Comentario al Evangelio Hoy, el Evangelio presenta la alegoría de la vid y los sarmientos. Cristo es la verdadera vid, nosotros somos los sarmientos y el Padre es el viñador. El Padre quiere que demos mucho fruto. Es lógico. Un viñador planta la viña y la cultiva para que produzca fruto abundante. Si nosotros montamos una empresa, querremos que rinda. Jesús insiste: «Yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto» (Jn 15,16). Eres un elegido. Dios se ha fijado en ti. Por el bautismo te ha injertado en la viña que es Cristo. Tienes la vida de Cristo, la vida cristiana. Posees el elemento principal para dar fruto: la unión con Cristo, porque «el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid» (Jn 15,4). Jesús lo dice taxativamente: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). «Su fuerza no es sino suavidad; nada hay tan blando como esto, y nada como esto tan firme» (San Francisco de Sales). ¿Cuántas cosas has querido hacer sin Cristo? El fruto que el Padre espera de nosotros es el de las buenas obras, el de la práctica de las virtudes. ¿Cuál es la unión con Cristo que nos hace capaces de dar este fruto? La fe y la caridad, es decir, permanecer en gracia de Dios. Cuando vives en gracia, todos los actos de virtud son frutos agradables al Padre. Son obras que Jesucristo hace a través tuyo. Son obras de Cristo que dan gloria al Padre y se convierten en cielo para ti. ¡Vale la pena vivir siempre en gracia de Dios! «Si alguno no permanece en mí [por el pecado], es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego (...) los echan al fuego y arden» (Jn 15,6). Es una clara alusión al infierno. ¿Eres como un sarmiento lleno de vida? Que la Virgen María nos ayude a aumentar la gracia para que produzcamos frutos en abundancia que den gloria al Padre. 3 de Mayo 2015 Parroquia de San Mateo La Primera Comunión dres creyentes que estimen, vivan y practiquen su fe deben intentar, por puro sentido común, que también sus hijos vivan y participen de lo que para ellos es un gran valor: sus creencias religiosas. Educar en la fe y en el amor de los padres Rev. D. Joan Marqués Himno a María Santísima de Araceli Virgen de Araceli Madre dulce y buena, que estás en la cumbre guardando a Lucena contra todo mal ¡Baja hasta nosotros igual que una vena de amor celestial! (bis) Velón de mil corazones, Lucena se está quemando por tu amor en oraciones. Que por ver la alegría de nuestra tierra se ha subido María sobre la Sierra. (bis) Postrados a tus plantas los lucentinos desde el valle a la Sierra con sus canciones trenzan cordones finos de corazones. ¡Viva la Virgen Bendita que todo el año nos guarda y por Mayo nos visita! D. José María Pemán Todos los Domingos a las 12h., Retransmisión en Directo de “La Santa Misa” en : www.parroquiasanmateo.es En “Diferido” visitando >> http://www.youtube.com/user/parroquiasanmateo Hoja-Boletín Parroquial de uso Interno Distribución Gratuita Pastoral Medios de Comunicación Social - Parroquia de San Mateo Plaza de San Miguel nº 1 -14900-Lucena (Córdoba) Tlf. 957500775 Email: [email protected] Pagina Web: www.parroquiasanmateo.es Año 1 — Nº 32 El sabor de una expe- gracia de Dios muy especial, porque el corazón de un niño riencia Estas son fechas de primeras comuniones. Muchos niños que en su día fueron bautizados en la fe católica en el seno de familias católicas, y que llevan preparándose con catequesis apropiadas durante dos años en sus respectivas parroquias, harán, en estos días, su deseada primera comunión. “Constituye un momento feliz de la vida, marca la conciencia del niño para toda su existencia”, dice nuestro Obispo don Demetrio. “Es una ocasión de no tiene barreras para Dios, y Dios entra de lleno dejando buen sabor en esa experiencia temprana”. (Íb.) Si la familia fracasa… En este proceso de iniciación la familia juega un papel importante porque es el lugar en el que los hijos se inician en la fe y en los hábitos de vida cristiana. La catequesis parroquial sola, no es suficiente. La fe se transmite en los hogares y se fortalece a través de la oración y de la práctica cristiana. Unos pa- El inicio del cristianismo es un encuentro de fe con la persona de Jesús (cf. Jn 1,3539). La mejor riqueza que unos padres creyentes desearían transmitir a sus hijos es la experiencia de Dios, el que sus hijos se sepan y sientan profundamente amados por Dios. La educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la transmite y da testimonio de ella. Educar es educar en el amor, y un creyente no puede olvidar que «Dios es Amor» (1 Jn 4,8), y por tanto su creador e inventor, pero es a través de la educación en la fe y del amor que recibe de sus padres, el modo como el niño puede llegar a entender el amor de Dios hacia él. ( Continua en la pág.. siguiente) ( ...viene de la pág.. Anterior) cosas buenas que los padres son capaces de hacer por sus hijos, no las harían por ellos”, afirma nuestro Obispo. Un camino nuevo Gracia para toda la familia El día de su Primera Comunión no es un día especial sólo para el niño, sino que Jesús viene al encuentro de toda la familia, entra en sus vidas, es un momento de gracia para todos, y debe aprovecharse el momento. “Abuelos y nietos, primos y hermanos, tíos y demás familia. Los padres se ven de pronto crecidos, al ver crecidos a sus hijos, y el amor primero del matrimonio se renueva ya más maduro y sereno. Por ello no es raro que se dé en los padres con hijos de esta edad una vuelta a las prácticas religiosas, así como su inscripción en grupos o actividades parroquiales. No olvidemos tampoco el influjo positivo que muchos hijos buenos tienen en sus padres, incluso llevándoles de nuevo a las prácticas religiosas, no siendo raro que uno de los regalos que los hijos piden a sus padres es que comulguen con ellos, teniendo además en cuenta que muchas Para ayudarles en esta nueva andadura la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha publicado un catecismo, “Testigos del Señor”, que recoge la fe de la Iglesia y la presenta de una manera accesible a los niños y adolescentes de entre 10 y 14 años, que son sus principales destinatarios. Su objetivo es ser un instrumento de continuidad a la catequesis después de la Primera Comunión. El domingo es “el Día del Señor”, el “día de la Resurrección de Jesús”. Es el día de la asamblea litúrgica por excelencia, el día de la familia cristiana. Los fieles se reúnen en ese día para recordar la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios por todas las maravi- Manos a la obra llas que, por Jesús, ha realizaUnos 250.000 niños y niñas reciben la Primera Comunión cada año en España, según los datos de la Conferencia Episcopal; en España hay en torno a 85.500 catequistas, que también forman a jóvenes y adultos pero que, en su mayoría, se dedican a los menores de entre do con su pueblo. A esta asam- 8 y 10 años que se encuentran blea santa están convocados en esta etapa de iniciación a la todos los cristianos y especial- vida cristiana. mente los niños desde que hacen su “primera comunión”. Desde este momento ya están integrados plenamente en la reunión dominical de los adultos para escuchar la Palabra de Dios, celebrar la Pascua del Señor y comer el Pan consagrado, el Cuerpo de Cristo, en el banquete del Padre. Con la Primera Comunión no acaba el camino. Todo lo contrario, comienza. Esos niños acaban de emprender un camino nuevo que habrán de recorrer cada día en su vida en sus quehaceres diarios y, especialmente, en la asamblea eucarística de cada domingo, en la misa del “día del Señor” junto a los hermanos jóvenes y adultos. Defectos que hay que corregir. Hay que evitar que todo quede reducido a fiesta de un día, a un acto aislado. El mismo título de «primera comunión» sería contradictorio. Muchos de los niños ya no vuelven a participar ni comulgar en domingos sucesivos. Es, en muchos casos, por desgracia, la «primera y única comunión». Ahí acaba todo. Pero esto no puede ser así. Cuando el niño ha hecho la primera comunión, ha alcanzado la madurez mínima necesaria para comenzar el definitivo camino que recorrerá toda su vida de cristiano adulto. Por eso, es más importante el año que sigue a la primera comunión que el año anterior de preparación, porque durante el año posterior y los que siguen el niño organiza y encamina su vida cristiana con cercanía a Jesús que es amigo para toda la vida. Desgraciadamente hay muchos padres que no valoran la formación religiosa de sus hijos y, en consecuencia, prescinden de ello en sus familias, dejando así agostarse la fe iniciada en sus hijos. Ven en esta Comunión un acto puramente social sin implicación ni consecuencias religiosas en la vida de sus hijos ni de su familia. Los banquetes y regalos masivos que rodean a las primeras comuniones se han disparado a niveles de consumismo increíbles. En torno a las primeras comuniones se ha montado un tinglado que desfigura la naturalidad de lo sobrenatural, que antepone lo vistoso a lo invisible, que monta la fiesta por fuera sin acompañar al niño en lo que está viviendo por dentro. Es fundamental, por tanto, que en esta experiencia de fe infantil vayamos a lo esencial, sin perdernos en perifollos o montajes artificiales. No aturdamos al niño con regalos. El regalo por excelencia es Jesús. No confundamos al niño con nuestros planteamientos de «adultos desorientados”. Evangelio según san Juan 15,1-8 ( Domingo V de Pascua (B) (3 de Mayo 2015) ) E n aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. »Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».
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