FASOC Vol. VIII, N1 2 )INTEGRACION MILITAR EN SUDAMERICA? Crl. Carlos Castro S. ANEPE I Introducción La desaparición de la URSS en el escenario político internacional, sus consecuencias en Europa del Este y en menor medida en otros lugares del planeta, ha dado a mucha gente una sensación de alivio respecto de una posible guerra nuclear total. Por otra parte, la presencia de regímenes de elección popular, de variadas características, en América del Sur, ha dado a las masas ciudadanas y en cierto modo a las clases políticas, la sensación de enfrentar un futuro feliz, libre de guerras en este Continente. Nos preguntamos: )Es que ha desaparecido, o al menos disminuido el armamento y el personal que lo opera, respecto a la situación existente hace cinco años?, )es que la geografía ha variado y los países que fueron siempre vecinos, hoy no lo son?, )es que las naciones que buscaron como objetivos naturales de su existencia el bienestar, la seguridad y el progreso; hoy pretenden vivir mal, inquietas y sin expectativas? Si los elementos comprendidos en esas tres preguntas se han mantenido, entonces )qué ha cambiado para creernos en las fronteras de Utopía? )Es que resulta inevitable eliminar todos los armamentos?, )parte de los armamentos?, )cuánto armamento? )Destruir a los soldados?, )convertirlos en agricultores, médicos o sacerdotes? Finalmente, no preguntamos: )qué pasa con los que mandan a los soldados?, )quiénes son?, )qué motivaciones tienen? II Diseñando el escenario político a. Generalidades En cualquier régimen de gobierno, quien conduce a la nación lo hace utilizando cuatro herramientas, instrumentos, factores de poder o como quiera llamárseles. Estas son: la económica, la diplomática, la militar y la sicosocial o cultural. Algunos autores introducen variantes y consideran el territorio, mientras otros lo discuten pensando en los muchos siglos de la nación judía. Sea como se quiera, la herramienta militar es uno de los elementos de que se sirve el conductor político para guiar a su pueblo hacia la consecución de objetivos políticos (mensurables en tiempo y en espacio). Siendo los objetivos políticos diferentes entre las naciones y frecuentemente contrapuestas, es natural deducir que los pueblos puedan ponerse de acuerdo acerca de los sistemas políticos que les rijan, pero difícilmente se integrarán, voluntariamente, bajo un gobierno supranacional. En Europa y Asia es fácilmente perceptible que a lo largo de muchos siglos, las naciones integradas de esa manera terminan por separarse, cuando no por enfrentarse en busca de sus propios fines. La Europa Oriental camina desde los bloques a las individualidades nacionales; la Occidental, ha logrado pasar buena parte del siglo XX manteniendo sus identidades. Los Imperios del pasado han satisfecho intereses de familias pero no han podido amalgamar las nacionalidades. Es frecuente encontrar entre el europeo medio personas que con la mejor buena voluntad proponen que en América del Sur se integren los países, que se supriman los armamentos o que Chile ceda territorios en el norte a Bolivia. Cuando se les pregunta por qué no entregar Alsacia a Alemania; integrar Mónaco o Luxemburgo a Francia; repartir Bélgica entre Holanda y Francia; recrear Checoslovaquia; reunir la República de Irlanda con Irlanda del norte o recrear el imperio austro-húngaro, sonríen y dicen que eso sería un caos. Al parecer tienen razón respecto al posible caos europeo, pero no se comprende que no comprendan la realidad sudamericana. El proceso de creación y desarrollo de los Estados ha atendido, en general, a las características de los grupos nacionales que los componen y así ha sucedido en Sudamérica. b. Desde 1824 en Ayacucho, el Imperio Español perdió vigencia política en este Continente, pero la división administrativa que había establecido la corona mantuvo una relativa permanencia. Con el correr del siglo XIX se acomodaron las fronteras hasta más o menos el diseño actual, y hoy no se piensa rehacer el Reyno de Chile tal como era unos cuarenta años antes de la independencia o rearmar la Gran Colombia; pero, sin embargo, nadie desconoce la cantidad y variedad de desacuerdos fronterizos en la región. Hoy se les llama problemas pendientes, pero muchos de ellos no estaban pendientes hace algunos años y han sido creados artificialmente por intereses que se han despertado al ver lo que posee el vecino. Pero si las fronteras geográficas y los límites políticos son motivo de preocupación, mucho más lo son, aún, los intereses en pugna en asuntos de carácter económico donde las gestiones a menudo despiertan inquietudes vivas. Estas escaramuzas, de variada magnitud y trascendencia, muchas veces se libran a gran distancia de los países actores. Quedemos por el momento con la visión de un área geopolítica real, ni idílica ni carente de tensiones. América del Sur mantiene en los dos últimos siglos autonomías nacionales que, salvo el proyecto bolivariano y algunos otros de menor dimensión, no permiten suponer que se busque alguna forma de integración. Lo que en cambio se percibe es el interés, en variados grados, por la democracia representativa. Los objetivos políticos derivados del objetivo natural de seguridad tienen distintas características para Colombia, Bolivia, Argentina u otros y por tanto cada uno definirá sus propias estrategias y dimensionará sus medios de manera realista. )Qué es entonces lo que sucede para que se hable tan a menudo de integración y de caminar unidos hacia una región sin fronteras? El caso chileno Se dice con cierta razón que los pueblos insulares desarrollan identidades muy definidas y que estas les hacen cerrarse o dificultar la presencia extranjera (ej.: Gran Bretaña, Japón) o bien conforman personalidades definidas y sin embargo permeables a la influencia foránea donde todo lo extranjero es bueno o al menos mejor que lo autóctono (ej.: algunas islas de la Polinesia, Chile). Hoy casi nadie discute que la nación chilena por razones de carácter geográfico se formó a la manera de los isleños. Durante la colonia, los españoles que querían venir a esta tierra debían presupuestar un viaje de unos tres años, ya fuera que el velero pasara por el Estrecho de Magallanes, fuera que los viajeros cruzaran el Istmo de Panamá o desembarcaran en el Río de la Plata y cruzaran pampa y cordillera. Un español que tomaba la decisión de hacer tal viaje decía: "me voy a Chile", indicando un sentido de permanencia muy distinto al de hoy en que dice: "me voy a Chile y vuelvo pasado mañana". Un potente avión a reacción, de gran radio de acción, le permite cenar en Madrid, desayunar en Río y almorzar en Santiago. La radicación obligada de los europeos contribuyó a la formación de la nación chilena con características parecidas a las que conserva hasta el presente. Este encontrar que lo extranjero es mejor, condujo a los chilenos a un sentimiento americanista peligroso para su integridad y cuyas consecuencias las pudo apreciar durante el siglo pasado en la guerra con España cuando fue el único país en recibir las andanadas del Almirante Pareja, o en la aceptación obnubilada de las palabras de Darwin sobre la inutilidad de la Patagonia, o la devolución generosa de territorios conquistados cuando la norma mundial era guardarlos. El americanismo ha dejado en Chile hondas secuelas que han llevado, con frecuencia, a sus clases políticas a buscar soluciones generosas que no han tenido parecida reciprocidad. )Integración Militar en Sudamérica? El caso de Chile es insólito y por tanto sus dirigentes políticos no deben medir la voluntad internacional integracionista, de cualquier tipo, con los parámetros habituales en esta nación. La evolución política pasó por modelos de signos diversos y a menudo opuestos; el Frente Popular de Aguirre Cerda dio paso al populismo, luego al conservadurismo, de allí a la revolución en libertad que cedió el campo a la vía chilena al socialismo, todo lo cual terminó, necesariamente, en un gobierno militar ante la incapacidad de la clase política para frenar el caos social, político y económico. El caso es bastante notable si se piensa que en 1938 gobernó la izquierda con presencia significativa del partido comunista, el que unos diez años después tenía a muchos de sus dirigentes en Pisagua y que veinte años más tarde, en 1970, estaba gobernando nuevamente. Después de todos estos ires y venires políticos hubo muchos dispuestos a afirmar que el régimen iniciado por las FF.AA. se mantendría en el poder siguiendo el modelo franquista, pero se vieron frustrados al comprobar que el gobierno chileno tuvo la capacidad de evolucionar, adecuándose a los tiempos y transitó desde un fuerte autoritarismo hasta la democracia, para entregar la dirección del Estado a autoridades elegidas por votación universal, secreta e informada. Junto con entregar el poder, ese gobierno entregó una economía sana y pujante y una estructura basada en una institucionalidad diseñada por ideas modernas. III La vida económica a. Generalidades El progreso portentoso de las comunicaciones ha puesto a la vista de las masas mundiales las condiciones de vida de los más altamente desarrollados estimulando intereses de signo positivo, aunque también, desgraciadamente, despertando rencores con toda su carga de agresividades. Ha sido, precisamente, la búsqueda de bienestar y progreso materiales lo que condujo en gran medida, junto a los nacionalismos emergentes, a las Perestroika y Glasnot, y luego a la disolución de la URSS y grupos de naciones bajo su influencia. El alto nivel de desarrollo científico y tecnológico de Estados Unidos y Europa Occidental ha generado condiciones de espiral donde la mayor riqueza engendra ciencia y viceversa. En los países de menor desarrollo, entre los que se cuentan los de América del Sur, se ha producido un distanciamiento respecto del llamado primer mundo, que en términos comparativos es casi estancamiento. La experiencia muestra que el menor desarrollo económico ha estado estrechamente ligado a una variable intervención del Estado en la economía y como consecuencia se persigue un progreso acelerado por la vía de estimular la acción liberalizando los mercados. Algunas naciones de la ex URSS saben que si quieren recuperar la influencia que tenían en el mundo de los 70 y 80 deben fortalecer sus economías aceleradamente, aún cuando ello implique fuertes sufrimientos temporales. Por razones de prestigio no quieren, y por peso específico no pueden depender, en mucho mayor medida que la actual, de la ayuda y/o cooperación económica de Estados Unidos y Europa Occidental. De Asia tienen poco que esperar en esta materia. Los países de América del Sur han emprendido la liberalización de su economía en fechas y con intensidades variadas, pero con la comprensión que los mercados internos no son suficientes para estimular un rápido crecimiento en razón de dimensión, ingreso por cápita y complicaciones geográficas por lo que, naturalmente, se orientan a las exportaciones. No siendo los países de la región de economías complementarias, la búsqueda de mercados puede fácilmente ponerlos en posiciones antagónicas ya sea a causa de fijación de precios, legislaciones internas, uso de infraestructura de transportes o empleo de estructuras financieras y comerciales. Todos los países del área comprenden la realidad de la situación y los riesgos involucrados; sin embargo, pese a declaraciones de buenas intenciones por parte de la mayoría de los Gobiernos, hay pocas medidas prácticas en marcha para compensar los Carlos Castro desniveles económicos y poder enfrentar unidos la competencia con países o bloques de mayor desarrollo. b. El caso chileno También en materia económica este país constituye un caso bien especial. La fertilidad de las tierras de la zona central permitió a Chile en el siglo pasado un grado de desarrollo económico acelerado para la época. La estabilidad republicana como consecuencia del pensamiento y acción de Portales, Montt, Varas y una larga lista de nombres ilustres, unidos al empuje de empresarios como Cousiño, Errázuriz, Gallo, Goyenechea y otros, consiguió para el país un lugar de privilegio en América. Es bastante interesante considerar la contradicción evidente entre el comportamiento de esas personalidades y la condición de abandono en que se dejó a toda la Patagonia a ambos lados de la cordillera. Puede servir de explicación, no de justificación, el hecho que en Santiago y Concepción se habían producido las concentraciones humanas más importantes en cantidad y homogeneidad. Después de la guerra de 1879 e incorporadas de hecho y derecho las grandes salitreras nortinas, se volvió a tonificar la economía nacional que había empezado a dar síntomas de debilidad. La desgraciada guerra civil de 1891 y el período parlamentarista que le siguió hasta 1925, tuvieron un efecto demoledor en la vida nacional y particularmente en su economía, que sólo logró recuperarse de manera estable gracias al gobierno recién pasado y que hoy continúa de manera esperanzadora. sector empresarial pudiera desarrollar vastas iniciativas que han colocado a Chile en posición paradigmática acerca de como recuperar una economía destruida y volverla un sistema agresivo frente a la competencia internacional. El resultado es que de país dependiente ha pasado a ser un importante exportador de bienes y servicios; pero no sólo bienes tradicionales están en la agenda sino que se exportan incluso capitales mediante la compra de empresas en otros países por parte de grupos económicos chilenos. Es probable que esta última gestión corra el riesgo de ser calificada como imperialismo por sectores xenófobos en países que aún no alcanzan el mismo nivel de competitividad y no disponen de igual capacidad de gestión que el empresariado chileno. Aún cuando los países de la región han comprendido que el estatismo es un freno para el desarrollo, se corre el riesgo de que cambiantes circunstancias políticas pudieran inducir a algunos gobiernos a reiniciar un camino de nacionalizaciones con el consiguiente daño para empresas chilenas instaladas dentro de sus fronteras. Si una situación de ese tipo se produjera, por ejemplo, en el sudeste asiático, sus consecuencias serían muy diferentes a si sucediera en un país vecino o paravecino. Es muy probable que en el segundo caso la opinión pública se sensibilizara lo suficiente para exigir al gobierno medidas más allá de las estrictamente económicas o diplomáticas, desarrollando rápidamente una crisis. El costo pagado ha sido alto pues la pérdida de competitividad en el pasado llevó al país a un estado de tan enorme dependencia exterior, que bastó la experiencia marxista de tres años para que la producción de bienes y servicios llegara a niveles dramáticos que no podían ser reemplazados por importaciones, atendida la falencia del tesoro público. Miradas las cosas a la inversa reflexionamos, sin opinar sobre la justicia de los actos, acerca del impacto que produce entre empresarios y trabajadores el interés de los países ribereños del Océano Atlántico por servirse de puertos chilenos para embarcar productos competitivos con destino al Asia o en general a la cuenca del Pacífico. La integración económica sufre un rudo impacto cuando se trata de dejar entrar con aranceles muy bajos algunos materiales y derivados producidos en sus países de origen a costos inferiores a los chilenos. Aceptando un duro impacto social, se consiguió la necesaria libertad de acción para que el La guerra por los mercados es fuerte en este mundo de hoy que se caracteriza por lo competitivo. )Integración Militar en Sudamérica? Chile promueve tratados comerciales con diversos países del Continente como México, Venezuela, Bolivia y otros que hasta hace pocos años resultaban exóticos para el mercado nacional; desde luego que la conquista de nuevos espacios de actividad económica se ha ce con riesgos variados, uno de los cuales y no el más insólito, es el de producir asperezas en las relaciones políticas de los miembros de la comunidad sudamericana. Como decíamos al comienzo de este trabajo, los gobiernos manejan herramientas sociales, diplomáticas, económicas y militares en el ejercicio permanente de la política. El énfasis en una u otra lo darán diversas circunstancias, pero no cabe duda que se debe estar preparado para el empleo combinado y armónico de ellas, lo que involucra proporcionalidad directa en la eficiencia y dimensiones de cada una. Un importante y sostenido desarrollo económico, impone una diplomacia ágil y agresiva, junto a un sistema castrense que respalde los intereses económicos nacionales con cierta garantía de eficiencia. IV seguridad nacional y regional y la seguridad económica son indivisibles. En este sentido, no es coincidencia que demos prioridad a la política de seguridad por tener mayor alcance que la política de defensa. Definir nuestra seguridad únicamente como una función de nuestras capacidades militares no es solamente anticuado, es peligroso". No solamente coincidimos con esos juicios, sino que creemos conveniente reafirmarlos para evitar confusiones. Existe una total interdependencia entre desarrollo económico, capacidad de gestión diplomáticas y seguridad nacional, de forma tal que no es posible un desarrollo económico determinado, sin una seguridad nacional proporcional. Es comprensible entonces que asignemos una parte importante del presupuesto nacional para disponer del sistema de seguridad que permita continuar el progreso económico. Este espiral no puede interrumpirse, pues en ese caso se corre el riesgo de frenar la acción diplomática y la gestión económica en el ámbito internacional. La seguridad nacional a. Generalidades Comencemos por reafirmar que seguridad nacional es un concepto de gran amplitud que cubre todos los campos del quehacer humano. Por razones de extensión y carácter de este artículo excluiremos el desarrollo de ideas relacionadas con protección ciudadana ante la delincuencia en todos sus tipos incluidos el terrorismo; así también dejaremos de lado cualquier reflexión sobre prevención y reacción en caso de catástrofes naturales. Más fácil es decir que nos limitaremos a considerar ese ámbito de la seguridad nacional que está directamente relacionado con amenazas armadas provenientes del exterior. En el libro "El Espacio: Nueva Frontera para la Cooperación Hemisférica", ed. 1992, en el capítulo "La política de los Estados Unidos en el campo de la seguridad hemisférica" de Alejandro Wolff, Consejero Político en la Embajada de los EE.UU. en Chile, se señala que: "El Secretario de Defensa, Richard Cheney, expresó recientemente nuestra creencia que la Mientras duró la guerra fría, los objetivos internacionales de la mayoría de los países iberoamericanos estuvieron altamente influenciados por Estados Unidos pues la llamada seguridad hemisférica condicionaba cualquier otra consideración. En forma declarada o tácita, la superpotencia rectora limitaba o alentaba los intereses de los países americanos, de forma tal que el instrumento militar era equipado con materiales de generaciones muy antiguas y su desarrollo socioeconómico resultaba muy lento. En ese largo período, la política de seguridad en la mayoría de los países del continente estuvo orientada, en intensidad y tiempo variables, a enfrentar la potencial agresión de la URSS. En aquella etapa histórica, el objetivo de la URSS era EEUU, país contra el cual apuntaba su armamento atómico mientras lo atacaba ideológicamente en las américas del Centro y del Sur que formaban parte de su área de influencia y en la cual esperaba no tener convulsiones que trajeran problemas a su orden. Para combatir la agresión ideológica y la subversión, EEUU, siempre renuente a fortalecer la economía sudamericana, Carlos Castro estimuló la represión con variado éxito según los países; pero no obstante, aunque se suponía que todos los países del área se preparaban para enfrentar al mismo y común enemigo, los siguió proveyendo de armas de calidad discutible y que sólo podrían tener aplicación en casos de conflictos intraregionales. La percepción de la agresión comunista no eliminó las suspicacias, roces e incidentes vecinales y sus consecuencias regionales motivadas por intereses geopolíticos, económicos y, más de una vez, por un chauvinismo irracional. La integración militar no se ha logrado entre las naciones diferentes en Europa, Asia y ahora específicamente en la CEI. Muchos siglos de continuas guerras y períodos de paz armada no han contribuido al desarme de los miembros de esos continentes. Dos siglos de vida independiente en Sudamérica no sólo no han eliminado suspicacias y temores recíprocos, sino que han agregado una profundización del perfil de las nacionalidades y han permitido definir con mayor nitidez los objetivos de variada índole de cada actor en la región. Los inventarios actuales en Norteamérica, Europa y Asia permitirán aniquilar a la humanidad en el caso de ser empleados. Si ellos fueran reducidos en 90% continuarían teniendo la capacidad para aniquilar a la humanidad. Los inventarios militares en América del Sur podrían causar daños a la infraestructura militar de los vecinos, a su economía y muy eventualmente a la población civil. Sin embargo, es todo lo que tienen en una región donde las clases políticas, que son las dirigentes, no lograrán ponerse de acuerdo para fijar objetivos prácticos comunes y donde las economías continuarán, durante al menos lo que resta del siglo, siendo competidoras. b. El caso chileno La historia de Chile en los últimos cien años está referida a un período de búsqueda de la paz con sus vecinos. Esta sistemática y porfiada vocación pacifista se vio interrumpida por la participación en la II Guerra Mundial, lapso en que impulsado por intereses no derivados de los objetivos nacionales estuvo comprometido económicamente en lo que eufemísticamente se llamó la cooperación al esfuerzo de guerra del mundo libre. En realidad el antecedente amerita, siempre, un comentario en perspectiva histórica pues esa ayuda involucró, indirectamente, a la URSS, que a la postre resultó un nuevo enemigo. Al episodio recordado le siguió un período de 45 años de paz ininterrumpida, ya que la crisis de 1978 fue tan bien manejada que no se llegó al uso de las armas pese a las inquietudes bastante generalizadas. La última década del siglo XX encuentra a Chile en una posición relativa muy ventajosa dentro de América. La solidez del modelo político y la potencialidad del sistema económico están vinculadas a unas FF.AA. de tamaño racional y equipadas con justeza. Las expresiones racional y justeza requieren algunas precisiones para no ser adjetivos vacíos de contenido. Como ya lo hemos dicho antes, las dimensiones de las distintas herramientas del poder nacional deben ser proporcionales; esto implica que una voluntad de vanguardia debe materializarse a través de instrumentos sólidos. Un país que desee ser por ejemplo, no puede seguir modelos ajenos, él es el modelo. Las posiciones de vanguardia dejan a los países como esas figuras que en la cima de la montaña se recortan contra el sol y los hacen fácil blanco para un tirador enemigo. La condición de líder despierta ambiciones y estas son malas consejeras, sobre todo en relaciones internacionales. La condición de paradigma exige una voluntad de serlo; el líder no puede ser tal si no tiene una voluntad decidida de alcanzar y mantener esa condición. La condición de primero requiere mantenerse alerta para no ser desplazado. )Integración Militar en Sudamérica? La voluntad de ser un país líder en Iberoamérica impone gran atención al acontecer internacional y exige unos instrumentos diplomático y militar en constante evolución con eficiencia siempre mayor; de allí que si se pretende que el desarrollo político, social y económico permita conservar la posición de cabeza, debe haber una adecuación racional del instrumento militar al tamaño de la economía y sus correspondientes riesgos. El equipamiento justo implica no caer en fáciles tentaciones de espectacular efecto público como son las reducciones importantes del equipo militar en calidad y cantidad. Por el contrario, justeza quiere decir saber destinar lo conveniente para que el equipamiento guarde directa relación con la época y las eventuales amenazas. Por cierto que justeza implica una permanente actualización que el modelo militar debe sostener en beneficio de aumentar eficiencia y eficacia evitando el riesgo de caer en una sedentarización que le haga perder agilidad y potencia. Por un simple ejercicio de razonamiento podemos deducir que los países no líderes lucharán para alcanzar esa condición. Ello involucrará, normalmente, iniciar su campaña con acciones económicas y diplomáticas que cualquiera sea el resultado, impondrán una variación a las mutuas relaciones. Si Chile dispone en esas circunstancias de un sólido poder, la competencia económica se resolverá sin abandonar ese espacio, pero si el crecimiento económico no ha estado acompañado del correspondiente respaldo militar, lo más probable es que debiera esperarse presiones diplomáticas y luego asperezas en puntos sensibles de intereses compartidos. Conclusión 1. El término de la guerra fría no es el término de la amenaza atómica mundial, habida consideración a la presencia de armas de este tipo en cantidades suficientes para aniquilar el planeta. Por otra parte, el fraccionamiento de la URSS ha traído como consecuencia una condición que puede volverse extremadamente inestable por las siguientes razones: a. La situación interna de Rusia puede desencadenar reacciones populares impredecibles o, lo que es peor, puede motivar a grupos de presión dentro del aparato militar; y, a no dudarlo, un conflicto interior con participación de las fuerzas armadas rusas amenazaría la paz mundial. b. El emplazamiento del armamento atómico de alcance intercontinental no ha variado respecto a la situación de la URSS. Esta circunstancia ha hecho aparecer nuevas potencias atómicas en ese exclusivo club. Georgia ha dejado de ser una parte de la URSS para convertirse por posición, tamaño geográfico, población, recursos naturales y armas nucleares, en uno de los principales actores internacionales. Las armas atómicas instaladas en las repúblicas asiáticas pueden hacer temer una peligrosa concentración nuclear en el área musulmana. La importante flota del Mar Negro plantea también una seria interrogante. 2. Las nuevas condiciones políticas y económicas mundiales han conducido desde los dos bloques liderados por EE.UU. y URSS a una situación que algunos analistas califican de desbalance, pero que nosotros llamaremos, simplemente, diferente puesto que el poder de todos los principales actores ha sufrido cambios. Los EE.UU. continúan como superpotencia económica y militar y Rusia aún cuando enfrenta una seria crisis económica y política, continúa como superpotencia militar. China, económicamente débil, mantiene su potencial militar y sobre todo, su gigantesca situación demográfica; también dispone de recursos naturales en cantidades enormes. Ha surgido el bloque económico europeo como valor de primera línea y se perciben síntomas de incremento en su poderío militar ya considerable. Japón continúa en posición de avanzada económica y, lentamente, asoman síntomas de su participación en el campo militar internacional. 3. Los cambios en el ajedrez mundial no han producido alteraciones políticas generalizadas al sur del Río Grande y lo más destacable es la "capitis diminutio" que afecta a Cuba. Además es posible suponer que a pesar de todas las restricciones en la producción de armamento proclamadas por los países grandes fabricantes, quedan significativas cantidades Carlos Castro en reserva y que, tal vez, prefieran vender antes que destruir. Ante este supuesto no resulta muy exótico que pretendan colocar cantidades considerables en esta región del mundo con el resultado doblemente indeseable de aumentar o crear tensiones políticomilitares y, consecuencialmente, frenar planes de desarrollo a causa del endeudamiento. 4. La integración económica en América del Sur continuará, por varios años siendo una ilusión con ciertas posibilidades reales. Circunstancias de carácter contingente en varios países constituyen un freno para el desarrollo socioeconómico, pero el progreso fantástico de las comunicaciones contribuye de manera potente a estimular justos deseos de mejores niveles de vida manteniendo condiciones de inestabilidad política. Así, países que seguirán todavía albergando condiciones internas delicadas, constituirán permanentemente un riesgo para otros que hayan logrado un razonable estado de tranquilidad social y desarrollo económico. La cordialidad que se aprecia actualmente en las declaraciones oficiales entre los miembros de la región, no encuentra respuesta concreta en el comportamiento de las diversas sociedades nacionales cuando se trata de proponer fórmulas para una acción común de desarrollo. 5. Las declaraciones fraternas en asuntos económicos tienen cierto paralelo con aquellas formuladas por sectores políticos respecto de asuntos militares. Estas últimas son escasas, pero cada vez están matizadas con recuerdos históricos sobre un pasado común y un futuro de paz y tranquilidad. No hay versiones oficiales que hablen de reducción de armamento o del tamaño de las fuerzas y, en cambio, de cuando en cuando hay versiones traídas por el cable que indican el interés de tal o cual país por adquirir material de mayor sofisticación que el que poseen. A menudo nos enteramos por canales informales de las gestiones realizadas por personeros de países del área que buscan con ahínco la compra de aviones, buques o tanques. Sabemos qué adquisiciones de esa naturaleza sobrepasan largamente las circunstancias económicas del interesado y entonces tenemos derecho a preguntarnos )para qué esas llamadas: reposiciones de material? 6. El conflicto Rusia-EE.UU. ha bajado notablemente de intensidad y por tanto el resto de América puede desviar su atención del posible enfrentamiento intercontinental. El terrorismo, el narcotráfico y su consecuencia: el narcoterrorismo están con prioridad en la preocupación de los responsables de la seguridad nacional, sin embargo, el equipamiento de los sistemas militares de ciertos países rebasa largamente los requerimientos de lucha policial que esas acciones requieren. Con absoluta sinceridad opino que no es posible suponer intenciones agresivas definidas y deliberadas, me parece que más bien se trata de mantener un cierto statu quo de las circunstancias que han permitido vivir en paz en la región. Para mantener esa condición, todos los países deben cuidar la racional reposición de su material; esto último es particularmente válido para los que, queriéndolo o no, se encuentran en condiciones destacadas de estabilidad política, integración social y desarrollo económico. 7. Los esfuerzos realizados por diversos sectores en los países de nuestra región para alcanzar un grado alto de integración económica no han tenido el éxito deseado. Resulta evidente que aún falta un largo y áspero camino por reconocer, sin embargo existe conciencia que mientras más se fortalezca la Comunidad Económica Europea, se consoliden acuerdos entre países asiáticos y se dinamice el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, las deficiencias comparativas para Sudamérica se agravarán conspirando contra el desarrollo. 8. Pero si la integración económica se percibe como algo aún lejano y complicado, mucho más, aún, resulta cualquier sueño sobre integración de los instrumentos militares. Considerando lo sensible que es esta herramienta del poder nacional, cualquier incidente, roce o fricción entre dos países influye en las respectivas )Integración Militar en Sudamérica? estructuras castrenses, de manera que en la misma medida en que los pasos de integración política o económica sean lentos y erráticos, así será la posible integración militar. Se agrega a lo anterior la falta de expresión de voluntades en ese sentido por parte de voceros autorizados del campo militar, en contraste con incipientes ensayos como el de Francia y Alemania, por ejemplo. No es algo históricamente novedoso que las estructuras militares de diversas naciones se hayan reunido dando por resultado un elemento diferente y superior que no, necesariamente, ha conducido a esclavitudes o matanzas. No cabe duda que la vinculación militar de la OTAN ha sido un elemento positivo en contribuir a bajar tensiones en Europa. Esto es sin desconocer, por cierto, que en la Organización había un hecho tan trascendente como era la motivación política común. En Sudamérica no se percibe antecedentes de alguna naturaleza que hagan suponer alguna intención de integración militar, así que deberemos esperar mucho tiempo para convertir en realidad un ideal que sin hacer perder soberanía a los diversos Estados, podría, en cambio, dar una mayor fuerza al conjunto y en consecuencia mejorar su capacidad de diálogo en el escenario mundial.
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