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ECONOMÍA
Más capital femenino para Latinoamérica
La ONU eleva la prioridad de la participación de la mujer en el desarrollo de la región
BELÉN DOMÍNGUEZ CEBRIÁN Madrid 10 OCT 2014 - 20:22 CEST
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Las mujeres son más. Las mujeres,
además, son el pilar económico y social
fundamental de las regiones rurales de
Latinoamérica. Las mujeres, sin embargo,
siguen siendo el blanco perfecto de la
vulnerabilidad. Un dato: tan solo el 20%
de las mujeres que trabaja la tierra en el
mundo dispone de su propiedad, según
Gina Magnolia Riaño, secretaria general
de la Organización Iberoamericana de
Seguridad Social (OISS). Y otro dato: la
Campus de la Universidad Nacional de México. / LUCAS VALLECILLOS / AGE FOTOSTOCK
tasa de participación de la mujer en la
economía de América Latina ha
aumentado en tan solo seis puntos porcentuales en más de una década, del 47% en 1990 al 53% en
2012, un 20% menos que los hombres.
En un ciclo de conferencias en la Casa de América de Madrid en el que esta semana han coincidido
expertos en género, educación, cambio climático y desarrollo sostenible de un lado y otro del Atlántico,
la solución que orbitaba en una de sus majestuosas salas —la Simón Bolívar— pasaba siempre por lo
mismo: la equidad de género. Sólo así se disminuye la brecha de desigualdad.
Latinoamérica, la región con mayor desigualdad a nivel mundial, según el
programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), sirvió de ejemplo
para el más de medio centenar de asistentes. “La sociedad en América
Latina es para la cooperación Española un pilar fundamental, casi nuestra
razón de ser”, resaltaba en su intervención Gonzalo Robles, secretario
general de Cooperación Internacional para el Desarrollo (SGID).
Latinoamérica
gasta en Educación
el 5,1% del PIB, un
punto más que la
media de la OCDE
Fuente: Cepal / C. AYUSO
A pocos meses de que se den por finalizados los Objetivos del Milenio de la ONU, las nuevas metas a
nivel mundial de mitigación de la pobreza —los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), o los
post2015— se han reformulado para dar un mayor protagonismo al papel de la mujer, su educación y
emancipación como motor para salir de la espiral de pobreza. “Las mujeres conservan los recursos
naturales que es lo que garantiza la seguridad alimentaria y que, a su vez, fomenta el desarrollo
sostenible”, sostiene Riaño. Esto es, el desarrollo que satisface las necesidades actuales de las personas
sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas.
Así lo sostenía también María Lahora, de la oficina para Europa del CAF, un banco de desarrollo para
América Latina que, entre otras cosas, ofrece microcréditos para financiar proyectos de mujeres
enfocados en cinco pilares; formación, salud reproductiva, liderazgo, disminución de la violencia
machista y empoderamiento económico. Esto último, defendía Lahore, es esencial para el desarrollo
de todo un ecosistema, puesto que “las mujeres son las que ahorran más e invierten mayor porcentaje
de sus ganancias en las familias y comunidades”.
Pero para que lo anterior se convierta en una realidad es necesario que los datos mejoren. Actualmente
la tasa de desempleo femenino en la región es del 6,7% frente al 9% masculino. Cifras aparentemente
bajas pero que hay que poner en contexto: menos de la mitad de la población femenina está fuera del
mercado laboral viéndose, en muchos casos, avocada a una maternidad precipitada, y la mayoría de las
que trabajan lo hacen en la economía sumergida, lo que habitualmente implica condiciones laborales
precarias.
Es cierto que, aunque lentamente, las cifras van en sentido positivo hacia la
equidad. Dilma Rousseff, Michelle Bachelet y Cristina Fernández de
Kirchner gobiernan tres grandes economías en la región; Brasil, Chile y Argentina respectivamente.
No obstante, la presencia femenina en otros órganos de Gobierno no es tan evidente. Según el CAF,
tan solo el 9% de los miembros del directorio de los Bancos Centrales son mujeres, y el número de
alcaldesas electas aumentó del 5% en 1998 al 12% en 2012. Un avance, sí. Pero muy insuficiente.
“Según la Comisión Económica para América Latina, las mujeres representan menos del 25% de los
miembros de los poderes del Estado”, explicó la directiva del CAF.
Gonzalo Fanjul, director de Estudios y Análisis de Isglobal, con la efusividad que le caracteriza y su
larga trayectoria profesional en ONG de desarrollo, defendió la necesidad de trazar un eje transversal a
los 17 nuevos ODS de la equidad entre hombres y mujeres. La estrategia no solo es compartida por los
ocho expertos en diversas ramas para el desarrollo en América Latina que acudieron a la cita, sino que
está “cada vez más presente en las bases de la sociedad”, defendía uno de ellos. No obstante, tal y como
declararon sus contertulianas: “El empoderamiento tiene que ir acompañado de formación”. Lo que
apunta a una educación temprana en equidad como necesidad primordial para deshacerse de los
factores que avivan la pobreza.
A pesar de que América Latina es una de las regiones que más invierte en educación —un 5,1% del PIB
frente al 4.1% de la media de la OCDE—, su baja calidad contribuye a un aumento de la desigualdad.
Mariano Jabonero, director de Educación de la Fundación Santillana, hizo hincapié en la importancia
de la educación “de calidad”, como semilla para salir de la pobreza.
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