la realidad y de toda forma de sentimentalismo.
Este grupo se conoce como generación del 14, y la corriente que
promovieron sus componentes recibe el nombre de Novecentismo.
a) La poesía novecentista
El principal representante de la poesía novecentista es Juan Ramón
Jiménez, Premio Nobel de Literatura. Su obra se caracteriza por la búsqueda
de la perfección, ideal común a las diferentes etapas que cabe distinguir en su
producción literaria. El propio autor definió estos ciclos creativos como etapa
sensitiva, etapa intelectual y etapa suficiente o verdadera.
• Etapa sensitiva. Esta primera fase está marcada por la influencia
del Modernismo, tanto formal como temáticamente. Destacan
libros como Arias tristes, Elegías o La soledad sonora. También
se encuadra en ella Platero y yo, una elegía en prosa poética.
• Etapa intelectual. Se caracteriza por la desnudez formal, así
como por la presencia de temas más complejas (la soledad, la
muerte, la eternidad o la creación poética). Sobresalen obras
como Diario de un poeta recién casado, Eternidades, Piedra y
cielo y La estación total.
• Etapa suficiente o verdadera. El poeta busca la trascendencia a
través de la perfección y la belleza, a quienes identifica con Dios.
Destacan títulos como En el otro costado, Dios deseado y
deseante.
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b) La prosa novecentista
En prosa, los novecentistas cultivaron tanto la novela como el ensayo.
• La novela novecentista se caracterizó por dos rasgos: la prosa
poética y la presencia de pasajes ensayísticos. Entre los
novelistas de la generación destacan:
Gabriel Miró, autor de novelas de
marcado carácter lírico como El
obispo leproso o Nuestro padre San
Daniel.
Ramón Pérez de Ayala, quien
evolucionó del realismo inicial al
simbolismo de obras como Belarmino y
Apolonio o Tigre Juan.
• Entre los ensayistas de esta generación destacó José Ortega y
Gasset, quien resumió sus ideas sobre cómo debía ser la nueva
literatura en La deshumanización del arte. Su pensamiento marcó
profundamente a los autores del 27.
Mención aparte merece el novelista y ensayista Ramón Gómez de la
Serna, principal introductor de las vanguardias en España y creador de las
greguerías, que el propio autor definía como una suma de humorismo y
metáfora. El escritor madrileño tuvo una intensa actividad literaria en revistas y
tertulias. Su estilo formó un movimiento propio, llamado Ramonismo.
4.2.
LA GENERACIÓN DEL 27
En los años 20 surgió un nuevo grupo de escritores, conocidos como la
Generación del 27. Reciben este nombre porque se reunieron en 1927 en
Córdoba para conmemorar el tricentenario de la muerte de Luis Góngora. Es el
grupo literario más importante de la España de principios del siglo XX. Está
compuesto por poetas nacidos en el cambio de siglo, que inician su actividad
en torno al año 1927. Por su cantidad y calidad, se le ha llamado también la
Edad de Plata de la literatura española.
Los autores más destacados son: Federico García Lorca, Rafael Alberti,
Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Emilio
Prados, Pedro Salinas, Dámaso Alonso y Manuel Altolaguirre.
Estos poetas mantuvieron un estrecho contacto, sobre todo desde 1920 a
1936. En esta relación tuvo un papel muy importante la Residencia de
Estudiantes de Madrid y el centro de estudios de Menéndez Pidal.
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A pesar de las importantes diferencias de estilo entre sus miembros, todos
ellos comparten rasgos comunes suficientes para que puedan ser agrupados
en una generación (sólida formación intelectual, admiración por la poesía de
Juan Ramón Jiménez y las ideas de Ortega y Gasset). Tienen dos
denominadores comunes:
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Atracción por las Vanguardias.
Aprecio por la tradición literaria, tanto culta como popular.
Este último rasgo es, precisamente, el que convierte a esta generación en
un fenómeno distinto de las Vanguardias, aunque influenciado por ellas.
Mientras que las Vanguardias lucharon contra la tradición, la Generación del 27
se inspiró en ella y la renovó.
4.3.
Autores más representativos:
a) Rafael Alberti. Junto con García Lorca, Alberti es el poeta que mejor
representó la línea neotradicional de la G27. Su poesía se inspira
en las fuentes del Romancero y la lírica cancioneril, y rescata temas
y estrofas del folclore español, adaptándolos a su estilo.
Alberti también destaca por su poesía comprometida de carácter
político, próxima al comunismo. Esta filiación le llevó al exilio tras la guerra civil.
Entre su extensa obra se puede resaltar: Marinero en tierra, Sobre los
ángeles, El poeta en la calle, Entre el clavel y la espalda, La arboleda
perdida…
b) Pedro Salinas. Fue el gran poeta del amor de la Generación del
27. En su obra se observa, como en sus compañeros de grupo, una
evolución de la poesía pura con rasgos vanguardistas a una poesía
más personal e íntima.
Salinas define su poesía como “una aventura hacia lo absoluto”, es
decir, una reflexión sobre los grandes misterios como la vida o el amor. Su
poesía consta de tres elementos: autenticidad, belleza e ingenio.
Desde el punto de vista formal, sus poemas se caracterizan por la
tendencia a los versos blancos o el verso libre.
Entre sus obras más destacadas cabe reseñar: La voz a ti debida,
Razón de amor y Largo lamento, en las que reflexiona sobre la pasión y el
dolor del amor que se acaba.
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c) Federico García Lorca
Es considerado por la crítica como el genio de la Generación del 27. Su
obra destaca, por igual, en la poesía y el teatro, en las que se le considera la
cima de la literatura del siglo XX.
Lorca abre el camino del neopopularismo. Sus versos combinan los
elementos surrealistas de las Vanguardias con la poesía tradicional, en un
resultado novedoso, original y con una gran carga de lirismo.
En su poesía, como en el teatro, tienen un papel importante las
metáforas y los símbolos: elementos poéticos que resumen los conflictos del
alma humana.
Sus poemarios más destacados son: Romancero Gitano, Poema del
cante jondo, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías o Poeta en Nueva York. Su
obra teatral, como veremos, es muy sobresaliente.
5. EL TEATRO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
En el teatro español del primer tercio del siglo XX existen dos tendencias
claramente diferenciadas. Por un lado, un teatro tradicional y comercial, de
carácter burgués, y, por otro, un teatro innovador, con influencias
vanguardistas, que lucha por atraer y sorprender al espectador.
5.1.
El teatro tradicional
El teatro en esta época era una de las principales fuentes de ocio y un
negocio rentable. Así, en las grandes ciudades se representaban muchas obras
de teatro que eran consumidas por el gran público.
Este teatro comercial, de carácter burgués, se caracterizaba por:
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Sus temas eran cómicos o dramáticos.
Su finalidad era entretener al público. No se planteaba una finalidad
crítica ni moral.
Destacan autores como Jacinto Benavente, quien cultivó la comedia
burguesa, un tipo de obras donde se hacían leves sátiras sociales. Su obra
más destacada es Los intereses creados. Otros autores como Carlos
Arniches y los hermanos Álvarez Quintero escribieron un teatro
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costumbrista, en el que se daba una visión pintoresca y cómica de una región y
su clase popular.
5.2.
El teatro innovador
Frente al teatro comercial, otros autores apostaron por un estilo más
original y creativo. Como vimos en la unidad anterior, Valle-Inclán inició esa
renovación del drama español contemporáneo.
Este teatro presenta un carácter antiburgués, y una tendencia a la
ensoñación poética y el lirismo.
El principal exponente es Federico García Lorca, que a partir de los
años treinta intensificó su labor teatral, como autor y director dramático, carrera
exitosa que quedó truncada por su temprana muerte en 1936.
Sus obras más notables son: Bodas de sangre, Yerma y La casa de
Bernarda Alba. Entre sus farsas de tono cómico destaca La zapatera
prodigiosa.
Veamos cuáles son los principales rasgos de su teatro:
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Temas. Se centran en los grandes asuntos del ser humano: el deseo
insatisfecho, la lucha contra la tiranía…
Personajes. Tienen siempre un componente dramático,
conmovedor. En sus obras, los protagonistas suelen ser mujeres
frustradas por la imposibilidad de conseguir sus deseos.
Estilo. Destaca por la sencillez formal, la plasticidad y el uso del
vocabulario del mundo rural. El autor usa metáforas y símbolos
para reflejar los conflictos humanos. El agua es símbolo de vida; el
caballo, de una pasión irrefrenable; la luna, de la muerte…
Lirismo. Lorca utiliza una gran carga lírica en los diálogos. Este
tratamiento poético da enorme plasticidad a sus obras, y las aleja
del costumbrismo, convirtiéndose en dramas universales.
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