Unidad - En la piel del Otro - Ciudades globales

Las ciudades globales
Barcelona
Barcelona es una naranja que no puede despojarse de
su corteza. Es una ciudad que teme acercarse al calor
del vientre y que odia que alguien se siente sobre su
pecho. Barcelona es una ciudad de la que todos
parten con cosas sin acabar. Barcelona suplica los
latidos, en Barcelona la luz queda más cerca del
corazón. Barcelona es la ausencia vertical a la que
todos quieren acogerse pero es también la ciudad en
la que uno no puede albergar una ausencia como lo
haría en Praga o en Viena, por ejemplo Barcelona no
está hecha para le otoño y la melancolía. En Barcelona el tiempo se muerde la cola
y la noche es un río de seda que redime* las yemas de todos los dedos. Barcelona es
una burbuja que sufre de temblores pero que no tiene miedo a diluirse. Barcelona
es. (2007: 146)
Vocabulario
Redimir. Poner término a algún dolor, penuria
u otra adversidad o molestia.
Diccionario de la lengua española (DRAE 23ª; 2014):
http://lema.rae.es/drae/
Notas
En la piel del Otro
Bajo licencia
Santiago de Cuba
Santiago es un óvalo de sombras que juegan a iluminarse, un patio interior en el que
una enigmática disposición vital ha alterado cualquier rastro de geometría. Entrar en
Santiago es como penetrar en un cuadro, en ese espacio uno se convierte en una
forma ligera. En Santiago el tiempo tiene una presencia huidiza, los proyectos se
convierten en historias vividas. En Santiago los días no tienen en la nuca ninguna
nube, las horas se quedan sin señales y los segundos tienen una imagen visual […].
Nada que ver con el anochecer de hojas caídas de Berlín ni el musgo lustrado de
Londres, por ejemplo. Santiago es una ciudad despeinada que te mira a los ojos, es
una ciudad en la que uno se sorprende ante el sonido de su propia voz. Santiago es
un fuego que abraza, que no quema. Santiago es una grieta que se apodera de los
cuerpos, es una rendija de vida que se ríe de las estrías del tiempo.
Bata
Bata es una fiesta atlántica. Para existir, Bata no necesita de un refugio en un mapa o
en una guía turística: Bata es una ciudad que no quiere esconderse en la cola de
ningún elefante. Bata flota en una inercia que nadie puede explicar; es, por decirlo
de alguna manera, una imagen escindida de muchos espejos. El cielo de Bata es tan
azul que uno no deja de echar en falta un tercer ojo para poder mirarlo. Bata es una
ciudad en la que a uno le invade la nostalgia por todas las ciudades del mundo, lo
que tiene una fácil explicación: Bara tiene susurros, murmullos, ruidos, fragmentos…
de todas las ciudades del mundo. En Bata uno, sin mucho esfuerzo, puede pisar una
baldosa del MOMA; puede hacer una bola con la nieve de Moscú y colgarla de un
palmera de Marrakech; en Bata más de un edificio se ha levantado con trozos del
muro de Berlín y madera noble del palacio del último Sultán de Zanzíbar; en Bata
hay restos de la guerra de Vietnam […] en Bata se bebe cerveza negra como en
Praga; las mujeres parecen sacadas de una postal de Bahía… Bata es polifónicapolimórfica-polisémica. Bata se incrusta en tu alma como un dardo y te acompaña
hasta el final de tus días y más allá.
(2007: 147)
En la piel del Otro
Bajo licencia
NADA SEPARA: NADA SE PARA
Texto por César A. Mba Abogo
Vídeo por Pascual Nvo Mituy Mikue
La primera vez que Anaís me pidió que le describiera Malabo, escribí: “Alrededor de Malabo se
siente la furiosa simiente de una jungla que desde las alturas, a bordo de una tortuga de cielo,
parece una alfombra verdecita que invita al último salto. En Malabo, el mar acecha pero apenas
se nota, carretera adentro, agonizan dinastías y cosmogonías…” Eso fue hace mucho tiempo,
todavía no habíamos ordenado todos nuestros silencios. Anaís estaba aprendiendo a coser con
mi nombre y yo empezaba a entrever las cien mil vidas que caben en una sola vida. […]
Mientras se pinta las uñas de azul, con la garganta tensada por el frío amargo de la cerveza
exacta, Anaís me pide un día más que le hable de Malabo, antes hemos hablado de la cantidad
de estrellas que tiene el cielo. Recibo la correspondencia de sus ojos y la veo venir despacio.
Digo:
—Malabo es un valle de arrebatos divinos en el que la púrpura pura cede frente al estallido de la
pólvora y las razas de los espejos. Por las calles de Malabo fluye el mercurio de las subversiones
y los mensajeros póstumos de las cenizas del tic-tac de la conquista fallida del espacio y el
tiempo. Cábala muerta, plagas del amanecer, playas de arenas negras que anuncian un país
nuevo del fin del mundo, la vida que comienza y avanza sobre carreteras como estuches de
barro que abren los labios y se visten de oro y pena al anochecer…
-Malabo es el faro de un país que se debate entre las raíces del ayer y la hélice de hoy. Malabo
es una Ciudad Remordida, una Ciudad Heroica, una Ciudad de amor con mosquitos […] en las
calles de Malabo florecen relámpagos en los árboles de mango, y la lluvia conspira con los
tejados para matar los sueños de los malabeños.
—Malabo son horizontes petroleros que arrastran la baba plateada del caracol de Clarence City
y la sepia del recuerdo de Santa Isabel, una pintura sin la memoria del pintor, una ciudad-Lolita
que sólo es fiel a sí misma…
En la piel del Otro
Bajo licencia
Le hablo a Anaís de la longitud del reflejo de Roma de hojalata de Malabo, le hablo del beat que
hincha las venas de las calles de Malabo. Yo quiero seguir hablando de Malabo, de la
reconquista del mundo en el sentido contrario, de los planos ruidosos de Malabo, de las
pirámides de anhelos que iluminan las favelas de Malabo… pero Anaís coge mi voz, la guarda a
buen recaudo, se pone los zapatos exactos para cruzar la distancia que separa Puerto Rico de
Bioko, la distancia que separa nuestros cuerpos, y luego, vencida la firme voluntad de los
huesos, […] me canta al oído su melodía.
—Malabo es una palabra que se acomoda a mi lengua como una piedrecita de azúcares que no
acaba de disolverse, Malabo está en mis pezones y en la curva de mis pestañas…
Al final, Anaís me dice “te quiero”. Esas dos palabras inundan mis adentros como prosa de
silicio. Pienso en la muerte que me llegará algún día como una limpia palmada sobre el hombro,
pienso en esa corriente binaria (1-0) que alcanzará los confines del universo cuando los dos nos
hayamos hundido en la neblina del tiempo. “Te voy a querer durante diez mil años”, le susurro a
Anaís al oído.
Y todo es un poco como en aquella película de Wong Kar—wai que nos gusta tanto a los dos. No
importa que les demos a las manecillas del tiempo hacia adelante o hacia atrás, hace tiempo
decidimos darnos todo el tiempo del mundo para amarnos, aunque el amor sea sólo una carta de
amor o una llamada telefónica desesperada a las cuatro de la madrugada, cuando en Malabo
llueve como sólo puede llover en Malabo en octubre, y en San Juan, las nubes se ven azules,
gordas y livianas.
Sobre el autor.
César A. Mba Abogo utiliza la literatura, el cine, la música y la fotografía para generar
textos de convocatorias inagotables. Su Yo escritural es un transmigrado/transeúnte y, a la vez,
una voz sedentaria que habita el espacio desde ángulos tradicionalmente imposibles. Los textos
de César reclaman todas las tradiciones y desfronterizan pertenencias y legitimidades: son
textos cosmopolitas que reclaman claves personales. Un día le publicaron un libro titulado El
Porteador de Marlow (Sial, 2007), un catálogo de vidas posibles e imaginarias, luego una amiga
constructora de libros le regaló dos espejos, el espejo lento y el espejo rápido, y cuando ahora le
preguntan cuándo escribió aquel libro responde según el día, diciendo: “Eso sucedió hace mucho
tiempo” o “Ese libro lo escribiré mañana”. Respecto a Malabo Blues (El Cobre, 2010), su libro de
ahora, lo que dice es que fue en realidad el libro el que lo escribió a él.
Comprendiendo ciudades.
Las descripciones de las ciudades de Mba Abogo en sus “Ciudades sin termitas” de
Canción negra sin color y su proyecto publicado digitalmente en Vivir en común exploran las
descripciones etopéyicas; es decir, concibe las ciudades como seres humanos a partir de su
carácter, acciones y costumbres. El poeta expresa las sensaciones que cada una de las
ciudades le traen. Las narraciones son un auténtico ejercicio de observación de los ambientes y
de los estados de ánimo.
En las narraciones dedicadas a Santiago de Cuba, Barcelona y Bata, las ciudades se identifican
con otras como Berlín, Londres, Praga, Viena, Moscú, Bahía en Brasil. El poeta crea un mapa
global que relaciona América, Europa y África. El poeta no pone atención sobre las diferencias,
observa lo común entre las ciudades con una mirada ambulante que entiende la identidad de los
sujetos de un modo flexible, inclasificable y sin prestar atención a tópicos nacionales.
Momento para crear.
Partiendo de las lecturas sobre ciudades que hemos leído y escuchado vamos a crear en
pequeños grupos de cuatro o cinco compañeros nuestra propia idea de la ciudad que queramos
describir. No importa si se incluirá en el proyecto Vivir en común aunque, sin duda sería un reto
sobre el estudio de la convivencia muy interesante.
El objetivo es encontrar un modo original de definir, describir y mostrar una ciudad mediante la
exploración de la lengua española. Recuerda que este autor se ha servido de metáforas que
también conoces en tu lengua, de repeticiones del nombre de la ciudad (un potente recurso lírico
para tu narración); recuerda también las imágenes surrealistas, sugerentes e inexplicables.
Todo ello puede ayudaros a “confeccionar” un audio con imágenes con vuestros móviles
inteligentes o desde el pc. Deberéis distribuir el trabajo entre todos o participar en las tareas de:
escritura del texto, edición de imágenes y vídeo por igual. Felices ciudades.
Tu turno.
¿Qué crees que tienen en común las tres ciudades?
¿Hay algo que las hace únicas?
Es hora de dedicarle unas líneas a la ciudad que nos inspira. Podemos utilizar
alguna de las estructuras que utiliza el autor de estos textos; podemos utilizar las
repeticiones del nombre de la ciudad para darle musicalidad. Sobre todo podemos
utilizar un lenguaje creativo diferente como el que ya conocemos: símbolos,
metáforas e imágenes surrelistas.
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… es
Tiene…
En la piel del Otro
Bajo licencia