CHARLA N°5 – AÑO 1979 (9 de mayo) ¿CÓMO SE - Cosmoestesia

CHARLA N°5 – AÑO 1979 (9 de mayo)
¿CÓMO SE LOGRA LA PLÁSTICA CORPORAL?
¿Cómo se logra la plasticidad corporal?
¿Es que uno la perdió o la tiene?
¿Qué es la plasticidad corporal?
¿A qué tiene uno que ser plástico?
¿A qué es plástico el cuerpo?
¿A las ideas?
¿A las emociones?
¿A las sensaciones?
¿A la afectividad?
¿A qué tiene que ser plástico uno?
Nos enseñaron que tenemos que ser racionales pero no plásticos con el cuerpo, que
tenemos que ser plásticos en creatividad exterior y demostrar que podemos crear algo.
¿Pero crear algo con el cuerpo? ¿Plasmar en nuestro cuerpo algo? ¿Y por qué hay que
plasmar en el cuerpo?
Total el cuerpo está ahí es el cuerpo. El cuerpo que va, ¿no? Que uno lo tiene y le
pertenece y total, ¿para qué me voy a preocupar del cuerpo? Plasmar algo en el cuerpo.
¿Y cómo es eso? Es muy complejo, ¿no?
Nuestro cuerpo habla y a veces habla con un solo esquema que varía muy poquito. ¿Y
por qué razón habla nada más que en un solo esquema?
Es un poco reiterativo. Tiene siempre un mismo tono, un mismo son, una misma
reacción Pero nosotros hablamos por los sentidos y por lo que conocemos y por lo que
racionalizamos y decimos una cantidad de cosas que no tienen nada que ver con nuestro
cuerpo. El cuerpo está ahí. Pero a él no le plasmamos nada. Es como lo que está más
lejos de nosotros. El cuerpo es lo que me pertenece. O yo soy el cuerpo.
Bueno, si yo soy el cuerpo, tengo que ser representativo de lo que me considero yo.
Pero a veces uno ve a muchas personas en quienes no son representativos su cuerpo, su
figura, de lo que uno ve de ellos o reconoce u oye por lo que ellos dicen y cuentan y
explican.
Entonces, ¿qué es plasmar? Si cada idea que tengo la reproduzco corporalmente sería un
caleidoscopio nuestro cuerpo.
Pero, ¿Qué es idea? ¿Qué es criterio? y ¿Qué es opinión? y ¿Qué es sensación? Y qué es
emoción afectiva? y ¿Qué emoción del sentimiento puro?
Nuestro cuerpo tiene que responder a nuestras ideas, pero en general no ubicamos idea
con cuerpo.
Yo tengo idea-acciones pero no pienso que las tenga que reproducir el cuerpo. Es un
poco más complejo aún que tener un coche o un automóvil. Uno sabe que para conducir
un coche tiene que aprender y que para conducirlo tiene determinados aspectos que son
indispensables conocer, como por ej.: hacer los cambios de marcha.
¿Si un no hace el cambio de marcha qué la pasa al motor?
Bien, nosotros no sabemos hacer cambios de marcha con nuestro cuerpo. Nosotros
estamos retrocediendo y avanzamos. Yo voy, pero tengo el cuerpo que retrocede. O sea
que plasmamos lo contrario de lo que queremos hacer.
Estamos sentados diciendo “yo no voy” y luego en lugar de decir: “bueno, ahora voy” y
avanzar, nos paramos y vamos con el mismo ritmo del “no voy”.
En vez, para avanzar tengo que disponer el cuerpo. Pero eso no lo tenemos claro. Yo me
siento, entonces tengo que abrir la cadera para poder sentarme. Esa sería la posición que
tenemos que adoptar para poder sentamos. En vez, la tenemos cerrada y la ajustamos y
la constreñimos porque tenemos que ir muy apurados y usamos toda esta zona del dorsal
en la espalda como asentadera y la asentadera no la utilizamos.
¿Por qué? porque no sabemos hacer el cambio de marcha.
¡Cómo voy a pensar en yo elevo, yo desciendo, yo avanzo, yo retrocedo! Yo voy. Estoy
apurada, además. Como estoy apurada constriño mi cuerpo y mi cuerpo tiene que
obedecer. ¡Yo tengo que levantar un mueble: ¡yo me voy a disponer a usar mi cuerpo
para levantar un mueble! ¡El cuerpo tiene que responder!
En lugar de decir: “bueno, yo adapto mi cuerpo para poder levantar algo. No, el cuerpo
me tiene que responder desde donde yo estoy!”
Estoy enojada y discutiendo y levanto, ¿ven? estoy acá (muestra), el hombre no terminó
de ubicarse y con toda la contractura que tengo voy a levantar y si es algo pesado me
afecta ahí.
Y no relajo para poder cambiar. ¡Y no! ¡Cómo voy a considerar que cuando me enojo el
cuerpo se contractura! ¡Tengo contractura porque hace frío! O, ¿bueno, no sé por qué
tengo, por qué se forman contracturas?
Entonces uno tiene que buscar que alguien lo ayude. Y claro, nosotros hacemos esta
actividad de ayudar a que puedan ordenar sus cuerpos.
Pero en general nos aceptan a medias. Cuando les decimos en la barra qué muevan las
piernas, miran y dicen: “yo ese movimiento no puedo hacerlo, cómo voy a poder hacer
así”.
Esto de hacer así significa avanzar. “Y yo no tengo idea de avanzar, ¿cómo voy a
avanzar? ¡Avanza un coche! ¡Un caballo! Pero yo soy un ser pensante, racional, lo que
vale de mí es lo racional.
Esa es la educación que tenemos. ¿Nos educaron para disponernos con nuestro cuerpo?
Hay que hacer ejercicios físicos, no dicen ejercicio psicofísico. Es decir, que la idea es
acción en el cuerpo.
Pero nosotros formamos el cuerpo para que quede bien, y uno hace ejercicio para que el
cuerpo quede bien. O hace una actividad física para que el cuerpo responda a una
propuesta, pero una propuesta de competencia, en el deporte. Y entonces al cuerpo lo
tengo que armar para que responda a tal velocidad o para que me rinda el cuerpo.
“El cuerpo es mío y me tiene que rendir” “Tengo que dar un salto más grande”.
Entonces, hasta en el deporte, no sabemos a veces adecuar el cuerpo. Porque no
pensamos en adecuar el cuerpo sino en ganarle al otro. Entonces son dos actuaciones.
En vez de decir: adecúo el cuerpo para que me responda para hacerlo, pienso: yo le
tengo que ganar al otro, tengo que hacer competencia. Los deportistas tienen la
obligación de ganarle al otro.
Ahora parece que poco a poco están revisando que no va por ahí. Porque es igual que el
actor. El actor tiene que tomar un personaje, la psicología del personaje y sacar uno su
personaje. Pero uno en vez de sacar el personaje, pone el otro encima, con el juicio que
tiene del personaje y entonces se sobreactúa. Es como ponerse dos sobretodos, dos
trajes juntos. No se puede andar con dos trajes juntos.
Bueno, pero cuando uno dice: hay que sacarse una investidura para entrar en otra,
¿cómo es eso?
La vida social de relación, de intercambio, de actividad, obliga a que uno tenga que
cumplir con determinados roles. Y uno a veces forma el rol por la circunstancia. Y las
circunstancias están divididas así, entre los que dependen y los que pueden. El que
puede, sabe que él puede liberar su modo de ser de una manera, y el que depende sabe
que él tiene que tolerar o sostenerse de una manera para que las cosas puedan llevarse.
Entonces, el que sostiene se contractura sumergiéndose y el que puede se envalentona
porque dice: yo puedo. Entonces el cuerpo responde a esa idea.
Y eso es lo que les quería decir que el cuerpo se adecúa a pesar de nosotros, a pesar de
que nosotros no pensamos.
Pero, ¿cuándo se adecúa? ¿Antes dije es emoción? ¿Es idea? Yo estoy proponiendo idea
y en general nosotros nos adecuamos al rol por una idea-imagen. Si soy el que mando,
yo puedo. Entonces uno puede y levanta bien la voz, imposta la voz bien hacia afuera y
dice: “¡el que manda soy yo, el que gobierna soy yo, el que determina soy yo!” El otro,
que no gobierna ni manda, dice: “bueno, yo tengo que esperar a ver si puedo o si se
puede”.
Eso da como consecuencia una emoción o una afectividad; por una circunstancia da
emoción. La emoción por consecuencia hace que el cuerpo se ubique con una plástica.
Pero uno no sabe salir de esa plástica.
Supongamos que yo estoy frente a alguien con el que tengo que tener una actitud y
después salgo y me voy y no sé cambiar. Porque he vivido tantas horas en una actitud y
al pasar al otro rol…
Se cambia muchas veces porque la circunstancia nos ayuda a cambiar las emociones o
sea la emotividad; el aspecto anímico de uno cambia y cambia el ritmo del ambiente y
uno repentinamente se siente otro. O sea que hay muchos factores que nos hacen
cambiar. Pero siempre es como a medias. Por eso a veces uno necesita de estímulos para
distenderse. Ya sea por el cigarrillo, bebida, determinados factores que nos ayudan. Por
ej. uno dice: yo como y quedo mal. Y queda mal porque a lo mejor la posición que tiene
es ésta (muestra) y el estomaga está recibiendo la presión de las costillas y no puede
liberarse. Uno está predicando la plasticidad de sometimiento o de aplastamiento.
También puede ser de tensión hacia adelante en forma excesiva que también afecta al
estómago y afecta a la columna.
Este trabajo de conocer el cuerpo es una elaboración que necesita hacer el hombre. El
hombre trata de conocer, pero por otro lado lo elude porque le parece que se trata de
algo que no es tan necesario. No le da tanta importancia, tanta significación. No nos
damos cuenta de que todo nuestro sistema nervioso, circulatorio, todo el aparato
digestivo están siendo incididos por la falta de armonía entre nuestro suceder y la
corporabilidad.
Nuestro cuerpo recibe todas las consecuencias de la falta de atención hacia él. Cuando
uno se da cuenta de que tiene problemas, ya ha pasado tiempo. Y ha pasado tanto
tiempo, que ha incidido sobre el organismo y a veces es difícil ayudar o resolver el
problema.
En general se puede ayudar a resolver el problema desde un nivel, pero desde otro
cuesta mucho. ¿Cuál es el otro? Es en el que uno ayuda a la modificación pero la
persona no puede sostenerlo porque no toma conciencia de lo que se está modificando y
no sabe cómo manejarlo.
Muchas veces ayudamos a las par so rías haciendo un trabajo de masaje, pero al salir de
acá inmediatamente la persona vuelve a tomar su actitud psíquica.
Por ej.: “Ay, yo tengo que ir a tal lugar” ¿y, ven? Tira los brazos. En vez, si una piensa:
“qué bueno que tengo que ir a tal lugar y ver cómo lo resuelvo” Ya el asunto cambia.
Pero en general nos cuesta eso porque inmediatamente decimos: “no, no tengo muchas
ganas, no tengo mucho interés”.
Bueno, tengo que buscar un estímulo.
En Yoga se le llama sugestión creadora. Es decir que la idea modifica el cuerpo, pero
tengo que respetarlo y darle su tiempo para que modifique. Yo pienso que no tengo por
qué entregarme, por qué vencerme y buscar de tomar energía para poder hacer lo que
tengo que hacer, porque es necesario que lo haga porque si no indiscutiblemente me
pierdo la oportunidad de hacer algo que es beneficioso para mí y para el
desenvolvimiento de mi vida.
Pero si voy pensando… miren, todavía no lo dije pero miren el cuerpo cómo se va
modificando. Y no es que bajé el cuerpo. Lo que hice fue pensar en síntesis: “qué
desgracia que tengo que ir”, “qué barbaridad que tengo que ir y todavía que voy y estoy
cansada de todas las veces que he ido, no sé con qué me van a salir”.
Si a esto lo sigo y lo respiro más y más profundamente puedo fugar y salir.
Pero si me quedo acá, en el paso intermedio de “¡qué barbaridad!, ¿no sé para qué y por
qué?”, mi columna y mi organismo se afectan.
Entonces, en bien de mi organismo tengo que tratar de no pensar “qué desgracia lo que
tengo que hacer” sino: “¡qué suerte que tengo una oportunidad de vivir, qué suerte que
tengo la oportunidad de vivir experiencias!”. “La oportunidad de existir”. Eso sería
aprender a hacer que el cuerpo sea plástico.
Pero ¡ojo! no que la plasticidad sea una desgracia porque arrastro mi cuerpo. O sea, el
cuerpo es plástico, pero mis ideas son positivas.
Lo que tenemos que ver es que puede ser que yo sea muy plástico a ideas negativas.
Y a las positivas, ¿por qué les tengo miedo?... “y, porque si levanto la cabeza quién sabe
lo que va a pasar”. Entonces el problema está en el cuerpo, aparece en él, incide en el
cuerpo, pero lo que no tenemos claras son las ideas que tenemos que transmitir al
cuerpo cuando tenemos que accionar.
“Si yo tuviese un auto, ¿qué de cosas haría? Pero tengo que caminar, tengo que ir al
colegio, tengo que ir acá, allá. Si uno va en colectivo y se mueve con él, el cuerpo es
plástico también. Pero si uno empieza a decir: “¿por qué tengo que estar en el
colectivo?, también es plástico a eso porque está expresando.
Si uno observa a las personas ve como predicamos de toda nuestra negatividad, como si
dijéramos: “¿por qué tenemos que llevar este cuerpo? ¿Por qué tenemos que arrastrar
este cuerpo? ¿Por qué tenemos que estar sujetos a este cuerpo?”. Entonces, claro, vienen
muy bien las ideas espirituales que hablan de que uno es espíritu y uno piensa qué lindo
es flotar.
Pero uno puede aprender a manejar su cuerpo con libertad y la idea que uno tiene de
moverse en el espacio la puede realizar con el cuerpo.
Y para eso sirve la Plástica Griega, que no es griega, es universal.
Los griegos la descubrieron y dejaron testimonio de lo que ellos hicieron, pero es
universal.
Lo que nosotros tenemos que saber, para hacer la Plástica Griega es ampliar nuestra
actitud constreñida para tomar otro espacio, otra dimensión. La dimensión que me
corresponde.
“Sí, pero se hago así, qué van a decir”. Y entonces uno hace, como que estoy aquí y de
aquí no puedo salir porque yo estoy limitada en este espacio. “Y si yo salgo de aquí,
¿qué va a pasar?, ¿qué me van a pedir?, ¿qué me van a exigir?”. Esa es una. Otra es: “y,
me van a ver, me da miedo que me vean”. Si a uno lo ven lo descubren y lo atrapan,
entonces yo mejor me resguardo. Otros ponen cara de enojados y hacemos gestos para
que nos vean la cara menos grata, la menos simpática. “Y bueno, ¿por qué uno tiene que
ser simpático, a ver? Hay que meterse adentro para que no lo descubran a uno.
Entonces, en vez de salir y mirar con agrado a los demás o con simpatía, no. Porque si
le demostramos simpatía, después “¿qué nos van a hacer? Yo ya sé, una vez que fui
simpática me manejaron, entonces desde ese día dije basta, a mí no me agarran y ahora
pongo cara de guerra y se acabó”. “Así nadie me maneja, nadie me domina; en cambio,
si soy agradable enseguida alguien me hace creer que puede haber algo distinto y de
golpe yo me lo creo y me seducen y me llevan. En vez con la cara así, de pocos amigos,
nadie me dice nada, nadie me mira, a nadie le significo. Pero mejor, soy libre, no tengo
complicaciones”.
Pero uno puede ser agradable y tener buen humor, porque además ese buen humor
incide en todo el organismo. Tengo salud teniendo buen humor.
Entonces, ampliar el esquema corporal o tener plasticidad significa tener plasticidad en
las ideas, en las emociones, en las actitudes hacia la vida. Yo tengo que hablar de ideas
porque el cuerpo recibe las consecuencias de las ideas, de las actitudes que tenemos
hacia la vida con los demás. Y los demás, la humanidad, están en mí.
Cristo dijo ama a tu prójimo como a ti mismo. No dijo desprecia a tu prójimo porque así
te querés vos.
Ahora, ¿por qué ignoramos a nuestro prójimo? Porque nos ignoramos a nosotros. Eso es
lo más doloroso Nos ignoramos tanto que no podemos descubrir a los demás. Y como
vamos a descubrir a los demás si nosotros no nos conocemos. Cuando alguien dice que
le ocurre o le acontece algo, nosotros enseguida decimos: no, no, ¡qué va a ser! Saben
¿por qué hay personas que apelan a los síntomas de la enfermedad para ser
considerados? Porque es lo único aceptado. Si uno habla de que tiene buena salud dicen:
“bueno, y para qué me lo va a contar”. Si uno dice que le pasa una desgracia me parece
bien, pero si uno dice que le va bien. ¿Para qué me lo viene a contar? ¡Se viene a dar
corte! ¡Ahora lo único que falta, que porque le va bien encima lo tengo que festejar!
“Eso está mal, no es correcto, no es ético”.
Cuando uno nos quiere contar algo que le significa le tenemos que buscar la vuelta, ¿no
es cierto? Lo decimos directamente y sin mirar: “¡mira, es consentido! ¡Se cree... está
excedido! ¡Tiene un complejo de superioridad!” Y ahí empezamos a hacer toda una
historia, pero no nos damos cuenta de que todos necesitamos la comunicación. Y
nosotros mismos que la necesitamos la cerramos. Nosotros que tendríamos un acceso de
comunicación con el otro estamos poniendo trabas y frenos en las puertas de la
comunicación.
Los egipcios tenían un método para los aspirantes a iniciarse en los misterios. En todas
las paredes del templo había puertas que ellos tenían que tocar para encontrar la salida y
muchos morían en la que ellos habían supuesto que se encontraba esa posibilidad.
Morían golpeando y destrozándose. En vez de buscar en las otras, se desesperaban
porque no la habían encontrado en esa y en el fondo querían que esa fuera la puerta. Si
uno no tuviera tanto amor propio como para empecinarse en una puerta porque supongo
que por allí puedo salir y golpeo para derribarla, porque por allí tiene que ser. Lo
importante es que se siga golpeando en todas las puertas hasta que encuentre la salida.
¿Para qué les traje este ejemplo? Para decirles que para ser plástico tiene uno también
que encontrar la puerta. Cada cuerpo tiene su misterio y uno tiene que encontrar su
resorte. Nosotros podemos ayudar por medio del movimiento, del masaje, del diálogo,
de la pintura. Hay otros métodos que también ayudan, pero nosotros no podemos decir:
“ésta es la clave de su cuerpo”.
Ahora, ¿cuál es el elemento? El elemento directo es que uno pueda reproducir con su
cuerpo la palanca. Es decir, si yo puedo hacer palanca con mi cuerpo en un espacio de
tiempo, encontraré el pulso de la vida.
Si siento que me trabo y no puedo pulsar, traslado el peso del cuerpo, levanto la pierna y
luego dejo que descienda y ahora levanto la otra. Y ahora, si quiero sacar la pierna hacia
atrás tengo que encontrar lo que yo les decía, o sea el cambio de posición. El cuerpo me
enseña si yo trato de oírlo. Ahí está, hice la palanca. Ahora vengo acá y entonces ahora
quiero pasar la pierna para allá. ¿Ven? ahí está, ahí la pasé...pero me apuré. Entonces,
¿qué es lo que no hice? No respiré de este lado. Si respiro de los dos lados no puedo
pasar. Ahí no hay palanca, estoy respirando de los dos lados. Si respiro de un solo
lado...ahí está, ahí pasó y ahí fugo y salgo. Y no hago esfuerzo, vivo de la energía del
mismo impulso, entonces, cuando ustedes estén esperando a alguien y estén impacientes
y se van tensando, respiren de un lado y hagan el movimiento y respiren del otro. Y
entonces uno se serena.
Pero entonces uno dice: “¡ah! pero si me sereno, cuando viene el otro no puedo
protestar”. Pero se lo podemos decir racionalmente.
Claro, pero nosotros nos motivamos cuando estamos enojados. Pero eso incide en
nuestro cuerpo, en nuestro organismo, en nuestro sistema nervioso. Entonces, ¿qué
vale? Que yo lo quiera destruir al otro o que no me destruya yo.
Cuando vamos a dormir, nos acurrucamos y así afectamos a nuestro cuerpo. En la cama
tenemos que buscar la manera de movernos para hacer la palanca y lo mismo cuando
nos levantamos.
Cuando yo tenía algunos años menos mi madre decía que no había que desperezarse y el
desperezarse está dando la posibilidad de que uno ubique el cuerpo y se pueda
reorganizar después de haber estado durmiendo. Si traslado el peso del cuerpo, éste es
plástico. Plástico quiere decir que yo puedo hacer la palanca.
A ver, voy a ir al suelo. Me acuesto y traslado el peso del cuerpo para un lado y para el
otro y me muevo y respiro del lado que apoyo y ahora respiro del otro lado y ahora me
tengo que levantar; entonces, ¿qué hago? Empiezo a estirar el cuerpo.
Es bueno usar cama dura, no cama blanda. Trabajo ahí, me enderezo y bajo y cuando lo
hago también muevo mi cuerpo de tal manera que cuando me voy a vestir sigo
moviéndome y voy haciendo que el cuerpo tome otro espacio. En general uno se mueve
encogido, como si estuviera cuidándose de alguien que lo puede mirar.
Lo mismo cuando van a la ducha, al bañarse se estiran, mueven el cuerpo, reciben la
ducha, trasladan el peso del cuerpo. Pero uno lo hace muy apurado y muy encogido. En
vez, si uno respira, tiene otro aplomo el cuerpo y así es plástico. Pero en general no
hacemos que sea plástico. No lo queremos. ¿Por qué no lo queremos? A ver, piensen
ustedes un poquito. Yo, para llegar a esto he pensado mucho. ¿Por qué será que el
hombre no piensa en su cuerpo? (alguien contesta que al mirarnos en el espejo nos
asustamos de nuestra cara y no nos queremos ver).
Claro, pero si uno se empieza a mirar con agrado y aceptación, la cara cambia. (La
persona que habló agrega que si uno se mira así luego dicen que uno está enamorado de
sí mismo).
Claro, ahí está el problema. Uno se esconde porque dicen que es vanidoso, es narciso.
Entonces, en general, no hay personas lindas ni feas. Depende de la vida que uno
proyecte en la cara, de lo que uno puede radiar lo que hace agradable o desagradable
Pero lo que es desagradable es todo lo que es contracturado, constreñido, eso no es
plástico. La gente dice que: “plasma algo y es plástico”. No, estoy constriñendo, estoy
restringiendo la plasticidad. O sea, no es plástico, lo estoy definiendo de una manera.
Uno no abre la cara, no se sonríe, no abre los ojos.
Los otros días en una de las charlas dije que nos enseñan que no tenemos que sonreírnos
porque si no vamos a tener arrugas y me dijeron que eso ya no se pensaba más. Y
todavía sí se sigue enseñando porque todo el día están predicando que no hay que
sonreírse ni hacer gestos porque si no se marca demasiado la cara. Entonces las marcas
en la cara son gratas o ingratas. Depende, si constriño hacia arriba son marcas
agradables, por lo menos he vivido para algo. Porque eso de ponerme así y tener cara de
nada...es como que no tengo historia.
Miren que llegar a una edad y no tener historia en la cara es triste. Es como decir: “no
soy nadie, me borré, desaparecí”. Uno está bien estirado y habla desde acá, como por un
micrófono, estoy adentro, no puedo articular la cara, los músculos quedan rígidos.
Es agradable llegar a una edad como el señor que tiene una cara muy agradable y se ve
que es una persona de buenos sentimientos. Claro, y los buenos sentimientos son tener
confianza, amor, fe, es creer. No estar tan inseguro, desconfiado, dudando todo el día.
Claro, la religión dice aceptar lo que Dios nos da, que no significa no luchar. Porque
también nos dio fuerzas para luchar, para hacer, para determinar, concretar, realizar. Y
nos dio también las inquietudes, las dudas y si las tenemos es por suerte, porque así
podemos preguntarnos.
Eso no nos lo enseñaron mucho, ¿no? Dudo, me pregunto, y la intuición me va a dar la
respuesta. Pero hay que creer que va a venir la respuesta. Hay que creer en el Yo
Superior de uno y entonces uno puede conectarse con las ideas y ser plástico.
Yo Superior, qué palabra, ¡eh! Es como si estuviera fuera de uno. No, está en uno. Pero
a uno le parece lo mismo que dijo la señora con respecto a mirarse. Es como una
infidencia. ¡Cómo voy a pensar que tengo un Yo Superior! Superior a mi Ego. Sí. No
superior a los demás. Superior a mi Ego. Y entonces escucho a mi Yo, cuando me abro
a él.
Pero si me abro nada más que a la opinión, no puedo oír a mi Yo Superior. Escucho
mecamente a mi duda, luego desconfío y después, ¡ah! me tengo que cuidar. Y cuando
empiezo a cuidarme cierro el ritmo centrípeto y centrífugo. Empiezo a vivir en un
espacio corto y desde allí no puedo realizar una apertura hacia los otros. Y al no poder
pulsar con los demás ni mis emociones ni mis sentimientos, estoy enquistada en mí y
me voy empequeñeciendo, limitando y descendiendo de nivel emocional. Y también de
posibilidad de crecer.
Entonces no soy plástico, soy en un espacio limitado, como dentro de un frasco. El
frasco lo formamos nosotros con nuestra medida límite que nos damos al decir: yo no
puedo pasar más de acá, porque si no se van a aprovechar de mí, me van a utilizar.
Ahora, lo que hacemos bastante bien es el aspecto rol. Uno entra en un rol, toma una
postura física por el rol. Entonces, claro, como al rol uno lo toma rápidamente, como
una forma, lo sostiene. Y, claro, a las 3 horas uno no da más. Uno toma una posición de
triunfador y allí se sostiene.
Además, si uno va a unos institutos donde le enseñan cómo conseguir amigos y sonreír
todo el día, uno se pone en el rol. Pero ese rol, esa cara, esa expresión que uno arma, no
es flexible. Eso es lo que quisiera que entiendan, no es plástico. Es a partir del rol.
Lo que yo les estoy proponiendo es que ustedes accedan a ser ustedes plásticamente,
porque cada uno de nosotros es lo mejor que hay en la tierra. Para cada uno, uno es lo
mejor de la tierra y no por eso uno es vanidoso, es aceptarse.
De haber ido al extremo de que no sirvo para nada, tenemos que pensar que somos los
mejores. Después vamos a encontrar un equilibrio. Porque primero tenemos que pasar al
opuesto.
Claro, yo estoy muy bien y el otro yo mío va diciendo sí, vos te crees. Pero yo tengo que
pensar que estoy muy bien y poco a poco voy encontrando un equilibrio.
Porque, ¿qué es bien? Entramos en el campo de la relatividad.
Entonces uno dice me siento bien y lo más importante es ser plástico. O sea, yo lo miro
a usted y me adapto, miro a la señora y me adapto a ella.
Si yo tengo una posición rígida voy a ser accesible para algunos pero para otros no. Con
usted trabajo este arco y con la señora éste. Si yo voy con este arco, con usted no va. Es
como me conecto con el otro. Entonces soy plástica, accedo. Y a acceder la gente lo
ubica como conceder, como no ser uno. Ese es otro problema.
Así que ya tenemos uno: el que no nos aceptamos; dos, que queremos demostrar a los
demás que somos agradables y actuamos como desagradables; y tres, que no accedemos
al otro.
Les parece que está bien así, con esto que les dije. Lo van a pensar. Lo van a mirar. Van
a observar a los demás y van a observar los demás de cada uno de ustedes. Los dejo acá.
Hasta el miércoles que viene. Gracias.