Horna - Marco

Contenido
Presentación ................................................................................................................. 3
Introducción .................................................................................................................. 4
Biografía de Kati Horna ................................................................................................ 5
Temas en la exposición................................................................................................. 6
Marco teórico ................................................................................................................ 9
La fotografía como arte ............................................................................................ 9
Ejes temáticos .............................................................................................................. 11
I.
Símbolos, metáforas y representaciones en la producción de Kati Horna ... 11
II. Kati Horna en México ....................................................................................... 13
III.Fotógrafa de la Vanguardia Mexicana ............................................................... 15
Anexos ......................................................................................................................... 17
Sobre los curadores................................................................................................. 17
Presentación
El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) presenta la exposiciónKati Horna
organizada por el Museo Amparo de Puebla en colaboración con el Jeu de Paume de París. La
muestra nace con el objetivo de revalorizar y rescatar la vida y obra de Kati Horna, fotógrafa de
origen húngaro quien residió en México, así como demostrar su valiosa contribución al mundo
del arte. La exposición reúne más de 150 obras, la mayoría de ella impresiones de época, de las
cuales el 70% son obras inéditas o escasamente divulgadas en el siglo XX.
De esta manera, la muestra es un vehículo para rendir homenaje a una mujer extraordinaria
que siempre fue fiel a sus ideales, congruente con su manera de vivir. Asimismo, es una
retrospectiva de reconocimiento internacional que expone la manera en que su obra se adentra
y combina la fotografía con propuestas vanguardistas y experimentales. Por lo cual, su
producción se caracteriza tanto por su proximidad a los principios de la fotografía surrealista
como a la manera en que realizó el fotoperiodismo con un enfoque muy personal.
Dando como resultado una valiosa exposición trazada en cuatro ejes temáticos: el primero, el
inicio en Budapest, París y Alemania; el segundo, la Guerra Civil Española; el tercero, su regreso
a París; y, finalmente, la obra que la artista capturó en México. Además, el acervo fotográfico
está acompañado de material adicional como revistas en las que colaboró y fotografías
personales.
Nombre de la exposición: Kati Horna
Organizador: Museo Amparo de Puebla en colaboración con el Jeu de Paume de París
Curaduría: Ángeles Alonso Espinosa y José Antonio Rodríguez
Museografía: MARCO
Localización: Sala 5
Duración: Del 29 de enero al 24 de mayo de 2015
Técnicas: Fotografía
Número de obras: Cerca de 150 fotografías
Introducción
1
Introducción para Kati Horna y su manera cotidiana de captar la realidad de Alicia Sánchez-Mejorada.
La obra de Kati Horna propone una manera cotidiana de captar la realidad. Mientras la
artista realizaba su trabajo “por encargo”, iba descubriendo ciertas temáticas
generadoras de su potencial creativo, que paralelamente le permitieron recorrer las
calles de la ciudad y tener “momentos robados” al trabajo para realizar ensayos, series y
proponer su propia visión.
El tipo de acercamientos que efectuó hacia su entorno “conserva un sentido de ironía y
familiaridad que responde al contacto de la fotógrafa con el devenir humano, con el
drama del desamparo”,1 cargado siempre de una forma de humor particular que
caracteriza su producción. Al margen del documento, Kati Horna subraya de manera
efectiva y directa ciertos aspectos cotidianos, creando imágenes elocuentes nutridas de
un significado simbólico capaz de tornarse atemporal.
Una de las características principales de Horna es su fuerza interpretativa, es decir, la
manera de transformar la simple aprehensión de los hechos para lograr tomas en las
cuales imaginación y realidad no rivalizan. Su discurso narrativo refleja una doble
intención: por una parte nos descubre los rostros de las personalidades de la cultura en
el México de los años sesenta, por otra reproduce el universo del retratado y permite
adentrarnos en un mundo interior, que con su mirada instintiva e irónica evoca más del
sujeto que la simple aprehensión del rostro.
El enfoque personal de esta fotógrafa, espontáneo y humano, consigue captar lo
sustancial de la escena y con su respuesta intuitiva logra que lo transitorio se vuelva
eterno y mágico. Aplica a las técnicas propias de su oficio los recursos inagotables de su
fantástica mirada, propone una transposición de conceptos y recrea nuevas visiones de
la realidad.
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1
Ida Rodríguez, El surrealismo y el arte fantástico de México, México, UNAM-IIE,
1983, p. 7.
1
Sánchez-Mejorada, A. (2004). Kati Horna y su manera cotidiana de captar la realidad . México D.F.: Instituto
Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Biografía de Kati Horna
Kati Horna es una de las personalidades más destacadas en el ámbito cultural mexicano. Nació
en Hungría el 19 de mayo 1912, y radicó en la Ciudad de México por más de 60 años, desde
fines de 1939 hasta su muerte, el de 19 de octubre de 2000. Desde muy joven se dedicó a la
fotografía.
En Budapest trabajó en el taller de József Pécsi, un reconocido fotógrafo húngaro. También fue
pareja del prestigiado fotógrafo Robert Capa. En 1932, se trasladó a París donde completó su
formación y realizó varios reportajes para la agencia francesa Agence Photo. De esta época son
sus famosos trabajos titulados El mercado de las pulgas (1933) y Reportaje de los cafés de París
(1934). Pero, además de fotografiar la realidad también son famosos sus trabajos creativos
próximos al surrealismo, por ejemplo la serieHitlerei (1937) la cual se compone de fotografías
de una de las historietas realizadas por el dibujante Wolfgang Burger donde se representa a
Hitler.
Kati Horna llegó a España en 1937 durante la Guerra Civil Española y se comprometió con la
causa anarquista ingresando como redactora de la revista Umbral y participando en distintas
revistas culturales. Además, durante su estancia en este país Horna tomó fotos para hacer
carteles de propaganda republicana, al mismo tiempo fotografió la vida cotidiana en diferentes
pueblos con el fin de documentar la Guerra Civil.En España también conocería a su futuro
marido, el pintor y escultor José Horna, de quien tomaría el apellido.
Para 1939 el fin de la Guerra Civil Español estaba cerca, los estragos que ésta había causado
eran notorios y el panorama con Franco al frente no era alentador, por lo que Kati, junto a su
ahora esposo José Horna, huye a París. Sin embargo, la expansión por Europa del nazismo y la
inminente Segunda Guerra Mundial hace que ese año mismo deje París y viaje a México.
México sería para ella su patria definitiva y aquí colaboró en las más importantes publicaciones.
Aquí colaboró en las más importantes publicaciones, fue profesora en la Escuela Nacional de
Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (1973-1999) y de la Universidad
Iberoamericana, y realizó a lo largo de los años multitud de reportajes que le dieron una
merecida fama, principalmente con trabajos vinculados al surrealismo.
Temas en la exposición
La exhibición se extiende a través de cuatro ejes, los cuales repasan los principales períodos en
la vida y producción de Kati Horna. El primero, sus inicios en Budapest, París y Alemania; el
segundo, su registro de la Guerra Civil Española; el tercero, su regreso a París; y, finalmente, la
obra que la artista capturó en México.
Los inicios: Budapest, Berlín y París
Kati Horna vive en Hungría, Alemania y París durante el desarrollo de varios conflictos que
tuvieron grandes repercusiones mundiales, de los cuales destacan la Primera Guerra Mundial
(1914-1918) y las Guerras de los Balcanes (1912-1913), por lo cual el sufrimiento, la violencia, la
injusticia y el peligro van a inscribirse en su persona de manera profunda.
En 1930 reside en Berlín donde conoce a Bertolt Brecht -dramaturgo y poeta alemán- y se
integra a su grupo de ideología comunista. Sin embargo, al iniciar las primeras persecuciones
nazis regresa a Budapest. De vuelta en Hungríase ve influenciada por Lajos Kassák, quien veía a
la fotografía como una herramienta para la trasformación social, y toma un curso privado en el
taller del fotógrafoJózsef Pécsi (Budapest 1989-1956).Después consolida su formación en París
donde realizó varios reportajes para la agencia francesa Agence Photo.
Es en estos inicios en donde vemos a Kati Horna perfilarse una estética que la acompañará por
siempre, en donde produce collage y fotomontajes, muy en sintonía con los movimientos de la
Bauhaus, el surrealismo, la Nueva Objetividad alemana, todas estas corrientes que se vuelven
parte del arte y la fotografía moderna y vanguardista de la Europa de los años treinta, lo cual
convivirá en su trabajo humanista que comenzaba a nacer en el periodo de entre guerras. Un
hecho único que permanecerá posteriormente en su obra producida tanto en España como en
México.
Esta época va a marcar el compromiso ideológico de Horna, su permanente búsqueda de
libertad, su mirada cómplice y humana, así como su particular forma de denunciar la injusticia y
el sinsentido.
Guerra Civil Española
La Guerra Civil Española fue un conflicto bélico protagonizado por las fuerzas militares contra la
República que afectó a España social, política y económicamente de 1936 a 1939. Este episodio
resultó en la instauración de la dictadura por parte de Francisco Franco.
Kati Horna llegó a España durante este conflicto, en 1937, y se comprometió con la causa
anarquista ingresando como redactora de la revista Umbral y participando en distintas revistas
culturales. Además, durante su estancia en este país recibió el encargo de crear un álbum para
el gobierno republicano con el fin de documentar la Guerra Civil y, también, tomó fotografías
para hacer carteles de propaganda republicana.
París: capital de las vanguardias
Para 1939 el fin de la Guerra Civil Español estaba cerca, los estragos que ésta había causado
eran notorios y el panorama con Franco al frente no era alentador, por lo que Kati, junto a su
ahora esposo José Horna, huye a París. Ahí, ella retoma su trabajo para la Agence Photo y
comienza a fotografiar máscaras y muñecas, imágenes que serán recurrentes en su producción.
De su estadía en París destaca la serie fotográfica Lo que va al cesto (1939). Estas imágenes
muestran libros de poesía, mapas de Europa, monedas, pasaportes, la paloma de la
paz,símbolos de la amistad y fiesta que van a dar al cesto de basura. Los objetivos de Horna
eran construir metáforasvisionarias de las formas en que la humanidad, la cultura y la
geografía serían arrazados por el conflicto bélico que se avecinaba, refiriendose la Segunda
Guerra Mundial.
Sin embargo, su estancia en París fue muy breve ya que la expansión por Europa del nazismo y
la inminente guerra hacen que ese mismo año deje París y viaje a México.
México, su patria adoptiva
Kati Horna llega a México en octubre de 1939 junto con su esposo José Horna y para ella quien
fue perseguida y exiliada toda su vida, este lugar se convirtió en su hogar. La pareja se instaló
de manera definitiva en una casa de la colonia Roma, una mítica vivienda en la calle de
Tabasco.
En México, ambos tuvieron contacto con otros artistas exiliados como Remedios Varo,
Benjamín Péret, Leonora Carrington, entre otros, que se convertirías en los amigos más
cercanos de Horna, y sería su familia del exilio. Su casa se convirtió en un centro de reunión al
que también se unieron Gunter Gerszo, Wolfgang Paalen, Alice Rahon, Mathias Goeritz,
Benjamis Péret, Edward James por mencionar algunos. Kati Horna fotografía a todos y ella
mismo tomó el papel de cronista de esta época. Se convirtió en una gran retratista de la
vanguardia artística y literaria de México.
Aquí, Kati Horna colaboró en diversas revistas como Mujeres, S.nob, Mapa (1940), Revista de la
Universidad de México (1958 a 1964), Tiempo (1962), Perfumes y Modas (1956), México this
Month (1961-65), y Revistas de Revistas (1963).
Por si fuera poco, también fue invitada a ser maestra de fotografía en la Universidad
Iberoamericana de 1958 a 1963 por Mathias Goeritz, fundador de la escuela. Su rol de docente
la acompañó desde ese momento hasta el final de su vida.
Asimismo, en 1983 dirigió un taller de fotografía en la Academia de San Carlos. Por lo cual es de
destacar la trayectoria profesional de Kati Horna como formadora de varias generaciones de
fotógrafos y su presencia en el movimiento surrealista mexicano.
Marco teórico
La fotografía como arte
Casi en paralelo con la invención de la fotografía surgió el debate de si esta nueva forma de
producción implicaba un proceso artístico, por lo que desde sus inicios su integración al mundo
del arte ha sido un tema muy discutido.
Por ejemplo, tomamos a Walter Benjamin - filósofo, crítico literario, crítico social, traductor y
ensayista alemán- que desde 1931 exponía el valor del arte producido por aparatos técnicos.
En La obra de arte en la era de la reproducibilidad técnica (1931) defiende que con la fotografía
y con el cine surge un lenguaje artístico estrechamente vinculado a sus posibilidades técnicas;
un lenguaje que, con el tiempo acabaría por transformar totalmente la concepción tradicional
del arte. Ente otras cosas, con los nuevos medios se produce la pérdida del “aura” que
Benjamin define como la manifestación irrepetible de una lejanía. Según este autor, la obra de
arte se da entre dos polos: el valor expositivo (manifestación) y el cultual (ocultamiento,
misterio, símbolo etc.). Con los medios de reproducción –en la fotografía y el cine ya no existe
original– crecen las posibilidades de exhibición y se modifica la naturaleza misma del arte (que
deja de ser cultual –contemplativo– para convertirse en pura manifestación).
Partiendo de lo anterior, se sabe que el lenguaje artístico fotográfico partió de la herencia de la
pintura, pero rápidamente desarrolló un idioma propio gracias al manejo de luz, de enfoques y
de técnicas como el collage o el fotomontaje.
Es conveniente señalar que en la fotografía, como todo arte, el concepto y la coherencia del
discurso toma una importancia relevante a la hora de realizarla, de crearla. Esta visión de la
fotografía como arte la vemos desde la década de los 60’s cuando los artistas parecían más
preocupados por el concepto y la idea que en la propia materialización de la obra.
Técnicas como el collage son ejemplo de lo anterior, ya que con él se logra dotar a las
fotografías de un nuevo significado, creando así un metalenguaje dentro de la obra. Tal como lo
hace Kati Horna con collages como Cartel de France (1938) y Subida a la catedral (1938), donde
nos propone una nueva forma de ver una misma realidad, compleja y fragmentada.
La fotografía es una obra de arte tal como lo es la pintura, el dibujo o la escultura. El fotógrafo
utiliza la cámara, la luz y otros materiales como instrumentos artísticos, tal como el pintor
utiliza el lienzo, las pinturas o los pinceles.
Las fotografías alteran y amplían nuestras nociones de lo que vale la pena mirar y lo que
tenemos derecho a observar. El fotógrafo no sólo elige una imagen, determina su composición,
la luz, el color, si no de igual forma puede alterar el resultado final de la fotografía utilizando
químicos, técnicas de impresión o materiales. Así, como en cualquier otra forma de arte, la
combinación o manipulación de estas herramientas y técnicas dependen del talento y de la
habilidad del artista. Es por esto, que la fotografía es tan expresiva y personal como cualquier
otra obra de arte.
De esta manera, la fotografía se presenta como un medio totalmente novedoso de
representación de la realidad, en el que se produce una unión estrecha entre la técnica y el
arte.
Ejes temáticos
I.
Símbolos, metáforas y representaciones en la producción de Kati Horna
A simple vista, la obra de Kati Horna se podría reducir a fotografías documentales, sin embargo
su producción va más allá. El enfoque de Horna ofrece una alternativa distinta a las fotografías
hechas por sus contemporáneos. Como primer ejemplo, podemos notar que en sus fotos de la
Guerra Civil Española la mirada de Kati Horna se aleja del fulgor de la batalla para presentarnos
escenarios de la vida cotidiana, ella decide reflejar una visión más cercana y ordinaria de la
guerra. Antes que por su fuerza expresiva, sus campesinos, sus soldados, sus mujeres, sus
niños y ancianas nos conmueven porque son retratados en su singularidad no como simples
representaciones del resultado de un suceso.
En palabras de Rafael Rodríguez Tranche:
Las fotos de Robert Capa, Gerda Taro, Agustí Centelles o David Seymour son rotundas,
precisas, oportunas. Parecen (conscientemente) destinadas a forjar una aureola mítica, a
crear un imaginario bélico saturado de héroes comprometidos, de luchadores surgidos
del pueblo, de milicianas que encarnan una nueva mujer. Al tiempo, el sufrimiento de la
población brota ardiente de entre las ruinas, clama entre la devastación para erigirse en
denuncia de portada. Horna llega después y nos muestra otra perspectiva. En ese
sentido, su instante no es el del fotoreportero, sino el del momento en el que todos se
han ido ya con las imágenes exclusivas. Sus fotos no nos confirman, nos interrogan. O
mejor, nos suscitan que las interroguemos por ese antes, por ese después. Y esto es así
porque ella no sólo se interesa por el horror, sino por la secuencia que sigue a
continuación. Ciertamente, la guerra planea sobre muchas de sus imágenes, en algunas
de forma palpable, en otras de modo alusivo. Sin embargo, la habilidad de Horna es
encuadrarla en un paisaje más vasto y complejo, en una dimensión más profunda.
De esta manera podemos ver como Kati Horna utiliza distintos recursos y hace una
representación diferente de una misma realidad.
Asimismo, su original lenguaje fotográfico también se repite en las series El mercado de Pulgas
(1933) y Los Cafés de París (1934), en ambas Kati Horna le otorga a los objetos un punto
fundamental en la escena, los humaniza confiriéndoles vida y personalidad propia. Alicia
Sánchez-Mejorada destaca: “En ellas se manifiesta también su humor y su intuitiva mirada para
detectar lo que ella denominaba el <insólito cotidiano>”.
Esto es claro, de igual forma, en la serie Loquibambia (1944) que se compone de imágenes de
un centro psiquiátrico que Honra tuvo el encargo de fotografiar para la realización de un
reportaje. Aquí, los retratos nos permiten mirar la realidad de otra manera, pues ella logra
representar el mundo del encierro de la locura dándole un toque más humano.
Por otra parte, el empleo de la metáfora se destaca en series como Lo que se va al cesto (1939)
donde vemos libros de poesía, mapas de Europa, monedas, pasaportes, la paloma de la paz, los
símbolos de la amistad que van a dar el cesto de la basura. Aquí Kati Horna busca crear una
metáfora: los objetos van al cesto como lo serían la humanidad, la cultura y la geografía como
resultado de la guerra.
Respecto al simbolismo en la producción de Kati Horna, notamos dos elementos recurrentes:
las muñecas y las máscaras, las cuales aparecen en su obra desde etapas tempranas, como su
época en París. Estos elementos serán seres protagónicos en sus secuencias fotográficas más
personales. Las muñecas y las máscaras simbolizan mundos imaginarios, evocan algo que no
puedo ser fotografiado directamente como la muerte o el miedo, construyen ambientes
mágicos y reflejan la sensibilidad e imaginación de Horna. Respecto a lo anterior Alicia SánchezMejorada concluye: “Ella fabrica sus series al descubrir en los objetos su fuerza evocadora,
confiriéndoles un ambiente de irrealidad y extrañeza “natural”. Son cosas cotidianas, que al
asociarlas con mitos, con leyendas, o con su propia construcción imaginaria, se transforman, se
reelaboran y adquieren otra dimensión. Su respuesta intuitiva ante las “cosas” logra que lo
transitorio se vuelva mágico.”
Su particular visión personal también se refleja en los collages y fotomontajes que realiza.
Tomemos, por ejemplo, Navidad en España (1937) donde nos presenta un escenario de tumbas
abiertas y esqueletos expuestos después de que el cementerio de San Isidro fuera
bombardeado. Esta escena la acompaña de un texto que versa: “Cristo se va y dice, desde hoy
no seré yo el símbolo del sufrimiento”. De esta manera, utilizando el recurso de la imagen y la
palabra logra dar un mensaje más poderoso. Y, con los fotomontajes le da un aspecto onírico a
las fotografías, ofreciendo nuevas interpretaciones y transformando la realidad.
II.
Kati Horna en México
Kati Horna llega a México en octubre de 1939 junto con su esposo José Horna y para ella quien
fue perseguida y exiliada toda su vida, este lugar se convirtió en su hogar. Con tan sólo 27 años
de edad, comienza a trabajar asiduamente para diferentes publicaciones, realizando reportajes
gráficos, trabajos de documentación y, de manera destacada, un importante número de
retratos de los protagonistas de la escena artística y cultural mexicana, todos ellos de enorme
calidad e interés.
De esta manera, el matrimonio Horna establece una fuerte relación con un denso y activo
núcleo de creadores surrealistas, entre los cuales se encuentran Remedios Varo y Leonora
Carrington con quienes Kati mantendrá una estrecha amistad y vinculación. Junto a ellas
participa en la transgresora e innovadora revista S.nob, donde publica, en una sección titulada
Fetiche, algunos de sus referenciales “cuentos-fantásticos en secuencia fotográfica”, como los
definió su también amiga Ida Rodríguez Prampolini. Trabajos “personales”, con títulos como
Oda a la necrofilia, Impromptu con arpa, Historia de un vampiro, Mujer y máscara o Una noche
en el sanatorio de muñecas, que correspondían a lo que ella misma denominaba como sus
“momentos robados” a la práctica diaria de su oficio como fotógrafa. Su intensa y absorbente
labor como docente a partir de los años setenta, formando a generaciones de nuevos
fotógrafos, completa una coherente trayectoria vital y profesional.
La producción de Horna en México fue prolífica. Se interesó por distintas temáticas, entre ellas,
la arquitectura. Aquí fotografía centenares de edificios, tanto civiles como instituciones,
escuelas, museos, etc., colaborando a veces con arquitectos. En 1973, la fotógrafa resumía así
su actitud artística frente a la arquitectura: “En mis fotos, trato de capturar lo insólito de la
arquitectura”.
Acerca de su conjunto de fotografías de la Academia de San Carlos, hechas en México en 1973,
Kati Horna comentaba: “toda forma está animada por un mensaje mágico. Cada construcción es
a la vez que edificio, casa o iglesia, un sueño latente, una actualización de la materia que sin la
forma estaría condenada a la nada”. Se evidencia en esta observación de la fotógrafa una
sensibilidad estética especial hacia un aspecto peculiar de los edificios: la relación armoniosa
que se suele establecer en ellos entre forma y materia. Para Kati Horna, un edificio no se reduce
pues a una funcionalidad como conjunto de viviendas sino que es también el espectáculo
puramente visual de una materia hecha forma. En sus fotografías de los espacios urbanos,
tanto en París como en España y posteriormente en México, su mirada tiene una acuidad
peculiar para, mediante unos enfoques precisos, captar la poesía visual de los edificios, así
como el “sueño latente” que encierran. En el caso de España, el motivo de las ruinas acentúa
esta sensibilidad hacia la relación forma/materia en la medida en que el resultado de los
bombardeos rompe su equilibrio armónico. Pero al mismo tiempo, revela de cierta manera su
esencia: al haber desaparecido las fachadas, la materia se impone, desnuda.
También destaca su trabajo como profesora en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la
Universidad Nacional Autónoma de México (1973-1999) y de la Universidad Iberoamericana.
Kati Horna fallece en México en octubre de 2000. Su trabajo ha sido motivo de frecuentes
exposiciones y homenajes tanto en España, México así como en otros países.
III.
Fotógrafa de la Vanguardia Mexicana
Tanto por su trabajo como por afinidades ideológicas, (Kati Horna) se había relacionado con el
grupo de pintores, escultores, críticos y arquitectos de la vanguardia mexicana, algunos
insertos en la tendencia abstraccionista. En la década de 1960 sus fotografías acompañaron
varios reportajes interesantes, como el que se publicó en la Revista de la Universidad de México
acerca de “la obra mural de Manuel Felguérez”, con un texto de Juan García Ponce (mayo,
1964).
Las fotografías de Kati Horna para la revista México This Month, que dirigía Anita Brenner,
sirvieron también para mostrar la obra de algunos artistas plásticos, como la del escultor
Germán Cueto, a quien fotografió en su taller, resaltando los elementos que dan cuenta del
oficio del maestro: sus manos y un bloque de piedra tallada. Su lente descubrió a los más
diversos artistas en sus casas y estudios, donde encuadró la vida de estas personalidades. Esto
sucede en artículos como “El mundo con las patas al revés” de Pedro Friedeberg y “El arte
sacro de Mathias Goeritz”, por citar algunos ejemplos. En una de sus tomas aparece el poeta
Salvador Novo como todo un gourmet, inspeccionando uno de sus platillos en la cocina del
restaurante La capilla, del que era propietario. Otros reportajes muestran escenas poco
conocidas de la vida capitalina. Existe una serie de imágenes poéticas que recuperan
presencias olvidadas de la casa de León Trotsky en Coyoacán y otras tomas del popular barrio
de Xochimilco.
A principios de los años sesenta algunas tomas de Kati Horna ilustraron artículos de la Revista
de la Universidad de México. Uno de los números aborda “Los dulces de la Ciudad” (diciembre
1963) con un sentido mágico, como si ilustrase algún cuento infantil; ella encuentra en el dulce
de calabaza la forma sagaz, aquella que despierta e intriga la mirada del espectador. Lo mismo
sucede con las calaveritas de azúcar, que portan sombreros charros, y los dos gatos que
parecen custodiarlas.
Tiempo publicó entre otros reportajes de Kati Horna la visita de Jacqueline y John F. Kennedy a
la capital, en julio de 1962, siendo presidente Adolfo López Mateos. Asimismo editó un divertido
artículo sobre la moda de las crinolinas, ilustrado con atinadas fotografías, y unas vistas de la
ciudad de México de noche, entre las que destaca la del Palacio de Bellas Artes,
magníficamente iluminado, que sirvió de portada a uno de sus números.
Paralelo a su trabajo como reportera gráfica, Kati Horna realizó algunas fotografías para
ilustrar los catálogos de exposiciones y tarjetas de galerías como la Juan Martín o La chinche,
encabezada por Pita Amor, Xavier Jirón y Pedro Friedeberg. Muchos de los artistas que retrató,
de sus amigos y hasta de su clientela, seleccionaron algunas de sus fotos para reproducirlas en
sus catálogos y en los libros que sobre ellos se publicaron.
Durante un tiempo, también a principios de los años sesenta, Kati Horna fotografió varias obras
de teatro, principalmente las de Alejandro Jodorowsky, para quien realizó tomas fijas tanto de
los ensayos como de las puestas en escena. Uno de los números de México This Month dedicó la
portada y un amplio espacio a la obra teatral Penélope, escrita y diseñada por Leonora
Carrington y actuada por el grupo de teatro experimental de la Universidad Nacional, entonces
encabezado por Jodorowsky. Para dicha obra José Horna adaptó las máscaras y la escenografía
de Leonora y se encargó de la “realización de decorados” de aquella historia de amor
surrealista, donde los unicornios con su antigua heráldica y los salvajes caballos se entienden, a
pesar de las insistentes interrupciones de una vaca sagrada en su doble papel de enfermera y
animal.
Entre sus tomas de teatro, destaca la imagen que aparece en el programa de La ópera del
orden, obra vanguardista dirigida también por Alejandro Jodorowsky en 1962, con su
provocadora puesta en escena, un destacado reparto y un escenario poco convencional,
dividido en cuatro espacios creados por artistas plásticos de la talla de Manuel Felguérez,
Vicente Rojo, Lilia Carrillo y Alberto Gironella, y en el tapanco la música que estuvo a cargo del
conjunto Los Metafísicos del Twist y Micky Salas. La obra fue clausurada el día de su estreno.2
2
Fragmento de Kati Horna y su manera cotidiana de captar la realidad2de Alicia Sánchez-Mejorada.
Anexos
Sobre los curadores
Ángeles Alonso Espinosa
Antropóloga de formación, realiza trabajo de campo durante varios años. En Francia, hace
estudios de antropología en el Musée de L´ Homme de París y en la École des Hautes Études en
Ciencias Sociales. Miembro del Patronato de la Fundación Amparo, ha curado diversas
exposiciones para el Museo Amparo de Puebla. A partir de 2009 desarrolla proyectos culturales
entre México y Francia. En 2011 funda el sello editorial independiente El Mojado.
José Antonio Rodríguez
Historiador de las imágenes, especializado en fotografía mexicana tanto histórica como
contemporánea. Doctor en artes visuales, crítico de fotografía, curador y autor de libros
especializados. Ha sido editor de la revista Alquimia, desde 1997; y crítico fotográfico del diario
El financiero de México. Se desarrolla como catedrático de la Facultad de Artes de la
Universidad Autónoma del Estado de Morelos y como docente en diversas universidades.