)INTEGRACION MILITAR EN SUDAMERICA?

FASOC Vol. VIII, N1 2
)INTEGRACION MILITAR
EN SUDAMERICA?
Crl. Carlos Castro S.
ANEPE
I
Introducción
La desaparición de la URSS en el escenario
político internacional, sus consecuencias en Europa del
Este y en menor medida en otros lugares del planeta,
ha dado a mucha gente una sensación de alivio
respecto de una posible guerra nuclear total.
Por otra parte, la presencia de regímenes de
elección popular, de variadas características, en
América del Sur, ha dado a las masas ciudadanas y en
cierto modo a las clases políticas, la sensación de
enfrentar un futuro feliz, libre de guerras en este
Continente.
Nos preguntamos: )Es que ha desaparecido, o
al menos disminuido el armamento y el personal que lo
opera, respecto a la situación existente hace cinco
años?, )es que la geografía ha variado y los países que
fueron siempre vecinos, hoy no lo son?, )es que las
naciones que buscaron como objetivos naturales de su
existencia el bienestar, la seguridad y el progreso; hoy
pretenden vivir mal, inquietas y sin expectativas?
Si los elementos comprendidos en esas tres
preguntas se han mantenido, entonces )qué ha cambiado para creernos en las fronteras de Utopía? )Es
que resulta inevitable eliminar todos los armamentos?,
)parte de los armamentos?, )cuánto armamento?
)Destruir a los soldados?, )convertirlos en agricultores, médicos o sacerdotes?
Finalmente, no preguntamos: )qué pasa con
los que mandan a los soldados?, )quiénes son?, )qué
motivaciones tienen?
II
Diseñando el escenario político
a.
Generalidades
En cualquier régimen de gobierno, quien
conduce a la nación lo hace utilizando cuatro herramientas, instrumentos, factores de poder o como quiera
llamárseles. Estas son: la económica, la diplomática, la
militar y la sicosocial o cultural. Algunos autores
introducen variantes y consideran el territorio, mientras
otros lo discuten pensando en los muchos siglos de la
nación judía. Sea como se quiera, la herramienta
militar es uno de los elementos de que se sirve el
conductor político para guiar a su pueblo hacia la
consecución de objetivos políticos (mensurables en
tiempo y en espacio). Siendo los objetivos políticos
diferentes entre las naciones y frecuentemente
contrapuestas, es natural deducir que los pueblos
puedan ponerse de acuerdo acerca de los sistemas
políticos que les rijan, pero difícilmente se integrarán,
voluntariamente, bajo un gobierno supranacional. En
Europa y Asia es fácilmente perceptible que a lo largo
de muchos siglos, las naciones integradas de esa
manera terminan por separarse, cuando no por
enfrentarse en busca de sus propios fines. La Europa
Oriental camina desde los bloques a las
individualidades nacionales; la Occidental, ha logrado
pasar buena parte del siglo XX manteniendo sus
identidades. Los Imperios del pasado han satisfecho
intereses de familias pero no han podido amalgamar
las nacionalidades. Es frecuente encontrar entre el
europeo medio personas que con la mejor buena
voluntad proponen que en América del Sur se integren
los países, que se supriman los armamentos o que
Chile ceda territorios en el norte a Bolivia. Cuando se
les pregunta por qué no entregar Alsacia a Alemania;
integrar Mónaco o Luxemburgo a Francia; repartir
Bélgica entre Holanda y Francia; recrear
Checoslovaquia; reunir la República de Irlanda con
Irlanda del norte o recrear el imperio austro-húngaro,
sonríen y dicen que eso sería un caos. Al parecer tienen
razón respecto al posible caos europeo, pero no se
comprende que no comprendan la realidad
sudamericana.
El proceso de creación y desarrollo de los
Estados ha atendido, en general, a las características de
los grupos nacionales que los componen y así ha
sucedido en Sudamérica.
b.
Desde 1824 en Ayacucho, el Imperio Español
perdió vigencia política en este Continente, pero la
división administrativa que había establecido la corona
mantuvo una relativa permanencia. Con el correr del
siglo XIX se acomodaron las fronteras hasta más o
menos el diseño actual, y hoy no se piensa rehacer el
Reyno de Chile tal como era unos cuarenta años antes
de la independencia o rearmar la Gran Colombia; pero,
sin embargo, nadie desconoce la cantidad y variedad
de desacuerdos fronterizos en la región. Hoy se les
llama problemas pendientes, pero muchos de ellos no
estaban pendientes hace algunos años y han sido
creados artificialmente por intereses que se han
despertado al ver lo que posee el vecino.
Pero si las fronteras geográficas y los límites
políticos son motivo de preocupación, mucho más lo
son, aún, los intereses en pugna en asuntos de carácter
económico donde las gestiones a menudo despiertan
inquietudes vivas. Estas escaramuzas, de variada
magnitud y trascendencia, muchas veces se libran a
gran distancia de los países actores.
Quedemos por el momento con la visión de
un área geopolítica real, ni idílica ni carente de
tensiones.
América del Sur mantiene en los dos últimos
siglos autonomías nacionales que, salvo el proyecto
bolivariano y algunos otros de menor dimensión, no
permiten suponer que se busque alguna forma de
integración. Lo que en cambio se percibe es el interés,
en variados grados, por la democracia representativa.
Los objetivos políticos derivados del objetivo
natural de seguridad tienen distintas características
para Colombia, Bolivia, Argentina u otros y por tanto
cada uno definirá sus propias estrategias y dimensionará sus medios de manera realista.
)Qué es entonces lo que sucede para que se
hable tan a menudo de integración y de caminar unidos
hacia una región sin fronteras?
El caso chileno
Se dice con cierta razón que los pueblos
insulares desarrollan identidades muy definidas y que
estas les hacen cerrarse o dificultar la presencia
extranjera (ej.: Gran Bretaña, Japón) o bien conforman
personalidades definidas y sin embargo permeables a
la influencia foránea donde todo lo extranjero es bueno
o al menos mejor que lo autóctono (ej.: algunas islas de
la Polinesia, Chile).
Hoy casi nadie discute que la nación chilena
por razones de carácter geográfico se formó a la
manera de los isleños.
Durante la colonia, los españoles que querían
venir a esta tierra debían presupuestar un viaje de unos
tres años, ya fuera que el velero pasara por el Estrecho
de Magallanes, fuera que los viajeros cruzaran el Istmo
de Panamá o desembarcaran en el Río de la Plata y
cruzaran pampa y cordillera. Un español que tomaba la
decisión de hacer tal viaje decía: "me voy a Chile",
indicando un sentido de permanencia muy distinto al
de hoy en que dice: "me voy a Chile y vuelvo pasado
mañana". Un potente avión a reacción, de gran radio
de acción, le permite cenar en Madrid, desayunar en
Río y almorzar en Santiago. La radicación obligada de
los europeos contribuyó a la formación de la nación
chilena con características parecidas a las que conserva
hasta el presente.
Este encontrar que lo extranjero es mejor,
condujo a los chilenos a un sentimiento americanista
peligroso para su integridad y cuyas consecuencias las
pudo apreciar durante el siglo pasado en la guerra con
España cuando fue el único país en recibir las
andanadas del Almirante Pareja, o en la aceptación
obnubilada de las palabras de Darwin sobre la inutilidad de la Patagonia, o la devolución generosa de
territorios conquistados cuando la norma mundial era
guardarlos.
El americanismo ha dejado en Chile hondas
secuelas que han llevado, con frecuencia, a sus clases
políticas a buscar soluciones generosas que no han
tenido parecida reciprocidad.
)Integración Militar en Sudamérica?
El caso de Chile es insólito y por tanto sus
dirigentes políticos no deben medir la voluntad
internacional integracionista, de cualquier tipo, con los
parámetros habituales en esta nación.
La evolución política pasó por modelos de
signos diversos y a menudo opuestos; el Frente
Popular de Aguirre Cerda dio paso al populismo, luego
al conservadurismo, de allí a la revolución en libertad
que cedió el campo a la vía chilena al socialismo, todo
lo cual terminó, necesariamente, en un gobierno militar
ante la incapacidad de la clase política para frenar el
caos social, político y económico. El caso es bastante
notable si se piensa que en 1938 gobernó la izquierda
con presencia significativa del partido comunista, el
que unos diez años después tenía a muchos de sus
dirigentes en Pisagua y que veinte años más tarde, en
1970, estaba gobernando nuevamente. Después de
todos estos ires y venires políticos hubo muchos
dispuestos a afirmar que el régimen iniciado por las
FF.AA. se mantendría en el poder siguiendo el modelo
franquista, pero se vieron frustrados al comprobar que
el gobierno chileno tuvo la capacidad de evolucionar,
adecuándose a los tiempos y transitó desde un fuerte
autoritarismo hasta la democracia, para entregar la
dirección del Estado a autoridades elegidas por
votación universal, secreta e informada. Junto con
entregar el poder, ese gobierno entregó una economía
sana y pujante y una estructura basada en una
institucionalidad diseñada por ideas modernas.
III
La vida económica
a.
Generalidades
El progreso portentoso de las comunicaciones
ha puesto a la vista de las masas mundiales las
condiciones de vida de los más altamente desarrollados
estimulando intereses de signo positivo, aunque
también, desgraciadamente, despertando rencores con
toda su carga de agresividades.
Ha sido, precisamente, la búsqueda de
bienestar y progreso materiales lo que condujo en gran
medida, junto a los nacionalismos emergentes, a las
Perestroika y Glasnot, y luego a la disolución de la
URSS y grupos de naciones bajo su influencia.
El alto nivel de desarrollo científico y
tecnológico de Estados Unidos y Europa Occidental ha
generado condiciones de espiral donde la mayor
riqueza engendra ciencia y viceversa.
En los países de menor desarrollo, entre los
que se cuentan los de América del Sur, se ha producido
un distanciamiento respecto del llamado primer
mundo, que en términos comparativos es casi estancamiento.
La experiencia muestra que el menor desarrollo económico ha estado estrechamente ligado a una
variable intervención del Estado en la economía y
como consecuencia se persigue un progreso acelerado
por la vía de estimular la acción liberalizando los
mercados. Algunas naciones de la ex URSS saben que
si quieren recuperar la influencia que tenían en el
mundo de los 70 y 80 deben fortalecer sus economías
aceleradamente, aún cuando ello implique fuertes
sufrimientos temporales. Por razones de prestigio no
quieren, y por peso específico no pueden depender, en
mucho mayor medida que la actual, de la ayuda y/o
cooperación económica de Estados Unidos y Europa
Occidental. De Asia tienen poco que esperar en esta
materia.
Los países de América del Sur han emprendido la liberalización de su economía en fechas y con
intensidades variadas, pero con la comprensión que los
mercados internos no son suficientes para estimular un
rápido crecimiento en razón de dimensión, ingreso por
cápita y complicaciones geográficas por lo que,
naturalmente, se orientan a las exportaciones. No
siendo los países de la región de economías
complementarias, la búsqueda de mercados puede
fácilmente ponerlos en posiciones antagónicas ya sea a
causa de fijación de precios, legislaciones internas, uso
de infraestructura de transportes o empleo de
estructuras financieras y comerciales.
Todos los países del área comprenden la
realidad de la situación y los riesgos involucrados; sin
embargo, pese a declaraciones de buenas intenciones
por parte de la mayoría de los Gobiernos, hay pocas
medidas prácticas en marcha para compensar los
Carlos Castro
desniveles económicos y poder enfrentar unidos la
competencia con países o bloques de mayor desarrollo.
b.
El caso chileno
También en materia económica este país
constituye un caso bien especial. La fertilidad de las
tierras de la zona central permitió a Chile en el siglo
pasado un grado de desarrollo económico acelerado
para la época. La estabilidad republicana como
consecuencia del pensamiento y acción de Portales,
Montt, Varas y una larga lista de nombres ilustres,
unidos al empuje de empresarios como Cousiño,
Errázuriz, Gallo, Goyenechea y otros, consiguió para
el país un lugar de privilegio en América. Es bastante
interesante considerar la contradicción evidente entre
el comportamiento de esas personalidades y la condición de abandono en que se dejó a toda la Patagonia a
ambos lados de la cordillera. Puede servir de
explicación, no de justificación, el hecho que en
Santiago y Concepción se habían producido las
concentraciones humanas más importantes en cantidad
y homogeneidad.
Después de la guerra de 1879 e incorporadas
de hecho y derecho las grandes salitreras nortinas, se
volvió a tonificar la economía nacional que había
empezado a dar síntomas de debilidad.
La desgraciada guerra civil de 1891 y el
período parlamentarista que le siguió hasta 1925,
tuvieron un efecto demoledor en la vida nacional y
particularmente en su economía, que sólo logró
recuperarse de manera estable gracias al gobierno
recién pasado y que hoy continúa de manera esperanzadora.
sector empresarial pudiera desarrollar vastas iniciativas
que han colocado a Chile en posición paradigmática
acerca de como recuperar una economía destruida y
volverla un sistema agresivo frente a la competencia
internacional. El resultado es que de país dependiente
ha pasado a ser un importante exportador de bienes y
servicios; pero no sólo bienes tradicionales están en la
agenda sino que se exportan incluso capitales mediante
la compra de empresas en otros países por parte de
grupos económicos chilenos. Es probable que esta
última gestión corra el riesgo de ser calificada como
imperialismo por sectores xenófobos en países que aún
no alcanzan el mismo nivel de competitividad y no
disponen de igual capacidad de gestión que el
empresariado chileno.
Aún cuando los países de la región han
comprendido que el estatismo es un freno para el
desarrollo, se corre el riesgo de que cambiantes
circunstancias políticas pudieran inducir a algunos
gobiernos a reiniciar un camino de nacionalizaciones
con el consiguiente daño para empresas chilenas
instaladas dentro de sus fronteras.
Si una situación de ese tipo se produjera, por
ejemplo, en el sudeste asiático, sus consecuencias
serían muy diferentes a si sucediera en un país vecino
o paravecino. Es muy probable que en el segundo caso
la opinión pública se sensibilizara lo suficiente para
exigir al gobierno medidas más allá de las
estrictamente económicas o diplomáticas, desarrollando rápidamente una crisis.
El costo pagado ha sido alto pues la pérdida
de competitividad en el pasado llevó al país a un
estado de tan enorme dependencia exterior, que bastó
la experiencia marxista de tres años para que la
producción de bienes y servicios llegara a niveles
dramáticos que no podían ser reemplazados por
importaciones, atendida la falencia del tesoro público.
Miradas las cosas a la inversa reflexionamos,
sin opinar sobre la justicia de los actos, acerca del
impacto que produce entre empresarios y trabajadores
el interés de los países ribereños del Océano Atlántico
por servirse de puertos chilenos para embarcar
productos competitivos con destino al Asia o en
general a la cuenca del Pacífico. La integración
económica sufre un rudo impacto cuando se trata de
dejar entrar con aranceles muy bajos algunos materiales y derivados producidos en sus países de origen a
costos inferiores a los chilenos.
Aceptando un duro impacto social, se
consiguió la necesaria libertad de acción para que el
La guerra por los mercados es fuerte en este
mundo de hoy que se caracteriza por lo competitivo.
)Integración Militar en Sudamérica?
Chile promueve tratados comerciales con
diversos países del Continente como México, Venezuela, Bolivia y otros que hasta hace pocos años
resultaban exóticos para el mercado nacional; desde
luego que la conquista de nuevos espacios de actividad
económica se ha ce con riesgos variados, uno de los
cuales y no el más insólito, es el de producir asperezas
en las relaciones políticas de los miembros de la
comunidad sudamericana.
Como decíamos al comienzo de este trabajo,
los gobiernos manejan herramientas sociales, diplomáticas, económicas y militares en el ejercicio
permanente de la política. El énfasis en una u otra lo
darán diversas circunstancias, pero no cabe duda que
se debe estar preparado para el empleo combinado y
armónico de ellas, lo que involucra proporcionalidad
directa en la eficiencia y dimensiones de cada una. Un
importante y sostenido desarrollo económico, impone
una diplomacia ágil y agresiva, junto a un sistema
castrense que respalde los intereses económicos
nacionales con cierta garantía de eficiencia.
IV
seguridad nacional y regional y la seguridad
económica son indivisibles. En este sentido, no es
coincidencia que demos prioridad a la política de
seguridad por tener mayor alcance que la política de
defensa. Definir nuestra seguridad únicamente como
una función de nuestras capacidades militares no es
solamente anticuado, es peligroso".
No solamente coincidimos con esos juicios,
sino que creemos conveniente reafirmarlos para evitar
confusiones.
Existe una total interdependencia entre
desarrollo económico, capacidad de gestión diplomáticas y seguridad nacional, de forma tal que no es
posible un desarrollo económico determinado, sin una
seguridad nacional proporcional. Es comprensible
entonces que asignemos una parte importante del
presupuesto nacional para disponer del sistema de
seguridad que permita continuar el progreso económico. Este espiral no puede interrumpirse, pues en ese
caso se corre el riesgo de frenar la acción diplomática y
la gestión económica en el ámbito internacional.
La seguridad nacional
a.
Generalidades
Comencemos por reafirmar que seguridad
nacional es un concepto de gran amplitud que cubre
todos los campos del quehacer humano. Por razones de
extensión y carácter de este artículo excluiremos el
desarrollo de ideas relacionadas con protección
ciudadana ante la delincuencia en todos sus tipos
incluidos el terrorismo; así también dejaremos de lado
cualquier reflexión sobre prevención y reacción en
caso de catástrofes naturales. Más fácil es decir que
nos limitaremos a considerar ese ámbito de la
seguridad nacional que está directamente relacionado
con amenazas armadas provenientes del exterior.
En el libro "El Espacio: Nueva Frontera para
la Cooperación Hemisférica", ed. 1992, en el capítulo
"La política de los Estados Unidos en el campo de la
seguridad hemisférica" de Alejandro Wolff, Consejero
Político en la Embajada de los EE.UU. en Chile, se
señala que: "El Secretario de Defensa, Richard
Cheney, expresó recientemente nuestra creencia que la
Mientras duró la guerra fría, los objetivos
internacionales de la mayoría de los países iberoamericanos estuvieron altamente influenciados por Estados
Unidos pues la llamada seguridad hemisférica
condicionaba cualquier otra consideración. En forma
declarada o tácita, la superpotencia rectora limitaba o
alentaba los intereses de los países americanos, de
forma tal que el instrumento militar era equipado con
materiales de generaciones muy antiguas y su desarrollo socioeconómico resultaba muy lento.
En ese largo período, la política de seguridad
en la mayoría de los países del continente estuvo
orientada, en intensidad y tiempo variables, a enfrentar
la potencial agresión de la URSS. En aquella etapa
histórica, el objetivo de la URSS era EEUU, país
contra el cual apuntaba su armamento atómico
mientras lo atacaba ideológicamente en las américas
del Centro y del Sur que formaban parte de su área de
influencia y en la cual esperaba no tener convulsiones
que trajeran problemas a su orden. Para combatir la
agresión ideológica y la subversión, EEUU, siempre
renuente a fortalecer la economía sudamericana,
Carlos Castro
estimuló la represión con variado éxito según los
países; pero no obstante, aunque se suponía que todos
los países del área se preparaban para enfrentar al
mismo y común enemigo, los siguió proveyendo de
armas de calidad discutible y que sólo podrían tener
aplicación en casos de conflictos intraregionales.
La percepción de la agresión comunista no
eliminó las suspicacias, roces e incidentes vecinales y
sus consecuencias regionales motivadas por intereses
geopolíticos, económicos y, más de una vez, por un
chauvinismo irracional.
La integración militar no se ha logrado entre
las naciones diferentes en Europa, Asia y ahora
específicamente en la CEI. Muchos siglos de continuas
guerras y períodos de paz armada no han contribuido
al desarme de los miembros de esos continentes.
Dos siglos de vida independiente en Sudamérica no sólo no han eliminado suspicacias y temores
recíprocos, sino que han agregado una profundización
del perfil de las nacionalidades y han permitido definir
con mayor nitidez los objetivos de variada índole de
cada actor en la región.
Los inventarios actuales en Norteamérica,
Europa y Asia permitirán aniquilar a la humanidad en
el caso de ser empleados. Si ellos fueran reducidos en
90% continuarían teniendo la capacidad para aniquilar
a la humanidad.
Los inventarios militares en América del Sur
podrían causar daños a la infraestructura militar de los
vecinos, a su economía y muy eventualmente a la
población civil. Sin embargo, es todo lo que tienen en
una región donde las clases políticas, que son las
dirigentes, no lograrán ponerse de acuerdo para fijar
objetivos prácticos comunes y donde las economías
continuarán, durante al menos lo que resta del siglo,
siendo competidoras.
b.
El caso chileno
La historia de Chile en los últimos cien años
está referida a un período de búsqueda de la paz con
sus vecinos.
Esta sistemática y porfiada vocación pacifista
se vio interrumpida por la participación en la II Guerra
Mundial, lapso en que impulsado por intereses no
derivados de los objetivos nacionales estuvo
comprometido económicamente en lo que eufemísticamente se llamó la cooperación al esfuerzo de guerra
del mundo libre. En realidad el antecedente amerita,
siempre, un comentario en perspectiva histórica pues
esa ayuda involucró, indirectamente, a la URSS, que a
la postre resultó un nuevo enemigo.
Al episodio recordado le siguió un período de
45 años de paz ininterrumpida, ya que la crisis de 1978
fue tan bien manejada que no se llegó al uso de las
armas pese a las inquietudes bastante generalizadas.
La última década del siglo XX encuentra a
Chile en una posición relativa muy ventajosa dentro de
América.
La solidez del modelo político y la potencialidad del sistema económico están vinculadas a unas
FF.AA. de tamaño racional y equipadas con justeza.
Las expresiones racional y justeza requieren algunas
precisiones para no ser adjetivos vacíos de contenido.
Como ya lo hemos dicho antes, las dimensiones de las distintas herramientas del poder nacional
deben ser proporcionales; esto implica que una
voluntad de vanguardia debe materializarse a través de
instrumentos sólidos. Un país que desee ser por
ejemplo, no puede seguir modelos ajenos, él es el
modelo.
Las posiciones de vanguardia dejan a los
países como esas figuras que en la cima de la montaña
se recortan contra el sol y los hacen fácil blanco para
un tirador enemigo. La condición de líder despierta
ambiciones y estas son malas consejeras, sobre todo en
relaciones internacionales. La condición de paradigma
exige una voluntad de serlo; el líder no puede ser tal si
no tiene una voluntad decidida de alcanzar y mantener
esa condición.
La condición de primero requiere mantenerse
alerta para no ser desplazado.
)Integración Militar en Sudamérica?
La voluntad de ser un país líder en Iberoamérica impone gran atención al acontecer internacional
y exige unos instrumentos diplomático y militar en
constante evolución con eficiencia siempre mayor; de
allí que si se pretende que el desarrollo político, social
y económico permita conservar la posición de cabeza,
debe haber una adecuación racional del instrumento
militar al tamaño de la economía y sus
correspondientes riesgos.
El equipamiento justo implica no caer en
fáciles tentaciones de espectacular efecto público como
son las reducciones importantes del equipo militar en
calidad y cantidad. Por el contrario, justeza quiere
decir saber destinar lo conveniente para que el
equipamiento guarde directa relación con la época y
las eventuales amenazas. Por cierto que justeza implica
una permanente actualización que el modelo militar
debe sostener en beneficio de aumentar eficiencia y
eficacia evitando el riesgo de caer en una
sedentarización que le haga perder agilidad y potencia.
Por un simple ejercicio de razonamiento
podemos deducir que los países no líderes lucharán
para alcanzar esa condición. Ello involucrará, normalmente, iniciar su campaña con acciones económicas y diplomáticas que cualquiera sea el resultado,
impondrán una variación a las mutuas relaciones. Si
Chile dispone en esas circunstancias de un sólido
poder, la competencia económica se resolverá sin
abandonar ese espacio, pero si el crecimiento económico no ha estado acompañado del correspondiente
respaldo militar, lo más probable es que debiera
esperarse presiones diplomáticas y luego asperezas en
puntos sensibles de intereses compartidos.
Conclusión
1. El término de la guerra fría no es el término
de la amenaza atómica mundial, habida consideración
a la presencia de armas de este tipo en cantidades
suficientes para aniquilar el planeta. Por otra parte, el
fraccionamiento de la URSS ha traído como
consecuencia una condición que puede volverse
extremadamente inestable por las siguientes razones:
a.
La situación interna de Rusia puede desencadenar reacciones populares impredecibles o, lo que es
peor, puede motivar a grupos de presión dentro del
aparato militar; y, a no dudarlo, un conflicto interior
con participación de las fuerzas armadas rusas amenazaría la paz mundial.
b.
El emplazamiento del armamento atómico de
alcance intercontinental no ha variado respecto a la
situación de la URSS. Esta circunstancia ha hecho
aparecer nuevas potencias atómicas en ese exclusivo
club. Georgia ha dejado de ser una parte de la URSS
para convertirse por posición, tamaño geográfico,
población, recursos naturales y armas nucleares, en
uno de los principales actores internacionales. Las
armas atómicas instaladas en las repúblicas asiáticas
pueden hacer temer una peligrosa concentración
nuclear en el área musulmana. La importante flota del
Mar Negro plantea también una seria interrogante.
2. Las nuevas condiciones políticas y económicas mundiales han conducido desde los dos bloques
liderados por EE.UU. y URSS a una situación que
algunos analistas califican de desbalance, pero que
nosotros llamaremos, simplemente, diferente puesto
que el poder de todos los principales actores ha sufrido
cambios. Los EE.UU. continúan como superpotencia
económica y militar y Rusia aún cuando enfrenta una
seria crisis económica y política, continúa como
superpotencia militar. China, económicamente débil,
mantiene su potencial militar y sobre todo, su
gigantesca situación demográfica; también dispone de
recursos naturales en cantidades enormes. Ha surgido
el bloque económico europeo como valor de primera
línea y se perciben síntomas de incremento en su
poderío militar ya considerable. Japón continúa en
posición de avanzada económica y, lentamente,
asoman síntomas de su participación en el campo
militar internacional.
3. Los cambios en el ajedrez mundial no han
producido alteraciones políticas generalizadas al sur
del Río Grande y lo más destacable es la "capitis
diminutio" que afecta a Cuba. Además es posible
suponer que a pesar de todas las restricciones en la
producción de armamento proclamadas por los países
grandes fabricantes, quedan significativas cantidades
Carlos Castro
en reserva y que, tal vez, prefieran vender antes que
destruir. Ante este supuesto no resulta muy exótico que
pretendan colocar cantidades considerables en esta
región del mundo con el resultado doblemente
indeseable de aumentar o crear tensiones políticomilitares y, consecuencialmente, frenar planes de
desarrollo a causa del endeudamiento.
4. La integración económica en América del
Sur continuará, por varios años siendo una ilusión con
ciertas posibilidades reales. Circunstancias de carácter
contingente en varios países constituyen un freno para
el desarrollo socioeconómico, pero el progreso
fantástico de las comunicaciones contribuye de manera
potente a estimular justos deseos de mejores niveles de
vida manteniendo condiciones de inestabilidad
política. Así, países que seguirán todavía albergando
condiciones
internas
delicadas,
constituirán
permanentemente un riesgo para otros que hayan
logrado un razonable estado de tranquilidad social y
desarrollo económico. La cordialidad que se aprecia
actualmente en las declaraciones oficiales entre los
miembros de la región, no encuentra respuesta
concreta en el comportamiento de las diversas sociedades nacionales cuando se trata de proponer fórmulas
para una acción común de desarrollo.
5. Las declaraciones fraternas en asuntos
económicos tienen cierto paralelo con aquellas
formuladas por sectores políticos respecto de asuntos
militares.
Estas últimas son escasas, pero cada vez están
matizadas con recuerdos históricos sobre un pasado
común y un futuro de paz y tranquilidad.
No hay versiones oficiales que hablen de
reducción de armamento o del tamaño de las fuerzas y,
en cambio, de cuando en cuando hay versiones traídas
por el cable que indican el interés de tal o cual país por
adquirir material de mayor sofisticación que el que
poseen.
A menudo nos enteramos por canales informales de las gestiones realizadas por personeros de
países del área que buscan con ahínco la compra de
aviones, buques o tanques. Sabemos qué adquisiciones
de esa naturaleza sobrepasan largamente las
circunstancias económicas del interesado y entonces
tenemos derecho a preguntarnos )para qué esas
llamadas: reposiciones de material?
6. El conflicto Rusia-EE.UU. ha bajado
notablemente de intensidad y por tanto el resto de
América puede desviar su atención del posible
enfrentamiento intercontinental. El terrorismo, el
narcotráfico y su consecuencia: el narcoterrorismo
están con prioridad en la preocupación de los responsables de la seguridad nacional, sin embargo, el
equipamiento de los sistemas militares de ciertos países
rebasa largamente los requerimientos de lucha policial
que esas acciones requieren.
Con absoluta sinceridad opino que no es
posible suponer intenciones agresivas definidas y
deliberadas, me parece que más bien se trata de
mantener un cierto statu quo de las circunstancias que
han permitido vivir en paz en la región. Para mantener
esa condición, todos los países deben cuidar la racional
reposición de su material; esto último es
particularmente válido para los que, queriéndolo o no,
se encuentran en condiciones destacadas de estabilidad
política, integración social y desarrollo económico.
7. Los esfuerzos realizados por diversos
sectores en los países de nuestra región para alcanzar
un grado alto de integración económica no han tenido
el éxito deseado. Resulta evidente que aún falta un
largo y áspero camino por reconocer, sin embargo
existe conciencia que mientras más se fortalezca la
Comunidad Económica Europea, se consoliden
acuerdos entre países asiáticos y se dinamice el
Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, las
deficiencias comparativas para Sudamérica se agravarán conspirando contra el desarrollo.
8. Pero si la integración económica se percibe
como algo aún lejano y complicado, mucho más, aún,
resulta cualquier sueño sobre integración de los
instrumentos militares.
Considerando lo sensible que es esta herramienta del poder nacional, cualquier incidente, roce o
fricción entre dos países influye en las respectivas
)Integración Militar en Sudamérica?
estructuras castrenses, de manera que en la misma
medida en que los pasos de integración política o
económica sean lentos y erráticos, así será la posible
integración militar.
Se agrega a lo anterior la falta de expresión
de voluntades en ese sentido por parte de voceros
autorizados del campo militar, en contraste con
incipientes ensayos como el de Francia y Alemania,
por ejemplo.
No es algo históricamente novedoso que las
estructuras militares de diversas naciones se hayan
reunido dando por resultado un elemento diferente y
superior que no, necesariamente, ha conducido a
esclavitudes o matanzas.
No cabe duda que la vinculación militar de la
OTAN ha sido un elemento positivo en contribuir a
bajar tensiones en Europa. Esto es sin desconocer, por
cierto, que en la Organización había un hecho tan
trascendente como era la motivación política común.
En Sudamérica no se percibe antecedentes de
alguna naturaleza que hagan suponer alguna intención
de integración militar, así que deberemos esperar
mucho tiempo para convertir en realidad un ideal que
sin hacer perder soberanía a los diversos Estados,
podría, en cambio, dar una mayor fuerza al conjunto y
en consecuencia mejorar su capacidad de diálogo en el
escenario mundial.