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FUNDACIÓN 1 DE MAYO
70 • ABRIL 2015
REVISTA
estudios y cultura
Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo
Jorge Aragón | El debate sobre la recuperación económica y el empleo en España
Alessandro Gentile | Hacia un nuevo pacto para los ciudadanos precarios
Francisco Trillo | Representar a los trabajadores exige redefinir las relaciones entre trabajo y ciudadanía
Ramón Alós | Algunos apuntes sobre la renovación del sindicalismo
Jordi Ribo Flos | Sindicalismo y trabajo autónomo
Begoña Marugán Pintos | El reto de la igualdad. Una propuesta al quehacer sindical
Albert Recio | Sindicalismo, trabajo, sostenibilidad
SUMARIO
• Ramón Górriz y José Babiano | 125 aniversario del 1º de Mayo.
5º aniversario de las políticas de austeridad en Europa.
• Mireia Morán | De obrero a artesano.
• Ricard Ibarra Ollé | Archiveros sin Fronteras: Solidaridad archivística al
servicio de la memoria histórica y los derechos humanos
• Susana Alba | El problema de los super-millonarios
• Pedro Martínez
Montávez (arabista):
‘Se seguirán produciendo
grandes disturbios
sociales, grandes protestas
mientras no se conquisten
las libertades’
REVISTA ‘ESTUDIOS y CULTURA’ | Consejo de Redacción: José Babiano, Ramón Baeza, Jesús Cruces, Bruno Estrada, Ana
Fernández Asperilla, Pepe Gálvez, Amaia Otaegui, Félix Ovejero, Carmen Rivas, Fernando Rocha y Juan Vargas.
Fundación 1º de Mayo. Centro Sindical de Estudios de CCOO. C/ Longares,6. 28022 Madrid. Tel.: 913640601. Fax: 913640838
| www.1mayo.ccoo.es | [email protected]. ISSN: 1989-4724
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 2
Javier Doz | Presidente de la Fundación 1º de Mayo
Primero de Mayo, renovación del sindicalismo,
alternativas por los derechos, las libertades
y la igualdad...
S
e cumplen 125 años de la primera celebración
restaurar la fortaleza de la negociación colectiva,
del Primero de Mayo en España. Un año ansubir los salarios y el salario mínimo (800 euros),
tes, el Congreso Obrero Socialista, celebrado
establecer una prestación de ingresos mínimos a
en París, decidió fundar la 2ª Internacional y prolos desempleados (y promover una ILP para ello),
clamar el 1º de Mayo como Día Internacional de
una reforma fiscal integral que restaure la progrelos Trabajadores, en homenaje a los “mártires de
sividad y la suficiencia, un conjunto de actuaciones
Chicago”, los trabajadores muertos en la calle por
necesarias para cambiar el modelo productivo, etc.
la policía o ejecutados más tarde tras una farsa de
En lo inmediato se anuncia el compromiso para
juicio, por participar en la huelga general,
promover una campaña por el
iniciada el 1º de mayo de 1886, en de- n n n
fortalecimiento de la negociafensa de la jornada de ocho horas. Sobre
ción colectiva, el empleo de caeste aniversario nos hablan, en este nú- Un fuerte carácter
lidad y el aumento real de los
mero, Ramón Górriz, José Babiano y Mi- reivindicativo tiene para
salarios. En el plano europeo,
CC OO y UGT este 1º de
rela Morán.
destacaría la necesidad de volNunca han dejado de tener las jorna- Mayo. Del manifiesto
ver a impulsar la campaña por
das del 1º de Mayo un carácter reivindi- conjunto surge un claro
el Plan de inversiones de la CES
cativo, excepto las celebradas para cele- mensaje a los gobiernos
(2% del PIB anual, durante diez
brar los “grandes avances” en el bienestar y patronales españoles y
años para salir de la crisis y conde los trabajadores por las dictaduras de europeos: con las
solidar un desarrollo sostenible)
diverso signo. Un fuerte carácter reivin- políticas de austeridad
frente a los muy insuficientes y
dicativo tiene para CC OO y UGT este 1º no salimos de la crisis.
todavía inconcretos contenidos
de Mayo. Del manifiesto conjunto surge
del Plan Juncker, la urgencia de
un claro mensaje a los gobiernos y patronales esuna política integral sobre las migraciones, y la
pañoles y europeos: con las políticas de austeridad
armonización fiscal en paralelo a un plan efectivo
no salimos de la crisis. Éstas sólo han producido
contra el fraude fiscal y los paraísos fiscales.
paro, precariedad laboral, aumento de la pobreza
La génesis de la Gran Recesión y su gestión por
y la desigualdad y un retroceso de las libertades y
parte de las élites políticas y económicas ha puesto
derechos fundamentales y de la calidad de nuestra
de manifiesto con total claridad lo insostenible
democracia. Los ataques afectan a libertades tan
que resulta el modelo neoliberal de la globalización
básicas como las de reunión, manifestación y exy de la construcción de la Unión Europea. La lucha
sempiterna de los primeros de mayo por la libertad
presión (Ley de Seguridad Ciudadana); o al derey la igualdad tiene, hoy más que nunca, como obcho de huelga, en este caso a través de una utilizajetivo la construcción de un nuevo orden econóción masiva, desconocida hasta el estallido de la
mico y político internacional mucho más justo y
crisis, del artículo 315.3 del Código Penal, que ha
democrático
producido 300 procesados con peticiones de hasta
“Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo”
ocho años de cárcel, como la que penden sobre
es el lema del tema del mes de este nº 70 de Estulos miembros del Comité de empresa de AIRBUS
dios y Cultura. Bajo la coordinación de Fernando
de Getafe.
Rocha, publicamos artículos de Jorge Aragón,
El Manifiesto contiene una propuesta reivindiAlessandro Gentile, Francisco Trillo, Ramón Alós,
cativa de largo alcance, especialmente útil en este
Jordi Ribó, Begoña Marugán y Albert Recio. Son
año electoral. Dentro de nuestras fronteras destainteresantes aportaciones, desde diversos enfocan las exigencias de derogar la reforma laboral,
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ques, a una cuestión que está ocupando una atendrid, el Ateneo 1º de Mayo, personalidades y reción creciente de numerosos sindicalistas y acapresentantes de organizaciones de los campos de
démicos dentro y fuera de nuestras fronteras.
la justicia, la cultura, el deporte, la comunicación,
Desde luego lo está en CC OO, con diversas iniciala universidad, la defensa de los derechos humanos
tivas y unas indicaciones muy claras, internas y
y el sindicalismo, expondrán sus opiniones en un
públicas, realizadas por Ignacio Fernández Toxo
acto que tiene como título “Por las libertades y los
en los últimos tiempos, y ya con algunas realizaderechos. Frente al Autoritarismo”. También cociones concretas (medidas de transparencia, cónoceremos el testimonio de algunas personas didigo ético, racionalización del funcionamiento orrectamente afectadas por la regresión política auganizativo, etc.).
toritaria que vive España. El propósito del acto es
La superposición de la gran crisis financiera y
poner de manifiesto cómo están siendo atacados,
económica con los profundos cambios acaecidos
limitados o erosionados, derechos y libertades funa nivel mundial en el mundo del trabajo en las úldamentales, entre ellos el derecho de huelga y las
timas décadas colocan al sindicalismo en un grave
libertades de expresión, información y manifesdilema, que algunos consideran existación.
n
n
n
tencial: o acomodarse al persistente deEn el acto se distribuirá un maclive o acometer profundos cambios en
nifiesto cuyo fin es promover una
“Una salida progresista
el modo de relacionarse con los trabaamplia campaña social y política,
para la crisis. Otro
jadores y las trabajadoras, en la orgade denuncia del autoritarismo y
modelo económico y
nización y en la práctica sindicales.
en defensa de las libertades y los
social”. El libro es el
Por una parte, hay que comprender
derechos fundamentales, con dos
fruto de un prolongado
bien el significado y las consecuencias
objetivos concretos: la derogación
trabajo de colaboración
para el trabajo, las relaciones sociales
del artículo 315.3 del Código Pede la Fundación 1º de
de producción y la actividad sindical de
nal y de la Ley de Seguridad CiuMayo con las
los cambios derivados de la globalizadadana.
fundaciones Alternativas
ción y la revolución de las tecnologías
El 4 de abril (12 horas, salón de
y Largo Caballero.
de la información y la comunicación,
actos del CES, calle Huertas 73)
en un contexto de crisis ecológica, camse presentará el libro: “Una salida
bios demográfico y movimientos migratorios e inprogresista para la crisis. Otro modelo económico
certidumbres geopolíticas. Comprender, para say social”. El libro es el fruto de un prolongado traber trabajar mejor en un contexto muy diferente
bajo de colaboración de la Fundación 1º de Mayo
del que surgió de la 2ª Guerra Mundial. Pero, por
con las fundaciones Alternativas y Largo Caballero.
otro lado, hay que enfrentarse con toda la fuerza
En el acto, además de los principales responsables
sindical y el máximo de alianzas sociales y políticas
de las fundaciones sindicales, hablarán Nicolás
posibles al modelo neoliberal –económico y de reSartorius (Alternativas), Ignacio Fernández Toxo,
parto del poder político– del capitalismo, para
Cándido Méndez y los redactores del texto, los
construir un nuevo modelo económico y social baeconomistas Bruno Estrada y Santiago Díaz de
sado en la primacía de la igualdad, la solidaridad
Sarralde.
y la democracia.
Este trabajo parte de una rigurosa crítica a las
Esta denuncia del comportamiento de las élites
políticas de austeridad, reformas/recortes estrucpolíticas y económicas en la gestión de la crisis, y
turales y devaluación interna impuestas por las
la aspiración a un nuevo modelo económico y soautoridades europeas a toda la UE y, en particular,
cial basado en la democracia, la igualdad y la jusa nuestro país, y que tan nefastas consecuencias
ticia social, con la presentación de alternativas
ha tenido en términos de empleo, pobreza, despara alcanzarlo, son la sustancia de dos imporigualdad y deterioro de la democracia. A partir de
esta crítica, el libro plantea una alternativa, artitantes actos que organiza la Fundación 1º de Mayo
culada entre España y Europa, para salir de la crisis
en los próximos días.
con un crecimiento sostenible e inclusivo y con un
El 23 de abril (19 horas, en Lope de Vega 38, 2ª
cambio de modelo productivo del que forme parte
planta, sala las Trece Rosas), en colaboración con
el del modelo de distribución de la riqueza. 3
nuestra fundación hermana de la Unión de Ma-
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Ramón Górriz | Secretario confederal de Acción Sindical de CCOO
José Babiano | Director del Area de Historia, Archivo y Biblioteca. Fundación 1º de Mayo
125 aniversario del 1º de Mayo.
5º aniversario de las políticas de austeridad
en Europa
C
omo es bien conocido el 1 de Mayo tiene un
doble origen, aunque en ambos casos, vinculados a la lucha del movimiento obrero
por la jornada de ocho horas. De un lado, el 1 de
Mayo se remonta a los disturbios de Haymarket,
en 1886 en Chicago, cuando a raíz de una provocación policial fueron detenidos, juzgados y condenados seis dirigentes obreros locales. Fue un
juicio farsa, carente de las más mínimas garantías
jurídicas. No tenía otro objetivo que proporcionar
un escarmiento a un combativo movimiento
obrero local. Un movimiento inmerso en una oleada de huelgas destinadas a lograr la reducción
de unas jornadas de trabajo agotadoras por su
duración. Sin embargo, este hecho luctuoso dio
lugar a uno de los principales mitos del movimiento obrero, como son los «mártires de Chicago» y el 1 de Mayo.
Pero junto a este origen americano, la celebración del 1 de Mayo cuenta con un origen europeo.
Este segundo origen se sitúa en uno de los dos
congresos obreros, de carácter internacional, que
se celebraron en París de forma simultánea en
julio de 1889; es decir, en el centenario de la Revolución Francesa. Uno de estos congresos reunió
a los principales dirigentes marxistas de Europa.
Muchos de ellos habían conocido el exilio y la cárcel. En él se aprobó una breve resolución llamando
a un día de manifestaciones y paros a favor de la
jornada de 8 horas para el 1 de mayo de 1890. Si
no era posible, debido a las prohibiciones de las
autoridades de cada país, se convocarían manifestaciones el domingo más próximo a ese día,
como ocurriría en España. La fecha elegida, obviamente, hacía referencia a la tragedia de Chicago
y a su memoria.
La convocatoria no tenía vocación de permanencia. Sin embargo, el éxito de las primeras manifestaciones y del resto de acciones de protesta,
llevadas a cabo en 1890, empujó a los sucesivos
congresos obreros nacionales e internacionales a
E
l éxito de las primeras
manifestaciones y del resto de
acciones de protesta, llevadas a
cabo en 1890, empujó a los
sucesivos congresos obreros nacionales e
internacionales a repetir la convocatoria. Y
no sólo eso, sino que se extendió hacia el
Este de Europa, Asia y América Latina a lo
largo del primer tercio del siglo XX.
repetir la convocatoria. Y no sólo eso, sino que se
extendió hacia el Este de Europa, Asia y América
Latina a lo largo del primer tercio del siglo XX.
Fue en ese periodo en el que aparecieron como
nueva corriente del movimiento obrero los co-
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munistas, que también adoptaron el 1 de Mayo como jornada internacional de lucha.
El impacto había sido tal,
que el jefe de la Iglesia católica difundió en 1891 la encíclica «Rerum Novarum», que
es el documento que da origen al llamado catolicismo social. Dicho de otro modo, una
especie de versión católica de
«El manifiesto comunista»,
para tratar de neutralizar la
pujanza del movimiento
obrero. No fue la única tentativa en este sentido. El 1 de
Mayo de 1955, Pio XII instituyó la fiesta de San José
Obrero, un intento de rivalizar con un 1 de Mayo obrero global.
En la medida en que se extendió y consolidó, el
1 de Mayo cobró una dimensión ritual muy fuerte,
en el sentido de constituir una actividad pública
celebrada regularmente y ajustándose siempre a
una serie de pautas. Por ejemplo, en España hasta
la Guerra Civil la jornada comenzaba con una
asamblea-mitin en un teatro o al aire libre. A continuación la comitiva obrera tomaba la calle, dirigiéndose en manifestación para entregar el
pliego de reivindicaciones aprobadas en la asamblea a la autoridad correspondiente (el presidente
del gobierno o de las cortes en el caso de Madrid,
el gobernador civil en las distintas capitales de
provincia o el alcalde en otras ciudades). Durante
el trayecto, las sociedades de oficio ondeaban sus
banderas rojas y estandartes. Igualmente, bandas
de música amenizaban la marcha entonando la
«Internacional», la «Marsellesa» y otra serie de
himnos populares y del trabajo. La música dotaba
a la marcha de un aire mezcla de solemnidad y
festividad.
El resto del día se completaba con una «jira»
campestre en la que los trabajadores –así, en masculino, dada la composición social y la cultura del
primer obrerismo- y sus familias gozaban de la
comida y del tiempo primaveral. La jornada concluía con una velada cultural en el ateneo obrero
o en la casa del pueblo, donde se representaba alguna pieza de teatro social. La velada podía incluir
asimismo un recital poético o la actuación de un
E
l franquismo dentro de su
programa de persecución y dura
represión contra el movimiento
obrero, arrasó con sus formas
culturales e incluso trató de eliminar su
lenguaje –los trabajadores pasaron a
denominarse en la jerga franquista
«productores»–.
orfeón aficionado, perteneciente a la propia casa
del pueblo o al ateneo obrero.
Este ritual cumplía varias funciones. En primer
lugar, la salida a la calle, exhibiendo los símbolos
propios, como la bandera roja, o entonando las
canciones e himnos del repertorio obrero, constituía un acto desafiante, de demostración de
fuerza. Al mismo tiempo servía como momento
de renovación anual de los ideales de emancipación. Una renovación que tenía lugar en el contexto metafórico de la llegada de la primavera y
de la renovación de la vida en la naturaleza. El ritual también ejercía como mecanismo de reconocimiento entre iguales, de reforzamiento de la
identidad propia de un mundo que, hasta cierto
punto, no dejaba de ser una «contra-sociedad»
alternativa a la sociedad burguesa, con sus partidos y sindicatos, sus casas del pueblo y ateneos,
sus cooperativas, sus grupos de ocio, etcétera. En
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suma, el reforzamiento de la identidad de clase.
El franquismo dentro de su programa de persecución y dura represión contra el movimiento
obrero, arrasó con sus formas culturales e incluso
trató de eliminar su lenguaje –los trabajadores
pasaron a denominarse en la jerga franquista
«productores»- Cuando en los años sesenta del
siglo XX el movimiento resurgió de nuevo, esencialmente a través de las Comisiones Obreras, sus
formas culturales habían mutado y sus rituales,
represión franquista mediante, aparecieron simplificados con respecto al pasado. Así ocurrió con
el 1 de Mayo.
Durante 125 años el 1 de Mayo viene siendo un
termómetro de la situación del movimiento
obrero en un doble sentido. Por un lado da cuenta
del estado de sus propias filas, en contextos políticos, sociales y económicos muy diversos. Por
otro, nos permite observar las demandas y reivindicaciones concretas, expresadas año tras año.
En ese sentido, el capitalismo de la globalización
y las políticas neoliberales constituyen la penúltima prueba. Esto significa que el movimiento
obrero se enfrenta en Occidente a la pérdida de
los derechos del trabajo, producto de la ruptura
del pacto social keynesiano por parte de las élites
económicas y políticas. Dicho de otro modo, ha
de hacer frente a la precariedad laboral y social,
entendida ésta como modo de gestión capitalista
de la mano de obra. Mientras tanto, en el mundo
postcolonial, se registra la violación sistemática
de los derechos humanos de las personas empleadas en las industrias deslocalizadas. De tal
suerte que con frecuencia ni siquiera gozan del
derecho a la sindicalización y a menudo pagan
con su libertad y con su vida el intento de ejercer
ese elemental derecho.
Este 1 de Mayo, no sólo es el 125 aniversario de
su primera celebración. Coincide además con el
quinto aniversario, en mayo de 2010, de la reunión de los ministros de finanzas de la Zona Euro
en la que se decidió llevar adelante los programas
de austeridad en Europa. Este fenómeno marca
profundamente este nuevo 1 de Mayo en varios
sentidos. En primer lugar, la dimensión internacional de la jornada apela a la solidaridad incondicional con el pueblo griego. Si consigue aflojar
la soga de austeridad con que Bruselas y Berlín
rodean su cuello, no sólo los trabajadores griegos,
sino los del sur de Europa en su conjunto daremos
un gigante paso adelante.
La jornada exige asimismo una acción resuelta
E
ste 1 de Mayo, no sólo es el 125
aniversario de su primera
celebración. Coincide además con
el quinto aniversario, en mayo de
2010, de la reunión de los ministros de
finanzas de la Zona Euro en la que se
decidió llevar adelante los programas de
austeridad en Europa.
contre las políticas del gobierno español en varios
sentidos. En primer lugar, para rescatar a las personas que carecen de empleo, mediante la implementación de una renta básica de inserción. En
segundo lugar, para reforzar la negociación colectiva y los convenios, como el mejor instrumento
para defender el salario y las condiciones de trabajo en los sectores de actividad y en las empresas;
y ello, especialmente tras la Reforma Laboral de
2012. En tercer lugar, para fundir la jaula de hierro de la represión que el gobierno ha forjado alrededor del movimiento obrero y de la sociedad
civil, mediante la reforma del Código Penal y la
llamada «Ley Mordaza». No ignoramos que esta
legislación no pretende sino criminalizar y castigar
la resistencia a las políticas de austeridad, tal
como pone de manifiesto el hecho de que alrededor de 300 trabajadores están pendientes de ingresar en prisión por ejercer el derecho de huelga.
Un derecho que, por cierto, incluye la participación en piquetes informativos. 3
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Mireia Morán
De obrero a artesano
N
o resulta una novedad que las festividades
paganas de origen latino o celta fuesen eliminadas del calendario y sustituidas por ritos cristianos. Todo ello se inició con el ascenso
del cristianismo durante el siglo IV, en el mismo
momento que se iniciaba el colapso del Imperio
Romano. Era una forma de asimilar las tradiciones del pasado a las nuevas anulando su connotación.
La fiesta del trabajo del Primero de Mayo fue
proclamada como festividad tras el Congreso de
la Internacional Socialista de París en el año 1889
y, resultando incómoda para algunos regímenes
políticos, su celebración se inició un año más
tarde. Se estableció de manera internacional, considerándose una jornada de lucha reivindicativa.
Un rito simbólico de movilización, testimonio de
clase, una autoafirmación de manera anual. La
celebración aglutinaba un cortejo popular y público, con el que se buscaba demostrar la fuerza y
la unión de la clase trabajadora, esperanza de un
futuro mejor.
En España, tras la primera celebración en el
año 1890, sólo se aprobaron mítines y reuniones
en locales privados y hasta 1903 los trabajadores
no volvieron a tener autorización para ocupar el
espacio público; desde 1923 y durante toda la dictadura de Primo de Rivera estas celebraciones
fueron totalmente ilegales debido a lo que representaban.
Se vuelve a implantar de nuevo en 1931, celebrándose durante los años de la II República, que
se identificaba como una república de trabajadores, considerada una cita de unión y fraternidad
de los obreros, una fiesta popular reflejo de la lu-
E
n España, tras la primera
celebración en el año 1890, sólo se
aprobaron mítines y reuniones en
locales privados y hasta 1903 los
trabajadores no volvieron a tener
autorización para ocupar el espacio
público; desde 1923 y durante toda la
dictadura de Primo de Rivera estas
celebraciones fueron totalmente ilegales
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cha de clases. Durante la
Guerra Civil, y siguiendo las
tesis de Primo de Rivera, el
13 de Abril de 1937 el bando
insurgente lo suprime por
decreto; se cambió la fecha
al 18 de Julio y se denominó
Fiesta de exaltación del trabajo, ya que la significación
del primero de Mayo podría
dar lugar a los movimientos
subversivos. Se conmemora la
reconstrucción de la Nación,
no la lucha de la clase obrera,
y se adoptan medidas represivas para eliminar el concepto
de la fiesta en la memoria colectiva.
No fue hasta 1955 cuando Pío
XII reintrodujo la celebración en
el calendario oficial de la iglesia,
buscando que la festividad tuviera un carácter religioso similar y una iconografía aproximada a lo que había significado anteriormente el 1º de Mayo; se estableció el festejo
de San José artesano como patrón de los trabajadores, en ocasiones también se le llamó San José
obrero, pero tenía unas connotaciones demasiado
rebeldes, tendiéndose a evitar. De manera que se
canonizó una fecha que hasta el momento había
sido una celebración exclusiva de los trabajadores,
donde expresaban sus reivindicaciones y sus anhelos. El pueblo deja de ser el protagonista y se
desliga del marxismo internacional en favor de la
exaltación religiosa, pero manteniéndose como
fiesta abonable y no recuperable para los trabajadores ya que, durante el franquismo y hasta entonces, había sido un día laborable. De modo inteligente se elige la figura de José artesano, como
modelo de trabajador manual, humilde, ejemplar
padre de familia, con carencias y dificultades laborales, figura como la de cualquier trabajador.
Durante los años sesenta continúan convulsionando los grupos reivindicativos que no habían
conseguido ser silenciados por el régimen: empiezan de nuevo a resurgir las movilizaciones de
los obreros durante el 1º de Mayo. En el norte de
la península, zona beligerante, se producen movilizaciones y huelgas, llegándose a declarar en
alguna ocasión el estado de excepción para blo-
quear la conflictividad laboral y las voces contrarias. Comienza a surgir
desde grupos como la
HOAC
(Hermandad
Obrera de Acción Católica), movimientos de
base católica y algunos
sacerdotes, el apoyo a la
defensa de los intereses
de los trabajadores.
Poco a poco se estructura de manera más organizada el movimiento obrero y se
produce un acercamiento a los obreros
no católicos, muchos
de ellos comunistas,
que pondrán en mar-
S
e vuelve a implantar de nuevo en
1931, celebrándose durante los
años de la II República, que se
identificaba como una república de
trabajadores, considerada una cita de
unión y fraternidad de los obreros, una
fiesta popular reflejo de la lucha de clases.
cha comisiones a través de las cuales reclaman y
negocian sus derechos con los patrones, estas serán las futuras Comisiones Obreras, de ahí su
nombre. Con toda esta confraternidad entre las
personas, la celebración de San José artesano empieza a tener connotaciones mucho más combativas.
Con la muerte del dictador y el empoderamiento
de los trabajadores, estos se animan a recuperar
entre otras metas la libertad de expresión y la de
libre asociación. Durante la transición a la democracia y los años posteriores, paulatinamente se
recupera el significado que tenía la celebración
del primero de Mayo, mediante la oposición al
franquismo, la fraternidad y solidaridad obrera
y, sobre todo, mediante las demostraciones sindicales. ¡Qué viva la lucha de la clase obrera!. 3
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 9
Especial:
Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo
FERNANDO ROCHA | Coordinador de Estudios y Proyectos de la Fundación 1º de Mayo
L
os efectos económicos y sociales de la “Gran Recesión”, así como las
consecuencias de las políticas adoptadas para hacer frente a la
misma –sobre todo, a partir del “giro de la austeridad”en 2010– están
alterando significativamente buena parte de los elementos clásicos
de referencia del movimiento sindical europeo.
La crisis ha puesto en evidencia asimismo la magnitud de algunas debilidades
estructurales del sindicalismo, asociadas al desarrollo en las últimas décadas
de cambios profundos en el mundo del trabajo, y que plantean serios retos a
la acción sindical en general (entre las cuales, no es la menor la dificultad de
encuadrar dicha acción en las estructuras organizativas vigentes).
A ello se suman además los impactos derivados de otras tendencias de fondo
que también están afectando de forma sustancial a la organización de la vida
social, tales como las incertidumbres del entorno geopolítico, los cambios demográficos, la crisis de los cuidados, o las consecuencias derivadas de la crisis
ecológica.
En este marco se plantea el presente monográfico, cuyo objetivo es aportar
elementos de reflexión al debate actual sobre la renovación del sindicalismo.
Un debate sin duda condicionado por la urgencia de las tareas a corto plazo
derivadas de la grave coyuntura actual, pero en cualquier caso inaplazable si
el movimiento sindical quiere seguir desempeñando en el futuro un papel re-
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 10
levante en la lucha a favor de la justicia
social y de una vida digna para todas y
todos.
El artículo de Jorge Aragón aborda la
discusión sobre la recuperación económica en España, apuntando algunos factores externos e internos, coyunturales
y estructurales que están influyendo en
las características de la misma.
L
a crisis ha puesto en
evidencia asimismo
la magnitud de
algunas debilidades
estructurales del sindicalismo,
asociadas al desarrollo en las
últimas décadas de cambios
profundos en el mundo del
trabajo.
Alessandro Gentile analiza la precariedad, un fenómeno que ha cobrado una
creciente dimensión en las últimas décadas –tanto en términos cuantitativos
y cualitativos– y que desborda actualmente el ámbito estrictamente laboral
afectando también a las condiciones de
vida de los trabajadores y a su posibilidad de ejercer plenamente sus derechos de ciudadanía.
Francisco Trillo sitúa su reflexión en torno a los desafíos
para la acción sindical en el contexto de las reformas legales
impulsadas por los poderes públicos en los últimos años,
que han alterado sustancialmente las bases sobre las que
clásicamente se asentaba la representación de los trabajadores
El texto de Ramón Alos aborda asimismo el debate actual
sobre la renovación del sindicalismo, tomando como referencia algunos de los principales cambios estructurales en
el mundo del trabajo que tienen una indudable incidencia en la acción colectiva.
Jordi Ribó trata una cuestión específica que ha cobrado una creciente importancia en los últimos años, como es el fenómeno del trabajo autónomo y
las posibilidades de intervención sindical en este campo
El artículo de Begoña Marugán aborda el reto de la igualdad de género
como un principio irrenunciable del quehacer sindical, planteando su enfoque
desde una perspectiva compleja que sitúa la mejora de las condiciones de
vida y trabajo de las personas como un objetivo prioritario.
El monográfico se cierra con un texto de Albert Recio, donde aborda los
retos de un escenario cada vez más condicionado por las restricciones y límites
ecológicos, desde el agotamiento de los recursos energéticos fósiles, hasta los
efectos del cambio climático. Un debate controvertido dentro del movimiento
sindical, pero al mismo tiempo ineludible en toda reflexión sobre los retos futuros que se plantean al mundo del trabajo. 3
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 11
Repensar el trabajo,
renovar el sindicalismo
Jorge Aragón | Representante de CCOO en el Consejo Económico y Social
El debate sobre la recuperación económica
y el empleo en España
L
os datos de la evolución reciente de la economía española apuntan a que se ha dejado
atrás la segunda recesión desde que se inició
la crisis y que se ha vuelto tasas de crecimiento y
del empleo. El PIB en 2014 registró un aumento
medio del 1,4% -frente a la caída del -1,2% en
2013- y del 2,0% en el último trimestre. El aumento del empleo fue del 1,2% en la media del
año -frente a una caída del -2,8% en 2013- y del
2,5% en el cuatro trimestre. El desempleo se redujo en 478 mil personas (-8,1%) debido no solo
a la creación neta de empleo sino también a la
caída de la población activa. La tasa de paro se situó en el 23,7% a final del año y el número total
de personas desempleadas en 5,5 millones de personas. Una cifra que conviene tener presente a la
hora de valorar los buenos resultados agregados
de 2014 y que hace evidente la necesidad de situar
la creación de empleo como un objetivo central
de las distintas políticas económicas.
En este cambio de tendencia del ciclo económico abre el debate sobre la solidez o fragilidad
de la incipiente recuperación y de la mejora en la
capacidad de creación de empleo de la economía
española. No me parece relevante entrar en predicciones de coyuntura sobre todo si, como es mi
caso, no se tiene una bola de cristal con garantía
de resultados, pero sí apuntar algunos factores
externos e internos, coyunturales y estructurales,
que están influyendo en ella, partiendo de una
idea sabiamente acuñada: podemos estar saliendo
de la recesión pero no de la crisis.
Las políticas de austeridad como causa de
la recesión y la descohesión europea
Antes de entrar en el cuerpo central de estas reflexiones merece apuntar una evidencia de especial relevancia. Si se comparan las fases recientes
del ciclo económico en los Estados Unidos, la
Unión Europea y España se puede observar como
la primera no ha tenido una segunda recesión a
pesar de ser el origen de la crisis, o si se prefiere,
según la terminología en boga, en EE.UU. tuvo
forma de V mientras que en la UE (y en España)
fue de W. Esta comparación del perfil cíclico entre
ambas regiones confirma que el segundo periodo
recesivo fue autoinfligido por las políticas de austericidio que se aplicaron en Europa. Una dramática constatación que quizás explique el relativo
relajamiento reciente en la exigencia de políticas
de ajuste (como ha ocurrido con Francia, Italia o
S
i se comparan las fases recientes
del ciclo económico en los Estados
Unidos, la Unión Europea y España
se puede observar como la primera
no ha tenido una segunda recesión a pesar
de ser el origen de la crisis.
Bégica), la orientación expansiva de la política
monetaria del Banco Central Europeo o el anuncio
del Plan Juncker para el impulso de la inversión,
aunque con significativas dudas sobre su plasmación y efectos reales, rememorando el estéril y
evanescente Pacto por el Crecimiento y el Empleo
de junio de 2012.
También, se puede observar cómo esta segunda
recesión ha sido mucho más intensa en el caso de
España (al igual que en Grecia, Portugal, Italia,
entre otros) que en la media de los países de la
zona euro, señalando una creciente divergencia
entre los distintos países miembro relacionada
con los niveles de endeudamiento y, sobre todo,
con los efectos de las políticas de recortes del
gasto público y que puede poner en peligro el futuro de la propia construcción europea.
Los factores externos de la recuperación
Valorar la reciente recuperación de la actividad y
el empleo requiere tener en cuenta los factores ex-
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 12
Evolución del PIB (% s/año anterior)
Fuente: Eurostat
ternos positivos y negativos que han influido en
ella. Entre los factores externos positivos, la relativa
suavización de las políticas de ajuste antes comentada, el anuncio y posteriormente puesta en práctica de una política monetaria muy expansiva del
BCE que se ha traducido en un reducción de los tipos básicos de interés hasta situarlos próximos a
cero e incluso negativos, la reducción de la prima
de riesgo entre los países europeos y a la depreciación de euro frente al dólar. Todas estas medidas
han tenido un efecto muy positivo en la evolución
de la economía española, tanto en relación con los
pagos de su elevada deuda externa como en el comportamiento de sus exportaciones. Paralelamente,
el encarecimiento de la factura de importación de
hidrocarburos -nominados básicamente de dólares- por la depreciación del euro frente al dólar y
de la que es fuertemente dependiente la economía
española se ha visto más que compensada por la
caída del precio del petróleo que se ha reducido en
más de 50% en los últimos meses.
De estos factores positivos cabe concluir algunas
reflexiones para el futuro. La responsabilidad de
las políticas de austeridad en la segunda recesión
y los efectos de su cierta relajación en la incipiente
recuperación señalan claramente que el empleo
está estrechamente relacionado -pero no exclusi-
vamente- con las políticas que se adoptan en el
ámbito de la Unión Europea. A tener en cuenta,
porque a pesar de la relativa reorientación comentada no significa que se esté abandonando la
obsesión con las medidas de desregulación de los
mercados de trabajo, defendidas bajo el eufemismo de la flexibilidad, como subrayan las declaraciones de Draghi (BCE) o Juncker (Comisión
europea)1.
En relación con la reducción del precio del petróleo nada han tenido que ver las políticas adoptadas en Europa o en España y se debería evitar
considerarla como tendencia estable a medio plazo,
lo que debería llamar a profundizar en el compromiso por un modelo energético sostenible.
Pero, igualmente, es necesario tener en cuenta
la existencia de factores externos negativos que
pueden influir en el futuro corto y medio plazo y
que señalan un escenario de marcada incertidumbre en la recuperación. En el contexto económico
internacional, es necesario apuntar la ralentización de las economías de los países emergentes,
afectados por la reducción del precio del petróleo
en países exportadores como Brasil y otros países
latinoamericanos o Rusia, o los efectos negativos
del anuncio del aumento de los tipos de interés
en EEUU, y la política de ralentización del creci-
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 13
miento en China por motivos internos pero que
tiene un creciente peso en la evolución de la economía mundial. Factores de inestabilidad que se
pueden agravar teniendo en cuenta que se han
inyectado enormes volúmenes de liquidez en los
mercados de capitales -especialmente por EEUU
y más tardíamente por la UE- altamente volátiles
y sin apenas regulación a nivel internacional, y
cuya evolución es difícil de prever, entre otras cosas porque no existen antecedentes históricos de
un proceso de estas características. También, es
preciso tener en cuenta las graves consecuencias
que puede tener una inadecuada renegociación
de la deuda griega y de las que deberían ser conscientes gobiernos como el español.
Finalmente, el escenario geopolítico está marcado por conflictos que afectan directamente a
las economías europeas. Desde el conflicto en
Ucrania con Rusia a los conflictos en Oriente próximo y medio que dibujan el permanente conflicto
entre Israel y Palestina, el efímero fin de la primavera árabe con guerras en Libia o Siria, la aparición del Estado Islamista y su papel desestabilizador en un amplio territorio. Un escenario de
guerras y alianzas “líquidas” –parafraseando a
Zygmunt Bauman– y de incertidumbre.
Una recuperación basada en la devaluación salarial y la precariedad laboral
Como hemos analizado al principio de estas páginas, la recuperación de la economía española
se está manifestando con una mayor intensidad
que en otros países europeos como indican los
datos de coyuntura de crecimiento y empleo comentados, y las previsiones para 2015 y 20162.
Aunque una amplia mayoría de analistas subrayan la importancia de los factores externos antes
comentados es evidente que existen factores internos que influyen en este mejor comportamiento, entre otros el intenso proceso de saneamiento del sistema financiero -que resultó no ser
uno de los más sólidos del mundo- y que ha conllevado la desaparición de las Cajas de Ahorro y
está suponiendo un alto coste para la ciudadanía
española. Pero merece centrar este análisis en el
debate sobre la influencia de las reformas laborales de 2010 y 2012 en el aumento de la capacidad
de generar empleo en relación a la actividad económica (elasticidad o umbral de empleo/PIB).
Previamente es obligado hacer una anotación
sobre los análisis de coyuntura, que deberían considerar los efectos rebote o goma elástica. Cuanto
más intensa haya sido la recesión en un país, mayor será la tendencia a crecer en el corto plazo en
un cambio de tendencia (y viceversa) entre otras
razones porque se suelen basar en comparaciones
interanuales en series temporales.
Analizando factores más estructurales, si se con-
L
a recuperación de la economía
española se está manifestando
con una mayor intensidad que en
otros países europeos como
indican los datos de coyuntura de
crecimiento y empleo, y las previsiones
para 2015 y 2016.
firmara esta reducción del umbral de creación de
empleo de la economía española surge una nueva
pregunta. ¿Habrá promovido una tendencia estable en el largo plazo o simplemente habrá incrementado la tendencia a mayores fluctuaciones,
al alza y a la baja, del ciclo económico y de empleo? Pan para hoy y hambre para mañana.
No es un debate teórico, conviene recordar que
tiene sus raíces en la reforma del Estatuto de los
Trabajadores en 1984 llevada a cabo por el gobierno de Felipe González para fomentar la contratación temporal como vía para aumentar la capacidad de generación de empleo. El resultado
en el corto plazo se demostró cierto, el ratio empleo en relación al PIB aumentó en las etapas de
expansión, pero también la destrucción de empleo
mostró una mayor intensidad en etapas de estancamiento y recesión. En el largo plazo poco había
cambiado aunque sí la calidad del empleo, la temporalidad y la llamada “dualidad” se instauró en
el mercado de trabajo español para no irse (aunque dijeron que las medidas eran temporales). Y
conviene recordar la argumentación central de
aquella reforma: mejor tener un trabajo temporal
que estar en paro. Hoy la tasa de paro es de más
del 23% y la tasa de temporalidad del 24%. Y en
este debate no deberían caber maniobras de maquillaje, como las propuestas por los defensores
del contrato único con indemnización por despido
progresiva según su duración –por cierto, con
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 14
una indemnización menor que la actual- porque
solo estarían encubriendo estadísticamente la precariedad de muchos contratos laborales bajo una
atractiva denominación supuestamente igualitaria.
Algunos datos de coyuntura apuntan en este
sentido. El empleo aumentó en el cuarto trimestre
de 2014 (EPA) en un 2,5% en tasa interanual y el
empleo asalariado lo hizo en el 2,8%, pero mientras los contratos indefinidos lo hicieron en un
2% los temporales aumentaron en el 5,3%. Además, atendiendo a la jornada de los contratos, los
de jornada completa se incrementaron en un 2,7%
mientras que los de tiempo parcial (en su gran
mayoría no deseados) aumentaron un 3,1%.
La ocupación de las personas con estudios bajos
decreció un -5,3% mientras que la de estudios
intermedios aumentó en un 3,3% y la de estudios
altos un 4%. Datos que merece contrastar, aunque tengan metodologías diferentes, con la evolución de los afiliados a la Seguridad Social en
diciembre de 2014 sobre 2013 por grupos de cotización. El número de cotizantes aumentó un
2,8%, sobre todo en el grupo de mayores de 18
años no cualificados que creció un 5,9% seguido
del grupo de ingenieros y licenciados 3,1%. Una
tendencia que vuelve a incidir en los problemas
de subempleo y sobrecualificación que algunos
consideran relacionados con el excesivo número
de jóvenes con educación superior y otros con la
baja calidad, en términos de valor añadido y productividad de los puestos de trabajo que se crean.
Un debate con implicaciones sociales muy profundas
Paralelamente, la salida de personas en situación de desempleo a la ocupación se está concentrando de aquellas con periodos de paro más reducido, lo que lleva al aumento del desempleo de
larga duración que ha pasado del 58,4% de media
sobre el total de desempleados en 2013 al 61,8%
en 2104, apuntando al creciente riesgo de que se
convierta en estructural, al tiempo que se reduce
la cobertura de la prestación por desempleo.
La devaluación salarial, la productividad
y la innovación
Estas tendencias tienen su correlato en la significativa reducción de los salarios que se ha producido desde el inicio de la crisis. Según los datos
de la Estadística de salarios de la Agencia Tribu-
Evolución de empleo. Tasa de variación interanual (%)
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 15
taria el salario medio en 2013 ha sido el más bajo
de las últimas dos décadas, y mientras los perceptores de salarios (no confundir con el empleo
de la EPA) se han reducido el 13,5% desde 2007 a
2013, la masa salarial lo ha hecho en el 19,6% y
con un aumento significativo de la desigualdad
entre los salarios más altos y los más bajos. En
2014 esta tendencia parece haberse suavizado ligeramente con la creación de empleo, aunque los
costes laborales unitarios se redujeron un -0,4%,
igual porcentaje que en el año anterior.
Más allá del debate sobre el imprescindible papel de los salarios en la recuperación de la demanda interna merece apuntar dos temas de especial interés. Por una parte, la reducción de la
tasa de cobertura de la negociación colectiva
apuntada por la mayoría de los analistas3 -aunque
la ruptura de la serie estadística impide una comparación sólida- posiblemente se esté produciendo en los ámbitos de negociación en los que
los trabajadores tienen un menor poder de negociación. Un efecto de la reforma laboral que puede
tener una incidencia importante en la evolución
futura del reparto de la renta en un contexto de
recuperación y que, más allá de las negociaciones
de las tarifas salariales, impulsaría una creciente
desigualdad de carácter estructural.
Paralelamente, la mejora en el crecimiento económico parece estar asociada a un cierto estancamiento de la productividad aparente del factor
trabajo, que supondría un significativo cambio
respecto a los intensos aumentos pasivos de la
productividad en los años de la crisis –debidos a
la destrucción de empleo- y que supondría volver
a un modelo laboral en el que la competitividad
de las empresas se basarían en bajos salarios e
inestabilidad en el empleo. Un modelo que han
apoyado las recientes reformas laborales que tienden a reproducir una de las mayores debilidades
estructurales de la economía española, la escasa
capacidad de innovación y la elevada dependencia
tecnológica del exterior, dificultado el fomento de
actividades con un mayor valor añadido y la inserción en las cadenas de valor con mayor contenido tecnológico. La estrategia de competir vía
precios frente a la competencia vía innovación es
un factor explicativo fundamental de la escasa capacidad de generación de empleo que ha caracte-
rizado la historia de la economía española y a la
baja calidad del empleo.
La capacidad de generar empleo de una economía depende, entre otros factores, de la conformación de su estructura y especialización productiva, de las características de sus mercados de
producto –mayor o menor competencia- de su
L
a salida de personas en situación
de desempleo a la ocupación se
está concentrando de aquellas con
periodos de paro más reducido, lo
que lleva al aumento del desempleo de
larga duración que ha pasado del 58,4% de
media sobre el total de desempleados en
2013 al 61,8% en 2104.
estructura empresarial, de los procesos de inversión y de su capacidad de innovación. Las reformas laborales no crean ni destruyen empleo en
el largo plazo, solo lo transforman, y las realizadas en la crisis parecen apuntalar una recuperación en precario. El tiempo dirá, aunque convendría impedirlo. 3
NOTAS:
1
Unemployment in the euro area. Speech by Mario
Draghi, President of the ECB, Annual central bank
symposium in Jackson Hole, 22 August 2014.
Disponible en:
https://www.ecb.europa.eu/press/key/date/2014/h
tml/sp140822.en.html; Jean-Claude Juncker in
close cooperation with Donald Tusk, Jeroen Dijsselbloem and Mario Draghi (2015): Preparing for
Next Steps on Better Economic Governance in the
Euro Area Analytical Note. Informal European
Council, 12, February. Disponible en: http://ec.europa.eu/priorities/docs/analytical_note_en.pdf
2
Ver entre otros los informes de coyuntura del Banco
de España, Funcas, La Caixa o BBVA.
3
Ver CRUZ VILLALON, J. y otros autores (2014): La
incidencia de la reforma laboral de 2012 sobre la
estructura de la negociación colectiva. CCNCC. Disponible en: http://www.empleo.gob.es/es/sec_trabajo/ccncc/descargas/Estudio_CCNCC_Estructura_NC_Cruz_Villalon_Dic2014.pdf
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 16
Repensar el trabajo,
renovar el sindicalismo
Alessandro Gentile | Departamento de Psicología y Sociología. Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo.
Universidad de Zaragoza.
Hacia un nuevo pacto
para los ciudadanos precarios
“Sólo cuando los miembros de la sociedad viven los cambios estructurales
como problemáticos para su subsistencia y sienten amenazada su propia identidad social,
solamente entonces se puede hablar de crisis”
(Jurgen Habermas, Legitimation Crisis, 1975)
L
a evolución del capitalismo en las sociedades
modernas hasta la actualidad ha sido marcada por la contraposición entre economía
y sociedad. En su ensayo más conocido, The Great
Transformation (1944), Karl Polanyi explica que
el mercado tiende siempre a expandirse mediante
efectos destructivos sobre la sociedad, mientras
que ésta activa unos mecanismos de protección
para controlar tal expansión. La ciudadanía es
uno de los mecanismos que la sociedad implementa para mitigar las desigualdades generadas
por el mercado.
Según Thomas Marshall, citando su texto célebre Citizenship and Social Class (1949), la ciudadanía es un concepto no económico porque define
la posición de una persona con independencia del
valor relativo de su contribución al proceso mercantil. Los individuos tienen reconocidas su plena
pertenencia a una comunidad en la medida en
que dispongan de iguales derechos y deberes, libertades y restricciones, responsabilidades y poderes. A los fines analíticos, la ciudadanía comprende tres tipos de derechos: 1) los derechos
civiles, referidos a las libertades individuales, a la
libertad de palabra y de conciencia, y a la garantía
de recibir un trato igualitario ante la ley; 2) los
derechos políticos, que suponen la posibilidad de
participar en el ejercicio del poder público como
integrante de una comunidad y titular legítimo
de la autoridad que de ésta emana; 3) los derechos
sociales, que favorecen la consecución de unos
estándares vitales básicos conforme a las condiciones prevalecientes en la sociedad. Alrededor
de este concepto se estructuran las democracias
occidentales y sus intentos para preservar la co-
hesión social equilibrando la relación entre economía y sociedad.
Desde el segundo posguerra mundial hasta la
primera mitad de los años setenta del siglo pasado
el modelo de referencia para la integración social
ha sido el pleno empleo asalariado de tipo industrial. Este modelo era el resultado del pacto de
solidaridad consensuado entre los actores sociales
(sindicatos) y los actores económicos (empresas
y patronal) después del conflicto bélico para re-
L
os individuos tienen reconocidas
su plena pertenencia a una
comunidad en la medida en que
dispongan de iguales derechos y
deberes, libertades y restricciones,
responsabilidades y poderes.
solver las tensiones ideológicas y los enfrentamientos clasistas que habían alimentado el odio
fratricida y alterado las pautas de acumulación
capitalista.
El compromiso institucional que se logró en
aquel momento se mantuvo durante tres décadas.
Los empresarios reafirmaron la subordinación
formal del trabajador, tutelaron la propiedad exclusiva de los medios de producción y se aseguraron el crecimiento económico como objetivo
prioritario e inalterable. Los representantes de
los trabajadores negociaron con los empresarios
unos mecanismos colectivos a través de los cuales
poder redistribuir los recursos económicos que,
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 17
funcionando como salarios indirectos, aumentaban su seguridad y su bienestar. El aumento de
los salarios se ajusta al incremento de la productividad, según un círculo virtuoso de beneficios
recíprocos entre empleados y empleadores. Se fomentaba la estabilización laboral (empleo vitalicio
y a tiempo completo) y el desarrollo profesional
de los trabajadores en unas mismas empresas,
reforzando su integración y su identidad colectiva.
El Estado de Bienestar se construyó como sistema de garantía ciudadana para la inclusión social y la redistribución de la riqueza: las ventajas
del mercado se conciliaban con una mejora del
nivel de vida de los trabajadores, mientras que el
Estado era garante imparcial de los acuerdos pactados.
A partir de la década de los setenta, el modelo
fordista y los sistemas de bienestar keynesianos
han empezado a ser reemplazados por unas configuraciones socio-económicas inéditas que propiciaron nuevas formas de trabajar, de producir,
de consumir y de vivir. La metamorfosis del capitalismo ha sido paradigmática: se ha pasado de
una economía industrial a otra de tipo post-industrial, centrada en los procesos de terciarización, globalización y tecnologización.
En este contexto de complejidad y de competencia crecientes, las empresas para rentabilizar
sus negocios han empezado a transferir del ámbito
A
partir de la década de los setenta,
el modelo fordista y los sistemas
de bienestar keynesianos han
empezado a ser reemplazados
por unas configuraciones socioeconómicas inéditas que propiciaron
nuevas formas de trabajar, de producir, de
consumir y de vivir.
económico al ámbito societario los riesgos que
ellas mismas asumían en el mercado. Esta estrategia les ha permitido ser competitivos en el mercado pero ha alterado, una vez más, los equilibrios
entre economía y sociedad: los beneficios empresariales han continuado siendo privados, mientras
que las externalidades negativas de las dinámicas
productivas, comerciales y financieras se han colectivizado.
El individualismo, el utilitarismo y el beneficio
privado –principios rectores de la lógica mercantil– han hecho brecha en el sistema de bienestar
minando el concepto de ciudadanía que fundamentaba la integración en la sociedad asalariada,
cuestionando su sostenibilidad y razón de ser. Las
empresas y los capitalistas denunciaron que las
medidas de garantía social gastaban demasiados
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 18
recursos, hacían estallar el déficit nacional y paralizaban la iniciativa emprendedora, que no podía
desarrollarse libremente por el excesivo proteccionismo del trabajo. El llamamiento a un “Estado
mínimo” y a la desregulación de las relaciones laborales se ha impuesto como una nueva ortodoxia.
En los últimos treinta años este planteamiento
se ha consolidado en toda Europa.
Hoy en día la liberalización de las relaciones laborales exige una adaptabilidad completa de la
mano de obra a las fluctuaciones de las demandas
del mercado. De manera cada vez más habitual
las empresas mantienen un grupo reducido de
trabajadores estables (core business) para planificar y controlar el proceso productivo, contratando a unidades complementarias (peripheral
workers) que prestan sus servicios de forma transitoria. La organización flexible de la mano de
obra es la herramienta más importante para que
las empresas puedan ser eficaces y eficientes, a
costa de reducir sus plantillas, rebajar los costes
laborales unitarios y disminuir la seguridad del
empleo. El coste de los ajustes del factor trabajo
recae sobre los empleados, en forma de desprotección (salida del sistema de tutelas anexas al
empleo) y de ingresos perdidos (o a cargo del sector público asistencial y de las políticas pasivas).
En virtud de tales estrategias de reestructuración, se acentúa la segmentación de la clase trabajadora y la fragmentación de los itinerarios laborales, con el aumento de nuevas desigualdades:
a la tradicional división entre empleados y desempleados se añade la división entre trabajadores
fijos (insiders, a tiempo indefinido y de plantilla)
y trabajadores temporales (outsiders, a tiempo
determinado y flexibles), con acceso a derechos,
niveles de retribuciones y posibilidades de carrera
que se ubican en dos polos contrapuestos. Las reformas laborales que aumentan la flexibilidad tienen dos consecuencias: reducen progresivamente
el número de parados provocados por el cambio
de modelo productivo y por la creciente participación al mercado de trabajo de nuevos colectivos
(jóvenes, mujeres e inmigrantes) y fomenta la
oferta de empleos de corta duración y menos tutelados. Asistimos entonces a una reducción notable del número de los insiders, a la vez que crecen las diferencias de los trabajadores ante la ley.
Con la flexibilización tienden a eliminarse los
costes de antigüedad y otros beneficios que tienen
los trabajadores fijos como, por ejemplo, las pagas
extraordinarias, las recompensas extra-salariales,
la movilidad ascendente dentro de una misma
empresa o el mayor grado de protección frente a
situaciones de infortunio (enfermedad y desempleo). Además, en las modalidades flexibles de
empleo no se prevé ningún compromiso reciproco
entre empleador y empleado para estabilizar la
contratación. Con el impulso dado al paradigma
de la activación desde las instituciones de gobierno (a nivel local, nacional y europeo) en los
C
on la flexibilización tienden a
eliminarse los costes de
antigüedad y otros beneficios que
tienen los trabajadores fijos
como, por ejemplo, las pagas
extraordinarias, las recompensas extrasalariales, la movilidad ascendente dentro
de una misma empresa o el mayor grado
de protección frente a situaciones de
infortunio (enfermedad y desempleo).
últimos años se insiste reiteradamente a los trabajadores que sean más responsables de su permanencia en el mercado laboral, en la condición
de ocupados o como recursos empleables. La competitividad de la empresa llega a permear a la sociedad en su conjunto, siendo la preocupación
prioritaria de todos los trabajadores y volviéndose
de vital importancia para los outsiders que quieran permanecer en el sistema social y productivo.
La ofensiva del mercado se intensifica sobre
todo durante los ciclos económicos negativos. Esta
circunstancia, aparentemente paradójica, tiene
sentido si observamos los cambios acontecidos
en las relaciones de poder entre economía y sociedad en la primera mitad de los años noventa y
desde el comienzo de la crisis de 2008: cuanto
más discrecional se vuelve la gestión de los recursos humanos, tanto más sistémica se hace la
incertidumbre y se sacrifican las tutelas (sociales,
contractuales y salariales) que los trabajadores
habían conquistado en la fase alcista de negociación. El mercado aprovecha la crisis para ahondar
en la precarización del empleo. Una vez acabadas
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 19
las coyunturas de inestabilidad, los cambios legislativos y estructurales implementados para aumentar la flexibilidad se vuelven permanentes.
En este escenario, desde las ciencias sociales y
el lenguaje común se asimila la flexibilidad laboral
a la precariedad para describir el malestar de quienes desempeñan trabajos de baja consistencia en
términos de continuidad temporal, salario, promoción profesional, satisfacción personal y protección social. La precariedad atañe también a las
condiciones de vida de los trabajadores y a su posibilidad de ejercer plenamente sus derechos de
ciudadanía: el empleo ya no es garantía de bienestar e integración social, la dispersión salarial
aumenta la polarización social (ricos más ricos y
pobres más pobres) y se reanudan con fuerza las
tensiones sociales referidas a la desigualdad y a
los riesgos de exclusión que el Estado de Bienestar
había logrado controlar.
En el 2000 el politólogo Luis Moreno denominaba como “ciudadanos precarios” aquella masa
heterogénea de individuos que quedaba expuesta
a los riesgos de marginación social en la Europa
del inicio del tercer milenio por efecto de la inestabilidad del mercado globalizado. Después de
quince años, los ciudadanos precarios siguen pagando el coste humano y social más alto de esta
inestabilidad, pero conforman un colectivo más
plural y más amplio.
En la actualidad los ciudadanos precarios tienen
sobre todo rostros de jóvenes que se acercan por
primera vez al mercado de trabajo, de mujeres
que reivindican su participación laboral formal,
de inmigrantes que demandan empleo para mejorar las condiciones de vida que tenían en sus
países de origen, y también de adultos con bajas
cualificaciones que necesitan una formación mayor y continuada durante su vida activa para evitar
el paro de larga duración.
A pesar de su diversidad, los integrantes de estos colectivos comparten el malestar por el itinerario laboral que dibujan: entran y salen con frecuencia de la situación de ocupados, con fases
prolongadas de paro discontinuo y no voluntario;
disponen de rentas salariales bajas e intermitentes
que les limita las capacidades de gasto, consumo
y ahorro; no consiguen controlar sus condiciones
de empleo, sobre todo por lo que concierne a sus
horarios laborales, ya que disponen de escasas
posibilidades para conciliar la vida laboral con la
E
n la actualidad los ciudadanos
precarios tienen sobre todo
rostros de jóvenes que se acercan
por primera vez al mercado de
trabajo, de mujeres que reivindican su
participación laboral formal, de
inmigrantes que demandan empleo para
mejorar las condiciones de vida que tenían
en sus países de origen, y también de
adultos con bajas cualificaciones.
vida familiar y están constantemente abocados a
la búsqueda de nuevas ocasiones de trabajo; a
menudo les resulta imposible desarrollar una carrera ordenada y acorde con la propia titulación
formativa, hasta el punto de no poder definir ni
mantener una identidad profesional fuerte y univoca; les resulta muy complicado acumular prestaciones de protección social dentro de los esquemas públicos de seguros y con frecuencia
necesitan ayudas asistenciales, por vía formal o
informal (familias y redes de apoyo). Todo ello
redunda en un debilitamiento de su bienestar y
de la sostenibilidad de sus trayectorias de emancipación, autonomía e independencia.
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 20
La vivencia prolongada de la precariedad deja
“cicatrices” notables que van marcando la biografía de estos ciudadanos, afectando negativamente
no solo su renta, su disponibilidad patrimonial y
sus derechos sociales, sino también su bienestar
emocional. Para ellos es inevitable lidiar con la
incertidumbre y la inseguridad, habiendo incorporado la flexibilidad en su personalidad y estilo
de vida, y esto les provoca desilusión, desánimo y
un estrés continuo, tal como vaticinaba el sociólogo Richard Sennett a finales de los años noventa.
En España, la gran mayoría de jóvenes, mujeres
e inmigrantes conviven con la precariedad a diario. Se trata de categorías sociales que han empezado a participar en el mundo del trabajo con mayor intensidad justo cuando la ofensiva del
mercado se hacía más dura: cada unos con su especificidad ha buscado (y sigue buscando) en el
empleo las credenciales para formar parte de la
sociedad asalariada en el momento en que el empleo mismo y el entorno institucional que la definía, ya no son los de antes.
Sus trabajos han sido condicionados por una
lógica mercantil que no resolvía sus peticiones de
integración socio-laboral, sino más bien aprovechaba su vulnerabilidad social de partida para
amortiguar los riesgos sistémicos de la economía.
El discurso sobre la inexperiencia y la falta de
preparación de los jóvenes, el sexismo conservador contra las mujeres, y las discriminaciones raciales o por el origen extranjero constituyen la
cartera de prejuicios que la sociedad asalariada
no ha logrado resolver y que el capitalismo liberal
ha utilizado para introducir la flexibilidad y sacar
beneficios de ella, despreocupándose de los posibles efectos colaterales de la precariedad. De hecho, la expansión de esta lacra se ha manifestado
con el empeoramiento de las condiciones de vida
de estos colectivos, que han sido los primeros destinatarios de las fórmulas flexibles de empleo. La
desregulación de las relaciones laborales ha favorecido su inserción en el mercado de trabajo,
pero no ha mejorado su estatus de ciudadanos de
plenos derechos.
La flexibilidad se ha ensayado con los jóvenes,
las mujeres y los inmigrantes para luego extender
la lógica mercantil a la gestión de todos los trabajadores, tal como está ocurriendo desde el 2008.
El mercado, en su nueva versión de capitalismo
financiero, entendía satisfacer sus aspiraciones
de crecimiento y al mismo tiempo romper la unidad en la clase trabajadora. Ambos objetivos se
están logrando hoy en día: por un lado, el nivel
de los salarios ha dejado de vincularse proporcionalmente a la productividad, de manera que
la renta de capital está ganando posiciones sobre
L
a flexibilidad se ha ensayado con
los jóvenes, las mujeres y los
inmigrantes para luego extender
la lógica mercantil a la gestión de
todos los trabajadores, tal como está
ocurriendo desde el 2008.
la renta de trabajo; por el otro, los sindicatos tienen dificultad en representar a los precarios porque no saben plantear una contro-ofensiva frente
al mercado a partir de los derechos de ciudadanía.
Para ello, es prioritario eliminar las diferencias
tanto entre los trabajadores (rompiendo la dualidad laboral) como entre los ciudadanos (depurándonos de los prejuicios sociales). Esto supone
una apuesta decisiva por el respeto de los derechos
civiles, políticos y sociales que están desvinculados
de la condición laboral de un individuo. Entender
este punto es crucial para construir una alternativa más allá del interés meramente económico.
La negociación colectiva será efectiva si perseguirá esta línea estratégica de cara a una convivencia más justa para todos, en igualdad de condiciones y oportunidades. Solamente así se podrá
reequilibrar la contraposición entre sociedad y
economía, tal como se consiguió en la historia reciente. En caso contrario, las desigualdades fomentadas por la lógica mercantil en el seno de la
sociedad acabarán hundiendo la sociedad misma,
o como mínimo la privarán de cualquier fundamento democrático. 3
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 21
Repensar el trabajo,
renovar el sindicalismo
Francisco Trillo | Profesor Contratado Doctor. Facultad de Derecho y CC Sociales. Universidad Castilla La Mancha
Representar a los trabajadores exige redefinir
las relaciones entre trabajo y ciudadanía1
L
a representación de los intereses generales
de las trabajadoras y los trabajadores ha tenido lugar, durante el período de relaciones
laborales democráticas, a través exclusivamente
de la acción del sindicalismo. La representación
política de los trabajadores ha resultado infrecuente, y en tantas ocasiones contraria a los trabajadores. Ello no ha evitado, sin embargo, una
fuerte intervencionismo del poder público en el
ámbito de las relaciones laborales desarrollada
en torno a la idea-fuerza de que la riqueza de
unos pocos beneficia a todos (Bauman, 2014). O
lo que es lo mismo, se ha asistido a una representación política en la que la dialéctica entre capital
y trabajo se ha pretendido resolver a través de
una preponderancia social y económica del empresario –y de la empresa- como pieza clave del
bienestar social. El efecto más destacable de esta
intervención ha consistido en la invisibilización
de los principales rasgos que caracterizan el trabajo por cuenta ajena: asimetría de poder,
desigualdad y conflicto permanente de intereses
entre empresarios y trabajadores. Esta particular
representación política del trabajo ha promovido
una revolución cultural (neoliberal) consistente,
por un lado, en la intangibilidad del empresario
y, por otro, en la aceptación, a modo de mal menor, de la degradación del trabajo.
Esta labor re-educativa desarrollada en comunión entre poder público y poder privado ha sido
completada a través de una ampliación del contenido de la libertad de empresa y de los poderes
empresariales más allá de lo constitucionalmente
tolerable. Lo cual ha horadado las bases constitucionales del trabajo y con ello la función, el significado y la relevancia social del sujeto colectivo
de representación de los intereses generales de
los trabajadores (Baylos, 2013). De este modo, la
tutela de los trabajadores ha sido empotrada artificialmente hacia un proceso de dislocación
desde lo colectivo hacia lo individual, donde la
voluntad de las partes de la relación laboral como
ámbito ideal de regulación se ha visto fagocitada
por la decisión unilateral del empresario.
El contexto actual de crisis no ha supuesto un
cambio radical en los procesos descritos hasta
aquí, sino más bien un acelerador e intensificador
de los mismos. Pese a ello, las constantes dificultades y falta de reconocimiento con las que se ha
topado la acción sindical desde la irrupción de la
crisis ha producido como efecto más inmediato y
peligroso un cierto abatimiento del sindicalismo
E
sta labor re-educativa
desarrollada en comunión entre
poder público y poder privado ha
sido completada a través de una
ampliación del contenido de la libertad de
empresa y de los poderes empresariales
más allá de lo constitucionalmente
tolerable.
confederal, que en algunas ocasiones se ha traducido en análisis de coyuntura que se agotan en
señalar los factores exógenos que han intervenido
en la pérdida de protagonismo del sindicalismo
confederal en la tutela de los trabajadores. En paralelo a estos análisis, sin embargo, existen declaraciones sindicales que entienden que de no
producirse una verdadera regeneración del sindicalismo confederal éste podría asistir a su desaparición (http://www.ccoo.es/comunes/recursos/1/pub89304_Gaceta_Sindical_%28Edicion_
especial_n_137%29__Toxo_presenta_el_10_Co
ngreso_de_CCOO.pdf). Compartiendo esta visión, trataremos de ofrecer algunas claves para
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 22
un análisis que pueda acompañar tan importante
tarea de transformación.
En este trabajo se hará referencia a tres procesos
concretos en los que precisamente el poder público ha intervenido alterando sustancialmente
las bases sobre las que clásicamente se asentaba
la acción de representación de los trabajadores y
a los que posteriormente la acción sindical no ha
sabido –o podido- reaccionar con cierto éxito: a)
el de fragmentación y aislamiento progresivo de
los trabajadores; b) el de descomposición del lugar
de trabajo como espacio de referencia de la representación y c) aquel relativo a los instrumentos
de acción colectiva.
Fragmentación y aislamiento del trabajador
En primer lugar cabe hacer referencia a aquel
proceso por el cual el trabajador se ha visto progresivamente aislado desde el punto de vista de
la posibilidad de socializar tanto sus derechos laborales como sus reivindicaciones dentro y fuera
del trabajo, asistiendo como consecuencia de ello
a lo que se ha denominado la descolectivización
del trabajador (Castillo et alii, 2013). Ha sido
éste un proceso que ha tenido su origen y desarrollo en la preocupación creciente por la vertiente económica/economicista del trabajo: el empleo. Las dificultades de alcanzar una sociedad
del pleno empleo derivadas estrictamente del modelo de crecimiento económico han sido desde
siempre respondidas bajo un artificial antagonismo entre condiciones de trabajo y de vida de
los trabajadores y creación de empleo. O lo que
es lo mismo, la preocupación por la creación de
empleo ha sido deslocalizada progresivamente
del modelo productivo hacia los confines de la regulación del trabajo para hacer del Derecho del
Trabajo una suerte de laboratorio desde el que
experimentar espuriamente con las condiciones
de trabajo y de vida de los trabajadores bajo el
pretexto de la creación de empleo que, por lo demás, ha comportado una inusitada capacidad empresarial de disposición unilateral de la “fuerza
de trabajo” (Aparicio, 2011).
El modo en que se ha operado tal proceso ha
tenido que ver con la creencia, jamás demostrada,
de que la categorización de trabajadores en torno
a estatutos jurídicos degradados consentiría la inserción en el empleo de determinados colectivos
L
as dificultades de alcanzar una
sociedad del pleno empleo
derivadas estrictamente del
modelo de crecimiento económico
han sido desde siempre respondidas bajo
un artificial antagonismo entre condiciones
de trabajo y de vida de los trabajadores y
creación de empleo.
previamente seleccionados a los que se ha asignado una dificultad extraordinaria de acceso al
empleo: jóvenes, mujeres, migrantes... El resultado final, acelerado e intensificado por la actuación de la actual crisis, ha arrojado la consolidación de un fenómeno por el cual los trabajadores
no escapan de la pobreza incluso estando en posesión de uno o más empleos (trabajadores pobres), alterando de esta forma aquella premisa
que advertía que “quien no trabajo no tiene, pero
ante todo no es” (Romagnoli, 2000).
La renovación del sindicalismo confederal, a
este respecto, parecería estar necesitada entonces
de una mirada más atenta que rechace de forma
contundente la estratificación ad infinitum de los
trabajadores como vía de acceso al empleo, tratando de ofrecer una alternativa que unifique las
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 23
“diferentes categorías de trabajadores” en torno
a un estatuto que tome en consideración tanto
las transiciones del empleo al desempleo como
las diferentes formas jurídicas en las que el trabajador se puede encontrar como consecuencia
de la calificación otorgada por el empresario a la
relación de trabajo (trabajo subordinado o trabajo
autónomo, con especial atención al trabajo autónomo dependiente económicamente).
En última instancia, se trataría de identificar
un elenco de derechos y deberes, a modo de suelo
mínimo (D´Antona, 1995), atribuibles a los trabajadores que no tome como referencia situaciones tan coyunturales y vacías de significado como
el carácter temporal o indefinido de la relación
obligatoria, sino más bien la posesión de saberes,
competencias y habilidades de los trabajadores
en relación con necesidades productivas co-determinadas entre asociaciones empresariales y
organizaciones sindicales (López Bulla, 2014).
Descomposición del lugar de trabajo como
espacio de referencia de la representación
de los trabajadores
Otro de los retos que enfrenta el sindicalismo confederal tiene que ver con la determinación del espacio en el cual trabar y desarrollar la acción colectiva. Diversos factores han de ser tomados en
consideración de cara a afrontar esta difícil tarea,
aunque por motivos obvios solo se hará referencia
a aquellos que entendemos más relevantes.
El primero de ellos tiene que ver con la atomización de los lugares de trabajo como consecuencia de una transformación radical del proceso material de producción. La empresa no se concibe
más como un espacio de reunión de trabajadores
con diferentes saberes que de forma conjunta y
contemporánea prestan trabajo con el fin de producir un determinado bien o servicio, sino que
dicha producción aparece realizada a través de
diversas relaciones mercantiles entre empresas
en distintos tiempos y localizaciones. Esta situación, en ocasiones, se encuentra acompañada de
una ulterior distinción entre trabajadores según
una supuesta relevancia de éstos en el seno del
concreto proceso de producción: core y periferia.
Lo cual provoca una acción colectiva fragmentaria
que deriva en la determinación de estrategias colectivas contrarias a los propios intereses del conjunto de trabajadores que participan en un mismo
proceso productivo. Cabe llamar la atención, pues,
sobre dos aspectos relevantes para la determinación del lugar sobre el que desplegar la acción colectiva de representación. Uno, la necesaria labor
del sindicalismo de socializar y conectar a los trabajadores que participan en la producción de un
mismo bien o servicio, pese a su adscripción contractual a una u otra empresa. Dos, el re-pensamiento de la forma en la que sindicalismo confederal ha tendido a articularse en federaciones en
relación con una “neta” división entre sectores
económicos y productivos.
El otro factor que se quiere poner de manifiesto
en este momento guarda relación con la representación de los intereses de los trabajadores en
L
a empresa no se concibe más
como un espacio de reunión de
trabajadores con diferentes
saberes que de forma conjunta y
contemporánea prestan trabajo con el fin
de producir un determinado bien o
servicio, sino que dicha producción
aparece realizada a través de diversas
relaciones mercantiles entre empresas en
distintos tiempos y localizaciones.
un contexto de desempleo masivo, donde en ocasiones se suele producir una renuncia tácita a la
representación de los trabajadores sin empleo. Y
ello, pese a que los intereses en juego de unos y
otros trabajadores parecen converger en términos
de acceso a una ciudadanía lo más plena posible.
Esta situación de convergencia en las aspiraciones
finales de los trabajadores desborda la distinción
de éstos en torno al empleo, llevando ineluctablemente al sindicalismo confederal a compartir
espacios de acción colectiva con otros sujetos, movimientos sociales, vecinales, etc. Esta relación
entre el sindicalismo confederal y movimientos
sociales presenta como virtud poner constantemente en relación condiciones de trabajo y de
vida, sin que las primeras puedan escapar de su
única finalidad, la mejora de las segundas. A este
respecto cabe llamar la atención sobre el trabajo
realizado en el área pública a través de la denominada Cumbre Social que, en última instancia,
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 24
además de implicar una alianza estratégica entre
organizaciones de diferentes proveniencias, ha
sacado a la acción sindical, en el ámbito del sector
público, de una práctica bastante cuestionable a
caballo entre la promoción de mini-corporativismos y la función de las organizaciones sindicales
como meras empresas de servicios en relación
con aquellos intereses laborales de carácter estrictamente patrimonial (promoción, estabilización, mejoras salariales, etc).
Principios e instrumentos de la acción colectiva
Con carácter previo al análisis de los instrumentos
de acción colectiva cabe interrogarse, si quiera
brevemente, sobre los principios que pudieran
servir de criterios para la “correcta” determinación
de aquéllos. O lo que es lo mismo, debemos indagar sobre las relaciones entre representantes y representados en un contexto donde las formas clásicas o tradicionales de representación están
siendo repudiadas de forma generalizada por la
ciudadanía.
En el ámbito sindical, dichas relaciones entre
representantes y representados se han llenado de
contenido a través fundamentalmente de la adhesión del afiliado al proyecto sindical resultante
de los diferentes procesos congresuales. Pero también, dichas relaciones entre representantes y representados se ven reforzadas periódicamente por
la participación de los afiliados en las convocatorias realizadas por las propias organizaciones sindicales ante determinadas situaciones de conflicto. Dicho “modelo” de representación ha
comportado una selección de los representados
entre aquellos trabajadores afiliados. Esto es, las
relaciones entre representantes y representados
se ha ido enredando sobre el tronco de los afiliados no dando entrada en ocasiones estratégicas
al resto de trabajadores.
Más allá de la valoración que nos pueda merecer
dicha actitud, cargada de tantos matices que desbordaría la extensión de este trabajo, conviene
señalar cómo dichas dinámicas de representación
han experimentado un cambio cualitativo tendente a la ampliación del campo subjetivo de la
representación sindical, abriendo espacios a trabajadores no afiliados pero simpatizantes de una
u otra opción sindical. Además, los momentos de
participación se han visto incrementados alcan-
D
ebemos indagar sobre las
relaciones entre representantes y
representados en un contexto
donde las formas clásicas o
tradicionales de representación están
siendo repudiadas de forma generalizada
por la ciudadanía.
zando materias cuya decisión quedaba normalmente reservada exclusivamente a los trabajadores afiliados. No obstante este aperturismo, sigue
existiendo una reivindicación para mejorar un supuesto carácter opaco y poco participativo de las
organizaciones sindicales. Sin duda, en este sentido, sería necesaria la introducción de canales
de participación que vayan más allá de los propios
órganos de representación, máxime cuando la
participación se refiera a materias que trasciendan
los conflictos concretos de los lugares de trabajo.
En el ámbito de los instrumentos de acción colectiva, negociación colectiva y huelga, hay muchas materias que investigar y poner en relación,
pero no todas se encuentran al alcance del sindicalismo.
En lo que a la negociación colectiva se refiere
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 25
existe desde hace tiempo una necesidad de avanzar cualitativamente en los contenidos de la
misma, descartando aquellas tratativas que se basan exclusivamente en la media hora de reducción
del tiempo de trabajo o en la cantidad de salario
incrementado, que en la situación actual, por lo
demás, consiste en explicar a los trabajadores que
no se ha incrementado tanto el tiempo de trabajo
o no se ha perdido tanto salario como cabría es-
L
a negociación colectiva debe
convertirse en un auténtico
instrumento de determinación de
las necesidades de la organización
de la producción en relación con los fines
que se persiguen
perar de las posiciones iniciales de las que partió
la negociación. En este sentido, la negociación colectiva debe convertirse en un auténtico instrumento de determinación de las necesidades de la
organización de la producción en relación con los
fines que se persiguen. Esto obligaría a cambiar
la forma y aproximación del trabajo sindical en
la empresa, exigiendo una alta participación de
los trabajadores en la elaboración de las propuestas sindicales, haciendo desechar aquella idea de
una labor sindical que tiene como función la de
amortiguar los efectos perjudiciales de las posiciones empresariales. En este sentido, el trabajo
sindical realizado en el sector público, enseñanza
y sanidad, resultan bastante esperanzadores porque han conseguido poner en el centro del debate
los objetivos que se persiguen con las reivindicaciones y los medios que se necesitan para ello, incluidas por supuesto las condiciones de trabajo y
empleo.
En lo que a la huelga atañe, ésta debería entenderse como la forma en la se proporciona visibilización al conflicto. Analizada desde este prisma,
el contenido de la huelga podría –y debería- en-
riquecerse con formas diversas distintas de la abstención al trabajo. Ello no quiere decir que la abstención al trabajo como ejercicio del derecho de
huelga deba desecharse, ya que seguramente en
determinadas actividades continuará siendo más
impactante no trabajar que cualquier otra forma
de expresión del conflicto. Sin embargo, en otras
actividades, como la del que suscribe estas líneas,
no ir a trabajar pasa completamente desapercibido. En este sentido, propuestas que den forma
a la huelga, como en el ámbito universitario lo
han sido la impartición de clases en la calle, deberían ser saludadas con alegría sin caer en una
defensa numantina de las formas clásicas del conflicto. 3
NOTAS
1
El título de este trabajo toma inspiración en la obra
de U. ROMAGNOLI, “Redefinir las relaciones entre
trabajo y ciudadanía: el pensamiento de Massimo
D`Antona”, RDS, nº 9 (2000).
BIBLIOGRAFíA:
— Aparicio Tovar, J., “Continuidad de una política de
empleo flexibilizadora en la reforma laboral de 2010”,
en (Baylos Grau, Coordinador), Garantías de empleo
y derechos laborales en la Ley 35/2010 de Reforma
Laboral. Bomarzo, Albacete, 2011.
— Bauman, Z., ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? Paidós Estado y Sociedad, 1ª edición,
Barcelona, 2014.
— Baylos Grau, A., “La desconstitucioanlización del
trabajo en la reforma laboral de 2012”. Revista de
Derecho Social, nº 61 (2013), pp. 19-42.
— D`Antona M., “Limiti costituzionali alla disponibilità del tipo contrattuale nel diritto del lavoro”. Argomenti di diritto del lavoro, 1995, pp. 68 ss.
— López Bulla, J. L., “La parábola del sindicato”, en
Metiendo bulla (http://lopezbulla.blogspot.com.es/),
consultado el 5 de marzo de 2015.
— Romagnoli, U., “Redefinir las relaciones entre trabajo y ciudadanía”. Revista de Derecho Social, nº 9
(2000), pp. 9-22.
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 26
Repensar el trabajo,
renovar el sindicalismo
Ramón Alós | Universidad Autónoma de Barcelona
Algunos apuntes sobre la renovación
del sindicalismo
¿
Qué impulsa a los trabajadores a actuar colectivamente? Existe un amplio acuerdo en que
compartir agravios en la empresa y al mismo
tiempo compartir expectativas de mejora son los
fundamentos de la acción colectiva. Desde esta
perspectiva no basta que se den en la empresa situaciones de injusticia, de incumplimiento de derechos básicos por parte de la dirección, de carencia de condiciones laborales mínimamente
dignas. Es necesario además compartir estas situaciones, identificarse con compañeros de trabajo en unas mismas o similares condiciones de
empleo; y es necesario asimismo compartir la percepción de un horizonte de posibles mejoras fruto
de la acción conjunta. Podría decirse que la acción
sindical encuentra un espacio para su desarrollo
cuando en un centro de trabajo o empresa se dan
estas condiciones. Sin embargo hay otro aspecto
que enturbia el planteamiento precedente: los
costes de la acción colectiva, hoy fundamentalmente centrados en la amenaza de despido o de
no renovación de contrato. Cuando estas amenazas son una posibilidad real, el coste personal de
participar en una acción colectiva se dispara, lo
que explica que el trabajador afectado opte por
no participar. Aunque hay diferencias entre unos
casos y otros, así hay que entender también que
muchos trabajadores fijos se alejen del compromiso colectivo ante la posibilidad de que la dirección de la empresa les cierre las posibilidades de
promoción profesional.
En mi opinión este conjunto de aspectos son
fundamentales para entender hoy cuáles son las
posibilidades y los límites de la acción colectiva
sindical. De entrada permite constatar que el centro de trabajo que hemos llamado fordista ha sido
un espacio en general con condiciones propicias
para la acción sindical: empleo estable, situaciones
de empleo ampliamente compartidas, posibilidades de mejora,… Pero desde hace ya unas pocas
décadas asistimos a unos cambios profundos en
la organización y gestión de las empresas que reducen drásticamente estos espacios. Sin que en
absoluto hayan desaparecido, puede decirse que
los centros de trabajo asimilables al fordista se
reducen a determinados ámbitos del sector público y de empresas con centros de trabajo de dimensiones medianas o grandes. A lo largo de las
últimas tres décadas son muchas y a menudo muy
profundas las transformaciones en la organización
y en la gestión de las empresas, con sus repercu-
S
in que en absoluto hayan
desaparecido, puede decirse que los
centros de trabajo asimilables al
fordista se reducen a determinados
ámbitos del sector público y de empresas
con centros de trabajo de dimensiones
medianas o grandes.
siones en el empleo. Cambios todos ellos que tienen su indudable incidencia en las posibilidades
de la acción colectiva.
Por mi parte destacaría cinco grandes cambios
que afectan en el sentido antes apuntado:
• La precariedad en el empleo, en términos no
sólo de salario y horarios, también de seguridad
en el mismo. Más allá de los trabajadores que tienen serias dificultades de acceder a un empleo,
muchos otros alternan hoy episodios de empleo
con el paro, o bien acceden a empleos de breve y
muy breve duración, empleos con condiciones degradantes e insalubres, y que en muchos casos
no les permiten ni siquiera llevar una vida mínimamente digna, menos aún desarrollar una profesión. Desde la perspectiva de un trabajador precario, sin centro de trabajo o sin profesión de
referencia, las posibilidades de mejorar su situa-
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 27
ción, o de salir de la precariedad, dependen, más
allá de cambios legislativos, más de sus recursos
individuales que de la acción colectiva; su participación le supone elevados riesgos y ningún beneficio cuando cambie de empresa o de oficio.
Aunque no siempre la contratación temporal se
puede identificar a empleo precario, permite una
aproximación a su dimensión; aún cabría añadir
a todas aquellas personas que trabajan a tiempo
parcial de modo involuntario, trabajadores informales y falsos autónomos. De ahí que pueda estimarse, muy aproximadamente, que más de uno
de cada tres trabajadores hoy en España trabaja
o accede a empleos bajo estas condiciones, sobre
todo jóvenes, inmigrantes y más mujeres que
hombres.
• La extensión del empleo en pequeñas y muy
pequeñas empresas, en centros de trabajo dispersos, a menudo resultado de complejos procesos
de subcontratación. Las relaciones de empleo en
este tipo de empresas siguen casuísticas muy variadas. En algunos casos el contacto diario con el
patrón o el responsable sitúa la confianza en el
centro de las relaciones de empleo: estar bien en
el empleo o mejorar en el mismo depende básicamente de la confianza que cada trabajador consiga de su empresario o responsable. La acción
colectiva en estos pequeños centros de trabajo familiares puede suponer romper las relaciones de
confianza. En otros casos la pequeña empresa es
asimilable a una tiranía en la que el trabajador se
halla sujeto a las arbitrariedades del empresario
o responsable; entre ellas sanciones, maltrato,
modificación de condiciones de empleo o despido.
Las pequeñas dimensiones de estos centros de
trabajo y el miedo a las consecuencias en forma
de represalia empresarial suelen inhibir la acción
colectiva. Aún en otros casos el trabajador desconoce quién es su empresario: empresas ficticias,
nombres y hombres de paja, o desmembración
de una actividad empresarial en múltiples empresas o “razones sociales” con lo que los empresarios consiguen vincular la contratación laboral
a una entidad jurídica y las actividades que le dan
rendimiento a otras. Se estima que en España
casi un 40% de los asalariados está en un centro
de trabajo que no llega a diez trabajadores, la gran
mayoría sin representación sindical.
• En las relaciones de empleo tradicionales el
trabajador depende del empresario que le con-
L
as relaciones de empleo en este
tipo de empresas [pequeñas o
muy pequeñas] siguen casuísticas
muy variadas. En algunos casos el
contacto diario con el patrón o el
responsable sitúa la confianza en el centro
de las relaciones de empleo: estar bien en
el empleo o mejorar en el mismo depende
básicamente de la confianza que cada
trabajador consiga de su empresario o
responsable.
trata. Hoy en muchos empleos se dan lo que se
llama relaciones triangulares; esto es, el trabajador es contratado por una empresa pero de hecho
presta sus servicios para otra. Este es el caso de
quienes trabajan en empresas de trabajo temporal, pero también en las llamadas empresas de
servicios integrales que practican un cierto prestamismo laboral. Debido a ello hoy resulta bastante habitual que en un mismo centro de trabajo
estén empleados trabajadores adscritos a más de
una empresa, lo que evidentemente dificulta la
acción colectiva; una dificultad que se acrecienta
cuando dichos trabajadores disponen del para-
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 28
guas de distintos convenios colectivos, incluso de
distintas federaciones sindicales o de sindicatos.
En otros casos el trabajador contratado por una
empresa debe trabajar, no bajo la observancia y
requerimientos de su empresario, sino de terceros,
como pueden ser otros trabajadores, otros empresarios, o de clientes y usuarios. Sobre todo en
estos últimos supuestos al trabajador se le requieren además de conocimientos profesionales otro
tipo de habilidades y valores más subjetivos, emotivos y éticos, asociados a la prestación de un buen
trato y servicio. Y suele ser habitual que el trabajador se halle atrapado entre las exigencias de
mantener un flujo intenso de trabajo por parte
de los responsables de su empresa y la realización
de un buen trabajo que le requieren los usuarios.
Como aproximación a la extensión de este último
supuesto, la Encuesta de Calidad de Vida en el
Trabajo de 2004 constataba que para un 33% de
los trabajadores su ritmo de trabajo estaba determinado siempre por el público o clientes.
• Se han extendido nuevas formas de gestión
empresarial, habitualmente llamadas de gestión
de recursos humanos, con amplio eco en escuelas
de negocios y consultorías. Estas persiguen de
modos diversos que el trabajador asuma como
propios los objetivos de la empresa, se implique
en la misma, se auto responsabilice y ofrezca una
disponibilidad muy amplia sino total; en definitiva, que el trabajador se identifique, o mejor se
entregue en horarios y tareas, en cuerpo y mente,
a la empresa, que sea emprendedor en la misma.
Son aspectos que las empresas refuerzan aduciendo que debido a la competencia el empleo depende de la implicación y entrega de cada trabajador. Estos modos de gestión empresarial
refuerzan las relaciones individuales en las empresas con premios y sanciones y reconocimientos
individuales, a menudo poco objetivables. ¿Cómo
establecer baremos objetivados y compartidos sobre la entrega, la implicación, la responsabilidad,
la disponibilidad, la emprendeduría? En la medida en que un trabajador asume que su empleo
depende de este tipo de reconocimiento individualizado, aleja las posibilidades de compartir
con sus compañeros de trabajo y, por tanto, de
ejercer la acción colectiva.
• Las relaciones laborales tradicionales se han
construido en el marco de cada estado nación; en
su horizonte se legisla, intervienen los sindicatos
y se desarrolla la negociación colectiva. La globalización supone un cambio radical de horizonte.
Hoy muchas empresas toman decisiones en el
nuevo marco global, mientras la legislación, el
sindicalismo y la negociación colectiva siguen básicamente anclados en el ámbito de cada estado.
Esta disfunción permite a las empresas recurrir a
amenazas de traslados, de cierres, de perder un
mercado o un producto si no se reducen costes
salariales, etc. Como consecuencia, los sindicatos
S
e han extendido nuevas formas de
gestión empresarial, habitualmente
llamadas de gestión de recursos
humanos, con amplio eco en
escuelas de negocios y consultorías. Estas
persiguen de modos diversos que el
trabajador asuma como propios los
objetivos de la empresa, se implique en la
misma, se auto responsabilice y ofrezca
una disponibilidad muy amplia sino total
y la negociación colectiva pierden capacidad de
regulación de las condiciones de empleo. Una situación que se agudiza en la medida en que no
sólo no se configura una gobernanza política supranacional, sino que las políticas neoliberales de
primacía del mercado y de las corporaciones financieras y empresariales limitan las funciones
garantistas del estado.
Los cambios apuntados suponen retos para las
organizaciones sindicales, que de algún modo deben adaptar sus estrategias, discursos, organización y recursos. Es importante tener presente,
además, que dichos cambios son procesos no marginales; por el contrario, han entrado con fuerza
y se extienden progresivamente. Son cambios que
no se limitan a España, sino que en modo diverso
son generales. Y afectan de modo muy en particular a los jóvenes, que debido a ello adquieren
una relación con el empleo sustancialmente distinta a la de las generaciones adultas.
Como resultado de todo ello en una mayoría de
países la afiliación sindical se viene reduciendo
desde hace ya algunos años, en algunos desde
hace ya tres décadas. Se reduce, asimismo, la ca-
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 29
pacidad de representación sindical y la capacidad
regulatoria de la negociación colectiva. Es conocido que en España, pese a que “oficialmente” la
cobertura de la negociación colectiva se sitúa en
torno al 80%, apenas uno de cada tres trabajadores reconoce que sus condiciones de empleo dependen de la misma (Encuesta de Calidad de Vida
en el Trabajo de 2010).
Muchos sindicatos a nivel internacional son
conscientes de las dificultades que les suponen
los cambios arriba referidos y otros aquí no relatados. Pero la mayoría de los retos tienen dimensiones de largo recorrido, con implicaciones, por
tanto, no pequeñas y nada fáciles de afrontar. En
términos generales creo que puede decirse que
los sindicatos deben partir de sus fortalezas, su
organización y representación actual, para asumir
innovaciones que les permitan afrontar con éxito
los cambios necesarios.
Ante todo creo que sería erróneo pensar en unas
mismas soluciones con validez universal, pues los
puntos de partida y contextos no son los mismos.
También, ante la realidad plural del mundo laboral, deberá pensarse en formas organizativas y de
representación diversas, no uniformes; en otras
palabras, las formas de representación de un colectivo de trabajadores estables de un gran centro
de trabajo no coincidirán con las de trabajadores
con empleo precario y cambiante, o con las de
trabajadores adscritos a diversas empresas y que
prestan sus servicios en un mismo espacio como
es una gran superficie.
Es necesario, además, combinar intereses individuales y la pluralidad de intereses presentes
hoy en el mundo del trabajo con la capacidad de
generar solidaridad e identidades colectivas. Con
este fin la negociación colectiva debería adquirir
formas más flexibles y a la vez integradoras, que
permitieran regular procedimientos que den garantías a preferencias individuales o grupales y
que refuercen las capacidades de los trabajadores
en aquellos aspectos de las relaciones de empleo
personales o diferenciadas.
Si uno de los retos del sindicalismo es construir
identidades y solidaridad colectivas a partir de
asumir que los agravios en el empleo son compartidos y al mismo tiempo compartir expectativas de mejora, identidades y solidaridad colectivas
ya no siempre se pueden construir a partir del
centro de trabajo. El centro de trabajo, incluso el
A
nte la realidad plural del mundo
laboral, deberá pensarse en
formas organizativas y de
representación diversas, no
uniformes; las formas de representación de
un colectivo de trabajadores estables de un
gran centro de trabajo no coincidirán con
las de trabajadores con empleo precario, o
con las de trabajadores adscritos a diversas
empresas y que prestan sus servicios en un
mismo espacio como es una gran
superficie.
oficio, deja de ser referencia para aquellos trabajadores que cambian a menudo de empleo. Es en
este sentido que unos objetivos de dignificación
del empleo, de su humanización, de autonomía,
de capacidad de decisión y desarrollo profesional
frente a la imposición, al autoritarismo empresarial o del mercado y a la precariedad y degradación
del empleo y las crecientes desigualdades y pobreza, son hoy aspectos claves que pueden ser
compartidos en la construcción de una nueva visión del empleo y de la sociedad, para aunar nuevas identidades y objetivos. En algunos casos estos
objetivos se construirán en el centro de trabajo,
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 30
en otros desde ámbitos locales, de proximidad o
comunidad.
En este aspecto en mi opinión el sindicalismo
no debe limitarse a las empresas o centros de trabajo. Con ello me refiero a que la identidad sindical no puede siempre basarse en la lucha por la
mejora de las condiciones de empleo en el centro
de trabajo y desde el centro de trabajo; debe ampliarse en la mejora de cualquier tipo de empleo
allí donde esté. Y su interlocutor ya no es sólo el
empresario, que sigue siendo de mucho el principal; también lo son los usuarios, clientes, y la sociedad en general. Con la complejidad añadida
de que las relaciones con estos últimos o con la
sociedad adquieren unas peculiaridades y formas
que poco tienen que ver con las características
que definen desde hace años las relaciones con
los empresarios; que, por cierto, también han ganado en amorfismo.
En este contexto es importante tener presente
que valores u objetivos como los de justicia social,
de servicios sociales eficientes, de prestaciones
sociales, de una economía al servicio de las personas, de derechos humanos, del derecho a la salud, el valor de la ética, etc., no son exclusivos del
sindicalismo. En base a ellos el sindicalismo debe
confluir, generar sinergias, con otras organizaciones, entidades y movimientos, de naturaleza
distinta, estrechar lazos y compartir luchas, cada
uno desde su protagonismo y naturaleza.
También se deben tener presente las limitaciones que comporta el estado-nación en el que siguen sustentándose hoy los sindicatos. En el
mundo globalizado de la empresa y el empleo, el
horizonte del estado-nación, aunque no puede olvidarse, no puede ser el que defina y oriente la
acción sindical, pues se corre el riesgo de generar
conflictos entre corporativismos nacionales, cuyas
consecuencias llevan a una escalada a la baja en
las condiciones de empleo y salarios. Este es ciertamente un reto nada fácil como lo muestra la
experiencia europea, pero más necesario que
nunca ante la crisis económica internacional y las
políticas de austeridad.
La mayoría de sindicatos han ido adoptando
cambios en su estructura organizativa para su
adaptación a los nuevos contextos. Desde hace
algunos años se han introducido cambios que han
facilitado la incorporación de mujeres en la actividad sindical; también cambios tendentes a la
reducción de estructuras federativas. Pero posiblemente sea necesario replantearse otro tipo de
cambios, que refuercen también las estructuras
locales, más descentralizadas, dotándolas de recursos para que dispongan de capacidad de intervención, desde la proximidad, en aquellos es-
S
e deben tener presente las
limitaciones que comporta el
estado-nación en el que siguen
sustentándose hoy los sindicatos.
En el mundo globalizado de la empresa y el
empleo, el horizonte del estado-nación,
aunque no puede olvidarse, no puede ser el
que defina y oriente la acción sindical, pues
se corre el riesgo de generar conflictos
entre corporativismos nacionales
pacios de concentración de pequeñas empresas,
de empleo precario, o en los espacios o establecimientos donde conviven trabajadores adscritos a
una pluralidad de empresas.
En muchos sindicatos se plantea hoy la necesidad
de profundizar en los procedimientos democráticos
de participación y toma de decisiones. Profundizar
en estos términos, dar más protagonismo a los trabajadores y a los afiliados suele relacionarse con
una cierta recuperación del sindicalismo. Esto
puede ser particularmente importante en los países
del sur de Europa, como España, en los que por
motivos históricos, posiblemente como consecuencia de la represión política de años anteriores, predominan estructuras sindicales más centralizadas.
Finalmente, quisiera resaltar la relevancia que
adquieren las nuevas formas de comunicación
con afiliados, trabajadores y la opinión pública.
Ello es substancial no sólo para dar visibilidad, y
por tanto credibilidad, a lo que se hace desde diversas partes. También para compartir experiencias, valores, objetivos y luchas; en definitiva, para
generar identidades y solidaridad colectivas y el
convencimiento de que otro mundo es posible. 3
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 31
Repensar el trabajo,
renovar el sindicalismo
Jordi Ribo Flos | Coordinador de Economía Social y Autoempleo. Secretaría de Políticas Públicas y
Protección Social. CS CCOO
Sindicalismo y trabajo autónomo
E
l trabajador o trabajadora autónomo es una
figura que no es nueva en el mundo laboral.
De hecho han existido artesanos, comerciantes, artistas, escritores y en todos los colectivos
relacionados con el mundo del trabajo que han
optado por desarrollar una tarea independiente.
Las razones también son variadas, algunos por
vocación y otros por necesidad. Lo cierto es que
quien opta por una actitud vital, ya sea forzada o
no, de independencia en el mundo del trabajo, es
decir, no ser un asalariado o no ser un patrono al
uso, se coloca en una especie de limbo en cuanto
a sus condiciones concretas; es decir, los avances
que conquista el movimiento obrero organizado
no se reflejan en su situación material, pero en
cambio sí le afectan todos los movimientos que el
mundo económico y de las relaciones mercantilcomerciales se suceden. Esta situación de desventaja, y por tanto llena de riesgos hacen que
este colectivo no sólo sea sindicalizable, sino que
su relación con el sindicalismo de clase y confederal debe producirse y estrecharse.
Durante nuestro pasado más reciente se han
producido dos fenómenos que han desembocado
en un crecimiento del trabajo autónomo: la descentralización productiva de ciertas actividades
en las empresas han expulsado trabajo asalariado
hacia el trabajo autónomo; y las dificultades en
encontrar empleo por parte de muchas personas,
ya sea población joven o mayor que tiene dificultades insuperables en encontrar un empleo. Ello
ha hecho incrementar el número de afiliados al
Régimen Especial de Trabajadores Autónomos
de la Seguridad Social.
Las problemáticas de este sector de nuestra economía son muy variadas y no afectan de la misma
manera. Los sectores más productivos están sufriendo esta crisis de una forma singular, porque
muchos pequeños negocios, comercios así como
actividades relacionadas con la construcción o la
instalación de todo tipo de equipos relacionados
con la construcción o la industria se han visto
muy tocados. Estos problemas no les afectan por
ejemplo a los más de 600.000 socios de sociedades o a los más de 300.000 miembros de órganos
de administración de sociedades. Entre estos dos
sectores suman casi un millón de personas afiliadas a la Seguridad Social en el Régimen Especial.
D
urante nuestro pasado más
reciente se han producido dos
fenómenos que han
desembocado en un crecimiento
del trabajo autónomo: la descentralización
productiva de ciertas actividades en las
empresas han expulsado trabajo asalariado
hacia el trabajo autónomo; y las
dificultades en encontrar empleo por parte
de muchas personas
La primera cuestión que se plantea es la siguiente: no todos los trabajadores incluídos en el
Régimen Especial de Trabajadores Autónomos
son objeto de sindicalización o de asociación al
sindicalismo de clase y confederal, en función de
su actividad y condición material. De los tres millones cien mil autónomos registrados y cotizantes
a la Seguridad Social, cerca de dos millones son
autónomos propiamente dichos, de los que más
de un millón y medio no tienen asalariados. Este
es en principio el universo al que se dirige CCOO.
Nuestros estatutos recogen la posibilidad de que
estos trabajadores se afilien al sindicato y pasan
a formar parte del sector al que estén asignados.
La segunda cuestión es la dificultad en organizar
tan abigarrado y multicolor colectivo. Hemos tenido algunas experiencias que no han cuajado en
afiliación por razones diversas, pero que básica-
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 32
mente han tropezado en el siguiente obstáculo:
el sector de trabajadores autónomos no idenfica
al sindicalismo como un instrumento que le sirva
para defender sus intereses, pero tampoco identifica a las distintas asociaciones. Su adscripción
fundamental es a la gestoría que le atiende profesionalmente, y si ésta se asociacia a alguna Federación es algo de que el autónomo ni siquiera
tiene conciencia de que ocurra.
La tercera cuestión es el tipo de lenguaje y
relación que se puede establecer con el trabajador
autónomo: los autónomos no utilizan el mismo
lenguaje que los trabajadores asalariados, no identifican las mismas prioridades y no tienen las
mismas inquietudes.Tienen una percepción distinta
con relación a los temas de fiscalidad, política impositiva, prestaciones sociales, etc. Ciertas expresiones como la de “falso autónomo”, no les gustan
y les hieren Además, una cierta fama de defraudadores que vienen arrastrando porque las obligaciones
fiscales a veces no se corresponden con lo que realmente ingresan no les ayuda en absoluto.
La cuarta cuestión es que el autónomo necesita
de una serie de servicios y atenciones de los que
habitualmente no se dispone en los sindicatos de
clase y confederales. Los temas relacionados como
fiscalidad, mecanismos de acceso al crédito y financiamiento, viabilidad de su actividad y relación
con las distintas administraciones son campos
que habitualmente no se tocan al no disponer de
una masa crítica suficiente.
La problemática general hoy de los trabajadores
autónomos en líneas generales la podemos resumir en estos puntos:
Fiscalidad: El aumento del IVA al 21% en general, así como no poder declarar en función de lo
realmente cobrado y mantener el sistema de módulos empuja a gran parte del colectivo a sumergir
su actividad, sobre todo porque la actividad económica, aunque no se esté técnicamente en recesión, no sale de la crisis a pesar de lo que nos puedan decir desde algunas instituciones económicas
y desde los distintos gobiernos.
Impagados-Morosidad: Hoy se sigue pagando
a una media de más de 50 días, comenzando por
las propias administraciones públicas, siguiendo
por algunas grandes empresas que amenazan a
quien no acepte plazos superiores a los 60 días
con no contratar sus servicios o comprar sus productos.
D
e los tres millones cien mil
autónomos registrados y
cotizantes a la Seguridad Social,
cerca de dos millones son
autónomos propiamente dichos, de los que
más de un millón y medio no tienen
asalariados. Ëste es en principio el
universo al que se dirige CCOO.
Falta de orientaciones: A pesar de la famosa ley
de emprendedores, a pesar de las supuestas ventillas abiertas a los autónomos, en pocos lugares
se les forma para que puedan ser autosuficientes
y con plenas competencias; por ejemplo, no se
les forma adecuadamente sobre la necesidad de
tener una actividad planificada previamente, presupuestada, previos los estudios de mercado correspondientes. No se trata de llenar papeles, se
trata de plasmar los proyectos por escrito, para
controlarlos y evaluarlos.
Financiación: No es posible comenzar una actividad económica a base de subvenciones, lo que
se necesita es que el crédito fluya y que el ICO
juegue un papel cualitativamente distinto, convirtiéndose en una institución pública de crédito
para las pymes y autónomos.
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 33
Formación profesional: Se necesita una oferta
de formación adecuada a las necesidades y peculiaridades de los autónomos, así como la forma
de financiar estas actividades. CCOO organiza
cursos de formación para este sector, que hasta
ahora no ha reunido a todas las personas que necesitan ser formadas.
A estos problemas podemos sumar los precios
astronómicos que los alquileres tienen en algunos
centros de ciudades importantes y el encarecimiento de los servicios a las empresas, como temáticas que también son motivo de preocupación.
El Gobierno del Partido Popular habló con mucha ligereza sobre la figura del llamado emprendedor, hasta el punto de cargarle, de forma maliciosa, la responsabilidad de sacar a este país de la
crisis. Este Gobierno parece ignorar varios temas:
— El carácter de esta crisis, que no es como las
que hemos conocido en nuestra historia reciente
es financiero, no de producción, y por lo tanto sin
cambios estructurales que tienen que ver con generación de tejido industrial y de servicios renovado, donde la I+D+I juegue un papel más importante, donde lo que se rescate sea la economía
productiva y que el objetivo central es plantear
ya un cambio de modelo productivo, que rompa
con la tentación de generar nuevas burbujas, que
lo que harán es sumirnos otra vez en una situación
muy mala y con un segundo rescate a la vista, que
no sería como el primero.
— El estado ha jugado y debe jugar en estos casos un papel de motor, siendo la inversión privada
y las grandes empresas aquellas que, además del
estado, deben tirar del carro de la recuperación.
— La reforma laboral ha empobrecido a los trabajadores de este país, ha situado mediante los
contratos a tiempo parcial a varios centenares de
miles bajo los umbrales de pobreza. Además ha
disminuído salarios, condiciones de trabajo y convenios: resumen, sin demanda interna no hay reecuperación posible. El restablecimiento de condiciones y derechos se hace necesario para poder
generar actividad económica.
El Gobierno, enalteciendo a los emprendedores
y sacando legislación que básicamente es política
de escaparate, lo que hace es rehuir su responsabilidad y domesticar a ciertas organizaciones
“amigas”. Las víctimas de la crisis son los trabajadores y sectores populares vinculados a la acti-
vidad económica. No es una problemática de emprendimiento, es un problema de modelo económico eficiente y sostenible.
Vamos a dedicar atención hacia la figura del
Trabajador Autónomo Dependiente (TRADE),
aquel autónomo que dedica un 75% de su facturación a un solo cliente. Esta figura que se creó
como una situación intermedia entre el autónomo
puro y duro y el asalariado, seguramente para facilitar externalizaciones, tiene la posibilidad de
recurrir a la autoridad laboral para que se le reconozca su condición. La extrema debilidad de
E
l Gobierno, enalteciendo a los
emprendedores y sacando
legislación que básicamente es
política de escaparate, lo que
hace es rehuir su responsabilidad y
domesticar a ciertas organizaciones
“amigas”.
su posición ante los patronos-contratantes es de
tal calibre que, de una estimación que se hizo hace
al menos cuatro años, de que podía haber entre
250.000 y 300.000 trabajadores autónomos que
podían tener derecho a ser reconocidos como
TRADEs, a fecha 31 de Diciembre de 2014 sólo
había registrados 9.045 trabajadores autónomos
dependientes.
CCOO en estos últimos tiempos no hemos ignorado esta situación, y aquí tenemos muestras
de un cierto trabajo pionero, en Catalunya y en
Castilla-León sobre todo, y también en la Confederación porque se era consciente de que había
que contar con este colectivo, a pesar de sus problemas de dispersión, aislamiento y profunda división. Se ha realizado un trabajo de acercamiento
al colectivo y fruto del mismo se logró un acuerdo
de asociación con una de las asociaciones más
importantes y representativas en el estado español, la Unión de Asociaciones de Trabajadores
Autónomos y Emprendedores – UATAE, que fue
firmado el 30 de Octubre de 2013 por la Secretaria
General de UATAE María José Landáburu Carracedo y el Secretario General de la CS CCOO
Ignacio Fernández Toxo. Este acuerdo compromete a los firmantes en la defensa del colectivo
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 34
de autónomos, la mejora de su protección social
y un tratamiento fiscal adecuado a los ingresos,
entre otras materias. Por tanto UATAE y CCOO
iniciamos un camino en común, con paso seguro
y firme en un terreno plagado de dificultades. La
crisis, la situación de estancamiento no son buenos marcos para avanzar, pero necesariamente
obligan a los sectores progresistas a ponerse de
acuerdo y elaborar estrategias comunes.
Pero CCOO tenemos un trabajo propio hacia el
sector del trabajo autónomo que no podemos ni
ignorar ni desdeñar. Más allá de la necesaria atención hacia nuestra afiliación, que es modesta pero
que se mantiene a pesar de las dificultades, más
allá incluso de los servicios que les podemos ofrecer via on-line a través de nuestra web www.autonomosdeccoo.es , lo cierto es que tenemos un
desafío ante nosotros, y es que los trabajadores
autónomos tengan también en CCOO y en el tipo
de sindicalismo que queremos ejercer, una de sus
referencias.
Una de las barreras que debemos franquear es
la de la distancia entre los asalariados y los autónomos. Cada vez tenemos más autónomos trabajando en un mismo centro de trabajo, compartiendo tareas, conviviendo con los asalariados:
pues bien, nuestras organizaciones en las empresas deben considerar a este colectivo también
como personas a tener en cuenta, a defender y a
organizar. No podemos levantar entre los asalariados y los autónomos más barreras de las que
ya existen. A través, por ejemplo, de preceptos legales como la Ley de Prevención de Riesgos Laborales que habla en su artículo 24 de la coordinación de actividades preventivas entre varias
empresas o autónomos, podemos penetrar en su
realidad, darles atención, asesoramiento y defensa; nada nos lo impide y esa es una de las formas de romper con la segmentación de la clase.
La Representación Legal de los Trabajadores tiene
derecho a conocer los contratos, también los de
los TRADEs si están en la empresa. Nada nos impide interesarnos por su situación y defenderlos.
Estas son tareas que debemos realizar, el rescate
de conceptos como la solidaridad, si no va más
allá de las palabras no sirve de nada y es un valor
que en la práctica decae.
Otro tema, del cual hemos hablado poco en este
trabajo es el de las laboralidades encubiertas (falsos autónomos). Ese es un tema que hay que tratarlo en el orden de restablecimiento de derechos
C
ada vez tenemos más autónomos
trabajando en un mismo centro
de trabajo, compartiendo tareas,
conviviendo con los asalariados:
pues bien, nuestras organizaciones en las
empresas deben considerar a este colectivo
también como personas a tener en cuenta,
a defender y a organizar.
y dignificación de estos trabajadores. El objetivo
sindical en este caso debe ser traerlos al trabajo
asalariado mediante las medidas de acción sindical que correspondan.
En definitiva, tenemos mucha tarea por delante,
y es una tarea de todos, desde la Confederación
hasta la sección sindical. La relación por tanto
entre sindicalismo y trabajo autónomo pasa por
el conocimiento, la organización y la intervención
sindical adecuada. Los objetivos para nosotros
están claros:dignificación del colectivo que pasa
por una mayor cobertura social con cotización
adecuada, garantías de percepción económica
combatiendo la morosidad, una política fiscal en
función de los ingresos y mejora del marco legislativo. 3
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 35
Repensar el trabajo,
renovar el sindicalismo
Begoña Marugán Pintos | Adjunta de la Secretaría de la FSC-CCOO y Profesora de la
Universidad Carlos III de Madrid.
El reto de la igualdad. Una propuesta
al quehacer sindical
Mujeres “inactivas”
Según las cifras del Padrón, en España hay
46.771.341 de personas, de estas un 49,2% son
hombres y un 50,8% son mujeres (INE;2015), por
lo que no cabe hablar ni de colectivo, ni de minorías, ni de sexo menos representado para referirse
a la población femenina. Este dato se reduce a
38.523.400 (EPA;2015) al centrar la atención en
la población de más de 16 años (48,7% de ella
hombres y 51,2% mujeres). También en este grupo
de población se vuelve a encontrar un mayor número de mujeres. El problema no es cuantitativo
y entonces: ¿dónde están las mujeres siendo demográficamente mayoría?
Las cifras que ofrece la EPA son concluyentes
al respeto: Las mujeres suponen el 46,2% de la
población activa y el 58,8% de la población inactiva. Por tanto, se encuentra aquí la primera diferencia, puesto que a pesar de haber una menor
población masculina, ésta juega un papel destacado en el ámbito de la actividad, mientras las
mujeres aparecen del lado de la inactividad. Este
diagnóstico dicotómico ofrece una descripción
segmentada por sexos de la sociedad, pero además, esto ocurre en la sociedad capitalista actual
donde la actividad tiene un alto valor y se sanciona
la inactividad; hecho que reproduce y perpetúa
la discriminación.
La falta de neutralidad del lenguaje y su papel
en la construcción social es más palpable al observar que de las 9.104.800 mujeres clasificadas
como inactivas, 3.450.400 se dedican a laborales
del hogar (frente a 365.600 hombres). ¿Supone
esto acaso que las amas de casa son parásitos que
se dedican a ejercer su ocio haciendo “labores del
hogar”, o simplemente, se trata de que lo que se
hace en el hogar no tiene ningún valor frente a lo
que se hace en el espacio público?
El feminismo lleva años denunciando que “las
amas de casa trabajan todo el día y luego les dicen
personas inactivas”. Obviamente hay que hacer
una nueva clasificación estadística que contabilice
las tareas del hogar como actividad.
Resulta interesante conocer por qué razón las
mujeres “inactivas” lo son. El motivo por el que
el 7,35 % de las mujeres que forman parte de la
población inactiva no trabaja ni busca empleo es
el de “cuidar niños o adultos enfermos, personas
con discapacidad o mayores” y el 21,99% no busca
L
a falta de neutralidad del lenguaje
y su papel en la construcción
social es más palpable al observar
que de las 9.104.800 mujeres
clasificadas como inactivas, 3.450.400 se
dedican a laborales del hogar (frente a
365.600 hombres).
empleo por “otras responsabilidades familiares o
personales”; unos porcentajes que en el caso de
los varones eran del 0,38% y 1,76%, respectivamente (Instituto de la Mujer;2013).
La crisis y la reducción de oferta de empleo
masculino está provocando una lenta y sostenida
disminución de los porcentajes de mujeres “ inactivas”, pero parece no darse la incorporación
de los varones a estas tareas, como se tuvo ocasión
de conocer mediante una investigación cualitativa
sobre los efectos de la crisis en la mujeres madrileñas a través de entrevistas a orientadoras socio-laborales (Marugán y Díez;2014).
Por otra parte, la Encuesta Nacional de Salud
2011-2012, indicaba que el 49,36% de las mujeres
entrevistadas en 2011-2012 que convivía con alguna persona con limitaciones o discapacidad
para cuidarse por sí misma se ocupaba en solitario
de su cuidado, siendo dicho porcentaje del 16,62%
en el caso de los varones.
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 36
Las cifras son elocuentes. Las mujeres se dedican a algo tan importante en la sociedad como
cuidar a los demás y de modo especial a aquellas
personas que más lo necesitan y sin embargo, se
ha producido una invisibilidad de los cuidados y
una desvalorización de las labores del hogar. La
explicación de este fenómeno reside en la concepción ilustrada en la que el centro del universo
es el “individuo champiñón”. La cultura actual
ha heredado, con poco cuestionamiento, la concepción ilustrada de la existencia del individuo
autónomo, libre, activo, siempre dispuesto para
el mercado (y para el sexo). Un individuo que se
ha dicho universal cuando en lo único que se estaba pensando era en el hombre blanco, burgués,
varón, adulto y hetorosexual (BBVA-h) capaz de
salir cada mañana listo y dispuesto para el mercado de trabajo, desayunado, con sus ropa planchada, sano, cívico y emocionalmente equilibrado.
Como si estos individuos no hubieran necesitado
alguien que les enseñara a hablar, a comer, a soportar la frustración, le cuidara en sus enfermedades o les quietara los mocos en sus gripes. Pero
desgraciadamente en el mundo capitalista heteropatriarcal a aquellas personas que más han hecho porque los individuos sean adultos libres y
en cierto modo –porque la autonomía solo la
ofrece la interdependencia autónomos resulta que
se les considera inactivas.
Al observar el mundo dividido en población activa e inactiva se encuentra la primer diferencia y
también uno de los mayores elementos de discriminación “porque la modernidad, los derechos
de ciudadanía, están íntimamente ligados con el
empleo” (Marugán,2012:238).
Pero, para seguir profundizando se puede atender a la dicotomía público/doméstico. En principio, y en la medida que un número importante
de mujeres han accedido al mercado de trabajo,
no tendría por qué haber diferencias entre unos y
otras y sin embargo, otra vez los datos son concluyentes. Las mujeres no sólo tienen peores condiciones de empleo, sino que también las tienen
de trabajo.
Mujeres “activas”1
Aunque desgraciadamente en la situación de crisis
sistémica se observa una tendencia hacia la igualdad en la precariedad, dentro de la misma, las
mujeres se llevan la peor parte: con una tasa de
L
a cultura actual ha heredado, con
poco cuestionamiento, la
concepción ilustrada de la
existencia del individuo
autónomo, libre, activo, siempre dispuesto
para el mercado (y para el sexo).
actividad 12 puntos inferior, la tasa de paro femenina (24,74%) es mayor que la masculina
(22,8%), del conjunto de las ocupadas, 26,3% desempeña trabajos a tiempo parcial frente al 8% de
los varones y la brecha salarial está lejos de reducirse. El salario de las mujeres supone el 77,5%
del salario de los hombres y el 16% de las mujeres
ganaba, en 2011, menos del SMI, frente a un 6,8%
de los hombres. Todo ello además produce el fenómeno de re-precarización en las prestaciones.
Más del 70% de las pensiones que cobran las mujeres están por debajo del SMI y son ellas las que
mayoritariamente han de sobrevivir con la renta
mínima de inserción. Estos pocos datos estadísticos muestran la discriminación en las condiciones de empleo, pero también hay discriminaciones en las condiciones de trabajo.
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 37
El mercado laboral se caracteriza por la segmentación horizontal. En torno al 50% de las mujeres ocupadas se concentran en sólo 6 ocupaciones diferentes (empleadas domésticas y personal
de limpieza, servicios personales, dependientes
de comercio y restauración, sanidad y educación).
En muchas de ellas se perpetúa el papel tradicional de cuidadoras de personas dependientes y
responsables de las tareas del hogar. Y además
perdura la segmentación vertical, ya que las mujeres se concentran en categorías profesionales
inferiores (CES; 2012).
Cuando se piensan las diferencias existentes se
acaba concluyendo que es en la división sexual
en la que reside el origen de las diferencias. Desde
la sociología del trabajo autoras como Teresa
Torns (2005) concluye que los problemas laborales de las mujeres no pueden encontrar solución
si no se atiende a las responsabilidades otorgadas
a las mujeres en el ámbito doméstico. Es en la
dictadura de género, a la que aludiera Mª Jesús
Izquierdo (2002), -que adscribe a los hombres a
lo productivo y a las mujeres a lo reproductivoen la que reside la discriminación. Cuando, por
una parte, el feminismo ha demostrado que entre
lo productivo y reproductivo hay un continuum y
no puede existir el uno sin el otro. Para que pueda
darse producción debe haber personas socializadas, atendidas y cuidadas en el ámbito de la reproducción –asignada socialmente a las mujeres–. Pero además, el problema no está tan solo
en la división de espacios y de roles dentro de los
mismos, sino en la interpretación valorativa que
la sociedad hace de esos espacios.
La adscripción de las mujeres al hogar y la familia y su labor de cuidados, lejos de aportarle
beneficio alguno, derivado de su importancia, le
aporta un sin número de desventajas.
Según el Boletín Estadístico, de marzo de 2013,
del Instituto de la Mujer, “la mayor parte de las
personas entrevistadas en la Encuesta Nacional
de Salud 2011-2012 que convivía con menores de
15 años, señaló que compartía el cuidado de los
mismos con otra persona, aunque resulta llamativa la diferencia en las respuestas según sexo: el
64,59% de las mujeres dijo que compartía el cuidado de los y las menores con otra persona, mientras que dio esa respuesta el 96,37% de los hombres. El 33% de las mujeres asumía el cuidado de
los y las menores en solitario, siendo dicho por-
E
l problema no está tan solo en la
división de espacios y de roles
dentro de los mismos, sino en la
interpretación valorativa que la
sociedad hace de esos espacios. La
adscripción de las mujeres al hogar y la
familia y su labor de cuidados, lejos de
aportarle beneficio alguno, derivado de su
importancia, le aporta un sin número de
desventajas.
centaje del 2,19% en el caso de los varones encuestados”2. Y según la Encuesta de Empleo del
Tiempo (2009-2010), el porcentaje de mujeres
que empleaba tiempo en el cuidado del hogar y
de la familia era del 91,9% y destinaban una media
de 4 horas 29 minutos diarios (el 74,7% de los
hombres destinaba 2 horas 32 minutos).
No sólo la maternidad, elemento esencial de reproducción de la especie, es sancionada por la patronal, sino por toda la sociedad, entendiendo la
misma como una decisión personal, ajena a cualquier planteamiento colectivo y político. Y así,
algo tan vital y que afecta a la demografía se interpreta como personal y no político, las mujeres
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 38
se ven y se sienten obligadas a cuidar y a atender
a sus hijas e hijos muchas veces en solitario y “pagando” por ello un elevado coste profesional.
Tras siglos de discriminaciones laborales, conseguir la igualdad no es fácil, y menos hoy día
donde las medidas adoptadas por el gobierno
multiplican las desigualdades sociales y pretenden
meter a las mujeres en casa.
Sin embargo, la cuestión es más profunda y
mientras el Estado y el mercado de trabajo no entienden que se enfrenta a una cuestión política y
que los cuidados de los y las menores, de la población anciana y de las personas que necesitan
atenciones es un deber colectivo ineludible la discriminación no disminuirá. Para actuar proactivamene se puede empezar por una toma de conciencia sindical.
La posible actuación sindical3
Los sindicatos pueden y deben luchar contra las
discriminaciones laborales femeninas, pero éstas,
como ya se ha visto tienen mayoritariamente su
origen en el desigual reparto de tareas domésticas
y de cuidados familiares. En este sentido, a la
vista de que las medidas adoptadas en el empleo
no bastan y se invita a reflexionar sobre la necesidad de aprender de las enseñanzas feministas y
abrir el objeto de atención sindical del empleo al
trabajo.
El trabajo es toda actividad humana útil para
un fin preestablecido, existiendo diferentes tipos
(por beneficios y/o remunerado, doméstico, voluntario, político, comunitario, etc.). Sin embargo,
se ha producido un efecto metonímico y socialmente se denomina como trabajo a uno sólo de
sus tipos: el asalariado.
El origen de esta metonimia reside en el pacto
social de postguerra, base de la creación de los
Estados de bienestar y del sindicalisme actual,
que consagró la norma de empleo y otorgó derechos a los trabajadores –entendiendo como tales
a los asalariados-. Desde entonces se piensa que
el trabajo es solamente el trabajo retribuido y que
se ha olvidado que hay otros trabajos no retribuidos que también son Trabajos y que no generan
derechos.
La norma social de empleo tomó la parte (el
empleo) por el todo (el trabajo) y desde entonces
se otorgaron derechos de ciudadanía a las personas asalariadas, olvidando que existían otros tra-
N
o sólo la maternidad, elemento
esencial de reproducción de la
especie, es sancionada por la
patronal, sino por toda la
sociedad, entendiendo la misma como una
decisión personal, ajena a cualquier
planteamiento colectivo y político.
bajos –sobre todo los domésticos y de cuidados–
que realizaban las mujeres. De este modo las mujeres, a pesar de su importante aportación social,
se vieron privadas de los derechos sociales de ciudadanía.
Durante años, en consonancia con este planteamiento, los sindicatos se ha ocupado del empleo,
pero el modelo fordista del obrero industrial masculino se ha acabado y el mercado laboral se caracteriza por la feminización del trabajo, por tanto
¿no empieza a ser hora de que el sindicalismo
ante: las dificultades de las empleadas, el desigual
reparto de la carga de trabajo (asalariado y no
asalariado) y la crisis de cuidados se ocupe de
todo el trabajo?
Uno de esos trabajos sin reconocimiento social
es el doméstico, por el que las amas de casa no
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 39
reciben ni una triste pensión de jubilación. Las
empleadas de hogar, prácticamente todas mujeres, que tienen un Estatuto Especial de Empleadas
de Hogar diferente al resto del personal asalariado.
Cuando la crisis actual ha puesto de manifiesto
que uno de los principales problemes es que cada
vez hay más personas mayoresa las que cuidar y
menos servicios estatales y personas que puedan
cuidarles, no atender el trabajo de cuidaos puede
limitar las posibilidades que tienen los sindicatos
en esta encrucijada de necesaria transformación.
Apostar por los cuidados significaría implicarse
en la continuidad de la vida de las comunidades y
los paises. La lógica de la obtención del máximo
beneficio, que es la que se impone en la actualidad, choca frontalmente con la de la sostenibilidad
del planeta, de los pueblos y de las personas. No
sólo se trata de una cuestión de justicia con las
mujeres y de reparto de trabajos, responsabilidades y derechos entre los sexos, sino también de
un posicionamiento político de confrontación con
el capital al cambiar la lógica del mercado por la
de la sostenibilidad de la vida. Y para mayor abundamiento permitiría colaborar sinergicamente
con el movimiento feminista y el ecologista en la
difícil tarea de conseguir la igualdad.
Si los sindicatos pretenden seguir siendo organizaciones socio políticas de mejora de las condiciones de vida de la gente no lo pueden olvidar. 3
NOTAS
1
En este epígrafe y el siguiente se reproducen algunos
párrafos del artículo “En la encrucijadas del neoliberalismo patriarcal”, publicado en el Diario Público,
dentro del Debate de Espacio Público “Los sindicatos
en tiempos neoliberales”. (http://www.espacio-publico.com/los-sindicatos-en-tiemposneoliberales#comment-1537)
http://www.inmujer.gob.es/estadisticas/boletinEstadistico/docs/Boletin3Marzo2013.pdf
3
En este apartado se reproducen algunos fragmentos
del artículo “la necesidad de defender todo el trabajo
y apostar por la sostenibilidad de la vida”, Monográfico:
Sindicatos: ¿Y ahora qué?, de The Economy Journal
(2014). ( http://www.theeconomyjournal.com/es/sindicatos.php).
2
BIBLIOGRAFíA
— Centro Económico y Social, (2012) “Informe sobre
la situación socio laboral de las mujeres en España”,
Revista Cauces, Vol 19, Cuadernos del Centro Económico y Social, 58- 72
— Encuesta de Población Activa (2015). Instituto Nacional de Estadística
— Encuesta de Empleo del Tiempo (2009-2010). Instituto Nacional de Estadística.
— Encuesta Nacional de Salud. 2011-2012, Ministerio
de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad e Instituto
Nacional de Estadística
— Izquierdo Benito, M J, (2002), “Sistema sexo-género», Emakunde. Eusko Jaurlaritza/Gobierno Vasco
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15-33
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 40
Repensar el trabajo,
renovar el sindicalismo
Albert Recio | Universidad Autónoma de Barcelona
Sindicalismo, trabajo, sostenibilidad
I
l movimiento sindical tiene un cierto litigio
con el movimiento ecologista. Mientras que
en general el primero se sitúa en una senda
productivista, suele apostar por políticas de crecimiento económico y por pelear la distribución
de la renta, el movimiento ecologista ha puesto
en evidencia las limitaciones naturales que pesan
sobre la expansión de la actividad productiva y
de forma creciente se postula favorable a políticas
de decrecimiento o estabilización de la actividad
productiva. No se trata de una mera disidencia
intelectual sino que afecta a cuestiones muy concretas de la política, por ejemplo hace unas semanas ha sido imposible consensuar un acuerdo
sobre la lucha contra la contaminación en Barcelona (un gravísimo problema ambiental y de salud) porque los sindicatos han mostrado su temor
a que una política agresiva contra el automóvil
privado (el principal causante de la contaminación
junto a las emisiones de los cruceros que atracan
en el puerto) puede poner en peligro muchos empleos en Catalunya. El ejemplo es bueno para indicar que estamos ante un dilema importante que
sólo puede superarse con una formulación política
que plantee el problema de forma diferente y permita superar un desencuentro peligroso.
E
II
Hace años que los científicos naturales están
aportando evidencias que los problemas ecológicos que enfrenta la humanidad son de escala creciente y amenazan con graves efectos potenciales.
Cambio climático, pico del petróleo, desertización,
etc. apuntan a un futuro donde existen serias posibilidades de un colapso importante del modelo
productivo y social. Para quienes este diagnóstico
les puede parecer exagerado vale la pena recordar
la incapacidad que han mostrado las organiza-
ciones económicas dominantes (tanto académicas
como políticas) para entender los peligros sistémicos que se estaban generando en el sistema
económico mundial. Una incapacidad que se ha
saldado con una crisis económica de consecuencias dramáticas. Una incapacidad que es aún mayor para integrar en el análisis y la política económica los problemas medioambientales que
H
ace años que los científicos
naturales están aportando
evidencias que los problemas
ecológicos que enfrenta la
humanidad son de escala creciente y
amenazan con graves efectos potenciales.
Cambio climático, pico del petróleo,
desertización, etc. apuntan a un futuro
donde existen serias posibilidades de un
colapso importante del modelo productivo
y social.
están en la base de toda civilización humana. Confiar en los modelos actuales de gestión económica
para hacer frente a estos problemas es como dejar
el pilotaje de una nave espacial a alguien que sólo
ha aprendido a conducir una bicicleta o, a lo sumo,
un automóvil.
Como ya se ha puesto en evidencia existe un
aspecto común en la gestión que el capitalismo
hace tanto de la naturaleza como de la vida humana. En ambos casos la lógica de la rentabilidad
privada trata de eludir todos los costes y limitaciones que le genera una gestión social responsable. El período neoliberal se caracteriza por un
reforzamiento de estas tendencias depredadoras
del sistema. Algo claramente visible por lo que
hace a la fuerza de trabajo (la combinación de fle-
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xibilidad laboral y recortes en las políticas de
bienestar tienen su contrapartida en un claro empeoramiento de las condiciones de vida de una
parte creciente de la población) y son también
patentes en el plano ambiental a pesar de coincidir
en el tiempo con un crecimiento de la conciencia
ecológica.
En gran parte el movimiento obrero organizado
ha confiado en la política del crecimiento sostenido porque sigue manteniendo los esquemas
analíticos que se impusieron al final de la Segunda
Guerra Mundial. Y que en sus puntos básicos suponían que tenía lugar un pacto social por medio
del cual el capital mantenía en lo sustancial su
poder sobre la organización productiva y a cambio
se garantizaban condiciones laborales dignas, un
marco institucional que garantizaba rentas y bienestar más allá de la vida laboral y la posibilidad
de participación en las ganancias generadas por
el crecimiento de la productividad. Se trata sin
embargo de un pacto que empezó a quebrarse
con la crisis de los setenta, la implantación de políticas neoliberales y que en la crisis actual ha experimentado una mayor radicalización ante la evidente ausencia de una propuesta alternativa y
una fuerza social capaz de implementarla. El viejo
pacto social está quebrado por la combinación de
muchas dinámicas: globalización, financiarización, cambios en la política económica y la gestión
de los servicios públicos... que han supuesto un
cierto retorno al viejo capitalismo liberal, de lo
que es buena muestra la arquitectura institucional
de la Unión Europea.
Hay un punto en común en la forma que adopta
tanto la crisis ecológica como la crisis social del
modelo de empleo. En ambos casos no se presenta
como un fenómeno radical, de una sola vez, sino
que va desarrollándose por episodios locales, a
menudo imperceptibles en el conjunto hasta que
el proceso resulta inevitable. Este es el caso de la
crisis ecológica que se percibe por la sucesión de
catástrofes locales que impiden tomar una conciencia global. Y la crisis del sistema de relaciones
laborales sigue también esta misma pauta de reformas parciales que coexisten con fórmulas de
participación de la época anterior que permiten
sostener la ilusión de que se trata de una situación
reversible con pequeños retoques. Pero cuando
levantamos la mirada y tratamos de hacer un balance de conjunto parece evidente que ya se han
E
n gran parte el movimiento
obrero organizado ha confiado en
la política del crecimiento
sostenido porque sigue
manteniendo los esquemas analíticos que
se impusieron al final de la Segunda
Guerra Mundial.
producido cambios radicales en ambas direcciones, en la acumulación de problemas ambientales
y en la erosión de un marco de relaciones laborales
que garantice condiciones de vida y trabajo dignas
a todo el mundo. Y esto sólo limitando nuestra
mirada a los países del núcleo capitalista, en la
periferia nunca han existido relaciones laborales
y sociales dignas para la mayoría y el deterioro
ambiental muestra sus mayores estragos.
Hay otro campo en el que ambas cuestiones
también son convergentes. Tanto la crisis ambiental como la crisis del mundo del trabajo sólo
tienen una posible resolución en clave igualitaria.
La lucha del movimiento obrero es esencialmente
una lucha igualitaria por posibilitar que todo el
mundo alcance unas condiciones de trabajo y vida
comunes, por reducir las diferencias insoportables
que generan las dinámicas del capitalismo, por
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 42
acotar los espacios de poder del capital. En el caso
del ecologismo este igualitarismo nace tanto de
su objetivo estratégico- la necesidad de preservar
unas condiciones ambientales comunes para toda
la humanidad presente y las generaciones futuras- como del creciente convencimiento de que
sólo una sociedad igualitaria puede ser una sociedad sostenible. Un convencimiento basado en
que son las dinámicas de pulsión del “consumo
posicional” y los modelos de vida que emanan de
los sectores más ricos los principales impulsores
y los legitimadores de formas de vida y producción
totalmente insostenibles. En parte también porque la aceptación de muchas personas para trabajar produciendo bienes indeseables, dañinos
para la salud y el medio ambiente, insostenibles
es el resultado de su ausencia de poder económico
y de su dependencia de las decisiones de empleo
que toman otros por ellos. En suma que sólo una
sociedad igualitaria, no sólo en términos de renta
sino de poder económico puede garantizar que
se adoptarán decisiones productivas sensatas en
lo ambiental y lo social.
III
En toda sociedad humana el trabajo ha constituido una actividad esencial para su supervivencia
y su reproducción. Pero en cada sociedad la visión
que se ha tenido del trabajo ha estado afectada
por las estructuras sociales imperantes. En las sociedades precapitalistas el trabajo era básicamente
la actividad que realizaban las clases subsidiarias,
fundamentalmente los campesinos, los artesanos
y los sirvientes domésticos. Las actividades de las
élites eran otra cosa, actividades “superiores”
(siempre el rango de las actividades se establece
por las élites). El capitalismo alteró esta visión en
un doble sentido: por una parte al separar la esfera
doméstica de la esfera mercantil pasó a considerar
no trabajo todas aquellas actividades realizadas
en la primera. De otra la actividad de las clases
dominantes pasó a ser considerada trabajo, en
gran parte debido al hecho que en el capitalismo
la clase dirigente (o al menos su fracción central,
fundamentalmente masculina) se involucraba directamente en la organización cotidiana de la producción. Se convertía en cierta medida en una
clase “trabajadora”. Gran parte del pensamiento
económico dominante y también gran parte del
propio movimiento sindical sigue tomando esta
concepción del trabajo como punto de referencia
central. El trabajo excluye el trabajo doméstico,
el trabajo es lo que se hace en el mercado. Y todos
los que realizan una actividad en el mismo pueden
considerarse trabajadores.
De hecho se ha ido un paso más allá en la forma
de pensar la actividad laboral. La aceptación del
capitalismo como un marco social naturalizado
ha conducido a la consideración que la creación
de empleo es un objetivo esencial de cualquier
sociedad deseable y que lo único que debe plantearse es que este empleo se produzca en condi-
L
a cantidad de trabajo debe
ajustarse al volumen de
necesidades y a las tecnologías
disponibles. De hecho esto es lo
que seguimos haciendo en el plano de la
actividad doméstica, aumentamos nuestro
trabajo cuando hay que cuidar a personas,
cuando hay una actividad especial
ciones aceptables en términos de salarios, jornada,
salud, dignidad humana etc. Con ello se pierden
de vista dos cuestiones esenciales. La primera es
que el trabajo no es en sí mismo un objetivo social,
es una actividad que debe realizarse para obtener
los bienes y servicios necesarios para llevar una
vida satisfactoria. No tiene sentido trabajar porque sí, cuando una sociedad satisface sus necesidades con menos tiempo no hace falta trabajar
más. La cantidad de trabajo debe ajustarse al volumen de necesidades y a las tecnologías disponibles. De hecho esto es lo que seguimos haciendo
en el plano de la actividad doméstica, aumentamos nuestro trabajo cuando hay que cuidar a personas, cuando hay una actividad especial (por
ejemplo el día que invitamos a alguien a comer a
casa) y la reducimos cuando no hay tantas cosas
que hacer. La segunda es que se deja al capital, a
sus detentadores la libertad de decidir el contenido y los fines de la actividad productiva. De una
producción orientada por las necesidades y objetivos de la mayoría pasamos a una actividad basada en la rentabilidad privada lo que provoca
tanto una sobreproducción de bienes de dudosa
necesidad social como una subproducción de
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 43
bienes básicos para gente pobre, y una tendencia
general a expandir la producción más allá de unos
límites deseables. En la aceptación de este estado
de cosas se encuentran muchos de los desencuentros entre sindicalismo y ecologismo, puesto que
en un mundo donde la mayoría de la población
no tiene el control de los mecanismos que permiten ajustar el empleo a las necesidades, las demandas ecologistas son vistas como restricciones
a la producción que derivan en restricciones al
empleo (y por tanto en miseria para muchos).
IV
La lucha por el trabajo digno que ha constituido
la base del movimiento sindical no sólo está confrontada al doble desafío que representan la crisis
ecológica de un lado y la ofensiva neoliberal del
otro. Está además afectada por los propios cambios que ha experimentado la vida laboral en el
capitalismo, las transformaciones sociales que el
mismo ha generado y sus efectos sobre la concepción del trabajo que motiva las vidas de mucha
gente.
En el capitalismo tradicional había una clara
diferenciación entre una minoría capitalista cuya
actividad productiva se centraba en las tareas de
dirección y el resto del mundo de asalariados, que
se percibían a si mismos como clase trabajadora
(por más que una parte importante de la población femenina realizaba su actividad laboral en el
ámbito doméstico o, bastante habitualmente, se
insertaba en parte en la actividad mercantil- trabajo a domicilio, actividades informales a tiempo
parcial). Fuera queda el, durante bastantes años,
el importante campo de los autoempleados, especialmente agricultores independientes (que ocasionalmente podían convertirse en asalariados
temporales), comerciantes o artesanos. Y la lógica
de la acción sindical se concentraba en tratar acotar el campo de poder empresarial (por ejemplo
mediante la regulación de la jornada laboral) y
en mejorar salarios y condiciones de vida. Las
desigualdades de clase se traducían también en
diferencias en el plano educativo y las formas de
vida (Hobsbawm por ejemplo ha mostrado que
la vida extra-laboral de la clase obrera masculina
británica podía resumirse en “pub y futbol”).
Hoy está pintura es bastante más compleja. Si
bien el segmento de no asalariados se ha reducido,
la configuración de los asalariados no puede en-
tenderse una clase social homogénea. Un cambio
que ha sido en parte producido por el propio desarrollo capitalista- creación de las grandes empresas que requieren de un enorme ejército social
destinado a realizar las actividades de dirección y
control que anteriormente realizaban directamente los propietarios capitalistas; mercantilización creciente de actividades que antes eran exclusivas de las élites o estaban en la periferia del
sistema- y en parte resultado del propio éxito de
las luchas obreras en conseguir el acceso a la educación, en extender los servicios públicos. Cambios que han alterado de nuevo la visión del trabajo.
Simplificando hoy podemos considerar que en
el seno de las clases asalariadas coexisten, cuando
menos, tres concepciones del trabajo diferentes.
L
a lucha por el trabajo digno que
ha constituido la base del
movimiento sindical no sólo está
confrontada al doble desafío que
representan la crisis ecológica de un lado y
la ofensiva neoliberal del otro. Está además
afectada por los propios cambios que ha
experimentado la vida laboral en el
capitalismo, las transformaciones sociales
que el mismo ha generado
Una es la versión tradicional, el trabajo como una
actividad inevitable, como una carga que hay que
regular en duración y condiciones. Otra la que se
desarrolla a partir de la extensión de la educación,
la creación de una cultura de la carrera profesional
(no sólo en ámbitos técnicos, el deporte es por
ejemplo un gran creador de mitos vitales). Se trata
de una cultura donde el éxito profesional se antepone a cualquier otra consideración social y este
éxito profesional conlleva una aceptación acrítica
del trabajo como un medio para la misma (como
decía hace en una entrevista a eldiario.es un triunfador en el mundo del software “la vida en Silicon
Valley es trabajar y trabajar”). Se trata de una
configuración del trabajo que se desarrolla en la
esfera educativa y genera individuos que perciben
la vida como competencia y rehúyen la vieja lógica
obrera de tratar de acotar la actividad laboral y el
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poder del capital. Es además un mundo que tiende
también a ignorar todas las determinaciones que
provienen del trabajo domestico y la lógica de los
cuidados, un mundo de valores muy masculinos
(por más que también hay mujeres involucradas).
La tercera opción es la del trabajo como una actividad de complemento, fundamentalmente de ingresos, respecto a la actividad principal. Una visión en la que coinciden tanto personas cuya vida
gira básicamente fuera del mundo mercantil (no
sólo amas de casa, también personas que participan de formas de vida hasta cierto punto anticapitalistas) con miembros del segundo bloque que
participan, sobre todo en su fase de formación,
de actividades remuneradas que perciben como
un expediente de paso. Lo que tienen en común
estos sectores es que su vivencia del mundo laboral tampoco conduce a tratar de cambiar las normas de juego en las que se desarrolla.
El fraccionamiento que he tratado de describir
no sólo afecta a las actitudes frente al sindicalismo
y las acciones para ampliar el espacio de los derechos laborales. Genera también una visión normativa sobre el empleo que tiene un enorme impacto social. La economía convencional, la
principal ideología legitimadora del capitalismo,
ha dotado de un importante arsenal de instrumentos ideológicos para naturalizar las desigualdades, en forma de teoría del capital humano y la
asociación de cualificación con educación formal.
No se trata tanto de reconocer que para cada actividad laboral se requiere un proceso formativo
específico cuyos poseedores están en condiciones
de realizar mejor una determinada actividad, sino
de justificar una verdadera jerarquía social que
sitúa a los detentadores de un determinado nivel
educativo en un plano de superioridad respecto
al resto. La cultura de la carrera profesional no
afecta sólo a la forma como la gente se relaciona
con el capital y su propia vida sino también como
se relaciona con el resto de trabajadores. Y ello
tiene un doble efecto. El más importante desde el
punto de vista de la clase obrera es que ha generado una devaluación del reconocimiento social
de la mayoría de trabajos manuales, una devaluación que ha favorecido todas las prácticas laborales neoliberales. Y de otra que provoca una
evaluación de la utilidad social más centrada en
quién hace qué en lugar del valor social que realmente tiene cada actividad.
Por clarificar hoy la mayor parte de actividades
que realiza la gente común, que en la práctica requieren el dominio de saberes, la experiencia, la
dedicación esmerada (algo que vale para actividades como la limpieza, los cuidados personales,
la cocina, la construcción y un largo etc.) se consideran “descualificados” y con ello se legitiman
las malas condiciones de empleo y un cierto “estigma” a quien las realiza. Y al mismo tiempo
nunca se produce ni una evaluación de la verdadera dificultad de las actividades “cualificadas”
ni mucho menos de su verdadera utilidad social.
Entre ellas hay muchas dedicadas a producir
bienes social y ecológicamente innecesarios, otras
L
a economía convencional, la
principal ideología legitimadora
del capitalismo, ha dotado de un
importante arsenal de
instrumentos ideológicos para naturalizar
las desigualdades, en forma de teoría del
capital humano y la asociación de
cualificación con educación formal.
directamente orientadas a mantener el control
social (publicistas, creadores de opinión...) y otras
incluso directamente productoras de males sociales (desde el diseño y difusión de armas sofisticadas hasta el inmenso ejército de técnicos dedicado a facilitar el capitalismo especulativo). Es
imposible pensar en un mundo social y ecológicamente responsable sin luchar en el plano de las
prácticas, las estructuras y los valores que legitiman un modelo social pensado solo para la reproducción del capital. En el plano más concreto
de la acción sindical la lucha por defender una
vida laboral acotada, digna, bien engarzada con
el resto de la vida social va a ser imposible si no
se cuestionan las bases que producen estas fragmentadas y jerarquizadas culturas del trabajo.
IV
Es evidente que las cuestiones que he planteado
tienen una enorme dificultad para el sindicalismo,
puesto que requieren vías de intervención que a
menudo están fuera de sus capacidades reales de
acción. Pero por otra parte parece evidente que
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 45
la amplitud de los cambios que se han producido
en la última fase de desarrollo del capitalismo y
la persistencia y empuje de las políticas antisindicales ponen en peligro la persistencia del sindicalismo tradicional y amenazan con relegarlo a
un espacio muy reducido de la vida social. Por
esto considero que la única opción viable pasa
por articular la acción sindical en un plano más
amplio de movimientos y de acciones políticas
tendentes a bloquear las derivas cada vez más insoportables del capitalismo actual y a hacer emerger un marco institucional global más amable con
las personas y la naturaleza. No es una cosa totalmente nueva. La propia existencia del sindicalismo ha dependido siempre de alianzas con corrientes políticas que han garantizado las
condiciones básicas para su actuación. Ahora las
necesidades de cambio son mayores que nunca
porque exigen no sólo un reconocimiento de derechos sino también una reorientación de toda la actividad económica.
En este contexto hay alguna cuestión que el sindicalismo puede realizar porque tiene una larga
experiencia. Es la lucha por restablecer un marco
social igualitario. Hay dos campos básicos de actuación en este sentido. Uno es el de restablecer
el reconocimiento social del trabajo “manual” discutiendo a fondo (y hay buenos argumentos) toda
la cuestión de la productividad y sobre todo la del
valor social de los empleos “descualificados”. El
otro es el de discutir los derechos capitalistas en
el uso de la fuerza de trabajo, todo lo que emana
de la cuestión de la “flexibilidad laboral” de la que
se deriva un enorme deterioro de las condiciones
laborales. Antes de conseguir victorias en estos
campos hay que construir hegemonía social y esta
requiere de buenos argumentos. Y en este campo
tenemos dos buenas líneas de construcción. Una
es la que curiosamente puede inferirse a partir
de la lectura de un liberal como Adam Smith, para
quien los salarios debían compensar las ventajas
y desventajas netas del trabajo. O sea que la cualificación es sólo una parte de la cuestión, la dureza, la temporalidad, el prestigio social etc. también cuentan y por esto hay que “compensar” los
empleos que están en la cola de la escala social,
los que nadie quiere hacer. La otra es la de exigir
una evaluación correcta de las ventajas y costes
sociales que genera la flexibilidad, sus muchos
impactos sobre el bienestar colectivo.
Una reestructuración ecológica requiere sin
duda un cambio profundo en la estructura productiva que afecta a los empleos. Y este ha sido el
mayor punto de desencuentro con el sindicalismo.
Pero la defensa del empleo existente se ha mostrado casi siempre débil frente a las políticas de
reestructuración productiva que provoca la dinámica capitalista. Defender un sector indeseable
U
na reestructuración ecológica
requiere sin duda un cambio
profundo en la estructura
productiva que afecta a los
empleos. Y este ha sido el mayor punto de
desencuentro con el sindicalismo. Pero la
defensa del empleo existente se ha
mostrado casi siempre débil frente a las
políticas de reestructuración productiva
que provoca la dinámica capitalista.
no garantiza que el empleo vaya a ser estable (hace
unos años en Catalunya hubo una importante movilización sindical en defensa de una regulación
favorable al sector de la moto que acabo siendo
atendida, pero a los pocos años los fabricantes
decidieron cerrar y hoy el sector es totalmente
marginal). Más bien una política propositiva que
incluya cambios en el sentido de la sostenibilidad
y que pueden plantearse como reducción de unos
empleos, creación de otros, políticas de jornada
laboral y políticas diseñadas para, en el caso que
sea necesario facilitar la transición entre unos empleos y otros tienen más posibilidades de éxito
que la mera defensa de lo existente. Requiere entrar a cuestionar una de las prerrogativas del capital, pero hoy esto ya constituye una necesidad
esencial si queremos evitar la continuidad del desastre. Y este solo lo puede evitar una alianza social de las fuerzas y movimientos que plantean
que la actividad económica debe ser un medio
para el bienestar, no un objetivo en sí misma que
beneficia a una minoría. 3
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 46
CONVERSACIONES
PEDRO MARTÍNEZ MONTÁVEZ
ARABISTA, CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
‘Se seguirán produciendo grandes disturbios
sociales, grandes protestas mientras no se
conquisten las libertades’
Carmen Rivas
L
a situación de inestabilidad
y guerras abiertas que
afecta a países del otro lado
del Mediterráneo y, en particular
la inestabilidad que viven buena
parte de los países árabes son los
asuntos de los que hemos hablado con Pedro Martínez Montávez, una de las personas con
más conocimientos e información contrastada en torno a lo
que sucede en esa zona del
mundo y, en particular, en lo que
se refiere al Conflicto del Próximo Oriente. Tras licenciarse en
Historia y Filología Semítica se decantó por los
estudios árabes modernos por su contacto directo
con los países árabes, pues recién licenciado en
Historia, consiguió una beca para ampliar su formación en el Centro de Estudios Marroquíes de
Tetuán (Marruecos) donde permaneció el curso
1955-56.
Entre febrero de 1957 y junio de 1962 residió
en Egipto, en donde primero fue profesor y después director del Centro Cultural Hispánico de
El Cairo y director de la Sección de Español de la
Escuela Superior de lenguas de la prestigiosa Universidad cairota de ‘Aym Chams. El Cairo le marcó
para toda la vida e hizo que el atractivo de lo actual, de lo vivo, se infiltrara en su ser. Él mismo
ha dicho: “allí conocí una lengua, conocí un pueblo, conocí una manera de ser, y empecé a intentar
conocer a los árabes; y esa es una aventura apasionante, tan apasionante que no la he terminado
y soy consciente de que no la voy a terminar a lo
largo de mi vida”.
En 1970 obtuvo la cátedra de Lengua y Litera-
E
l Occidente nunca ha tenido una
visión panorámica del mundo
árabe, nunca se ha ocupado de los
procesos, siempre ha visto sólo los
instantes. Es curios esto porque cuando el
occidente se mira así mismo, estudia los
procesos para explicarse el instante, eso no
lo hace cuando estudia el mundo árabe.
tura Árabes de la Universidad de Sevilla, lo que le
puso de nuevo en contacto con su tierra natal y
su cultura andaluza. En 1972 opositó con éxito a
la cátedra de Lengua y Literatura Árabes en la
Universidad Autónoma de Madrid, donde ha permanecido hasta su jubilación en el 2002. Ese año
fue nombrado profesor emérito, puesto que desempeñó hasta cumplir los 74 años.
Decenas de libros, cientos de artículos, innumerables tesis dirigidas, multitud de congresos,
seminarios, conferencias y viajes, realizados a in-
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 47
vitación y demanda de prestigiosas universidades
e instituciones de todo el mundo, nos hablan de
que es uno de los arabistas contemporáneos más
influyentes y reputados.
Su trabajo se ha centrado en el campo del pensamiento y la literatura árabe contemporánea, terreno en el que ha sido precursor dentro del arabismo español. Pedro Martínez Montávez ha sido
crucial para dar a conocer al público hispanohablante a autores como Naguib Mahfuz, Nizar Qabbani, Mahmud Darwish y otros muchos.
Carmen Rivas. Oriente Próximo y el Norte de
África son puntos de interés político, religioso y
cultural. Lo que se ha dado en llamar “primavera
árabe”, la guerra de Siria, la situación de inestabilidad y de revueltas de países como Libia,
Egipto, Yemen, Túnez…países muy próximos por
razones geográficas y culturales, nos llevan a intentar conocer y entender, al menos, algunas de
las claves de lo que está ocurriendo. Usted es una
referencia en este campo del conocimiento y la
persona a mi juicio más documentada para explicarnos lo que está ocurriendo y sus causas.
Pedro Martínez Montávez. En primer lugar,
habitualmente cuando hablamos del llamado
mundo árabe, que es una denominación occidental, yo creo que cometemos varios errores de base,
que luego se reflejan en los presuntos análisis que
hacemos. Uno de ellos es pensar que lo que podemos denominar también crisis del mundo árabe
es muy reciente. No. Es todo lo contrario. El
mundo árabe que podemos llamar contemporáneo, es decir aproximadamente de los dos últimos
siglos más o menos, si se caracteriza por algo es
por que se encuentra en una sucesión de crisis
constantes interminables. El llamado mundo
árabe está en crisis, no exagero, desde el paso del
siglo XVIII al siglo XIX. El occidente nunca ha
tenido una visión panorámica del mundo árabe,
nunca se ha ocupado de los procesos, siempre ha
visto sólo los instantes. Es curios esto porque
cuando el occidente se mira así mismo, estudia
los procesos para explicarse el instante, eso no lo
hace cuando estudia el mundo árabe y no lo hace
porque no lo estudia, es decir reacciona a lo que
ocurre en lo inmediato pero no lo estudia. Si lo
ves desde el proceso, esa panorámica empieza a
tener perspectivas diferentes. Al menos, hay que
pensar que dentro de esa cadena de crisis acumuladas, a mediados del siglo XX se produce algo
que es fundamental para intentar comprender lo
ocurrido después en esa zona. La creación del Estado de Israel es un hecho fundamental. Entre
otras cosas porque con la creación del Estado de
Israel que se debió, entre otras cosas, al remordimiento que occidente tenía ante el holocausto y
las constantes y crueles persecuciones que habían
sufrido los judíos, pues pagaron el pato gente
que no había intervenido en ello. Y esto hay que
tenerlo muy claro.
E
l mundo contemporáneo se ha
ido ordenando como una serie de
estados nación, que muchas
veces no correspondían ni a sus
fronteras, ni a su cultura y que han ido
fracasando uno tras otro. Ningún régimen
instalado en esos estados naciones ha
tenido una consolidación suficiente.
Carmen Rivas. Han pasado más de 60 años
desde la creación del Estado de Israel, la situación
no es la misma de entonces, son muchos los acontecimientos acaecidos y los hechos que se han
desarrollado en la zona. Otros hitos han marcado
el pasado y van a tener importantes repercusiones
en el presente y futuro de la zona.
Pedro Martínez Montávez. Otro momento
fundamental para el desarrollo de todo este proceso hay que situarlo en la los años 70. A lo largo
de esa década, inmediatamente después de que
los países árabes perdieran frente a Israel la llamada “guerra de los 6 días”. Esa derrota tuvo
consecuencias funestas par las tesis panarabistas.
Es decir, supuso el fracaso de las tesis nacionalistas árabes en su conjunto, no las de cada país en
concreto, sino del panarabismo con el fracaso evidente de su formulación más concreta que fue el
Naserismo. También sufrieron esa derrota lo que
podemos llamar las tentativas del socialismo
árabe. Y fruto del agotamiento de los planteamientos panarabistas y socialistas y como contra
peso a ese declinar y ese agotamiento, renacieron
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 48
y cogieron nueva revitalización
las teoría islamistas.
Carmen Rivas. Me llama la
atención que en los países árabes
las vertientes más radicales del
Islam estén protagonizando
unas situaciones de violencia
que, les han permitido el control
de algunas zonas de Iraq y Siria,
con un coste muy alto para su
población civil y también para la
estabilidad política y social. En
alguna ocasión usted ha dicho
que Siria es el corazón de esa
zona del mundo. Me gustaría que nos explicase
el contexto de esa afirmación.
Pedro Martínez Montávez. El mundo contemporáneo se ha ido ordenando como una serie
de estados nación, que muchas veces no correspondían ni a sus fronteras, ni a su cultura y que
han ido fracasando uno tras otro. Ningún régimen
instalado en esos estados naciones ha tenido una
consolidación suficiente. Dentro de esos estados
naciones el que suponía una quiebra mayor con
las situaciones anteriores y con las aspiraciones
que en determinado momento se tuvieron, fue
precisamente Siria. Si miramos el mapa advertimos que el mapa del próximo oriente está absolutamente dislocado política y administrativamente, las fronteras son en su mayoría artificiales
y la mayor amputación, posiblemente, de lo que
podía haber sido una visión arábiga de la zona
fue la que tuvo como origen a Siria. Siria fue empequeñecida dentro de esa visión panarábica. A
todo esto hay que añadir que el próximo oriente
es lo que la mayoría de los politólogos estadounidenses llaman un cinturón de quiebra, es decir,
una zona sacudida tanto por posibilidades de fragmentación interna como de actuación externa. Es
una zona en la que confluye, como en muy pocas
otras zonas del planeta, las posibilidades de fragmentarización internas con la actuación de los
agentes externos. Esos agentes externos que durante toda la época colonialista actuaron a las claras han sido sustituidos por agentes, tendencias,
compromisos, pactos, alianzas neocolonialistas
que han tenido una influencia inmediata en toda
la zona mucho más soterrada no solamente polí-
L
o que podemos llamar la visión
islámica de la sociedad pone el
papel de la mujer clarísimamente
en lo que podemos denominar la
esfera de lo privado. Y lo público es lo del
hombre.
tica, sino claramente económica y cultural. Todo
esto ha ido propiciando a lo largo de los años que
el próximo Oriente, sea el lugar matriz de los conflictos. No como consecuencia de la incapacidad
política y de las constantes derrotas a las que se
han visto sometidos sino como consecuencia también de su incapacidad para habilitar formulas
de ejercicio de las libertades públicas. No se debe
a un vacío de cultura como creemos nosotros,
sino a un vacío de libertad. Países donde no han
funcionado mecanismos de igualdad social, donde
no han funcionado mecanismos de representación
política, sindical, social. Gobiernos que no estaban
políticamente suficientemente legitimados y que
no estaban capacitados para desarrollar una labor
política medianamente aceptable, naturalmente
tenían que ir propiciando el clima de inseguridad,
de protesta social. Lo que se ha venido aquí llamando la primavera árabe, que ha sido de momento el último estallido de esta situación y cuyos
orígenes no conocemos suficientemente todavía,
no ha sido nada más que la penúltima demostración hasta ahora de algo que se venía acumulando
desde hace muchísimo tiempo. Uno de los últimos libros que publiqué, que recogía artículos
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publicados en la prensa durante los últimos diez
años lo titulé: Pretensiones occidentales, carencias árabes.
Pues ese título es verdad. Occidente no ha renunciado ni mucho menos a estar no solo presente
allí, sino a intervenir y dirigir y los árabes en conjunto son absolutamente incapaces de buscar mecanismos, por una parte de reacción, por otra
parte de solidaridad interarábiga y de secularización de la sociedad.
Carmen Rivas. Hablando de secularización, parece que lo que ocurre va precisamente en sentido
contrario. Aunque aparentemente recibimos mucha información, me parece que carecemos de
datos y conocimientos suficientes para entender
como y por qué surge el estado islámico, de que
ideología se nutren, como se organizan. Datos necesarios para hacernos una composición de lugar….
Pedro Martínez Montávez. No sabemos exactamente de donde vienen. Lo que si podemos es
habilitar algunas explicaciones parciales que traten de explicar porqué ha surgido esta, en principio alternativa. Tengo claras algunas cosas. Uno
de los motivos principales por los cuales se han
ido aglutinando estas fuerzas islamistas, extremistas, ha sido la desdichada política estadounidense en la zona. Estados Unidos no ha hecho
nada más que acumular error tras error en la esa
parte del mundo. A mi me ha parecido siempre
sorprendente, por que yo nunca he aceptado esa
idea que se ha tenido durante mucho tiempo de
que la administración estadounidense era ignorante de lo que pasaba en la zona, todo lo contrario. Entonces, si no ignoraban, si conocían la zona
y tenían suficiente información porqué han cometido esos errores, es una paradoja, es algo inexplicable.
Carmen Rivas. La presencia de Estados Unidos
en la zona ha sido continúa y, generalmente muy
activa, con intervenciones contundentes, invasiones, apoyos discutibles, en fin una política muy
beligerante y de “aquí estoy yo” que comienza en
Afganistán.
Pedro Martínez Montávez. Desde la errónea
intervención en Afganistán y la más errónea in-
tervención en Iraq que se sucedió en varias etapas
no han hecho nada más que acumular errores y
yo me pregunto ¿Porqué la administración estadounidense ha cometido esos errores cuando tenían suficiente información y conocían suficientemente el terreno sobre el que actuaban.
Al mismo tiempo tengo otra cosa clara y es que
el llamado mundo árabe no puede vivir sin habilitarse mecanismo de libertades públicas, las sociedades y los pueblos árabes no pueden seguir
D
urante mucho tiempo hemos
tenido una visión del mundo
árabe que era monolítica y de
pronto nos hemos dado cuenta
que no. Y los que nos parecía un todo
resulta que tiene muchas partes diversas,
que es heterogéneo y dentro de esto
convergen en muchas cosas y divergen en
muchas otras.
sometidas a un régimen de aparente organización
social en donde las expresiones de libertad son
prácticamente inexistentes y meramente formales, nada más.
Carmen Rivas. Si hablamos de libertades, tenemos que hablar de la mujer en los países árabes.
Algunos datos e informaciones indican que la situación de la mujer en esa zona del mundo ha sufrido un claro retroceso y que el mayor peso de la
religión en la organización social parece favorecer
la exclusión e infravaloración de las mujeres.
Pedro Martínez Montávez. En conjunto, con
los regimenes genéricamente llamados panarabistas y socialistas, es evidente que, en ese concepto de secularización parcial, las mujeres fueron
ocupando espacios de actuación pública mucho
mayores que los que tenían anteriormente. No es
menos evidente que al fracasar esas tendencias
secularizantes propiciadas, sobre todo, por los regimenes de cuño panarabistas y socialistas, más
o menos flexibles y,ocupado ese espacio por tendencias islamistas, es también evidente que con
la mujer se han vuelto a formulas de actuación
social que están mucho más en consonancia con
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 50
las situaciones tradicionales anteriores. Lo que podemos llamar la visión islámica de la sociedad pone el
papel de la mujer clarísimamente en
lo que podemos denominar la esfera
de lo privado. Y lo público es lo del
hombre. Se seguirán produciendo
grandes disturbios sociales, grandes
protestas mientras no se conquisten
las libertades
Durante mucho tiempo hemos tenido una visión del mundo árabe
que era monolítica y de pronto nos
hemos dado cuenta que no. Y los
que nos parecía un todo resulta que
tiene muchas partes diversas, que es heterogéneo
y dentro de esto convergen en muchas cosas y
divergen en muchas otras. Aquello en lo que divergen son los intereses materiales, en los mecanismos de seguridad. Convergen en las cuestiones
espirituales, por ejemplo, la lengua, por eso cualquier planteamiento antiárabe niega la existencia
de la lengua árabe. En eso coinciden en lo espiritual, en la cultura acumulada. Es un mundo profundamente heterogéneo.
Algo que se está tratando de provocar en el próximo oriente es una reordenación de la zona, una
formula de recomposición en la cual, lo que podemos llamar la arabidad, va a salir perdiendo,
los agentes locales, regionales que son fundamentalmente cuatro: la arabidad, la iranidad, la turquidad y la israelidad están presentes desde hace
tiempo. Algo que se pretende desde fuera es que
ninguno de esos principios sean predominantes,
se trataría de que haya una nueva balanza de poderes. Dentro de esa balanza, la arabidad va a
salir perdiendo si no sabe organizarse y parece
que no sabe organizarse. La disputa se va a establecer entre las otras tres. Y eso es lo que se está
viviendo en la actualidad. También tengo clara
otra cosa. Casi me atrevería a afirmar que los próximos acontecimientos más importantes se van a
producir en la península arábica. La situación de
Iraq, Siria, Jordania, Líbano, Egipto y yo me
atrevo a pensar que el escenario de las concentraciones, la situación en la que están los Emiratos
Árabes Unidos, el cambio que se ha producido en
la línea sucesoria de Arabia Saudí, es la península
arábica y a lo mejor ese es el último escenario de
la tragedia.
E
l peligro mayor que tiene el
Estado Islámico es para los
propios musulmanes y esto viene
a empeorar la situación de los
enfrentamientos confesionales entre los
dos mundos interpretativos del Islam.
El peligro mayor que tiene el Estado Islámico
es para los propios musulmanes y esto viene a
empeorar la situación de los enfrentamientos confesionales entre los dos mundos interpretativos
del Islam.
Carmen Rivas. En todo esto, donde queda Palestina, sus reivindicaciones, su pueblo, su tierra,
sus derechos.
Pedro Martínez Montávez. Curiosamente, los
disturbios que ha habido en el mundo árabe no
han favorecido la causa Palestina. Los atentados
islamistas tampoco favorecen el hecho palestino.
A Palestina eso no le favorece nada. Una reivindicación que siempre ha sido una petición absolutamente justa, como han sido los derechos del
pueblo palestino pues está peor que hace unos
años. ¿Qué está ganando el proyecto palestino
con todo esto? Yo creo que va perdiendo posibilidades. Como dice un periodista: palestina ha dejado de ser noticia, ya no vende, no es noticia de
primera página. 3
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 51
Ricard Ibarra Ollé | Presidente de Archiveros sin Fronteras
Archiveros sin Fronteras:
Solidaridad archivística al servicio de la memoria
histórica y los derechos humanos
L
a Organización no Gubernamental Archiveros sin Fronteras (AsF) se constituyó en Barcelona en el año 1998, con el propósito de
acometer proyectos solidarios en el ámbito de los
archivos y del patrimonio documental en general.
En el plano profesional, la constitución y la actividad de AsF es, sin duda, un componente de normalización de la profesión de archivero, de forma
que, igualmente a otras profesiones más conocidas y reconocidas que realizan meritorias tareas
de solidaridad internacional, los archiveros puedan aportar también su grano de arena.
En este sentido, es evidente el papel clave del
patrimonio documental como testimonio de la
memoria histórica y la identidad de los pueblos y
de las instituciones, entidades y personas que los
conforman y, en la vertiente mas social, a menudo
como prueba de las vulneraciones de los derechos
básicos de los ciudadanos, un aspecto en el que
los archivos desempeñan un papel fundamental.
Por otra parte, la correcta gestión de los archivos
públicos permite conseguir una mejora en la organización administrativa de las instituciones,
factor clave para garantizar los derechos de los
ciudadanos, ya sea respecto al acceso a la información que les atañe o a la necesaria transparencia que las administraciones deben aportar; por
tanto, la relación entre buen gobierno y eficacia
archivística es estrecha, aunque aún hoy sea todavía un factor a mejorar.
Los principios que inspiran a AsF son los de
cooperación y solidaridad en todo aquello que
afecta a la gestión documental y los archivos, en
este sentido, trabajamos con las instituciones y
entidades que tienen su patrimonio documental
en peligro por causas ajenas a su voluntad, como
pueden ser los países que han sufrido desastres
naturales, conflictos bélicos o en los cuales sus
ciudadanos hayan sido perseguidos por su ideología o creencias.
L
a correcta gestión de los archivos
públicos permite conseguir una
mejora en la organización
administrativa de las
instituciones, factor clave para garantizar
los derechos de los ciudadanos, ya sea
respecto al acceso a la información que les
atañe o a la necesaria transparencia
La dimensión internacional de la entidad se
concreta en la existencia a día de hoy de asociaciones de Archiveros sin Fronteras en un total de
12 países, además de España: Argentina, Bolivia,
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 52
Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos,
Francia, México, Peru, Uruguay y Noruega.
AsF ha participado y participa en diversos proyectos que tienen en el tratamiento archivistico
el principal componente para la defensa de los
derechos humanos; por citar algunos, podríamos
mencionar el Proyecto de recuperación y acceso
a los archivos de regímenes represivos de Latinoamérica, un trabajo iniciado en 2005, que fue
presentado en sociedad en junio de 2012, y que
ha dado lugar a una web en donde se centraliza la
información que aportan las diferentes organizaciónes de Archiveros sin Fronteras de Latinoamérica; o también el apoyo al archivo Nacional
Saharaui, un elemento clave en el mantenimiento
de la identidad nacional del pueblo saharaui.
Igualmente, se está apoyando el trabajo del Archivo Histórico de la Policía Nacional de Guatemala, hallado en 2005, que está permitiendo encontrar abundante información de personas
desaparecidas y sobre la función represora de este
cuerpo de seguridad guatemalteco, en colaboración con el ejército, sobre la población civil. AsF
forma parte del Consejo Consultivo Internacional,
un organismo que vela por la integridad del fondo
del archivo y apoya su trabajo, al mismo tiempo
que realiza difusión de la importancia del archivo
como testimonio de las atrocidades cometidas por
los regimenes dictatoriales en Guatemala, y aporta
material de tratamiento archivístico en la medida
de sus posibilidades.
También se está trabajando en la organización
y el tratamiento de los archivos de los “Casals Catalans”, que permite conocer y preservar la memoria histórica de la emigración catalana a América, así como el exilio provocado por la Guerra
Civil.
En España, AsF ha organizado diversas Jornadas: La protección del patrimonio documental en
el ámbito de la cooperación internacional (2001)
Archivos y Derechos Democráticos (2003), Archivos y Desarrollo (2005) Los Cooperantes, el
eje de la cooperación (2007) Cooperar formando,
formando cooperantes (2010), Archivos, identidad y exilio (2012) y el Congreso Internacional
Archivos y Derechos humanos: el acceso y la desclasificación de los documentos (2008). Está actividad se inscribe en la dinámica de realizar difusión sobre la importancia del papel de los
archivos, especialmente para sensibilizar a la so-
E
l derecho a la información debe
ser un valor de primer orden en
cualquier sociedad democrática y
los archivos deben ser el
mecanismo sobre el que se asiente este
derecho
ciedad sobre esta estrecha relación con la defensa
de los derechos humanos y colabora con la Plataforma para la Comisión de la Verdad, en sintonía
con los criterios de justicia y transparencia que
guía su actividad.
Asimismo, AsF colabora en España con la Plataforma para la Comisión de la Verdad, un organismo que persigue, entre otros objetivos, el acceso y la desclasificación de documentos de la
guerra civil y la posguerra, hoy aún catalogados
de reservados, para poder determinar posibles
responsabilidades de vulneración de los derechos
humanos y disponer en cualquier caso de una memoria histórica correctamente documentada.
Ciertamente, el derecho a la información debe
ser un valor de primer orden en cualquier sociedad democrática y los archivos deben ser el mecanismo sobre el que se asiente este derecho, por
ello resulta de plena actualidad aquella frase que
se inculcaba a los estudiantes de archivística, allá
por los años 90: la calidad democrática de una
sociedad se mide por el funcionamiento de sus
archivos. Entonces lo veíamos claro, hoy, todavía
mas. 3
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 53
Susana Alba | Fundación 1º de Mayo
El problema de los super-millonarios
LINDA McQUAIG & NEIL BROOKS: El problema de los super-millonarios: cómo
se han apropiado del mundo los super-ricos y cómo podemos recuperarlo. Madrid,
Capitán Swing, 2014, 299 págs.
Digamos de entrada que El
problema de los super-millonarios es un libro altamente
recomendable en los tiempos
que estamos viviendo. Su lectura ayuda a comprender, más
si cabe, las políticas llevadas a
cabo en los últimos siete años
y las consecuencias que su
aplicación están provocando
en nuestra sociedad. Cuando
después de décadas se había
conseguido reducir la desigualdad con una mayor redistribución de la riqueza y la educación, las viejas conquistas
están desapareciendo, especialmente en nuestro país, según los datos e informes realizados por diversos organismos
de probada solvencia.
McQuaig y Brooks a partir
de los casos de EE.UU. y Gran
Bretaña, analizan los devastadores resultados que
para el conjunto de la sociedad han tenido las políticas noliberales implementadas a partir de la
década de los años ochenta del siglo pasado. Políticas que han provocado una enorme brecha social sin precedentes, entre las personas con más
renta y las que tienen menos. Hecho significativo
si atendemos, como bien señalan, a que se venía
de una época -1940-1980- en la que las desigualdades se habían reducido, provocando sociedades
más igualitarias, prósperas y de gran bienestar
social.
Los autores presentan un mundo catastrófico
como resultado de una serie de iniciativas de
causa-efecto que han ocasionado el enriquecimiento desmedido de unos pocos, en detrimento
del conjunto de las sociedades del mundo occi-
dental. Afirman que el
hecho de ser muy rico
provoca la concentración del poder político
en sus manos; es decir
genera plutocracia. Esto
supone una amenaza
para el sistema político
democrático y en última
instancia la destrucción
de la vida humana, ya
que los lobbies de empresas de combustibles
fósiles, en defensa de
sus intereses económicos, están propiciando
el cambio climático desoyendo todos los informes científicos sobre las
desoladoras consecuencias que tiene el calentamiento para la vida
del planeta.
L
os autores presentan un mundo
catastrófico como resultado de
una serie de iniciativas de causaefecto que han ocasionado el
enriquecimiento desmedido de unos pocos,
en detrimento del conjunto de las
sociedades del mundo occidental.
Demuestran asimismo que el reparto equitativo
de la renta es posible como bien hicieron, tras la
Segunda Guerra Mundial Estados Unidos y Gran
Bretaña con el establecimiento del New Deal, la
creación del estado del bienestar británico de Beveridge y su sistema de seguridad social, así como
NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 54
la puesta en marcha de las políticas económicas
inspiradas en las teorías de Keynes. En ambos
países la mayor prosperidad económica tuvo lugar
cuando las sociedades fueron más igualitarias. Es
decir, cuando los más desfavorecidos contaban
con la protección del estado y éste garantizaba
unos servicios mínimos para todos haciendo que
la economía se moviese, creara bienes y empleo
y, por lo tanto, hubiese consumo y emprendimiento.
Por otra parte, en el libro se señala que la desigualdad no es vista como una amenaza, ni se le
otorga la importancia que se concede a la pobreza.
Sin embargo, la desigualdad crea sociedades paralizadas, temerosas y mudas, incapaces de reaccionar por el miedo a perder lo poco que poseen.
Los datos que se nos ofrecen demuestran que los
países con sociedades más igualitarias y con mayor bienestar social, son aquellos que presentan
los más sólidos sistemas democráticos y cuentan
con un sistema fiscal vigoroso que garantiza los
servicios a todos sus ciudadanos. Países con una
fuerte clase media valoran más la educación, tienen mejores sistemas de gobernanza, con un mayor compromiso político y las administraciones
funcionan mejor. Hoy los países nórdicos son los
que más se ajustan a este modelo, al conservar
niveles altos de protección social, un sistema fiscal
elevado y sociedades más igualitarias. Con ello se
destierra la idea de los partidos conservadores
que afirman que los programas sociales financiados con los impuestos resultan ineficaces y de alto
coste.
Se critica asimismo en el libro el enriquecimiento desmedido por puro egoísmo sin que revierta en la sociedad, que es la que con su sacrificio
ha generado las inmensas fortunas. Por eso se
cuestiona la idea, muchas veces esgrimida por los
ricos, de la meritocracia como base del enriquecimiento. Y ello porque las más de las veces procede de la pura especulación y no del talento. Son
también los cambios legales y políticos que re-
cortan los derechos laborales y sociales, así como
la legislación favorable a las empresas y a las finanzas los que dan lugar a la fortuna de unos pocos. No porque la hayan creado, sino porque se la
han arrebatado al resto de la sociedad.
En este punto, McQuaig y Brooks ponen como
ejemplo el cambio en la regulación bancaria de la
década de los años setenta y ochenta que dio lugar
a la posterior crisis financiera de 2008. En efecto,
pues con las nuevas reglas de juego cuando las
inversiones temerarias resultaron exitosas los
bancos se quedaron con los beneficios. Sin embargo, cuando salieron mal, las pérdidas fueron
asumidas por los contribuyentes, con la intervención del Estado. Esta intervención estatal que ha
castigado a la sociedad en su conjunto, ha de ser
reparadora, según nuestros autores, mediante una
redistribución de los nuevos beneficios. Esto significa un sistema tributario más progresivo, con
subidas de impuestos a los más ricos. Porque, según creen firmemente, una mejor redistribución
de la riqueza entre la sociedad hace que ésta tenga
un mayor control sobre los procesos democráticos. De tal modo que facilita la promulgación de
leyes favorables a los trabajadores que, por añadidura, reducen las desigualdades.
Aunque El problema de los super-millonarios
presenta un panorama algo sombrío, también
ofrece posibles vías para salir de la crisis en la
que permanecen las sociedades occidentales. Entre tanto, se ha producido la victoria de Syriza en
Gracia, las políticas de gasto público de Obama,
así como las primeras voces clamando en Europa
soluciones distintas a la estricta austeridad. En
España la izquierda se encuentra en un proceso
de reconfiguración. ¿Quiere esto decir que algo
en la sociedad occidental en general y en la española en particular empieza a cambiar? ¿Se confirma una mayor participación y exigencia por
parte de la sociedad hasta el punto de querer tomar las riendas de su destino, sin plegarse a los
intereses de unos pocos? 3