MUNDO ANTIGUO Elegancia para la eternidad Las tanagras son bellas figuras de terracota que evocan usos y costumbres de la vida cotidiana en la Grecia clásica. E Dama Tanagra con la policromía original. Pergamonmuseum, Berlín. xiste en el arte antiguo un grupo de delicadas figuras en terracota, en su mayoría femeninas, que subyuga al espectador por su detallismo y melancolía y que son conocidas por el nombre de “tanagras”. Estas estatuillas aparecieron en un número considerable en la ciudad griega de Tanagra, situada en Beocia, al norte de Atenas. En la antigüedad fue una de las principales polis con un alto grado de devoción hacia los dioses. El historiador Pausanias, además de hablar de sus seis templos, escribía: “A mí me parece que los de Tanagra son los que tienen mejores prácticas entre los griegos en el culto a los dioses, pues sus casas están a un lado y a otro los santuarios, por encima de ellas, en un lugar puro y lejos de los hombres.” Las tanagras fueron confeccionadas por los “koroplastes”, un oficio poco valorado en aquella época, durante las últimas décadas del siglo IV a.C. La terracota es arcilla al agua, es decir, un material de solución acuosa que al secarse se endurece. Para una mayor resistencia eran introducidas en el horno. Además, para asegurarse de que las terracotas no se quebraran durante el secado o la cocción, era necesario vaciar su interior. La arcilla utilizada era de diversos colores, desde gris hasta amarilla, pasando por una variedad de tonalidades rojas, dependiendo del lugar de procedencia. Las terracotas provenientes de Tanagra están fabricadas con una arcilla de tono marrón claro pudiendo alcanzar, con ciertas condiciones de cocción, un ligero tono naranja claro homogéneo. Después de la cocción eran recubiertas por una fina capa de estuco blanco para poder aplicar los colores logrando un mejor acabado. Esta policromía puede verse en algunas figuras, siempre en tonalidades pastel, y algunas con detalles en dorado. La mayoría se sitúan sobre una fina base rectangular y están recubiertas por un barniz de buena calidad. Su procedencia es muy diversa pues 44 han sido halladas en diferentes contextos. Las mejor conservadas provienen de las tumbas pero su función en ellas está poco clara. Por otro lado, las terracotas también eran utilizadas como ofrendas votivas en santuarios, si en algún momento había demasiadas se sacaban del mismo, se rompían para prevenir su reutilización y se enterraban en las proximidades. Se han encontrado también en ámbitos domésticos, indicando la utilización de altares en los hogares. Y, por último, han aparecido figuritas en los talleres de fabricación, sin dar pistas de su uso. Algunas terracotas tienen atributos o formas con propósitos claros: frascos de perfume, quemadores de incienso, muñecas, juguetes o relieves decorativos. Sin embargo, se desconoce la utilización concreta dada a las figuritas. Algunos autores sostienen que en un primer momento tenían un sentido religioso pero, posteriormente, ha prevalecido la tesis de que tenían un propósito asociado con el mundo funerario, ofreciendo un servicio simbólico al muerto. Lo realmente importante es que brindan una reveladora información acerca de la mujer griega. La particularidad del “estilo de Tanagra” es la extraordinaria diversidad de posturas, del juego de líneas del cuerpo y de las telas con sus pliegues. Las figuras femeninas exentas, por lo general de pie, han sido modeladas llevando un quitón con muchos pliegues y una larga caída, sobre los que cae un manto fino y amplio. Estas mujeres suelen llevar calzado menudo, abanicos y amplios sombreros puntiagudos. Rara vez portan otros atributos y en vez de eso llevan los brazos y las manos envueltos en el manto, que además puede cubrir la cabeza e incluso ocultar casi totalmente la cara. Sus rostros están marcados por la melancolía o por una meditación introvertida y rara vez esbozan una sonrisa. La mujer griega tiene el cabello largo pero siempre lo lleva recogido. En un primer momento, las figuras llevan un sombrero Bellas y deseadas Las delicadas figuras modeladas con la tosca arcilla, adquieren su importancia para el coleccionista cuanto más hermosas sean. Mujeres sentadas con largos ropajes plisados, venus desnudas de sensual movimiento y delicadas damas jugando a la pelota o calzándose una sandalia, son algunos de los ejemplos que ofrece el mercado. La variedad de precios es inmensa, desde los 2.000 euros hasta remates asombrosos en las casas de subastas Christie’s y Sotheby’s. En esta última, se vendió la selecta colección de Christos G. Bastis, conservador del Metropolitan, que incluía diferentes “bellas damas”. Dos ejemplos de Beocia, estantes y completas, se remataron en 17.000 y 29.000 dólares; y una de las más elegantes y serenas cabezas de mujer de la Magna Grecia en terracota, de 29,5 cm de altura, alcanzó los 200.000 dólares doblando su estimación inicial. Y recordemos que una venus desnuda se adjudicó en 11.000 dólares, un precio muy elevado pues su valor actual rondaría los 3.000 euros. Las galerías de arte antiguo suelen tener en sus vitrinas ejemplos de figuras estilo Tanagra cuyos precios fluctúan entre los 2.000 y los 10.000 euros en función de su belleza y estado de conservación. En la última edición de la feria BRAFA, la Galería Harmakhis ofrecía una deliciosa cabeza femenina de 12 cm de altura por 30.000 euros. Dama Tanagra sentada observándose en un espejo. The Metropolitan Museum, Nueva York. cilíndrico llamado “polos” que es típico de las divinidades femeninas. Con el tiempo, se fueron desarrollando diferentes peinados: una cinta de tela sujetando el pelo, un recogido con una línea central y un moño por la parte posterior (denominado “peinado de melón”), mientras que otras figuras lo llevan cubierto por un velo. El sombrero utilizado por las mujeres griegas para protegerse del sol era un gorro de paja, llamado “tholia”, con forma de girasol y ala ancha. Vale la pena destacar la conservación de la policromía en algunas de las cabezas de las figuras, en las que se aprecia el uso del rojo o amarillo para decorar el cabello lo que hace pensar en el uso de tintes capilares. Uno de los complementos más característicos de las terracotas femeninas grie- gas son los abanicos. Éstos suelen tener forma de hoja acabada en punta. Aparecen también mujeres con distintos instrumentos entre los que domina el tambor, la lira o el espejo. Algunas son realmente bellas, los mejores ejemplos son las bailarinas, con sus trajes plasmando un segundo de la acción del movimiento en un intento de simular la danza. Los ropajes fueron modelados con infinidad de pliegues e incluso los plisados que produce el viento en los vestidos. Otras lucen pendientes que son, prácticamente, las únicas joyas que aparecen en estas figuritas. Junto a la mujer de pie como tema principal de la coroplástica de tanagras, las damas sentadas o agachadas, los niños o jóvenes de pie o sentados y grupos enteros de personas son otros de los motivos 45 más representados. Se trata de muchachas jóvenes, seguramente doncellas o recién casadas. Se asocian, en muchos casos con la diosa Afrodita, e incluso llegan a representarse féminas desnudas o con “paños mojados”, para marcar su figura y sexualidad. A menudo las acompañan figuras masculinas como personajes grotescos, actores o la deidad Eros. Si bien la fama correspondió a las producciones originarias de Tanagra, el estilo se expandió por todo el mundo griego: Corinto, Alejandría, Chipre, Sicilia, la Italia Media y Superior. Los talleres de Tanagra finalizaron sus producciones alrededor del 200 a.C., pero otros siguieron cultivando su estilo hasta el siglo I d.C. Oriol Carreras
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