Pregón de Fiestas - Benamaurel 2015 “Abril para vivir, abril para cantar. Abril, flor de la vida al corazón. Abril, para sentir; abril para soñar”. Son los primeros versos de una de las coplas más emotivas y significativas del gran Carlos Cano, que nos vienen a pelo a los benamaurelenses. ABRIL. Se nos llena la boca con este nombre de mes. ABRIL. Se nos llena el corazón de sentimientos… y todos ellos hermosos. ABRIL. Se nos despierta la mente, se nos humedecen los ojos. Esa sola palabra despierta nuestro ser más profundo como hijos de este pueblo. ABRIL… ¡Qué ‘mesecito’ para el bolsillo... y para la salud! ¡Vaya intensidad! ¿eh? Este año hemos comenzado muy pronto. Las elecciones… al fin de semana siguiente Domingo de Ramos, la Semana Santa, Domingo de Resurrección, San León, Domingo de pregón y Domingo de Fiestas. ¿Alguien da más? Estaría bien que dosificáramos la fiesta, ¿no? En fin… Nuestro calendario es así y Benamaurel está preparado para despertar en abril, con la primavera, todo un sinfín de emociones en torno a nuestras tradiciones. Este calendario vuelve loco a cualquiera. Incluso a mi radio del coche. Casi no me da tiempo a cambiar los discos. ¿Para qué quiero comprar el de ningún artista… si tras sacar del aparato el CD de villancicos ya meto el de Semana Santa?. Y claro, este año, con todo tan junto, ha sido sacar el de marchas cofrades y meter el de marchas moras y cristianas. ¡Esto es un sinvivir! ¡Qué ajetreo, madre! ¡Y si a eso le sumas que hay benamaurelenses como yo que somos ‘muuu’ apretaos, nos nos conformamos que sólo suene “Sisco”, “Chimo” o “Paquito Chocolatero” en el coche…¡Sólo con eso no somos lo suficientemente ‘jartibles’. Además tenemos que tener música festera hasta en el móvil, para que cada vez que nos suene el teléfono todo el mundo se entere que esto es abril y que los benamaurelenses estamos de fiesta… Cuánta emoción despierta en un benamaurelense cualquiera de esos acortes. Es sonar una marcha mora y soñar con la Alhanda una mañana del último domingo de abril. Sueña Paquito el Chocolatero, en especial cuando ya falta poco, y veo a todo un cortejo con vistosos trajes bajando por la calle San León. La imaginación vuela con estos acordes. Y nos sirve también para marcar sello, para marcar territorio… 1 Imaginaros la situación. Mi sobrina Loli en Burdeos de Erasmus. Y vamos a recogerla. A las puertas de su residencia universitaria -cual campus americano- llega un coche con las ventanillas bajadas y ‘Paquito’ a todo trapo. Dentro, mi hermana, la pequeña Angelitas y yo. ¿Qué mejor manera de hacernos notar y de hacerte ver, Loli, que Benamaurel estaba allí más cerca de tí? ¿Verdad? Fue emocionante... Muy friki, pero emocionante. Lo que yo te diga, ‘jartibles…’ Bueno. Suena cualquiera de esos acordes mágicos de cualquier marcha; te llaman por teléfono -por ejemplo- y la melodía te recuerda que ya falta poco. Y sueñas, por ejemplo, con las Eras cuando los “Pakkos” van apareciendo el lunes por la tarde por la cuesta, como avanzadilla de un excelente desfile con aromas casi de mayo y luces del atardecer. Benamaurel es así. Y los hijos de este pueblo somos así: enamorados de lo nuestro. Estás cambiando la ropa del armario, porque ya comienza a cambiar el tiempo, y encuentras un pañuelo de la romería, una chilaba… Todo nos recuerda a las fiestas, todo el año. Y cuanto más se acercan, más pica el gusanillo. Miras en la estantería y te encuentras con el librillo de ‘Los Papeles’, o cualquiera de las excelentes publicaciones con las que ya contamos sobre nuestra gran celebración. Somos así. Y cuando me refiero a los hijos de este pueblo, me refiero a quien siente y quiere a este pueblo, haya o no nacido aquí. Si Benamaurel se caracteriza por algo es por su verdadera hospitalidad. Aquí nadie es extraño. Aquí todo el mundo es bienvenido. Y eso, más que nunca, lo cantamos a los cuatro vientos en nuestras fiestas, sea en abril o en cualquier momento de nuestro amplio calendario patronal desde La Ventica a Las Lavanderas. ¿Por cierto? ¿Dónde narices están las Cuevas de las Lavanderas que jamás nadie me ha sabido fijar el lugar? ¿Son La Mancha? Cosas de este pueblo. Cosas mías… Como tampoco conozco las minas de azufre ni el Columbario romano… ¡Antonio, me debes una buena turné por nuestro municipio! ¿eh? Sonar una marcha, pensar en ABRIL, y que afloren los sentimientos hacia nuestro pueblo y nuestras fiestas, es todo uno. Cierras los ojos; abres el corazón y la mente… y piensas en Benamaurel. Te emocionas con Benamaurel aunque lo estés pisando cada día. Benamaurel es La Marchita, y Cazamara; Benamaurel es la Alhanda, el Almacil y Los Aguilones; Las Maralas y la Cañada de Cúllar; Benamaurel es su remojón y la grupina; son sus migas y sus papas “asás” en la lumbre. 2 Benamaurel es Cuevas de Luna y Puente Arriba; Huerta Real, Cuevas del Negro, La Mancha y La Tobahita. Son las cuevas de las Hafas del Salto y las ruinas de Benzalema. Benamaurel es la eterna doña Carmen sacándole humo a la multicopista de la escuela (¿te acuerdas?) y otra Carmen, la de Ángel el alcalde, enseñándome sus fotos y documentos antiguos de la Patrona. Benamaurel son las casas del Fuerte y el Piñar; y el arroyo del Salar. Son Los Trancos y las Cuevas de la Blanca; y el Olivar; el Cortijo Cosio y la Cañada de las Langostas. Benamaurel son nuestros antepasados de un cementerio que felizmente va a ser recuperado... y un buen “nochebueno” para la lumbre el 24 de diciembre. Benamaurel es el río Cúllar y el río Baza; las Esperillas y Macilate. Todo eso es Benamaurel. Es una excursión por la ruta del colesterol muy concurrida en estos tiempos y el rezo de un rosario que recuerdo de niño en las terreras de Los Rincones cada 25 de marzo. Es un grupo de amigos comiendo habas con balacao y “salaíllas” en el mismo bancal. Benamaurel es un verano cultural con nuestra banda derramando sones de calidad y una reina cristiana más nerviosa que nunca en la fiesta de “Medio Año” hasta que su abuelo la abraza y le da paz y tranquilidad. Benamaurel es un “ángel” ensayando su réplica a Luzbel. Benamaurel es el recuerdo de don Nicolás y doña Antoñita -mis grandes maestros-; doña Paquita y doña Nati, y su hermano siempre en la botica. Benamaurel es el tío Miguel “el Matianero” haciendo pleita y mi abuelo Rafael rechazando montarse en un coche para visitarnos cada día en San Marcos porque andando llegaba antes. Benamaurel es el Maray y las torres árabes de Castril y Huerta Real. Es el recuerdo de doña Alicia y el de todos los servidores públicos que después, en la democracia, han trabajado dando lo mejor de sí por nuestro pueblo. Es un saco de roscas de San León y el arroz de las fiestas del Salto; Es la Virgen del Sagrado Corazón de Jesús, San José, la Virgen del Carmen, San Agustín y San Isidro Labrador. Obviamente, Benamaurel es la Cañada de las Nogueras; el cortijo de la Tobahia; la Viñas, El Rasmal y el Haufí; la Cañada de Cortes, el Barranco ‘de la Rería’ (que siempre he supuesto que provendrá de ‘Barranco de la Herrería’) y, como no, San Marcos. Mi San Marcos: el barrio, su gente y el Santo. 3 Benamaurel es una calle llena de bares con fantásticas tapas; es una antigua calle comercial con los muebles de Orencio, la barbería de Jorge, la Telefónica con Virginia; el estanco de tus abuelos (Miguel Ángel), la zapatería, y una pescadería que aún pervive. Y Benamaurel es el rey moro y el rey cristiano; son Chencho y Arcadio; los papelistas que son y los que han sido… Benamaurel es Manolo el de los Muñechos y Miguel el de Fernando; es la Loma y la Cuesta del Rasmal; es el recuerdo de don Gonzalo y don Gaspar; la tienda de Juan el de Teodora y la de Juan el de la Cuesta; los retales de Maruja la de Gonzalo y los de Jose María; y los ultramarinos de Rosita y de Luciano. Benamaurel es la Cañada y las Casillas; es la tuna de Miguel, los coros rocieros de la actualidad y el coro parroquial. Es Amancia Burgos y los señores de la lápida que apareció en la restauración de la Iglesia. Es el barrio de Las Yeseras y los bares de Calderón de la Barca. Es un dibujo a carboncillo de Francis el médico y una foto de Antonio con colores imposibles desde el Collado con la iglesia de fondo y Jabalcón a lo lejos. Benamaurel es un concurso de migas, un castillo hinchable en la calle del ferial y el Sapito Loco. Es una matanza con 4 marranos que reúne a toda la familia cuando ya hace frío de verdad; y un pasacalles de la agrupación Benzalema recogiendo por la misma época a los nuevos músicos. Benamaurel es la labor callada e impagable de la asociación Esperanza y las mujeres mayores haciendo ejercicios que nunca habrían imaginado. Es un traslado histórico con todas nuestras imágenes devocionales en una tarde en la que mi padre empeoró. Es la Virgen de la Cabeza bajando para encontrarse con San León y girándose en las Casillas para saludar a mi prima Ángela en su silla. Mi pueblo es una noche de San Juan en el “vado” del Salar; y cualquier acto en el Salón Limonchi. Benamaurel es Celín y Minardo; y unos ‘Papeles’ a caballo en las eras de la calle Nueva; o en la actualidad, con el mejor sentido literario y escénico posible en la Cañada. Benamaurel es un castillo de fuegos artificiales una noche de un último sábado de abril y un pasacalles para despertarnos un lunes por la mañana tras un domingo de romería interminable. Benamaurel es una novena con la Iglesia repleta y un libro de fiestas escudriñado por unos ojos emocionados. Es un bancal de ‘papas’ en la vega, un olivar en el secano y un almendro en flor en la carretera de Castril. 4 Mi pueblo es un envío de alimentos a El Salvador con una excelente respuesta y una cuestación contra el cáncer solidaria. Y también es una manifestación con eco nacional por una vecina que no queremos que deje de serlo nunca: o el tío de las lechugas produciendo hortalizas y trabajo para decenas de paisanos. Benamaurel es un desfile de presentación de las comparsas; una reina que sabe que le quedan dos minutos para acabar su reinado; y otra nerviosa para ser coronada subiendo por las escaleras de la iglesia. Es un cruce de banderas y espadas en la consagración; y unas alabardas a modo de viejas insignias como recuerdos de una tradición felizmente recuperada por don Francisco. Benamaurel es el recuerdo de don Juan y don Torcuato; es una vigilia pascual con una procesión del Resucitado que acaba con Sanjuanillo por los suelos; y unas habas en martes para terminarlo todo, cuando ya casi no nos quedan fuerzas. Benamaurel es la barriada de las Cuevas de la Blanca y los numerosos molinos y almazaras de las que quedan aún abundantes restos que estaría bien algún día conservar. Mi pueblo es la ilusión de un grupo de músicos ensayando cada día con frío o calor; y grupos de familias acogiendo antaño en sus casas a la banda del Ave María de Granada para que tocara en las fiestas. Benamaurel es todo eso. Y son sus gentes que se afanan cada día por salir adelante convirtiendo a este, en un pueblo próspero, más allá de los problemas generales de nuestros días. Benamaurel es su entorno; sus secanales; su cañadas y su rica vega. Es su río, que lo conforman las lágrimas que la Sagra le envía a Jabalcón por no soportar su forzosa separación geográfica. Y Benamaurel es su historia, la que creció desde las manos de un rico genovés hasta el emblema de la Casa de Alba que hoy da forma a nuestro escudo. Benamaurel son sus cuevas y su industria. Pero Benamaurel, es, sobretodo, su gente. ...Y es su gente solidaria. Su gente trabajadora. Su gente abierta. Su gente hospitalaria. Su gente que trabaja todo el año con la ilusión en ahorrar para unas fiestas que viven su mejor momento desde que se conformaran hace siglos. 5 Benamaurel es esa gente que durante meses prepara sus trajes y vende lotería para su hermandad o su comparsa. Es esa gente que sueña con ofrecer lo mejor de sí en esos cuatro días mágicos de finales de abril. Benamaurel es la ilusión de una reina, los nervios de un papelista, la emoción de una novena... y una devoción compartida. Benamaurel es todo eso. Y Benamaurel es, cómo no, la Virgen de la Cabeza cuyas fiestas me honro hoy en pregonar. ... Es Ella. La que nos ilumina en esas jornadas festivas ya tan cercanas; la que nos acompaña todos los días de nuestra vida, los festivos; los alegres… y los sombríos. Ella, María. La Virgen de la Cabeza. El símbolo de nuestro pueblo. La unión de nuestra gente. Referente para grandes y pequeños; creyentes e, incluso, no creyentes. Es el germen de nuestra fiesta, el motivo de nuestra alegría, el fin de nuestros preparativos y la ilusión de cada abril. Oh, Madre mía de la Cabeza, ¡Oh, Virgen pura de nuestros días!, que llenas las noches de alegrías y alegras con mañanas la tristeza ¡Oh, tú, bella flor entre las flores! ¡Este tu pueblo, aquí a tu vera que espera la nueva primavera sintiendo en tu rostro mil amores! Tú, oh Reina de Benamaurel, inflama de amor los corazones, que sean por sí dignos pregones de la belleza que rindió a Luzbel. Alivia, madre mía los pesares de tus hijos dispersos en el mundo para que hagan en pecho profundo el más hermoso de los altares consagrados siempre a tu realeza. ¡Y este es tu siervo que pregona las fiestas en honor de su patrona! ¡Viva la Virgen de la Cabeza! ---------------------------------------------------------------------------------------------- 6 Buenas tardes. Bienvenidos. Bienvenidas. Señor alcalde de Benamaurel, concejales, Hermandad e Insignias de la Virgen de la Cabeza, sacerdotes de nuestra parroquia, directivas de las comparsas; festeros; papelistas, reinas salientes y entrantes, amigos y vecinos todos… Querida familia. Gracias. Mil gracias. No podéis ni imaginar el profundo agradecimiento que siento hacia todos vosotros. A quienes me habéis encargado la difícil tarea de pregonar vuestras fiestas, nuestras fiestas, mis fiestas. Y quienes habéis creído, falsamente, que yo podía estar a la altura de una celebración centenaria que cada día estamos engrandeciendo. A quienes me acompañáis hoy, ¡gracias de corazón! Somos herederos de un gran tesoro. Y todos los que estamos aquí, tenemos la oportunidad -pero también la obligación- de mantener no sólo la devoción a la Virgen de la Cabeza sino el legado antropológico y literario de una fiesta única que hoy quiero alabar y difundir a los cuatro vientos. Gracias Eduardo por tu presentación. Me conoces muy bien. Y yo a ti y a Paqui. Nunca se puede olvidar al que te mete en su casa y te da de comer. Y vuestra Carreta Rociera es vuestra casa. Amén de nuestros gorroneos varios en tardes de asueto. Gracias amigos ‘granaínos por venir’. Gracias a los componentes de la expedición de Ser Cofrade que hoy me acompañais. ¡Cómo me alegráis la vida! Os tenéis el cielo ganado por soportarme. Gracias a los que estáis, y a los que nos quieren desde la distancia. Gracias Aitana. Gracias Cristina. Gracias Mariano por estar aquí hoy. Querido Mariano. Aunque nos veamos de uvas a peras, quiero que sepas y quiero que sepan todos que eres uno de los pilares éticos de mi vida. Gracias a todos por este momento tan especial. Gracias a mi familia por haberme dado todo para, con mis miserias y mis virtudes, ser hoy como soy. Gracias por haberme transmitido valores que creo esenciales para mi vida. Gracias por haberme transmitido el amor a mi pueblo y a nuestras tradiciones. Gracias por vuestra mejor herencia: mi amor a la Virgen de la Cabeza. Gracias a mi madre, a mi hermana, a mis sobrinas, a Sergio. Gracias Aitor por haber llegado para hacernos a todos la vida mucho más feliz. Gracias Enrique por estar a mi lado cada jornada de nuestro duro caminar. Gracias a mi madre que me enseñó de pequeñito que tenía además otra Madre. Gracias a quienes me han acercado a Ella se llame Cabeza, Dolores, Angustias, Aurora o Rosario. Gracias a Eduardo y Paqui por adentrarme por los caminos del Rocío. Gracias Eduardo por tu Concha y tu pasión albaicinera. Gracias Eli y Rafa por meterme de cabeza en vuestra hermandad de la Blanca Paloma. Gracias Enrique por contagiarme desde el primer día esa otra devoción personal mía de las Marismas. Gracias Sergio por ofrecerme a tu Estrella. Gracias María por 7 acercarme a la Luz. Gracias Dani por sentirme hijo de tu Alhambra. Gracias a Antonio y a Jorge por cederme un ratito a vuestra Mayor Dolor a quien pude acompañar en Roma en el año 2000. Gracias Enrique por tu Merced. Gracias Trujillo por tu Caridad. Gracias David, hermano. Gracias por tu Consolación. Gracias Jaime por acercarme con tu sensibilidad los amores más escondidos de la Semana Santa que tanto nos ocupa. Gracias José Antonio por tu amistad y tu bonhomía. Y gracias Elena y Ana por estar aquí, por vuestra amistad y por prestarnos a vuestros “comunicadores cofrades”. Os agradezco que estéis aquí. A todos. Y no estoy loco, no. Gracias también a mi padre. Creo firmemente que él nos acompaña aquí y ahora. Como me ha acompañado en cada instante de mi existencia. Como os contaba en el libro de fiestas, él es ahora el más presente en mi vida aunque esté físicamente ausente. Cuando estos días toque preparar la bandera cristiana de la hermandad, como tantas veces hizo mi madre para que él la llevara, él ya no estará físicamente aquí; pero si lo podré ver en el actual abanderado. Y lo veré, porque estará de verdad a nuestro lado, cuando sea Sábado de Fiestas y nos acerquemos a cualquier lugar con barullo de preparativos. Allí estará él. Y cuando comience el desfile, estará él y toda la familia despidiendo a las reinas en la Cañada, como ocurrió aquel año en el que iba a ser coronada Vanessa. Curiosamente fue la única vez que me vestí de moro para acompañar a mi sobrina (¡qué guapa ibas!) en ese desfile en el que estaba tan nervioso como ella. Qué os voy a contar de nervios a vosotras, las nuevas reinas, Vanessa y Josefa María. ¿Cuántas tilas lleváis? Cuántas preocupaciones acumuladas, cuantas infusiones bebidas, cuántas ilusiones ya vividas. Y las que quedan... Gracias a aquella experiencia sé lo que estáis viviendo. No os perdáis ni un momento de esta película que para Jeni y para María Jesús está a punto de acabar. Cuántos preparativos; cuántos madrugones en plenas fiestas para la peluquería, el maquillaje… Cuántos viajes a esos pueblos de Alicante. Escoger el vestido, pruebas… Esto solo lo disfrutáis vosotras y vuestro entorno… Bueno, vuestro entorno, también lo sufre un poquito. Qué ilusión la llegada del traje de una reina. La verdad es que pensar en los trajes, elegirlos, buscarlos, que vengan, que nos los probemos… Eso es hormigueo y experiencia ilusionante para todos los que nos hemos vestido en algún momento en las filas de los Moros, los Pakkos o los Cristianos. Al final es algo que bulle todo el año. Es un motivo de ilusión durante doce meses. Y es que las fiestas comienzan, gracias a los proyectos venideros, 8 gracias al trabajo por hacer, gracias al esfuerzo colectivo... cada miércoles de resaca. Aún recuerdo aquel año tan especial... Todos detrás de Vanessa… Cómo estaba y cómo disfrutó su madre; cómo disfrutó su padre, cómo disfrutaron sus abuelos. En especial su abuela Adolfina, a la que recuerdo (mama) cosiendo hasta el último momento cuando desde muy muy pequeñas tanto Vanessa como Loli se vestían tanto de moras como de cristianas para engrandecer la fiesta. Luego se hicieron mayores, y solo recuerdo a las tres disfrutando de estos días hasta la extenuación. Por ejemplo, me viene a la mente Loli haciendo la croqueta en Calderón de la Barca con sus numerosos amigos llegados desde todos los puntos del país para disfrutar de estos días. Porque eso, el comer, beber, y el disfrutar con los amigos, también es propio y esencia de nuestra fiesta. En el mismo momento en el que me propusieron ser pregonero recordé esos momentos. Recordé a toda la familia, recordé a mi padre. Justo, papa, el año en el que tú no estás, aquí quieren que esté yo. En fin… La vida y sus tiempos. Pero tu estás con nosotros como estuviste siempre. Como estuviste, como estuvimos todos, al lado de tu nieta al año siguiente de su reinado. Qué año tan especial aquellas fiestas de 2004. Era sábado y Vanessa tenía que volver a salir de su casa como reina para coronar a su sucesora. Sin embargo, faltaba su madre. Nunca podré olvidar aquel pellizco. Mientras Nati, su madrina, y todas las vecinas, acudieron para vestirla, tú, padre, te mantuviste firme. Yo no tuve fuerzas para cruzar la calle. Mi hermana, tu hija, estaba recién operada en el hospital. En Granada. Y su madre, y mi madre, con ella. Qué día tan feliz y tan amargo a la vez. No podré olvidar nunca aquellas fiestas. Tuvimos que hacer de tripas corazón. Estos días he repasado las fotos y te he visto, padre, con tu bandera en la escalinata de la iglesia. Junto a la Virgen. Y junto a tu nieta traspasando su corona. Y te he visto saliendo para el Cerro el Domingo por la mañana. Y te he visto llegando a la traca de las Casillas, momento que Angelitas y Adolfina pudieron vivir gracias a mi teléfono móvil y gracias al teléfono de la casa de Juan Félix. María dejó la procesión, entró a su comedor y llamó a una habitación de la segunda planta del hospital de Traumatología para que ellas no se perdieran ese momento. Y es que hay momentos muy significativos de nuestras fiestas en los que seguro que os pasa- una traca u otro detalle os recuerda algo especial. Para mi, los cohetes son el símbolo que más fácilmente me llega de las plegarias de los benamaurelenses. 9 Por eso, las tracas son para mi momento de especial emoción y hasta de oración personal. Con esas ofrendas van muchas ilusiones de nuestros vecinos; con las palmas reales suben al cielo nuestras oraciones como incienso, cual verso del salmista. Por eso cada año espero con ansia la bajada de la Virgen por la Alhanda. Por eso espero la traca que siempre hemos conocido como ‘la de los Barberos’. Por eso siempre espero con ilusión la traca del campo de fútbol, heredera de la grande de las Casillas. Y ahí también te veo ahí, padre. Estando ya enfermo sacaste fuerzas para llevar a la Virgen unos metros desde la puerta de tu amigo Juan José el carpintero hasta la traca del Control. Y ahí te veré siempre… ... La Virgen para. Precisamente en ese punto. Frente a la rampa de la zona deportiva. La comitiva se detiene. Van a subir al cielo las ofrendas de muchos de tus hijos, Madre. Como herencia de nuestra historia industrial, vinculada a las minas de azufre, los hijos de Benamaurel llevamos muy dentro el significado de la pólvora. La Virgen para. Va a sonar nuestra mayor ofrenda sonora. Se acerca Pedro Antonio. Enciende la mecha. Los hijos de Benamaurel contienen el aliento. Es nuestra forma de decirle gracias a nuestra Madre. Es nuestra forma de celebrar la fiesta. Suenan los petardos. El cohetero hace su trabajo. SUENA UNA TRACA REAL Nuestras fiestas son momentos. Son sensaciones. Son colores, lujos, brillo y esplendor de nuestros trajes y los desfiles de las comparsas. Son sonidos. Es la música de las bandas que nos acompañan. Es la melodía que conforman esos cohetes que suben al cielo. Cuando sea Lunes de Fiestas y pases, Virgen de la Cabeza, por la Cañada sonará otra de tus grandes tracas. Y entonces saldrá Eduardo a la puerta de su bar. Ahí lo veremos por siempre como parte también de la historia de Benamaurel. Y también te recordaré en ese momento, padre. Ese momento que para siempre se ha quedado en mi memoria como aquella oración que elevamos juntos al cielo en aquel Lunes de las fiestas de 2002 cuando tu hermana Rosalía estaba ya viviendo sus últimos días en el hospital. Otro sentimiento unido a la familia y unido a los cohetes de nuestras fiestas. Y también te recordaré cuando la Virgen suba a la Eras y otro gran estruendo se forme en el Collado. En aquel bello lugar desde donde se divisa todo nuestro pueblo, casi todos nuestros anejos, casi toda nuestra vega… casi toda nuestra comarca. 10 Allí volverá a sonar otra en Lunes por la tarde y allí estarás tú. Como estuviste el año pasado sentado en la silla que te sacó ‘la Mari’ para que esperaras la procesión. Y allí recordaremos aquel Lunes de 2004 en el que Angelitas recibió el alta y pudo subir a ver el desfile, a ver a sus hijas, a verte a ti, Virgen de la Cabeza, envuelta en un mantón de manila que disimulaba el pijama. Y te recordaremos, padre, 100 metros más adelante, cuando la procesión baje la cuestecilla. Y ahí, cuando el cortejo gira hacia el pueblo, veremos a la derecha a tu hermana María Jesús. Ahí aguardaban ella y Urbano a ver pasar a la Virgen. ¡Cuántos recuerdos! Recuerdos que con lo de la traca del Campo de Fútbol me dejé antes, un Domingo de fiestas, en ese punto central de la Romería. Estamos en El Control. Ahí te volveré a echar de menos, padre. Y ahí te veré junto a tu hermano Juan Antonio. Quizás este año ya no pueda salir la tita María ayudada por el ‘Ñoñi’. Pero los recordaré a ambos, mis padrinos. Y no olvidaré el año en el que todos lloramos cuando la tita y el tito se acercaron al trono de la Virgen nueve meses después de haber despedido al primo Kiko de nuestras vidas. De sus vidas. Estamos en Cuatro Caminos. Es Domingo de Fiestas y miles de personas se agolpan en ese punto. Ya han disfrutado de los Pakkos, que hace rato llegaron a la ermita. De los moros… Algunos ya descansansando en el suelo porque no pueden más. Los cristianos suben la cuesta de Los Salitres. Y miles de ojos se dirigen ahora hacia la Virgen de la Cabeza en ese punto que desde arriba, precisamente por ser uno de los de mayor concentración, parece un mar de cabezas. Ya llega Ella a su barrio. Avenida Virgen de la Cabeza. Bueno, en la placa pone ‘calle’. ¿Recordáis cuando entraba a las Casillas? Mama Rosa, no te preocupes. No se me olvidará tu docena de cohetes. En ese punto del desfile miro a la derecha y aquí, padre, también te veo. Como en tus últimas fiestas: las del año pasado. Sacaste fuerzas para acompañar a la Virgen desde ahí hasta la ermita. Y entonces, giro la vista al otro lado y veo a la tita Josefa que sale a la barantilla de las Casillas blancas. Cierro, los ojos, y por un momento recuerdo también ahí apostado al tito Cándido. Y también ahí mismo recuerdo en mi mente a Josefa con su hermana Ángela, viendo ésta a sus hijos desfilar. ¡Cuántos recuerdos! Os cuento mis recuerdos porque mientras vamos desfilando, mientras que vamos con la Virgen, mientras que portamos nuestra insignia o vamos 11 saludando a los amigos y familiares que hace tiempo que no vemos, nos vamos dejando llevar por las sensaciones que otras fiestas han ido dejando como huella en nuestro corazón. Estos son mis recuerdos. Pero seguro que son parecidos a los vuestros. Porque nuestras fiestas también sirven para eso. Para aflorar nuestra respectiva historia personal. Y amores que nunca dejarán de serlo por mucha ausencia física que tengamos que afrontar. Por eso, padre, el año pasado, también en esa barandilla de las Casillas blancas vi a la tita Juana. Y también vi al tito Serafín. Otro padre para mí. Querida tía. Tu no lo sabes. Nunca me he atrevido a decírtelo. Pero tengo una foto guardada del tito Serafín de ese su último Domingo de Fiestas echado en la reja. Ya sin fuerzas pero con entereza, junto a sus hermanas Ángela y Josefa; junto a ti, Juana y junto a mi hermana, que le quita el sol con una sombrilla. Por eso cuando cada Romería paso por ahí, me acuerdo de él y me acuerdo de que dos días después de esa foto nos pasamos el Martes de Fiestas íntegro con él en el hospital. Fueron sus últimos días. ... La Virgen entra en los pinos. ¡Cuántas emociones contenidas! Otro Domingo de Fiestas más atraviesa el arco y cientos de personas, desde la ermita, desde ese punto más elevado, disfrutan del espectáculo de la llegada de la comitiva. Aún recuerdo la misa de campaña en el Cerro. Aún recuerdo a las familias que comían en el entorno acompañando a la Virgen. El trono llega a la puerta y Benamaurel hace un corro para la Jura de Bandera. Veo al niño de los Barberos y sonrío pensando en que nuestras tradiciones están a salvo con las nuevas generaciones. Y cuando veo a Zoilo jugarla, veo también a su padre, tantos años abanderado. Y veo a Elvira haciendo lo que puede con el trapo. Qué recuerdos, Elvira. Tus “vivas” a la Virgen, al pueblo, al alcalde, al cura, a todos... Echo tanto de menos todo eso como muestra de una época que ya se fue. Es Domingo de Fiestas y comemos toda la familia junta en las Casillas. Mis abuelos Rosa y Rafael han preparado un buen ágape. Y nos volvemos a reunir todos los que podemos. Y este año, justo dentro de 8 días, volverán a estar ellos con nosotros. Y volverás a estar tú también, Manuel, con todos. Y este año, tú también, tito José volverás a estar en medio de nosotros compartiendo tu propio vino del país. Tita Encarna, no faltes, por favor, porque él no lo hará. Y más este año en el que tenemos más cosas que celebrar con una nueva vida de camino. ¡Que dicen las chiquillas que nos las esperéis! Que comen en la barraca... 12 Las fiestas son recuerdos. Son momentos para compartir con la familia. Y con los amigos. ¿Recordáis compañeros cofrades nuestra Passio Benamaurelensis? ¿Recordáis la olla en pepitoria de mi madre que nos comimos en San Marcos al mediodía? Estaba riquísima, mama. ¿Recordáis la particular procesión que montaron nuestros Antoñicos? Son momentos para vivir con los amigos de aquí y con los que vienen de fuera. Son momentos para compartir. Para vivir con intensidad. Y para recordar a los benamaurelenses ausentes. …. Antes animaba a las reinas a vivir estos días exprimiendo hasta el último minuto. Cuando Carolina (gracias por tu ayuda, Caro) me llamó para comunicarme mi elección como pregonero, pensé en todos esos momentos. ¿Recordáis Paqui, Enrique, Eli, Rafa, Eduardo? Estábamos en tu campo, Edu. Me pasé llorando media hora. Hacía pocas semanas que mi padre se había marchado y ahí estaba yo con esa responsabilidad justo cuando él ya no estaba. Pensé en tí, padre. Y también pensé en que coincidiría este año tan especial con el de Josefa como reina mora. Pensé en tantas cosas… Aquella noche me estallaba la cabeza. Pensé en tu abuela Pepa, tan presente siempre en mi vida. Tu no la conociste pero para mi fue como una tía más. Y estoy convencido de que ella también estará acompañándote en estos días tan especiales para ti, para tu abuelo, para tu madre y para toda la familia. Vas a vivir momentos únicos. Aprovéchalos. Este mensaje también es para ti, Vanessa. No sois las ‘mises’ del pueblo. Sois las reinas. Vais a encarnar la ilusión de muchos festeros que, dentro o fuera de las filas, van a vivir momentos únicos. Y yo recordaré todos los vividos con mis sobrinas. Y mis propios momentos vestido de cristiano. Recuerdo aquella primera vez disfrazado de mosquetero con un traje prestado. Y recuerdo aquellos primeros vestidos que sirvieron como ilustración de lo que podía ser nuestra fiesta allá por 1978. ¿Recordáis aquella vieja foto de dos trajes muy básicos hecha como muestra en la biblioteca del colegio? Recuerdo que mi madre cosió algunos de los primeros trajes de nuestras primeras fiestas con desfiles. Y recuerdo una barraquera de la pequeña Loli que no quería vestirse un sábado de fiestas para el desfile con el precioso traje que le había hecho su abuela Adolfina y que tantas veces se había probado. Y recuerdo el desfile tan especial de Angelitas en otras fiestas para el recuerdo, unos meses después de haber pasado por un amargo y horroroso 13 trago de salud. Y recuerdo cómo llevó ella tomado a Aitor en sus primeras fiestas como “pakko” con solo seis meses de vida desde la Cañada a la Plaza. ¡Qué momentos, Angelitas! Cómo me ayudó la Virgen a sobrellevar aquellos duros días a las puertas de la UCI, donde estábamos todos. Hasta Loli que vino de Francia pasando el peor viaje en autobús de su vida. Cuantas veces tarareé tu himno, Madre de la Cabeza, para poder calmarme mientras aguardaba desesperado en el pasillo -como todos- alguna noticia de la niña. Cuántas oraciones por tí, Angelitas. Nuestras y de todos. Cuántas plegarias. Estoy seguro de que Ella, la Virgen de la Cabeza, te dio fuerzas para salir de aquel trance. Estoy convencido de que Ella intercedió ante su Hijo, para que los médicos pudieran salvarte. Estoy convencido de que Ella, como madre, iluminó aquella noche a tu madre para estar pendiente de aquella fiebre que no era normal. Solo una madre, como la Virgen de la Cabeza, pudo iluminar a otra madre para que llegara justo a tiempo al hospital en aquella madrugada. La iluminó además para que lo hiciera gritando desde la puerta a los médicos el terrible y certero diagnóstico. Solo una madre, como María, puede ayudar a otra madre, como la tuya, como mi hermana, a hacer eso. Gracias hermana. Gracias Virgen de la Cabeza. … Las fiestas de Benamaurel son recuerdos. Son la visita de los amigos. Son la ilusión de un traje espectacular. Son unos ‘Papeles’ inolvidables. Son unos papelistas que emocionan. Son el trabajo de mucha gente durante muchos meses, a veces en la segunda fila, en el Ayuntamiento, las Comparsas, la Hermandad… Son muchos décimos de lotería vendidos… Son la ilusión de las insignias anuales, herencia de aquellos benamaurelenses que trabajaban una semana en el azufre para costear la fiesta. Las fiestas de Benamaurel son miles de sensaciones que se agolpan. Son el fervor al mirar a la patrona. Son las emociones que provoca una buena marcha mora o cristiana. Son los nervios por llegar a tiempo y los sufrimientos por vivir -sin poder- otro desfile más cuando ya no sientes ni los pies. Las fiestas de Benamaurel son un recuerdo de Araceli, gritando ‘vivas’ gitanos a la Virgen de la Cabeza, siempre junto a su trono. Serán siempre el recuerdo de Domingo 'el Meloso'; de Mercedes, la madre de los Barberos con su insignia de toda la vida. Es José el “Burrito” y Antonia 'la del tío Sordillo' con las otras insignias de flores; y la de Bernardo. Y es Manuel 14 ‘el de las Eras’, con quien mi padre Manuel tuvo una excelente relación con la Virgen como devoción compartida. Son Miguel y Manolo ideando con don Juan, el cura, la fiesta que hoy conocemos. Son los recuerdos de mi madre adaptando cada año el traje del Ángel. Son los monólogos de un Luzbel resentido con un texto hermosísimo. Son la sed de venganza de un rey moro que emociona. Son el llanto desesperado de un capitán cristiano arrepentido que nos hace llorar a todos. Las fiestas de Bemamaurel son las migas tradicionales de la plaza, los pregones hasta hace poco desde el balcón del Ayuntamiento, y la coronación de las reinas con todo lleno. Nuestras fiestas son la vistosidad y el esplendor de unos desfiles imposibles en número, porque participan más personas de las que podría suministrar un pueblo de la dimensión del nuestro. Las fiestas de Benamaurel son la implicación más completa que he visto en un acontecimiento de jóvenes, niños y mayores. Es la acogida generosa de todo el mundo a todo el mundo con los brazos abiertos. Nuestras fiestas son las llamadas de quienes esos días están lejos. Son los recuerdos de quienes ya no están. Son Antonio Troyano, ahora vestido… ahora haciendo fotos por doquier… Son las fotos colgadas en la Cañada “que a ver cómo no las compras para que luego estén rodando por ahí…” Nuestra fiesta es una reina mora que va a ver trajes y la para la Guardia Civil en un control. “Claro, como somos cinco mujeres en el coche”, dice una… Es una familia medio-de-San- Marcos, medio-del-pueblo, ideando cosas para que su hija brille en “El Gran Sábado”. Es una reina cristiana, que como su compañera mora, entra en pánico cuando se entera de que cada día de las fiestas tendrá que pasar tres horas en peluquería y maquillaje antes de que empiece todo. Nuestra fiesta es una reina mora que le pregunta cada día a su madre si le entrarán los trajes, y que recuerda sus mejores momentos desfilando por El Collado. Y es una reina cristiana nerviosa porque justo este viernes de vísperas tiene un examen. Y no es por la mañana, no… Por la tarde. Para fastidiar más. Las fiestas de Benamaurel son los momentos de las barracas a rebosar tras los desfiles. Son una buena pachanga con todo el mundo detrás con traje o sin traje. Es un castillo de fuegos artificiales animado por una banda de música. Son las verbenas en la carpa. Es un chocolate con churros para terminar la noche. Son unos buenos pinchitos con una cerveza. 15 Nuestras fiestas son gente vestida y desfilando que ni conoces… ni falta que hace porque aquí todo el mundo es de Benamaurel. Es una reina mora a la que se le olvida todo lo que tenía pensado decir en su presentación de la Fiesta del Medio Año. Y una reina-madre advirtiéndole: “Este año nada de cubalibres, Josefa María”. Son un atardecer con la Virgen pasando por las Eras con la Vega de fondo, con la iglesia de fondo y con Jabalcón a los lejos con los ecos de una devoción hermana. Las fiestas de Benamaurel son la suma de pequeños detalles. Es una mujer descalza, un devoto andando de rodillas en una madrugada de Domingo de abril en los años 70 desde la iglesia a la ermita. Es una banda recogiendo a una reina en su casa. Es una familia agasajando a decenas de personas justo antes de que la niña de la casa salga para coronarse. Nuestras fiestas son banderas ondeando delante del trono de la patrona; numerosas bandas de música alcanzando la fibra de las emociones profundas; el recuerdo de las carrozas que abrían la Romería hasta el año 77... Son billetes colgando de una cuerdecilla tras el manto de la Virgen; son un puestecillo de recuerdos; un Niño Jesús que mira al pueblo con la cabeza girada… Son una jarana sana en cualquier esquina; una reunión de amigos en la cueva de uno de ellos; una invitación para tropecientas personas en tu casa… Las fiestas de Benamaurel son una visita a la Virgen en su ermita a media tarde del Domingo… los Cristianos subiendo solos con la hermandad al Cerro. Son los moros bajando por el Bendo el Lunes por la tarde. Son las batallas de Los Salitres y el Centro de Salud. Son la emoción de quien mira desde el balcón, de quien engalana su casa porque pasa la Virgen. Son la algarabía de los “Pakkos” por donde pasan. Son los Moros cubriéndose la cara tras la batalla perdida. Son la ilusión de los Cristianos por la recuperación del botín bendito. Son la entrada a la Plaza de todas las escuadras tras la procesión del Lunes por la mañana. Nuestras fiestas son el recuerdo de cucañas y corridas de cintas para las que hoy no habría sitio en un programa continuo y agotador. 16 Son los esfuerzos de la Comisión de Fiestas, del Ayuntamiento, de los festeros, de las Comparsas, de la hermandad, de la parroquia... por que todo salga bien. Las fiestas son el debate de quién es el pregonero. (Este año no habéis acertado, chicos). Son una retahíla de músicos buscando su sitio para dormir. Es una diana floreada que maldita la gracia que hace cuando te acabas de acostar hace 10 minutos… Son una bolsa de habas en La Cañada. Es una cronista oficial escudriñando toda su vida en los archivos para que conozcamos más de nuestro pasado y buscando antaño, en sus ratos libres, patrocinios para el libro de fiestas. Es un joven historiador que está poniendo patas arriba lo que sabíamos de nuestro pueblo y de una tradición centenaria y común con cientos de lugares de todo el mundo hispano. Las fiestas de Benamaurel son una obra de teatro donde la Virgen es un personaje más. Es un papelista que anuncia que le sacará las muelas al sacristán. Es el trono guardado en la cochera de Lola ‘la de los Muñecos’ cuando llueve. Es el olor a pólvora. Es una suelta de palomas hace seis décadas cuando se coronó esta nueva imagen de Navas Parejo. Es la visita de los Santos Médicos y la Piedad de Baza para acompañarnos el Lunes. Es el recuerdo de Amador con su carro de los helados en el Cerro. Es el coro de Miguel cantando su sevillana a la Patrona de Benamaurel: “Somos moros y cristianos y después de este Rescate, todos seremos hermanos”. Es el abrazo a un amigo que ha venido de lejos para quedarse prendado por este espectáculo para los sentidos. Es el pequeño ramo de flores que alguien, sin poder, deposita el sábado en la reja de la ofrenda. Es un viaje -qué menos- en los coches de choque. Es una pelotera delante del “Tío del Vino”, el lugar más animado de todo el ferial. Es una noche hasta las tantas... Todo eso forma parte de las Fiestas de Moros y Cristianos de Benamaurel en honor a la Virgen de la Cabeza. Y os lo cuento porque me habéis elegido para ello: para que pregone estos días grandes que se nos avecinan. Para que os ponga en alerta a los de aquí y para que despierte curiosidad atrayente en los de fuera. Todo esto es parte de la esencia de nuestras fiestas. Aunque después cada uno 17 vive las suyas y las guarda para siempre. Con sus momentos buenos y con los recuerdos que le marcan. Espero no haberos aburrido con los míos. Así son nuestras fiestas. Pero además me gustaría que fueran aún más participativas (por pedir que no quede). Que recuperáramos aún más la esencia de la celebración, de la que, bien es verdad, que muy poco nos hemos desviado. Me gustaría que recuperáramos nuestro propio Cascamorras, que se perdió con el último benamaurelense que lo encarnó, Ramón ‘el Porras’. Me gustaría que fueran unas fiestas aún más atrayentes para aún más gente. Me gustaría que duraran más días. Bueno… eso no, que no hay cuerpo que lo resista. Me gustaría que se formara un cuerpo de horquilleros y, cómo no, me gustaría que se nos reconociera lo que es de justicia: la Coronación Canónica de la Virgen de la Cabeza cuyo expediente por ahí estará durmiendo el sueño de lo injusto. Y me gustaría… que todos lo pasáramos bien. Dejemos, pues, unos días nuestras preocupaciones aparcadas y dediquemos unas jornadas a la diversión sana y desenfrenada, perfectamente compatible con la tradición y el cuidado de nuestras tradiciones. Dejémonos llevar, pues. Dejémonos llevar por el peso de nuestra historia. Lancémonos a la fiesta, a la convivencia, al compartir. Vivamos como nunca nuestras Fiestas de Moros y Cristianos. Yo lo haré. Y lo haré con todos vosotros, con mis amigos, con mi familia aquí presente… y, cómo no, con mi padre, que seguirá estando con nosotros al lado del trono de la Virgen de la Cabeza. Felices fiestas a todos. ¡Viva Benamaurel! ¡Que vivan nuestras fiestas de Moros y Cristianos! ¡Vivan nuestras reinas! ¡Vivan los papelistas! ¡Vivan todos los festeros! ¡Viva nuestra hermandad! ¡Vivan los benamaurelenses! ¡Viva la Virgen de la Cabeza! Rafael Troyano Valdivieso Benamaurel, 19 de abril de 2015 18
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