Valores en el servicio público en México: caso Instituto Politécnico Nacional María Elena Rosas Sánchez Instituto Politécnico Nacional, ESIA, UZ A lo largo del tiempo, el ser humano ha ido configurando una moral social que sirva de referente para la convivencia social. Sobre la ética en el servicio público se han formulado diversos elementos que deben existir, entre los que se cuentan: probidad, responsabilidad, lealtad institucional, transparencia, imparcialidad, eficiencia y eficacia, respeto, apego a la ley y vocación de servicio, entre otros. Un aspecto importante sobre los valores, es el escaso conocimiento que de este tema se tiene actualmente. Es necesario proponer una noción de valores que responda a las demandas de una sociedad que presenta cambios vertiginosos en aras de un supuesto desarrollo, paradójicamente caracterizado por la anarquía y falta de planeación, que evade en casi todos los sectores políticos y educativos su responsabilidad de educar para la vida. En el Instituto Politécnico Nacional, vemos una educación que prepara para el trabajo, sin embargo pese a los esfuerzos dicha educación sigue basada en métodos rudimentarios y por lo tanto solo puede formar hombres rudimentarios, sin visión del futuro. Lo vivimos diariamente ya que cuando los profesionistas egresados de esta casa de estudios se convierten en servidores públicos de esta gran institución, muchas veces realizan su trabajo con ineficiencia y prepotencia, llevando sus actividades públicas al revanchismo y venganzas, dejando a un lado el bienestar social. Es necesario educar a hombres capaces de responder éticamente a las necesidades de la época, por lo tanto, debemos hacer una reflexión para entender el entorno en materia de valores. Es urgente un compromiso y acciones educativas que generen nuevos conocimientos y promuevan la ejecución de estrategias, métodos y técnicas novedosas que complementen y fortalezcan una verdadera formación sistemática e integral de la sociedad, de modo que surjan profesionistas, servidores públicos y políticos verdaderamente responsables y sensibles a los problemas de su entorno. Es conveniente hacer notar que mientras se rinde culto a la información y al simple conocer, no se da importancia a la sabiduría y al desarrollo de la conciencia. Según varias organizaciones mundiales, la tecnificación y el desarrollo tecnológico podrían contribuir a desajustes sociales, por lo que el futuro no solo se podrá conquistar con industrialización y tecnología sino también con una comprometida educación de valores. Al hablar dentro de una institución educativa sobre valores es importante primeramente definir que son los valores. El concepto de valor tiene diferentes interpretaciones, una sería: propiedad o característica de una cosa que la convierte en necesaria y apreciable; otra sería carácter, cualidad o principio ideal propio de los seres, acciones u objetos que suscitan admiración, aprecio o complacencia; Una más, cualidades o características que hacen valer una cosa. Entre los diferentes tipos de valores podemos mencionar el económico o material que se refiere básicamente a la capacidad de las acciones u objetos para producir riqueza o desarrollo material. Un ejemplo de estos valores: productividad, ganancia, liderazgo, competitividad, mercancía, dinero, riqueza, etcétera. Otro tipo de valores por mencionar es el estético, que se refiere a propiedades o componentes de las obras de arte, paisajes naturales, objetos, etc., para producir goce estético o algún tipo de exaltación emocional. Uno más es el pragmático o de uso, referente a funciones o propiedades de las herramientas, utensilios, máquinas, etc., para resolver problemas prácticos. Finalmente mencionaremos el ético, que se refiere a convicciones acerca de las acciones, atributos humanos o condiciones vinculadas con el bien hacer y el desarrollo del hombre, en armonía con su entorno. El ser humano posee los valores de las diferentes categorías, solo que la prioridad que se le otorga a cada tipo de valor difiere de una persona a otra. Los valores se aprenden en principio en la familia, posteriormente en la escuela, con los amigos y en la sociedad en general. Los valores pueden definirse como un conjunto de factores y creencias que el ser humano considera importantes para su desarrollo integral, para su convivencia en armonía con la sociedad y sus semejantes. Los valores también representan lo que un grupo de personas considera como bueno y deseable para su convivencia y desarrollo. Otra forma de entender los valores es que se constituyen como un objetivo al que la comunidad aspira es a la búsqueda continua por mejorar y perfeccionarse. Los valores sirven como pautas de conducta regidas o ligadas a la moral y asociadas al nivel cultural. Proporciona las guías para identificar si una acción es correcta o incorrecta. De acuerdo a la moral propia de una sociedad. Es por ello que se afirma que los valores funcionan como estándares o normas que deben ser cumplidas por los ciudadanos. De igual manera, los valores sirven como base para tomar decisiones y en el manejo de conflictos del ser humano, ya que la solución a éstos estará dada por los valores más importantes para la persona, en función de su escala o jerarquía de valores que es la forma en que una persona ordena sus valores en función de la importancia que individualmente les atribuye. Los valores sirven también como motivación, ya que su desarrollo y ejercicio es perfectibles, es decir, que siempre se puede mejorar. Los valores ayudan a que el ser humano busque ser cada día mejor en función de estos valores. Cada persona actúa conforma a los valores de una sociedad, ella se siente parte de la misma por lo que se puede afirmar que los valores sirven para la adaptación, integración e identidad social. Así como hay una escala de valores, también la hay de valores inmorales o antivalores. La injusticia, la deshonestidad, la intransigencia, la intolerancia, la traición, la irresponsabilidad, la indiferencia, el egoísmo, son ejemplos de estos antivalores que rigen la conducta de las personas inmorales. Una persona inmoral es aquella que coloca frente a la tabla de valores en una actitud negativa, para rechazarlos o violarlos. Es lo que llamamos una persona sin escrúpulos, fría, calculadora, insensible al entorno social que la rodea. El camino de los antivalores es a todas luces equivocado, porque no sólo nos deshumaniza y nos degrada, sino que nos hace merecedores del desprecio, la desconfianza y el rechazo por parte de nuestros semejantes, cuando no del castigo por parte de la sociedad. Uno de los graves problemas que aquejan a la sociedad mexicana es la corrupción, la cual a 2 establecido sus redes en todos los niveles y sistemas. Por lo tanto es necesario contrarrestarla, principalmente con educación y conocimientos sobre valores. Es el servidor público, también de todos los niveles incluyendo en las instituciones educativas quienes deben de dar el ejemplo de éstos. Es urgente un esfuerzo educativo orientado a la prevención de las prácticas incorrectas en el servicio público. Debemos inculcar ideas y puntos de reflexión acerca de la responsabilidad ética de los funcionarios públicos, como personas a quienes se les ha confiado los servicios públicos del Estado. El problema de las faltas a la ética pública es enfocado a partir de un enfoque centrado en la persona, ya que se considera que el conocimiento y la sensibilización moral, contribuyen de modo importante al desarrollo de actitudes positivas que facilitan la interiorización de los valores necesarios para lograr una administración honesta del servicio públicos. Es decir, se parte de la premisa de que la educación y el conocimiento sobre ética son fundamentales para que los funcionarios lleguen a ser personas capaces de usar adecuadamente su libertad, sin violar los principios y normas establecidos para el logro del bien común en su organización y en la sociedad. Es necesario crear un programa que contemple varios objetivos que se podrían solicitar al servidor público, entre ellos podemos mencionar: el inculcar ideas y valore que faciliten el fortalecimiento del carácter y la responsabilidad moral de los servidores públicos, como fundamento para una mejor competencia profesional, el mantenimiento de relaciones humanas respetuosa y el logro de bien público. Al finalizar la actividad, los participantes estarán en capacidad de: explicar los principales aspectos conceptuales de la ética y sus valores, en relación con el proceso de humanización y mejoramiento del servicio público; Diferenciar distintos tipos de valores y su importancia para el desarrollo de las personas y las organizaciones; Usar con mayor responsabilidad ética la libertad individual, tanto en el desempeño del cargo, como en las relaciones con los compañeros de trabajo; Asumir una actitud de compromiso personal con la ética pública como medio para superar el deterioro moral que afecta la calidad y la imagen del servicio público. Es recomendable hacer hincapié en el concepto de los valores. Los valores son cualidades o modelos de comportamiento que pueden ser estimados y practicados en procura del bien moral. Su esencialidad consiste en ser algo que vale, es decir, lo propio del valor es el valer. Si bien los valores pueden abstraerse y entenderse como realidades, en la vida practica los identificamos asociados con las acciones, las cosas y las personas. Así por ejemplo, la humildad como concepto o valor en sí se manifiesta en las acciones humildes que distinguen a ciertas personas, haciéndolas dignas de admiración. Los valores también pueden entenderse como objetos de preferencia o de elección en la medida que afectan nuestra facultad estimativa que nos induce a preferirlos y elegirlos. En este sentido, los valores se definen siempre en relación con las personas, para quienes constituyen objetos de preferencia que favorecen su perfeccionamiento ético. En general, las distintas clases de valores morales, estéticos, sociales, vitales, espirituales, etc., pueden ser ordenados jerárquicamente considerando la importancia que estos tienen para el desarrollo moral y espiritual de las personas. 3 Toda organización posee sistemas de valores, creencias y modelos de comportamiento que conforman su identidad. Estos valores, creencias y modelos no pueden concebirse de modo aislado, pues están interconectado con los valores y pautas de conducta prevalecientes en la totalidad del sistema social del que se nutre la organización. Por ello la vida organizacional contiene sistemas de valores que reflejan la realidad social a la que pertenece, independientemente del negocio o del servicio que justifique su razón de ser. Al igual que en el individuo personal, los valores morales son fundamentales para la realización y perfección de las organizaciones. El convencimiento de que la base de toda organización es su gente, vista como personas libres y dignas de respeto y no como simples instrumentos de producción, es el primer paso para desarrollar acciones de formación y promoción de valores. A partir de esta realidad humana tiene sentido todo lo demás, misión, objetivos, metas, estrategias, políticas y normalización. Por ello mismo la formación en valores tiene como punto de partida la sensibilización ética de los lideres y colaboradores, considerados en su dimensión de personas libres, capaces de adoptar y realizar valores en el plano organizacional y social. El reconocimiento del valor humano de los actores de la organización tiene que empezar por sus máximas autoridades, quienes deben usar su poder en forma democrática, dándole a cada trabajador el valor que merece, independientemente de la posición o el cargo que ocupe. Quienes ocupan cargos de liderazgo tienen el deber de conciliar la misión, los valores y las normas y las pautas de comportamiento con los principios de moralidad que procuren el respeto absoluto por la identidad personal e cada integrante de la organización. Este respeto absoluto entraña un alto concepto de la vida humana, según el cual, quienes trabajan para una organización no constituyen exclusiva ni fundamentalmente, una fuerza de trabajo, sino antes que nada, personas con una profunda realidad espiritual que las hace merecedoras de un trato digno, tanto en lo físico como en lo psicológico. Trasladando los valores al campo de nuestra institución, los altos mandos son los responsables por promover los valores dentro de la organización institucional. No debemos olvidar que la cultura organizacional es la personalidad de la institución y lo que diferencia a una universidad de otra. Así es como dentro de la cultura de la institución se incluyen desde los conocimientos, creencias y valores hasta las políticas, procedimientos, capacidades y habilidades adquiridas por las personas en tanto los miembros de la comunidad que trabajamos en ella, cuando las personas conviven van formando un algo en común, como una personalidad colectiva, sin perder sus diferencias individuales. Al ingresar personas nuevas a la institución, muchas veces no se les socializa adecuadamente, es decir, no solo capacitarlos técnicamente para el trabajo, sino culturalmente: como vestirse, a que hora se reúnen y con quien, como son las reuniones de trabajo, como se relacionan las personas al interior de las escuelas, quienes son los directivos, como son los sistemas de comunicación interna y externa entre otros. Comprender la cultura de la institución es importante para que las personas lleguen a conocer cuales son las conductas apropiadas y esperadas dentro de la institución. Es así como cuando una persona no se desempeña según lo esperado, una de las razones suele ser que no se ha adaptado a la cultura organizacional. 4 Por lo tanto, es importante que nuestra institución asuma la responsabilidad de crear los elementos educativos para contrarrestar las practicas incorrectas en las funciones administrativas desarrolladas en el IPN. Debemos comprender que el principal objetivo de la educación es dar un apoyo eficaz y planificado al desarrollo del hombre, que le permita madurar sus potencialidades para que pueda enfrentar los retos del mundo moderno. La educación actual es el resultado de un largo proceso de evolución a través de la historia, tanto los objetivos como los métodos y contenidos han variado como respuesta alas exigencias de los cambios históricos sociales de naturaleza diversa, como los ideológicos, filosóficos, religiosos y económicos de cada época. Tales cambios han dado lugar a movimientos como la revolución industrial capitalismo, comunismo etc. Los cuales mantienen una influencia entre dichos acontecimientos y los cambios sociales y educativos. Actualmente se observa una crisis de carácter económico, político, religioso ambiental y social que amenaza el sano desarrollo de la humanidad. Esta situación exige una respuesta urgente comprometida y eficaz de las ciencias del comportamiento, cuyo medio de ejecución deberá ser la educación. El mundo de los valores es amplio, complejo y en permanente transformación. En cada época aparecen nuevos valores o los viejos valores cambian de nombre. Todos somos libres, además de escoger nuestros valores y de darles el orden y la importancia que consideramos correctos de acuerdo con nuestra manera de ser y de pensar. Sin embargo, hay valores que no cambian, que se conservan de generación en generación, siempre y en todas partes. Valores universales que exigiríamos a cualquier persona. De los valores depende que llevamos una vida grata, alegre, en armonía con nosotros mismos y con los demás, una vida que valga la pena ser vivida y en la que podamos desarrollarnos plenamente como personas y trabajadores. Bibliografía Correa, M. E y Bravo, J. El programa de fortalecimiento del Posgrado Nacional. Ed. CONACYT. México. 1987. Cardona, A. formación de valores. Ed. Grijalbo. México. 1999. Harrison, R. Los enfoques de la cultura organizacional. Ed. Jorsey. 1986. Mintzberg, H. La estructura de las organizaciones. Ed. Ariel. Barcelona 1984. Programa de desarrollo institucional. IPN. 2000. Reseña biográfica. María Elena Rosas Sánchez. Profesora del Instituto Politécnico Nacional. Juan de Dios Bátiz S/N. Tel. 57296300 Ext. 53028. [email protected]. Nacida en el Distrito Federal, el 9 de agosto de 1953. Estudios profesionales en la Licenciatura de Matemático, en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1972 a 1976. Título de Ingeniero Civil en 1983 en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional. Maestra en Ciencias con especialidad en Administración Pública en la Escuela Superior de Comercio y Administración del Instituto Politécnico Nacional. Jefa de oficina en la Dirección General de Construcción y Operación Hidráulica en 1983-1986. Jefa del Laboratorio de Estructuras en la ESIA en 1986-1987. Jefa del Departamento de Difusión Cultural en la ESIA en 1987. Perito Responsable de Obra del Estado de México en 19865 1989. Traductora y Revisora Técnica para la Editorial Mc-Graw Hill Interamericana de México en 1989. Traductora y Revisora Técnica para la Editorial Nueva Editorial Interamericana en 1989-1991. Traductora y Revisora Técnica de Editorial Patria Cultural S. A. de 1999-2001. Miembro de la Comisión Editorial de la ESIA en 1992-1993. Directora de relaciones con pasantes del Instituto Politécnico Nacional y el Colegio de Ingenieros Civiles de México en 1992-1993. Jefa del Departamento de Difusión Cultural en la ESIA en 1994-1995. Jefa de materia en la Academia de Estructuras en la ESIA de 1990-2001. Profesora de la Academia de Estructuras de la ESIA de 1983-2004. Profesora-investigadora del IPN desde 1994-2004. Miembro de la Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos. Miembro de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica. Miembro de la Sociedad de Ingeniería Estructural. Presidenta y Fundadora de la Asociación de Mujeres Ingenieras. 6
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