Editorial - Universidad Autónoma de Manizales

Editorial
Principales retos para el desarrollo de actividades
de Ciencia Tecnología e Innovación en la región
Carlos Emilio García Duque, Ph. D.
Profesor titular de la Universidad de Caldas y de la Universidad de Manizales
Miembro del Comité Científico de la Revista ÁNFORA
Reconocer la importancia de las actividades de Ciencia, Tecnología e
Innovación (en adelante CTI) como motor para el desarrollo de un país o de una
región constituye un lugar común. En efecto, desde hace más de treinta años se
viene insistiendo en el papel decisivo que tiene el conocimiento científico en el
progreso económico y en la consolidación de una ciencia y una tecnología propias,
y aunque la situación regional ha cambiado positivamente durante este período,
todavía estamos muy lejos de alcanzar los niveles de desarrollo que se han dado en
ciudades como Medellín o Bogotá, y en lo que concierne al país, los indicadores de
producción científica y las cifras de inversión en actividades de CTI siguen siendo
irrisorias cuando se las compara con los estándares internacionales. Incluso, si la
comparación se hace tomando en cuenta únicamente los países latinoamericanos,
el resultado es preocupante. En términos generales, Colombia tiene menos
investigadores por millón de habitantes, forma menos doctores e invierte menos
en investigación que Brasil, Méjico, Argentina, Chile y Perú. Y aunque desde la
reciente reforma constitucional al régimen de regalías se ha augurado un panorama
más optimista (pues se trata de recursos que pueden alcanzar rápidamente la cifra
de un billón de pesos adicionales por año), lo cierto es que una parte considerable
de tales recursos se va a invertir en la formación de nuevos doctores (en Colombia
y en el exterior) y la otra se va a dedicar al financiamiento de proyectos de
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investigación regional, con la participación de las gobernaciones, lo que deja el
presupuesto de COLCIENCIAS, la principal entidad financiadora de actividades
de CTI, prácticamente en la misma cifra1.
Los partidarios de esta visión optimista consideran conveniente e incluso
necesario que los recursos de regalías se dediquen a financiar precisamente estas
dos áreas. Para poder avanzar en la consolidación de un proyecto científico propio
y autónomo, razonan, necesitamos contar con investigadores competentes, y éstos
se forman fundamentalmente en los programas de doctorado. Por lo tanto, dedicar
una parte considerable de los recursos para la ciencia a dicha formación nos
permitirá obtener gradualmente la meta: más investigadores formados significa
mejores posibilidades de cerrar la brecha que nos separa de las realizaciones
internacionales en CTI. Adicionalmente, la ejecución de proyectos regionales
de envergadura y bien financiados tiene la ventaja de enfocar los esfuerzos
de investigación en áreas que se consideran prioritarias para las entidades
territoriales y, por primera vez en muchos años, la garantía de que los proyectos
pueden culminarse de manera exitosa, pues fueron formulados en asocio entre
la academia, la empresa y el estado2. Desde mi perspectiva, la visión optimista es
parcialmente correcta. Nunca antes habíamos tenido condiciones tan buenas para
formar nuevos investigadores y, al tiempo, asegurar la supervivencia de programas
doctorales sólidos, cuya gestión curricular (en lo concerniente a los requisitos de
admisión y la financiación de los estudiantes) sigue los lineamientos de las mejores
universidades del mundo, y por eso han florecido nuevos programas doctorales
en Colombia, al tiempo que la matrícula en estos programas se ha incrementado
notablemente. Tampoco habíamos tenido acceso a recursos significativos para la
investigación y hoy vemos nuestros mejores grupos de investigación cumpliendo
su misión a cabalidad. Sin embargo, es preciso estar atentos. Desde la academia
vemos con preocupación el riesgo de una excesiva intervención política en las
decisiones de los órganos colegiados encargados de la aprobación de los proyectos
(tanto en el nivel departamental, como en el nacional), y si tal intervencionismo se
materializa habremos desperdiciado una magnífica oportunidad.
El complejo sistema de toma de decisiones para la aprobación de los proyectos
de CTI que se financian con dineros regalías no es el único escollo que hay que
superar3. Sin la intención de hacer un análisis exhaustivo de los múltiples y variados
1. La denominada Ley de Ciencia y Tecnología (Ley 1286 de enero 25 de 2009) transformó el antiguo
COLCIENCIAS en un Departamento Administrativo con participación en el CONPES y el Consejo de
Ministros, y le otorgó la responsabilidad de fortalecer el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.
2. El departamento de Caldas se ha beneficiado con la aprobación de varios proyectos de enorme
importancia. Uno de los más destacados y promisorios es el Centro de Bioinformática y Biología
Computacional (BIOS), que busca convertir la región en una potencia bio-económica.
3. Pese a que no ha transcurrido el tiempo suficiente para poder evaluar de manera integral los efectos
de la reforma al régimen de regalías sobre el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, y sobre los
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retos que enfrentamos en la región voy a referirme, brevemente, a tres aspectos. El
primero de ellos es la ausencia casi total de actividades de investigación científica o
desarrollo de tecnología en las empresas privadas que operan en el Departamento
de Caldas. El segundo, el estado incipiente de los esfuerzos conjuntos en lo que
se ha denominado desde hace algún tiempo la tríada universidad-empresa-estado.
El tercero, la inestabilidad en las políticas de fomento y las condiciones de calidad
que instrumenta COLCIENCIAS a través de sus actividades de gestión sobre el
Sistema Nacional de CTI.
La empresa privada y la investigación
Recientemente se me pidió la opinión sobre el estado de la gestión del
conocimiento y los departamentos de investigación y desarrollo de las empresas
regionales. Después de revisar documentos y páginas Web tuve que decir que los
departamentos de investigación e innovación en las empresas de nuestro medio
son escasos. Hay gremios que toman en serio la investigación (como el Comité de
Cafeteros o el de Ganaderos) y algunas grandes empresas que realizan actividades
de CTI (como el grupo EPM, que dedica recursos importantes a esta actividad –
en Medellín–), pero las industrias más importantes de la región se limitan a usar
tecnologías ya probadas y diseñadas en otras latitudes, y se atienen a ellas para
garantizar productos que cumplan las normas y los estándares de calidad con
los que están comprometidos. Para que quede bien claro, no tengo ninguna queja
sobre los productos que se fabrican en estas industrias; lo que afirmo es que muy
pocos de ellos –si es que hay excepciones– dependen de ciencia y tecnología
que haya sido desarrollada localmente. Naturalmente, no toda la responsabilidad
le cabe a las empresas o a sus dirigentes. Nuestras universidades empezaron a
incursionar en la investigación hace muy poco, y las relaciones entre la academia
y el sector real de la economía son algo relativamente nuevo, por lo que el aporte
de la academia al desarrollo regional y nacional es bien modesto. No obstante,
llama poderosamente la atención el hecho de que el programa de vinculación de
doctores a la industria, mediante las becas de COLCIENCIAS (en las cuales esta
entidad pagaba los salarios de los doctores por un período de hasta veinticuatro
meses, y las empresas sólo tenían que cubrir las prestaciones sociales), hubiera
tenido poca acogida en el Departamento de Caldas.
Por supuesto, este no es lugar para ofrecer un diagnóstico articulado de las
posibles razones para explicar la situación. Con todo, a título de simple observador,
me atrevo a sugerir tres posibles explicaciones. La primera de ellas consiste en
que nuestras empresas, como la mayoría de las del país, son consumidoras de
indicadores regionales, ya se escuchan algunas voces que claman por una nueva reforma. Lo curioso es que
COLCIENCIAS parece estar prohijando estas iniciativas.
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tecnologías extranjeras. Por haber empezado tarde a recorrer el camino de la
ciencia, nos acostumbramos a buscar las soluciones ya hechas, sin importar que
vinieran empacadas en lo que se ha llamado, con cierto humor, “cajas negras”.
Una segunda razón tiene que ver con la escasa cultura científica de nuestros
dirigentes y la mínima vocación científica de nuestros estudiantes. Colombia
nunca ha sido un país de científicos. Las preocupaciones gubernamentales por
la ciencia y la tecnología eran desconocidas hace apenas cincuenta años, y las
acciones a favor de una ciencia propia aún no se cristalizan. Es comprensible,
en consecuencia, que resulte más sencillo y expedito importar las soluciones ya
formuladas en lugar de arriesgar ingentes recursos en la producción de soluciones
autóctonas. La tercera razón se deriva de la segunda, ante el desconocimiento
de lo que puede hacerse en la universidad y la falta de confianza para trabajar
de manera conjunta, los empresarios difieren la búsqueda de soluciones en las
universidades para el último recurso. Una gestión eficiente demanda respuestas
rápidas, y nuestras universidades apenas están aprendiendo a trabajar a la
velocidad que requiere el mundo moderno.
La relación universidad-Estado-empresa
Por las razones anteriores debemos comenzar por despejar las dudas, por
establecer lazos de confianza y por aprender a trabajar juntos. En Manizales
existe el Comité universidad-empresa-estado, pero todavía no tenemos ejemplos
exitosos de trabajo conjunto. Es preciso reconocer que la simple existencia del
comité representa un paso importante, pero no es suficiente; sobre todo porque los
empresarios suelen ver con recelo y escepticismo lo que la universidad les puede
ofrecer, sin mencionar la falta de claridad en el papel de auspiciador que juega el
estado (en nuestro caso, mediante la participación del gobierno departamental).
A decir verdad, hay noticias alentadoras sobre los resultados de esta clase de
alianzas en otras regiones del país. Se pueden destacar los casos de Bogotá y
Medellín, donde el trabajo mancomunado entre las tres partes ya mencionadas
ha producido frutos importantes4. La clave del éxito de esta alianza parece estar
en el compromiso firme de los líderes, y éste se manifiesta en la periodicidad con
que se celebran las reuniones y en el carácter indelegable de la asistencia a ellas.
Y si lo pensamos detenidamente, estos dos aspectos pueden hacer la diferencia.
Cuando se trata de establecer lazos de confianza nada mejor que atenerse a las
agendas y lograr que siempre participen las mismas personas, que además están
en capacidad de tomar decisiones y asumir compromisos. Por ejemplo, si como
4. Cabe destacar el papel del proyecto Ruta N, en Medellín, y la generosa financiación de actividades de
CTI que realiza el grupo EPM. Infortunadamente, a pesar de su presencia en Caldas, nuestra región no se
beneficia de manera directa de estos recursos.
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fruto del desarrollo de las agendas se toman decisiones concernientes a la puesta
en marcha de procesos de investigación y desarrollo tecnológico (que tienen
una duración considerable en el tiempo y requieren recursos importantes) nadie
mejor para asumir los compromisos y garantizar el cumplimiento de los planes y
proyectos que allí se acuerden, que los rectores de las universidades, los gerentes
de las empresas y los secretarios de los despachos correspondientes.
La motivación tras el carácter indelegable de la asistencia a las sesiones del
comité Universidad-empresa-estado es, obviamente, impedir que las discusiones
se estanquen y las decisiones se difieran porque no está presente el líder que
puede asumir los compromisos. En este orden de ideas, los líderes caldenses (en
los tres vértices de esta tríada) deben aprender la lección que nos enseñan desde
otras regiones del país y participar de una manera más decisiva y comprometida
en las actividades del Comité. Si superamos la natural desconfianza de la empresa
privada hacia el sector académico, y hacemos realidad el anhelo de trabajar de
manera conjunta en la tríada universidad-empresa-estado, vamos a acortar el
camino que nos podría acercar a realizaciones científicas y tecnológicas propias,
y consecuentemente, a un mayor desarrollo económico y social.
Las políticas de COLCIENCIAS y las universidades
Hay que reconocer el importante papel que juega COLCIENCIAS como
entidad responsable de la gestión de las políticas nacionales de CTI. Merecen
una especial atención sus programas de fomento a la investigación, formación de
investigadores, estímulo a la generación de nuevas tecnologías y conocimientos
patentables o susceptibles de registro, y difusión y apropiación social del
conocimiento. Creo que, mediante los distintos programas y convocatorias
para cumplir su misión, COLCIENCIAS ha alcanzado logros notables y que la
concepción general que los anima es esencialmente correcta. Como miembro
activo de la comunidad académica nacional, y como ex-directivo universitario,
encuentro particularmente valiosos los esfuerzos de esta entidad para trabajar
de manera armónica con las universidades (sin importar si son públicas o
privadas) y considero que indicadores como Grupos de Investigación, Proyectos
Financiados, Productos de Nuevo Conocimiento y Revistas Indizadas (con
los que habitualmente medimos los esfuerzos de investigación de nuestras
universidades), han terminado por convertirse en el sello que identifica a las
instituciones que contribuyen a la generación de una ciencia nacional.
Sin embargo, los continuos cambios en los criterios, definiciones y reglas de
juego para determinar la categoría de un Grupo de Investigación, el Nivel de
un Investigador o la Clasificación de una Revista, demuestran una tremenda
inestabilidad en la concepción de la naturaleza de las actividades de CTI.
Y no hago esta afirmación porque me resista al cambio, per se, ni porque
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tenga dificultades para comprender que un sistema como el que administra
COLCIENCIAS necesita ajustes periódicos. Me motiva la impermeabilidad de
algunos de los funcionarios de esta entidad a la crítica, y la soberbia con la que
se desestiman las opiniones de la comunidad académica nacional. No sucumbiré
a la tentación de mencionar los variados ejemplos de los exabruptos que resultan
cuando se aplican los cambios adoptados por COLCIENCIAS en sus procesos de
medición y clasificación, pero no puedo dejar de mencionar un hecho notable que
no ha recibido atención en la copiosa literatura que se ha producido al respecto.
Se trata del hecho lamentable de que, a través del cambio de sus reglas de
juego, COLCIENCIAS ha logrado imponer la validez de sus normas de manera
retroactiva, lo que contradice uno de nuestros más queridos principios jurídicos.
Me explico: como la ventana de observación (para efectos de productos de CTI)
incluye un período de entre cinco y siete años, fácilmente puede ocurrir que en
mediciones sucesivas (separadas por apenas dos años, por ejemplo) un mismo
producto reciba calificaciones bien distintas. Así ocurrió por ejemplo, con la
útlima medición de grupos. Artículos que habían sido publicados en revistas
indizadas en Publindex, en categoría A, y que habían sido reconocidos como
productos tipo A, perdieron esta calificación (y prácticamente dejaron de contar)
pues en dicha medición se redefinió el artículo tipo A como aquel publicado en
una revista integrada a bases hemerográficas internacionales como Scopus o Isi
Thomson.
Reitero mi planteamiento inicial. No me opongo a que los requisitos y
condiciones de calidad se vayan ajustando y se pongan a tono con las condiciones
internacionales. Pero sí a que los efectos de los cambios se hagan cumplir de
manera retroactiva. El camino de la integración de una eventual actividad
científica nacional en la internacional es largo y dispendioso, pero estamos
haciendo avances importantes, ya tenemos las primeras patentes de invención
regionales y las contribuciones de nuestros investigadores aparecen en las mejores
revistas del país y del mundo. Endurecer, de manera sostenida y progresiva, las
condiciones de calidad con las que se evalúan los logros pasados (después de
que ya han sido reconocidos y certificados) no aporta mucho al proceso, pero sí
tiene el efecto contraproducente y perverso de desmotivar a quienes realmente
participan de la empresa.
Para finalizar este editorial permítanme recapitular los retos que debemos
afrontar si queremos avanzar más rápidamente en la construcción de una
ciencia nacional y regional: es preciso aprovechar las actuales condiciones
favorables para la formación de talento humano y la realización de proyectos
de importancia regional y nacional (sin descuidar ninguno de los frentes que,
acertadamente, fomenta COLCIENCIAS, pero con énfasis en patentes, nuevas
tecnologías y emprendimientos de base tecnológica); los empresarios deben
mejorar su comprensión de la naturaleza de las actividades de CTI y, de manera
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consecuente, estrechar los lazos que permitan el trabajo con los académicos y
aprovechar las ventajas de los estímulos que ofrecen los programas de fomento a la
relación universidad-empresa-estado, y en las universidades tenemos que mejorar
los procesos de comunicación con el sector externo, seguir participando de los
programas de fomento de COLCIENCIAS y asegurarnos de que nuestras voces
y opiniones sean escuchadas por quienes toman las decisiones en este organismo.
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