El Padre de la Homilética Contemporánea

El Padre de la Homilética Contemporánea
Recordando a Fred B. Craddock
por Pablo A. Jiménez
“¿Qué vas a hacer este verano?”, me
preguntó el Rev. David A. Vargas. “Ver el
césped crecer”, fue mi respuesta, ya que
la escasez de dinero me obligaba a
quedarme en casa. De esa conversación
surgió una invitación a asistir, en calidad
de traductor, a la Asamblea General de la
Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en
los Estados Unidos y Canadá del 1985,
que se llevó a cabo en Des Moines, Iowa.
Dado que yo estaba especializándome
en el campo de la homilética—la disciplina
que estudia el arte cristiano de la
predicación—me ofrecí a traducir los
sermones de la Asamblea. La cabina de traducción estaba en un
mezzanine desde el cual podía ver perfectamente la tarima. Allí tuve la
oportunidad de traducir sermones de dos de mis autores favoritos: Walter
Brueggemann y Fred B. Craddock.
Eventualmente, Brueggemann fue mi director de tesis doctoral, pero eso
es otra historia. Sin embargo, fue Craddock—con quien nunca tomé un
curso en propiedad—quien tuvo el mayor impacto en mi carrera.
Yo había descubierto los escritos de Craddock ese mismo año, cuando
comencé mi Maestría en Sagrada Teología en el Christian Theological
Seminary (CTS), en Indianápolis, IN. Allí Ronald J. Allen, mi maestro y
mentor, me asignó toda una serie de lecturas en el campo de la homilética.
Recordando a Craddock
1
Empero, destacó As One Without Authority (publicado originalmente en
el 1969) escrito por Craddock, como la obra que marcó el comienzo de la
Nueva Escuela de Homilética Estadounidense.
Pronto me leí no solo ese libro, sino todo lo que pude encontrar de la
pluma de Craddock. Pero no era lo mismo leerlo que verlo en persona,
hipnotizando a miles de personas con su voz suave y su acento sureño
pulido por años de educación superior.
Poco antes de terminar aquella maestría pude conocerlo personalmente
cuando ofreció una serie de conferencias sobre predicación en CTS. Sin
embargo, cuando intenté entrar al programa doctoral en Emory University,
Candler School of Theology, en Atlanta, Georgia, mi solicitud fue
denegada. En aquel momento la idea de que un ministro puertorriqueño—
cuyo primer idioma era el español—estudiara homilética en inglés les
pareció inaceptable.
Aún así, continué mi carrera como profesor de homilética, enseñando la
predicación inductiva propuesta por Craddock tanto en los Estados Unidos
como en América Latina y el Caribe. Además, incorporé su técnica a mi
propio estilo personal, al punto que hoy la inmensa mayoría de mis
sermones son inductivos.
¿Y qué quiere decir eso de “inductivo”? Que el sermón, en lugar de
partir de la proposición de una verdad teológica, parte de la vida misma, de
lo cotidiano. Que el sermón invita a la audiencia a participar de la
búsqueda de la verdad, manteniendo un tono conversacional. Que usa el
diálogo, la narrración y la sorpresa para afirmar su idea central al final de la
prédica.
A lo largo de los años, pude tomar otro taller de homilética con
Craddock, en el Lutheran School of Theology at Chicago (LSTC) y traducir
varios de sus sermones en diversas asambleas de mi denominación,
donde por décadas fue el predicador estrella. Ahora bien, en el 1999 tuve
la oportunidad de participar con Craddock en un taller, celebrado en San
Recordando a Craddock
2
Marcos, TX, donde compartimos reflexiones en un panel. Craddock, quien
no me recordaba, se mostró complacido con mi participación y accedió a
tomarse conmigo la foto que acompaña este escrito.
Con los años, Craddock se retiró de Emory y fundó una Iglesia en las
montañas de Georgia, llamada Cherry Log Christian Church.
Paradójicamente, fue en ese tiempo que pude establecer una relación más
sólida con Craddock. En mi rol como editor de Chalice Press le pedí que
escribiera un libro llamado “Your Call as a Preacher” donde ofrecería
algunas nociones básicas sobre la predicación a personas laicas
interesadas en la disciplina. Craddock firmó el contrato, pero unos meses
después me indicó que cambiaría el título del manuscrito a Reflections on
my Call to Preach (Chalice Press, 2009). La editorial aceptó el cambio,
publicando una hermosa memoria de la niñez de este insigne predicador.
Editar este libro fue dulce.
Sin embargo, unos años después recibí la encomienda de editar otro
libro suyo, titulado Craddock on the Craft of Preaching (Chalice Press,
2011). Aunque yo sabía que la salud del viejo predicador estaba
deteriorada, fue difícil leer en la introducción del manuscrito que Craddock
había decidido publicar las conferencias que hasta ese momento habían
estado reservadas para sus talleres. La conclusión era evidente: este sería
el último libro original de Fred Brenning Craddock.
Hoy recibo la noticia de la muerte de este impresionante ministro del
Evangelio con inmensa tristeza. El mundo pierde un gran hombre, la
Iglesia pierde un gran ministro y la homilética contemporánea pierde a su
padre. Quiera Dios que, a lo largo de los años, el legado teológico,
homilético y ministerial de Fred B. Craddock continúe teniendo un impacto
positivo en cada persona interesada en el arte cristiano de la predicación.
Recordando a Craddock
3