Domingo Mayo 10 / 2015 Torceduras en la naturaleza ALEXANDER A. RICARDO na discusión más, otra de tantas. Son madre e hijo, pero sus caracteres poseen la incompatibilidad como rasgo común. Se repelen como cargas iguales. No escuchan el criterio del otro. Él vocifera insultos empujado por la alteración; ella ataca con frases despechadas, indebidas. Por largos e innecesarios minutos pelean como dos desquiciados. La ternura se esconde a espaldas de ambos. Tiene miedo y está asustadísima. No se atreve a intervenir. Arrancan sus orejas y pintan un cuadro sordo y trágico al estilo de Vincent Van Gogh. Su escenario es como la cara triste que simboliza el teatro. Gritan insultos hirientes sin bajar la cabeza, al parecer no reconocen el rostro de enfrente. El sufrimiento, al igual que muchos vecinos, U toma asiento en primera fila para disfrutar el espectáculo. Dos protagonistas pierden los papeles, la razón y hasta el parentesco. Guionistas basados en una realidad de película y con final infeliz. Olvidan las caricias de los primeros años de vida. Suelta la mano de mamá, la misma que lo sujetaba durante difíciles días de enfermedad. Engaveta aquellos dibujos del niño, llenos de colores y “te amo”. Tachan de sus almanaques los segundos domingos de mayo. Muy tarde llega la calma, tal vez por cansancio mutuo. Sentada en el sofá ella suelta pocas lágrimas de un llanto interno, siente un dolor profundo en el vientre. Él mira a un techo que lo interroga. Ahora, en voz baja, la conciencia le habla al oído. Violaciones urbanísticas A CARGO DE LIZ LÓPEZ HERNÁNDEZ [email protected] ste reclamo es de Alejandro Suzarte Consuegra, residente de calle 5ta. No. 160 e/ F y G, Vedado, Plaza de la Revolución. Sin embargo, pudiera ser cualquier otro nombre de los vecinos que habitan en este edificio multifamiliar afectados por las violaciones urbanísticas que allí se acometen. El remitente aprendió a hablar y dio sus primeros pasos en esta comunidad, pero lo que antes fue ya no será. El edificio fue construido en 1952 y concebido para cuatro pisos en el cual luego de una larga cadena de ilegalidades, hoy se realizan acciones constructivas en la azotea. Tales acciones fueron denunciadas por parte de varios de sus vecinos, así como del presidente del consejo (Dennis Cáseres Benítez) a las autoridades pertinentes: Vivienda, Instituto de Planificación Física (IPF), arquitectos de la comunidad, abogados, Policía Nacional Revolucionaria (PNR), con el apoyo y respaldo de toda una comunidad afectada y dispuesta a llevar el caso a su máxima expresión. Ninguna respuesta ha sido dada. ¿Cómo puede ser posible? La arquitectura cubana fue el crisol en el que se maceró la identidad nacional y aunque por diferentes aspectos condicionales, sociales y climatológicos, se ha ido modificando, esto no significa crear un caos. Existen reglas, estatutos inviolables que mantienen el equilibrio arquitectónico. Es responsabilidad ciudadana respetarlos, y de los organismos velar por su cumplimiento. Alejandro comenta: “Quien construye hoy en la azotea, Ana María Hernández del Toro con licencia de construcción No. 136, matrícula 0302156614, ha desafiado una comunidad y todo tipo de normativas de nuestro país. E “¿Como es posible anexar áreas comunes a dos propiedades existentes en la azotea sin ser cedidas por los propietarios inmediatos inferiores, además sin el consentimiento ni aprobación de todos los vecinos ni su consejo?”. Varios centros históricos cubanos han sido declarados Patrimonio de la Humanidad, por su belleza y por sus valores culturales y funcionales. La ciudad de La Habana es muestra particular de esto, con la influencia de diferentes estilos y culturas, de rango diverso: moro, español, griego, italiano y romano. Excepcionales arquitectos fueron testigos y creadores de La Habana que hoy tenemos y conocemos. No permitamos que la apremiante y real situación de la vivienda, empañe el modelo de la ciudad. ¿Se imaginan una barbacoa en el Capitolio? ¿O una terraza techada en la Plaza de la Revolución? Son absurdos que tristemente suceden a diario, quizás no a esa escala pero desastres urbanísticos están sucediendo por toda la ciudad, y cada vez son más y peores. No podemos hacer todo lo que queremos sin apelar al sentido común, respetemos nuestra historia, nuestro legado. UNA SOLICITUD José Agustín Cabrera Hernández nos hizo llegar su carta donde expresa: “La ruta 27 cuando va para su paradero, tiene una parada en la calle L muy cerca del Hotel Colina, ahí descarga todos los pasajeros que vienen para el área de L y 23; sin embargo, cuatro cuadras más abajo está la parada del edificio Mella, Facultad de Economía, ahí tienen parada oficial la 37, P1 y P5, entonces (…) partiendo de las dificultades que tenemos en el transporte urbano, muchas veces está muy llena dicha parada y la ruta 27 no tiene parada oficial en ella (…) y solo choferes excepcionales recogen pasajeros en este lugar (…).” Consideramos la preocupación como una sugerencia en la cual se exponen los puntos de vista de Cabrera Hernández, quien espera una respuesta de la Dirección de Transporte Urbano en la capital. Las historias en los números CHELSEA DEL SOL “La muerte de un hombre es una tragedia. La muerte de millones es una estadística”. J.S. onocí el fascismo por los libros de texto de Historia Contemporánea y no porque lo haya vivido. Repetí como papagayo las estadísticas de la Segunda Guerra Mundial junto a mis compañeros de clase para sacar un diez en el examen y no para solidarizarme con la causa. Sé de memoria que, después de seis largos años, mayo de 1945 dejó un saldo histórico de alrededor de 60 millones de víctimas, afectando gravemente a la antigua Unión Soviética, China, Alemania, Polonia y Japón, países con más número de fallecidos. Gané medalla de bronce en un concurso nacional por saber y escribir a detalle las atrocidades y las crueles medidas que adoptaron los nazis contra el pueblo judío, pero no lo hice para denunciar el mal que era, en sí, el fascismo, sino para ganarme la beca en el IPVC Vladimir Ilich Lenin. No fue hasta que leí El diario de Ana Frank, que mis sentimientos de empatía se conectaron con las víctimas del mayor genocidio del siglo XX, al descubrir la desgarradora historia de la niña judía oculta por más de dos años de la persecución nazi, quien relató sus vivencias y las vicisitudes de su familia ante el terror de ser descubiertos. Lloré desconsoladamente cuando llegué al final del libro y se me reveló que en agosto C de 1944, fueron deportados al campo de concentración de Auschwitz, cuando de haber tenido la suerte de permanecer ocultos durante otro año, hubiesen sobrevivido al holocausto. Pero lo que terminó por sacarme del letargo fue La vida es bella, película de 1997 escrita, dirigida, protagonizada por Roberto Benigni y basada en el libro Al final derroté a Hitler, de Rubino Romeo Salmoni. A rasgos generales, el filme narra las invenciones de un padre para hacerle creer a su hijo que la realidad del campo de concentración era un simple juego, en el cual el primero en llegar a 1000 puntos se ganaría un tanque de guerra. ¡Cuántas veces lloraron los espectadores y cuántas veces rió el niño! Veíamos a aquel hombre en peligro de muerte, con las balas casi atravesándole la sien y le hacía guiños al pequeño, como si se tratase de la mayor de las travesuras. Entonces repasé mi historial de insensibilidad y comprendí que cada estadística, cada número, contaba una historia… los ancianos en las duchas de gas, las montañas de cadáveres… todos tenían una vida y, probablemente, todos se fueron a dormir tranquilos el 31 de agosto de 1939, desconociendo que serían castigados por no ser altos de estatura, rubios, de ojos azules y con una inteligencia superior al promedio.
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