América Latina: palabra, literatura y cultura

América Latina:
palabra, literatura y cultura
Ana Pizarro
Editora
Índice
Presentación........................................................................................11
Prólogo...............................................................................................13
I. Introducción..................................................................................19
Vanguardia y modernidad en el discurso cultural
Ana Pizarro ........................................................................................21
II. Vanguardias: ruptura y continuidad............................................35
Lenguajes utópicos. “Nwestra ortografia bangwardista”:
tradición y ruptura en los proyectos lingüísticos de los años veinte
Jorge Schwartz ....................................................................................37
Las dos tentaciones de la vanguardia
Noé Jitrik.............................................................................................70
Estrategias de la vanguardia
Hugo J. Verani ....................................................................................94
Los signos vanguardistas: el registro de la modernidad
Saúl Yurkievich...................................................................................111
A ruptura vanguardista: as grandes obras
José Paulo Paes...................................................................................121
III. Los otros sistemas literarios......................................................157
Literatura popular
Palabra y artificio: las literaturas “bárbaras”
Adolfo Colombres...............................................................................159
Literaturas indígenas
La percepción de las prácticas “textuales” amerindias:
apuntes para un debate interdisciplinario
Martin Lienhard ...............................................................................217
Literatura popular urbana
El tango argentino
Eduardo P. Archetti........................................................................... 239
7
América Latina: palabra, literatura y cultura
IV. Después de la ruptura: poesía....................................................283
Poesía: nuevas direcciones (1930-1970)
Juan Gustavo Cobo Borda...................................................................285
Chile: poetas
De las vanguardias a la antipoesía
Federico Schopf...................................................................................311
Para una nueva lectura de Gabriela Mistral
Grinor Rojo.......................................................................................360
Brasil: poetas
Do palácio à pensão
Joaquim Alves de Aguiar.....................................................................383
A herança modernista nas mãos do primeiro Drummond
Iná Camargo Costa............................................................................397
Murilo Mendes: a poética do poliedro
Augusto Massi.....................................................................................411
A geração de 45’ e João Cabral de Melo Neto
Benedito Nunes..................................................................................429
Brasil: novo ciclo vanguardista
Esteticismo e participação: as vanguardas poéticas
no contexto brasileiro (1954-1969)
Iumna Maria Simon...........................................................................481
V. Después de la ruptura: narrativa.................................................521
Después de la ruptura: la ficción
Jorge Ruffinelli....................................................................................523
La “nueva” novela hispanoamericana: ruptura y “nueva” tradición
Saúl Sosnowski...................................................................................556
Graciliano Ramos
Vagner Camilo...................................................................................583
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Introducción
Clarice Lispector
Vilma Arêas.......................................................................................603
O mundo misturado: romance e experiência em Guimarães Rosa
Davi Arrigucci Jr...............................................................................626
Documentalismo y ficción: testimonio y narrativa testimonial
hispanoamericana en el siglo XX
Mabel Moraña...................................................................................668
VI. Literaturas del Caribe neo hispánico........................................717
O Caribe francófono
El Caribe francófono
Maximilien Laroche...........................................................................719
El Caribe anglófono
Oralidad y poesía: el acriollamiento de la lengua inglesa en el Caribe
Emilio Jorge Rodríguez.......................................................................745
VII. Procesos de transculturación...................................................773
Asunción de la lengua
Rubén Bareiro Saguier........................................................................775
Apuntes para la historia de la literatura chicana
Lauro Flores.......................................................................................797
VIII. El discurso de la mujer hoy....................................................823
Criadas, malinches ¿esclavas?: algunas modalidades de escritura
en la reciente narrativa mexicana
Margo Glantz....................................................................................825
IX. El teatro.....................................................................................849
Teatro latinoamericano: desde las vanguardias históricas hasta hoy
Osvaldo Pellettieri...............................................................................851
X. La crítica.....................................................................................875
Modernización crítica en América Latina
Agustín Martínez A...........................................................................877
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América Latina: palabra, literatura y cultura
La crítica brasileña desde 1922
José GuilhermeMerquior......................................................................914
Biografías autores y autoras.............................................................945
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Presentación
Ediciones Universidad Alberto Hurtado se honran en presentar la
edición chilena de la obra, coordinada por la profesora Ana Pizarro,
América Latina: palabra, literatura y cultura, volumen III: Vanguardia y modernidad, Sao Paulo: Memorial de América Latina, Editora
de Unicamp. Este esfuerzo editorial reconoce el relativo vacío en
nuestro país de materiales para una discusión de la historiografía
literaria en el continente con la complejidad que sus culturas requieren. El proyecto encabezado por Ana Pizarro trata justamente
de resolver algunos de los puntos críticos que resultan de levantar
una propuesta unificada para el estudio de nuestras literaturas.
La decisión de publicar el volumen III de esta obra se debe al
permanente interés por la problemática de las vanguardias y la modernidad en su versión latinoamericana. Es también el volumen en
que se muestra de manera ejemplar los intentos de modernización
cultural realizados en el siglo XX. La valiosa introducción de Ana
Pizarro pone de manifiesto los distintos y desiguales desarrollos
artísticos: en la plástica y la literatura, por ejemplo; y los grupos
sociales que contribuyen de manera significativa a ese proceso de
modernización. La creciente presencia de las mujeres en el campo
literario y las redes supranacionales que éstas crean; la contribución
de la cultura popular, que asimila las tensiones políticas y sociales
en las distintas regiones: desde la revolución mexicana a los procesos de inmigración europea y las respuestas nacionales a la presencia en los centros urbanos de estas masas extranjeras; la aparición
en el escenario del indigenismo y el afroantillanismo, el trabajo de
las elites que dialogan con las estéticas europeas, pero que las radican en suelo americano, todos estos elementos son testigos de la
variedad de discursos con que se diseña el espacio dinámico de una
cultura que busca nuevos medios de expresión.
Mención aparte debe hacerse del característico tópico de la
búsqueda de nuevos lenguajes americanos y nacionales y de la
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América Latina: palabra, literatura y cultura
conciencia que evidencian estos trabajos críticos sobre el papel que
en todo arte del siglo XX cumplen las tecnologías y a pesar de que
el límite que se fija esta historia es la década de los sesenta, en ella
es donde cristalizan muchos de los fenómenos históricos y políticos
que se verán, en décadas posteriores, fuertemente afectados por los
cambios tecnológicos.
A la introducción de Ana Pizarro “Vanguardia y modernidad en
el discurso cultural” siguen las secciones sobre: las vanguardias, otros
sistemas culturales, después de la ruptura: poesía, después de la ruptura: narrativa, literaturas del caribe no hispánico, procesos de transculturación, discurso de la mujer hoy, el teatro, la crítica. En estas
áreas temáticas se concreta un grupo de excelentes artículos de treinta respetados académicos, entre los que se cuentan: Jorge Schwartz,
Noé Jitrik, Hugo J. Verani, Saul Yurkievich, José Paulo Paes, Martin
Lienhard, Federico Shopf, Margo Glantz y Grínor Rojo.
Esta tarea colectiva se extiende a través de tres volúmenes, los dos
primeros titulados América Latina: palabra, literatura y cultura, Volumen I: La situación colonial y Volumen II: La emancipación del discurso.
El intento de realizar un completo y coherente recorrido historiográfico de la diversidad, de la pluralidad, de las superposiciones
culturales, es improbable, pero los esfuerzos realizados en esta dirección, aunque siempre perfectible, no pueden dejar de hacerse. El
continuo aporte de los investigadores crea una amplia y sólida plataforma para futuros proyectos. Por sobre las fronteras nacionales y
disciplinarias, el afán de entender los productos culturales de una
comunidad polifacética obliga a la participación de un importante
número de estudiosos y la coordinación rigurosa de este espacio
para que la mirada sea relevante y en cierta medida clarificadora.
En este sentido, la labor de Ana Pizarro es evidentemente sólida
y pertinente. El lector podrá comprobar, en la propuesta de ordenamiento y en la calidad de los artículos presentados, el aporte
que la colección hace a la creación de un marco para el estudio en
profundidad de los problemas de la investigación en el ámbito de la
cultura de América Latina.
José Leandro Urbina
12
Prólogo
El texto que publicamos comenzó proyectándose como una Historia de la Literatura Latinoamericana en el marco de la Asociación
Internacional de Literatura Comparada. Esta inserción institucional se articulaba con nuestra convicción, ayer como hoy, de la necesidad de trabajar en el sentido de esta Historia. Durante algunos
años llevamos adelante una reflexión publicada en los textos La
literatura latinoamericana como proceso (Buenos Aires, 1985) y Hacia una historia de la literatura latinoamericana (México, 1987), y
establecimos una amplia red de colaboradores directos, indirectos
y ocasionales, a quienes debemos agradecer la ayuda prestada. Este
proyecto fue desarrollado con grandes estímulos, pero también con
todas las dificultades con que se lleva a cabo la investigación de
largo aliento en la cultura del continente. Estas dificultades nos
hicieron renunciar al proyecto inicial, y adoptamos la resolución
de publicar los resultados parciales de la investigación, transformando la Historia inicialmente prevista en tres volúmenes de
ensayos dispuestos en orden cronológico. El primero, A situação
colonial (1993); el segundo, Emancipação do discurso (1994), y el
presente volumen aparecen con el apoyo decisivo del Memorial da
América Latina.
La consideración de América Latina como constituyendo una
región de significaciones históricas y culturales comunes, así como
la articulación de lo heterogéneo en una estructura global que ha
ido integrando históricamente áreas, ha sido desde el comienzo de
este trabajo una hipótesis común. En virtud de esta hipótesis hemos
hecho presente aquí la expresión de la literatura brasileña a través
de la colaboración de sus investigadores, junto a la de Hispanoamérica y la del Caribe, en una perspectiva histórica de la construcción
del discurso literario y cultural del continente. No fueron pocas las
dificultades, pero creemos que el resultado valió el esfuerzo.
13
América Latina: palabra, literatura y cultura
Luego de la reflexión historiográfica ya publicada, se logró reunir un número considerable de contribuciones que, si no coinciden con la meta que nos habíamos propuesto en el proyecto inicial,
abordan un conjunto de temas y problemas de carácter historiográfico de importancia relevante para nuestros estudios. Es decir,
sin llegar a constituir un tratamiento global de todos los temas a lo
largo de los períodos abordados, cubren ámbitos significativos.
Un estudio que se organiza sobre la base de la participación
de un número considerable de colaboradores debe contar con un
margen de heterogeneidad de los trabajos. Así es como los hay generales y monográficos, observaciones en torno a países y autores,
los hay descriptivos y de reflexión, unos más inclinados hacia el
acontecimiento, otros hacia el análisis, dependiendo de la orientación y la especialización de los colaboradores. La homogeneidad
que los articula tiene que ver con la búsqueda de lecturas creadoras, con la apertura de perspectivas y con la necesidad que subyace
en todos de explicarse y aportar en la construcción cultural del
continente.
A partir de ambas —la heterogeneidad y la homogeneidad—
proponemos algunas observaciones, siempre provisorias, que podrán ser útiles para la investigación ulterior en esa dirección.
Ahora que la tarea de investigación nos hace entender un poco
de las cosas del mundo, sentimos como nunca la proximidad de
sor Juana en las vicisitudes de su insaciable necesidad de acceso al
conocimiento y en las calificaciones de su empeño como ‘atrevimiento’, ‘ánimo ambicioso’ o ‘insolente exceso’. El Primero sueño y
estas vicisitudes constituyen sin duda un modelo que vale la pena
recordar ahora: “Si a un objeto solo […] / huye el conocimiento /
y cobarde el discurso se desvía”, y rehúsa acometerlo con valentía
porque “teme […] comprehenderlo o mal, o nunca o tarde”, la
interrogante termina siendo: “Como en tan espantosa / máquina
inmensa discurrir pudiera / […] la empresa / de investigar a la Naturaleza?”. A lo largo del aprendizaje que ha significado este proyecto hemos extraído la convicción que nos lleva a publicar hoy estos
14
Prólogo
materiales: la de la importancia no solo de llegar a la meta, sino
también de caminar hacia ella.
Queremos agradecer a las instituciones que nos han apoyado de
distinta forma: la Asociación Internacional de Literatura Comparada (AILC), la Unesco, el Memorial da América Latina y la Fundação Vitae en Brasil, la Universidad Simón Bolívar de Venezuela,
la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Groupe de Sociologie de la Littérature) de París, el Instituto de Estudos Avançados
de la Universidade de São Paulo, la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (Fapesp), y la Universidade Estadual de
Campinas (Unicamp), en Brasil; el Colegio de México y el Centro
de Estudios Avanzados de la Universidad de Buenos Aires, que ha
sido la sede de la última etapa del trabajo.
La presencia de Ángel Rama dio un impulso fundamental a este
proyecto. Con su muerte, en 1983, desaparecía uno de los pensamientos más lúcidos del quehacer intelectual del continente, y para
nuestra labor, el apoyo de quien ayudaba a sentar las bases de una
comprensión global de este, con la solvencia y el empeño inestimables que le eran propios. A su memoria dedicamos el presente
trabajo.
Agradecemos a muchas personas de distintos países e instituciones cuyo apoyo nos alentó en diferentes momentos de esta labor.
Permítannos que, sin nombrarlas, vaya a ellas nuestro reconocimiento. Quisiéramos en especial agradecer el trabajo de nuestro
grupo más próximo, en el Centro de Estudios Avanzados, ya que
sin su ayuda solidaria y valiosa la tarea se hubiese vuelto aún más
difícil: Viviana Gelado, Ana Longoni y Margarita Pierini. Queremos agradecer especialmente al eslavista yugoslavo Aleksander
Flaker, que dentro de la AILC nos prestó su inestimable estímulo
intelectual y valoró el sentido de nuestro trabajo. También al profesor Antônio Márcio Fernandes da Costa, ex director del Centro
Brasileiro de Estudos da América Latina (CBEAL) y responsable de
la inclusión de este proyecto en el programa editorial del Memorial
da América Latina.
15
América Latina: palabra, literatura y cultura
Ahora que finaliza el conjunto de labores que significa una
publicación de esta envergadura, se hace imprescindible para mí
extender este agradecimiento al equipo de publicaciones de esta
institución y, en especial, a la dedicación de su directora, María
Carolina de Araujo.
En lo personal, debo consignar el estímulo permanente de Enrique Oteiza. También el de mis hijos. Ellos acompañaron el crecimiento de este trabajo, entregándome su aliento fundamental.
Finalmente, queremos dejar claro el agradecimiento al equipo
que colaboró con nosotros en la organización y realización del proyecto, sin cuyo apoyo y exigencia intelectuales este trabajo no sería
lo que es: el docente Jacques Leenhardt y, para la parte brasileña, los
profesores Alfredo Bosi, Antonio Candido y Roberto Schwarz.
16
Prólogo a la segunda edición
Hoy entregamos al público este conjunto de trabajos que han sido
un intento de dar cuenta de momentos centrales en el desarrollo de
la palabra, la literatura y la cultura en Latinoamérica. Se trata de
la publicación del primero de tres volúmenes. Los volúmenes de la
primera edición fueron publicados en Brasil entre 1993 y 1995 por
la Editora de la Universidad de Campinas y el Memorial de América Latina de Sao Paulo, a quienes agradecemos la autorización para
su reedición. Se trata de ediciones que han sido bastante distribuidas en el ámbito brasileño y que han sido difíciles de encontrar en
el resto de América Latina. Tenemos la satisfacción sin embargo,
de constatar que a pesar de su dificultosa distribución los trabajos
que allí aparecen son considerados en general a nivel internacional
obras de referencia obligada en sus temas.
Muchos de los autores de estos trabajos son hoy grandes nombres de la crítica latinoamericanista. Varios de ellos no están ya con
nosotros. Los convocamos en su momento —nuestra labor se extendió por más de diez años— y respondieron con la generosidad
de la época, en que se trataba de construir un espacio de comprensión cultural en un continente que estaba marcado por el signo
letal de las dictaduras del cono sur y sus intelectuales dispersos en
el mundo. Establecimos contacto con los mejores investigadores de
los distintos temas, con las dificultades de construir redes del conocimiento y la investigación en un período en que no existía internet, en que no había fax y debíamos confiar en el correo ordinario
ya que la comunicación telefónica era prohibitiva. Este proyecto
se llevó a cabo con financiamiento solo para algunas reuniones.
La Coordinadora de él no tenía respaldo nacional por estar en exilio y tuvo la representación de Venezuela en las reuniones internacionales. Es decir es un conocimiento que construimos con muchas dificultades pero en un instante clave en las concepciones del
17
América Latina: palabra, literatura y cultura
desarrollo historiográfico. Pudimos hacerlo mejor, pero creemos
que el resultado valió el esfuerzo. Es por todo esto también, además
del valor mismo de los trabajos, que nos satisface que hoy aparezca
una segunda edición en Chile.
En esta edición incorporamos el trabajo de Benedito Nunes sobre poesía brasileña que había quedado, por razones ajenas a nuestra voluntad, fuera de la primera . Más allá de éste, los cambios son
muy leves y tienen que ver sobre todo con la actualización de la
historia curricular de los autores.
Así como debemos agradecer las opiniones de muchos colegas
latinoamericanistas, nos es necesario valorar el apoyo imprescindible para la realización de esta tarea que Enrique Oteiza nos ha
entregado desde comienzos de la década de los ochenta del siglo
pasado, es decir, desde el inicio de esta labor hasta hoy.
Ana Pizarro
18
I
Introducción
19
Vanguardia y modernidad
en el discurso cultural
Ana Pizarro
Chile. Ha desarrollado trabajos de docencia e investigación
en literatura en diversas instituciones de educación superior:
Universidad Simón Bolívar (Caracas), de París, de Concepción
(Chile), de Buenos Aires. Ha sido profesora invitada en universidades
de América Latina, Europa, Estados Unidos y Canadá. Obras
principales: Vicente Huidobro, un poeta ambivalente (1971); La
literatura latinoamericana como proceso (coordinadora, 1985); Hacia
una historia de la literatura latinoamericana (coordinadora, 1987);
El archipiélago de fronteras externas. Culturas del Caribe hoy (2002),
Gabriela Mistral: El proyecto de Lucila (2005); Las grietas del proceso
civilizatorio. Marta Traba en los sesenta (2002) y Silencio, zumbido,
relámpago: la poesía de Gonzalo Rojas (2006). Entre sus selecciones
de ensayos se cuentan: De ostras y caníbales (1994), Premio
Municipal de Literatura de Santiago, El sur y los trópicos. Ensayos
de cultura latinoamericana (2004), De ostras y caníbales. Ensayos
sobre la cultura latinoamericana (1994). Los resultados de su último
estudio, llevado a cabo gracias a la beca John Simon Guggenheim
y a Fondecyt-Chile, fueron publicados bajo el título Amazonía: el
río tiene voces. Imaginario y modernización, 2009, recibió el Premio
Ezequiel Martínez Estrada de la Casa de las Américas, Cuba
2011. Es productora del documental El Arenal sobre la Amazonía
brasileña, premiado con FIDOCS en Chile y Festival de Manaos
en Brasil. Actualmente es investigadora del Instituto de Estudios
Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.
21
América Latina: palabra, literatura y cultura
Situados en el espacio de los temas y problemas generados en el
cambio de situación histórica que hoy se hace evidente y, en especial, con el impacto producido por las llamadas nuevas tecnologías
de los ochenta, estamos intentando observar líneas centrales del desarrollo literario-cultural del siglo XX. Tenemos como límite la década de los sesenta, desde el momento en que se diseña su lenguaje
en el espacio histórico de esa primera gran transformación tecnológica de las comunicaciones, con la emergencia de la propuesta
estética de las vanguardias históricas. Con ellas parecen perfilarse
—y en ese sentido su peso incide a lo largo del siglo con nuevas
vanguardias de irregular impacto y trascendencia— los modos con
que la cultura de América Latina construye la modernidad de sus
lenguajes.
La observación que hemos realizado tuvo desde un comienzo
como límite la década de los años sesenta, un horizonte que limitaba la cronología del objeto de estudio. Fue una decisión tomada
en la Reunión de Campinas, en 1983, cuando recién se estaban
diseñando los temas que intentábamos abordar en una revisión —y
propuesta de una manera de visualizar— de los problemas de la
literatura en la cultura del continente. Ángel Rama insistió en esta
opción, que acordamos, en el razonamiento que ahora más que
nunca revela la prudencia del investigador mayor, del necesario distanciamiento que la mirada necesita tener respecto del objeto de
estudio, sobre todo en un proyecto destinado a tener una cierta
permanencia como referente interpretativo. Los cambios históricos
que hemos visto sucederse a lo largo de la década de los ochenta, el ritmo vertiginoso que ha superado a menudo los cánones de
comprensión, que ahora encuentra, recién y todavía tímidamente,
algunas propuestas en la reflexión de los latinoamericanistas, hacen
que consideremos hoy aún más ajustada esta decisión.
22
Prólogo
La línea que articula los trabajos que forman el presente volumen tiene, pues, el interés común de observar la modernización
de los lenguajes del siglo XX, aquella que permite el desplazamiento alguna vez señalado por Antonio Candido de los modelos referenciales desde los patrones ibéricos y luego franceses a la
generación de modelos propios, que, sin invalidar los anteriores,
enriquecen el espectro de una construcción identitaria más arraigada en la memoria cultural propia. Es, sin duda, el papel que
desempeñan en la historia de la construcción de nuestra cultura
obras como las de Borges, Neruda o Mário de Andrade, como las
de Matta o Lam, como las de Villa-Lobos o Ginastera. El movimiento que en estos seis decenios observa esta construcción parece asentarse con mayor visibilidad en la tensión de lo que R.
Williams describía como la dialéctica de lo residual y emergente,
esto es, entre, por una parte, el orden regionalista que apunta a
una forma de expresión de la memoria de la diversidad cultural
y, por otra, la modernización basada en el prestigio del repertorio
formal europeo y norteamericano.
Las vanguardias señalan, pues, un punto de partida. Los trabajos sobre ellas, presentes en el volumen, ponen en evidencia aquello
que la crítica sobre el continente ha logrado organizar recién en los
últimos años: que ellas constituyen no casos parciales ni autores
aislados, sino un fenómeno que tiene lugar en la generalidad de
los países, de carácter específico para América Latina, cuya relación con el proceso europeo es compleja en la medida en que las
vanguardias tienen lugar en contextos muy distintos de este y diferenciados entre sí. Ellos dicen relación con desarrollos emergentes
o más avanzados de industrialización (Perú y Argentina, por ejemplo), luchas políticas que reivindican tanto procesos de reforma
universitaria (Cuba, Argentina) como propuestas antiimperialistas
(Cuba, Nicaragua), reivindicaciones étnicas y sociales (Brasil, Perú,
Chile), revoluciones en marcha (México), así como de enfrentamiento a las dictaduras ligadas al poder terrateniente (Venezuela,
Nicaragua, Cuba). En general, se dan en el marco de una urba23
América Latina: palabra, literatura y cultura
nización creciente, aunque desigual, así como de la emergencia y
expresión en organizaciones políticas de un proletariado ligado a la
industrialización que se va consolidando mayormente en algunos
países (México, Chile, Argentina).
Los símbolos de la modernidad han comenzado a inundar las
recientes áreas urbanizadas del continente que crecen con rapidez
—Buenos Aires, São Paulo— frente a un gran sector que languidece
aún en la persistencia de la estructura agraria: los tranvías, la construcción de grandes avenidas que, con la imagen de Haussmann
en París, dan paso al vehículo que comienza a mostrar su ventaja
frente al carruaje tradicional, el automóvil, signo de distinción y
modernidad. El transatlántico atraviesa con lentitud y elegancia
ahora el océano y aparece un nuevo modelo social de élite: el turista, convirtiendo el necesario viaje a Europa desde el continente en
la aspiración y necesidad de los sectores pudientes. Estos establecen
claramente su perfil frente a las clases medias, ya configuradas y
con aspiraciones —la universidad es un medio de ascenso social
posible—, frente a las masas de inmigrantes que en algunos países
entregan su perfil a la configuración social y su aporte a la pluralidad cultural: italianos, españoles, alemanes, europeos en general,
cuyo horizonte es “hacer la América” y cuya primera América es el
barrio, el conventillo, desde donde ven crecer los grandes edificios
que dejan traslucir el proyecto de país que se quiere. En el caso
de Buenos Aires, por ejemplo, gran centro de inmigración, es de
corte europeo, institucional, potente como universo de aventura
económica y también de tensiones entre el país nacional y el país
inmigrado. Desde allí comienzan a desarrollar el esfuerzo denodado
por aprender una lengua e insertarse en una sociedad cuyos patrones les escapan: las revistas de moda, sociales, los folletines ejercen
entonces su función. Al lado de ellos, la industrialización naciente
atrae desde el campo a sectores que se organizarán en las periferias
urbanas, cuyo destino es la fábrica, y su protagonismo, la incipiente
reivindicación laboral. Con ellos llegan al continente también nuevas doctrinas sociales: socialismo, anarquismo, que “pressupunham
24
Prólogo
uma crença muito forte na capacidade revolucionária (transformadora e humanizadora) do saber e da arte”1.
En otras áreas del continente, el acento está dado en la presencia
de perfil étnico. El mundo indígena adquiere protagonismo con la
Revolución Mexicana, las propuestas peruanas de Haya de la Torre
y Mariátegui. El reconocimiento de la memoria étnica es presencia
también en el modernismo brasileño: “Tupi or not tupi, that is the
question”, reza con humor la propuesta del Manifesto Antropófago.
A negra es la tela clásica de Tarsila do Amaral. Se trata de culturas
populares, fundamentalmente rurales, que al ingresar al espacio urbano lo hacen desde los cinturones periféricos. De allí saltan ahora a
la imaginería del arte. En el Caribe y la costa atlántica, la presencia
negro-africana adquiere protagonismo en un juego insólito de reconocimientos: la vanguardia europea rescata la validez de las culturas africanas y aborígenes en general —las colecciones de estatuas
y fetiches constituyen el bagaje de los hombres del arte de la época
desde Apollinaire a Neruda, pasando por Picasso y Huidobro—, el
Renacimiento de Harlem les entrega bríos desde un horizonte más
cercano —Marcus Garvey, el gran propulsor de la causa negra, vive
un tiempo importante en los Estados Unidos— y el Caribe comienza a reconocerse entonces a través de una mirada que lo advierte y
con la que se observa a sí mismo. Comienza, en la hermandad afroamericana en París, entre caribeños y africanos, rehaciendo el trágico
diseño triangular de los inicios, la propuesta de la negritud.
Esta variedad de áreas culturales, situaciones históricas y diseños sociales hacen que los lenguajes de las vanguardias sean
variados, pero que los articule una misma tensión hacia la modernización. Esto significa pensar sus construcciones simbólicas a partir
de este renovado repertorio formal a que aludíamos, que obedece
a dinámicas de desarrollo diferentes del discurso y la cultura. Ellas
lo apropian como una manera nueva de focalizar las inflexiones de
su propia memoria.
1
Candido, Antonio. Teresina, etc. Río de Janeiro: Paz e Terra, 1980.
25
América Latina: palabra, literatura y cultura
La urbanización implica también la apertura de espacios para la
expresión cultural de los nuevos sectores sociales. La ampliación de
los públicos de la cultura había comenzado a abrirse paso en el Sur
con la gauchesca en el siglo anterior, a la que habían accedido gracias a la cultura impresa. En nuestro siglo, la proliferación de publicaciones, la literatura de cordel, el folletín, comienzan a insertar
lo popular en lo masivo. La comunicación masiva propiciada por la
radio difunde el tango, luego el bolero, la música en la que se reconoce la sensibilidad de amplios sectores urbanos. Paralelamente, la
oralidad rural sigue su camino y se inicia el rescate, en las zonas de
culturas indígenas, de las producciones olvidadas de la cultura oral:
México, Perú, Bolivia.
Modernización y rescate de la memoria: la tensión entre estos dos polos parece estar presente a lo largo del discurso cultural
de estos decenios. En la plástica, los surrealistas mexicanos, como
los modernistas brasileños, se habían situado en la avanzada de
propuestas modernizadoras que articularan sin mayor fisura esta
tensión. Corresponderá a la generación siguiente de plásticos este
logro con plenitud: Wifredo Lam, Roberto Matta, Tamayo, Torres
García, entre otros. Proviniendo la mayoría de áreas propias de “culturas testimonio”, como las llamó Darcy Ribeiro en su propuesta,
ya clásica, de sociedades en donde prima la fuerza de la tradición
cultural de fuerte perfil étnico, ellos plasmarán la memoria como
un dato básico de identidad colectiva en una reformulación que,
lejos de toda folklorización o estereotipos, deje en evidencia que el
aprendizaje de un repertorio de técnicas modernas no significa dar
nueva forma a los mismos contenidos, como advirtiera en su momento Marta Traba: “Qué ‘arte moderno’ no es una nueva forma de
decir lo mismo, distorsionando en mayor o menor medida la visión
tradicional, sino una manera distinta de ver que permite formular
nuevos significados”2.
26
Prólogo
Ellos lo dirán antes que la narrativa de los años sesenta logre
transmutar en la alquimia del verbo los modos de vida de áreas diferentes: el Caribe de Carpentier, Severo Sarduy y García Márquez;
el Río de la Plata de Onetti y Cortázar; el Paraguay de Roa Bastos,
el Brasil de Guimarães Rosa, y el mundo peruano de Vargas Llosa,
proyectando la gramática aldeana de sus regiones en sintaxis internacional, lo que significó no solo el reconocimiento en la opinión
europea y norteamericana de que América Latina tenía una literatura —lo que evidentemente constituía un estímulo para la creación—, sino una propuesta modernizada que superaba estrechos
regionalismos en la misma historia literaria de la región. La poesía
había desempeñado su papel con anterioridad a la narrativa, pero,
como de costumbre, su voz había sido casi inadvertida. Mientras
esto sucedía en la narrativa, la plástica recibía el impacto ya insoslayable del desarrollo técnico norteamericano, y el debate pareciera
situarse ahora con claridad entre una modernización orientada hacia
los nuevos modelos y la consideración de que la memoria cultural
no significa anclarse en el pasado, sino que tiene una función central
en la vida de una comunidad, como es la de dar continuidad al proceso permanente de construcción de la identidad colectiva3.
Marta Traba diseña esta tensión, que advierte sobre todo en la
plástica en un diseño teórico de ‘áreas abiertas’ y ‘áreas cerradas’. Las
primeras estarían constituidas por su tendencia a recibir lo extranjero, el afán vanguardista y modernizante; estarían pautadas por su
progresismo técnico en un gesto propio de sociedades de escasas
condiciones endogámicas, de mundos de inmigración y ciudades
capitales. Las segundas serían resistentes en el acendramiento de su
memoria histórica y capaces de reformular sus recursos imaginativos en propuestas revitalizadoras de ella.
Ángel Rama, por su parte, organiza los espacios en donde se
mueve el imaginario literario y atiende a los procesos operatorios
3
Martín Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía.
2ª ed. México: Gustavo Gili, 1991.
27
América Latina: palabra, literatura y cultura
no solo de su constitución histórica, sino de la calidad que ha logrado en los sesenta su narrativa. Apela entonces al cubano Fernando
Ortiz y dilucida los mecanismos de transculturación, los modos
plurales, el movimiento de relaciones con que dos culturas, la una
hegemónica, la otra subalterna, generan una tercera, ahora mestiza, mixturada, sincrética, producto de una dialéctica que la hace
irreductible a sus componentes originales. Estamos siempre en el
terreno en donde se observa cómo se constituye una cultura en el
campo de la periferia, en la historia colonial y poscolonial; estamos
siempre en el terreno en donde prevalece el interés por las transformaciones, pérdidas y revitalizaciones de la memoria cultural, el factor que entrega la continuidad al proceso identitario. Rama y Traba
no vivieron lo suficiente para percibir el gran cambio producido
por el salto tecnológico de fines de los ochenta. Marta Traba preveía
los efectos posibles, sin embargo, y alertaba sobre las pérdidas y lo
que hoy llamamos la globalización: la plástica era, sin duda, un
ámbito de mayor visibilidad.
La modernización del discurso en los primeros seis decenios del
siglo significa también incorporaciones y ampliación del espectro
de los discursos del arte. En este, la configuración de un espacio
para la literatura de mujeres es seguramente un ámbito que ya no
está en discusión.
En el discurso literario de estos primeros decenios surge un grupo interesante de voces femeninas. Se trata de un grupo de poetas —entonces se hablaba de poetisas y hoy el término se usa más
bien con ironía— formado por Gabriela Mistral, Alfonsina Storni,
Juana de Ibarbourou y Delmira Agustini. A este grupo habría que
agregar otros nombres, como el de Dulce María Loynaz en Cuba,
Teresa de la Parra en Venezuela y, un poco más tarde, Cecilia Meireles en Brasil, que tiene fuerte presencia.
Se trata de un grupo de mujeres de sensibilidad bastante afín, lo
que les entrega una voz nítida. Entre algunas de ellas hay contactos
e intercambios. Dulce María, por ejemplo, está bastante ligada a
Gabriela en un momento, quien la visita en La Habana de las pri28
Prólogo
meras décadas. Une a estas mujeres escritoras la función de haber
delimitado un ámbito, a partir del cual tienen la osadía de ofrecer
todos los flancos de una sensibilidad nueva, calificada a veces de
cursi, en la medida en que no escatiman la dimensión emocional.
Para hacer frente a esta ampliación del espectro literario necesitan
adoptar posturas, gestos, propiciar complicadas imágenes legitimadoras de su tribuna, afianzadoras de su paso de la marginación a
la evidencia: imagen de niña, de maestra y madre, del desenfado
abierto. No es tarea fácil diseñar este espacio y las estrategias de legitimación constituyen “las tretas del débil”, de acuerdo con la expresión de Josefina Ludmer, que perfilan también su lenguaje. Escritoras y críticas al mismo tiempo —los papeles no están definidos
en un momento en que se están abriendo paso— tienen percepciones certeras y conciencia de la función que están desempeñando:
de Juana y Alfonsina dice Dulce María que “esta incidencia en la
femineidad más pura será lo único que compartan”, estableciendo
ya el diseño de un espacio común y diferente, para luego especificar
sobre el tono de Gabriela:
En la tierra araucana no se podía escribir de otra manera;
allí todo tiene la dureza del granito, la plenitud del mar, el
perfil del acantilado. Y así escribe Gabriela, con los pies en
las dunas y el aliento en el altiplano4.
Este grupo de mujeres escritoras demarcó un espacio en el desarrollo literario de los primeros decenios. Fue la función que les correspondió para su momento y las sociedades a las que pertenecían.
Frente a ellas aparece en la plástica un grupo más audaz, francamente rupturista en lo estético y en la definición de su función. Se
trata, por una parte, de las surrealistas mexicanas o adscritas a este
espacio, Frida Kahlo, Remedios Varo, Leonora Carrington, cuya
Loynaz, Dulce María. Poetisas de América. Discurso de recepción en la Academia Nacional de
Artes y Letras, La Habana, s.f.
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América Latina: palabra, literatura y cultura
propuesta estética está directamente ligada al espíritu transgresor
de las vanguardias europeas, pero, en el caso de Kahlo, a partir
de una fuerte inserción en las culturas populares mexicanas, cuyo
trazo, temas y mirada, ella trasluce incluso con la incorporación de
los versos de cordel en sus telas. Por otra parte, está el grupo de la
Semana de 22 en Brasil, el de las modernistas brasileñas: Tarsila do
Amaral, Anita Malfatti, activas en el combate contra el arte oficial,
académico, y en la propuesta recuperadora de la ‘brasilidad’. Pareciera que en la plástica el gesto de modernización antecede, tanto
en Brasil como en México, a la literatura. En este, las artistas plásticas tienen su palabra.
La evolución de este espacio es lenta a lo largo de varias décadas.
Solo presencias aisladas: Clarice Lispector también en Brasil, otras
voces en Hispanoamérica, como Rosario Castellanos y María Luisa
Bombal. El espacio y el lugar desde donde la mujer enuncia su discurso se vuelve ya elemento de discusión en los sesenta. Los movimientos sociales emancipadores hacen eco en Europa y en los Estados Unidos. También en América Latina la preocupación toma su
lugar. Allí Marta Traba marca un hito modernizador importante; el
discurso se vuelve exigente, sin contemplaciones: es necesaria una
superación de los lenguajes que, refugiados en la pura subjetividad
y la falta de complejidad en la simbolización, no logran legitimar
un espacio que, de hecho, habla ‘desde otro lugar’. En literatura,
como en la cultura, no hay discursos únicos; en el caso del de la
mujer este diseña un espacio diferente. Tal vez desde los noventa,
el surgimiento potente de una narrativa femenina en Puerto Rico,
México, en Latinoamérica en general, constituya una respuesta a
esta evolución y a estas discusiones. El hecho importante para la
historia literaria en el continente es, seguramente, que el ámbito está diseñado y que esta presencia que ya ingresó al campo de
“lo ambiguo y lo posible” amplía el espectro de sensibilidades en el
discurso de la literatura.
A lo largo de las seis décadas que estamos observando hubo
variaciones importantes en la noción de América Latina. Por una
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Prólogo
parte, la incorporación de los indigenismos y afroantillanismos dimensiona de otro modo la noción que el continente tiene sobre su
propia cultura. Por otra, el Brasil y América Hispana comienzan a
desarrollar un reconocimiento mutuo, que es lento y que curiosamente ha sido más dificultoso que lo que las diferencias idiomáticas
podrían explicar. Voces señeras del ensayo, género privilegiado en el
área, contribuyen a diseñar esta noción, desde distintos puntos de
ella: José Carlos Mariátegui, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Roberto Fernández Retamar, Ángel Rama y Marta Traba, así
como, con respecto al Caribe no hispano, René Depestre o Édouard
Glissant, con propuestas que marcan hitos en esta reflexión.
Hacia mediados del siglo veinte el Caribe no hispano se adscribe oficialmente a la idea de América Latina. Los organismos internacionales comienzan a incorporarlo. De hecho, la proximidad no
solo geográfica sino de universos y mecanismos culturales queda
en evidencia desde una primera aproximación: tanto en el Caribe
francófono como en el de lengua inglesa y holandesa, los problemas de definición identitaria pasan por instancias muy similares.
Tanto más cuanto que el cuadro allí es mucho más complejo con
la presencia de las inmigraciones asiáticas, instaladas ya desde hace
mucho en la complejidad cultural de esa área. Hay una aproximación en el diseño cultural de pluralidades y superposiciones —la
existencia desde luego de sistemas literarios superpuestos de lenguas metropolitanas e indígenas además de formaciones criollas—.
En el Caribe de lengua holandesa, por ejemplo, se pueden observar
varios sistemas simultáneos. Allí existe una literatura en español al
mismo tiempo que en holandés, papiamento y sranan tongo, lengua
de Surinam, la parte continental de esta área cultural. Se podría
pensar que este sistema en español es una rémora que dice relación
con el papel que desempeñaron las islas durante el siglo pasado en
el momento de las independencias hispanoamericanas solamente.
Sin embargo, dada la cercanía con el continente y el permanente
contacto, es un sistema que perdura en su debilidad. Al lado de este
se observa otro sistema de lengua metropolitana: el holandés, en
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América Latina: palabra, literatura y cultura
donde se encuentra en general una literatura de colonos o administradores coloniales que dejaron su marca en las islas y los temas
tienen poco que ver con la literatura metropolitana en lengua holandesa, de modo que esa literatura se articula más bien con preocupaciones, temas e incluso estereotipos regionales. La literatura
en papiamento corresponde a la cultura de la oralidad y es tal vez la
más común. En la región, esta lengua es considerada como un pilar
de identidad, por lo que se han hecho esfuerzos por tener registro
escrito de ella e incluso traducir obras de la literatura universal al
papiamento, en una curiosa tentativa de acendramiento de la memoria cultural.
En el Caribe francés, como en el inglés, ha sido fundamental
a partir del siglo XX el impacto del movimiento de reivindicación
afroantillana. Jean Price-Mars, en el ámbito francófono, y Marcus Garvey, en el sector de lengua inglesa, son dos pilares de esta
reivindicación, que en los primeros decenios tiene fuerte impacto
en los Estados Unidos, con el Renacimiento de Harlem, la difusión del jazz en tanto música comprometida con la causa negra, el
eco europeo de las vanguardias, así como los propios movimientos
antillano-africanos que dan lugar a la publicación Légitime Défense
y la posterior Revue du Monde Noir, en París, que es el polo de
religación del momento. Como se sabe, el destino de estos movimientos tiene luego vías diferentes de canalización. En el caso del
mundo anglófono, una revitalización de este se da entre los años
sesenta y setenta con la aparición a nivel internacional del reggae y
la difusión del movimiento rastafari. Curioso sincretismo cultural,
el rastafarismo es un movimiento mesiánico que predica la vuelta
a la naturaleza y reivindica la identidad negra. También desarrolla
líneas que tienen que ver con los actuales fundamentalismos.
La noción de cultura latinoamericana se extiende más allá de
las fronteras del continente. Universos transculturales, tales como
los de los latinos y de los chicanos en los Estados Unidos, han ido
enriqueciendo un ámbito que desde el comienzo se definía por su
pluralidad. El estudio de las fronteras culturales es, pues, uno de
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Prólogo
los campos más abiertos y necesarios para el desarrollo de los estudios latinoamericanos en nuestro ámbito y ellos nos conducen a
los problemas que se diseñan actualmente en torno a los procesos
de desterritorialización y los nuevos mestizajes producidos por la
llamada globalización.
La observación que publicamos de los temas y problemas presentes en este volumen no son sino propuestas. Tal vez la mayor
satisfacción que podamos tener quienes hemos realizado este intento de mirada a problemas que nos parecen centrales, a autores o a
conjuntos parciales sea el ver surgir, a partir de aquí, nuevos cuestionamientos. Una reflexión que lleve los elementos de su propia
crítica, proponía alguna vez como deseable Antonio Cornejo Polar
en nuestras reuniones. Esto es que lo importante será pasar de las
propuestas que aquí se publican a modo de respuestas, al enunciado de nuevas preguntas que, sin duda, será posible formular desde
este otro lugar en que las tecnologías y las globalizaciones vuelven a
situar permanentemente a nuestras incertidumbres.
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