Tout Bagay Beatriz Santiago Muñoz En el cuarto de la casa hay un estante, un armario, una cama y un escritorio. Hay una bombilla de pocos kilovatios enroscada directamente a la pared que genera una luz azulosa muy tenue. De la puerta del cuarto cuelga una cortina de ducha. El armario no tiene ganchos para colgar la ropa y el librero no contiene libros. Un empleado del complejo de apartamentos entra al cuarto para colgar un mosquitero del techo. Sólo hay un pequeño gancho que cuelga desde el centro. Buscar herramientas para mover el gancho tomaría mucho tiempo y un esfuerzo desproporcionado a la importancia del evento. En vez de mover el gancho, movemos la cama al centro del cuarto. El hombre descansa el estante contra un lado de la cama y lo usa como una escalera para colgar el mosquitero. En este momento suceden dos operaciones que se repiten a lo largo de mi visita a Potoprens. La cama, el estante, el armario el escritorio y sus respectivas posiciones corresponden a la gramática de una habitación que reconozco, pero sin la funcionalidad que comúnmente anuncia la forma. Durante el tiempo que pasé en Haiti este estante vaciló entre varios estados, de librero a escalera--siempre vibrando con la posibilidad futura de convertirse en leña para el fuego. Toda la gente está dispuesta a trabajar en la tarea que sea necesaria.Todas las personas contienen infinitas posibilidades de acción. Potoprens es un mar de generalistas, como en el origen mítico del universo---antes de la diferenciaciación de todas las cosas en animales, plantas o humanos---y el apocalíptico fin del mundo. En un universo de generalistas no hay quien se preocupe por terminaciones o por permanencia. Está claro que si el techo se puede derrumbar en cualquier momento, sería ridículo preocuparse por el detalle. La contraparte de este estado de potencia generalizado es que no hay especialistas. Esto es así hasta en el sentido generacional, ya que la edad promedio en Haiti es sólo 22 años. No existe la posibilidad de diseñar o construir un espacio a la medida o de escoger materiales. Todos los espacios construidos tienen la posibilidad de funcionar para toda tarea. Todos los muros exteriores son también anaqueles de mercancía. Se desprende de esta condición que todo material, objeto utilitario, vestido o salmón enlatado proviene de otras necesidades y otros contextos. No llega por accidente a Haití. Allí se descarga arroz norteamericano, ropa de segunda mano, y chancletas de goma. Por lo general no hay recogido de basura, y en donde lo hay es un servicio inconstante y privatizado. Igual que la acumulación de aguas negras, la basura plástica se multiplica en cada esquina, río canalizado, y lote vacío. Este caudal de cosas se entiende en el exterior como “Ayuda a Haití” pero tiene la función inmediata de quebrar a los pequeños agricultores que viven de la siembra de arroz, a las costureras y a los zapateros. Tout bagay, todas las cosas, estan aquí. La mayoría de la gente en Potoprens no tiene una habitación separada para cocinar. El baño es para muchos, el sistema de alcantarillado es por lo general inexistente, y la cocina se hace en el mismo cuarto en donde se vive y duerme. Lo poco que se tiene se apiña y se acumula como en un armario. Se guarda todo papel para quemar, también todo retazo de tela que contenga un futuro posible. Se vive entre todos los objetos que vibran como el estante-escalera-leña. Media población esta en la calle hasta que no tiene más remedio que descansar. El espacio exterior es el lugar y el tiempo común para todo lo que no sea intimidad. Por espacio exterior entiéndase la calle, puesto que fuera del Champs de Mars, un parque abierto frente al palacio nacional---que de hecho, ha estado cercado u ocupado por refugiados desde el terremoto del 2010---no existe otro espacio de esparcimiento que no sea literalmente, la calle. En este espacio exterior se dan los encuentros sociales de amistades, se come de pie o en una esquina, se estudia, se mantienen discusiones políticas, se fermentan manifestaciones, se hace el Kanaval. En la Rue Cristophe se almacenan en plena acera cientos de muebles de madera. Me sorprende que nadie se los lleve, pero me ha contado un amigo que se dice que lo cuidan un par de zombis y esto es suficiente para que nadie se acerque. Sobre un tocador duerme un hombre a pata suelta. Zombi o no, hay que estar agotado hasta el delirio para dormir en un tocador en plena Rue Cristophe. La noche huele a humo de carbón. Donde hay luces, la iluminación es de estadio de futbol. Donde no las hay, la oscuridad total permanece. El complejo de apartamentos está rodeado de muros de 20 pies de alto con alambre de púas y hombres con escopetas que esperan en una silla plegable o caminan aburridos en las entradas. Las casas de concreto continúan desmoronándose lentamente--lo hacen en todos lados, sólo que aquí el proceso acelera. Los pedazos de techo o de muro resultan útiles para pisar las lonas que se usan de techo provisional, de alfombra callejera, de división entre vendedores ambulantes. Los puestos de mercado son atendidos por mujeres mayormente. Las mujeres estan fijas, los hombres en movimiento. La masa de humanos en la calle son hombres vendiendo chanclas, boletos de lotería, móviles o transitando a toda prisa entre la acera y el asfalto. La lotería haitiana es un negocio omnipresente. Hay cientos de puestos que venden boletos de lotería y un sistema codificado de traducir sueño a número ganador, además de variaciones individuales. Si sueñas con un niño enfermo, juegas el 22; con heces fecales, el número 47. En la lógica económica de campo de concentración jugar la borlette es un ejercicio racional. Existe una mayor probabilidad de pegarse en la lotería con un monto de $200 que de salir de la miseria con un trabajo. Père Eternel: así se llama la cadena de puesto de lotería, que como el padre en el cielo está presente por toda la ciudad. El chalat, es un libro de divinación de la lotería mediante el sueño, una especie de calendario especializado para la mediación entre el sueño y la lotería nacional. Un houngan o una mambo puede ayudar a descrifrar un sueño particularmente obtuso. Hay cientos de loas (lwas en kréyol) en el panteón de vodou haitiano. En un universo de generalistas los loas son especialistas. Erzili es una lwa central relacionada al amor, pero en el panteón de Erzili existen muchos desdoblamientos de ese amor: amor maternal, celos, venganza--cada aspecto se concentra en otra nueva Erzili. Cada jinete monta su caballo distintamente y exige obsequios o comidas preferidas a la congregación. Tan presente es el panteón de lwas en Haiti, tan importante esta espiritualidad que el más devoto de los cristianos no niega el poder y presencia de los lwas. El cristianismo simplemente le otorga más poder a su dios. Jezi-Kris vendría siendo un lwa todopoderoso y omnipresente, un lwa generalista. El loup-garou es el mejor conocido de los teriántropos haitianos pero no es el único. La cosmología haitiana es una habitada por licántropos y por todo tipo de antropomorfismo. Son muchas las transformaciones místicas: hombre a bestia, posesión pasajera, zombificación permanente, la fuerza atrapada de un paké. Pero las transformaciones cotidianas son aún más: un retazo de tela roja sirve igual para canalizar fuerzas ancestrales que para señalar que un coche es ahora un taxi disponible. Se respeta la metamorfósis diaria de las cosas. La vida cotidiana instruye a toda la población sobre la capacidad espiritual y cósmica de los materiales y objetos más familiares. Todos los objetos pierden conocimiento, se mudan de ropa como el loup-garou muda su piel. Todas las cosas regresan a un estado no-diferenciado. Excluídos de la economía, en estado de desposesión total, la gente hace como los objetos y se dispone a ser todo en todo momento. Toda la energía del universo se concentra en este punto. Es un agujero negro o un supernova. Todo es posibilidad y todo es basura a la misma vez. Todo espacio-tiempo es común. Vibra el universo. Es el origen o el fin del mundo.
© Copyright 2024 ExpyDoc