Juanita Giraldo Polanco - Universidad Piloto de Colombia

Esqueletos
de
en el
Ismael
Escrito e ilustrado por:
Juanita Giraldo Polanco
Han sido años guardando
esqueletos en mi clóset...
A todos los diseñadores que
también guardan esqueletos
en su clóset...
Escrito e ilustrado por:
Juanita Giraldo Polanco
Corrección de estilo:
Camilo Cuellar
abían pasado ya quién sabe
maban el café —ella junto a la ventana viendo llover, él sentado
cuántos días desde la última
el sofá—, se bañaban, se vestían y se iban a trabajar cada uno
vez que hablaron. Desde esa
por su lado. Por las noches llegaban; Lorena leía cuanto libro se
fuerte discusión en la que grita-
encontraba e Ismael dibujaba. Luego dormían.
ron hasta sonar más fuerte que
Un martes cualquiera, en medio de la rutina de todos los
el granizo que golpeaba las ven-
días, Lorena no podía dormir; dio vueltas en la cama, se levantó
tanas. Ahora lo único que había
por un vaso de leche caliente, trató de leer el libro más aburri-
en casa de Ismael y Lorena era
do de toda su biblioteca y —como medida desesperada— re-
silencio. Ya ni siquiera se acor-
currió al tradicional conteo de nombres de personas en orden
daban por qué empezaron a pe-
alfabético que Ismael le había enseñado, como antídoto para
lear en primera instancia; ya no
el insomnio. Así, sin llegar a saber exactamente la razón de su
recordaban cuándo habían sido
falta de sueño, se quedó dormida. El insomnio había sido una
felices. Pero ambos le tenían
especie de mal presentimiento, porque cuando despertó y ya
tanto miedo a la soledad, que
era miércoles, Ismael no estaba por ningún lado. Pensó en lla-
ninguno tenía el valor de tomar la decisión definitiva.
marlo, pero por orgullo no lo hizo.
Llovía como de costumbre. Llovía y llovía. Y entre Ismael
Pensó entonces en verlo hasta por la noche después del tra-
y Lorena la lluvia y la rutina ya se habían vuelto rutina. Desde
bajo, pero esa noche Ismael no regresó. Ni la siguiente, ni la
que no hablaban, todos los días eran iguales: se levantaban, to-
siguiente, ni la siguiente. Los días empezaron a pasar cada vez
más lento, en medio de la rutina, y Lorena no tenía una sola no-
solamente se había convertido en lector constante hasta los úl-
ticia de Ismael. Su ropa y sus cosas seguían intactas, como si él
timos 2 años cuando, después de los 28 descubrió que los libros
siguiera estando ahí, solo que no estaba. Después de dos sema-
eran mágicos. Antes de eso, ni en su infancia, ni en el colegio,
nas, Lorena empezó a llamar a todas las personas que pudieran
ni en la universidad, había tenido cercanía con el esquivo hábi-
saber de Ismael; sus padres, sus hermanos, sus amigos, en el
to de la lectura. Pero últimamente había encontrado lo que lla-
trabajo. Nadie sabía nada; o al menos eso era lo que le decían.
maba sus joyas y se había prometido a sí mismo leer aun cuan-
Era como si a Ismael se lo hubiera tragado la tierra.
do fuera solamente un párrafo cada noche. Los libros de Ismael
Cuando Lorena se dio cuenta que se estaba volviendo
eran distintos a los de Lorena; eran grandes, de tapa dura, con
como Penélope (esperando a Ulises sin vivir la vida) fue justa-
imágenes a color. Para ella eran títulos y autores desconocidos;
mente cuando recibió en e-mail de Ismael: “no voy a volver”,
nunca antes le había interesado ni siquiera enterarse, y —a de-
eran las únicas palabras que resultaron ser lo último que se
cir verdad— no le ponía mucha atención cuando hablaba del
dijeron en la vida. Ella no reaccionó, no lloró, no río. Eliminó
tema. Sabía poco y le interesaba poco. Era una de las cosas que
el mensaje y decidió deshacerse de todo lo demás que fuera
sencillamente no tenían en común.
de él. Y el camino era bastante largo y culebrero, pues su casa
estaba llena de cosas de Ismael.
Empezó por la ropa sucia que ni siquiera se tomó la moles-
De repente, ahí, al verse frente a los libros de Ismael, sabiendo que él nunca iba a volver y ella no lo iba a volver a ver o
a oir hablar de sus “joyas”, Lorena por primera vez quiso saber:
tia de lavar; sencillamente se la entregó a una amiga que tenía
cómo hacerla llegar a personas que —seguramente— la nece-
¶ El detalle en la tipografía - Jost Hochuli
sitaban más que Ismael. Había jeans, medias de colores, cami-
¶ Directorio de caligrafía - David Harris
setas y un par de sacos de lana; Ismael decía que los tenía para
¶ El arte de la tipografía - Paul Rener
cuando iba a visitar a sus clientes, para estar bien presentado.
¶ El libro de la tipografía - Adrian Frutiger
Mientras Lorena los doblaba para ponerlos en una bolsa, pen-
¶ Diseñar tipografía - Karen Cheng
saba en todas las veces que Ismael tuvo que usarlos, queriendo
¶ Tipografía básica - Philipp Luidl
ponerse la misma chaqueta de jean que se ponía todos los días
¶ Manual de tipografía - John Kane
desde que estudiaba en la universidad.
¶ Type and typography - Andrew Haslam y Phillip Baines
Después de la ropa sucia, pasó a la biblioteca. La mayoría
¶ Lettering - Andrew Haslam
de los libros eran de ella; su manera favorita de pasar el tiempo
¶ Iniciación a la caligrafía - (sin autor)
era leyendo literatura, teoría social y economía política. Ismael
¶ Le graphisme en textes - Helen Armstrong (editor)
¶ A history of graphic design for rainy days - Gestalten
¶ Hyperactivitypography - Gestalten
¶ La typographie moderne - Robin Kinross
¶ Tipografismos - Manuel Sesma
¶ LettrEnRébus - Fabruce Mazza
¶ Scriptes - Steven Heller y Louise Fili
¶ Aide au choix de la typo-graphie - Gérard Blanchard
¶ Un ensayo sobre tipografía - Eric Gill
¶ Hiéroglyphes; les mystères de l’ecriture - Maria Carmela Betrò
¶ Fundamentos de la tipografía - Ambrose-Harris
¶ Paul Rener, maestro tipógrafo - Christopher Burke
¶ Un vie consacrée a l’ecriture typographique - Adrian Frutiger
¶ Lexique des règles typographiques - Imprimerie Nationale
¶ ¿Qué es la tipografía? - David Jury
La palabra “tipografía” se repetía y se repetía.
—¿Tipografía?—
Lorena creía haberle oído decir esa palabra a Ismael, pero no
recordaba lo que él decía al respecto. Cuando se sintió culpable
se excusó a sí misma pensando que era difícil de entender. Tanto
como Ismael siempre le decía que para él era difícil por qué la moneda se devalúa o Ana Karenina. Y justo después de pensar en eso
pudo recordar una frase de Ismael que tenía la palabra tipografía:
—A los únicos que nos gusta la tipografía es a nosotros... los
diseñadores gráficos—.
Por un momento le pareció increíble haber convivido un
par de años con Ismael, sin llegar a tener la menor idea de qué
es la tipografía. ¿Significaba esto que no lo conocía, o que él
tenía una vida secreta en el trabajo?; ¿será que Ismael no se
—Supongo que necesitaba esta luz para sus dibujos—
había esmerado lo suficiente en compartir sus cosas con ella?
Había una mesa con tres cajones largos, una silla, un caba-
O simplemente ¿a quién le importa la tipografía?
llete junto a la ventana y una cafetera. No había muchas cosas.
Estas preguntas necesitaban una respuesta. Lorena decidió
Lorena empezó a caminar hacia la ventana pensando que espe-
no deshacerse todavía de los libros; no sin antes saber un poco
raba ver más cosas y desocupar ese taller iba a ser lo más difícil
más. Pero todavía no era el momento. Tenía que hacerlo con
de todo, porque Ismael pasaba todo el tiempo del mundo ahí.
tranquilidad, sentada en el columpio que había instalado en la
Pero, apartando el desorden, la cosa no era nada del otro mun-
terraza a la cual nunca se asomaban. Y ella se quería desha-
do. Hasta que llegó a la ventana y se dio la vuelta. Al otro lado
cer de las demás cosas de Ismael lo más pronto posible. Entre
del taller había una gran biblioteca llena de libros.
otras, ahí estaba esa puerta cerrada; el triángulo de las Bermu-
¡Claro!, más libros—
das; el lugar en el que Ismael pasaba las horas de su tiempo
Iba del piso al techo, de pared a pared y no tenía ni un solo
libre haciendo lo que más le gustaba: dibujar. Y Lorena no tenía
espacio vacío. Parecía que la tarea de sacar a Ismael de su vida
idea de qué era lo que dibujaba, y le daba miedo solo pensar en
le iba a costar miles de años. ¿En qué momento Ismael habría
abrir esa puerta. Pero tarde o temprano tendría que hacerlo.
leído todos estos libros?
Por ninguna parte encontró la llave. Eligió creer que Ismael
se la llevó para conservar sus cosas en secreto; esto no concor-
—Pensé que siempre que estaba en este sitio pasaba el
tiempo dibujando—
daba con el mail en el que había dicho que no iba a volver, pero
La verdad era otra. Para Lorena la relación con la biblioteca
simplemente eligió creerlo. Entonces contrató un cerrajero y
era muy puntual: los libros eran para leer; y la economía políti-
cuando la puerta del triángulo de las Bermudas estuvo abierta,
ca (que era sobre lo que trataban los libros de su biblioteca), o
esperó a sentirse lista para entrar; se dio cuenta de que para eso
la literatura, se leían. Incluso, ella prefería los libros con már-
tenía todo el tiempo del mundo. Pasaron dos días con sus no-
genes grandes porque así podía hacer anotaciones. En cambio
ches hasta que en la mañana del tercero, simplemente sus pies
nunca había pensando en Ismael como lector; en su cabeza él
empezaron a llevarla hacia la puerta entre-abierta del taller de
solamente dibujaba. E irónicamente había visto muy pocos di-
Ismael. Después de todo, entrar era lo de menos; lo aterrador
bujos suyos en lo que podía recordar; pensaba que eso pertene-
era lo que se pudiera encontrar.
cía a la parte de su vida que él no compartía con ella. Nunca se
Una vez adentro, todo pareció más fácil. Era un espacio con
una luz especial. El sol que entraba por la ventana, era diferente al sol que entraba por las ventanas del resto de la casa.
había imaginado que Ismael tuviera esa gran biblioteca.
Ahora Lorena empezaba a pensar si de pronto estos libros
también iba a querer leerlos. Era como si ellos fueran la clave
para descubrir esta “vida secreta” de Ismael; probablemente.
¶ Arte ¿? Diseño - Ana Calvera
La idea que llegaba poco a poco a su cabeza era que, a pesar de
¶ El diseño en la comunicación - Jorge Frascara
que duró años compartiendo su vida con un diseñador gráfico,
¶ La otra lectura; la ilustración en los libros para niños - Istvan
su idea de lo que era ser un diseñador gráfico, o de lo que hacía
un diseñador gráfico, estaba muy equivocada.
Al parecer los diseñadores gráficos tienen mucho para leer y
Schritter
¶ Historia del diseño gráfico - Phillip Meggs
¶ La idea y la materia - Isabel Campi
poco para dibujar; el pensamiento que empezó a invadir su men-
¶ La historia de las cosas - Annie Leonard
te entonces, fue el que los dibujos de Ismael eran producto de su
¶ La práctica del diseño gráfico - Rodolfo Fuentes
imaginación, como si hubiera dado por sentado que él, por ser
¶ Congreso internacional del mundo del libro - Memoria
diseñador gráfico, dibujaba; dibujaba y dibujaba. Entonces sintió
¶ El mundo de la edición de libros - Leandro de Sagastizábal y Fer-
la necesidad desesperada de encontrar dibujos de Ismael para
desmentirse a sí misma. El escritorio tenía un cajón tamaño pliego y ahí estaban; lo que pasa es que no era exactamente lo que
nando Esteves Fros (compiladores)
¶ Diseño y comunicación - María Ledesma, Leornor arfuch y Norberto Chávez
ella tenía en mente. Había muchísimos detalles, eran muy intrin-
¶ El optimismo de la voluntad - Jorge Herralde
cados, con muchos colores y texturas; en realidad eran todos dis-
¶ La novela, el novelista y su editor - Thomas McCormak
tintos, pero tenían una cosa en común: había letras. En algunos
¶ Libros en llamas; historia de la interminable destrucción de biblio-
había palabras, en otros solo letras. —¿Esto será tipografía?—.
tecas - Lucien X. Polastron
—Probablemente—
¶ El oficio de diseñar - Norberto Chávez
Lorena cerró el cajón de las ilustraciones con rabia. La vida
¶ Sistemas de retículas - Joseph Müller-Brockmann
de Ismael se volvía cada vez más extraña; parte de su rabia tam-
¶ Book Design - Andrew Haslam
bién era culpa porque en realidad nunca se había interesado
¶ La imprenta como agente de cambio - Elizabeth Eisenstein
por saberlo. Incluso sintió ganas de disculparse con él; devolver
¶ La aparición del libro - Lucien Febvre y Henri-Jean Martin
el tiempo, escucharlo cuando hablaba de lo que hacía todos los
¶ La Bauhaus - Magdalena Droste
días. Intentó ignorar lo que más pudo la biblioteca, pero no
¶ Leyendo imágenes - Alberto Manguel
pudo hacerlo más.
¶ Una historia de la lectura - Alberto Manguel
¶ Diseño y cultura; una introducción - Penny Sparke
¶ Vanguardias artísticas del siglo XX - Mario DeMichelli
¶ El diseño en la vida cotidiana - John Heskett
¶ El libro y sus orillas - Roberto Zavala Ruiz
¶ De lo bello de las cosas - Ana Calvera
¶ Manual de edición literaria y no literaria
La mayoría eran libros gordos. Solo por curiosidad, abrió
Ese nombre le sonaba familiar: Ranciére. Se acordó que ha-
uno y se dio cuenta de que tenía mucho texto; más del que ella
cía años había dado una conferencia en la universidad sobre
esperaba.
algo relacionado con la cultura. Y mientras pensaba en eso, empezó a ver otros libros que conocía.
¶ Le detin des images - Jaques Ranciére
¶ Dialéctica de la ilustración - Theodore Adorno y Max Horkheimer
yoría eran títulos desconocidos de autores desconocidos. Tam-
¶ Tiempo y narración - Paul Ricoer
bién había toda una estantería de cuentos infantiles ilustrados,
¶ El sentido social del gusto - Pierre Bourdieu
también entre clásicos de Hans Christian Andersen y clásicos
¶ La distinción - Pierre Bourdieu
más locales de Celso Román o Jairo Aníbal Niño.
¶ Bandoleros, gamonales y campesinos - Gonzalo Sánchez y Donny
Meertens
Y justo cerca de los libros de Michel de Certeau, al final de
la biblioteca, junto a la esquina, al otro lado de la puerta, había
¶ Los límites de la modernización
dos hileras de cajones chiquiticos, uno encima del otro, desde
¶ La invención de lo cotidiano, tomos 1 y 2 - Michel de Certeau
el piso hasta el techo.
¶ La distinción - (también) Pierre Bourdieu
—¿Y ahora qué?—
¶ Todo lo sólido se desvanece en el aire; la experiencia de la moderni-
En este punto, después de haber descubierto libros de
dad - Marshall Berman
sociología, y después de ver lo poco que sabía sobre Ismael,
—Ahora resulta que a Ismael le interesa la modernidad—
Lorena solamente pensaba que no podría tener ni la menor
¶ La culture des apparences - Daniel Roche
idea de lo que había en esos cajones. Aquel parecía el mueble
¶ La construction du social par les objets - Bernard Blandin
de un boticario con todos los ingredientes para las pócimas.
¶ Dignidad y diversidad humanas - Gilbert Hottois
Y al lado la biblioteca con los libros de recetas y los vademé-
¶ Fundamentación de la metafísica de las costumbres - Immanuel Kant
cum. Empezó a pensar que Ismael podría ser una especie de
¶ Crítica de la razón pura - Immanuel Kant
mago, o brujo, que hacía bebedizos mágicos o hechizos. Pero
se dio cuenta que había llevado sus pensamientos demasia-
—Filosofía de Kant... lo único que faltaba—
do lejos; eso le pasaba con frecuencia: era usual que todo lo
terminara convirtiendo en dinosaurios voladores o arco iris
¶ Sobre la dignidad y la gracia - Schiller
mágicos. Nada de raro que salieran volando al abrir los pequeños cajoncitos.
—Economía, política, historia, filosofía, sociología... ¿Sociología?—.
Ahora, la pregunta era ¿primero los libros, o primero los cajones? Algo le decía que en los libros había respuestas sobre los
En la extensa biblioteca había también una amplia co-
cajones, y en los cajones habría respuestas sobre los libros. Así
lección de literatura, la mayoría en inglés. Entre los clásicos
tendría que ser o de lo contrario iba a volverse loca. Y también,
clásicos estaban Jane Austen, Proust, Victor Hugo, Cortázar,
una vez había empezado a esculcar en los esqueletos del clóset
Gabriel García Márquez y Héctor Abad Faciolince; pero la ma-
de Ismael, ya no podía parar hasta saberlo y entenderlo todo:
tipografía, dibujos con letras, cajones con secretos, libros de
dio cuenta de que eran todas diferentes. Unas eran más redon-
sociología... todo esto tenía que tener algún sentido.
das, otras más geométricas, unas más orgánicas.
Lo primero que hizo fue contar los cajones; 1, 2, 3, 4,... 36.
En el siguiente cajón también encontró compartimentos:
Eran más libros que cajones y los cajones eran más llamativos.
Ella había convivido con libros toda su vida y en esa biblioteca
— Para titulares
había varios que ya conocía. Los cajones en cambio eran nove-
— Para textos
dad y causaban curiosidad. Entonces había que empezar por
— Para niños
los cajones. Era tanta la curiosidad, que no tenía ni la menor
— Complementarias
idea de qué esperaba encontrar dentro de cada uno.
Sin más preámbulos, Lorena se aventuró a abrir el primer
También eran letras; pero eran muchísimas más. Cuando
cajón; el quinto de arriba hacia abajo, a la derecha; fue lo
las regó en el piso pensó que se arrepentiría cuando tuviera que
más alto que alcanzó cuando se empinó. El cajón estaba di-
recogerlas y volver a clasificarlas en los compartimentos. Eran
vidido en cuatro compartimentos y cada uno tenía una placa
muchísimas, muchísimas y Lorena no estaba segura de tener
con un nombre:
claro cuál era el criterio de clasificación. Especialmente las del
compartimento “para textos” eran todas iguales.
— Romanas (antigua-moderna)
—Iguales, iguales, no; parecidas—
— De palo seco
En otro cajón no había compartimentos; la placa con el
— Egipcias
nombre decía “Serifas”. Esa si era una palabra completamente
— De rotulación
nueva; la buscó en el diccionario y no la encontró. Y le costó
—¿Qué?—
mucho trabajo descubrir qué son las serifas con solo mirarlas;
hasta que al volver a mirar las letras de los otros cajones des-
Palabras que Lorena no conocía; o las conocía pero no les
cubrió que son partes de letras. Viéndolo bien, era lo que hacía
encontraba sentido. Algo le dijo que Ismael las decía constan-
que las letras se vieran diferentes. No era solamente eso porque
temente, pero en este punto la culpa que sentía de no saber
algunas letras eran más redondas, otras más alargadas, o más
nada de esto la hacía recordar que él hablaba todo el tiempo del
pequeñas; pero las que tenían serifas eran significativamente
tema; ya no sabía si era verdad o no.
diferentes de las que no tenían.
En los compartimentos del cajón había letras. Parecían to-
Hasta el momento Lorena solo había abierto tres cajones y
das iguales, pero cuando las sacó y las puso todas en el suelo, se
ya estaba confundida. Definitivamente las letras eran impor-
tantes para lo que hacía Ismael, pero era difícil entender por
si Ismael no se hubiera ido. Siempre creyó que lo que él hacía
qué. Tantas letras, tantos detalles; todas diferentes. Pero ¿por
tenía que ver más con otras cosas; pero, sin que ella supiera, él
qué tantas letras diferentes?
también había estado cerca de las letras. Todo esto le causa-
La respuesta estaba en el siguiente cajón; la placa decía “color
ba mucha curiosidad y al mismo tiempo pensaba que hubiera
tipográfico”. Eran páginas de texto escritas en diferentes letras
querido descubrirlo antes. Se preguntaba si alguna vez Ismael
y la diferencia se veía a simple vista: diferentes formas en las
le habría hablado de todo esto y ella no le había prestado aten-
letras hacen un efecto distinto en las páginas y seguramente Is-
ción, o si él había mantenido esto en secreto.
mael sabría cuáles eran mejores. Lorena solamente pensaba en
Lorena quiso seguir abriendo los cajones para seguir encon-
la cantidad de libros que se había leído en la vida, tratando de
trando más cosas sobre las letras, pero justo empezó a encon-
recordar las diferencias en las letras, pero no podía recordarlo.
trar cosas diferentes:
Es la última cosa en la que pensaría al leer, porque en realidad lo
importante siempre era concentrarse en las ideas principales del
autor; con suerte descifrar la tesis o las hipótesis principales. Pa-
— Formatos A: una hoja de papel inmensa, doblada varias veces y un listado de medidas A0, A1, A2, y así hasta A6.
radójicamente, nunca leía mirando las letras, aún cuando, si las
— Formatos B: otra hoja inmensa, pero diferente a la anterior;
letras no estuvieran ahí, no habría nada qué leer. Parecía un tra-
y un listado de medidas también diferente: 1/2 pliego, 1/4,
balenguas, un pensamiento sumamente filosófico, pero es algo
1/8, 1/16 (con sus respectivas medidas en milímetros).
así como que las letras se hacen invisibles para que uno pueda
leer las ideas, o la trama de una novela, o un poema.
En el siguiente cajón había una colección de errores tipográficos: “calaveras”, “viudas”, “huérfanas”, “calles”; eso sí lo re-
— Cajas tipográficas: simple, a proporción, diagrama Van Der
Graff, unidades de Paul Rener, proporción áurea.
— Retículas: por campos, por columnas, el plano cartesiano,
ejes radiales, experimentales.
cordaba; en sus libros había visto este tipo de problemas. Pero
casualmente no recordaba qué decía el texto cuando había de
Todo esto era demasiada información, difícil de entender en
estas cosas. —¿Será por eso que se llaman “errores tipográficos”?
detalle, pero en términos generales se trataba del espacio en el
Mucho del contenido de los cajones eran letras, o cosas que
papel. Los formatos eran como tamaños en los que se ponían
tenían que ver con letras. Lorena había sido muy cercana a las
las letras. Y las retículas... ¡Bueno!, para Lorena no era tan claro
letras y a los libros, pero no de esta manera; todo era un nuevo
qué son ni para qué sirven, pero algo tendrán qué ver. Había una
mundo, una cantidad de cosas desconocidas, que no se le ha-
en especial con la que se sentía familiarizada de alguna manera.
bían pasado por la cabeza, y que seguro no hubiera descubierto
Le recordaba el periódico que leía todos los días mirando por la
ventana. Entonces lo trajo para comparar y pudo descubrir lo
chécheres de Ismael siempre estaban por todas partes, hasta el
que ya sospechaba que había en esa retícula. Nuevamente se en-
punto en que ya ni las peleas tenían sentido. Pero ella no tenía
contró frente a una estructura invisible, con la cual se organizaba
la menor idea hasta dónde llegaban los esqueletos en el clóset
la información en el periódico para que ella lo pudiera leer todos
de Ismael; no sabía con quién había estado viviendo los últimos
los días, de afán, como siempre estaba cuando lo hacía.
años. Sabía que era un diseñador gráfico, pero nada más.
Todo se resumía en letras con formas distintas que se organi-
Frente a ella se develaron ahora miles de piezas de un rom-
zaban en espacios de papel (—¿serán siempre de papel?—), con
pecabezas que ni sabía por dónde empezar a armar. Pero ya era
un cierto orden en forma de retícula. Todo resultaba novedoso
demasiado tarde para dejarlo así; una vez habiendo descubierto
para ella, confuso, pero interesante. De pronto empezaba a pen-
los libros y los cajones, tenía que saber cuál era la relación de
sar que ella toda su vida había estado acostumbrada a leer libros,
todo con todo. Y esa palabra tipografía... La vida no le iba a
revistas, el periódico; y nunca había descubierto estos secretos
alcanzar para leer todo y encajar todas las piezas. Pero tenía
que había detrás de la lectura. ¿Qué habría dentro de los demás
que hacerlo.
cajones?, porque todavía le faltaban como la mitad por abrir, y
solamente pensaba qué más podría encontrar que hubiera esta-
Epílogo
do ahí guardado todo el tiempo y que ella llevara viendo en sus
Es de admitir que Lorena tenía una predisposición a los es-
lecturas toda su vida, sin notarlo, además de lo que leía.
tereotipos en los que constantemente se enmarca a los di-
En otros cajones había colores, que también estaban clasi-
señadores gráficos; y algunos de ellos los pudo confirmar al
ficados: primarios, complementarios, cálidos, fríos, oxidados,
esculcar los esqueletos en el clóset de Ismael. Pero otros los
luminosos, saturados, tintas planas... En cada cajón de colores,
desmintió, como creer que se pasaba todo el tiempo dibujan-
debajo de todas las muestras, había un listado. Y en otros ca-
do, o que era un gran dibujante, o creer que los temas como la
jones, papel: edad media, papel libro, papel cote, papel mate,
sociología, la filosofía, la economía y la política no le interesa-
canson, calcio, dúrex, acetato, silueta, iris, basic...
ban; de hecho creer que no era un buen lector. Y una cosa sí
Lorena sabía que Ismael estaba lleno de chécheres; de hecho,
era una de las razones por las que peleaban todo el tiempo... Los
era bastante segura; no importa qué pueda significar, su vida
giraba en torno a la tipografía.
—Fin—
En suma...
...con serifas
...sin serifas
...para títulos
...para textos
}
...primarios
...complementarios
...cálidos
...fríos
...luminosos
...saturados
Historia e historia del arte
Tipografía
Fotografía
Antropología
Diseño
Q
Representaciones...
...en fotografía
...en ilustración
...en gráficos estadísticos
...en mapas
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Teoría del arte
Sociología
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}
c
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Libros...
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e
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