AMBIENTE HOY Recomendaciones a partir de la percepción ciudadana: ¿Cómo fortalecer la prevención de conflictos en el SEIA?* Los mecanismos de participación ciudadana implementados en el marco del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental son el canal formal de expresión de las inquietudes de comunidades y organizaciones sobre los proyectos en evaluación. El estudio en profundidad de los casos Celulosa Valdivia y Costanera Norte revela una insatisfacción de las respectivas comunidades respecto al sentido, ámbito, oportunidad y diseño de estos mecanismos de participación. Estas percepciones —surgidas en el contexto de conflictos ambientales de gran intensidad y figuración pública— invitan a reflexionar una vez más1 sobre la necesidad de perfeccionar la participación ciudadana en el SEIA y de reforzar el rol preventivo de conflictos del sistema. Claudia Sepúlveda** E l Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) —establecido en la Ley 19.300 de Bases Generales del Medio Ambiente— contempla un conjunto de mecanismos obligatorios de participación ciudadana durante el periodo de la evaluación de los Estudios de Impacto Ambiental (EsIA), que son tanto de tipo informativo como consultivo y de reclamación. En el primer caso, su propósito es entregar información a la comunidad, por parte del inversionista, sobre el proyecto en evaluación y sus impactos. En el segundo, elobjetivo es recoger las opiniones de la ciudadanía a fin de que sean ponderadas por las autoridades ambientales en su resolución sobre los proyectos. El tercer caso, se pretende dar la oportunidad de reclamo a los ciudadanos que realizaron observaciones a los EsIA cuando consideran que éstas no fueron adecuadamente tomadas en cuenta en la resolución oficial.2 A partir del estudio en profundidad de dos casos de conflictos ambientales surgidos en torno a procesos de Evaluación de Impacto Ambiental en el SEIA de los proyectos Celulosa Valdivia y Costanera Norte3– el presente artículo se propone sistematizar las percepciones de las comunidades involucradas a fin de recomendar vías para fortalecer el sistema en su rol preventivo de conflictos4. Las recomendaciones del presente artículo se refieren tanto a las instancias de participación *El presente artículo recoge algunas de las principales conclusiones del proyecto “Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), conflictos ambientales y participación ciudadana” que contó con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA). El proyecto, realizado entre abril de 1997 y octubre de 1999, se propuso identificar y examinar en profundidad algunas deficiencias del SEIA en relación a la función preventiva de conflictos ambientales de sus instancias de participación ciudadana con el fin de realizar recomendaciones tendientes a perfeccionar el sistema. La investigación se llevó a cabo a partir del estudio de dos casos de proyectos que, habiendo presentado EIA, suscitaron conflictos de importancia: Celulosa Valdivia y Costanera Norte. **Socióloga. Magister en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente, P. Universidad Católica de Chile. Investigadora de CIPMA. VOL XV - Nº 4, pp. 11 - 23 (ISSN 0716 - 1476) Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 11 AMBIENTE HOY ciudadana del SEIA, como a dos aspectos de índole más estratégica que emanan directamente de los casos estudiados. El primer aspecto, cuya propuesta emana del caso Celulosa Valdivia, aborda la necesidad de profundizar la evaluación de impactos socioculturales en los EsIA, como una forma de recoger y procesar tempranamente las inquietudes que los impactos de los proyectos despiertan en la ciudadanía. El segundo aspecto, relacionado con el caso Costanera Norte, busca fortalecer la vinculación entre las decisiones sobre los proyectos que se toman en el marco del Resumen A partir del estudio en profundidad de dos casos de conflictos ambientales surgidos en torno a procesos de Evaluación de Impacto Ambiental en el SEIA –relacionados con los proyectos Celulosa Valdivia y Costanera Norte– se sistematizan las percepciones de las comunidades involucradas a fin de recomendar vías para fortalecer el sistema en su rol preventivo de conflictos. Una parte de estas observaciones se refieren a puntos a los mecanismos de participación ciudadana del SEIA, notándose una insatisfacción ciudadana respecto al sentido a: el sentido o alcance de la participación (de manera efectiva en la resolución); el ámbito de la misma (restringido a lo estrictamente ambiental, en circunstancias que las decisiones se toman considerando también parámetros no ambientales); la oportunidad de la participación (se inicia demasiado tarde y está demasiado restringida temporalmente) y al diseño de los mecanismos de participación (cuestionándose aspectos como el acceso de las comunidades a recursos técnicos especializados, a la información completa sobre los EsIA, a las autoridades, y a un diálogo más directo con los proponentes). Otras dos recomendaciones de índole más estratégica son profundizar la evaluación de impactos socioculturales en los EsIA, de manera de procesar tempranamente las inquietudes que los impactos de los proyectos despiertan en la ciudadanía; y a fortalecer la vinculación entre las decisiones sobre los proyectos que se toman en el marco del SEIA y la apertura de instancias de participación ciudadana en la definición de políticas que regulan las materias sobre las que el sistema debe pronunciarse, como es el caso de las relativas al desarrollo urbano. Abstract On the basis of two in-depth case studies of environmental conflicts arising within the framework of the System for Environmental Impact Evaluation (SEIA)—the Celulosa Valdivia and Costanera Norte projects—the perceptions of the involved communities are systematized, with the goal of recommending ways for strengthening the role of the SEIA in preventing conflicts. One part of these observations refers to the mechanisms for citizen participation within the SEIA, noting public dissatisfaction with the sense or scope of the participation (as an effective manner to impact approval), its reach (narrowly or strictly environmental, in circumstances in which the decisions take into account non-environmental parameters), the opportunity for participation (given that they begin too late and are too restricted in their timing), and the design of mechanisms for participation (questioning aspects such as the access of the communities to specialized technical resources, availability of complete information regarding the Environmental Impact Study, direct contact with the authorities, and more direct dialogue among the proponents). There are two other recommendations of a more strategic nature that emanate from the two case studies. One refers to the need to deepen the evaluation of socio-cultural impacts in the Environmental Impact Studies (EIS’s). This would provide a means to gather and process the concerns for the impacts of these projects that are awakened among the public. The other concerns the strengthening of links between the decisions regarding these projects taken within the framework of the SEIA, and creating opportunities for public participation in the definition of policies that regulate the matters about which the system should make pronouncements, as is the case with urban development. 12 Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 SEIA y la apertura de instancias de participación ciudadana en la definición de políticas que regulan las materias sobre las que el sistema debe pronunciarse, como es el caso de las relativas al desarrollo urbano. La evaluación de la efectividad de los mecanismos de participación ciudadana del SEIA para prevenir conflictos no es una tarea fácil. Primero, porque no todos los conflictos ambientales pueden ser prevenidos con participación, independientemente de que los enfoques y técnicas aplicados sean los más apropiados. Habrá conflictos que ocurrirán de todos modos, como aquéllos centrados en valores o principios irreconciliables. Segundo, porque si la participación ciudadana en el SEIA es inadecuada o insuficiente, puede convertirse en un factor detonante o agravante de conflictos más que en una vía para su prevención. De allí que para fortalecer el rol preventivo de conflictos de los mecanismos de participación del SEIA, resulta fundamental recoger las percepciones y opiniones que los propios ciudadanos tienen en relación a su efectividad para concitar respaldo público hacia las decisiones. Y tercero, porque existen factores que detonan o agravan conflictos en el SEIA que van más allá de las insuficiencias de diseño o implementación de la participación ciudadana en el sistema. Entre otros cabe mencionar, por ejemplo, la ausencia de políticas y normas ambientales diseñadas de manera participativa y la escasa consideración de impactos socioculturales en los EsIA. Retomaremos estos dos aspectos en la forma de recomendaciones estratégicas. Percepciones ciudadanas sobre la participación en el SEIA A continuación se presentan las percepciones ciudadanas sobre los mecanismos de participación del SEIA que han sido recogidas y sistematizadas a partir de los dos conflictos ambientales estudiados y que representan situaciones diversas: el proyecto Celulosa Valdivia corresponde a una iniciativa de emprendimiento privado, de explotación de recursos naturales en una zona rural, y el conflicto fue protagonizado por una comunidad de pescadores. Por su parte, el proyecto Costanera Norte corresponde a uno de tipo público, relativo a infraestructura en una zona metropolitana, y el conflicto fue protagonizado por los habitantes de un barrio de clase media alta. AMBIENTE HOY En tanto en el primer caso la comunidad local manifestó desde un comienzo desconfianza hacia los mecanismos de participación ciudadana del SEIA, en el segundo ocurrió una situación contraria, pues la comunidad optó por participar activamente en el proceso de evaluación de impacto ambiental5. A pesar de estas diferencias, en ambos casos finalmente prevaleció entre los actores locales la percepción de insuficiencia de los mecanismos de participación ciudadana del SEIA, percepción que contribuyó a exacerbar los conflictos y a cuestionar la legitimidad de las decisiones sobre los proyectos. Ello nos mueve a sugerir la hipótesis de que la insatisfacción ciudadana respecto a la participación en el SEIA se explica por aspectos de diseño e implementación que van más allá de situaciones puntuales. El conocimiento de estos aspectos representa una contribución para perfeccionar el rol preventivo de conflictos de la participación ciudadana en el SEIA. Primera percepción ciudadana: Sobre los alcances de la participación Existe una diferencia entre la percepción de la comunidad sobre el sentido de la participación en el SEIA y la oferta que hace la Ley 19.300. Para la comunidad, la posibilidad de participar —básicamente a través de la formulación de observaciones a los EsIA— tiene sentido en la medida en que sus opiniones influirán efectivamente en las decisiones. En la Ley 19.300, por otra parte, el grado de participación de la comunidad —o su real incidencia en las decisiones— queda en manos de la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama) a través de: (i) el concepto de “ponderación”, mencionado en el Artículo 29, y (ii) la posibilidad de impugnar proyectos por medio del mecanismo de reclamación establecido en el mismo artículo. Dado que se trata de instrumentos muy limitados de participación —tanto en términos del ámbito, de la oportunidad y de las técnicas utilizadas (ver secciones siguientes)— la oferta de la Ley no siempre satisface las expectativas de participación de la comunidad. Esta insatisfacción de la comunidad puede convertirse en un factor de generación de conflictos. Los dos casos analizados ilustran, de distintas maneras, el potencial gatillador de conflictos que encierra esta diferencia entre la percepción o expectativas de la comunidad y la oferta de la Ley. En el caso de la Planta de Celulosa Valdivia, lo Existe una diferencia entre la percepción de la comunidad sobre el sentido de la participación en el SEIA y la oferta que hace la Ley 19.300. Para la comunidad, la posibilidad de participar —básicamente a través de la formulación de observaciones a los EsIA— tiene sentido en la medida en que sus opiniones influyen efectivamente en las decisiones. que estuvo en tela de juicio fue la propia institucionalidad del SEIA. Especialmente intensas fueron las críticas hacia las instancias de participación ciudadana, que los afectados consideraron como un “mero blanqueo” de decisiones ya tomadas. La estrategia empleada por la comunidad local fue marginarse de los procesos formales de participación del SEIA e impedir la realización del EsIA. Esta forma de proceder —que constituye un caso inédito en Chile6— revela una profunda desconfianza de la comunidad respecto de la calidad política de las decisiones tomadas por la autoridad ambiental, a la vez que cuestiona directamente su legitimidad. En el caso de Costanera Norte, por el contrario, la comunidad local organizada en la “Coordinadora No a la Costanera Norte” optó por copar al máximo todas las instancias de participación contempladas en el SEIA, tanto las obligatorias como las complementarias. Es destacable que producto de este esfuerzo incluso se generaran instancias de participación ad-hoc, tal como la asistencia de la Coordinadora a sesiones del Consejo Consultivo de Conama7. Sin embargo, una vez concluido el proceso de evaluación ambiental, los afectados sostuvieron opiniones similares a las de quienes protagonizaron el conflicto en torno al proyecto Celulosa Valdivia. En palabras de la Coordinadora, la resolución final de la Corema representa el “descrédito y destrucción del SEIA y el fracaso de Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 13 AMBIENTE HOY la Ley de Bases del Medio Ambiente”8 al haber manipulado el proceso de evaluación y de participación ciudadana, decidiendo primero y justificando después la aprobación del proyecto. Ambos casos reflejan situaciones en las que la comunidad se manifiesta insatisfecha con los mecanismos de participación en el SEIA. La pregunta de fondo que surge es ¿cuál es el grado de participación —en el sentido de incidencia de las opiniones de los ciudadanos en las decisiones finales— que se debe garantizar en este tipo de proyectos, que representan grandes montos de inversión con importantes externalidades positivas y negativas? Aunque la respuesta no es simple, es posible hacer algunas recomendaciones. La primera, de carácter más general, es que el objetivo del proceso de evaluación ambiental debe quedar claro para la comunidad desde el comienzo del proceso. En ocasiones, los ciudadanos participan con la intención de lograr el rechazo de un determinado proyecto, ignorando que el SEIA fue diseñado básicamente para mejorarlos ambientalmente a través de prevenir y mitigar sus impactos negativos. Clarificar lo anterior no sólo evitaría expectativas de participación frustradas, sino que permitiría también a las autoridades ambientales diferenciar desde un inicio qué grupos de la comunidad están dispuestos a participar en las instancias formales del SEIA en las condiciones descritas, y qué grupos prefieren optar por estrategias de participación y movilización fuera del sistema. Con ello sería posible decidir tempranamente respecto de la necesidad de instancias de participación complementarias o, en casos que se requiera, de mecanismos de resolución negociada de conflictos de interés. A esto último apunta la segunda recomendación. Tanto grandes proyectos de inversión — tales como centrales de generación eléctrica, obras de infraestructura y plantas industriales— que causan un nivel significativo de impactos positivos y negativos en el territorio donde se materializan, así como proyectos de menor escala pero no deseados localmente —tales como vertederos e incineradores— deberían contar con mecanismos adicionales de participación ciudadana. El objetivo de estos mecanismos sería el proveer instancias más directas y transparentes para la participación de las comunidades y para la ponderación por parte de la autoridad de las diversas observaciones. Cabe señalar que en los dos casos estudiados se registraron instancias de participación com- 14 Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 plementarias implementadas por Conama. A pesar de ello, los conflictos estallaron y la insatisfacción ciudadana fue “in crescendo”, por lo que la efectividad de tales instancias específicas requiere ser evaluada. Segunda percepción ciudadana: Sobre el ámbito de la participación Si bien no existe una precisión al respecto ni en la Ley 19.300 ni en el Reglamento del SEIA, en la práctica se ha consagrado como ámbito aceptado de las observaciones ciudadanas a los EsIA el denominado “técnico-ambiental”. Es decir, aquél que se refiere a los impactos “estrictamente ambientales” de los proyectos, excluyendo aspectos de vital importancia para los afectados, tales como la generación de empleo o la disminución de ingresos producto de modificaciones en la economía tradicional. Lo que se busca es centrar la participación en los impactos bio-físicos a fin de excluir la manifestación de demandas sociales y/o económicas que se consideran ajenas a los efectos ambientales de los proyectos y que podrían abrir paso a la exigencia de compensaciones monetarias, las que no están reguladas por la legislación. Los casos estudiados evidencian que la ciudadanía percibe una contradicción entre el tratamiento que el SEIA da a las inquietudes ciudadanas en materias socio-económicas y los argumentos que los proponentes y la propia autoridad ambiental emplean para evaluar los proyectos. Mientras por una parte los EsIA resaltan, en sus evaluaciones de impactos sociales, los beneficios económicos directos e indirectos de los proyectos —nuevas fuentes de empleo, aumento en el valor de las propiedades y nuevas oportunidades de negocios— por otra parte, se le cuestiona a la ciudadanía la expresión de observaciones de esta misma naturaleza cuando representan críticas. Esta percepción de doble estándar adquiere especial intensidad para los ciudadanos, al constatar éstos que, en último término, la decisión final de aprobación o rechazo de los proyectos es de carácter “político”. Lo anterior queda especialmente claro en el caso de proyectos que han sido rechazados por los Comités Técnicos de las respectivas Comisiones Regionales del Medio Ambiente (Coremas) y que luego son aprobados por las ¿Coremas?9 —una instancia de decisión política10— o que, por el contrario, han sido aprobados técnicamente y luego rechazados por las Coremas11. También están los proyectos en torno AMBIENTE HOY a cuya evaluación ha existido una fuerte tensión entre las dos instancias, a veces más abierta, a veces más velada12. En todos estos casos las autoridades emplean argumentos que escapan a lo “estrictamente ambiental” en sus resoluciones, aludiendo de manera explícita, por ejemplo, a consideraciones sobre el aporte que los proyectos representan para las economías locales o regionales13. Lo que los ciudadanos se preguntan es: ¿porqué se nos cuestiona la validez de observaciones no-ambientales siendo que las propias autoridades les dan un peso fundamental en su decisión? El efecto es un cuestionamiento a la credibilidad social del SEIA, generándose la imagen de que la participación ciudadana es un mero “maquillaje” de decisiones que “ya están tomadas”. Este es el sentimiento que ha predominado entre los ciudadanos organizados en la Coordinadora No a la Costanera Norte en la ciudad de Santiago una vez concluido el proceso de participación en el SEIA. Los vecinos sienten que sus esfuerzos por constituirse en interlocutores técnicos válidos del proponente y los evaluadores del EsIA han sido infructuosos. Sostienen que sus argumentos —que cuestionan el concepto de desarrollo urbano sobre el que descansa la Costanera Norte— no fueron respondidos con rigurosidad ni menos considerados en la decisión de aprobar el proyecto. En definitiva, declaran haber perdido la confianza en el SEIA y en sus mecanismos de “participación protegida”, los que consideran diseñados para “aprobar lo que el gobierno quiere”14. De lo expuesto surgen dos recomendaciones. La primera es que tanto proponentes como autoridades deben esforzarse por mejorar la calidad de la evaluación de los impactos sociales de los proyectos, a la que el mismo SEIA obliga. Muchos de los impactos que las propias comunidades priorizan, y que tienden a ser calificados como “no ambientales”, corresponden en rigor a los que afectan al medio sociocultural, y forman parte del concepto de medio ambiente según la propia definición de la Ley de Bases15. Más aún, de las seis categorías de impactos que identifica el Reglamento del SEIA como factores que obligan a realizar un EsIA, cinco aluden de forma directa o indirecta a componentes socioculturales del medio ambiente16. En el caso del proyecto Celulosa Valdivia, por ejemplo, uno de los impactos socioeconómicos relevados por la comunidad fue el efecto tendría sobre el turismo el vertido de residuos industria- Los casos estudiados evidencian que la ciudadanía percibe una contradicción entre el tratamiento que el SEIA da a las inquietudes ciudadanas en materias socio-económicas y los argumentos que los proponentes y la propia autoridad ambiental emplean para evaluar los proyectos. les líquidos en el mar. Esta preocupación fue desestimada por el EsIA sin que se realizaran los estudios correspondientes para determinar de qué forma y en qué grado el turismo podría verse afectado por la descarga del efluente.17 En resumen, para superar la delimitación artificial de las observaciones ciudadanas a temas “estrictamente ambientales”, y la consiguiente frustración y sentimiento de arbitrariedad de las comunidades, lo primero es contar con una definición clara respecto a qué impactos serán considerados como impactos sociales y cómo deben ser evaluados. Lo anterior no resuelve el que los argumentos que las autoridades empleen para fundamentar su resolución sobre los proyectos hagan referencia a aspectos “políticos” que van más allá de la respectiva evaluación ambiental. A este último aspecto apunta la segunda recomendación: es recomendable que tanto Conama como otras reparticiones del Estado identifiquen, desarrollen y potencien la participación ciudadana en la definición de políticas. Es decir, en aquellas decisiones con implicancias ambientales que trascienden los proyectos específicos y que se refieren al desarrollo de largo plazo de los territorios o a políticas sectoriales. Por ejemplo, en el caso del proyecto Costanera Norte, mucha de la discusión giró en torno a temas de planificación urbana y políticas de transporte público de Santiago. De haber sido discutidos en otras instancias participativas, estos temas no habrían surgido dentro de la evaluación ambiental del proyecto, evitándose tal vez el intenso conflicto surgido. Ambas recomendaciones, de carácter estratégico, se presentan en detalle en la sección final. Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 15 AMBIENTE HOY Tercera percepción ciudadana: Sobre la oportunidad de la participación En los casos estudiados, las críticas ciudadanas respecto al momento en que está concebida actualmente la participación en el SEIA apuntan a tres aspectos complementarios: • El inicio tardío de las instancias de participación, una vez que los EsIA han sido concluidos y aceptados para su evaluación por la autoridad ambiental; es decir, cuando la mayoría de las decisiones relevantes sobre el diseño y localización de los proyectos ya han sido tomadas. • La rigidez de los plazos para formular observaciones ciudadanas en contraste con las varias instancias que tienen los proponentes para solicitar su ampliación. En efecto, las comunidades sólo pueden realizar observaciones por escrito a los EsIA en un plazo no prorrogable de sesenta días. Muchas veces parte importante de este tiempo debe invertirse en la solicitud de precisiones metodológicas y de información sobre los EsIA. • La restricción de las observaciones ciudadanas a sólo una etapa muy breve del proceso de evaluación de los EsIA. El SEIA contempla exclusivamente participación respecto a los EsIA, pero excluye la posibilidad de que los ciudadanos se pronuncien sobre los Addenda (versiones corregidas de los EsIA en respuesta a las observaciones de los Comités Técnicos) que pueden incluir cambios importantes respecto a los EsIA inicialmente presentados. De esta forma, muchas observaciones ciudadanas quedan obsoletas durante el proceso de evaluación y aspectos nuevos de los proyectos, que muchas veces pueden corresponder a modificaciones sustantivas, no son opinables para la ciudadanía. A su vez, los ciudadanos deben realizar un esfuerzo especial para informarse sobre los sucesivos cambios del proyecto, pues no existe una instancia formal que les permita “seguirle la pista” a las modificaciones. Muchas veces esta situación es interpretada por los ciudadanos como una oscura maniobra concertada para agotarlos, entre el proponente (especialmente si proviene del sector público) y la autoridad. En relación a la primera de las críticas cabe ¿Por qué incorporar la participación ciudadana en la evaluación de impactos ambientales? El involucramiento ciudadano en la toma de decisiones no es un hecho nuevo. Sus orígenes se remontan a las raíces mismas de nuestra cultura política occidental. Pero el concepto y las prácticas de participación ciudadana han evolucionado de acuerdo a las condiciones que caracterizan a cada momento histórico. Entre los factores que explican los espacios crecientes de participación ciudadana en materias de interés público en la actualidad, están el acceso masivo a la educación y a la información, la expansión de la sociedad de consumo y el creciente desencantamiento respecto de los sistemas tradicionales de representación política. En conjunto, estos factores han contribuido a un aumento de la capacidad crítica de la población, han favorecido la preocupación por los temas relacionados con la calidad de vida y han estimulado una mayor demanda de la gente 16 Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 por ejercer su derecho a la ciudadanía. Es decir, por influir de alguna forma en las decisiones que le afectan de manera directa. Las instituciones ambientales de todo el mundo han tenido que responder a estas tendencias de mayor valoración de la participación que provienen de la base social. En sus etapas iniciales, las Evaluaciones de Impacto Ambiental se caracterizaban por ser de naturaleza eminentemente técnica, por centrarse exclusivamente en los impactos biofísicos, por otorgarle un espacio importante a la evaluación económica de los proyectos y por prestarle poca atención a la planificación de medidas de prevención, mitigación o compensación5. La aprobación de proyectos sometidos a procesos de Evaluación de Impacto Ambiental comenzó a generar fricciones con las comunidades afectadas, que sentían que sus intereses no estaban siendo adecua- damente considerados y protegidos. Como resultado, los impactos sociales de los proyectos fueron adquiriendo una importancia cada vez mayor. Sin embargo, en sus inicios, la evaluación de impactos sociales se implementaba con el mismo sesgo técnico con que se abordaban los impactos biofísicos: las estadísticas demográficas, de empleo y de acceso a servicios eran la base para su predicción*. Poco a poco fue haciéndose evidente que este enfoque era insuficiente y demasiado unidimensional, pues los expertos podían recopilar información y formular juicios sobre los efectos de los proyectos en las comunidades, pero no eran capaces de interpretar lo que la gente sentía, deseaba, valoraba o temía. Así, comenzó a surgir la necesidad de profundizar el tratamiento de los impactos sociales por medio del involucramiento directo de los afec- AMBIENTE HOY preguntarse cuál es el momento más oportuno. Existen gruesamente tres opciones para adelantar la participación respecto a lo que el SEIA actualmente contempla. La primera consiste en iniciarla en las etapas de diseño de los proyectos, es decir, cuando los proponentes todavía se encuentran definiendo la localización y la tecnología. Si bien se trata de la situación ideal desde el punto de vista de la participación ciudadana, no siempre es practicable, dado que supone modificaciones importantes en la estructura organizacional y estilos tradicionales de trabajo de los proponentes: por ejemplo, creación de unidades de relaciones con la comunidad e incorporación de criterios sociales en los análisis de pre-factibilidad. Se trata de procesos de cambio relativamente lentos, pues supone modificar las culturas organizacionales de las empresas, sean éstas públicas o privadas. Por otra parte, en el caso de proyectos que requieren cierta confidencialidad en el manejo de la información, debido a razones comerciales estratégicas, esta opción puede resultar imposible. A pesar de estas tados. Es decir, de la consideración de la opinión y percepciones de las personas y grupos potencialmente impactados, a través de técnicas de participación ciudadana. Una vez llegados a este punto, comenzó a hacerse evidente que la consideración de la opinión ciudadana sobre los impactos sociales no era suficiente para evitar eventuales cuestionamientos a las decisiones tomadas durante los procesos de Evaluación de Impacto Ambiental. Los ciudadanos también comenzaron a exigir participación en relación con los impactos biofísicos. En este caso, la razón estuvo vinculada con las limitaciones del conocimiento científico. La ciencia no puede garantizar con certeza absoluta qué impactos generarán los proyectos y cuál será su magnitud, duración e intensidad. Tampoco puede anticipar con exactitud quiénes, de qué forma y en qué grado serán perjudicados o beneficiados, y cuáles serán los efectos acumulativos y de largo plazo. Ello porque la naturaleza multicausal, muldimensional y única de las externalidades ambientales que generan los proyectos las convierte en un fenómeno esencial- resistencias y obstáculos, la participación temprana podría significar importantes ahorros de costos, al prevenir conflictos centrados en la localización de los proyectos, que están entre los más difíciles de resolver. Una segunda alternativa sería iniciar la participación durante la realización de los EsIA, abriendo posibilidades para que la gente contribuya con sus propias ideas a tomar decisiones sobre materias como el origen geográfico de la fuerza de trabajo, la localización de las instalaciones destinadas a los trabajadores, las estrategias para responder al aumento de la demanda local por servicios básicos, la localización y diseño de procesos contaminantes, la definición de las medidas de prevención o mitigación de impactos, o la priorización de recursos naturales a ser protegidos. Todas éstas son materias más fáciles de adecuar (comparado con aspectos como la localización y tecnología del proyecto) y que pueden llegar a ser determinantes en la aceptación o rechazo de los proyectos por parte de los afectados. Finalmente, existe un momento intermedio en- mente conflictivo: la incertidumbre científica da paso a interpretaciones diversas y comprometen intereses muchas veces contrapuestos de numerosos actores. De esta forma los evaluadores se vieron obligados a tomar en cuenta la opinión de la gente respecto a qué impactos les resultaban prioritarios y a considerar dicha opinión en la evaluación de los proyectos y en el diseño de las medidas de prevención, mitigación o compensación. Con la apertura de mayores espacios de participación ciudadana en los procesos de Evaluación de Impacto Ambiental no sólo mejoraron ambientalmente los proyectos como resultado de los aportes en información y conocimiento entregados por la propia comunidad. A su vez se evitó exponer las decisiones sobre los proyectos a cuestionamientos y conflictos en la medida que los técnicos y las comunidades compartieran la responsabilidad de asumir el riesgo asociado a situaciones de incertidumbre**. Ello permitió, a su vez, aumentar la sensación de seguridad de los afectados respecto a los potenciales impactos y su respaldo hacia las decisiones sobre los proyectos. En el caso del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) chileno, sería esperable que los mecanismos de participación ciudadana que contempla contribuyeran a este doble propósito: asegurar la calidad no sólo técnica sino también política de las decisiones sobre los proyectos. Una evaluación de largo plazo de tales mecanismos debiera tener en cuenta la efectividad con que están cumpliendo este doble objetivo. La calidad política de las decisiones sobre los proyectos que ingresan al SEIA está dada, en último término, por la capacidad del sistema para evitar su cuestionamiento por parte de la ciudadanía, el que en ocasiones ha derivado en conflictos ambientales. Resulta deseable fortalecer la capacidad del SEIA para concitar respaldo ciudadano y prevenir conflictos ambientales. Notas: *Rabel J. Burdge y Frank Vanclay (1995) “Social Impact Assessment”. En “Environmental and social impact assessment”. John Wiley and Sons. England. **Ibídem. Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 17 AMBIENTE HOY tre los dos anteriores que corresponde a la definición de los Términos de Referencia de los EsIA. Actualmente el SEIA no contempla esta etapa, sin embargo, teniendo en cuenta que muchos conflictos se gatillan por deficiencias en los contenidos de los EsIA —sobre todo en aquellas dimensiones que se relacionan con intereses y prioridades de las comunidades— sería altamente positivo que los proponentes incorporaran voluntariamente la participación ciudadana en esta fase más inicial. Para hacer frente a este desafío, Conama está realizando esfuerzos por profundizar la participación, los que apuntan en dos direcciones complementarias: • propiciar la “participación temprana”, es decir, aquélla a ser implementada de manera voluntaria antes de que los proyectos ingresen al SEIA18, destacando ante los proponentes que esta vía les resultará beneficiosa en la medida que contribuya a mejorar la calidad de los proyectos así como a prevenir conflictos que pueden elevar significativamente los costos de las inversiones • ampliar el plazo de la participación ciudadana desde los 60 días establecidos en la Ley a todo el proceso de evaluación de los EsIA, por medio de mecanismos que permitan a los ciudadanos que hayan formulado observaciones hacer un seguimiento de los cambios al proyecto expresados en los Addenda. Se trata de una de las modificaciones al Reglamento del SEIA, actualmente en revisión por parte de la Contraloría. Cuarta percepción ciudadana: Sobre el diseño e implementación de los mecanismos de participación Entre las críticas ciudadanas a los mecanismos de participación del SEIA, un número importante se refiere a aspectos de diseño o implementación de los mismos. Si bien se trata de críticas más prácticas que las enunciadas en los puntos anteriores, ambos tipos se complementan. Las principales objeciones se refieren a: • Acceso a recursos técnicos especializados El acceso a asesorías técnicas por parte de las comunidades es determinante para asegurar una participación mínimamente efectiva en el actual sistema. Aquellas comunidades con menor capacidad para proveerse de los recursos necesarios para realizar observaciones —comenzando por la misma revisión de los EsIA— se encuentran en una situación de inequidad. Para superar esta li- 18 Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 mitación, algunas alternativas posibles son: crear fondos concursables o destinar una proporción de los recursos asignados a fondos ya existentes— como el Fondo de Protección Ambiental de Conama— para que las comunidades enfrentadas a procesos de evaluación de EsIA puedan contratar asesorías técnicas; incorporar a los procesos de participación legalmente exigibles, instancias para capacitar a líderes locales en los aspectos técnicos de los proyectos en evaluación; y organizar paneles de expertos integrados por personas de reconocido prestigio y que den confianza a todos los involucrados, y que contribuyan a zanjar los puntos de vista para los que no existe acuerdo. • Acceso a la información completa sobre los EsIA Otra crítica que se ha formulado se refiere al acceso expedito a la información requerida para analizar adecuadamente los EsIA. En muchos casos éstos presentan deficiencias de contenido, de aspectos metodológicos o de información que sólo se manifiestan una vez iniciado el proceso de evaluación y el plazo para la participación ciudadana. Dado que éste último es fijo y no se puede aplazar, sería necesario resguardar el derecho de las comunidades a contar con toda la información que requieran para una participación efectiva desde el inicio del proceso. En caso que las organizaciones ciudadanas consideren necesario solicitar precisiones al EsIA, sería recomendable suspender el plazo legal de participación hasta que estos requerimientos hayan sido satisfechos. Por último, resulta fundamental educar a la comunidad en su derecho a informarse. • Igualdad de acceso a las autoridades Igualmente criticable ha resultado para algunas comunidades el que exista una desigualdad en el acceso a las autoridades ambientales respecto de los proponentes. Mientras para estos últimos la comunicación directa con las Coremas o Conama está garantizada, para las comunidades ello depende del estilo y voluntad de los encargados respectivos. Para resolver esta fuente de inequidad sería recomendable considerar instancias de consulta formales dentro del proceso de participación del SEIA, en que las comunidades pudieran dialogar abiertamente con las autoridades. AMBIENTE HOY • Diálogo cara a cara con los proponentes En estrecha relación con el punto anterior, se ha cuestionado el que los procedimientos de participación del SEIA no contemplen instancias de diálogo directo entre comunidades y proponentes.. La experiencia internacional muestra que las instancias de comunicación directa y horizontal entre representantes de las empresas y miembros de la comunidad es la forma más efectiva de construir lazos de confianza que son la base de buenas relaciones futuras.19 Reforzando el rol preventivo de conflictos del SEIA De los dos casos analizados en profundidad, surgen dos recomendaciones estratégicas orientadas a fortalecer el rol preventivo de conflictos ambientales del SEIA, las que complementan aquéllas ya formuladas en relación a los mecanismos de participación ciudadana del sistema: mejorar la evaluación de los impactos sociales en los EsIA y fortalecer la vinculación entre el SEIA y los planes reguladores. A continuación se expone y fundamenta cada una de ellas. • La Evaluación de Impactos Sociales (EIS) y la prevención de conflictos en el SEIA20 Entre los factores detonantes de conflictos ambientales durante procesos de evaluación ambiental no sólo están las deficiencias de los mecanismos formales de participación. A ellos también contribuyen las debilidades metodológicas y de contenido de los propios EsIA como es la escasa consideración que se otorga a los impactos sociales de los proyectos. Aunque la legislación chilena exige incorporarlos21 lo habitual es que se otorgue una clara preeminencia a los impactos físicos. Ello es reforzado tanto por las metodologías empleadas22 como por la opinión imperante de que la inclusión de impactos sociales favorece la intromisión de demandas e intereses que nada tienen que ver con el medio ambiente23. En muchos casos los impactos sociales que se tratan superficialmente o simplemente se omiten, corresponden a aquéllos que son considerados como los más relevantes por las personas y grupos afectados. Su tratamiento riguroso y oportuno podría contribuir, por un lado, a prevenir eventuales conflictos por medio del establecimiento de relaciones de colaboración entre el proponente y las comunidades afectadas; y, por otro, a abrir tempranamente instancias de participación ciudadana dentro del mismo proceso de evaluación de los EsIA. Para avanzar en esta dirección se requiere diversas acciones24. En primer lugar, es necesario definir claramente qué se entiende por impactos sociales de los proyectos. A pesar de haber sido incluidos en la definición sobre medio ambiente, los impactos sociales todavía son mirados con sospecha25, en especial aquéllos de índole cultural como los referidos al “arraigo o identidad territorial”, uno de los factores que mayor peso tiene en el apoyo o rechazo de los proyectos por parte de las comunidades locales26. Un aspecto fundamental de la discusión sobre qué son los impactos sociales pasa por reconocer que éstos no sólo aluden a cambios en los aspectos físicos —naturales o construidos— de las comunidades humanas (p.e., número y edad de la población o tipo de servicios). También incluyen aquéllos que alteran la construcción social de la realidad, es decir, que afectan aspectos como la organización social, la distribución del poder, las normas de convivencia y las percepciones sobre el futuro, entre otros27. Este tipo de impactos se manifiesta de manera visible a través de fenómenos como la especulación sobre el valor de la propiedad, el surgimiento de tensiones entre intereses locales, la alteración de las relaciones sociales y el aumento de la incertidumbre. En segundo lugar, se requiere precisar los métodos de evaluación de los impactos sociales a ser considerados por los EsIA. Actualmente, las evaluaciones de impactos sociales generalmente consisten en una recopilación fragmentada de estadísticas —no siempre actualizadas ni pertinentes— sobre aspectos socioeconómicos, demográficos y de empleo realizadas por no especialistas28. La casi nula utilización de información primaria —como resulta indispensable con los componentes del medio ambiente biofísico— redunda en que en la identificación, proyección y evaluación de los impactos sociales se impongan los juicios y criterios de los propios evaluadores por sobre los de los grupos humanos afectados. La evaluación de impactos sociales —entendida como la estimación por adelantado de las consecuencias sociales directas e indirectas que es probable se deriven de la implementación de un proyecto29— requieren de: • la elaboración de una línea base, que describa el área de influencia para cada elemento afectado; Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 19 AMBIENTE HOY • una proyección, que contraste la descripción de la línea base con las transformaciones potenciales generadas por el proyecto; y • una evaluación, que determine la magnitud, duración y jerarquía de los impactos proyectados30. En el caso de las líneas base, los datos cuantitativos aportados por censos o estudios existentes debe complementarse con información cualitativa sobre aspectos como organización social y productiva, valores, creencias y actitudes, a través de estudios especializados por medio de técnicas como entrevistas individuales o grupales, grupos focalizados, historias de vida, observación participante u otras. Por su parte, los métodos empleados para la proyección de impactos pueden ir desde paneles de expertos hasta modelos matemáticos, siendo el más aceptado el análisis comparativo. Finalmente, para la evaluación de impactos propiamente tal —quizá el aspecto más difícil y complejo— se requiere sustentar la valoración y jerarquización de los impactos en las opiniones, percepciones y actitudes de las propias comunidades afectadas31. Un tema clave, por tanto, es la forma en que los impactos se distribuyen entre los distintos grupos sociales, para lo cual se requiere precisar quiénes ganan y quiénes pierden con el proyecto, prestando especial atención a los segmentos más vulnerables32. Aunque casi nunca son consideradas, entre estos últimos también debieran incluirse las generaciones futuras. En síntesis, la evaluación de impactos sociales facilita la disminución de la incertidumbre a través de la entrega de información sobre los proyectos y de consultas para conocer desde un principio qué importancia le atribuyen las comunidades locales a este tipo de impactos. Pero lo que es más importante aún, permite aumentar el grado de involucramiento de las comunidades durante el proceso de planificación de la propia evaluación social, por ejemplo, en la selección de las técnicas a utilizar. Ello no sólo favorece la pertinencia cultural de los métodos a utilizar, asegurando así una mejor calidad de la información recabada33, sino también abre oportunidades para que la gente participe en el diseño de los mecanismos de prevención o mitigación de los impactos priorizados localmente. A partir de estas experiencias de planificación conjunta entre proponentes y comunidades durante la realización de las evaluaciones de impactos sociales, se vuelve posible establecer 20 Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 relaciones de colaboración que resultarán fundamentales para la prevención o resolución de futuros conflictos. • Prevención de conflictos ambientales urbanos y el SEIA34 El SEIA podría beneficiarse enormemente de mayores grados de participación en los distintos niveles de la gestión urbana. Con ello se estaría contribuyendo a la prevención y resolución de conflictos que, de otra forma, podrían terminar detonando en medio de los procesos de evaluación ambiental, como ocurrió en el caso de la Costanera Norte. A su vez, el grado de conservación ambiental y la calidad de vida de las ciudades mejorarían, y la participación agregaría legitimidad a los proyectos inmobiliarios, planos reguladores y políticas urbanas. En suma, la calidad técnica y política de la planificación urbana mejoraría. Para avanzar en tal dirección, la planificación urbana requiere de modificaciones importantes de enfoque y, en particular, nuevas formas de participación ciudadana, en tres ámbitos complementarios. En primer lugar, será necesario que la planificación urbana supere su virtual confinamiento al espacio micro-local, a fin de que se haga cargo del desarrollo global de las ciudades, un espacio de conflictos ambientales cada vez más complejos y decisivos por su carácter difuso. En segundo lugar, para recuperar su capacidad de prevención de conflictos ambientales locales, la planificación urbana debe concentrarse en la solución de las disputas en el mismo lugar en que se originan. En tercer lugar, se requiere superar las limitaciones para la participación de los ciudadanos en la elaboración de los planos reguladores35. Dicha participación ha demostrado ser insuficiente debido a que no existen instancias para que los vecinos puedan opinar sobre el enfoque y las estrategias urbanas en que descansa el plano regulador. El SEIA podría beneficiarse enormemente de los mayores grados de participación en los distintos niveles de la gestión urbana, al prevenirse y resolverse conflictos que, de otra forma, podrían terminar detonando en los procesos de evaluación ambiental, como lo demuestra el caso de la Costanera Norte. A su vez, la conservación ambiental y la calidad de vida de las ciudades mejorarían y la participación agregaría legitimidad a los proyectos inmobiliarios, planos regula- AMBIENTE HOY dores y políticas urbanas. En suma, la calidad técnica y política de la planificación urbana mejoraría. Para cada uno de los niveles de gestión urbanos identificados —planos reguladores, conflictos locales y conflictos difusos— se recomiendan a continuación formas específicas de participación ciudadana. Con respecto al primer nivel, deben buscarse nuevas formas de participación ciudadana en la elaboración de los planos reguladores, superando el mecanismo vigente, por lo demás muy similar al que contempla el reglamento del SEIA. Deberían considerarse formas más tempranas y más abiertas de participación con el fin de integrar a la comunidad a la discusión sobre el tipo de ciudad que se quiere construir y la creación de un mandato popular urbano, esto es, consensos que den un marco orientador y legitimidad al difícil trabajo de planificación urbana que realiza el municipio. Ello permitiría resolver más fácilmente las controversias que suscita la modificación de las normas de uso del suelo. Las formas específicas de participación debieran incluir mailings, referendums y talleres de trabajo con vecinos. Con respecto al segundo nivel, el de los conflictos locales, la recomendación es tratar de resolverlos en el mismo nivel micro-local en que surgen, evitando su exportación hacia el resto de la ciudad. En particular, la tramitación y aprobación de permisos de construcción parece ser la actividad clave del planificador urbano municipal para conseguir ese objetivo. Este profesional debería apoyarse en formas de participación y de negociación —ojalá tempranas y de carácter informal— tendientes a prevenir conflictos abiertos o a solucionarlos cuando éstos ocurran. Parece necesario superar la definición exclusivamente técnica que se da a la tramitación de permisos, complementándola con una forma estratégica de abordarla que tienda a la creación de escenarios de negociación mediada de intereses y conflictos causados por la distribución de externalidades. La resolución negociada de conflictos en el nivel local pasaría a ser, de esta forma, una capacidad de gestión que resulta crítica para el futuro de nuestras ciudades. Por último, el tercer nivel se refiere a los conflictos ambientales difusos cuyas causas no están suficientemente claras o son muchas, y que afectan a amplios sectores, tanto en términos temporales como espaciales. Entre este tipo de conflic- tos están la congestión vehicular o la contaminación del aire. A los conflictos difusos se asocian los proyectos conocidos como Lulus —que en inglés significa “usos del suelo localmente indeseables” (locally unwanted land uses) — tales como cárceles y rellenos sanitarios, y que suelen provocar conflictos en los cuales es difícil determinar quiénes son los responsables últimos de los impactos negativos que sufren las comunidades en que se localizan. Una estrategia adecuada para abordar los conflictos ambientales difusos y los proyectos Lulus es fundamental para la formulación de políticas urbanas —ambientales, de infraestructura, de transporte, de vivienda y de uso de suelo— que requieren una definición a escalas mayores que la del municipio en aquellas ciudades formadas por más de una comuna. Este tipo de conflictos urbanos rebasan el ámbito de la planificación local o municipal por lo que requieren que la autoridad de un nivel superior –regional– organice procesos supra-locales de participación y negociación al que puedan orientarse las movilizaciones de los vecinos. Un ejemplo de este tipo de espacios es un sistema de puntaje regional de proyectos conflictivos que opere en base a la importancia de sus externalidades negativas, lo que probablemente requeriría conocer la opinión de la ciudadanía al respecto. Cada municipio o ciudad debiera acoger proyectos Lulu de tal manera de ir conformando un cuadro de equidad regional. Así, no sería aceptable que municipios con más poder económico y político se las arreglen para excluir la mayoría de los proyectos Lulu y que éstos se concentren en comunas pobres, haciendo más pobres a sus habitantes. En todo caso, la solución de largo plazo de los conflictos difusos y de los proyectos Lulus recae, en gran medida, en perfeccionar las capacidades estratégicas del planificador urbano municipal para lidiar con los conflictos por externalidades y para promover los usos mixtos del suelo, evitando la exportación de usos del suelo y de externalidades hacia el resto de la ciudad. AD Agradecimientos La autora agradece la desinteresada y valiosa colaboración prestada durante la investigación por los diversos actores involucrados en los dos casos estudiados. Especial mención merecen los habitantes y dirigentes de Mehuín, San José de la Mariquina y de los barrios aledaños a las 9 comunas por las que atravesará la Costanera Norte, quienes participaron en entrevistas grupales e individuales y respondieron a encuestas. También agradece la colabora- Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 21 AMBIENTE HOY ción de profesionales de diversas ONGs (entre ellas CODEFF, UNORCH, Acción por los Ríos, CEA, IEP, OLCA, Casa de la Paz, CODEPU), de las CONAMAS de la Décima Región y la Región Metropolitana, del MOP y de las Municipalidades de San José de la Mariquina, Providencia y Cerro Navia. Finalmente agradece los valiosos comentarios realizados al presente artículo por Pablo Villarroel, Hernán Blanco, Nicola Borregaard, Francisco Sabatini, Ximena Abogabir y Pablo Pisani. Notas y referencias bibliográficas (1) Véanse Sofía Törey “Enseñanzas de la marcha blanca del sistema: La participación ciudadana en la evaluación de impactos ambientales”, Revista Ambiente y Desarrollo Vol XII, N°1, marzo de 1996; “Seminario de Cipma: Negociación ambiental, participación y sustentabilidad: lecciones del conflicto del gasoducto” (varios artículos), Revista Ambiente y Desarrollo Vol XII, N°3, septiembre de 1996; “Especial Caso Trillium” (varios artículos), Revista Ambiente y Desarrollo Vol XII, N°4, diciembre de 1996; “Las empresas y el SEIA” (varios artículos), Revista Ambiente y Desarrollo, Vol XIII N°1, marzo de 1997; “Especial: El conflicto ambiental de Ralco” (varios artículos), Revista Ambiente y Desarrollo Vol XIII, N°2, junio de 1997; César Ormazábal “Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (I): Análisis crítico del marco legal y su reglamento”. Revista Ambiente y Desarrollo Vol. XIII, N°3, septiembre de 1997; Francisco Sabatini y Claudia Sepúlveda (eds) (1997) “Conflictos Ambientales: entre la globalización y la sociedad civil”. CIPMA, Santiago, diciembre de 1997; Claudia Sepúlveda y Paula Mariángel, “La legitimidad del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental puesta en juego: el caso de la Planta de Celulosa Valdivia”, Revista Ambiente y Desarrollo Vol. XIV, Nº2, junio de 1998; Claudia Sepúlveda y María Isabel Du Monceau, “El comportamiento del SEIA ante una comunidad que se toma la participación en serio: el Proyecto Costanera Norte”, Revista Ambiente y Desarrollo Vol. XIV, Nº3, septiembre de 1998; Claudia Sepúlveda “Evaluación de impactos sociales, participación ciudadana y prevención de conflictos ambientales”. Documento de trabajo Nº 54, CIPMA, diciembre de 1998; “Especial Caso Proyecto Cascada” (varios artículos), Revista Ambiente y Desarrollo Vol. XV, N°3, septiembre de 1999. (2) De manera adicional, y fundamentándose en el artículo 26 de la Ley de Bases de Medio Ambiente -que establece que “corresponderá a las Comisiones Regionales y a la Comisión Nacional del Medio Ambiente, según el caso, establecer los mecanismos que aseguren la participación informada de la comunidad organizada en el proceso de calificación de los Estudios de Impactos Ambiental que se les presenten”- la Conama ha implementado desde septiembre de 1997 mecanismos complementarios de participación que van en apoyo de las instancias que el SEIA establece de manera obligatoria. El principal de estos mecanismos corresponde a los talleres de discusión ciudadana, que contemplan exposiciones, paneles de expertos y trabajos grupales. Estos talleres se efectúan dentro del período de 60 días que la ley establece para la participación de la ciudadanía dentro del SEIA. (3) Véanse Sepúlveda y Mariángel, op. cit; Sepúlveda y Du Monceau, op. cit. (4) Las críticas ciudadanas han sido recogidas, procesadas y sistematizadas a partir del estudio en profundidad de diversos casos de conflictos ambientales ocurridos en torno a la evaluación de EsIA. El énfasis en el análisis de los casos 22 Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 ha estado puesto en la perspectiva de las personas y comunidades potencialmente afectadas por los proyectos. Las investigaciones sobre estos conflictos, desarrolladas desde 1994 por el Centro de Investigación y Planificación del Medio Ambiente, han contado con financiamiento de Fundación Ford, Fondecyt y BID. (5) Véanse Sepúlveda y Mariángel, op. cit.; Sepúlveda y Du Monceau, op. cit. (6) Si bien diversos megaproyectos ingresados voluntariamente al SEIA habían suscitado intensos conflictos, éstos siempre se habían desarrollado dentro del marco del sistema o, a lo más, utilizando recursos judiciales. (7) Véase Sepúlveda y Du Monceau, op. cit. (8) Declaración Pública, Coordinadora No a la Costanera Norte, martes 25 de agosto de 1998. (9) Es el caso de los del Proyecto Río Cóndor de la empresa estadounidense Trillium, en Tierra del Fuego, XII Región; Ralco, de Endesa en la VIII y IX Región; y del ya aludido proyecto Celulosa Valdivia en la X Región. (10) Recordemos que las Coremas son una instancia de carácter político, presididas por la máxima autoridad política a nivel regional, siendo la mayoría de sus integrantes directamente nombrados por el Presidente de la República. (11) Es el caso de los rellenos sanitarios de Til-Til y Lonquén. (12) Es el caso de los proyectos Ralco, Cascada y de la misma Costanera Norte. (13) Véase Resolución de Calificación Ambiental Proyecto Celulosa Valdivia. (14) Declaración Pública, Coordinadora No a la Costanera Norte. Martes 25 de agosto de 1998. (15) La definición de medio ambiente que contempla la legislación chilena incluye tanto a la dimensión sociocultural como a los elementos físicos del entorno —naturales o artificiales— y a las interacciones que ocurren entre ambos (Véase Artículo 2, Ley General de Bases del Medio Ambiente Nº19.300). (16) Estas categorías son: a) generación de riesgo para la salud de la población (Artículo 5); b) reasentamiento de comunidades y la alteración significativa de sistemas de vida y costumbres de grupos humanos (Artículo 8); c) localización próxima a población, recursos y áreas protegidas susceptibles de ser afectadas, así como el valor ambiental del territorio (Artículo 9); d) alteración significativa del valor paisajístico o turístico de una zona (Artículo 10); e) alteración de monumentos y sitios pertenecientes al patrimonio cultural (Artículo 11). (17) Véase Segundo Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto Celulosa Valdivia. Octubre de 1997. (18) Véase Conama (1999) “Participación ciudadana temprana en el sistema de evaluación de impacto ambiental: Guía para titulares de proyectos de inversión”, Santiago. (19) Quizá la técnica por excelencia de este tipo sea la Casa Abierta. Véase Connor, Desmond M. (1997) Participación Pública: Un Manual. Cómo prevenir y resolver los conflictos públicos. Connor Development Services Ltd. Victoria, BC. Canadá. (20) Véase Claudia Sepúlveda “Evaluación de impactos sociales, participación ciudadana y prevención de conflictos ambientales”. Documento de trabajo Nº 54, CIPMA. Santiago, diciembre de 1998. (21) La definición de medio ambiente que contempla la legislación chilena incluye tanto a la dimensión sociocultural como a los elementos físicos del entorno —naturales o artificiales— y a las interacciones que ocurren entre ambos. Dicha definición implica que la evaluación de impactos ambientales —ya sea a través de los EIA o de las DIA— debe necesariamente considerar los impactos que los proyectos o AMBIENTE HOY actividades generan sobre los componentes del medio social (Véase Artículo 2, Ley General de Bases del Medio Ambiente, 19.300). (22) La matriz de Leopold, por ejemplo —una de las más utilizadas para identificar impactos— se caracteriza por un sesgo físico-biológico en detrimento de los aspectos sociales y culturales (Conama (1995) Manual de Evaluación de Impacto Ambiental: conceptos y antecedentes básicos. Santiago). (23) Véase acápite “Segunda percepción ciudadana” en este artículo. (24) Véase, Sepúlveda (1998), op. cit. (25) Leonard Ortolano y Anne Shepherd (1995) «Environmental Impact Assessment». En «Environmental and social impact assessment». John Wiley and Sons. England (26) Rabel J. Burdge y Frank Vanclay (1995) “Social Impact Assessment”. En “Environmental and social impact assessment”. John Wiley and Sons. England. (27) Interorganizational Committee on Guidelines and Principles (1994) Guidelines and Principles for Social Impact Assessment. Journal of Impact Assessment, Volumen 12, verano, 1994. (28) Ibídem. (29) Ibídem. (30) Conama (1997) Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Santiago. (31) Conama (1995), op. cit. (32) Interorganizational Committee on Guidelines and Principles, op. cit. (33) Ibídem. (34) Ver: Francisco Sabatini (1999) “La evaluación participativa de impacto social: estrategia para prevenir conflictos ambientales”. Documento en edición. CIPMA, proyecto BID; Francisco Sabatini (1999) “Participación ciudadana para enfrentar los conflictos ambientales en las ciudades”. Documento en edición. CIPMA, proyecto BID; Francisco Sabatini, artículo en esta edición. (35) El plano regulador considera la participación ciudadana como requisito para su aprobación por el concejo municipal respectivo. El proyecto final debe ser expuesto públicamente durante quince días para que los vecinos puedan presentar reclamaciones y éstas deben ser evaluadas por el concejo municipal. Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 23 AMBIENTE HOY Comentario ¿Cómo fortalecer la prevención de conflictos en el SEIA? La mirada de los proponentes de proyectos de inversión Hernán Blanco* En el momento en que los proyectos Celulosa Arauco en Valdivia y Costanera Norte —casos de estudio en el artículo de Claudia Sepúlveda— fueron presentados al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama) no contaba con una propuesta metodológica de participación ciudadana para implementar durante los 60 días que establece la Ley. Básicamente, se cumplía con lo mínimo establecido, esto es, la disponibilidad del estudio de impacto ambiental para que los ciudadanos lo pudieran revisar y enviar sus observaciones por escrito a la autoridad. Eventualmente, y según la evolución de cada caso, la Conama (o la respectiva Comisión Regional de Medio Ambiente- Corema) organizaba actividades complementarias, como reuniones públicas con la participación del proponente. Éste fue el caso en los proyectos mencionados. La situación ha ido cambiando en el transcurso de los últimos dos años. La Conama ha definido una secuencia de etapas que se desarrollan en el marco de los programas de participación ciudadana durante el período de 60 días que establece la Ley (ver recuadro). El artículo destaca las percepciones ciudadanas que surgieron a partir de estas dos experiencias, como un aporte para fortalecer la prevención de conflictos a través de la participación ciudadana en el SEIA. Para complementar y validar los resultados del análisis de estos casos, CIPMA ha realizado talleres con la asistencia de actores claves del SEIA: profesionales de la Conama, consultores ambientales, representantes de organizaciones no gubernamentales y centros académicos y proponentes de proyectos. Recientemente, desarrolló también un taller con proponentes de proyectos de inversión que han ingresado al SEIA en los últimos dos años1, con el objetivo de conocer la experiencia que ellos han tenido con las instancias de participación ciudadana en la evaluación de sus proyectos durante los 60 días que establece la Ley. Con el fin de contribuir con recomendaciones concretas en un tema que es particularmente complejo —y en el cual la Conama está permanentemente haciendo esfuerzos por avanzar—, presentamos algunas de las percepciones que los proponentes tienen respecto a cómo mejorar la participación ciudadana en el SEIA: I. Es positivo que sean los propios proponentes, quienes puedan decidir el nivel de participación que desean incorporar en el desarrollo de sus proyectos antes de someterlos al SEIA. Las actividades de participación ciudadana que un proponente desee o crea necesario implementar, antes de someter su proyecto al SEIA, dependerán, entre otros: del tipo de proyecto, de las características de las comunidades relacionadas y de las características de la empresa. La Ley 19.300 no establece instancias de participación tempranas, quedando éstas a voluntad del proponente. Se trata de una apuesta estratégica de cada proponente en función de su situación particular. II. La participación ciudadana tiene diversos beneficios para los proponentes de proyectos. Entre otros, ellos destacan la posibilidad de: mejorar los proyectos (especialmente en el caso de proyectos públicos); detectar, prevenir y manejar eventuales conflictos; lograr el apoyo de la comunidad hacia el proyecto; recolectar la información local de importancia para la evaluación y proposición de soluciones acordes a la problemática local; y facilitar la relación entre la empresa y la comunidad en el largo plazo. III. La participación ciudadana debe cumplir un rol de educación ambiental y cívica a la población. En este sentido, la participación ciudadana es vista como una amplia oportunidad para mejorar la conciencia ambiental de la comunidad, así como su responsabilidad cívica. IV. Se debería optimizar el uso de los 60 días de participación ciudadana.2 En los proyectos analizados en el taller, los programas de participación ciudadana impulsados por la Conama ocurrieron ya bastante avanzado el plazo en cuestión. Esto, según los propios proponentes, puede generar frustración en la gente. Para avanzar en este aspecto se sugirió: (i) reducir el tiempo que la Conama demora en la contratación de la consultora que lleva a cabo la participación ciudadana y (ii) considerar la posibilidad de no realizar la etapa de “Apresto”, definida en la secuencia metodológica de la Conama (ver recuadro). Respecto a lo primero, se argumentó que actualmente el proceso de contratación de la consultora comienza al momento de ingresar el estudio de impacto ambiental, y que, por lo general, toma bastante tiempo. En cuanto a lo segundo, se sostuvo que más necesario que organizar un encuentro con el fin de informar a la gente cómo participar —lo cual se podría hacer, por ejemplo, a través de la difusión de un folleto—, sería tener la posibilidad de realizar al menos dos encuentros con la comunidad, de modo de darle tiempo para asimilar y reac- * Investigador de CIPMA, miembro del equipo de investigadores del proyecto “SEIA, conflictos ambientales y participación ciudadana”, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo y por la CONAMA. 24 Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 AMBIENTE HOY cionar a los diversos aspectos bajo análisis. V. Se deben coordinar de mejor modo las acciones realizadas por CONAMA, el proponente y la consultora. Se mencionaron dos aspectos. El primero es la coordinación entre (i) las acciones de participación temprana — antes de presentado el estudio de impacto ambiental— que voluntariamente realice la empresa y (ii) la participación durante los 60 días que impulse la Conama . En las experiencias revisadas, la coordinación había sido débil, lo que, de acuerdo a los proponentes, puede representar serios inconvenientes para la continuidad y efectividad de las acciones que ellos han realizado. El segundo aspecto tiene que ver con la coordinación de las actividades de participación durante los 60 días. Los proponentes argumentan que en general no han conocido con anticipación las actividades que la consultora llevará a cabo. Para mejorar estos aspectos se propuso que el proponente incluya en el estudio de impacto ambiental, dentro del capítulo de participación ciudadana, no sólo las actividades ya realizadas, sino también una propuesta concreta de acción a llevar a cabo durante los 60 días. Esta propuesta podría ser considerada por la Conama al momento de impulsar las actividades de participación durante el plazo de 60 días. VI. Se requiere avanzar en una metodología clara y probadamente eficaz de participación ciudadana.3 Existe en los proponentes la percepción de que no se cuenta con un enfoque metodológico claro y probadamente eficaz para realizar programas de participación ciudadana. Se argumentó que en las actividades realizadas por las consultoras —por ejemplo, reuniones públicas (abiertas para todos) y entrevistas puerta a puerta— no se aprecia un enfoque consistente que, por ejemplo, considere la tipología del proyecto, si es público o privado, las características de la comunidad y su actitud frente al proyecto. Los proponentes consideran que se lograría un avance si se contara con un enfoque metodológico sistemático que considere, en la definición de actividades específicas de participación ciudadana, al menos las características del proyecto y de la comunidad. Sostienen, además, que tal metodología debería considerar instancias específicas para el procesamiento de las opiniones de la comunidad, especialmente de aquéllas que luego forman parte de la resolución de la Conama. VII. Se debe contar con un registro aprobado por la Conama de las consultoras que pueden conducir programas de participación ciudadana. Los proponentes argumentan que sienten preocupación cuando se enteran que los procesos de participación ciudadana de sus proyectos serán liderados por consultoras de las cuales ellos no tienen ningún antecedente. Esta preocupación es más aguda en proponentes que han realizado mayores esfuerzos de participación ciudadana en una etapa temprana. Les parece que un avance en este Etapas metodológicas consideradas por la CONAMA para la participación ciudadana en el SEIA I. Diagnóstico y Focalización. Consiste en desarrollar las actividades que permitan identificar a los actores involucrados y las características del escenario donde se desarrollará el proceso de participación. II. Preparación o Apresto. Consiste en el conjunto de actividades que permitan entregar a la población la información que ésta requiere para participar. III. Discusión Ciudadana. Entregada la información a las comunidades, esta etapa pretende reunir a las distintas partes involucradas (titular del proyecto, comunidad local, Juntas de Vecinos, organizaciones externas interesadas, entre otros) en una misma instancia para intercambiar información y opiniones que permitan a la ciudadanía comprender mejor los alcances del proyecto y entregar sus observaciones con la debida fundamentación. IV. Sistematización y ponderación de las observaciones. Finalizado el período de participación, esta etapa consiste en recoger, ordenar e incorporar las observaciones ciudadanas recibidas al proceso de calificación ambiental del proyecto, para que finalmente se haga la ponderación de ellas según establece la Ley. V. Información de la Resolución de Calificación Ambiental: Durante esta etapa se informa a las personas y organizaciones ciudadanas que presentaron observaciones, sobre la decisión tomada por la COREMA o CONAMA y la forma en que estas observaciones fueron ponderadas, a través del envío de la Resolución de Calificación Ambiental. Fuente: CONAMA (1999) Participación Ciudadana Temprana en el Marco del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental: Guía para Titulares de Proyectos de Inversión, Santiago, Chile. sentido sería que la Conama establezca un registro de consultores capacitados y autorizados para realizar programas de participación ciudadana. VIII. Es un problema que cualquier persona pueda poner un recurso judicial en contra de un proyecto, sin haber participado antes en el proceso de evaluación de impacto ambiental. Los proponentes coinciden en destacar que no es razonable que, aún realizando participación temprana, además de las actividades de participación durante el plazo de 60 días, cualquier persona pueda acudir a los tribunales para impugnar un proyecto. La percepción que tienen es que la participación ciudadana en el SEIA, tal como se lleva a cabo, no permite evitar los conflictos ambientales generados por el accionar de grupos contrarios al proyecto. Al respecto, plantean que una posible solución sería exigir — a través de modificaciones legales— que sólo quienes han participado en el proceso de participación ciudadana (por ejemplo enviando sus observaciones por escrito a la autoridad ambiental) puedan recurrir a tribunales. AD Notas (1) Al taller asistieron representantes del Ministerio de Obras Públicas, Celulosa Arauco y Constitución, Municipalidad de Valdivia, Complejo Portuario Mejillones y Electroandina. (2) Esta necesidad coincide con la tercera percepción ciudadana destacada en el artículo de Claudia Sepúlveda. (3) Esta necesidad está relacionada con la cuarta percepción ciudadana destacada en el artículo de Claudia Sepúlveda. Ambiente y Desarrollo - Diciembre 1999 25
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