Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum Año XLVII, número 18 (2.413) EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Ciudad del Vaticano 1 de mayo de 2015 En la basílica vaticana el Papa Francisco ordena a diecinueve sacerdotes y recuerda a Juan Pablo II El riesgo de elegir «Imitad al Padre que nunca se cansa de perdonar»: fue la encomienda que el Papa Francisco confió a los diecinueve sacerdotes ordenados el domingo 26 de abril, por la mañana, en la basílica de San Pedro. Al pronunciar la homilía ritual prevista por el Pontifical romano, el Papa la integró con añadidos personales, recomendando una atención especial al ministerio de la reconciliación: «Os pido que no os canséis de ser misericordiosos. En el confesonario estaréis para perdonar, no para condenar». Y al hablar de la celebración eucarística les dijo: «¡No lo hagáis de prisa! Imitad lo que celebráis». En otro momento se centró en las homilías: «que vuestras homilías —exhortó— no sean aburridas», sino que «lleguen precisamente al corazón de la gente porque brotan de vuestro corazón, porque lo que vosotros les decís es lo que tenéis en vuestro corazón». Al término de la celebración el Papa dirigió la oración del Regina caeli con los fieles en la plaza de San Pedro invitando a rezar por las víctimas del terremoto en Nepal, y recordando el aniversario de la canonización de Juan Pablo II. «Que resuene siempre —dijo— en vuestros corazones su llamada: “¡Abrid las puertas a Cristo!”, como decía con esa voz fuerte y santa que tenía». HOMILÍA Y 7 EN PÁGINA 7 Y REGINA CAELI EN PÁGINAS 6 Jesús Señor y siervo El buen pastor se hace cordero MAURIZIO GRONCHI El Pontífice expresa solidaridad fraterna y ayuda a la población afectada por el seísmo En Nepal la carrera contra el tiempo Así nace la misión cristiana Cuando dos personas se encuentran LUIS ANTONIO G. TAGLE EN PÁGINA 2 Videomensaje a los pobres de Roma Los sin techo en escena PÁGINA 3 Encuentro sobre la salvaguarda del planeta Una cuestión moral PÁGINA 11 El Sábado 25 de abril un terrible seísmo de 7,8 grados en la escala de Richter, azotó Nepal, causando hasta ahora más de seis mil víctimas y catorce mil heridos. Mientras se continúa escavando entre los escombros en busca de posibles supervivientes, el país está de hinojos: miles en la capital de Katmandú se quedaron sin casa y viven en campamentos. Falta la corriente eléctrica, las conexiones telefónicas son precarias y escasea la comida y el agua. Un día después se registró también una sacudida de reacomodo que tuvo la fuerza de 6,7 grados. «Solidaridad fraternal» hacia quienes se vieron afectados por el terremoto fue lo que el Papa Francisco pidió en el Regina caeli, quien aseguró su «cercanía a la población golpeada por un fuerte terremoto en Nepal y en los países limítrofes». Rezo —dijo— «por las víctimas, por los heridos y todos los que sufren a causa de esta calamidad. Recemos a la Virgen para que les esté cerca». Igualmente el sábado, en un telegrama firmado por el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, enviado al vicario apostólico de Nepal, el obispo Paul Simick, el Papa se declaró estar «profundamente afligido» por lo que sucedió. El Pontífice —se lee en el telegrama— «expresa su solidaridad con todas las personas afectadas por este desastre y asegura a todos los familiares de las víctimas su cercanía en su trabajo de recuperación y asistencia a los que se vieron afectados por esta tragedia». El gobierno nepalés declaró el estado de desastre natural y está coordinando las operaciones de ayuda. Pero tras una semana los trabajos de búsqueda resultan más difíciles y aún peores las incomodidades de los supervivientes. L’OSSERVATORE ROMANO página 2 viernes 1 de mayo de 2015, número 18 Así nace la misión cristiana Cuando dos personas se encuentran LUIS ANTONIO G. TAGLE En todas las fases del discernimiento vocacional: la formación en el seminario y la formación permanente, la purificación de la propia motivación hacia el ministerio ordenado se debe afrontar con valentía. Los factores personales, sociales y culturales que influencian la propia llamada se deben afrontar. Jesucristo, cuya misión la Iglesia continúa, es el modelo. Él se entregó a la misión. La misión le apasionaba. Para Él misión no es sólo un trabajo que se debe realizar sino también crecimiento de su relación íntima con quien llamaba Abbà, quien lo había enviado. Hace sólo lo Ad gentes Por los cincuenta años de la promulgación del decreto conciliar Ad gentes se celebró a finales de abril en la Pontificia Universidad Urbaniana un congreso internacional en el cual, entre otros, participó el cardenal prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos, Fernando Filoni, quien habló de la misión en la Evangelii gaudium. Publicamos los pasajes relevantes de la intervención del cardenal arzobispo de Manila sobre «Los obispos y el clero: orientaciones misioneras en la formación y en la pastoral». que Él ve que hace Abbà. No busca la propia voluntad sino la voluntad de quien lo ha enviado. Para Jesús misión significa ser enviado por el Padre, no ir donde elijo ir, no donde elijo estar, no donde es conveniente para mí, no donde he realizado mi carrera. Si los obispos y el clero se forman constantemente según el corazón misionero de Jesús, ellos cumplen la misión de Dios en lugar de aspirar a una posición. Sin una vida coherente de oración, alimentada por la humildad, los obispos y el clero podrían perder el sentido de ser enviados por Dios para los fines de Dios. Se enviarían a sí mismos, promoverían los propios objetivos y edificarían los propios reinos. No olvidemos que Jesús fue enviado para predicar la buena noticia a los pobres. Por ello «es necesario que la Iglesia, siempre bajo la inspiración del Espíritu de Cristo, siga la misma senda que Él siguió, es decir, el camino de la pobreza, de la obediencia, del servicio y del sacrificio de sí mismo hasta la muerte» (cf. Ad gentes, n. 5). Gracias a la solicitud pastoral, los obispos y el clero desean ofrecer un servicio ejemplar a sus diócesis, parroquias o lugares de ministerio. Existe, sin embargo, el peligro de que se concentren tanto en sus comunidades locales más cercanas que no se preocupen por conocer las necesidades y las realidades de la Iglesia más en general. No permitirían así ni siquiera a las situaciones de las demás Iglesias incidir en su vida eclesial local. Con un conocimiento insuficiente pierden el interés y el sentido de responsabilidad hacia las demás Iglesias. Su ministerio pastoral y las Iglesias locales que ellos sirven llegan a ser autorreferenciales. No se ven ni desafiadas ni enriquecidas por otras Iglesias. De ello pueden derivar consecuencias desastrosas; por ejemplo, la atención pastoral puede disociarse de la misión; las Iglesias locales se convierten en enclaves aislados perdiendo de este modo su plena identidad como Iglesia; la Iglesia universal llega a ser una abstracción. Un elemento necesario en la formación misionera de los obispos y del clero es la constante reflexión teológica sobre el conocimiento mutuo entre las Iglesias locales y la Iglesia universal. Ser autorreferencial o autosuficiente debilita a la Iglesia. Estar orientada hacia los demás, preocuparse por las demás Iglesias como si fuese la nuestra, vivir en comunión con las demás Iglesias, obrar o actuar rectamente a nivel local para el bien de la comunidad universal, hacen que la misión y la atención pastoral sean recíprocamente inclusivas. Esto, sin embargo, exige un sólido estudio eclesiológico de la relación entre la Iglesia universal y las Iglesias locales, del aspecto misionero de la colegialidad de los obispos y la formación misionera de todos los bautizados, según su llamada y condición de vida. Los obispos y el clero deben despertar, animar y formar a los laicos para la misión. Tienen que sentirse también en su propio ámbito con actitud de participación y colaboración en el compromiso misionero de las Iglesias locales. En Jesús, misión significa entrar en la condición humana, iniciar a conocer y comprender la fragilidad L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Ciudad del Vaticano [email protected] www.osservatoreromano.va Janet Brooks-Gerloff, «Emaús» (1992) humana uniéndose a ella. La misión de llevar el Evangelio a los pueblos requiere la comprensión de sus realidades a través de la solidaridad siguiendo el ejemplo de Cristo, sostenida por estudios sociales, culturales y antropológicos. Del mismo modo que nosotros misioneros vamos hacia esos mundos, vemos también cómo estos mismos mundos vienen a nosotros. Pueblos o naciones están en constante movimiento. Emigrantes, refugiados, medios de comunicación, tecnología digital han oscurecido los confines. No existe una Iglesia que sólo envía misioneros, como tampoco existe una Iglesia que sólo recibe misioneros. Sólo Dios envía. Y es también Dios quien viene. Nosotros somos todos enviados, y todos nosotros recibimos. Los obispos y el clero tienen que comprender las nuevas realidades a las cuales son enviados y que están llegando a sus mundos. Es necesario un aprendizaje experiencial y una comprensión compasiva mientras entramos en el fenómeno cada vez más complejo y ambiguo que tenemos ante nosotros. Una actitud de escucha, aprendizaje, diálogo, paciencia y disponibilidad para dejarse sorprender les permitiría dis- A través de Cor Unum La ayuda a la población de Nepal Después del terremoto que, durante el fin de semana, afectó con extraordinaria violencia el territorio de Nepal, el Papa Francisco —a través del Consejo pontificio «Cor Unum»— estableció enviar una primera contribución de cien mil dólares para socorrer a las poblaciones. Lo dio a conocer, el martes 28 de abril, un comunicado del dicasterio vaticano, donde destaca que la suma se enviará a la Iglesia local y se utilizará para apoyar los trabajos de asistencia en favor de los desplazados y de los que sufrieron el terremoto, como primera e inmediata expresión concreta de los sentimientos de cercanía espiritual y aliento paternal hacia las personas y los territorios afectados, que el Papa Francisco aseguró durante el Regina caeli del domingo 26. Conferencias episcopales y organismos de caridad católicos están ya ampliamente comprometidos en las operaciones de ayuda. GIOVANNI MARIA VIAN director Giuseppe Fiorentino subdirector TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE L’OSSERVATORE ROMANO don Sergio Pellini S.D.B. director general Marta Lago Servicio fotográfico [email protected] redactor jefe de la edición Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A. Redacción System Comunicazione Pubblicitaria via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano Via Monte Rosa 91, 20149 Milano teléfono 39 06 698 99410 [email protected] cernir la presencia activa del Espíritu Santo, que es el principal agente de la misión. Jesús cumplió su misión de predicar la buena noticia, reunir un nuevo pueblo y testimoniar el poder del reino de Dios sobre todo a través de su encuentro directo con las personas. Los versículos iniciales de la primera carta de san Juan describen la misión «metodológica» de los apóstoles: ellos comenzaron con su encuentro personal con Jesús que por turnos compartían con las personas que encontraban, para que, en la fe, estas personas pudiesen encontrar a la persona de Jesús. El trabajo misionero de cada día se ve aventajado por un modo de ver racional, por la planificación y el orden en la organización. En nuestro mundo que va siempre de prisa y cambia rápidamente, son indispensables aproximaciones sistemáticas a la misión. Los obispos y el clero tienen que aprender y desarrollar nuevas capacidades para el bien de la misión local y universal. Pero los obispos y el clero tienen que comprender también que cuando las circunstancias no permiten la realización de nuestros proyectos y de nuestra organización, la misión evangelizadora puede y debe continuar a través de sencillos encuentros humanos. Encontrar a las personas también en momentos y en lugares inesperados o no programados podría constituir un terreno fértil para la misión. Además, un encuentro personal no comporta grandes costes económicos. La misión no tiene que depender en cada ocasión de la disponibilidad de recursos económicos. Cuando dos personas se encuentran, se da la misión. Los obispos y el clero tienen que aprovechar todas sus capacidades relacionales y captar todas las ocasiones de encuentros humanos en la promoción de la misión. El obispo mismo y el clero deberían ser encarnación contemporánea de la misión de Jesús. Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00. Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164, e-mail: [email protected]. En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios, 222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25, + 52 55 5518 40 99; e-mail: [email protected], [email protected]. En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax + 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected]. En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82; e-mail: [email protected]. L’OSSERVATORE ROMANO número 18, viernes 1 de mayo de 2015 página 3 Un apelo la ciudad de Roma Los sin techo en escena «Una ocasión de diálogo» y de «intercambio significativo» para hablar de amor y solidaridad a la ciudad. Así destaca el Papa Francisco el sentido del espectáculo, «Si no fuera por ti», escenificado el martes 28 de abril, por la tarde, en el teatro Brancaccio de Roma, por los huéspedes de los centros de acogida de Cáritas. En un videomensaje dirigido a los protagonistas de la representación, el Pontífice recuerda que «la pobreza es la gran enseñanza que nos dio Jesús» e invita a la Iglesia de Roma a ser «madre atenta y amable con los débiles». Hermanos y hermanas ¡buenas tardes! Alguien me hizo saber que esta tarde, en el importante teatro de Brancaccio, vosotros, huéspedes de los centros de acogida de Cáritas de nuestra Iglesia de Roma, actuaréis en la representación titulada «Si no fuera por ti», que relata experiencias auténticas, difíciles, de abandono y marginación vividas por vosotros mismos. Esta iniciativa teatral habla Vitral de san José Labre (iglesia Saint-Honoré-d'Eylau, París) de vuestro amor por los hijos, los padres, la vida y Dios. Me alegra estar de este modo entre vosotros, para complacerme de vuestra valentía, para deciros que no perdáis la confianza y la esperanza. ¡Dios nos ama, nos quiere a todos! La modalidad con la que habláis a la ciudad la considero una ocasión de diálogo e intercambio significativo. Vosotros en escena —al mostrar capacidades escondidas, ayudados por profesionales expertos que supieron guiaros a vosotros actores a aflorar los recursos y las potencialidades de cada uno de vosotros— y los demás escuchando, y —estoy seguro de ello— maravillados por las riquezas que se ofrecen. ¿Quién piensa que un sin techo es una persona de la cual aprender? ¿Quién piensa que pueda ser un santo? Sin embargo, esta tarde vosotros seréis los que hagáis del escenario un lugar desde donde nos transmitiréis enseñanzas valiosas sobre el amor, sobre la necesidad del otro, sobre la solidaridad, sobre cómo en las dificultades se encuentra el amor del Padre. La pobreza es la gran enseñanza que nos dio Jesús cuando bajó en las aguas del Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista. No lo hizo por necesidad de penitencia, de conversión, lo hizo para ponerse en medio de la gente, la gente necesitada de perdón, en medio de nosotros pecadores, y cargar el peso de nuestros pecados. Este es el camino que eligió para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor de compasión, de ternura y de compartir. El Buen Samaritano que nos recoge golpeados por los salteadores. Escribía san Gregorio de Nisa, un gran teólogo de la antigüedad: «Considerad bien quiénes son los pobres en el Evangelio y descubriréis su dignidad: Ellos han revestido el rostro del Señor. En su misericordia Él les dio su propio rostro». Y san Agustín decía: «En la tierra Cristo es indigente en la persona de sus pobres. Es necesario, entonces, temer al Cristo del cielo y reconocerlo en la tierra: en la tierra Él es pobre, en el cielo es rico. En su humanidad misma subió al cielo en cuanto rico, pero permanece aún aquí entre nosotros en el pobre que sufre». También yo deseo hacer mías estas palabras. Vosotros no sois un peso para nosotros. Sois la riqueza sin la cual vanos son nuestros intentos de descubrir el rostro del Señor. Pocos días después de mi elección, recibí de vosotros una carta de felicitaciones y ofrecimiento de oraciones. Recuerdo que os respondí inmediatamente diciéndoos que os SIGUE EN LA PÁGINA 9 A la Fundación Juan Pablo II Solidaridad, la palabra clave «Solidaridad» es una de las palabras clave del pontificado de Juan Pablo II. Al recordarlo a los miembros de la Fundación que lleva el nombre del Pontífice polaco —a quienes recibió en audiencia el sábado 25 de abril, por la mañana, en la sala Clementina— el Papa Francisco invitó a mantener viva «la herencia espiritual» del Papa Wojtyła, de quien el lunes 27 se celebró el primer aniversario de su canonización. Queridos hermanos y hermanas: Os doy mi bienvenida a vosotros, miembros y amigos de la Fundación Juan Pablo II. Doy las gracias al cardenal Ryłko por haber introducido nuestro encuentro y agradezco a todos el compromiso que realizáis por llevar adelante las iniciativas de la Fundación y custodiar su espíritu. Y gracias también de corazón por el regalo de este cuadro de Jesús misericordioso. La canonización del Papa Juan Pablo II dio un nuevo impulso a vuestro trabajo, al servicio de la Iglesia y de la evangelización. Lo hizo, posiblemente, incluso más universal, como ya es universal el culto que le rinde el pueblo de Dios. Y vosotros ofrecéis una contribución valiosa a fin de que la herencia espiritual de este santo Pontífice continúe fecundando el gran campo de la Iglesia y sosteniendo su camino en la historia. Os agradezco especialmente las iniciativas de carácter educativo que lleváis adelante en favor de los jóvenes. En efecto, san Juan Pablo II tuvo siempre un gran amor hacia los jóvenes y un cuidado pastoral especial hacia ellos. Y vosotros contribuís a hacer que su carisma y su paternidad continúen dando frutos. También ofrecéis a los sacerdotes y laicos oportunidades valiosas de enriquecer su formación, para estar más preparados al acompañar a las comunidades haciendo frente a los desafíos culturales y pastorales de nuestros días. Para lograr este objetivo os podéis también valer del rico magisterio de doctrina social que san Juan Pablo II nos dejó, y que se demuestra más que nunca actual. Basta pensar en una de las palabras clave de su magisterio que es «solidaridad». Una palabra que alguien quizás pensó que debería decaer, pero que en realidad conserva hoy toda su fuerza profética. Por eso es importante que vosotros los primeros, en vuestra «red» de círculos de amigos de la Fundación, viváis esta solidaridad entre vosotros, alimentándola continuamente con la fraternidad cristiana, a su vez animada por la oración y la docilidad a la Palabra de Dios. Que la Virgen María os conceda esto, a la que san Juan Pablo II consagró toda su vida y su pontificado. Os doy las gracias, queridísimos, por esta visita. Os bendigo a todos vosotros y vuestro servicio, y os pido, por favor, que recéis por mí. Documento de los obispos españoles Al servicio del hombre La «preocupación» por el sufrimiento causado por la grave crisis económica, social y moral que afecta a la sociedad española; y la «esperanza» fundada en el testimonio de muchos miembros de la Iglesia que asisten precisamente a quienes han padecido mayormente las consecuencias de la crisis. Son estos los dos motivos principales que inspiraron el documento: Iglesia, servidora de los pobres, una instrucción pastoral aprobada por los obispos españoles en el curso de la reciente asamblea plenaria. Estructurada en cuatro partes, la instrucción pastoral comienza analizando la situación social hoy en día y los factores que están en el origen. Después enumera los principios de la doctrina social de la Iglesia que iluminan la realidad a partir de la fe. En el documento se indican también cuatro factores que están en la base de la situación social actual. El primero es la negación de la primacía del ser humano que se funda en la dignidad que Dios le dio. El segundo es el dominio de lo inmediato y del ámbito técnico en la cultura actual. El modelo social centrado en la economía es el tercer factor que explica la situación de crisis: la explosión de la burbuja inmobiliaria, el endeudamiento excesivo y la insuficiente regulación y supervisión que han conducido a efectuar recortes generalizados en los servicios. En cuarto lugar, encontramos como consecuencia de la lógica del crecimiento, una cierta idolatría mercantil, cuando en realidad, la actividad económica en sí misma no puede resolver todos los problemas sociales. Su recta ordenación al bien común, revelan los obispos, es incumbencia sobre todo de la comunidad política. De aquí la invitación a profundizar en la dimensión evangelizadora de la caridad y afrontar el desafío de una economía inclusiva y de comunión. L’OSSERVATORE ROMANO página 4 viernes 1 de mayo de 2015, número 18 Misa del Santo Padre en Santa Marta Un encuentro para cada uno Cada hombre tiene un encuentro personal con el Señor. Un encuentro verdadero, concreto, que puede cambiar radicalmente la vida. El secreto no está sólo en darse cuenta de ello, sino también en nunca perder la memoria del mismo, para conservar su frescura y belleza. Lo afirmó el Papa en la misa que celebró el viernes 24 de abril, por la mañana, en la capilla de Santa Marta. Con alguna «tarea para hacer en casa» y dos sugerencias prácticas: rezar para pedir la gracia de recordar y luego releer el Evangelio para reflejarse en los numerosos encuentros de Jesús. La primera lectura (Hch 9, 1-20), destacó inmediatamente el Papa Francisco, relata precisamente «la historia de Saúl-Pablo», el hecho de estar «convencido de su doctrina, incluso acérrima». Pero «este celo lo llevaba a perseguir este nuevo camino que había nacido allí, es decir, a los cristianos». Así Saúl «pidió las cartas para las sinagogas de Damasco con el fin de ser autorizado para llevar encadenados a los cristianos». Y «esto lo hacía con el celo de D ios». Luego, explicó el Papa, «sucedió lo que hemos escuchado y que todos sabemos: la visión, y él cayó del caballo». En ese punto, recordó el Papa Francisco, «el Señor le habla: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?” —“¿Quién eres, Señor?”— “Soy Jesús”». Se da así «el encuentro de Pablo con Jesús». Hasta ese momento Pablo «creía que todo lo que decían los cristianos eran historias». Pero «he aquí que se encuentra con Él y jamás olvidará ese encuentro: le cambia la vida y lo hace crecer en el amor al Señor que antes perseguía y ahora ama». Un encuentro, añadió el Papa, que lleva a Pablo «a anunciar el nombre de Jesús al mundo como instrumento de salvación». Así es como sucedió y lo que significó «el encuentro de Pablo con Jesús». «En la Biblia —afirmó el Papa Francisco— hay muchos otros encuentros». También «en el Evangelio». Y son «todos distintos» entre sí. Verdaderamente «cada uno tiene su encuentro con Jesús». Pensemos, sugirió el Papa, «en los primeros discípulos que seguían a Jesús y permanecieron con Él toda la tarde —Juan y Andrés, el primer encuentro— y fueron felices por esto». En tal medida que «Andrés fue al encuentro de su hermano Pedro —se llamaba Simón en ese tiempo— y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías”». Es «otro encuentro entusiasta, feliz, y condujo a Pedro hacia Jesús». Siguió, luego, «el encuentro de Pedro con Jesús» que «fijó su mirada en él». Y Jesús le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan. Te llamarás Cefas», «es decir piedra». Los «encuentros», recordó el Papa Francisco, son verdaderamente muchos. Está, por ejemplo, «el de Natanael, el escéptico». Inmediatamente «Jesús con dos palabras lo tira por los suelos». De tal modo que el intelectual admite: «¡Tú eres el Mesías!». Está también «el encuentro de la Samaritana que, a un cierto punto, se encuentra en una situación difícil e intenta ser teóloga: “Pero este monte, el otro…”». Y Jesús le responde: «Pero tu marido, tu verdad». La mujer «en el propio pecado encuentra a Jesús y va a anunciarlo a los de la ciudad: “Me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será tal vez el Mesías?”». El Papa Francisco quiso también que se reviviera «el encuentro del leproso, uno de los diez curados, que regresa para agradecer». Y, además, «el encuentro de la mujer enferma desde hacía dieciocho años, que pensaba: “Si al menos lograra tocar el manto estaría curada” y encuentra a Jesús». Y también «el encuentro con el endemoniado del que Jesús expulsa tantos demonios que se dirigen hacia los cerdos» y después «quiere seguirlo y Jesús le dice: “No, vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo”». Así, resumió el Pontífice, «podemos hallar muchos encuentros en la Biblia, porque el Señor nos busca para tener un encuentro con noso- nía que cambiar de vida y ser mejor o perdonar a una persona», «cuando sentí al Señor que me pedía algo» y, por ello, «cuando me encontré al Señor». Nuestra fe, de hecho, «es un encuentro con Jesús». Precisamente «este es el fundamento de la fe: he encontrado a Jesús como Saúl» tal y como lo relata el pasaje de los Hechos de los apóstoles propuesto por la liturgia. Y así, prosiguió el Papa Francisco, si uno se dice a sí mismo «no me acuerdo» del encuentro con el Señor, es oportuno que pida la gracia: «Señor, ¿cuándo fui consciente de encontrarte? ¿Cuándo me dijiste algo que cambió mi vida o me invitaste a dar aquel paso hacia adelante en la vida?». Y, recomendó el Papa, «esta es una bonita oración, hacedla cada día». Y cuando después «te acuerdes, regocíjate en ese recuerdo que es un recuerdo de amor». «Otra bonita tarea», propuso el Papa, «sería tomar los Evangelios» y releer las muchas historias que existen para «ver cómo Jesús encuentra tros» y «cada uno de nosotros tiene su propio encuentro con Jesús». Quizá, destacó el Pontífice, «lo olvidamos, perdemos la memoria» hasta el punto de preguntarnos: «Pero ¿cuándo yo me encontré con Jesús o cuándo Jesús me encontró?». Seguramente, precisó el Papa Francisco, Jesús «te encontró el día de tu Bautismo: eso es verdad, eras niño». Y con el Bautismo, añadió, «te ha justificado y te ha hecho parte de su pueblo». «Todos nosotros —afirmó el Papa— hemos tenido en nuestra vida algún encuentro con Él», un encuentro verdadero en el que «sentí que Jesús me miraba». No es una experiencia sólo «para santos». Y «si no recordamos, será bonito hacer un poco de memoria y pedir al Señor que nos dé la memoria, porque Él recuerda, Él se acuerda del encuentro». Al respecto el Papa Francisco hizo referencia al libro de Jeremías donde se lee: «Recuerdo tu cariño juvenil, el amor que me tenías de novia». Habla, por lo tanto, de «aquel encuentro entusiasta del inicio, aquel encuentro nuevo: Él jamás olvida, más bien nosotros olvidamos el encuentro con Jesús». Una «buena tarea para hacer en casa» sugirió el Papa Francisco, sería precisamente volver a pensar «cuando sentí verdaderamente al Señor cerca de mí», «cuando sentí que te- a la gente, cómo elige a los apóstoles». Y darse cuenta, quizá, de que alguno de los encuentros se «asemeja al mío», porque «cada uno tiene su propio» encuentro. He aquí entonces las dos sugerencias prácticas y concretas del Papa, «que nos harán bien». En primer lugar «rezar y pedir la gracia de la memoria» y preguntarnos: «¿Cuándo, Señor, fue ese encuentro, ese primer amor?». Para «no escuchar el reproche que el Señor hace en el Apocalipsis: “Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero”». La segunda sugerencia del Papa es, precisamente, «tomar el Evangelio y ver los numerosos encuentros de Jesús con muchas personas diversas». Resulta evidente, explicó, que «el Señor quiere encontrarnos, quiere que la relación con nosotros sea cara a cara». Seguramente «en nuestra vida hubo un encuentro fuerte que nos guió a cambiar un poco la vida y a ser mejores». Precisamente la celebración eucarística, concluyó el Pontífice, es «otro encuentro con Jesús, para realizar lo que hemos escuchado» en el Evangelio (Juan 6, 52-59): «El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él». Sí, precisamente para permanecer así «en el Señor, vamos ahora hacia este encuentro cotidiano». Abiertos a las sorpresas Pedir al Señor «la gracia de no tener miedo cuando el Espíritu, con seguridad, me dice que dé un paso adelante». Y pedir el «valor apostólico de llevar vida y no hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos». Esta es la doble recomendación con la que el Papa Francisco concluyó, el martes 28 de abril por la mañana, la homilía de la misa en la capilla de la Casa Santa Marta. Al comentar las lecturas del día, el Pontífice se centró especialmente en la primera, tomada de los Hechos de los Apóstoles (11, 19-26), en la que —recordó— se narra que «después de los primeros días de gozo, después de la efusión del Espíritu Santo, había en la Iglesia momentos bellos, pero también muchos problemas». Uno de estos era el hecho de que algunos predicaran «el Evangelio a los griegos, a los paganos, a los que no eran israelitas». En efecto, explicó el Papa Francisco, «esto era muy extraño, parecía una nueva doctrina». Por lo demás, observó, ya había «ocurrido el episodio de Pedro en la casa de Cornelio» que había suscitado indignación: «Pero tú fuiste allí, entraste en una casa pagana, has quedado impuro», le reprocharon. Ahora sucedía algo parecido: «tras la persecución, tras el martirio de Esteban» los discípulos se habían dispersado y en Jerusalén quedaban solamente los apóstoles. Algunos de los discípulos habían «llegado a Antioquía y predicaban en las sinagogas, a los judíos». Pero «otros, llegados de Chipre y de Cirene, comenzaron a hablar también a los griegos, anunciando que Jesús es el Señor: “Y la mano del Señor estaba con ellos y así un gran número creyó y se convirtió”». Así, cuando «la noticia “llegó a los oídos de la Iglesia de Jerusalén”, creó inquietud». Hasta el punto que los apóstoles «enviaron una especie de “visita canónica”, diciendo a Bernabé: “Ve, visítalos y luego veremos qué se hace». Sin embargo, «cuando Bernabé llegó y vio la gracia de Dios, se alegró y llevó tranquilidad y paz a la Iglesia de Jerusalén». En definitiva para el Papa el episodio narrado en los Hechos de los Apóstoles habla una vez más de «novedad», que irrumpe «en esa mentalidad» según la cual Jesús había venido solamente «para salvar a su pueblo, el pueblo elegido por el Padre». Una mentalidad incapaz incluso de percibir «cómo otros pueblos formaran parte» del plan divino de salvación. «Pero —advirtió el Pontífice, citando el libro de Isaías— estaba en las profecías». Sin embargo, ellos «no comprendían. No entendían que Dios es el Dios de las novedades: yo realizo algo nuevo, nos dice»; no comprendían «que el Espíritu Santo vino precisamente a esto, a renovarnos y obra continuamente para renovarnos». Es más, constató, «esto nos da temor. En la historia de la Iglesia podemos ver, desde entonces hasta hoy, cuántos miedos han suscitado las sorpresas del Espíritu Santo. Es el Dios de las sorpresas». Y a quien SIGUE EN LA PÁGINA 9 número 18, viernes 1 de mayo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 5 Visita «ad limina» de los obispos de Gabón No a las discriminaciones tribales y étnicas El Papa Francisco dirigió una invitación a «inmunizarse contra el riesgo dañoso de las consideraciones tribales y étnicas discriminatorias que son la negación misma del Evangelio» a los obispos de Gabón, a quienes recibió el lunes 20 de abril por la mañana, con ocasión de la visita «ad limina Apostolorum». A continuación, una traducción nuestra del discurso en francés que el Pontífice les entregó. Queridos hermanos en el episcopado: Me alegra acogeros con ocasión de vuestra visita ad limina Apostolorum. En peregrinación a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo, venís a sacar de su martirio, fundado en la fidelidad a Cristo muerto y resucitado, nuevas energías para continuar cada vez con mayor ardor vuestra misión de pastores y para consolidar vuestros vínculos de comunión con la Sede apostólica, reforzando también la colegialidad entre vosotros y con los obispos de todo el mundo. En su discurso en vuestro nombre, monseñor Mathieu Madega Lebouakehan, presidente de vuestra Conferencia episcopal, recordó algunos aspectos importantes de la vida de la Iglesia en Gabón. Le doy cordialmente las gracias, y también agradezco a cada uno de vosotros los sentimientos de devoción fiel al Sucesor de Pedro y el celo pastoral. En este año jubilar conmemorativo de diversos acontecimientos que han marcado la vida de la Iglesia en Gabón, en particular el 170º aniversario de su fundación, a través de vosotros deseo saludar y animar a los sacerdotes, religiosos y religiosas, y a los demás agentes de pastoral que colaboran con vosotros, así como a todos los fieles laicos de vuestras diócesis, a quienes me uno en la oración y en la acción de gracias. Queridos hermanos en el episcopado: Los valientes misioneros que anunciaron el Evangelio en vuestra tierra, en condiciones heroicas, así como los primeros cristianos gaboneses, que acogieron la buena nueva de la salvación con corazón generoso y la testimoniaron a menudo en medio de numerosas adversidades, son los pioneros de vuestra Iglesia local. Su recuerdo, su celo y su testimonio evangélicos no deben dejar de inspiraros en vuestra acción pastoral y constituir para toda la Iglesia en Gabón la fuente de un compromiso renovado para el anuncio del Evangelio como mensaje de paz, alegría y salvación, que libera al hombre de las fuerzas del mal para conducirlo al reino de Dios. El desarrollo del ministerio que se os ha encomendado en cada una de vuestras diócesis exige que se viva una auténtica fraternidad en el seno de vuestra Conferencia episcopal: «Para que todos sean uno…, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21). Esta exigencia de unidad y comunión nos la dejó Jesús mismo como herencia, como necesidad para que su Palabra se escuche y acoja y, por tanto, para el crecimiento de la Iglesia. La colaboración fraterna debe permitir responder de la mejor manera a las necesi- dades y a los desafíos de la Iglesia y velar con espíritu de colegialidad por el bien común de toda la sociedad. Desde esta perspectiva, habéis tomado recientemente la iniciativa de una jornada de oración por vuestro país. Así, la Iglesia testimonia que comparte las preocupaciones de todos los gaboneses y que el mensaje cristiano, lejos de apartar a los hombres de la construcción de un mundo cada vez más justo y fraterno, «al contrario, les impone como deber el hacerlo» (Gaudium et spes, 34). El Centre d’ètudes pour la doctrine sociale e le dialogue interreligieux, inaugurado en Libreville en 2011, también muestra vuestra preocupación por evangelizar las costumbres y las realidades sociopolíticas de vuestro país. Queridos hermanos en el episcopado: La unidad del presbiterio en torno a su obispo es ejemplar para ofrecer a los fieles el sentido de la Iglesia como familia de Dios. Se debe traducir, en particular, en una real preocupación por inmunizarse contra el riesgo dañoso de las consideraciones tribales y étnicas discriminatorias que son la negación misma del Evangelio. Este espíritu de comunión se expresa de modo particular a través de la atención fraterna que dirigís a la vida y a la misión de vuestros sacerdotes, en un diálogo constante, pero sin dudar en sancionar las situaciones que lo exigen, con justicia y caridad. Quiero destacar aquí cuán importante es la vida de oración para el sacerdote, puesto que el camino sacerdotal se unifica en Cristo. Así, el sacerdote estará plenamente disponible para Cristo y sus hermanos, y se pondrá generosamente al servicio de la transmisión de la Palabra y de la celebración digna de los sacramentos. Una sólida formación permanente contribuirá a reavivar el dinamismo apostóli- Audiencia al presidente del Ecuador El martes 28 de abril, por la mañana, el Papa Francisco recibió en audiencia al presidente del Ecuador, el señor Rafael Correa Delgado, con el séquito co para encontrar a los hombres y mujeres en su cultura y su lenguaje. Por eso debe dirigirse una atención particular a la preparación de la homilía y la catequesis. «La homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo» (Evangelii gaudium, 135). Los candidatos al sacerdocio merecen, a su vez, un lugar de relieve en vuestro corazón de pastores: estos jóvenes que, con un entusiasmo a veces lleno de dudas, desean consagrar su vida al Señor en el sacerdocio, tienen necesidad de sentir por parte de sus obispos solicitud y aliento, sinónimos de un acompañamiento efectivo en el indispensable y complejo proceso de discernimiento de las vocaciones. Tal discernimiento y la formación de los seminaristas se deben radicar ante todo en el Evangelio, y luego en los verdaderos valores culturales de su país, en el sentido de la honestidad, la responsabilidad y la fidelidad a la palabra dada (cf. Ecclesia in Africa, 95). Los religiosos y religiosas, que desde la fundación de la Iglesia en Gabón han mostrado un celo apostólico extraordinario al servicio del Evangelio, también tienen derecho a una atención privilegiada llena de afecto por vuestra parte. En este Año de la vida consagrada, os confirmo personalmente aquí la invitación que dirigí en tal sentido a todos mis hermanos en el episcopado: «Que este Año sea una oportunidad para acoger cordialmente y con alegría la vida consagrada como un capital espiritual para el bien de todo el Cuerpo de Cristo (…) y no sólo de las familias religiosas» (Carta apostólica a todos los consagrados con ocasión del Año de la vida consagrada, 5). Esta acogida se manifiesta a través de un diálogo constructivo y una colaboración constante con ellos en todos los niveles, así como con una cercanía espiritual y la promoción de los diversos carismas en vuestras diócesis. También os animo a seguir preocupándoos por despertar en los laicos el sentido de su vocación cristiana, exhortándolos a desarrollar sus carismas para ponerlos al servicio de la Iglesia y de la sociedad. La Iglesia es totalmente misionera por su misma naturaleza. Es necesario reconocer que una importante contribu- ción a la vitalidad de vuestras Iglesias proviene del celo de tantos fieles laicos que se comprometen en diversos niveles en la vida de las comunidades. Así pues, cada comunidad cristiana, cada cristiano está llamado a tener la valentía de dirigirse a los hombres y mujeres que tienen necesidad de la luz del Evangelio en su ámbito de vida. Por eso, la formación humana y cristiana de los laicos es un instrumento importante para contribuir a la obra de evangelización y desarrollo de las personas, preocupándose además por estar siempre «en salida» hacia las periferias de la sociedad (cf. Evangelii gaudium, 20). También habrá que preocuparse por presentar a los jóvenes el verdadero rostro de Cristo, su amigo y guía, a fin de que encuentren en Él un sólido anclaje para resistir a las ideologías y las sectas, así como a las ilusiones de una falsa modernidad y al espejismo de las riquezas materiales. Con este fin, hay que preservar el prestigio del que gozan las instituciones educativas católicas en vuestro país, gracias a una formación cada vez más inspirada por el espíritu del Evangelio. El Acuerdo entre la Santa Sede y la República gabonesa sobre el estatuto de la enseñanza católica, de 2001, ofrece a la Iglesia local un valioso apoyo en ese sentido, favoreciendo la promoción a todos los hombres y a todo el hombre (cf. Populorum progressio, 14), con una opción preferencial por los más pobres. Os animo, pues, a no dudar en en alzar la voz para defender a la persona humana, así como la sacralidad de su vida. En este período de preparación para el próximo Sínodo de los obispos sobre la familia, os invito a rezar y hacer rezar por su buen desarrollo, por un servicio mejor a todas las familias. Queridos hermanos en el episcopado: Al final de este encuentro, quiero aseguraros mi oración, encomendándome una vez más a las vuestras y a las de vuestras comunidades diocesanas. Con mi afectuoso aliento, que extiendo en particular a los sacerdotes, religiosos, religiosas, catequistas y a todos vuestros colaboradores, por intercesión de Nuestra Señora de Gabón, os imparto la bendición apostólica, implorando sobre vosotros y sobre toda la Iglesia en vuestro país abundantes gracias divinas. L’OSSERVATORE ROMANO número 18, viernes 1 de mayo de 2015 páginas 6/7 Durante el Regina caeli el recuerdo de Juan Pablo II Esa voz fuerte y santa Al término de la misa celebrada en la basílica vaticana, el Papa Francisco se asomó desde la ventana del palacio apostólico para la oración del Regina caeli con los fieles presentes en la plaza de San Pedro. Sucesivamente el Pontífice invitó a todos a redescubrir en la figura de Jesús, «Pastor bueno», la solicitud paternal de Dios «por cada uno de nosotros». Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! En la basílica vaticana el Papa Francisco ordena a diecinueve sacerdotes y recuerda a Juan Pablo II El riesgo de una elección En el confesonario para perdonar, no para condenar «Imitad al Padre que nunca se cansa de perdonar»: es una de las recomendaciones que el Papa Francisco hizo a los diecinueve sacerdotes ordenados el domingo 26 de abril, por la mañana, en la misa celebrada en la basílica de San Pedro. El Pontífice pronunció, en esencia, la homilía ritual prevista por el Pontifical romano para la ordenación de los presbíteros, integrándola con algunos añadidos personales. Muy queridos hermanos: Estos hijos nuestros han sido llamados al orden del presbiterado. Nos hará bien reflexionar un poco a qué ministerio serán elevados en la Iglesia. Como sabéis bien, el Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, pero en Él también todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido pueblo sacerdotal. ¡Todos nosotros! Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiere elegir a algunos en particular, para que, ejercitando públicamente en la Iglesia y en su nombre el oficio sacerdotal a favor de todos los hombres, continúen su misión personal de maestro, sacerdote y pastor. En efecto, así como el Padre le envió para esto, así Él, a su vez, envió al mundo primero a los apóstoles y luego a los obispos y a sus sucesores, a quie- nes por último les dieron como colaboradores a los presbíteros, que, al estar unidos en el ministerio sacerdotal, están llamados al servicio del pueblo de D ios. Ellos reflexionaron sobre su vocación, y ahora vienen para recibir el orden de los presbíteros. Y el obispo corre el riesgo —¡corre el riesgo!— y los elige, como el Padre corrió el riesgo por cada uno de nosotros. Ellos serán en efecto configurados con Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, o sea, serán consagrados como auténticos sacerdotes del Nuevo Testamento, y con este título, que los une en el sacerdocio a su obispo, serán predicadores del Evangelio, pastores del pueblo de Dios, y presidirán los actos de culto, especialmente en la celebración del sacrificio del Señor. En cuanto a vosotros, que vais a ser promovidos al orden del presbiterado, considerad que al ejercer el ministerio de la sagrada doctrina participaréis de la misión de Cristo, único Maestro. Dispensad a todos la Palabra de Dios, que vosotros mismos habéis recibido con alegría. Leed y meditad asiduamente la Palabra del Señor para creer lo que habéis leído, enseñar lo que habéis aprendido en la fe y vivir lo que habéis enseñado. Y que eso sea el alimento del pueblo de Dios; que vuestras homilías no sean aburridas; que vuestras homilías lleguen precisamente al corazón de la gente porque brotan de vuestro corazón, porque lo que vosotros les decís es lo que tenéis en vuestro corazón. Así se da la Palabra de Dios y así vuestra doctrina será alegría y sostén para los fieles de Cristo; el perfume de vuestra vida será el testimonio, porque el ejemplo edifica, pero las palabras sin ejemplo son palabras vacías, son ideas y nunca llegan al corazón e incluso hacen mal: ¡no hacen bien! Vosotros continuaréis la obra santificadora de Cristo. Mediante vuestro ministerio, el sacrificio espiritual de los fieles se hace perfecto, porque se une al sacrificio de Cristo, que por vuestras manos, en nombre de toda la Iglesia, se ofrece de modo incruento en el altar durante la celebración de los santos misterios. Cuando celebréis la misa, reconoced por tanto lo que hacéis. ¡No lo hagáis de prisa! Imitad lo que celebráis —no es un rito artificial, un ritual artificial— para que de esta manera, al participar en el misterio de la muerte y resurrección del Señor, llevéis en vosotros la muerte de Cristo y caminéis con Él en una nueva vida. De cuatro continentes «Aquí estoy», respondieron al ser llamados cada uno por su nombre al inicio del rito de ordenación. Diecinueve vidas al servicio de la Iglesia en el ministerio sacerdotal. Cada uno con su historia: «Dios que inició en ti su obra desde que eras un niño, la lleve a cumplimiento» dijo el Papa, mientras sostenía sus manos y les acogía como candidatos al orden presbiterial. Los nuevos sacerdotes ordenados en el domingo del Buen Pastor, en la 52º Jornada mundial de oración por las vocaciones, provienen de cuatro continentes: Corea del Sur, India, Madagascar, Chile, Perú, Colombia, Italia y Croacia. Trece de los nueve sacerdotes se han formado en seminarios de la diócesis de Roma: nueve en el colegio diocesano misionero Redemptoris Mater, tres en el Pontificio seminario romano mayor y uno en el seminario de Nuestra Señora del Divino Amor. De los otros seis, cuatro pertenecen a la congregación de la Familia de los discípulos, uno a la orden franciscana de los frailes menores conventuales (Croacia) y el otro es de rito siro-malabar, de la diócesis de Thamarassery (India). Al término de la Misa, el Papa, en la capilla de la Piedad, saludó a los neosacerdotes besando a cada uno las manos apenas consagradas. Con el Bautismo agregaréis nuevos fieles al pueblo de Dios. ¡Jamás hay que negar el Bautismo a quien lo pide! Con el sacramento de la Penitencia perdonaréis los pecados en el nombre de Cristo y la Iglesia. Y yo, en nombre de Jesucristo, el Señor, y de su Esposa, El cuarto domingo de Pascua —éste—, llamado «domingo del Buen Pastor», cada año nos invita a redescubrir, con estupor siempre nuevo, esta definición que Jesús dio de sí mismo, releyéndola a la luz de su pasión, muerte y resurrección. «El buen Pastor da su vida por las ovejas» (Jn 10, 11): estas palabras se realizaron plenamente cuando Cristo, obedeciendo libremente a la voluntad del Padre, se inmoló en la Cruz. Entonces se vuelve completamente claro qué significa que Él es «el buen Pastor»: da la vida, ofreció su vida en sacrificio por todos nosotros: por ti, por ti, por ti, por mí ¡por todos! ¡Y por ello es el buen Pastor! Cristo es el Pastor verdadero, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su propia vida, nadie se la quita (cf. v. 18), sino que la dona en favor de las ovejas (v. 17). En abierta oposición a los falsos pastores, Jesús se presenta como el verdadero y único Pastor del pueblo: el pastor malo piensa en sí mismo y explota a las ovejas; el buen pastor piensa en las ovejas y se dona a sí mismo. A diferencia del mercenario, Cristo Pastor es un guía atento que participa en la vida de su rebaño, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, alimentar y proteger a sus ovejas. Y todo esto al precio más alto, el del sacrificio de su propia vida. En la figura de Jesús, Pastor bueno, contemplamos a la Providencia de Dios, su solicitud paternal por cada uno de nosotros. ¡No nos deja solos! La consecuencia de esta contemplación de Jesús, Pastor verdadero y bueno, es la exclamación de conmovido estupor que encontramos en la segunda Lectura de la liturgia de hoy: «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre...» (1 Jn 3, 1). Es verdaderamente un amor sorprendente y misterioso, porque donándonos a Jesús como Pastor que da la vida por nosotros, el Padre nos ha dado lo más grande y precioso que nos podía donar. Es el amor más alto y más puro, porque no está motivado por ninguna necesidad, no está condicionado por ningún cálculo, no está atraído por ningún interesado deseo de intercambio. Ante este amor de Dios, experimentamos una alegría inmensa y nos abrimos al reconocimiento por lo que hemos recibido gratuitamente. Pero contemplar y agradecer no bas- ta. También hay que seguir al buen Pastor. En particular, cuantos tienen la misión de guía en la Iglesia —sacerdotes, obispos, Papas— están llamados a asumir no la mentalidad del mánager sino la del siervo, a imitación de Jesús que, despojándose de sí mismo, nos ha salvado con su misericordia. A este estilo de vida pastoral, de buen Pastor, están llamados también los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, que he tenido la alegría de ordenar esta mañana en la Basílica de San Pedro. Y dos de ellos se van a asomar para agradecer vuestras oraciones y para saludaros... [dos sacerdotes recién ordenados se asoman junto al Santo Padre] Que María Santísima obtenga para mí, para los obispos y para los sacerdo- Concluida la oración mariana, el Papa aseguró su cercanía a las poblaciones afectadas por el devastador terremoto en Nepal y saludó a los numerosos peregrinos llegados de Polonia en el primer aniversario de la canonización de Juan Pablo II. Jesús Señor y siervo El buen pastor se hace cordero MAURIZIO GRONCHI la santa Iglesia, os pido que no os canséis de ser misericordiosos. En el confesonario estaréis para perdonar, no para condenar. Imitad al Padre que nunca se cansa de perdonar. Con el óleo santo aliviaréis a los enfermos. Al celebrar los sagrados ritos y elevando en los diversas horas del día la oración de alabanza y de súplica, os haréis voz del pueblo de Dios y de toda la humanidad. Conscientes de que habéis sido elegidos entre los hombres y constituidos en su favor para atender las cosas de Dios, desempeñad con alegría y caridad sincera la obra sacerdotal de Cristo, con la intención de agradar únicamente a Dios y no a vosotros mismos. Es feo un sacerdote que vive para agradarse a sí mismo, que «se pavonea». Por último, participando en la misión de Cristo, Jefe y Pastor, en comunión filial con vuestro obispo, comprometeos a unir a los fieles en una sola familia —sed ministros de la unidad en la Iglesia, en la familia—, para conducirlos a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu Santo. Y tened siempre ante vuestros ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no vino a ser servido, sino a servir; no para permanecer en sus comodidades, sino para salir, buscar y salvar lo que estaba perdido. El cuarto domingo del tiempo pascual es la ocasión para reflexionar sobre la imagen de Jesús buen pastor, cuya perspectiva «pastoral» se configura en el ámbito de su vida pública y culmina con su muerte y resurreción, trascendiendo los confines históricos y geográficos de su misión en la tierra. Con su pascua, de hecho, el buen pastor (Jn 10, 1-18) se hace cordero inmolado (Ap 5, 6), volviendo así a asumir el perfil anunciado por Juan Bautista, al inicio de su ministerio mesiánico: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29). Por lo tanto, debemos dirigir la atención a esta doble imagen de Jesús, y a su singular transfiguración, para acercarnos al que se ha anunciado como guía fuerte y poderoso, para después mostrarse como manso cordero y oveja muda frente a sus esquiladores (cf. Is 53, 7). En este giro misterioso se encierra el sentido auténtico del minis- «Mosaico del Buen pastor» (Mausoleo de Gala Placidia, Rávena) tes de todo el mundo la gracia de servir al pueblo santo de Dios mediante la alegre predicación del Evangelio, la sentida celebración de los Sacramentos y la paciente y mansa guía pastoral. terio pastoral de Jesús. El éxito de su acción no está en la potencia que aniquila a los enemigos; su fecundidad proviene del aparente fracaso humano, de su entrega inerme a la muerte de cruz. Con la más breve de sus parábolas, Jesús la había prefigurado así: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24). La verdadera dificultad que deben haber percibido los discípulos —tras escuchar al maestro que se definía la puerta segura del redil, el buen pastor que conoce a sus ovejas una por una, que les habla y lo siguen porque reconocen su voz— ya se esbozaba en el epílogo de esa metáfora. Cuando venga el lobo a amenazar el rebaño, el buen pastor no huirá como el mercenario, a quien no le importan las ovejas, porque no le pertenecen, sino que en el enfrentamiento sucumbirá para defenderlas. Esto no podía sonar sino como perspectiva inquietante: en su disponibilidad a hacer frente al lobo y con ello a la muerte, Jesús no se habría salvado ni a sí mismo ni al rebaño. La confirmación de esta derrota llegará cuando, una vez herido el pastor, las ovejas se dispersarán (Mc 14, 27). ¿Qué grado de fiabilidad, por lo tanto, podía ofrecer Jesús a los suyos con la imagen del buen pastor? ¿Qué sentido tiene para nosotros hoy mirar a Jesús como el que protege a su IgleSIGUE EN LA PÁGINA 11 Queridos hermanos y hermanas: Deseo asegurar mi cercanía a las poblaciones afectadas por un fuerte terremoto en Nepal y en los países vecinos. Rezo por las víctimas, por los heridos y todos los que sufren por esta calamidad. Que reciban el apoyo de la solidaridad fraternal. Y recemos a la Virgen para que esté cerca de ellos. «Avemaría...». Hoy, en Canadá, es proclamada Beata María Elisa Turgeon, fundadora de las Hermanas de Nuestra Señora del Santo Rosario de San Germán: una religiosa ejemplar, dedicada a la oración, a la enseñanza en los pequeños centros de su diócesis y a las obras de caridad. Demos gracias al Señor por esta mujer, modelo de vida consagrada a Dios y de generoso compromiso al servicio del prójimo. Saludo con afecto a todos los peregrinos provenientes de Roma, de Italia y de diversos países, especialmente a los numerosos llegados de Polonia con ocasión del primer aniversario de la canonización de Juan Pablo II. Queridísimos, que resuene siempre en vuestros corazones su llamada: «¡Abrid las puertas a Cristo!», como decía con esa voz fuerte y santa que tenía. Que el Señor os bendiga a vosotros y a vuestras familias y que la Virgen os proteja. A todos deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista! L’OSSERVATORE ROMANO página 8 viernes 1 de mayo de 2015, número 18 COMUNICACIONES Colegio episcopal RENUNCIAS: El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Taubaté (Brasil) que monseñor CARMO JOÃO RHODEN, S.C.I., le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Carmo João Rhoden, S.C.I., nació en Inhacorá, diócesis de Santo Ângelo, el 16 de mayo de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 17 de diciembre de 1966. Juan Pablo II le nombró obispo de Taubaté el 22 de mayo de 1996; recibió la ordenación episcopal el 17 de agosto sucesivo. Audiencias pontificias Juan Pablo II le nombró obispo titular de Eca y coadjutor militar para Austria el 9 de enero de 1992; recibió la ordenación episcopal el 2 de febrero sucesivo. Pasó a ser ordinario militar de dicho Ordinariato el 22 de febrero de 1994. El mismo Papa le asignó la sede titular de Wiener Neustadt el 11 de octubre de 1997. El Papa ha nombrado: —Obispo de Taubaté (Brasil) a monseñor Wilson Luís Angotti Filho, hasta ahora obispo titular de Tabe y auxiliar Belo Horizonte. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral del Ordinariato militar para Austria que monseñor CHRISTIAN WERNER, obispo titular de Wiener Neustadt, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 2 del Código de derecho canónico. Wilson Luís Angotti Filho nació en Taquaritinga, diócesis de Jaboticabal, el 5 de abril de 1958. Recibió la ordenación sacerdotal el 19 de diciembre de 1982. Benedicto XVI le nombró obispo titular de Tabe y auxiliar de la archidiócesis de Belo Horizonte el 4 de mayo de 2011; recibió la ordenación episcopal el 1 de julio del mismo año. Christian Werner nació Gogolin Śląski, diócesis de Opole, el 27 de diciembre de 1943. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1977. —Obispo de la eparquía de Piana de los albaneses de Sicilia (Italia) al presbítero GIORGIO DEMETRIO GALLARO. Lutos en el episcopado —Monseñor ANTÔNIO ALBERTO GUIMARÃES REZENDE, C.S.S., obispo emérito de Caetité BA, (Brasil) falleció el 13 de abril. Había nacido en Uberaba (Brasil) el 3 de marzo de 1926. Era sacerdote desde el 8 de diciembre de 1953. Juan Pablo II le nombró obispo de Caetité el 9 de noviembre de 1981; recibió la ordenación episcopal de manos del Santo Padre el 6 de enero de 1982. El mismo Papa aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Caetité el 13 de noviembre de 2002. —Monseñor FELICE LEONARD O, obispo emérito de Cerreto Sannita-Telese-Sant’Agata de’ Goti (Italia), falleció el 13 de abril. Había nacido en Pietramelara, diócesis de Teano-Calvi, el 9 de marzo de 1915. Era sacerdote desde el 24 de julio de 1938. Pío XII le nombró obispo de Telese o Cerreto Sannita el 22 de julio de 1957; recibió la ordenación episcopal el 29 de septiembre sucesivo. Juan Pablo II le trasladó a la diócesis de Santa Agata de’ Goti el 21 de marzo de 1984. Al hacerse la reorganización de las diócesis italianas, le nombraron obispo de las sedes unificadas de Cerreto Sannita-TeleseSant’Agata de’ Goti el 30 de septiembre de 1986. El Santo Padre aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha circunscripción eclesiástica el 20 de julio de 1991. Giorgio Demetrio Gallaro nació en Pozzallo, Sicilia, el 16 de enero de 1948. Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de mayo de 1972. Obtuvo el doctorado en derecho canónico y la licenciatura en teología ecuménica en el Pontificio Instituto Oriental de Roma y en la Pontificia Universidad de Santo Tomás in Urbe. Ha desempeñado su ministerio en diversas eparquías de Estados Unidos. Desde 2011 era vicepresidente de la Sociedad de derecho oriental y desde 2013 consultor de la Congregación para las Iglesias orientales. En el último período era sincelo para los asuntos canónicos y vicario judicial, docente y juez de apelación en una archieparquía de Estados Unidos. —Obispo de Jaboticabal (Brasil) a monseñor EDUARD O PINHEIRO DA SILVA, S.D.B., hasta ahora obispo titular de Gisipa y auxiliar de Campo Grande Eduardo Pinheiro da Silva, S.D.B., nació en Lins, Estado de São Paulo, el 20 de enero de 1959. Ingresó en la SIGUE EN LA PÁGINA 10 Curia romana El Papa ha nombrado promotor de justicia del Tribunal de la Rota romana a monseñor FRANCESCO VISCOME, del clero de la archidiócesis de Crotone-Santa Severina, hasta ahora defensor del vínculo sustituto del mismo Tribunal. EL SANTO PADRE HA RECIBID O EN AUDIENCIA: Viernes 24 de abril —Al presidente de la República Checa, Miloš Zeman, con su esposa y el séquito. —Al cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la doctrina de le fe. —A la señora Ana Maria Freire. A los obispos de la Conferencia episcopal de Namibia y Lesoto, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Liborius Ndumbukuti Nashenda, O.M.I., arzobispo de Windhoek (Namibia). —Monseñor Philipp Pöllitzer, O.M.I., obispo de Keetmanshoop (Namibia). —A monseñor Bruno Musarò, arzobispo titular de Abari, nuncio apostólico en la República Árabe de Egipto; delegado ante la Organización de la Liga de los Estados Árabes. —A monseñor Giorgio Lingua, arzobispo titular de Tuscania, nuncio apostólico en Cuba. A los obispos de la Conferencia episcopal de Benín, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Antoine Ganyé, arzobispo de Cotonou. —Monseñor Eugène Cyrille Houndékon, obispo de Abomey. —Monseñor Frangois Gnonhossou, obispo de Dassa-Zoumé. —Monseñor Victor obispo de Lokossa. Agbanou, —Monseñor Joseph Shipandeni Shikongo, O.M.I., obispo titular de Capra, vicario apostólico de Rundu (Namibia). — Monseñor Pascal N'Koué, arzobispo de Parakou. —Monseñor Gerard Tlali Lerotholi, O.M.I., arzobispo de Maseru (Lesoto). —Monseñor Clet Feliho, obispo de Kandi. —Monseñor Augustinus Tumaole Bane, O.M.I., obispo de Leribe (Lesoto). —Monseñor John Joale Tlhomola, obispo de Mohale's Hoek (Lesoto). —Monseñor Joseph Mopeli Sephamola, O.M.I., obispo de Qacha's Nek (Lesoto). Sábado, día 25 —Al cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los obispos. —Monseñor Paul Kouassivi Vieira, obispo di Djougou. —Monseñor Antoine Sabi Bio, obispo de Natitingou. —Monseñor Martin Adjou Moumouni, obispo de N'Dali. —Padre Jean-Benoît Gnambode, administrador diocesano de Porto Novo. C.I.M., Martes, día 28 —Al presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa Delgado, con el séquito. P.S.S., —Al embajador de Colombia ante la Santa Sede, Guillermo León Escobar Herrán, con ocasión de la presentación de las cartas credenciales. —A monseñor Giuseppe Pinto, arzobispo titular de Anglona, nuncio apostólico en Filipinas. —A monseñor Fernando Chica Arellano, observador permanente de la Santa Sede ante las organizaciones y los organismos de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (F.A.O., I.F.A.D. y P.A.M.). —A monseñor António Augusto dos Santos Marto, obispo de Leiría-Fátima (Portugal). Lunes, día 27 —Al profesor Riccardo Di Segni, rabino jefe de Roma. —A su majestad la reina Silvia de Suecia y el séquito. Representación pontificia El Santo Padre ha nombrado nuncio apostólico en Burkina Faso y en Níger a monseñor PIERGIORGIO BERTOLDI, consejero de nunciatura, elevándolo al mismo tiempo a la sede episcopal titular de Spello, con dignidad de arzobispo. Piergiorgio Bertoldi nació en Varese el 26 de julio de 1963. Recibió la ordenación sacerdotal el 11 de junio de 1988, incardinado en la archidiócesis de Milán. Es doctor en derecho canónico. Entró en el servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de julio de 1995 y ha trabajado en las representaciones pontificias en Uganda, República del Congo, Colombia, ex Yugoslavia, Rumanía, Irán y Brasil. L’OSSERVATORE ROMANO número 18, viernes 1 de mayo de 2015 página 9 A la Asociación católica internacional para la juventud femenina La revolución de la ternura «Este es el desafío para vosotros: hacer la revolución de la ternura». Con estas palabras el Papa Francisco se dirigió a los participantes en la asamblea general de la Asociación católica internacional al servicio de la juventud femenina, a quienes recibió en audiencia el sábado 18 de abril, por la mañana, en la sala Clementina. Tras el saludo de la presidenta general Odile Moreau, el Pontífice pronunció el siguiente discurso. Queridos hermanos y hermanas: Os doy la bienvenida a vosotros, miembros de la Asociación católica internacional al servicio de la juventud femenina, con ocasión de vuestra asamblea general. Vosotros queréis así reencontrar en estos lugares el impulso que estuvo en los orígenes de vuestra Asociación, con el apoyo de mi predecesor, el Papa León XIII, y manifestar hoy vuestra fidelidad al Sucesor de Pedro. Expreso mi gratitud por vuestro generoso compromiso en el servicio a las jóvenes que viven en situaciones de precariedad y sufrimiento. Su creciente número y las múltiples formas de pobreza en las que viven, nos interpelan y deben suscitar una nueva creatividad, para ofrecerles la ayuda material y espiritual que necesitan. Sí, es una verdadera felicidad servir a los demás, como Jesús. Mediante actividades permanentes de acogida —¡cuánta necesidad de acogida tienen estos jóvenes, cuánta necesidad de acogida!— y también a través de una reflexión para afrontar los nuevos desafíos generados por el mundo de hoy, como el fenómeno migratorio, vuestra acción quiere estar al servicio de la vida y de la dignidad de la persona, testimoniando que «la auténtica fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí... del servicio» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 88). Las jóvenes que acompañáis tienen ante todo necesidad de atención y de escucha. ¡El apostolado tan humano y tan divino del oído agota, es agotador, pe- El Papa a la red educativa Scholas Occurrentes Tres lenguajes Un trabajo creativo, que sitúa en el centro a Dios y a la persona humana; una propuesta que ofrece a los jóvenes, sobre todo a los más pobres, un proyecto de vida, una respuesta a los numerosos desafíos que el sistema educativo en muchos ambientes no puede afrontar. De esta forma el Papa Francisco definió, tal y como refirió Radio Vaticano, las actividades desarrolladas por Scholas Occurrentes, al recibir a los dirigentes el martes 21 de abril, quienes le presentaron los dos nuevos acuerdos de colaboración con UNICEF y con la Confederación americana de fútbol. Estigmatizando la indiferencia extendida frente a fenómenos como el abandono escolar, el Papa evidenció la adaptación de muchos jóvenes a situaciones inaceptables. Hoy en día, destacó, muchos chicos consideran algo normal morir de hambre, estar enfermos, pertenecer a bandas en las que se roba y se asesina. Es más, algunos sectores de la sociedad —fue su denuncia— llegan a proponer a los jóvenes «trabajar» en el tráfico de drogas. Naturalmente esto afecta especialmente a los chicos más pobres. De aquí el elogio a las actividades de Scholas —un proyecto que es una promesa, dijo— y el agradecimiento y la admiración por quienes se comprometen con esta iniciativa. Porque, explicó, aunque haya excepciones, en general según el conocimiento que el Papa tiene del ámbiente educativo de América Latina y de África, en la mayoría de los casos se es incapaz de dar una respuesta. Por el contrario, con su propuesta Scholas abre horizontes de forma creativa. Y lo demues- ro hace tanto bien! Ellas tienen necesidad de esto. Así las podéis ayudar a crecer en la confianza, a encontrar puntos de referencia y a progresar en la madurez humana y espiritual, alimentada por los valores evangélicos. ¡Que podáis ser para ellas testimonios creíbles, para que experimenten la alegría de saberse amadas por Dios, Padre suyo, y llamadas a la felicidad! Y al mismo tiempo, os invito a dejaros instruir por estas jóvenes a quienes acompañáis y ayudáis. A pesar de sus dificultades, a menudo ellas testimonian esas virtudes esenciales que son la fraternidad y la solidaridad. Nos recuerdan además que somos frágiles y que dependemos de Dios y de los demás. Que la mirada misericordiosa del Padre nos alcance y ayude a acoger nuestras pobrezas para ir adelante con confianza, y comprometernos juntos en esa «revolución de la ternura», —este es el desafío para vosotros: hacer la revolución de la ternura. Jesús nos abrió el camino de esta revolución mediante su Encarnación. Es bello ser sus discípulos-misioneros, para consolar, iluminar, aliviar, escuchar, liberar, acompañar. La experiencia que Él nos dio mediante su Resurrección es una fuerza vital que penetra el mundo (cf. ibid., 276) y sobre la cual os podéis apoyar cada día, porque responde a los anhelos más profundos del corazón. Queridos amigos, os deseo que crezca en vosotros el sentimiento de pertenencia a la Iglesia, que es una gran familia. Os invito a seguir anunciando a todos la alegría del Evangelio, tomando en consideración la diversidad de culturas, de tradiciones religiosas, y de la proveniencia de las jóvenes a los que queréis servir, así como las riquezas que exigen ser acogidas con respeto. Que la fraternidad entre vosotros se afiance, para llevar a buen término, con entusiasmo, vuestra misión al servicio de los pequeños, por los cuales Jesús tiene un amor de predilección. Os encomiendo a la intercesión de la Virgen María y pido a Dios que os colme de bendiciones a vosotros y a las jóvenes que acogéis y a sus familias. Y os pido, por favor, que recéis por mí. Los sin techo en el escenario VIENE DE LA PÁGINA 3 tra a través de lo que se conoce como «educación de los tres lenguajes coordinados»: el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de la mano, es decir un trabajo coordinado que nace de la mente, toca los sentimientos y se realiza en lo concreto. En todo esto, concluyó el Papa, el secreto está en la persona y en Dios. De hecho, Dios sembró en el corazón humano muchas posibilidades y cuando una sociedad oculta a Dios y no coloca en el centro a la persona se termina en la cultura del descarte. Por el contrario, el que pone en el centro a Dios no desecha a los hombres. Por esto, confesó, se involucra en todas estas iniciativas que tienen en el centro a la persona. Los recientes y próximos proyectos de Scholas Occurrentes se presentaron el jueves 23 en la sede de Radio Vaticano. Igualmente el ex jugador argentino de fútbol Diego Armando Maradona, reveló haberse encontrado con el Pontífice y anunció que en octubre se jugará en el estadio olímpico de Roma el segundo partido por la paz, organizado por Scholas tras el éxito del que tuvo lugar el 1 de septiembre de 2014. llevo en el corazón y que estoy a vuestra disposición. Confirmo esas palabras. En esa ocasión os había pedido que rezarais por mí. Renuevo la petición. Lo necesito realmente. Doy las gracias también a todos los agentes de nuestra Cáritas. Los siento como mis manos, las manos del obispo, al tocar el cuerpo de Cristo. Agradezco también a los numerosos voluntarios, provenientes de las parroquias de Roma y de otras partes de Italia. Así, descubren un mundo que pide atención y solidaridad: hombres y mujeres que buscan afecto, relación, dignidad, y junto a quienes todos podemos experimentar la caridad aprendiendo a acoger, a escuchar y a donarse. Cuánto quisiera que esta ciudad, repleta en todos los tiempos de personas impregnadas del amor de Dios —pensemos en san Lorenzo (sus tesoros eran los pobres), san Pamaquio (senador romano, convertido, y dedicado completamente al servicio de los últimos), santa Fabiola (la primera que construyó en Porto un albergue para los pobres), san Felipe Neri, el beato Ángel Paoli, san José Labre (hombre de la calle), hasta don Luigi di Liegro (el fundador de nuestra Cáritas de Roma)— decía, cuánto quisiera que Roma pudiera brillar de «pietas» para los que sufren, de acogida para quien huye de la guerra y la muerte, de disponibilidad, de sonrisa y magnanimidad para quien perdió la esperanza. Cuánto quisiera que la Iglesia de Roma se manifestara cada vez más como madre atenta y amable con los débiles. Todos tenemos debilidades, todos las tenemos, cada uno las propias. Cuánto quisiera que las comunidades parroquiales en oración, al entrar un pobre en la iglesia, se arrodillaran en veneración del mismo modo que cuando entra el Señor. Cuánto quisiera esto, que se tocara la carne de Cristo presente en los necesitados de esta ciudad. Con vuestro trabajo, el teatro de esta tarde, estoy seguro que contribuiréis a acrecentar tales sentimientos. ¡Gracias! Esperando que os pueda encontrar personalmente, así como sucedió recientemente en la Capilla Sixtina, os envío mi paternal bendición. Que el Señor nos ayude a reconocerlo en el rostro del pobre. Que la Virgen María nos acompañe en este camino. Y a todos vosotros os pido por favor: no os olvidéis de rezar por mí. Gracias. L’OSSERVATORE ROMANO página 10 Misa en Santa Marta De 1997 a 2014 fue arzobispo de Chicago Fallece el cardenal George El cardenal Francis Eugene George, arzobispo emérito de Chicago, falleció el viernes 17 de abril, tras una larga enfermedad. Tenía setenta y ocho años. El funeral se celebró el jueves 23 de abril en la catedral de Chicago. Un religioso que supo ser siempre misionero, testimoniando en primera persona que «el sufrimiento es un valor y no un límite». El cardenal George fue un ejemplo de vida cristiana antes que un protagonista de primer nivel de la vida eclesial y social estadounidense. Fue un pastor atento a las principales cuestiones nacionales e internacionales, y se le recordará como un testigo y apóstol del valor de la vida «siempre y en todas sus formas». Así, pues, afrontó siempre de frente las cuestiones religiosas y sociales más candentes. Intervino con firmeza en la condena de guerras y violencias, promovió iniciativas en favor de la paz y la reconciliación, invocó libertad religiosa, derechos y garantías para todos. No evitó la confrontación sobre la cuestión de los abusos de menores, sosteniendo sin reservas la línea de la «tolerancia cero». El pensamiento y la acción del cardenal George estaba marcado por la cultura de Chicago, así como por la enseñanza cristiana recibida de sus padres. Había nacido en la ciudad de Illinois el 16 de enero de 1937. Tras ingresar en el instituto de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, recibió la ordenación sacerdotal el 21 de diciembre de 1963. Se licenció en filosofía americana en Nueva Orleans, Louisiana. Durante ese tiempo enseñó filosofía en el seminario de su congregación en Mississippi, en la Universidad Tulane y en la Universidad de Omaha en Nebraska. Luego obtuvo el doctorado en teología y en eclesiología en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma. De 1973 a 1974 fue superior de la provincia Midwestern de los Oblatos, luego fue elegido vicario general de la congregación y estuvo en Roma de 1974 a 1986. Juan Pablo II le nombró obispo de Yakima el 10 de julio de 1990; recibió la ordenación episcopal el 21 de septiembre sucesivo. El mismo Papa lo promovió a arzobispo de Portland en Oregón el 30 de abril de 1996; y el 8 de abril de 1997 a arzobispo de Chicago, donde sucedió al difunto cardenal Joseph Bernardin. El Papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno pastoral de di- cha sede el 20 de septiembre de 2014. Juan Pablo II le creó cardenal, en el consistorio del 21 de febrero de 1998, del título de San Bartolomé en la Isla. En el seno de la Conferencia episcopal estadounidense —de la cual fue presidente de 2007 a 2010— se ocupó específicamente de la educación, liturgia, evangelización, vida religiosa, integración de los católicos de lengua española y los provenientes de África. Había participado en el Sínodo de los obispos sobre la vida consagrada en 1994 y fue secretario especial del Sínodo para América en 1997. Además, participó en los Sínodos sobre la misión del obispo y sobre la Palabra de Dios. En la Curia romana fue miembro de diversas Congregaciones, Consejos y Comisiones. En el año 2010 fue llamado a formar parte del Consejo de cardenales para el estudio de las cuestiones organizativas de la Iglesia. Pésame del Papa El Pontífice apenas tuvo noticia de la muerte del cardenal estadounidense Francis Eugene George, se recogió en oración. Después envió a su sucesor en Chicago, el arzobispo Blase Cupich, el siguiente telegrama en inglés del que publicamos una traducción. Al recibir con dolor la noticia de la muerte del cardenal Francis E. George, arzobispo emérito de Chicago, expreso mi más sentido pésame a usted y al clero, a los religiosos y a los fieles laicos de la archidiócesis. Agradeciendo el testimonio de vida consagrada del cardenal George como Oblato de María Inmaculada, su servicio al apostolado educativo de la Iglesia y los años de ministerio episcopal en la Iglesia en Yakima, Portland y Chicago, me uno a vosotros confiando el alma de este sabio y amable pastor al amor misericordioso de Dios, nuestro Padre celestial. A todos los que lloran por el cardenal difunto con la esperanza cierta de la Resurrección, imparto de corazón mi bendición apostólica como prenda de consuelo y paz en el Señor. viernes 1 de mayo de 2015, número 18 VIENE DE LA PÁGINA 9 quisiera objetar: «Pero, padre, hay novedades y novedades. Algunas novedades, se ven que son de Dios, otras no», el Papa Francisco respondió con las palabras de Pedro a los hermanos de Jerusalén, cuando le reprocharon por haber entrado en la casa de Cornelio: «Cuando vi que se les había dado lo que nosotros recibimos, ¿quién era yo para negar el bautismo?». Es la misma idea presente en el pasaje de la liturgia del día acerca de Bernabé, calificado como «hombre virtuoso», y «lleno del Espíritu Santo». Destacando que «en los dos está el Espíritu Santo, que hace ver la verdad». Algo que, en cambio, «solos» no podemos. «Con nuestra inteligencia no podemos», destacó el Papa, explicando: «Podemos estudiar toda la historia de la salvación, podemos estudiar toda la teología, pero sin el Espíritu no podemos entender. Es precisamente el Espíritu quien nos hace entender la verdad o —usando las palabras de Jesús— es el Espíritu quien nos hace conocer la voz de Jesús: “mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen”». En definitiva para el Papa Francisco «el seguir adelante de la Iglesia es obra del Espíritu Santo. Es él quien actúa». El mismo «Jesús dijo a los apóstoles: “Yo os enviaré el don del Padre, será Él quien os vaya recordando y os enseñe todo”». ¿Cómo? Recordando lo que Jesús dijo y refiriéndose a las profecías: «Por eso, en los primeros discursos, también en el de Esteban, hay una relectura —aclaró el Pontífice— de todas las profecías. Es obra del Espíritu Santo, que hace recordar la historia en clave de Jesús resucitado: “y Él os enseñará el camino”». Al respecto el Papa sugirió también «cómo hacer» para estar seguros de que la voz que escuchamos es la de Jesús y que lo que oímos que se debe hacer es obra del Espíritu Santo. Es necesario, reiteró «rezar. Sin oración no hay cabida para el Espíritu»; se necesita «pedir a Dios que nos mande este don: “Señor, danos el Espíritu Santo para que podamos discernir en todo tiempo qué tenemos que hacer”». Prestando atención al hecho de que eso «no significa repetir siempre lo mismo. El mensaje es el mismo: pero la Iglesia va hacia adelante, la Iglesia va hacia adelante con estas sorpresas, con estas novedades del Espíritu Santo». Por lo tanto «se necesita discernir y para discernir se requiere rezar, pedir esta gracia». Como hizo Bernabé que «estaba lleno del Espíritu Santo y lo entendió de inmediato», y Pedro que «vio y dijo: “Pero, ¿quién soy yo para negar aquí el bautismo?”». De hecho, el Espíritu Santo «no nos deja equivocarnos». También en este caso el Papa dijo ser consciente de las objeciones que podrían aducirse a su razonamiento: «Pero, padre, ¿por qué crearse tantos problemas? Hagamos las cosas como las hemos hecho siempre, así estamos seguros». Y la respuesta es que esta hipótesis podría ser «una alternativa», pero se trataría de «una alternativa estéril; una alternativa de “muerte”». Mientras que es mucho mejor, concluyó, «asumir el riesgo, con la oración, con la humildad, de aceptar lo que el Espíritu nos pide que cambiemos según el tiempo en el que vivimos: este es el camino». Colegio episcopal VIENE DE LA PÁGINA 8 Sociedad Salesiana de San Juan Bosco, donde recibió la ordenación sacerdotal el 19 de enero de 1991. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Gisipa y auxiliar de la archidiócesis de Campo Grande el 2 de marzo de 2005; recibió la ordenación episcopal el 6 de mayo sucesivo. —Obispo ordinario militar para Austria a monseñor WERNER FREISTETTER. Werner Freistetter nació en Linz el 28 de octubre de 1953. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de octubre de 1979, incardinado en la archidiócesis de Viena. En su ministerio ha sido vicario parroquial, párroco y docente en la Universidad de Viena, capellán y vicario episcopal del ordinariato militar austríaco. Además, prestó servicio a la Santa Sede como colaborador en el Consejo pontificio para la cultura y miembro en la representación de la Santa Sede de la Organización para la seguridad y la cooperación en Europa (O.S.C.E.). Audiencia a la reina de Suecia El Papa Francisco recibió en audiencia el lunes 27 de abril, por la mañana, a su majestad la reina Silvia de Suecia, acompañada por algunos familiares y el séquito. La conversación se llevó a cabo principalmente en español, idioma bien conocido por la soberana, quien informó al Pontífice acerca de las actividades promovidas por ella en su país, especialmente en favor de los niños. El Papa agradeció la acogida que Suecia ofrece a los refugiados y desplazados. L’OSSERVATORE ROMANO número 18, viernes 1 de mayo de 2015 Encuentro en la Casina Pío IV página 11 sobre la salvaguarda del planeta Una cuestión moral Son sobre todo los pobres quienes pagan el precio de los cambios climáticos. Intervenir sobre las causas de este fenómeno representa un deber «moral» —además de una urgencia social y económica— del que nadie puede desentenderse. Este es en síntesis el mensaje que emerge del seminario «Proteger la tierra, ennoblecer la humanidad. Las dimensiones morales de los cambios climáticos y de la humanidad sostenible», organizado por la Academia pontificia de ciencias sociales el martes 28 de abril, en la Casina Pío IV. En el congreso participó el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien tuvo un encuentro privado con el Papa, antes de iniciar los trabajos. El coloquio duró aproximadamente media hora. Sucesivamente Ban Ki-moon, en una conferencia de prensa, explicó que había hablado con el Pontífice, entre otras cosas, de la próxima encíclica sobre el tema de la ecología. El secretario general de las Naciones Unidas mantuvo también una conversación privada con Sergio Matarella, presidente de Italia, presente en el simposio. Tras el saludo inicial del obispo Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Academia pontificia de ciencias, Ban Ki-moon elogió a los líderes religiosos que con su iniciativa han hecho crecer la conciencia de la necesidad urgente de favorecer un desarrollo sostenible y de sensibilizar a la opinión pública sobre los cambios climáticos. El secretario general de la ONU dijo que es necesario mitigar los efectos de los cambios climáticos y adaptarse a sus consecuencias. Una necesidad que va unida al deber de erradicar la pobreza extrema y reducir la desigualdad para asegurar un desarrollo ecuánime y sostenible. Credenciales del embajador de Colombia El sábado 25 de abril, por la mañana, el Papa recibió en audiencia al señor Guillermo León Escobar Herrán, nuevo embajador de Colombia ante la Santa Sede con ocasión de la presentación de las cartas credenciales Por ese motivo, añadió, los cambios climáticos son la cuestión esencial de nuestro tiempo. Estos están intrínsicamente unidos a la salud pública, los alimentos, el agua, las migraciones, la paz y la seguridad. Es una cuestión moral, dijo, que abarca la justicia social, los derechos humanos y la ética fundamental. Ban Ki-moon expresó su preocupación por las nuevas generaciones, cuyo futuro se ve amenazado si el mundo no asume inmediatamente sus propias responsabilidades acerca de este problema. Por ello es tan importante, subrayó, que ciencia y religión estén en armonía y no en desacuerdo sobre los cambios climáticos. El secretario general recordó que no hay que perder tiempo porque los cambios climáticos están sucediendo cada vez más repentinamente y los seres humanos son la causa principal. La respuesta, añadió, debe ser global e integral, porque los efectos de estos cambios tocan a todos, aunque no sea de igual modo. De hecho, explicó, los que sufren principalmente son los pobres y los más vulnerables de la sociedad. Los países pobres, en efecto, no tienen los medios y los recursos para mitigar y adaptarse a los efectos de estos cambios. También el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, presidente del Consejo pontificio Justicia y paz, intervino en los trabajos destacando que la Iglesia «no es experta en ciencia, tecnología o economía»; más bien, es «experta en humanidad, o sea, en la verdadera vocación de la persona a obrar con justicia y caridad». Por eso, ella lee las señales de los tiempos en los momentos clave de la historia. Entre los siglos XIX y XX, la Iglesia expresó «profunda preocupación por las injusticias que nacían de la industrialización, con la gran divergencia que se creaba entre los pocos privilegiados y las masas en dificultad». En la segunda mitad del siglo pasado dirigió su atención «al difícil desafío del desarrollo global y a la grave amenaza presentada por la acumulación de armas nucleares durante la guerra fría». Y ahora debe «pronunciarse con fuerza sobre el gran desafío de nuestros tiempos, el del desarrollo sostenible». Después el cardenal recordó que en septiembre el Papa hablará a las Naciones Unidas sobre los objetivos del desarrollo sostenible. Recordó que, hace cincuenta años, el beato Pablo VI había hablado a la misma asamblea general. «Los problemas eran diferentes —dijo—, sin embargo, la orientación de la Iglesia es similar». En esa ocasión el Papa Montini hizo un llamamiento «a la conciencia moral del hombre». Consciente de esa invitación, el purpurado pidió adoptar «las virtudes fundamentales de la custodia y la solidaridad. Sin custodia, la tierra será siempre menos habitable. Sin solidaridad, la avidez creará siempre más confusión». Por el contrario, con la custodia y la solidaridad «tenemos la certeza de generar una mayor sostenibilidad y una mayor seguridad». Para llegar a esto, concluyó, «necesitamos de esa misma conversión, de esa misma transformación personal, de esa misma renovación de la cual el beato Pablo VI habló hace medio siglo y a la que el Papa Francisco anima con tanta insistencia». En la declaración firmada al término de los trabajos se señala que los representantes de la comunidad internacional que se reunirán en la próxima conferencia de París sobre el clima —COP21— «tienen una especial responsabilidad de aprobar un tratado osado sobre el clima» capaz de cambiar el rumbo. En especial, los países más ricos —se lee en el texto— «deben ayudar a financiar a bajo rédito los costes de mitigación del cambio climático en los países», favoreciendo «una rápida transformación del planeta en un mundo alimentado de energías renovables y de otras energías de baja emisión de carbón, y con una gestión sostenible de los ecosistemas». Con este fin parece indispensable redirigir «las financiaciones públicas de los gastos militares a inversiones urgentes para el desarrollo sostenible». Entre los presentes se encontraban los cardenales Re, Martino, Onaiyekan, los arzobispos Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, el presidente ecuatoriano, y los presidentes de las Academias pontificias de ciencias y ciencias sociales, Werner Aber y Margaret Archer. El buen pastor se hace cordero VIENE DE LA PÁGINA 6 sia, cuando los cristianos son perseguidos y asesinados en diversas partes del mundo sin oponer resistencia alguna? Precisamente en esta heroica aceptación del martirio se reveló, desde los primeros tiempos del cristianismo, la fecundidad de la perspectiva pastoral de Jesús: sus discípulos recibieron de Él la valentía del testimonio, la capacidad de salir de sí mismos, sin protección, confiando solamente en su compañía, especialmente en la hora de la prueba. Distanciarse de toda forma de poder al afirmarse a sí mismos, en nombre del Evangelio, es la constante comprobación del auténtico seguimiento de Jesús buen pastor, capaz de transformar la captura en oferta, pues la vida «nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente» (Jn 10, 18). A esta conversión, que tiene lugar en lo profundo del corazón del discípulo, pertenece la fecundidad del don, sin espera de reconocimiento, más allá de toda pretensión de éxito mundano. Lo paradójico del triunfo del Evangelio se deja ver precisamente en la que fue su fuerza expansiva: «La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos» (Tertuliano, Apologeticum, 50, 13). El hecho de que Jesús hubiera anunciado a sus seguidores un destino no diverso del propio (cf. Jn 15, 18-20), ciertamente no podía resultar consolador, y mucho menos podía justificar a los futuros perseguidores. Si tenía que ocurrir alguna consolación esta vendría a continuación del otro Paráclito —el Espíritu, el consolador (cf. Jn 14, 16)— no del maestro, que no se podía seguir inmediatamente, sino sólo después, una vez que los demás hubieran ceñido a Pedro, para llevarlo adonde él no hubiera querido ir (ibidem 21, 18). Por otra parte, valor y vacilación habían habitado contemporáneamente el corazón de Simón: por un lado, estaba listo para dar la vida, por otro fue capaz de negar que conocía a su Señor (ibidem 13, 36-38). Pero precisamente dentro de esta tensión polar —entre valentía y fragilidad, entre entusiasmo y debilidad— el discípulo se aventura tras el maestro que, sin ilusionarlo con los signos de poder que cumple (por ello pide silencio), anuncia la cruz y promete compañía. Por último, la fecundidad del estilo pastoral de Jesús, que emerge de los testimonios evangélicos, emana de esa específica polaridad propia de su ser Señor y siervo. De igual forma que al Señor le corresponde la imagen del Pastor que da seguridad, así al Siervo le pertenece la fragilidad del cordero. Por un lado, Jesús guía y conduce; por otro, acoge, acompaña y sigue; siempre y en cualquier caso está en medio de los que se reúnen en su nombre (cf. Mt 18, 20). De acuerdo a su estilo, el pastor de la Iglesia está llamado a recibir del Señor Jesús su misma forma, como el Papa Francisco indicó brillantemente: «Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo, para ayudar a los rezagados y —sobre todo— porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos» (Evangelii gaudium 31). L’OSSERVATORE ROMANO página 12 viernes 1 de mayo de 2015, número 18 Durante la audiencia general el Papa habla de la belleza del matrimonio cristiano En la fiesta de bodas Y denuncia el escándalo de la desigualdad de retribución entre hombre y mujer La «obra maestra» de Dios es la familia. Y Jesús «comienza precisamente sus milagros con esta obra maestra, en un matrimonio, en una fiesta de bodas: un hombre y una mujer». Lo recordó el Papa en la audiencia general del miércoles 29 de abril, en la plaza de San Pedro, al hablar de la belleza del matrimonio cristiano. Queridos hermanos ¡buenos días! y hermanas Nuestra reflexión acerca del plan originario de Dios sobre la pareja hombre-mujer, tras considerar las dos narraciones del libro del Génesis, se dirige ahora directamente a Jesús. El evangelista san Juan, al inicio de su Evangelio, narra el episodio de las bodas de Caná, en la que estaban presentes la Virgen María y Jesús, con sus primeros discípulos (cf. Jn 2, 1-11). Jesús no sólo participó en el matrimonio, sino que «salvó la fiesta» con el milagro del vino. Por lo tanto, el primero de sus signos prodigiosos, con el que Él revela su gloria, lo realizó en el contexto de un matrimonio, y fue un gesto de gran simpatía hacia esa familia que nacía, solicitado por el apremio maternal de María. Esto nos hace recordar el libro del Génesis, cuando Dios termina la obra de la creación y realiza su obra maestra; la obra maestra es el hombre y la mujer. Y aquí, Jesús comienza precisamente sus milagros con esta obra maestra, en un matrimonio, en una fiesta de bodas: un hombre y una mujer. Así, Jesús nos enseña que la obra maestra de la sociedad es la familia: el hombre y la mujer que se aman. ¡Esta es la obra maestra! Desde los tiempos de las bodas de Caná, muchas cosas han cambiado, pero ese «signo» de Cristo contiene un mensaje siempre válido. Hoy no parece fácil hablar del matrimonio como de una fiesta que se renueva con el tiempo, en las diversas etapas de toda la vida de los cónyuges. Es un hecho que las personas que se casan son cada vez menos; esto es un hecho: los jóvenes no quieren casarse. En muchos países, en cambio, aumenta el número de las separaciones, mientras que el número de los hijos disminuye. La dificultad de permanecer juntos —ya sea como pareja, que como familia— lleva a romper los vínculos siempre con mayor frecuencia y rapidez, y precisamente los hijos son los primeros en sufrir sus consecuencias. Pero pensemos que las primeras víctimas, las víctimas más importantes, las víctimas que sufren más en una separación son los hijos. Si experimentas desde pequeño que el matrimonio es un vínculo «por un tiempo determinado», inconscientemente para ti será así. En efecto, muchos jóvenes tienden a renunciar al proyecto mismo de un vínculo irrevocable y de una familia duradera. Creo que tenemos que reflexionar con gran seriedad sobre el por qué muchos jóvenes «no se sienten capaces» de casarse. Existe esta cultura de lo provisional... todo es provisional, parece que no hay algo definitivo. Una de las preocupaciones de que surgen hoy en día es la de los jóvenes que no quieren casarse: ¿Por qué los jóvenes no se casan?; ¿por qué a menudo prefieren una convivencia, y muchas veces «de responsabilidad limitada»?; ¿por qué muchos —incluso entre los bautizados— tienen poca confianza en el matrimonio y en la familia? Es importante tratar de entender, si queremos que los jóvenes encuentren el camino justo que hay que recorrer. ¿Por qué no confían en la familia? Las dificultades no son sólo de carácter económico, si bien estas son verdaderamente serias. Muchos consideran que el cambio ocurrido en estas últimas décadas se puso en marcha a partir de la emancipación Premio por el compromiso contra la pena de muerte Por su compromiso en favor de la abolición de la pena de muerte y los tratos inhumanos, se ha condecorado al Papa Francisco con el premio «El abolicionista del año» por la Asociación «que nadie toque a Caín». En las motivaciones para el reconocimiento se hace referencia sobre todo al discurso del pasado 23 de octubre a la Asociación internacional de derecho penal, donde el Papa invitaba a los cristianos y a los hombres de buena voluntad a «luchar no sólo por la abolición de la pena de muerte, sea legal o ilegal, y en todas sus formas», sino también a «mejorar las condiciones carcelarias». de la mujer. Pero ni siquiera este argumento es válido, es una falsedad, no es verdad. Es una forma de machismo, que quiere siempre dominar a la mujer. Hacemos el ridículo que hizo Adán, cuando Dios le dijo: «¿Por qué has comido del fruto del árbol?», y él: «La mujer me lo dio». Y la culpa es de la mujer. ¡Pobre mujer! Tenemos que defender a las mujeres. En realidad, casi todos los hombres y mujeres quisieran una seguridad afectiva estable, una matrimonio sólido y una familia feliz. La familia ocupa el primer lugar en todos los índices de aceptación entre los jóvenes; pero, por miedo a equivocarse, muchos no quieren tampoco pensar en ello; incluso siendo cristianos, no piensan en el matrimonio sacramental, signo único e irrepetible de la alianza, que se convierte en testimonio de la fe. Quizás, precisamente este miedo de fracasar es el obstáculo más grande para acoger la Palabra de Cristo, que promete su gracia a la unión conyugal y a la familia. El testimonio más persuasivo de la bendición del matrimonio cristiano es la vida buena de los esposos cristianos y de la familia. ¡No hay mejor modo para expresar la belleza del sacramento! El matrimonio consagrado por Dios custodia el vínculo entre el hombre y la mujer que Dios bendijo desde la creación del mundo; y es fuente de paz y de bien para toda la vida conyugal y familiar. Por ejemplo, en los primeros tiempos del cristianismo, esta gran dignidad del vínculo entre el hombre y la mujer acabó con un abuso considerado en ese entonces totalmente normal, o sea, el derecho de los maridos de repudiar a sus mujeres, incluso con los motivos más infundados y humillantes. El Evangelio de la familia, el Evangelio que anuncia precisamente este Sacramento acabó con esa cultura de repudio habitual. La semilla cristiana de la igualdad radical entre cónyuges hoy debe dar nuevos frutos. El testimonio de la dignidad social del matrimonio llegará a ser persuasivo precisamente por este camino, el camino del testimonio que atrae, el camino de la reciprocidad entre ellos, de la complementariedad entre ellos. Por eso, como cristianos, tenemos que ser más exigentes al respecto. Por ejemplo: sostener con decisión el derecho a la misma retribución por el mismo trabajo; ¿por qué se da por descontado que las mujeres tienen que ganar menos que los hombres? ¡No! Tienen los mismos derechos. ¡La desigualdad es un auténtico escándalo! Al mismo tiempo, reconocer como riqueza siempre válida la maternidad de las mujeres y la paternidad de los hombres, en beneficio, sobre todo de los niños. Igualmente, la virtud de la hospitalidad de las familias cristianas tiene hoy una importancia crucial, especialmente en las situaciones de pobreza, degradación y violencia familiar. Queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedo de invitar a Jesús a la fiesta de bodas, de invitarlo a nuestra casa, para que esté con nosotros y proteja a la familia. Y no tengamos miedo de invitar también a su madre María. Los cristianos, cuando se casan «en el Señor», se transforman en un signo eficaz del amor de Dios. Los cristianos no se casan sólo para sí mismos: se casan en el Señor en favor de toda la comunidad, de toda la sociedad. De esta hermosa vocación del matrimonio cristiano, hablaré también en la próxima catequesis. Los tuits en @Pontifex_es 23 ABR [11.23 AM] En los sacramentos encontramos fuerza para pensar y obrar según el Evangelio 25 ABR [10.25 AM] Nosotros, los cristianos, estamos llamados a salir de nuestros «muros» para llevar a todos la misericordia y la ternura de Dios 28 ABR [10.28 AM] Toda comunidad cristiana debería ser un hogar acogedor para cuantos buscan a Dios o necesitan un hermano que los escuche 30 ABR [12.30 PM] Frente a tantos problemas, algunos de ellos graves, no perdamos la esperanza en la misericordia infinita de Dios
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