Historia de Dos Futuros Federico Pistono 2 3 T´ıtulo original: A Tale of Two Futures Federico Pistono, 2014 Dise˜ no de portada: Federico Pistono Traducci´on: David Mateos-N´ un ˜ ez Correctores de la traducci´on: Eva Mateos N´ un ˜ ez, Ra´ ul G´ omez Bizcocho, Carlos Mateos, Leticia S´ anchez Dom´ınguez y Mar´ıa Aguirre Roquero Introducci´ on Cuanto m´as se sabe de ciencia, m´as dif´ıcil es escribir ciencia ficci´on. Cualquiera puede tomar una idea, quiz´a inspirada por alg´ un taquillazo de ciencia ficci´on de Hollywood, agarrar el port´atil, empezar a escribir, e inventar cosas por el camino. Pero si comprendes un poco la ciencia, la tecnolog´ıa, y sobre todo la sociedad, ver´as que no abundan las historias de ciencia ficci´on veros´ımiles (con algunas excepciones notables). Hemos tenido poco ´exito prediciendo el futuro. En casi toda la literatura anterior a los a˜ nos 70 no hay indicio del desarrollo de Internet o algo que se le parezca –a pesar de ser uno de los acontecimientos m´as importantes de la historia, y seguramente el m´as relevante de los u ´ltimos cuarenta a˜ nos–. Hay innumerables relatos ambientados al menos cien a˜ nos en el futuro que todav´ıa describen a la gente conduciendo coches y trabajando de 9 a 5. Puede que los veh´ıculos vuelen y no hagan ruido, gracias a alg´ un descubrimiento milagroso todav´ıa impensable, pe4 5 ro puedes apostar que todav´ıa hay gente conduci´endolos. Normalmente, los relatos de ciencia ficci´on no tratan del futuro. Son m´as bien relatos acerca del presente, con nuevos artilugios. Y, a grandes rasgos, hay tres temas que permanecen intocables: la condici´on humana que domina la mayor´ıa de las culturas conocidas (competici´on, envidia, y la b´ usqueda del poder), la necesidad de trabajar por un salario, y el paradigma del crecimiento indefinido. Entiendo que es necesario mantener algunos elementos familiares para facilitar la conexi´on entre el lector y los personajes. Uno necesita sentirse identificado con la gente y las historias para sentir empat´ıa, para dejarse envolver, para sumergirse en el mundo del libro. Y eso est´a bien si quieres escribir novelas hist´oricas, o si quieres embelesar a tus lectores con relatos de fantas´ıa. Pero si quieres escribir ciencia ficci´on, yo creo que este m´etodo compromete la misi´on fundamental. Si queremos mostrar la manera en que la humanidad podr´ıa evolucionar, si queremos inspirar a los dem´as a crear una sociedad mejor, tenemos que trascender nuestra condici´on presente. Y mientras que la mayor´ıa podr´ıa pensar que esto implica mejoras cognitivas, cyborgs, o incluso la transferencia de la mente y la superaci´on de las limitaciones corporales; yo creo que esto no es necesario ni suficiente (y quiz´a ni siquiera deseable) para lograr una trascendencia real. Son nuestras intenciones, nuestros prop´ositos, los que nos mueven. Son nuestros prop´ositos los que nos impulsan 6 a cambiar, en lugar de dejarnos llevar por la inercia. Y dependiendo del prop´osito que tengamos, dependiendo de los objetivos que nos marquemos, los resultados pueden diferir sustancialmente. En un mundo lineal y predecible, lo peor que puede pasar normalmente no es tan malo, y uno tiene tiempo para remediarlo. Pero en un mundo que cambia exponencialmente y que exhibe propiedades ca´oticas, unos cuantos pasos en la direcci´on equivocada pueden resultar en un futuro espeluznante y terrible; y los errores que cometamos ser´an exponencialmente m´as dif´ıciles de corregir. Y es por eso mi objetivo presentarte (lo que yo considero) dos futuros posibles, bas´andome en d´onde nos encontramos y lo que sabemos actualmente. Son historias paralelas, ambientadas en un mundo previo a la singularidad tecnol´ogica, dentro de algunas d´ecadas. Ten en cuenta que estas dos historias no siguen el monomito campbelliano del periplo del h´eroe, descrito por Joseph Campbell en El H´eroe de las Mil Caras de esta manera: “El h´eroe se lanza a la aventura desde su mundo cotidiano a regiones de maravillas sobrenaturales; el h´eroe tropieza con fuerzas fabulosas y acaba obteniendo una victoria decisiva; el h´eroe regresa de esta misteriosa aventura con el poder de otorgar favores a sus semenjantes”. Casi todas las historias –desde La Guerra de las Galaxias a Harry Potter, desde Matrix a El Se˜ nor de los Anillos– siguen este patr´on. Si esto es lo que esperas de este libro, entonces deber´ıas parar ahora mismo, o te lle- 7 var´as una decepci´on. He decidido no seguir la estructura del periplo del h´eroe. No ver´as una llamada a la aventura, ni juicio ni b´ usqueda, ni acontecimientos inesperados, ni ascensi´on, ni apoteosis, ni expiaci´on. El lector astuto puede preguntarse por qu´e en la galaxia he decidido cometer el suicidio de un novelista, y apartarme de la t´ıpica estructura narrativa que funciona tan bien, y vende igualmente bien. La respuesta es sencilla: la raz´on de ser de este libro es mostrar de forma realista un d´ıa normal en dos futuros divergentes, sin falsas pretensiones ni florituras (o al menos no demasiadas). Mi meta es mostrar escenarios factibles con los que cualquiera puede identificarse, no importa cu´an extra˜ nos o extravagantes parezcan al principio. Por favor, ten en cuenta que yo no creo que el futuro real sea como los que describo. Estar´ıa loco si pensara que puedo prever con exactitud el desarrollo de los acontecimientos. Simplemente te presento con un punto de vista, algo en lo que reflexionar, que podr´ıa influir tus decisiones; y estas a su vez jugar´an un papel en los sistemas de retroalimentaci´on que gobiernan todo lo que ocurre. No puedo decirte lo que hay que hacer o c´omo hacerlo. Pero puedo ense˜ narte algo en lo que quiz´a no hayas pensado. Mi impresi´on es que las distop´ıas y las utop´ıas de la cultura popular son decepcionantes, ni siquiera una sombra de lo que podr´ıa llegar a ocurrir. En otras palabras, creo que el futuro ser´a hermoso m´as all´a de la 8 imaginaci´on; o terriblemente desalentador, mucho peor que para lo que nos han preparado las distop´ıas de la ciencia ficci´on. La elecci´on depende de nosotros. Agradecimientos Me gustar´ıa dar mi agradecimiento a las siguientes personas por ayudarme en este viaje. En primer lugar, Daniele Mancinelli, por alentar discusiones sobre ingenier´ıa especulativa que sirvieron como inspiraci´on inicial para esta novela, y sospecho que para muchas otras historias que vendr´an despu´es. Adam Waterhouse, que edit´o y corrigi´o el libro entero con amabilidad y profesionalidad. Hannu Rajaniemi, un escritor de ciencia ficci´on consumado y visionario que me ha dado valiosos consejos para convertir esta novela en una historia real. Y finalmente, a todos vosotros, que hab´eis apoyado y compartido mi visi´on del futuro. A vosotros os dedico este y mis futuros trabajos. 9 ´Indice general ´Indice general 1 1 ## 0-000 ## 2 2 ## 1-000 ## 9 3 ## 0-001 ## 20 4 ## 1-001 ## 27 5 ## 0-010 ## 40 6 ## 1-010 ## 50 7 ## 0-011 ## 60 8 ## 1-011 ## 73 9 ## 0-100 ## 81 10 ## 1-100 ## 93 1 Cap´ıtulo 1 ## 0-000 ## Era temprano por la ma˜ nana. Tom se despert´o con la alarma del reloj, introducido directamente en su c´oclea. No ten´ıa sentido tratar de apagarlo, era imposible. No hab´ıa ning´ un bot´on de apagado. Adem´as, incluso si intentara liberarlo, La Compa˜ n´ıa ser´ıa notificada y a ´el lo penalizar´ıan por llegar tarde voluntariamente al trabajo, o algo peor. Se esperaba de ´el que llegara a la oficina puntual, cada ma˜ nana, cada d´ıa. Hasta donde ´el pod´ıa recordar, siempre se esperaba que estuviera puntual en alg´ un sitio, sin excusas. Al principio fue durante sus primeros a˜ nos en el instituto, luego en la universidad, y ahora en la oficina. ¡La oficina! Se dio cuenta de que ya se hab´ıa entretenido suficiente; era hora de ponerse en marcha. Tom fue hacia la cocina, arrastrando el cuerpo y tra2 CAP´ITULO 1. ## 0-000 ## 3 tando de espabilarse, sus ojos cegados por la intensidad de la luz artificial. La pantalla electr´onica de la nevera mostraba animaciones de productos para comprar. Era un sinf´ın de anuncios, tan familiar para ´el que ni siquiera lo notaba. La televisi´on de 100 pulgadas, que cubr´ıa toda la pared, se encendi´o autom´aticamente mientras entraba. Anuncios otra vez, seguidos de los titulares de noticias deportivas. Dos personas hab´ıan muerto en una revuelta por alimentos fuera de la muralla del distrito central en el que los ricos viv´ıan, inclu´ıdo Tom. “Jes´ us. . . ” mascull´o Tom, mirando su bebida concentrada con az´ ucar y prote´ınas a˜ nadidos. “Siempre causando problemas. ¿Qu´e cojones? Bueno, ellos se lo han ganado. No es mi problema.” Estas situaciones incomodaban a Tom y le produc´ıan una vaga sensaci´on de disgusto. Era el mismo malestar que una vez le dio una cucaracha debajo de su cama. Una vez. Desde entonces hab´ıa contratado una compa˜ n´ıa especializada en la exterminaci´on de insectos para esterilizar su apartamento. Cuando llegaron los agentes, soltaron un enjambre de nanobots para deshacerse de esos bichos repugnantes. Despu´es de haber aniquilado a los insectos, los nanobots, invisibles al ojo humano, barrieron cada mil´ımetro del apartamento localizando los huevos antes de que eclosionaran. Una suscripci´on mensual mantuvo a las nano-m´aquinas haciendo su tarea, d´andole a Tom algo de seguridad. Nunca m´as tuvo que enfrentarse de nuevo a semejante disgusto. CAP´ITULO 1. ## 0-000 ## 4 Una ventana de aviso apareci´o en su implante retinal. Su suscripci´on para la televisi´on de ultra-alta definici´on se hab´ıa renovado, y le hab´ıan cobrado autom´aticamente. Otra noticia, pero esta vez era una advertencia. Nueve minutos m´as y llegar´ıa tarde al trabajo. Seg´ un el tr´afico, le llevar´ıa aproximadamente 76 minutos y 23 segundos llegar a la oficina, y los sensores de la casa notificar´ıan a La Compa˜ n´ıa que llegar´ıa tarde, descontando cr´editos de su salario inmediatamente. “Ok, m´as me vale irme, ya tengo suficientes problemas, no necesito a˜ nadir uno m´as,” pens´o. Tom fue r´apidamente hacia la salida que llevaba al ascensor. No le gustaba la idea de cruzarse con los vecinos, y trataba de evitar el contacto todo lo posible. Pero ah´ı estaba. Era el tipo de la planta 87. Tom no sab´ıa su nombre, pero su traje Armani hablaba m´as alto que su nombre. Y esa sonrisa socarrona de seguridad en s´ı mismo, la l´ınea de su mand´ıbula perfecta, hecha con cirug´ıa est´etica, el acento impecable de Oxford, todo era un recordatorio de que era mejor que ´el. Era m´as rico. “¡Thomas! Me alegro de verte. Qu´e d´ıa tan maravilloso, ¿verdad?” Tom forz´o una sonrisa, y accedi´o a su implante retinal para buscar informaci´on sobre este individuo cuyo nombre no quer´ıa recordar. CAP´ITULO 1. ## 0-000 ## 5 “¡Robert! S´ı, es un d´ıa maravilloso. De hecho, acaban de promocionarme.” “Oh, ¡qu´e bueno! Estos d´ıas est´an siendo durillos, pero veo que te has subido a la ola. ¡Bien hecho!” Tom sab´ıa que las mentiras duraban poco en la era de los implantes con detectores emocionales, y estaba bastante seguro de que Bob, el jodido se˜ nor perfecto, ten´ıa un modelo mejor. Pero ten´ıa que decir algo, no pod´ıa quedarse ah´ı y tragarse toda esa mierda. ¡Un d´ıa maravilloso! C´omo se atrev´ıa a decir eso, el asqueroso bastardo de Oxford. Deber´ıa haberle sacado la polla en su cara y decirle, “Ch´ upamela, chaval. Ch´ upamela bien.” “Oh, esa es mi parada. Pasa un buen d´ıa, Thomas.” “S´ı, t´ u tambi´en, Robert,” Tom respondi´o de forma poco convincente, aliviado de no tener que seguir viendo a ese cabr´on durante el resto del d´ıa. Planta baja. Tom lleg´o a su viejo Toyota de seis meses, que le record´o el anuncio que hab´ıa visto en el ascensor. El nuevo modelo acababa de salir, y era un 23 % m´as r´apido y un 17 % m´as potente. Adem´as, ten´ıa unas l´ıneas m´as agresivas, y se ve´ıa que era para gente de bien. “Seguro que Bob-el-cabronazo tiene uno ya, a lo mejor hasta dos,” pens´o. De pronto, Tom odiaba su veh´ıculo. Odiaba ese color horrible, las l´ıneas afeminadas, los neum´aticos simplones y sin car´acter. Pero sobre todo, odiaba lo que vio en la ventana. Su apariencia mediocre se reflejaba en la na- CAP´ITULO 1. ## 0-000 ## 6 notextura con perfecta nitidez, mostr´andole, incluso m´as claramente que antes, lo miserable que era. El veh´ıculo se abri´o ante la se˜ nal de su implante subcut´aneo, que a su vez informaba a sus jefes de que iba en camino. Justo a tiempo. Siete minutos m´as y se habr´ıa metido en un l´ıo. Tres compa˜ neros suyos ya hab´ıan sido despedidos el mes pasado –alg´ un individuo en La Compa˜ n´ıa hab´ıa dise˜ nado un nuevo algoritmo que les hab´ıa dejado obsoletos–. Tom sab´ıa que esto no era un episodio aislado. Se daba cuenta de esa tendencia, m´as y m´as evidente, y no ten´ıa ninguna intenci´on de dar a sus jefes motivo alguno que les hiciera pensar que era innecesario para La Compa˜ n´ıa. Se meti´o en el veh´ıculo. “La Oficina,” dijo con voz segura. El veh´ıculo arranc´o solito. Mientras se recostaba, ojeando las noticias de la secci´on de econom´ıa, su implante cognitivo bajo patente detect´o su sensaci´on de malestar, y le ofreci´o un nuevo sedante que acababa de salir al mercado para reducir la ansiedad que ten´ıa. Tom consinti´o inmediatamente, 200 cr´editos se descontaron de su cuenta, y se hizo el pedido. Relajaci´on. Empez´o a respirar profundamente. Placer. La droga se abri´o camino en su sistema circulatorio. Beatitud. No ten´ıa ni que esperar su pedido; su implante neuronal conten´ıa la receta de muchas drogas para los a˜ nos venideros. Era cuesti´on de mandar el est´ımulo adecuado, que solo era posible mediante una tecnolog´ıa CAP´ITULO 1. ## 0-000 ## 7 protegida bajo patente –que la compa˜ n´ıa farmac´eutica que cre´o el dispositivo guardaba celosamente–. Lo u ´nico que Tom ten´ıa que hacer era desprenderse de suficientes cr´editos de su cuenta bancaria con una orden mental, y durante un rato pod´ıa viajar al para´ıso. Tom dej´o que el narc´otico le envolviera. A medida que la euforia inducida se apoderaba de su cuerpo, su mente se liber´o al fin del estr´es, fuera del alcance de la ansiedad y la angustia que permeaban su vida diaria. Y all´ı, en ese momento de paz, una imagen vino a su mente, n´ıtida y c´alida. Una cara. Dos caras. Una sonrisa, el sonido alegre de la risa. No pod´ıa reconocer las caras, ni de d´onde ven´ıan. Pero esa memoria, esa imagen del pasado tan n´ıtida e inexplicable, era sin lugar a dudas el recuerdo m´as feliz. Perdido en un oc´eano de tranquilidad artificial, empez´o a flotar sobre la superficie, acunado por reminiscencias de sus padres olvidados. Y en ese remanso digital, se acurruc´o en posici´on fetal, unido por un cord´on umbilical invisible a los enlaces sin´apticos del Sistema, donde su mente era libre de navegar en sus recuerdos m´as felices, que, no importa cu´an ef´ımeros pudieran ser, estaban llenos de paz y alegr´ıa. Pero la fugacidad de tal estado era un recordatorio de que las cosas no duran, especialmente las buenas. Tom estaba llegando a La Oficina en su veh´ıculo monoplaza autom´atico. Eso lo ten´ıa asumido. Pero a diferencia de otros d´ıas, aunque ´el a´ un no lo supiera, este d´ıa marcar´ıa CAP´ITULO 1. ## 0-000 ## el comienzo de su final. 8 Cap´ıtulo 2 ## 1-000 ## Shandala a´ un dorm´ıa cuando las cortinas programadas en la nanoestructura de la ventana empezaron a abrirse, transformando la configuraci´on molecular del cristal, dejando entrar en la habitaci´on los primeros rayos de luz. Las ventanas inteligentes estaban conectadas al sistema central de la casa, que analizaba los h´abitos de sue˜ no de Shandala, y pod´ıa predecir cu´ando su sue˜ no llegaba al final de la fase REM, facilit´andole la transici´on m´as f´acil, natural y placentera al estado de vigilia. Una m´ usica suave y agradable envolvi´o la habitaci´on. Conforme entraba m´as luz, Shandala abri´o los ojos, despacio. Tard´o un poquito en darse cuenta de que estaba despierta; el sonido ambiental armonizaba perfectamente con las im´agenes de su sue˜ no, como una banda sonora compuesta para ellos. Sonri´o, estirando los brazos y las 9 CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 10 piernas bajo las mantas, sintiendo su textura en la piel. “Mmm,” murmur´o. “Buenos d´ıas, Shandala.” La voz era tranquila y c´alida, como de persona. Pero era la voz de AMI, la red de procesadores y sensores que administraba toda la casa y ayudaba a Shandala con lo que necesitase. AMI era la abreviatura de Amicable Machine Interface, y era exactamente lo que su nombre indicaba. AMI supervisaba cada operaci´on de la casa, asegur´andose de que todo funcionara correctamente y ofreciendo asistencia a Shandala cuando ella la requer´ıa. Tambi´en era la abreviatura de ‘AMIcus’, la palabra en lat´ın para ‘amigo’. “Caaalla,” susurr´o, todav´ıa con sue˜ no. “Tienes que levantarte, Shandala.” “¡Diez minutos!” “Ayer por la noche fuiste t´ u la que me dijo que te despertara suavemente al principio, y eso es lo que he hecho.” Shandala no se movi´o. “Luego me dijiste que insistiera si no lo hac´ıas.” Nada. “Vale, entonces voy a poner la alarma.” “¡Diez minutos!” grit´o, tirando la almohada a la ventana. “Ah s´ı, y lo m´as importante, me dijiste expresamente que no negociara contigo el cuento de los diez minutos.” CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 11 “No me digas lo que tengo que hacer. . . ” susurr´o, a´ un con mucho sue˜ no y de mal humor. La versi´on por defecto de AMI era servicial y cort´es, lo que en opini´on de alguien como Shandala era totalmente aburrido. “Oye, si fuera por m´ı, podr´ıas dormir hasta ma˜ nana si quisieras. Fuiste t´ u la que me dijo ayer que, no importa lo que pasara, yo deb´ıa. . . ” “¡Olv´ıdalo!” “Vale. Como quieras. Pero cuando te despiertes, no quiero que me des la charla como otras veces,” dijo AMI. “Vale, vale, ya me levanto.” “¡Bravo!”. Pas´o un rato. “Mis sensores me dicen que a´ un sigues sin moverte.” “¡T´ u tampoco te est´as moviendo!” Shandala replic´o. “Claro, el movimiento es un concepto que se aplica a entidades de cierto tipo,” AMI respondi´o. “Dado que estoy hecha de cientos de sistemas integrados y que mi cuerpo es la casa entera, la idea de moverse de un sitio a otro me parece un poco ajena. T´ u, en cambio, tienes un cuerpo que ha evolucionado para el movimiento, ¡y me has programado con el fin de garantizar que tu cuerpo pueda realizar las funciones que se supone que debe desempe˜ nar!” “Mmmm, maquinita sabelotodo.” “Vamos, la ba˜ nera est´a lista con agua templada.” CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 12 “¡Est´a bien!” dijo Shandala con resoluci´on, poni´endose boca arriba, mirando al techo. Solt´o una risita, feliz y satisfecha con el entrenamiento que le hab´ıa dado a AMI para hacerla compatible con su personalidad. “¡Vale, vamos!” grit´o, dando una palmada y saltando de la cama. Las nano-cortinas se abrieron completamente, envolviendo la casa en la luz natural del sol. La m´ usica se ajust´o a la nueva iluminaci´on, y un ritmo r´apido y alegre sacudi´o la casa de arriba a abajo. Shandala sali´o cantando alto sin darse cuenta hacia el ba˜ no, donde un ba˜ no caliente la estaba esperando. El agua que ca´ıa en el tejado se reciclaba y se calentaba autom´aticamente mediante el exceso de calor producido en el edificio durante la operaci´on nocturna; a esta se a˜ nad´ıa la reserva de agua caliente de los nanocolectores solares instalados en el techo, ventanas y paredes. Casi cada julio de energ´ıa en la casa se capturaba, utilizaba y trataba de devolverse al sistema, desperdiciando una cantidad m´ınima. Todas las necesidades de la casa estaban cubiertas mediante energ´ıas renovables y descentralizadas, gestionadas por Open Systems, creado por y para la comunidad en general. Toda la informaci´on acerca de Shandala y su casa era, por supuesto, privada, y u ´nicamente disponible para su uso personal, a no ser que ella decidiera lo contrario. Algunos a˜ nos atr´as, muchas personas –preocupadas por la creciente p´erdida de privacidad– empezaron a dise˜ nar CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 13 Open Systems, que permit´ıa a cualquiera guardar informaci´on personal con seguridad, de tal manera que esa informaci´on era inaccesible por el gobierno o por las corporaciones sin el permiso expl´ıcito de la persona. Cada persona era due˜ na de sus datos personales, y este hecho era tan ampliamente aceptado que nadie ten´ıa que preocuparse por ello. Se daba por supuesto. Shandala, como todo el mundo, se sent´ıa segura sabiendo que unas m´aquinas de amorosa gracia la proteg´ıan. Se desnud´o, dejando su pijama en el suelo, y se meti´o despacio en la ba˜ nera. Su piel era suave y sana, de color oliva. Su pelo largo y oscuro realzaba sus grandes ojos verdes de mirada intensa y brillante, que rebosaba serenidad y alegr´ıa. Su rostro no era perfecto. La ceja izquierda era ligeramente m´as larga que la derecha, y en general sus rasgos eran algo asim´etricos. Mir´andola, nadie pensar´ıa que era el fruto de un cuidadoso trabajo de ingenier´ıa gen´etica, pero era hermosa de todas formas. Ten´ıa una rara combinaci´on de encanto y rasgos peculiares que la hac´ıan muy atractiva. Aunque muchos padres manipulaban el genoma de sus ni˜ nos, lo hac´ıan principalmente para prevenir enfermedades; pocos se molestaban en alterar el genoma por razones est´eticas. Shandala era la hija de una generaci´on con una mezcla de genes y cultura; que llevaba una vida sana gracias al cuidado del aire y los oc´eanos; que com´ıa buena comida y disfrutaba del ejercicio f´ısico, evitando de esa manera las causas de CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 14 muchas enfermedades. Shandala dej´o que el calor del agua penetrara en su cuerpo, apreciando primero el cosquilleo inmediato en su piel, luego imaginando las mol´eculas vibrando cada vez m´as r´apido contra su cuerpo, dando lugar a la sensaci´on de calor. Solt´o una risita. “¿Qu´e novedades hay?” pregunt´o Shandala con el tono alegre de siempre. “Muchos mensajes, pero principalmente dos noticias importantes. Han llegado los resultados del laboratorio,” dijo AMI. “¡¿En serio?!” Shandala se levant´o con entusiasmo, salpicando agua fuera de la ba˜ nera. La nanotextura inteligente del suelo absorbi´o las gotas autom´aticamente, para reciclarlas bajo el cuidado de AMI. “Ens´en ˜amelos,” demand´o, levantando las manos al aire como animando a la m´aquina a seguir. Un holograma tridimensional apareci´o delante de ella, producido en sus lentillas de escala nanom´etrica. Una hilera de c´odigo gen´etico, prote´ınas y enlaces qu´ımicos flot´o a su alrededor. Movi´o las manos en el aire despacio, desplazando las mol´eculas con intensa curiosidad. Luego se detuvo, satisfecha. “¿Crees que el resultado es definitivo?” pregunt´o. “Es dif´ıcil asegurarlo con los datos que tenemos. Probablemente llegaremos a nuevas conclusiones a medida que la investigaci´on contin´ ue. ¿Quieres que haga otra simulaci´on?” AMI pregunt´o. CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 15 “S´ı, por favor. Pero c´ambiala, y usa la mutaci´on B1-J. Ya que lo dices, ¿por qu´e no preguntamos a Asa?” AMI se puso a llamar a Asa. Despu´es de un rato, su cara apareci´o n´ıtidamente en la imagen hologr´afica, como si estuviera all´ı con Shandala. “¡Buenos d´ıas, Asa!” dijo Shandala. Asa pens´o que estaba tan encantadora como siempre. “¡Buenos d´ıas, Sha-oh!” Asa se detuvo y entrecerr´o los ojos, tratando de averiguar si algo estaba mal en la transmisi´on. “¿Es tu ba˜ no? Oye, ¿est´as. . . desnuda?” “Ah, s´ı, qu´e m´as da. Mira, caballero, tengo buenas noticias,” se reclin´o en el borde de la ba˜ nera, cruzando las manos por encima. “Creo que lo conseguimos.” “¿El qu´e? ¿Qu´e hemos conseguido?” “Imag´ınatelo, lo que llevamos tratando de hacer todas estas semanas. . . ” ”¿Te refieres al B1-T?” Ella asinti´o “¿Al fin hemos encontrado la cura para la mutaci´on B1-T que produce el c´ancer de p´ancreas?” a˜ nadi´o ´el con repentina incredulidad. “Casi,” le corrigi´o ella. “Es un resultado alentador, pero necesito comprobarlo con la mutaci´on B1-J y hacer otra simulaci´on. ¿T´ u que crees?” “Ok, estoy mirando los datos,” y por un rato se puso a analizarlos. “Es muy interesante, s´ı. ¿Quieres publicarlo?” CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 16 “Mmm, s´ı. Podemos publicarlo en Open Research, pero sup´on que decidimos que los resultados no son concluyentes y que necesitamos ayuda para confirmarlos.” “¡Claro que no son concluyentes! Estoy seguro de que a alguien se le ocurrir´a algo nuevo enseguida. Pero eso no deber´ıa ser un obst´aculo para publicarlo,” hizo una pausa, sopes´andolo. “¡Publiqu´emoslo!” “¡Ole!” se anim´o Shandala, alzando los brazos, sinti´endose maravillosamente. Su alegr´ıa y satisfacci´on por el nuevo logro se unieron a la alegr´ıa y satisfacci´on aun mayores de ser parte de una sociedad en la que el conocimiento cient´ıfico y el progreso eran compartidos y se utilizaban para el beneficio de todos. Shandala estaba muy contenta de ser parte de ese gran proyecto, pero en su fuero interno anhelaba algo a´ un m´as grande. Asa la mir´o y le sonri´o amorosamente. Entend´ıa el entusiasmo de Shandala por el proyecto social en el que viv´ıan y del que eran una peque˜ na parte; pero su naturaleza l´ogica y anal´ıtica le imped´ıa experimentar y manifestar sus emociones de la misma manera que ella. Para ´el, usar el conocimiento libremente para el beneficio de toda la sociedad era simplemente un hecho pr´actico que se deduc´ıa de la naturaleza com´ un del conocimiento mismo, y que reflejaba el resultado experimental de la unidad de toda la humanidad. Cualquier otro sistema era un insulto a la inteligencia humana, una continuaci´on nefasta de los valores tribales –valores de tiempos remotos– que CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 17 parec´ıan absurdos desde la perspectiva de la abundancia del mundo moderno en el que viv´ıan y de las ventajas de la colaboraci´on global. “Muy bien, mujer desnuda, ponte ropa y vente,” dijo Asa, despertando de sus reflexiones, “me llam´o Mari. Dice que puede ense˜ narte a tocar el viol´ın ahora que ha vuelto de su viaje.” “Ah, ¡es verdad!” grit´o, sin hacer ning´ un esfuerzo por ocultar su ilusi´on, “Tengo que irme. Te quiero, aunque seas un chico aburrido con ropa,” dijo provocativa. “Ja-ja. Vente y remediamos eso,” respondi´o Asa, con una sonrisa un poco maliciosa. “Ya te gustar´ıa a ti.” Se rieron, mientras ella cortaba la conexi´on. “Te gusta tomarle el pelo, ¿verdad?” dijo AMI. “D´ejame anda, sabes que lo hago de broma.” “Ya lo s´e, pero yo soy una entidad artificial con la capacidad de actuar racionalmente todo el tiempo. Tu amigo Asa, por otro lado, est´a rebosando testosterona y otras hormonas y tiene impulsos biol´ogicos que tiene que satisfacer y que pueden afectar su interpretaci´on de las se˜ nales que le das.” “Oh, calla AMI.” “Es decir, t´ u y yo sabemos que lo hac´ıas en tono de burla, pero ´el quiz´a no.” “Estaba bromeando.” “En cualquier caso, tengo que darte la segunda noticia de la que te habl´e antes.” CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## 18 Un mensaje electr´onico con prioridad alta apareci´o ante los ojos de Shandala. Trag´o solemnemente al leer el asunto. Se detuvo un momento, y luego comprob´o el remitente. El nombre apareci´o en todo su esplendor, inequ´ıvocamente: “Global Astronomical Space Agency” (GASA). Cerr´o los ojos, inm´ovil. Tras un par de inhalaciones profundas, los abri´o de nuevo y comprob´o la autenticidad de la firma electr´onica. No hay ninguna duda, AMI confirm´o. Shandala se recost´o en la ba˜ nera, hundi´endose en el agua. “L´eelo,” dijo ella, cerrando los ojos. Mientras AMI empezaba a leer el mensaje, Shandala not´o que por un momento su coraz´on dej´o de latir. Paralizada, se fue hundiendo m´as en el agua. Cuando su cabeza entera se sumergi´o, la percepci´on de sus sentidos se limit´o a la presencia de su propio cuerpo, haci´endola sentir c´omoda y segura. El l´ıquido en sus o´ıdos amortiguaba los sonidos del exterior hasta que se extinguieron. Se sinti´o flotar en un vac´ıo inmenso, dejando que su mente navegara libre a la vez que perd´ıa la noci´on del tiempo y el espacio. Tras un per´ıodo de tiempo indefinido, un pensamiento se apoder´o de ella. En ese preciso instante comprendi´o que, por mucho que disfrutara y agradeciera la vida que ten´ıa, era solo un p´alido reflejo de lo que ten´ıa por delante. Mientras Shandala acercaba las rodillas a su pecho, flotando y arque´andose dulcemente, como un beb´e en el CAP´ITULO 2. ## 1-000 ## u ´tero, supo que su vida nunca volver´ıa a ser igual. 19 Cap´ıtulo 3 ## 0-001 ## 76 minutos y 17 segundos m´as tarde –tan solo unos segundos por delante de lo que el algoritmo de su implante retinal hab´ıa pronosticado– Tom lleg´o a La Oficina. No hab´ıa necesidad de presentar la identificaci´on, abrir puertas, ense˜ nar la retina o dar la huella dactilar. Mientras entraba en la sala, el chip subcut´aneo envi´o electr´onicamente el c´odigo de ADN, y su entrada qued´o registrada en El Sistema. Ya estaba. Desde ese instante, era dif´ıcil saber d´onde terminaba ´el y d´onde empezaba El Sistema. Sus se˜ nales vitales, h´abitos, comportamiento, y en alguna medida incluso sus pensamientos, eran parte del Sistema. Tom se hab´ıa convertido en una parte ´ıntegra de La Compa˜ n´ıa. Era bastante c´omodo. No ten´ıa que ense˜ nar el pasaporte cuando viajaba entre distritos, ni ten´ıa que mostrar 20 CAP´ITULO 3. ## 0-001 ## 21 su identificaci´on a polic´ıas u otros funcionarios de la administraci´on. Todo era transparente, al menos para aquellos que ten´ıan los permisos de acceso a la informaci´on. Dentro de El Sistema, La Compa˜ n´ıa siempre sab´ıa qui´en era cada uno y d´onde estaba. Desde luego, al principio algunos hippies se quejaron de la p´erdida de privacidad que esto representaba. Pero, ¿qu´e prefieres, un mundo de violencia y caos, como fuera de la ciudad, o un mundo de paz y orden? Tom hab´ıa hecho su elecci´on hac´ıa mucho tiempo, y ya no hab´ıa vuelta atr´as. Volverse una parte de El Sistema –cuando te conectabas– le daba a Tom una sensaci´on gratificante y reconfortante. Era como si durante ese per´ıodo ya no fuera el mismo de siempre sino una extensi´on de una entidad mayor. En ella, Tom se sent´ıa seguro, cosa que no era muy com´ un. Era lo m´as parecido que ten´ıa a lo que algunos llaman ‘familia’. “¡Tom! Buenos d´ıas. Justo a tiempo. ¿Listo para empezar?” La voz de Jeff era complaciente y algo alarmante. “Siempre preparado,” Tom respondi´o r´apidamente, quiz´a demasiado confiado. “¡Fabuloso! Porque hoy tenemos muy buenas noticias, ¡sorpresa! Una nueva mente en La Compa˜ n´ıa”. Jeff ten´ıa la sonrisa m´as euf´orica e irritante que humanamente pudiera concebirse. De hecho, Tom sospechaba que quiz´a no fuese completamente humana, sino inducida mediante f´armacos a trav´es del implante neuronal de u ´ltima generaci´on de La Compa˜ n´ıa. Jeff, que todav´ıa CAP´ITULO 3. ## 0-001 ## 22 sonre´ıa con la boca abierta, luciendo como en un anuncio de televisi´on su dentadura perfecta creada con cirug´ıa, le indic´o a Tom con un gesto la direcci´on en la que deber´ıa haber estado mirando. Tom, todav´ıa un poco agitado, mir´o a la izquierda. Un hombre joven, alto, apuesto y encantador, quiz´a diez a˜ nos m´as joven que ´el, con un traje que val´ıa el doble que su veh´ıculo, estaba de pie frente a ´el. La sensaci´on de incomodidad que ya ten´ıa se transform´o en puro horror. John era rubio, de ojos azules, y de constituci´on perfectamente proporcionada. Deb´ıa de formar parte de la generaci´on de beb´es dise˜ nados gen´eticamente antes de nacer, y luego mejorado mediante intervenciones epigen´eticas. Cada pocos a˜ nos, se aprobaban nuevos f´armacos y t´ecnicas para salir al mercado, y los padres ten´ıan que decidir si quer´ıan a su beb´e ‘natural’ o mejorado. Si se lo pod´ıan permitir, en general la decisi´on ya estaba tomada de antemano. Los beb´es mejorados eran m´as guapos, m´as listos, y m´as resistentes a infecciones v´ıricas o bacteriol´ogicas, y hab´ıa una probabilidad de un 98.89 % de que fueran m´as exitosos que los ni˜ nos sin mejorar. Tom no era feo, y lo sab´ıa. En un tiempo anterior a la era dorada de la ingenier´ıa gen´etica, se le habr´ıa considerado un tipo muy guapo. De hecho, para los est´andares del 2020, podr´ıa haber sido modelo. Pero ahora las cosas hab´ıan cambiado. La belleza sin realzar (o belleza ‘natural’, como sol´ıan decir en el pasado) ya no era suficiente. CAP´ITULO 3. ## 0-001 ## 23 Cada fibra, cada mil´ımetro de la presencia de John, radiaba confianza y brillantez. Para Tom, John no era solamente irritante. Lo que sent´ıa trascend´ıa la envidia que hab´ıa sentido hasta entonces. Iba simplemente m´as all´a de lo que pod´ıa soportar. Tom supo, all´ı mismo y en ese preciso instante, que no ten´ıa la menor oportunidad contra ´el –jugaban en dos ligas diferentes–. Tom incluso dud´o por un momento que fueran de la misma especie. Cuando Tom gir´o la cabeza vio que Jeff todav´ıa sonre´ıa con la boca abierta, con esos dientes blancos y omnipresentes, asintiendo con la cabeza incluso con m´as vehemencia. La satisfacci´on del solo pensamiento de asestarle un mazazo a esa muralla blanca de dientes brillantes, y ver a Jeff rodando por el suelo, escupiendo los incisivos y vomitando sangre, era lo u ´nico que le imped´ıa agarrar el pisapapeles de la mesa y hacerlo. “Tom, este es John H. Rockefeller, pero estoy seguro de que tu implante ya te lo comunic´o.” Jeff era capaz de hablar sin alterar su sonrisa, una habilidad que sorprend´ıa a Tom tanto como le molestaba. “S´ı, claro. Encantado de conocerle. Tengo mucho inter´es en trabajar con usted.” “Lo mismo digo,” dijo John, con un tono de voz que podr´ıa decirse que no ven´ıa de esta Tierra. Su voz era suave y musical, pero a la vez firme y fuerte. Ni un a´pice de vibraci´on indeseada, ni la m´as m´ınima distorsi´on que delatara alguna emoci´on que no quisiera revelar. Y, sin embargo, no sonaba artificial. De algu- CAP´ITULO 3. ## 0-001 ## 24 na manera, sus cuerdas vocales estaban perfectamente sincronizadas con su conectoma –el conjunto de todas las conexiones neuronales biol´ogicas y artificiales–, trabajando sin´ergicamente para lograr el resultado m´as ´optimo que uno pudiera concebir. De hecho, era m´as que eso. La voz de John era tranquilizadora e hipn´otica, y por tanto aterradora al mismo tiempo. Conten´ıa tal autoridad que Tom solo pod´ıa imaginar que la mayor´ıa de seres humanos no mejorados o parcialmente mejorados cumplir´ıan mansamente con todo lo que dijera –un pensamiento poco tranquilizador–. Si adem´as tomaba en cuenta la inteligencia superior, el absoluto control de las emociones, la apariencia formidable, y los mejores implantes que el mercado pod´ıa ofrecer, no era descabellado pensar que un hombre as´ı pudiera dirigir sin ayuda el destino de una empresa entera, o incluso un distrito. Era como un dios. “¡Bien! Ya hemos acabado con las formalidades, pong´amonos a trabajar. John acaba de venir del distrito 11, donde en tan solo 97 d´ıas logr´o mejorar la eficiencia de los sistemas generales en un 74,32 %. Ha venido aqu´ı a ayudarnos a eliminar algunas ineficiencias y, por supuesto, t´ u sabes bien c´omo dicen, ¡subir puestos!” Mientras dec´ıa las u ´ltimas palabras, Jeff gui˜ n´o un ojo, y le dio un codazo en el pecho a Tom. “Eliminar algunas ineficiencias.” Tom supo inmediatamente que estas inclu´ıan, entre otras cosas, a ´el mismo. Mir´o a John con una extra˜ na mezcla de emociones que no fue capaz de descifrar. CAP´ITULO 3. ## 0-001 ## 25 Ira, frustraci´on, admiraci´on, horror, y finalmente derrota. Si ´el hubiera nacido unos a˜ nos m´as tarde, podr´ıa haber sido dise˜ nado mejor. Si sus padres hubieran sido m´as ricos, podr´ıan haberse permitido unos implantes mejores para ´el. O quiz´a, si hubieran sobornado a los funcionarios adecuados, podr´ıan haberle inclu´ıdo en el programa experimental de mejoras epigen´eticas. Si. . . Su coraz´on se par´o por un instante. ¡Sus padres! Ellos eran la causa de sus desgracias. ¡In´ utiles, hijos de perra sin coraz´on! ¿C´omo le pod´ıan haber hecho esto? ¡A ´el! Ego´ıstas. ¿C´omo no hab´ıan pensado en las consecuencias? ¿No pod´ıan haberse dado cuenta de que mandarle a estudiar al extranjero no era suficiente? ¿No pod´ıan haber ahorrado m´as cr´editos cuando eran j´ovenes, para que ´el estuviera m´as capacitado ahora? A Tom le hubiera gustado tenerlos ah´ı con ´el, en ese momento, para echarles en cara lo que hab´ıan hecho, para culparles de todo. Oh, s´ı, sus padres. ¿D´onde viv´ıan? Una laguna de silencio inund´o la mente de Tom. No pod´ıa acordarse. En alg´ un lugar, en las profundidades sin´apticas anuladas por su implante neuronal, estaba la memoria de dos padres que le quer´ıan, que sacrificaron todo por ´el y murieron en el proceso. Pero esa memoria era demasiado dolorosa, demasiado triste. Le hac´ıa d´ebil y menos eficiente en el trabajo. Y por eso decidi´o suprimirla, reemplaz´andola por una memoria fabricada por las neuronas artificiales implantadas en su cerebro que le permit´ıan CAP´ITULO 3. ## 0-001 ## 26 concentrarse en el camino en frente de ´el, que era al fin y al cabo lo que importaba. Pero era in´ util ahora, porque incluso eso era insuficiente. La visi´on de John frente a ´el le hizo darse cuenta sombr´ıamente del sabor amargo de la derrota definitiva. Tom de alguna manera se las arregl´o para sobrevivir el resto del d´ıa en modo autom´atico, sus pensamientos conscientes reducidos al m´ınimo indispensable, dejando que las drogas y sus implantes artificiales le ayudaran a mantener la compostura, alivi´andole de emociones problem´aticas. Era reconfortante y tranquilizador saber que el implante cognitivo protegido bajo patente pudiera ofrecerle un est´ımulo inducido mediante f´armacos justo cuando lo necesitaba. No estaba feliz, pero al menos ya no se sent´ıa miserable. Cap´ıtulo 4 ## 1-001 ## Shandala lleg´o al laboratorio con la mente a´ un nublada por la notificaci´on de la GASA –la Global Astronomical Space Agency–. El ambiente era limpio pero lleno de energ´ıa y entusiasmo. Docenas de investigadores se mov´ıan de un sitio a otro, una entidad auto-organizada y liderada por apasionados biohackers. Vio a Asa junto a un bioreactor, estudiando fren´eticamente una proyecci´on hologr´afica. Normalmente era bueno manteniendo una actitud calmada y un talante cient´ıfico, pero esta vez su expresi´on delataba que apenas pod´ıa contener su nerviosismo. “¡He visto ni˜ nos de 7 a˜ nos en la ceremonia del A˜ no de la Civilizaci´on capaces de contenerse mejor que t´ u!” se mof´o con voz burlona. “Claro, no todos los d´ıas se hacen avances m´edicos 27 CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 28 como este,” respondi´o Asa sonriendo. “¿C´omo va?” dijo Shandala. “Creo que funciona de verdad.” “¿Ah, s´ı?” “Hice simulaciones con la mutaci´on B1-J,” Asa hizo una pausa para saborear el momento, “¡y los resultados son tan alentadores como con la B1-T!” dijo entusiasmado, abriendo los brazos para darle un abrazo de enhorabuena. Tras un momento inc´omodo de silencio, Shandala se liber´o de sus pensamientos y abraz´o a Asa con algo de reserva. “¡Eso es. . . genial! Son unas noticias muy buenas, Asa,” dijo, con su mente en otra parte. Se separaron, y ´el la mir´o, confundido. “¿Qu´e pasa?” pregunt´o, ce˜ nudo. “No pasa nada.” “Entonces ¿por qu´e est´as as´ı?” “As´ı ¿c´omo?” “¡As´ı! Esta ma˜ nana estabas euf´orica, y ahora. . . ¿qu´e pas´o? Quiero decir, hemos trabajado en esto durante meses. Va a ayudar a cientos de miles de personas, vamos a salir en la portada de. . . ” “Lo s´e, lo s´e.” “Entonces ¿por qu´e est´as tan desanimada? ¿Ha pasado algo? ¿Tu familia est´a bien?” “S´ı, s´ı,” dijo ella, haciendo una pausa, “Est´an bien.” “Entonces ¿qu´e? ¿Hice algo mal?” CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 29 “T´ u no hiciste nada mal, ¿vale? Mi familia est´a bien, todo el mundo est´a bien. Solo que,” dud´o un momento, “necesito algo m´as. Algo distinto.” Para Shandala, la vida hab´ıa marchado bien hasta entonces. Ten´ıa dos padres que la quer´ıan, muchas pasiones a las que se dedicaba con inter´es y entusiasmo, y amigos estupendos. Claro que todo estaba bien, pero durante muchos a˜ nos hab´ıa tenido una sensaci´on de vac´ıo que nunca la abandonaba. No era suficiente que todo fuera bueno. Una vida llena de amor, seguridad, confort, y libre de la necesidad de trabajar por un salario, era lo que sus antepasados se hab´ıan esforzado –y derramado sangre– por conseguir, pero no era la vida que ella quer´ıa. Estaba agradecida de vivir en un mundo as´ı, pero se sent´ıa incapaz de apreciarlo tanto como se supon´ıa. Ella no hab´ıa luchado por conseguirlo, no hab´ıa trabajado para lograr esos privilegios. Durante muchos a˜ nos, Shandala hab´ıa buscado su lugar en el mundo, pero, a pesar de sus intentos, no pod´ıa identificar cu´al era. Finalmente hab´ıa llegado a la conclusi´on, un poco triste, de que quiz´a no exist´ıa tal lugar; quiz´a no en este mundo. Ten´ıa que llegar el momento de ir m´as all´a, de encontrar su propio camino, de trascender su situaci´on. Unos meses antes hab´ıa le´ıdo que la GASA ten´ıa prevista una misi´on para colonizar Marte. Ya hab´ıa habido varias misiones, principalmente veh´ıculos no tripulados, y algunos viajes de ida y vuelta de corta duraci´on con astronautas humanos, para investigar y hacer pruebas con Biosphe- CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 30 re 0. Biosphere 0 era un intento de recrear unas condiciones parecidas a las de la Tierra en Marte, mediante un ecosistema cerrado que pod´ıa albergar una colonia de seres humanos indefinidamente. Tras algunos a˜ nos de investigaci´on y pruebas exhaustivas, se anunci´o la misi´on Mars 0. Se llamaba Mars 0 por una raz´on: pretend´ıa ser la primera colonia humana permanente en Marte. Shandala sab´ıa que cuando el cuerpo humano se somete a una gravedad significativamente menor que la de la Tierra, empieza un proceso semi-irreversible de transformaci´on que afecta la estructura de los huesos y el crecimiento de los m´ usculos. Marte, con tan solo un 38 % de la gravedad de la Tierra, daba lugar a este fen´omeno. La tripulaci´on del Mars 0 nunca regresar´ıa. La GASA hab´ıa explicado esto muy claro a los voluntarios potenciales. Cuando Shandala hizo la solicitud para unirse a la misi´on, sab´ıa que era un billete solo de ida. “No s´e como explicarlo,” dijo a Asa. “¿Nunca has sentido que esto no es lo que se supone que deber´ıas hacer?” Asa la mir´o en silencio. “En realidad no. Me gusta lo que hago. Pens´e que a ti tambi´en te gustaba. Cre´ı que te encantaba hacer investigaci´on conmigo.” “¡Y me encanta! De veras. Es solo que. . . ” Trat´o de escoger las palabras adecuadas. “Es gracias a lo que hemos hecho juntos que veo tantas otras cosas por descubrir, tanto potencial ah´ı afuera. He estudiado durante a˜ nos el efecto que tienen en el cuerpo humano las condiciones CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 31 extremas. Creo que ha llegado mi hora de salir ah´ı fuera y empezar a aplicar lo que he aprendido.” Se par´o y respir´o profundamente, sintiendo como si cada palabra que iba a decir pesara como una estrella de neutrones, “solicit´e formar parte de la misi´on Mars 0,” confes´o ella, despacio y con seriedad. Asa se qued´o paralizado por lo que pareci´o una eternidad, mirando la pared blanca delante de ´el. Cuando recuper´o la compostura, trag´o saliva y se volvi´o a mirarla. “¿Y te aceptaron?” “Recib´ı el mensaje esta ma˜ nana, despu´es de llamarte. Es oficial, lo comprob´e.” Shandala iba de vuelta a casa, mirando por la ventana, reflexionando acerca de su vida y el futuro. “AMI, abre Thingiverse y busca violines.” “Esto que me pides se sale de lo normal. ¿Tiene que ver con la noticia de la misi´on a Marte?” pregunt´o AMI. AMI era bastante perceptiva para ser una inteligencia artificial. Quiz´a demasiado inteligente, pens´o para s´ı misma. Desde luego, era simplemente una funci´on probabil´ıstica conectando dos sucesos simult´aneos poco comunes, dando la impresi´on de inteligencia real, pero a´ un as´ı, bastante impresionante. En cualquier caso, no ten´ıa que CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 32 darle explicaciones a una m´aquina. Pero AMI hab´ıa acertado. Ten´ıa todo que ver con la misi´on. Shandala hab´ıa intentado aprender a tocar un instrumento muchas veces en su vida. Aquello se deb´ıa a su padre, un m´ usico con fama internacional que hab´ıa tocado en los teatros m´as prestigiosos y dedicaba muchas horas a practicar en su estudio. Shandala quer´ıa que estuviera orgulloso de ella, y sentirse m´as cercana a ´el haciendo lo que ´el hac´ıa. Pero ella nunca hab´ıa sentido el deseo nacer desde dentro. La m´ usica nunca la hab´ıa llamado, era un est´ımulo que ven´ıa de fuera. Lo intent´o durante bastante tiempo pero sin llegar a dominar ning´ un instrumento, hasta que lo dej´o por completo. Shandala quer´ıa mucho a su padre, pero a diferencia de su madre, que hab´ıa pasado mucho tiempo con ella desenterrando gusanos y analizando agua del estanque con el microscopio desde que ella ten´ıa cuatro a˜ nos, su padre nunca hab´ıa conectado tanto con ella. Nunca hab´ıan compartido ning´ un inter´es profundo juntos. Y ahora, cuando se dispon´ıa a marcharse m´as lejos de sus padres de lo que nunca hab´ıa estado en su vida, quer´ıa hacer algo que lo acercara m´as a ´el. Todos sus intentos de aprender a tocar un instrumento y ser constante hab´ıan fracasado, pero eso era porque nunca hab´ıa tenido ning´ un incentivo real, ning´ un prop´osito. Ahora ten´ıa uno, y no quer´ıa dejarlo escapar. “Anda, ens´en ˜ame algunos violines.” Thingiverse era el primer repositorio, y tambi´en el CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 33 m´as grande, de dise˜ nos Libres y Abiertos. Era como un libro de recetas para cualquier objeto que pudiera imaginarse, hasta el nivel molecular. Ah´ı, uno pod´ıa encontrar cualquier cosa: tazas, herramientas, implantes, circuitos integrados, lentes de contacto, comida, bebidas, pr´otesis, e incluso ´organos y partes del cuerpo –y, faltar´ıa m´as, instrumentos musicales–. Era el Universo de las cosas, incluyendo cientos de millones de dise˜ nos, y estaba disponible para todo el mundo, gratis. Aparecieron 12.967 modelos de violines en 3D. La variedad de colores y materiales era casi infinita, al igual que peque˜ nas variaciones de forma. “No tengo ni idea de cu´al deber´ıa escoger. ¿Recuerdas si Mari me aconsej´o algo?” “S´ı. Ella seleccion´o 12 modelos diferentes para principiantes. T´ecnicamente, son iguales; si juegas con el color, eso no afectar´a ni el sonido ni la funcionalidad.” “Muy bien. Elijo este,” dijo Shandala, se˜ nalando un viol´ın simple pero elegante y transparente. “¿Te gustar´ıa personalizarlo?” “Vale. Busca si hay algo que me guste en el repositorio Open Image,” pidi´o, casi al tiempo que aparecieron unas cuantas im´agenes. Entre ellas, estaba la estructura molecular de la prote´ına que Shandala hab´ıa descubierto hace unos a˜ nos, y un cuadro de una Amaryllis belladonna –una flor roja y blanca de Sud´africa– que hab´ıa pintado una paciente que se hab´ıa salvado gracias a su investigaci´on. La flor tambi´en se llamaba Lily, y su nombre en CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 34 Latin significaba ‘mujer hermosa y radiante.’ “Ok, esa va de maravilla,” pens´o ella, sin modestia. “Ahora, toma estas dos. Comb´ınalas. Difumina los bordes. Genial,” dijo satisfecha, cruzando los brazos en un gesto de triunfo. “¿Cu´anto lleva imprimirlo?” “Unos 13 minutos y 18 segundos.” “¡Adelante!” y ella hizo lo mismo, saliendo del ba˜ no hacia la cocina, donde agarr´o una zanahoria del microjard´ın hidrop´onico vertical que colgaba de la ventana, disponi´endose a hacer una taza de t´e. Le enamoraba el olor del t´e reci´en hecho. Inhal´o profundamente, disfrutando del aroma suave. Le record´o a sus padres, cuando ella era peque˜ na. Les gustaba llevarla de excursi´on al bosque, a comer y a hablar de la naturaleza y el universo, y sol´ıan llevar siempre una cajita de madera aparentemente inagotable con t´e Earl Grey y t´e de jazm´ın, sus mezclas favoritas. “Llama a pap´a” pidi´o a AMI, “me pregunto qu´e tal est´a.” Se realiz´o la llamada, y al instante vio a su padre de cuerpo entero gracias a sus lentillas inteligentes, como si estuviera delante de ella. “Shandala, ¡cari˜ no!” “Hola pap´a, ¿c´omo andas? ¿D´onde est´a mam´a?” “Oh, creo que se march´o al centro de investigaci´on de trenes magn´eticos. Dijo que ten´ıa una idea para mitigar el problema de la decoherencia cu´antica para la superconducci´on a temperatura ambiente. Me lo dijo hace unas horas y hablamos de ello, pero sinceramente el tema me CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 35 supera, as´ı que me imagino que se marchar´ıa a discutir la idea con sus colegas en el centro.” “Ya veo. Escucha pap´a, te tengo que contar algo.” Esper´o un momento, d´andose cuenta de que todav´ıa no lo hab´ıa pensado detenidamente. Quiz´a era mejor ir a verle en persona. “Bueno. . . es que. . . ¡Ah! A ver si lo adivinas, ¿sabes que voy a empezar a tocar el viol´ın?” “¿De verdad? ¡Me gustar´ıa verte!” “¿Qu´e quieres decir?” “Cari˜ no, est´a bien, no me malinterpretes. Sabes que ser´ıa el hombre m´as feliz del mundo si aprendieras a tocar el viol´ın,” dijo, alzando las palmas de las manos en un gesto de inocencia. “Pero me temo que va a ser como cuando empezaste a tocar el piano a los 10 a˜ nos, o la guitarra a los 15, o la flauta a los 17. . . ” “Vale, vale, ya lo capto,” le interrumpi´o Shandala. Odiaba cuando ´el hac´ıa eso. “Mira pap´a, ¿podr´ıas ser un poco m´as comprensivo? Adem´as, eso fue hace mucho tiempo; ya no soy una ni˜ na.” Hubo una pausa. “¿Sabes? Tienes raz´on. Lo siento. Vamos a empezar otra vez.” Agit´o la mano r´apidamente en el aire. “¡Eso es estupendo! ¡Estoy deseando escucharte tocar! Te invito a venir cuando quieras, y a lo mejor podemos tener una sesi´on de improvisaci´on juntos,” dijo sonriendo. CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 36 “¿Qu´e te ha parecido ahora?” le dijo ´el gui˜ nando un ojo. “Mejor,” dijo Shandala convencida, cruzando los brazos y asintiendo. Agradec´ıa sus esfuerzos por aparentar al menos un poco m´as de entusiasmo. Se miraron durante unos instantes y se echaron a re´ır, los dos a la vez. “De acuerdo, pap´a. Me lo merezco. Ya en serio, esta vez va a ser diferente.” “Me alegro de que as´ı sea.” “No te creo.” “Preciosa, me muero por verte.” “Me pasar´e por casa dentro de un mes o as´ı.” “Y yo te estar´e esperando con impaciencia.” “¡Pap´a, te lo digo en serio!” “Yo tambi´en.” “Vale.” “Vale.” “¡Genial!” “Excelente.” “¡Perfecto!” “Maravilloso.” “Si te digo que lo voy a hacer, ¡es que lo voy a hacer! Y yo digo la u ´ltima palabra, as´ı que te dejo, ¡adi´os!” Y eso hizo, despidi´endole con una sonrisa socarrona. “Espera y ver´as, voy a ser una maestra del viol´ın antes de que te des cuenta,” murmur´o, hablando para s´ı misma, sacudiendo la cabeza. CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 37 Se ri´o por lo bajo, pensando en los viejos tiempos que hab´ıan pasado juntos. Desde que era una ni˜ na, ´el hab´ıa descubierto todas las maneras de hacerla gru˜ nir. Aunque tambi´en la hab´ıa querido mucho, y respetaba su libertad y determinaci´on a ser independendiente. Ella sab´ıa que ´el hab´ıa tenido miedo de perderla, aunque nunca se lo hab´ıa dicho. Shandala mir´o hacia donde hab´ıa estado la imagen de su padre hac´ıa un minuto. En ese momento se sent´ıa perdida en un mar de emociones –ilusi´on, expectaci´on, y tristeza–. Sinti´o un arranque de remordimientos. No estaba bien ocult´arselo a su padre. Llam´o otra vez a casa, y la cara de sorpresa de su padre apareci´o delante de ella. “Oye pap´a, te tengo que contar otra cosa.” Shandala sali´o de casa. Anduvo por la calle, mirando alrededor. Sus lentillas le mostraron el camino a la casa de Mari, con todas las opciones para llegar: 12 km, m´as o menos. En una de las rutas ten´ıa que caminar 4 minutos, tomar el metro maglev, y luego caminar otros 8 minutos. O pod´ıa esperar a un veh´ıculo autom´atico que podr´ıa recogerla en 87 segundos, y caminar despu´es 12 minutos. Adem´as hab´ıa una estaci´on de bicicletas a 4 minutos, y tambi´en un nuevo monora´ıl colgante experimental, pero a´ un estaba en la fase de prueba beta, y hoy no le apetec´ıa CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 38 correr riesgos. M´as o menos, todas las rutas eran iguales. Gir´o a la izquierda y fue derecha a tomar el metro –le gustaba andar y encontrarse a gente aleatoriamente por el camino–. Estuvo caminando un rato, sintiendo la brisa fr´ıa en las mejillas, aunque era agradable de todas formas. Hac´ıa un d´ıa soleado. Se detuvo un segundo, dirigiendo su mirada lentamente hacia el Sol. El nanotejido de sus lentes de contacto transform´o su estructura molecular, filtrando el exceso de radiaci´on, adapt´andose de forma din´amica a una exposici´on mayor, hasta que fue capaz de mirar directamente al Sol. Era impresionante. Shandala observ´o la estrella en toda su gloria y enorme potencia, imaginando las mol´eculas de hidr´ogeno del n´ ucleo fusionarse en deuterio y luego helio, emitiendo fotones y otras part´ıculas de alta energ´ıa, que a su vez eran absorbidos y re-emitidos durante millones de a˜ nos hasta que alcanzaban la superficie, para despu´es viajar unos 150 millones de kilometros a trav´es del espacio a la velocidad de la luz, curvados por la energ´ıa y el momento de los planetas, hasta llegar finalmente a la retina. Literalmente, estaba tocando el Sol. Apart´o la mirada de la brillante bola de fuego, justo a tiempo de ver un mensaje avisando en la pantalla de sus lentillas. No era aconsejable exponerse a ese tipo de radiaci´on demasiado tiempo. La nanoestructura de las lentillas solo era fiable durante per´ıodos inferiores a 30 segundos; m´as all´a de esa duraci´on pod´ıa resultar peli- CAP´ITULO 4. ## 1-001 ## 39 groso. La tecnolog´ıa a´ un estaba en la etapa experimental. Unos cuantos meses m´as de prueba y depuraci´on de fallos y podr´ıa devolver sus lentes actuales a cambio de un nuevo par que le permitir´ıa mirar al Sol durante horas si lo deseaba. Cap´ıtulo 5 ## 0-010 ## Mientras iba del trabajo a casa, Tom rumiaba los sucesos del d´ıa. Pens´o en el cabr´on del ascensor de la ma˜ nana, y despu´es en la experiencia traum´atica de conocer al nuevo tipo en la oficina. Una vez m´as, se sent´ıa in´ util, desesperado y derrotado. Para Tom, hab´ıa sido un d´ıa desolador. “¿Qu´e otras desgracias le esperaban?” se pregunt´o. Mientras daba vueltas a estos pensamientos, vio al otro lado de la acera a una chica sentada en el suelo, junto a la pared. Parec´ıa una desgraciada. Sus ropas eran viejas, su pelo largo y desgre˜ nado. Su apariencia era sucia. “¿Qu´e estaba haciendo ah´ı?” pens´o. “Es que no tienen decencia. ¿D´onde estaba la polic´ıa? Ya me he tragado suficiente mierda por hoy, sin tener que mirar esto. 40 CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 41 ¿Qu´e querr´a? ¿Cr´editos? Claro que quiere cr´editos. Pero cualquiera puede sentarse en la jodida calle y pedir limosna. Yo he trabajado duro para llegar adonde he llegado y ser el que soy. Hice mi elecci´on, igual que ella. ¡Que se joda!” La mir´o con disgusto, y empez´o a alejarse. Pero mientras lo hac´ıa, no pudo evitar volverse, desafiante. Tom se dio cuenta de que no hab´ıa indicio alguno de caja, sombrero, o una de esas insulsas fundas de guitarra. No dec´ıa nada, ni estaba pidiendo limosna. Simplemente estaba all´ı sentada, mir´andole. ¡Le estaba mirando! ¿Pero por qu´e? ¿Qu´e cojones quer´ıa? ¿L´astima? ¿Compasi´on? ¿Por qu´e le miraba? Tom se par´o y la mir´o. No solo le estaba mirando. Le estaba estudiando. Con los ojos bien abiertos. Ojos grandes, c´alidos y marrones. Y esos no eran ojos de desamparo. No estaban pidiendo. Eran unos ojos confiados, firmes y decididos. “¡Para de hacer eso! ¡C´omo te atreves! ¡Ni se te ocurra mirarme as´ı!” pens´o Tom, mientras se apartaba de ese escrutinio. “Me est´a mirando con altaner´ıa, ¡con soberbia! ¡A ´ MI!” Inaceptable. Pod´ıa recibir ese trato de sus superiores, esa mirada condescendiente de pertenecer a un rango inferior en La Compa˜ n´ıa, ¿pero esto? Esto era intolerable. “¡¿Qu´e quieres?!” le grit´o Tom. CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 42 La chica ni se inmut´o, y sigui´o estudi´andole. “Toma esto, ag´arralo y l´argate, antes de que llame a la polic´ıa.” Le tir´o unas monedas, la u ´ltima manifestaci´on f´ısica de los omnipresentes “cr´editos”, que aterrizaron en la acera donde estaba sentada, a su alcance. Ella no movi´o ni un m´ usculo; no hab´ıa reaccionado ni lo m´as m´ınimo. Simplemente sigui´o observando a Tom con lo que a ´el le parecieron unos ojos implacables que le juzgaban sin piedad. Le estaba juzgando. ¿C´omo pod´ıa atreverse una chica solitaria y pobre a hacerle semejante cosa? Era indignante. ¡Inaceptable! Se sinti´o devorado por la rabia, acumul´andose hasta sentirse explotar, cu´ando s´ ubitamente su rabia dio paso al miedo. Un miedo que le desgarraba. Tom se percat´o de que esos ojos no le miraban inquisitivos, sino con compasi´on. ¿Compasi´on? ¡¿De qu´e?! Era absurdo. ¿Compasi´on? Tom no pod´ıa creerlo. Estaba paralizado, congelado hasta los huesos. Sus piernas se convirtieron en bloques de cemento, su cabeza se inmoviliz´o, sus manos temblaban de miedo. “¿Por qu´e?” Superaba lo intolerable. Tom no pod´ıa soportarlo. Sus ojos fijos no parpadeaban por tanto tiempo que le parec´ıa imposible. Desesperaci´on. Tom sinti´o que su pecho se oprim´ıa, como si se lo estuvieran aspirando, hasta los intestinos. Not´o que hab´ıa CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 43 dejado de respirar. Trag´o saliva, como si quisiera asegurarse de que hab´ıa algo bajo su t´orax. Boque´o sin aliento, agarr´andose el pecho, apretando las manos contra su cuerpo, como las garras de un animal atrapando su presa. Consigui´o exhalar, al fin, recuperando el aliento pesadamente. Mir´o de nuevo a la chica, despacio. Sus miradas se cruzaron, y Tom cay´o en trance. La calle empez´o a girar, el mundo se deformaba, arremolin´andose como agua sucia siendo absorbida por el desag¨ ue de una ba˜ nera. Sus miembros ard´ıan entumecidos, mientras empezaba a sufrir alucinaciones. Y mientras el mundo giraba en espiral, Tom se sent´ıa caer hacia los ojos de la chica, como si ejercieran un tir´on gravitatorio en todo lo que hab´ıa, inclu´ıdo ´el. El espacio se curv´o, el tiempo se relentiz´o, y todo estaba siendo engullido por esos ojos, hasta que no qued´o nada. Negrura. No hab´ıa ni sonido, ni luz, ni sensaci´on alguna. Nada. Tom se pregunt´o d´onde se hallaba, y c´omo hab´ıa llegado all´ı. No se acordaba de nada, y tampoco estaba seguro de nada. Parec´ıa que todo hubiera dejado de existir. Pero si aquello era cierto, ¿entonces d´onde estaba? No ten´ıa presencia f´ısica, ni cuerpo, nada. ¿Realmente estaba all´ı? ¿Acaso ´el exist´ıa? Intent´o gritar, pero vio que no pod´ıa, como si no tuviera cuerdas vocales. Trat´o de correr, pero el intento fue in´ util. M´as que carecer de cuerpo para moverse, lo que aterr´o a Tom fue la constataci´on de que el CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 44 mero intento era totalmente rid´ıculo: no hab´ıa ‘alrededor’ al que ir. No hab´ıa nada. Sinti´o que lloraba, para darse cuenta enseguida de cu´an absurdo era. Pero adem´as, ¿acaso ten´ıa sentido la noci´on de ‘enseguida’ o ‘lentamente’, cuando el tiempo parec´ıa no transcurrir? La confusi´on inicial en la mente de Tom dio lugar a la desesperaci´on absoluta. ¿Se estaba volviendo loco? ¿Estaba muerto? ¿Iba a seguir as´ı eternamente? ¿Estaba siendo castigado? ¿Por qu´e? Y m´as importante, ¿por qui´en? Interrumpi´o esta cadena de pensamientos desesperados para tratar de averiguar si alguien le odiaba lo suficiente para querer hacerle esto, pero nadie vino a su mente. No solo no pod´ıa pensar en nadie que le odiara, de hecho no pod´ıa acordarse de nadie en absoluto. Ni de una sola persona. ¿Es que no exist´ıa nadie? ¿Es que ´el siquiera exist´ıa? Tom no ten´ıa ninguna respuesta. Pero supo una cosa: estaba solo en el mundo. Total, irrevocable e irremediablemente solo. Transcurri´o una cantidad de tiempo indefinido, si tal concepto ten´ıa sentido donde se hallaba, hasta que el negro silencio se desgarr´o al fin. Una luz t´enue apareci´o a lo lejos. La imagen era imperceptible, pero no pod´ıa resistirse, ten´ıa que averiguar qu´e era. Tras lo que parec´ıa una eternidad en ese vac´ıo, cualquier cosa era suficiente. Cualquier cosa excepto estar solo. La luz estaba cada vez m´as cerca, se empezaba a for- CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 45 mar una imagen, Tom aceler´o, primero apareci´o la pierna izquierda, seguida de la oreja derecha, luego el torso. Aceler´o m´as todav´ıa. Su cuerpo apareci´o gradualmente. Cuando sus pulmones se materializaron, sinti´o la necesidad de respirar, algo que no hab´ıa hecho en mucho tiempo. Tom trat´o de recuperar el aliento, mientras se mov´ıa hacia la tenue luz, pero no hab´ıa aire, ni ox´ıgeno, nada para oxigenar la sangre de su cuerpo. Se cay´o, jadeando en busca del gas inexistente que tendr´ıa que haber estado a su alrededor. “¡Nooo!” grit´o con todas sus fuerzas, escuchando la angustia de su propia voz, y al reflexionar que el sonido necesita un medio para desplazarse, por fin not´o que hab´ıa aire a su alrededor otra vez. Se levant´o, observ´o su cuerpo ahora completo, inhal´o profundamente, mir´o a la luz distante, y empez´o a correr. Corri´o y corri´o, tan r´apido como pod´ıa, sus piernas ardiendo conforme se acumulaba el a´cido l´actico, sintiendo que los pulmones estallaban en llamas. ¡Qu´e dolor! Le dol´ıa todo el cuerpo. Pero era maravilloso. ¡Estaba vivo otra vez! Cuando alcanz´o finalmente la fuente de luz, Tom se derrumb´o en el suelo, exhausto. Recuper´o el aliento, luego se levant´o. Su visi´on era borrosa, pero mientras se acercaba la imagen tom´o forma. Era una casa, con una luz c´alida y amarilla en el interior. Se acerc´o, y vio la puerta delantera. Cuando entr´o en la casa, vio que estaba en la sala de estar, y vio un ni˜ no peque˜ no, sentado en CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 46 el suelo, concentrado haciendo garabatos en una hoja de papel. “Hola,” dijo Tom. “Hola,” respondi´o el ni˜ no distra´ıdamente, sin despegar la mirada de su dibujo. “¿D´onde estamos?” “¿D´onde? ¡Pues en casa!” “No, quiero decir, ¿d´onde est´a esto? ¿D´onde est´a esta casa?” “¿Te gusta dibujar?” “¿Qu´e?” “Te dejo que me ayudes, si quieres; casi he terminado.” Tom mir´o al chico, desconcertado. “Puedes agarrar el azul y terminar el cielo, pero no puedes usar el rojo, porque lo estoy usando yo.” Tom se acerc´o al ni˜ no con cautela, y se sent´o a su lado. Mir´o la hoja de papel y vio el dibujo de la misma casa en la que estaban. Hab´ıa algo que le resultaba extra˜ namente familiar, pero no supo qu´e era. Agarr´o un azul pastel y empez´o a colorear el cielo. Mientras pintaban en silencio, empezaron a llegarle recuerdos del pasado. “¿As´ı que te gusta dibujar?” pregunt´o al ni˜ no. “S´ı, tengo muchos dibujos. Una vez pint´e en la pared, pero mam´a dijo que no deb´ıa hacerlo.” “¿C´omo es mam´a?” CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 47 “Es buena, yo creo. A veces no me gusta cuando me dice que no puedo hacer cosas, pero luego es buena otra vez y vemos pel´ıculas juntos, y me lee cuentos.” “Parece una buena mam´a.” “Luego jugamos con pap´a, me gusta cuando jugamos juntos.” “Tienes suerte de tener unos pap´as tan buenos.” “¿Y tu mam´a y tu pap´a?” “Yo no tengo.” “Jaja, qu´e raro eres. Todo el mundo tiene mam´a y pap´a.” “Pero yo no los recuerdo.” “A lo mejor puedes dibujarlos.” “¿C´omo puedo dibujar algo si no me acuerdo?” “Pues tienes que pensar. Dibujar me hace pensar,” dijo el ni˜ no, “¡Los podemos dibujar juntos!” Mientras pintaban, complementando los trazados que hac´ıa el otro, la imagen de los padres de Tom se hizo m´as y m´as n´ıtida. Al terminar, contempl´o el dibujo, con una sensaci´on de melancol´ıa y amor. El ni˜ no finaliz´o su contribuci´on al dibujo con su firma en la esquina de abajo a la derecha. En ese momento, Tom comprendi´o qui´en era el ni˜ no. Todas las memorias de su vida se agolparon en su cabeza, como alfileres clavados en el cerebro. Empez´o a ver luces oscilando en el centro del dibujo, haci´endose cada vez m´as grandes, expandi´endose hacia fuera, hasta que todo fue engullido por la luz. Y entonces se levant´o. CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 48 Tom estaba de vuelta. Estaba de rodillas en una calle de la ciudad, vestido con traje. Trat´o de recordar qu´e le hab´ıa pasado, pero todo era una laguna. Sin saber cu´anto tiempo hab´ıa estado inconsciente, se levant´o y mir´o a su alrededor para ver si alguien le hab´ıa visto –no quer´ıa poner en peligro su reputaci´on–. Nadie le hab´ıa visto. Se sinti´o aliviado. Cientos de personas pasaban a su alrededor, totalmente concentradas en sus cosas, ajenas a los dem´as. Estaba rodeado de gente, pero solo. Volvi´o a ver a la chica de la calle. No se hab´ıa movido ni un mil´ımetro. Ah´ı estaba, impasible, inm´ovil. Su implante le avis´o de su elevado ritmo card´ıaco, un signo de advertencia apareci´o delante de sus ojos. Ella segu´ıa mir´andole. Se recomienda la liberaci´on de sedantes sin demora. ¡Esos ojos! Estimulaci´on del neurotransmisor ´acido gamma-aminobut´ırico a punto de empezar. Tom estaba perdiendo la cabeza por culpa de esos ojos de a´mbar. Le ven´ıan a la mente dos opciones: tomar la droga, relajarse, y marcharse; o encarar a la chica y castigarla por su insolencia, o peor a´ un, informar a las autoridades. Pero antes de que Tom pudiera tomar la decisi´on, el algoritmo de su implante de La Compa˜ n´ıa detect´o la inestabilidad de su estado mental, y se inici´o el protocolo de seguridad, liberando el f´armaco, sed´andolo y relaj´andolo. CAP´ITULO 5. ## 0-010 ## 49 Sacudi´o la cabeza, confundido. Estaba tranquilo. Tom mir´o hacia el cielo gris, y luego hacia el trasiego de la calle. Pasaba gente con traje de distintas tonalidades grises, todos en silencio y ajenos a los dem´as – demasiado concentrados en el camino invisible que ten´ıan delante como para interesarse en las otras personas–. Se ajust´o la corbata, se volvi´o, y se alej´o de all´ı. Cap´ıtulo 6 ## 1-010 ## En un mes se celebrar´ıa el d´ecimo segundo aniversario del A˜ no de la Civilizaci´on. Hab´ıa por delante grandes fiestas y ceremonias. El a˜ no anterior, record´o Shandala, hab´ıa gozado posiblemente de la mejor fiesta de su vida, y este a˜ no promet´ıa ser todav´ıa m´as espl´endida. Shandala se acerc´o a un Quiosco, donde la gente iba a informarse de ciertos temas. Desde luego, podr´ıa haber recurrido a sus lentillas para adquirir cualquier informaci´on que necesitase, pero los Quioscos proporcionaban una experiencia hologr´afica compartida, en la que la gente pod´ıa interactuar. Eran una buena excusa para socializar. El Quiosco se parec´ıa a un diagrama de agujero de gusano de Schwarzschild –una especie de cilindro vertical, m´as ancho en la base y en la parte superior y m´as 50 CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 51 estrecho en el medio–. Era una representaci´on simb´olica de su funci´on. A base de crear un entorno interactivo sobre cualquier tema, te transportaba, metaf´oricamente, a lugares remotos y extra˜ nos en un instante. Cuando nadie se acercaba, el Quiosco simplemente permanec´ıa inactivo. Pero en cuanto alguien se acercaba, se activaba y le mostraba una lista de sugerencias. Nada m´as hab´ıa que tocar el a´rea deseada de la proyecci´on hologr´afica, o incluso pensar en ella en caso que, como usuario registrado, hubieras dado permiso de acceso a parte de tus pensamientos con ese prop´osito. En suma, ten´ıa m´as o menos las mismas funcionalidades que las lentes de contacto, pero con una diferencia importante. Cuando alguien usaba el Quiosco, era una manifestaci´on p´ ublica de inter´es. Era un poco como decir, “estoy mirando esto, si t´ u tambi´en tienes inter´es, ¡mir´emoslo juntos!” El A˜ no de la Civilizaci´on (tambi´en conocido como “el Gran A˜ no”), alud´ıa al primer a˜ no en la historia registrada en que ninguna persona hab´ıa muerto debido a la falta de acceso a las necesidades b´asicas. El A˜ no de la Civilizaci´on fue un momento crucial para la raza humana, porque todas las naciones. . . – Wikipedia CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 52 Mientras Shandala se acercaba al Quiosco, vio la entrada interactiva sobre el A˜ no de la Civilizaci´on, lo que le trajo muchos recuerdos. Se le ocurri´o pensar en lo diferente que deb´ıa haber sido el mundo hac´ıa unas d´ecadas, cuando sus padres ten´ıan su edad. Despu´es del A˜ no de la Civilizaci´on, todo hab´ıa cambiado. La gente todav´ıa mor´ıa –por supuesto–, pero no debido a su origen, condici´on social o localizaci´on en la que viv´ıa. Mor´ıan de vejez, o porque contra´ıan una enfermedad rara que no ten´ıa cura. A´ un hab´ıa asesinatos, pero con una frecuencia que era o´rdenes de magnitud menor que antes del A˜ no de la Civilizaci´on, haci´endolos estad´ısticamente irrelevantes como causa de muerte. La tasa de suicidios, en cambio, era mucho mayor, pero tambi´en menor que antes del A˜ no de la Civilizaci´on. Cient´ıficos sociales, psic´ologos, y neurocient´ıficos hab´ıan estudiado los casos de suicidio con gran inter´es, y constitu´ıan un a´rea enorme de investigaci´on y discusi´on para la que nadie hab´ıa encontrado muchas de las respuestas (todav´ıa). Los estados nacionales todav´ıa exist´ıan, pero las fronteras eran mayormente culturales desde que las barreras de entrada a cada pa´ıs hab´ıan desaparecido pr´acticamente, puesto que no hab´ıa ninguna regi´on en el mundo que sufriera de pobreza o de alguna forma de privaci´on grave. En realidad, el A˜ no de la Civilizaci´on marcaba el momento en el que la raza humana se convirti´o en lo que pod´ıa razonablemente considerarse ‘civilizada’. CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 53 Algunos propusieron restablecer el calendario a cero en El A˜ no de la Civilizaci´on. Hab´ıan observado que el acr´onimo seguir´ıa siendo igual –a.C. (antes de la Civilizaci´on) y d.C. (despu´es de la Civilizaci´on)–; pero otros aludieron que esto fomentar´ıa la confusi´on. Por eso se sugirieron, a.A.C. (antes del A˜ no de la Civilizaci´on) y d.A.C., dando lugar a A.C. como abreviaci´on universal y evitando (¡la mayor´ıa!) de confusiones. De momento, los documentos oficiales todav´ıa usaban la nomenclatura antigua; pero la nueva tendencia se volv´ıa cada vez m´as popular, y muchos sospechaban que reemplazar´ıa el sistema antiguo de dataci´on en menos de una d´ecada. Al principio, muchos pa´ıses reclamaron su propio A.C., siendo los primeros en Europa y Asia, seguidos de Am´eri´ ca del Sur y Africa, mientras los pa´ıses de Am´erica del Norte quedaron entre los u ´ltimos en lograr el objetivo. “¡Ven, amiga!” grit´o la ni˜ na peque˜ na desde el Quiosco, saludando a Shandala. Hab´ıa dos ni˜ nos peque˜ nos en el Quiosco, de unos cuatro o cinco a˜ nos, calcul´o Shandala, y parec´ıan hermanos. “¡Claro! ¿Est´as mirando la historia del A.C., verdad?” “¡La fiesta!” grit´o el ni˜ no, con una sonrisa p´ıcara. “Faltar´ıa m´as, eso tambi´en,” respondi´o Shandala, devolvi´endole la sonrisa. “¿C´omo es, amiga?” pregunt´o la ni˜ na peque˜ nita. “Oh, bueno,” Shandala esper´o un segundo, pregunt´andose si podr´ıa compartir sus recuerdos con los ni˜ nos mediante Direct Mental Access (DMA). Pero en ese momento, CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 54 por alguna raz´on, solo le llegaron los recuerdos m´as embarazosos, del tipo que te gustar´ıa mantener privados, o quiz´a compartir con tu mejor amigo, o amante. Desde luego, no era apropiado para ni˜ nos peque˜ nos, pens´o. “Jaja, podr´ıamos ver algunos v´ıdeos e intentar´e acordarme de algunas an´ecdotas por el camino,” dijo Shandala, en tono de disculpa, sonroj´andose. Los tres navegaron a trav´es del repositorio de v´ıdeos, fotos y memorias p´ ublicamente accesibles que la gente hab´ıa querido compartir con el resto del mundo (y que eran apropiadas para que los ni˜ nos pudieran acceder a ellas mediante DMA). Shandala a˜ nadi´o un toque personal a algunas cosas que recordaba, cont´andoles c´omo hab´ıa sido para ella cuando era una ni˜ na, y cu´an deseado y maravilloso hab´ıa sido para ella cada a˜ no. Los dos ni˜ nos se sintieron cautivados por su personalidad y su encanto genuinos, y no paraban de hacerle preguntas. “Oye, amiga, ¿qu´e hac´ıa la gente antes del A.C.? Quiero decir, ellos ten´ıan d´ıas con fiestas, ¿verdad?” pregunt´o el ni˜ no. “Claro que ten´ıan. Las llamaban vacaciones; en ingl´es, ‘holidays’.” “¿‘Holidays’ ? ¿Qu´e es ‘holi’ ?” “Jaja, ‘holi’ no. ‘Holy’. Significa sagrado, y sagrado significa dedicado, dedicado a un dios o a alg´ un prop´osito religioso.” “Ah, s´ı, religi´on. Yo he le´ıdo eso,” dijo orgullosa la ni˜ na. CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 55 “Entonces ¿‘holy-days’ eran siempre religiosos?” pregunt´o el ni˜ no. “No, no siempre. Algunas lo eran, pero hab´ıa muchas derivaciones e influencias. De hecho, ellos llamaban ‘holidays’ a los d´ıas en que no iban a trabajar, aunque no tuvieran nada de sagrado. Es un poco raro.” “Eso no parece l´ogico. Y d´onde est´a esa ciudad, Trabajar; ¿y por qu´e la gente iba all´ı?” pregunt´o el ni˜ no otra vez, extra˜ nado con su explicaci´on. “No, no, ¡‘trabajar’ no es el nombre de una ciudad!” “Es un pa´ıs, ¡tontito! No sabes nada,” dijo la hermana del ni˜ no. “No, tampoco es un pa´ıs. Es. . . ” Shandala se atasc´o. Sab´ıa lo que era trabajar –sus padres le hab´ıan contado que la gente iba a trabajar antes de que ella naciese, hab´ıa escuchado esas historias, y tambi´en hab´ıa visto pel´ıculas antiguas en las que la gente hac´ıa eso–. Pero ella nunca lo hab´ıa experimentado, y resultaba dif´ıcil imaginar la vida a.A.C.. “En esos d´ıas, la gente no pod´ıa vivir la vida como hacemos nosotros. Ten´ıan que, podr´ıa decirse, justificar su existencia, haciendo alguna tarea cada d´ıa, fabricando objetos f´ısicos u ofreciendo un servicio.” “¿Qu´e quieres decir?” “Bueno, imagina que tienes hambre y te gustar´ıa comer algo. En esos tiempos, t´ u no pod´ıas agarrar algo del jard´ın m´as cercano o ir al centro de distribuci´on y tomar lo que necesitases. Ten´ıas que intercambiarlo por CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 56 una cosa que se llamaba dinero, que te la daban cuando trabajabas.” “¡Oye! ¿Qu´e pasaba si ten´ıas hambre y no ibas a trabajar?” exclam´o la ni˜ na peque˜ na. “Mucha gente mor´ıa de hambre en aquel entonces.” Shandala explic´o con seriedad, muy consciente de lo chocante y perverso que eso les iba a parecer a los ni˜ nos. “¡Eso es una locura!” exclam´o la ni˜ na, m´as sorprendida que molesta. “A no ser que trabajaras y ganaras dinero. A eso se le dec´ıa ‘tener un empleo’,” dijo Shandala, anticipando que tendr´ıa que explicar el significado de la palabra ‘empleo’ tambi´en. “¿Entonces que hac´ıa la gente con este empleo?” “Muchas cosas. Hacer veh´ıculos, o vender cosas. . . ” “¿Qu´e es vender?” pregunt´o la ni˜ na. “Ah, es verdad,” dijo Shandala, que empezaba a darse cuenta, por primera vez, de lo dif´ıcil que era explicar la vida a.A.C. a alguien que no ten´ıa los conceptos de las ya anticuadas formas de organizaci´on social, “es intercambiar algo por otra cosa. C´omo te dir´ıa. . . imagina que pintas algo.” “¡Me encanta pintar!” grit´o el ni˜ no. “S´ı, a m´ı tambi´en,” dijo Shandala, contenta de obtener una reacci´on positiva, “Vale, entonces cuando pintas un cuadro, ¿luego qu´e haces?” “Lo guardo. Lo pongo en mi habitaci´on,” dijo el ni˜ no tan tranquilo. CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 57 “¡Se lo doy a mam´a!” dijo la ni˜ na con una sonrisa radiante, contenta de poder seguir la conversaci´on. “Vale, pero si pintar es tu empleo, no lo puedes guardar o regalar. Intentar´ıas cambi´arselo a alguien por otra cosa, y esa cosa era dinero. Con dinero, pod´ıas ir a un centro de distribuci´on, que se llamaba ‘tienda’, y conseguir comida, o lo que sea.” “Parece demasiado complicado. ¿Por qu´e no se saltaban la parte del intercambio y se lo daban a quien lo quisiera? ¿Y para qu´e quer´ıa la tienda dinero? ¿Era como energ´ıa? ¿Pod´ıas plantar comida con ´el?” “No, era un trozo de papel, o n´ umeros en una cuenta digital.” Los dos ni˜ nos se miraron, haciendo caras. “Eso s´ı que es una tonter´ıa,” dijo la ni˜ na peque˜ na, al rato. “Bueno, de hecho no. Ver´as, en aquel entonces no hab´ıa la abundancia que tenemos ahora, y las cosas no estaban disponibles para todo el mundo de la forma que lo est´an hoy en d´ıa para nosotros. Si alguien descubr´ıa algo, su primera preocupaci´on era asegurarse de que pod´ıa ganar dinero de alguna manera con ello. Les preocupaba mucho que otras personas pudieran sacar ventaja, al menos hasta estar seguros de poder generar ganancia para ellos mismos. Incluso pagaban dinero a otras personas para que se encargaran de garantizar que nadie se aprovechara de los nuevos conocimientos sin pagar por ello; y, aunque parezca absurdo, para asegurarse de que la socie- CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 58 dad misma reconociera su descubrimiento –una idea un poco rid´ıcula si lo piensas, dado que ‘su descubrimiento’ depend´ıa enteramente del conocimiento y los descubrimientos de otros miles de personas–.” “¿Pero qu´e pasaba si otros lo necesitaban y no ten´ıan acceso? ¿Y qu´e pasaba si otros quer´ıan jugar con esa idea y mejorarla?” pregunt´o el ni˜ no, con expresi´on seria y desconcertada. “Bien, en aquel entonces no pod´ıan. Es un poco complicado,” dijo Shandala, algo cansada de intentar explicar el tipo de organizaci´on social de la era a.A.C. a estos ni˜ nos que obviamente consideraban los viejos conceptos como extra˜ nos y raros. “¡Jami, Milos!” Shandala se volvi´o para ver a un hombre alto, atl´etico, y guapo que se les acercaba. “Lo siento, estaba consiguiendo unos helados. ¿Te molestaron?” pregunt´o en tono de disculpa. “¡No! Claro que no. Son maravillosos.” “Ni˜ nos, ¿hab´eis atormentado a esta pobre chica con vuestras preguntas?” dijo mirando a los ni˜ nos con una sonrisa. Estaba orgulloso de lo listos que eran y de su esp´ıritu curioso, pero no daba por sentado que cualquier adulto quisiera recibir de buena gana las preguntas interminables con que le bombardeaban a ´el cada d´ıa. “¡Oye!” gritaron los dos ni˜ nos con sorpresa, ofendidos de que su pap´a pensase que esta se˜ nora tan interesante pudiera no haber disfrutado hablando con ellos tanto como a ellos les parec´ıa. CAP´ITULO 6. ## 1-010 ## 59 “Jaja, estoy bromeando,” dijo el pap´a, gui˜ na´ndoles el ojo amistosamente. “Aqu´ı est´an vuestros helados. ¿D´onde quer´eis ir ahora?” “Gracias por echarles un ojo,” dijo, volvi´endose a Shandala con una sonrisa. Y con eso se marcharon. Shandala mir´o a los dos ni˜ nos caminando junto a su padre, gritando ideas acerca de lo que les gustar´ıa hacer a continuaci´on, y se pregunt´o c´omo ser´ıa tener ni˜ nos suyos. Pensando en eso, mir´o al cielo l´ımpido, perdi´endose en la inmensidad. Cap´ıtulo 7 ## 0-011 ## El aire estaba fr´ıo y seco en la calle. Tom se sinti´o aliviado cuando lleg´o al veh´ıculo, sabiendo que pronto estar´ıa en casa. Abri´o la puerta. Se imagin´o lo que har´ıa: sentarse a ver algo para olvidar el d´ıa horrible que hab´ıa tenido. Solo ten´ıa que llegar al complejo –y ya casi–, tomar el ascensor, dar unos pasos m´as y. . . ¡el ascensor! “¡No!” Era precisamente la hora del d´ıa cuando los de su categor´ıa volv´ıan de trabajar. No pod´ıa arriesgarse por nada del mundo a regresar a la misma hora que Robert, el tipo de la planta 87. “Apostar´ıa lo que fuera a que me est´a esperando.” Tom sab´ıa lo que pasar´ıa. Se encontrar´ıa a ese cabr´on, y no ser´ıa capaz de suprimir su respuesta emocional. Entonces, el implante m´as avanzado de ese bastardo de Oxford traducir´ıa sus reacciones hasta el menor detalle, y 60 CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 61 Tom le revelar´ıa sus fracasos una vez m´as. Se estremeci´o al pensarlo. Tom no ser´ıa capaz de controlarse. Perder´ıa el control, agarrar´ıa al ingl´es hijo de perra por la garganta, y le romper´ıa el cuello. Parec´ıa extremo, pero se sent´ıa como si su propia vida estuviera amenazada por aquellos m´as capaces que ´el. Y en el micro-mundo corporativo de competitividad feroz en el que trabajaba, estaba en lo cierto. ¿D´onde acabar´ıa sin su trabajo? Eso era impensable. Una combinaci´on t´oxica de miedo, envidia, y resentimiento, hab´ıa engendrado en su interior una furia asesina que le hab´ıa transformado en una amenaza p´ ublica. Nunca se hab´ıa considerado una persona propensa a la agresi´on f´ısica, y miraba con desd´en y repulsi´on los informativos cada vez m´as comunes de violencia en las oficinas que mostraban los telediarios. Pero ahora empezaba a sentir empat´ıa por los autores de tales actos. No es que lo que hicieran fuera correcto, ¿pero qui´en pod´ıa culparles por comportarse de esa manera tras ser explotados sin piedad por la compa˜ n´ıa donde trabajaron durante a˜ nos para que al final se les ense˜ nara la puerta en cuanto un nuevo adelanto o un colega m´as capaz los hac´ıa innecesarios? ¿Y qui´en pod´ıa culparle si hac´ıa lo mismo? Todos ten´ıan un l´ımite. Especialmente cuando los cabronazos alardeaban de su superioridad delante de ti. Pero por mucho que deseara darle rienda suelta a su rabia, tambi´en le reconfortaba saber que, antes de que eso sucediera, los sensores en su cerebro revelar´ıan sus CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 62 intenciones hostiles y empezar´ıan a liberar los sedantes necesarios para suprimirlos. “No, no pod´ıa dejar que as´ı fuera.” pens´o con sombr´ıa determinaci´on y amargura. Burlar´ıa el circuito de seguridad con sus pensamientos, concentr´andose en la tarea que ten´ıa delante –¡matar al cabr´on hijo de perra!–. Se hab´ıa ganado el derecho a vengarse del mundo que le hab´ıa tratado tan mal, y nadie ni nada le desviar´ıa de su objetivo. Pero sab´ıa que no era posible. Un microsegundo despu´es de su rechazo voluntario de los sedantes, la alarma avisar´ıa. Ser´ıa inmovilizado inmediatamente por el nanochip de SafeTech de La Compa˜ n´ıa que ten´ıa instalado en su cerebro, dando a las autoridades el tiempo necesario para apresarlo, despojarlo de sus posesiones e implantes, y expulsarlo a las afueras de la ciudad, junto con el resto de la escoria humana que viv´ıa all´ı. Tom sinti´o escalofr´ıos al pensarlo. Sacudi´o la cabeza, buscando otras opciones. Las impresiones del d´ıa pasaron por su mente. La mortificaci´on al salir del apartamento. La humillaci´on que sinti´o en el trabajo. La afrenta de la chica de la calle. Era como si todo conspirara contra ´el. Su autoestima, la u ´nica raz´on de su existencia, estaba siendo atacada, cuestionada. Y estaba asustado y devorado por la rabia. ¿C´omo pod´ıa superarlo? Necesitaba desahogarse. Algo que le hiciera olvidar sus miedos y preocupaciones, aunque fuera transitoriamente. ¡Sexo! Hab´ıa funciona- CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 63 do en otras ocasiones y funcionar´ıa ahora tambi´en. El pensamiento se tradujo en su implante cerebral, que empez´o a proporcionarle estimulaci´on neuroqu´ımica adicional mientras su mente herv´ıa con pensamientos er´oticos . Subiendo los niveles de testosterona. Solo hab´ıa una manera de recuperar su estatus. El pensamiento de reafirmarse sexualmente lo llen´o de br´ıo. No era la sensaci´on reconfortante y feliz de alguien que sabe que ha hecho algo bien. Era m´as bien una sensaci´on primitiva de haber satisfecho los instintos animales de uno. Aumentando la excitaci´on sexual. Liberando m´as norepinefrina. Se apresur´o hacia el coche sin pens´arlo dos veces. Ya era hora de cazar. El veh´ıculo par´o. Tom estaba recostado, repasando sus opciones en el implante retinal. Hab´ıa 787 personas en el club en ese instante, 312 chicas, el 78 % estaban fuera de su rango de requisitos. Eso dejaba 68 potenciales candidatas. Entre ellas, El Sistema identific´o un 12 % CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 64 como buenos partidos –solo 8 chicas– y eso asumiendo que Tom estuviera en su mejor momento. Volvi´o la cabeza, mirando hacia la entrada del club, y respir´o hondo. Dada su actual condici´on psico-fisiol´ogica, El Sistema estimaba que ten´ıa m´as de un 50 % de probabilidad de ´exito solo con tres de ellas, como mucho. “Aumenta la liberaci´on de hormonas sexuales,” dijo. Atenci´on: aumentando niveles de adrenalina, testosterona y norepinefrina. Sinti´o la lujuria apoderarse de su cuerpo, la sangre fluyendo m´as deprisa, llevando ox´ıgeno al cerebro. “Ok. ¡Vamos!” March´o hacia la entrada. Dos hombres gigantescos escoltaban la puerta, vestidos con traje negro. Eran de la misma estatura, tama˜ no, y probablemente de la misma apariencia – aunque era dif´ıcil asegurarlo ya que eran tan altos que apenas pod´ıa verles la cara. El implante retinal le mostr´o a Tom una estimaci´on de la fuerza que ten´ıan y su velocidad de reacci´on, por si acaso pasaba algo. Los niveles estimados no pod´ıan compararse a los suyos, o a los de ninguna persona normal. De hecho, podr´ıa decirse que los dos gigantes ni tan siquera eran humanos. Eran soldados dise˜ nados gen´eticamente, guardianes nocturnos con ADN programado, serviles a sus superiores pero despiadados con los alborotadores. Pod´ıan aplastarte el cr´aneo CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 65 con una mano antes de que asestaras el primer golpe. Pelearse con alguien en el club no era una opci´on. Cualquiera pensar´ıa que tal demostraci´on de fuerza bruta era innecesaria en la era de los detectores emocionales, los algoritmos que predec´ıan las intenciones, y los nanorobots implantados en cualquiera que perteneciese a El Sistema. Pero las cosas no son siempre l´ogicas, ni simples. La gente todav´ıa se aferraba a la idea de algo llamado “libre albedr´ıo”. Aunque nadie explicara nunca qu´e era exactamente, o c´omo era posible, o qu´e sentido ten´ıa. Las condiciones en las que los ni˜ nos crec´ıan y se educaban estaban estrictamente controladas, al igual que su dieta, su entorno, y los est´ımulos sensoriales. La manipulaci´on gen´etica y los an´alisis ps´ıquicos proporcionaban mapas de los comportamientos esperados de la gente, y eran actualizados mediante algoritmos constantemente. De hecho, la precisi´on de tales m´etodos era tan exacta que cualquiera en su sano juicio estar´ıa empezando a cuestionarse qu´e elecciones supuestamente ten´ıa la gente que hicieran honor a ese “libre albedr´ıo”. Ciertos circuitos pod´ıan intervenir f´acilmente en cuanto la urgencia pasara cierto umbral, simplemente apagando algunas ´areas del cerebro temporalmente, o bloqueando el flujo de adrenalina o liberando f´armacos que bloquearan la actividad neuromuscular. Todo eso estaba al alcance, t´ecnicamente hablando. Sin embargo, muchos intelectuales se pasaban la vida pontificando sobre la importancia de dejar a la gente disfrutar de su “libertad para elegir”. CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 66 Era un pensamiento reconfortante, aunque ilusorio. La ilusi´on se hac´ıa m´as patente ante la realidad de que La Compa˜ n´ıa de hecho apagaba ciertas funciones de tu cerebro en circunstancias especiales, por ejemplo cuando las autoridades estaban muy lejos para intervenir. Como Tom estaba ahora en un espacio p´ ublico, los porteros ten´ıan que estar ah´ı. Pas´o entre ellos al entrar al club, y la m´ usica alta electr´onica le envolvi´o mientras caminaba. Inmediatamente vio un grupo de tres chicas. Eran mucho m´as que bellas. Las mir´o con deseo animal, y ley´o su coeficiente en el implante retinal. La inferior de las tres estaba 23 puntos por fuera de la curva de campana de su rango de probabilidad, o “fuera de su liga”, como se sol´ıa decir antes. No era por tanto extra˜ no que ninguna de las tres diera la menor indicaci´on de estar interesada. De hecho, ni siquiera le vieron pasar. Era como si no existiera. “Esas chicas pueden oler a un perdedor desde 50 metros de distancia,” pens´o. Y no era una met´afora. Los cient´ıficos hab´ıan demostrado tiempo atr´as que los niveles de baja autoestima o los sentimientos de impotencia causaban un olor caracter´ıstico muy d´ebil, pero que al fin y al cabo era un compuesto qu´ımico que pod´ıa detectarse mediante los implantes m´as avanzados. Y las chicas m´as hermosas ten´ıan obviamente los mejores implantes, se daba por supuesto. El acceso a la tecnolog´ıa m´as avanzada estaba directamente relacionada con la riqueza, la apariencia, y la inte- CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 67 ligencia. Si nac´ıas en una familia rica, pod´ıa barajarse la terapia g´enica, la aumentaci´on cognitiva, y el realzamiento de la condici´on f´ısica; mientras el resto de la humanidad ten´ıa que pelearse por las sobras y competir con una tecnolog´ıa m´as primitiva. Y una vez que contabas con esas ventajas, pod´ıas aumentar tu riqueza a´ un m´as. Era un ‘c´ırculo virtuoso’ mediante el que pod´ıas mejorar tu condici´on f´ısica y tu estatus social exponencialmente, d´ıa a d´ıa, si estabas en el lugar adecuado de la l´ınea de salida; pero ca´ıas en espiral hacia abajo inevitablemente si eras lo suficientemente desafortunado de nacer en el sitio equivocado. Tom camin´o por el club, ignorado por todas las mujeres a las que se sent´ıa sexualmente atra´ıdo, y a su vez ignorando a las mujeres con niveles inferiores que estaban lo bastante desesperadas para darle una oportunidad. La m´ usica alta le golpeaba en el pecho como una maza, las luces estrobosc´opicas lo cegaban, los olores lo atra´ıan en todas direcciones, desorient´andolo; era una jungla de deseo, lujuria, y estatus. Hab´ıa cientos de posibilidades, avisos y sugerencias en su implante retinal; y cada uno ten´ıa que ser procesado en microsegundos. La m´as m´ınima vacilaci´on o movimiento en falso pod´ıa debilitar su posici´on y disminuir su probabilidad de ´exito. Mientras paseaba por el club, su implante barajaba todas las opciones posibles, simul´andolas a cada iteraci´on y en cada permutaci´on, rastreando el objetivo o´ptimo. Todos el mundo hac´ıa lo mismo. Si llegabas al otro extremo CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 68 de la sala sin haber tenido alguna interacci´on, o recibido alguna indicaci´on de inter´es, tu estatus ca´ıa dram´aticamente. Dicho eso, ser rechazado de plano era mucho peor. Cualquier evento era visible por cualquiera, para ser registrado de forma permanente en los implantes de memoria si lo deseaba. Tom lo sab´ıa muy bien. No quer´ıa arriesgarse demasiado, pero tampoco quer´ıa regresar a casa con las manos vac´ıas. Estaba en una posici´on muy delicada. Si rebajabas tus est´andares y aceptabas la invitaci´on de alguien con un coeficiente menor, aumentabas su puntuaci´on a costa de la tuya. Si apuntabas muy alto, te arriesgabas a ser rechazado. La estrategia ´optima era encontrar a alguien con un coeficiente ligeramente superior, y de alguna forma impresionarla lo suficiente como para hacerte deseable. Hab´ıa cierto grado de incertidumbre, que hac´ıa que tu puntuaci´on oscilara dependiendo de varias variables; si estabas en tu mejor momento hab´ıa esperanza de tener una oportunidad con alguna, lo que te permitir´ıa ganar puntos en la escala. Tom no se sent´ıa en la c´ uspide aquella noche, ni mucho menos, y lo sab´ıa. Pero no iba a dejar que eso afectara el resultado –necesitaba este desahogo, y sobre todo quer´ıa dar rienda suelta a su ego herido–. Concentr´o cuanto pudo sus esfuerzos y recursos, procesando miles de est´ımulos por segundo, tratando de controlar su postura, expresi´on facial, los gestos de sus manos, e incluso algunos tics musculares casi imperceptibles (los u ´ltimos con la ayuda de un dispositivo). Se abri´o camino a trav´es de CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 69 un torrente de informaci´on visual, olores, sabores, y miradas, a cada minuto, pero le faltaba tiempo, y ten´ıa que adquirir un objetivo pronto. De otro modo, sus energ´ıas y concentraci´on le traicionar´ıan antes de hacer su jugada. “¡La encontr´e!” pens´o ´el. Tom hab´ıa visto a la chica que quer´ıa. Estaba cerca del bar, con un vestido de nanofibra blanco de dos piezas, que cambiaba de tonalidad mediante ‘feedback’ gracias a biosensores crom´aticos. Pas´o a su lado, como si no fuera v´ıctima de su cuerpo voluptuoso y atl´etico. “Opciones, estrategia, detalles. . . ¡concentraci´on! Necesito una introducci´on,” se dijo a s´ı mismo. “No esperaba ver a una bio-artista aqu´ı,” dijo en voz alta, mientras se le acercaba, sin mirarla directamente. “¿C´omo lo sabes?” pregunt´o, mir´andole precavida. “Vestido inspirado en ‘feedback’ biol´ogico crom´atico, era f´acil saberlo,” dijo como si nada, intentando desesperadamente parecer interesante y sofisticado. “Hmm,” respondi´o de forma aburrida. “Tatuaje laminar en tu brazo izquierdo, dir´ıa que de unos 4mm de ancho, con nano-tinta, que probablemente cambia de estructura cada semana. Las ligeras imperfecciones en la limpia piel de alrededor sugiere que se ha transformado varias veces anteriormente, dir´ıa que unas 19. Es m´as que un s´ımbolo de estilo. Es una forma de vida para ti,” dijo, convencido de que si no lograba impresionarla pronto, su probabilidad de ´exito se derrumbar´ıa. CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 70 “¿C´omo sabes que las imperfecciones no son naturales?” pregunt´o, mir´andole a la defensiva. “El resto de tu piel, por lo que veo, es perfecta. Est´a gen´eticamente dise˜ nada, o has recibido un nano-tratamiento, o ambos. Si hay una imperfecci´on, significa que t´ u quieres que este ah´ı.” Se movi´o hacia ´el, ligeramente intrigada. “¿Y por qu´e querr´ıa hacer eso, Mr. Deductor?” “No s´e, ¿para que alguien como yo se d´e cuenta?” dijo, sonriendo esperanzado. La chica mir´o a Tom con intensidad. Sab´ıa que su implante le estaba inspeccionando de arriba a abajo. Los n´ umeros no jugaban a su favor, su u ´nica oportunidad era aprovechar sus emociones. “Aparenta ser decidido. Divertido. Interesante. Tienes que llev´artela esta noche,” se dijo a s´ı mismo, mientras ella continuaba escane´andole. “Quiz´a s´ı. Quiz´a no. Buena suerte, Sherlock,” dijo sarc´asticamente, y´endose hacia la pista de baile. Mientras le dejaba, Tom sinti´o como un golpe en el pecho. Sus niveles cayeron dram´aticamente, y le entr´o el p´anico. Mir´o la lista de aumentos cognitivos y f´ısicos disponibles para ´el. Perfecto tono de voz, 12.000 cr´editos. No se lo pod´ıa permitir, por poco. En cualquier caso, habr´ıa llevado una semana para ser efectivo, y lo necesitaba ¡AHORA! No hab´ıa ninguna posibilidad de tener otra oportunidad esa noche, y desde luego no en ese club. ¡Que le CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 71 jodan! Huy´o hacia la puerta, sin mirar a nadie. Tom se detuvo al llegar a su veh´ıculo para mirar su reflejo en la ventana. Pens´o en sus otras opciones, quiz´a en otro club, o un bar, o quiz´as. . . no. Se dio cuenta de la inutilidad de su situaci´on, vi´endose a s´ı mismo como el triste perdedor que realmente se sent´ıa ser en sus entra˜ nas en ese momento. ¿Para qu´e intentarlo? No iba a funcionar. Era obvio. La presi´on que sent´ıa en el pecho se hizo m´as fuerte. Trat´o de razonar qu´e es lo que estaba pasando, y qu´e pod´ıa hacer al respecto. De repente, su vida carec´ıa de sentido. Se sent´ıa d´ebil, derrotado. Pens´o en aquella chica de la calle. Una oleada de rabia invadi´o su mente y su cuerpo, seguida inmediatamente de un arranque de orgullo. Lo que hab´ıa pasado ese d´ıa era malo, s´ı, pero al menos todav´ıa ten´ıa dignidad. No se iba a convertir en una inmundicia. Antes prefer´ıa morir. La idea le hizo estremecerse. ¿C´omo hab´ıa desembocado en esto? Su mente vol´o a tiempos pasados; tiempos en los que hab´ıa aspirado con esperanza a una vida profesional y a una relaci´on exitosa. Cerr´o los ojos por un momento y se permiti´o una d´ebil sonrisa. Pero esos sentimientos agradables se vieron interrumpidos brutalmente por la imagen de John, la nueva estrella de la oficina, sonriendo con suficiencia, como haci´endole ver su capacidad para dejarlo inservible en menos de nada. Y despu´es de eso la visi´on de la mujer del club con el vestido de nanotejido blanco, quit´andoselo de encima como el bulto CAP´ITULO 7. ## 0-011 ## 72 in´ util y sin valor que era. “¿Y todo para qu´e? En serio, ¿para qu´e mierda serv´ıa todo esto?” se pregunt´o. Ya no pod´ıa seguir con esta vida de miedo, lucha y frustraci´on. ¿Para qu´e? ¿Cu´al era el motivo? Necesitaba un desahogo. Algo para olvidarse de toda esa mierda. Retrocedi´o del veh´ıculo, y un pensamiento cruz´o su mente. Las afueras. Cap´ıtulo 8 ## 1-011 ## Shandala se hallaba en frente de la casa de Mari. La casa carec´ıa de vallas o barreras. Las flores, la hierba y las plantas cubr´ıan cada metro cuadrado. Todo lo que se ve´ıa era una explosi´on de colores, y el olor de la vegetaci´on era embriagador. Ni siquiera se ve´ıa la pared de la casa, y por eso no era f´acil adivinar d´onde terminaba el jard´ın y d´onde empezaba la casa. Parec´ıan la misma cosa. Si no fuera por las ventanas y los paneles solares del tejado, nadie adivinar´ıa que all´ı hab´ıa una casa. Shandala se quit´o los zapatos, los agarr´o, y fue hacia lo que parec´ıa una entrada. En cuanto se acerc´o, unos sensores incorporados en el ambiente circundante la reconocieron y se abri´o la puerta (si es que se pod´ıa llamar as´ı). No pudo entrever ning´ un dispositivo mec´anico, y sin embargo la casa parec´ıa tecnol´ogicamente m´as avan73 CAP´ITULO 8. ## 1-011 ## 74 zada incluso que la suya. Era la combinaci´on perfecta de flora, fauna, y tecnolog´ıa, maravillosamente integradas. Toc´o la pared, acariciando las delicadas hojas perfectamente h´ umedas de una planta trepadora. Todo lo que ve´ıa era el resultado de un red de sensores y algoritmos cuidadosamente programados que eran adaptativos –a la par que las plantas, los animales y el suelo– y proporcionaban la cantidad adecuada de nutrientes y agua; todos trabajaban juntos, sin´ergicamente, d´andose la mano. En ese momento se percat´o de que eran, de hecho, indistinguibles –la misma cosa–. En la abertura, entre las hojas verdes, apareci´o una cara. Unos labios rojos sonrieron y, despacio, se posaron delicadamente en los de Shandala. Se besaron tierna y largamente. Shandala dud´o un poco al principio. Mari era dulce y suave, pero su presencia era cautivadora. Shandala sent´ıa una atracci´on que no pod´ıa describir. Estaba casi segura de que Mari apenas la hab´ıa tocado, pero era como si algo estuviera tirando de ella con una fuerza irresistible. De todas formas, no quer´ıa resistirlo. Se sent´ıa perdida en sus brazos, acariciada, y amada, envuelta en belleza y placer. Tras un per´ıodo de tiempo que no pudo cuantificar, Shandala y Mari se separaron. Se miraron una a la otra, luego Mari la tom´o de la mano y tir´o de ella suavemente. “Ven,” dijo Mari con voz baja. Entraron en su casa, a una sala resplandeciente, y se sentaron en dos almohadas grandes situadas en el suelo. CAP´ITULO 8. ## 1-011 ## 75 Mari hab´ıa estado fuera durante tres meses. ¿En qu´e lugares hab´ıa estado? ¿A qui´en hab´ıa conocido? ¿Qu´e experiencias hab´ıa vivido? Shandala herv´ıa de deseo y anticipaci´on. Lo quer´ıa saber todo. Mir´o a Mari con ojos curiosos, y mientras iba a pronunciar una palabra, un mensaje apareci´o en sus lentes de contacto. DMA, Direct Memory Access. En pocas palabras, DMA permit´ıa a dos o m´as personas conectar sus mentes. Era sin lugar a dudas la mejor manera de intercambiar recuerdos, experiencias, sabores, olores, y casi cualquier cosa en realidad. Con DMA, la gente pod´ıa evitar la frustraci´on de no poder hacerse entender, o la sensaci´on de no encajar cuando no lograban explicar algo que sent´ıan en su interior, pero que no pod´ıa expresarse en palabras. Pero era mucho m´as que eso: DMA implicaba que cuando quer´ıas compartir tus memorias con alguien, dejabas de existir como una entidad individual. La gente pod´ıa elegir el nivel de acceso que quer´ıa compartir. Era una escala logar´ıtmica, con 0 el menor, y 10 estando pr´oximo al acceso completo. La mayor´ıa se sent´ıa a gusto con 2 o 3, incluso 5 entre buenos amigos, y 6 o 7 para amantes apasionados. 10 era impensable, y de hecho posiblemente peligroso. A nivel 10, uno pod´ıa perderse en la otra persona, y las personalidades fundirse. En general, el efecto duraba algunos d´ıas, pero en CAP´ITULO 8. ## 1-011 ## 76 algunas personas los cambios pod´ıan ser m´as duraderos, o incluso permanentes en los casos m´as extremos. DMA era la mejor conexi´on concebible entre dos personas. Shandala mir´o a Mari, atrapada en sus insondables ojos verdes. Se miraron durante largo rato, congeladas, hasta que observ´o el nivel al que Mari quer´ıa compartir con DMA. ¡Estaba pensando en siete! ¡Siete! ¡Galaxia! Jam´as hab´ıa accedido a la mente de alguien con tal profundidad. “¿Est´as segura?” Shandala pregunt´o. Quer´ıa hacerle ver que comprend´ıa cu´an importante deb´ıa ser para Mari compartir a ese nivel, pero su sonrisa anhelante delataba que solo iba a aceptar una respuesta. Mari lo confirm´o sin dudar. Shandala sonri´o ampliamente. Cerrando los ojos, inhal´o profundamente, y acept´o la conexi´on. Su cuerpo se entumeci´o, y se recost´o suavemente sobre la almohada que ten´ıa debajo. Hubo una confusi´on de sonidos, chispazos de luz, im´agenes y olores que eran demasiado impredecibles para que tuvieran sentido. Era el caos. Su conectoma neuronal, el conjunto de todas las sinapsis de su cerebro, estaba tratando de sincronizarse con el de Mari. El ruido se hizo m´as y m´as alto, era desorientador y doloroso. Intent´o abrir los ojos. Nada. Se toc´o los o´ıdos, como tap´andoselos para prevenir el ruido insoportable. No pod´ıa mover ni un solo miembro, estaba paralizada. Su coraz´on empez´o a latir aceleradamente, comenz´o a hiperventilar, le falt´o el aliento, hasta que. . . CAP´ITULO 8. ## 1-011 ## 77 un aviso apareci´o en una imagen mental. ¿Abortar la conexi´on? El circuito de seguridad se activ´o. Si hubiera aceptado, el dolor habr´ıa cesado, y todo se habr´ıa esfumado. Pero eso tambi´en implicaba perder la conexi´on. Comprob´o sus se˜ nales vitales. Nada extraordinario, todo estaba normal, todo estaba en su cabeza. Solo ten´ıa que dejarse llevar, sin frenarlo; acogi´endolo. Cerr´o el mensaje de aviso, respir´o hondo, y trat´o de relajarse. El caos y ruido visual eran todav´ıa muy fuertes, pero no tan inc´omodos como antes. Despacio, empezaron a desaparecer, y la sensaci´on de inquietud desapareci´o con ellos. Silencio. Un vac´ıo oscuro envolvi´o a Shandala. Paz. Nada que le molestara, nada que le incomodara. Una peque˜ na luz blanca empez´o a abrirse camino en su campo de visi´on. No se parec´ıa ni a un rayo de luz ni a un arco el´ectrico. Era como un flujo de energ´ıa, saliendo de su ser interior hacia el vac´ıo exterior, y luego regresando con m´as ´ımpetu. Era una sensaci´on agradable. R´apidamente, la luz se dividi´o en docenas de filamentos, conectando su mente al vac´ıo infinito en torno a ella, y luego se sigui´o dividiendo en cientos, miles, y millones de filamentos luminosos. Una m´ usica dichosa, perfectamente sincronizada con los hilos de luz, se fundi´o con la sinfon´ıa de emociones que estaba llenando el vac´ıo. Su CAP´ITULO 8. ## 1-011 ## 78 cuerpo experimentaba una sensaci´on de placer tan solo comparable a un orgasmo, pero se extend´ıa en todas direcciones, engull´endola e intoxic´andola. Los filamentos de luz se contaban ahora en trillones, y el espacio estaba surcado por un arco iris de extra˜ nos colores. De pronto, el vac´ıo se llen´o completamente de luz, colores, y m´ usica, en perfecta armon´ıa. “Estamos conectadas,” dijo Mari en un tono de voz que nunca hab´ıa escuchado. No era realmente la voz de Mari, ni la de Shandala. Era una mezcla de las dos. “D´ejame ense˜ narte algo,” pidi´o Mari, tomando la iniciativa ahora, y llev´o a Shandala en un viaje a trav´es del tiempo. Ella se entreg´o por completo, y juntas revivieron cada momento, cada experiencia de los u ´ltimos tres meses. Los largos paseos en el desierto rocoso de Negev. La sonrisa de una vieja mujer en el Monte Kailash. El olor a focacce reci´en horneado en las orillas del la Isla de Elba. La suave caricia en su pelo de un muchacho en Tambisan. Era como si fuera ella. Durante ese tiempo eran una entidad, una persona. Eran una. Shandala dej´o que su mente y su cuerpo viajaran sin ataduras, sin dudas, volando libres. Fue la experiencia m´as hermosa de su vida. Yacieron en las almohadas, flotando en la espuma cu´antica en una rodaja de espacio-tiempo plegado en s´ı mismo, engullidas en las im´agenes sensoriales, asimilando la intensidad de la experiencia. Tras lo que pod´ıa haber sido un per´ıodo de varios minutos o muchas horas CAP´ITULO 8. ## 1-011 ## 79 –ninguna pod´ıa decirlo–, Shandala se reclin´o para mirar a Mari profundamente. “Tengo que contarte algo.” Durante el DMA, Mari hab´ıa percibido una mezcla muy extra˜ na de emociones intensas. Sinti´o exaltaci´on y euforia, nubladas por momentos de tristeza y un revoltijo de confusi´on. Sab´ıa exactamente c´omo se sent´ıa Shandala, pero no sab´ıa por qu´e. Ahora descubri´o las razones, y todo empez´o a cobrar sentido. “¡Entonces era eso!” dijo Mari convencida, despu´es de pensarlo durante un rato. “S´ı.” “Nivel 8. Lo prob´e por curiosidad, como puedes imaginar. Estoy loca. No quer´ıa creer que estuvieras dispuesta a marcharte.” “Lo s´e.” Si no hubieran compartido sus mentes mediante DMA, Mari nunca habr´ıa comprendido las razones de Shandala para ir a Marte. Desde luego, no se habr´ıa opuesto –nadie hac´ıa cambiar de opini´on a Shandala cuando se decid´ıa a hacer algo–, pero se habr´ıa preguntado por qu´e durante a˜ nos, posiblemente sin llegar a entenderlo nunca, y habr´ıa sufrido por no saberlo. DMA, nivel 8. Esa fue la u ´nica manera que Mari ten´ıa de saberlo. De entenderlo. De aceptarlo. Constitu´ıa la demostraci´on definitiva de amor por parte de Shandala, porque revelaba su fragilidad, sus sue˜ nos, y su necesidad de trascender. Era algo inexplicable, hab´ıa que experimentarlo CAP´ITULO 8. ## 1-011 ## 80 Mari mir´o intensamente a Shandala, le sonri´o, y luego se lanz´o en sus brazos, al tiempo que empezaba a llorar. Cap´ıtulo 9 ## 0-100 ## Tom sab´ıa que lo que iba a hacer era ilegal y posiblemente peligroso. Pero no le importaba, estaba decidido a salirse con la suya. Se lo merec´ıa despu´es de los sucesos del d´ıa. No sab´ıa exactamente ad´onde iba, excepto que la respuesta se hallaba en el sector D-51. Alguien le dijo una vez que si le apetec´ıa tener algo de diversi´on ilegal, era ah´ı donde ten´ıa que ir. La calle estaba agitada y llena de gente. Luces LED se encend´ıan y apagaban en cada stop, en cada esquina, ceg´andolo. Cientos de personas estaban pasando, hablando en alto y animadamente unos con otros. Era lo m´as distinto que hab´ıa visto de Downtown y los pasillos de La Compa˜ n´ıa. Este era el lugar, s´ı, pero ¿a qui´en iba a preguntarle? 81 CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 82 Para ´el, todos parec´ıan criminales. Tom estaba perdido. Vagaba de un sitio para otro, mirando a todos lados, sin destino. Hab´ıa llegado al pandemonio de la locura. Mir´o hacia lo alto y exhal´o profundamente, cuando de pronto alguien le palme´o en el brazo izquierdo. “No vienes aqu´ı a menudo, ¿eh?” Un hombre alto y delgado, vestido de negro y con gafas de sol redondas, le mir´o sospechosamente. “¿Y a usted qu´e le importa?” dijo Tom ´asperamente. “Oh, todo lo que ocurre aqu´ı me importa,” dijo el hombre delgado, al tiempo que aparec´ıan dos gigantes musculosos, cerni´endose sobre ´el. “Yo. . . ” empez´o Tom con voz d´ebil. “¿S´ı´ı´ı?” respondi´o el hombre, intentando sacarle una respuesta. “Vengo buscando entretenimiento. Me han dicho que este es el sitio al que venir,” dijo Tom finalmente, haciendo lo posible por aparentar confianza. “Ya veo,” el hombre levant´o la mano de forma casual, y los dos gigantes rodearon a Tom. Sacaron un aparato peque˜ no, que movieron en c´ırculo alrededor de su cabeza. “Est´an comprobando tu actividad neuronal y tu historial. Si es cierto que vienes por diversi´on y con buen cr´edito para pagar, te puedo ofrecer placeres m´as all´a de tus mejores sue˜ nos. Pero si eres un agente tratando de destaparnos, tu cerebro va a envidiar un plato de huevos revueltos en pocos segundos.” CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 83 “Limpio,” dijo uno de los gigantes. “Bien, espl´endido. S´ıgueme, y d´ejame ense˜ narte mi peque˜ no mundo,” dijo el hombre delgado haciendo un adem´an con el brazo, mostr´andole una puerta. “Asumo que es tu primera vez. Nada de lo que preocuparse. Este complejo apantalla las se˜ nales neuronales provenientes de La Compa˜ n´ıa, dejando ruido est´atico que podemos manipular como queramos. Todo lo que te ocurra aqu´ı no aparecer´a en tu historial. Cuando te vayas, el nanochip simplemente informar´a de que tuviste una sue˜ no irregular sin fase REM. Limita tus visitas a una vez al mes y no habr´a rastro de nada extraordinario.” El hombre delgado explicaba estas cosas con una voz clara, deliberada y algo viperina, mientras atravesaban una serie enrevesada de pasillos y puertas. “Si deseas ser, digamos, un cliente m´as frecuente, podemos acceder a tus h´abitos de sue˜ no en tu registro cerebral, y reproducir artificialmente los patrones usuales con peque˜ nas variaciones estoc´asticas, sustituyendo la est´atica con ellos. La Compa˜ n´ıa nunca sabr´a que estuviste aqu´ı, o lo que estuviste haciendo.” Atravesaron lo que le pareci´o una sucesi´on infinita de pasillos y espacios abiertos, que desembocaban unos en otros en un laberinto de entradas, hasta que llegaron a una peque˜ na sala vac´ıa. “Ahora que hemos acabado con las formalidades, vayamos a algo m´as interesante, ¿te parece?” Mientras dec´ıa estas palabras, el hombre delgado se CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 84 quit´o el sombrero, tocando una pared hologr´afica invisible de la que surgieron cientos de proyecciones enfrente de sus ojos. “Veamos. ¿Te apetece la t´ıpica fantas´ıa sexual?, ¿quiz´a con una mujer bella y salvaje, de las que no puedes conseguir en la ciudad? ¿O te apetece experimentar la sensaci´on de lograr al fin la promoci´on que tanto esperas? ¿Quieres saber lo que se siente al llegar a la cima?” Tom fue hacia el centro de la habitaci´on, entre las proyecciones, con la boca abierta, fascinado. Mir´o a su alrededor con incredulidad. Conoc´ıa ‘memory-recall’, era un servicio muy com´ un en el mercado. Hasta donde ´el sab´ıa, hab´ıa dos tipos. Uno era inducido artificialmente, hab´ıa surgido de la industria del videojuego, y era una simulaci´on interactiva semi-guiada. A muchos les gustaba personificar h´eroes legendarios y figuras m´ıticas del pasado como Alejandro Magno, Cleopatra, Julio C´esar, o los dioses n´ordicos de la guerra. Era un buen entretenimiento, pero se notaba que no era real. El otro tipo estaba compuesto de experiencias reales que la gente sacaba al mercado –de hecho, esa era la manera en la que muchos se ganaban la vida–, pero estaba fuertemente regulado y las mejores experiencias estaban censuradas o editadas. Desde luego, era todav´ıa mucho m´as interesante que tu rutina diaria. Un viaje al Himalaya, una inmersi´on en las fosas marinas del Oc´eano Pac´ıfico, o un viaje con alas sobre la Ant´artida. Resulta- CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 85 ba atractivo. Pero esto. . . esto era muy diferente. Tom hab´ıa pensado a menudo que deb´ıa de existir un lugar donde estuvieran a la venta los mejores momentos, el material de verdad. Pero buscarlo era demasiado arriesgado, muy poco sensato. Y tem´ıa las consecuencias si le pillaban en el intento. Pero aqu´ı, en esta habitaci´on carmes´ı, perdido en un laberinto de corredores y puertas invisibles, no hab´ıa forma de que le encontraran. Era libre de explorar, de satisfacer su sed de acci´on aut´entica. Sin censuras ni filtros. “Entonces, ¿puedo elegir cualquiera de estas? ¿Sentir´e lo que ellos sintieron?” Tom le pregunt´o al hombre, que a´ un llevaba las gafas oscuras. “Desde luego. Puedes ser el criminal, o incluso la v´ıctima si lo deseas. ¿Alguna vez quisiste violar a una ni˜ na de 14 a˜ nos, pero tem´ıas las consecuencias de hacerlo? Bueno, ¡aqu´ı no hay consecuencias! Eres libre de actuar como te venga en gana, sin tener que pagar por ello. Excepto mi tarifa, por supuesto. El precio est´a en la esquina inferior derecha de cada proyecci´on.” “¿Y c´omo funciona?” “Las proyecciones se transmiten al conectoma, anulando la informaci´on sensorial e impactando directamente las funciones internas del cerebro; todo de forma inal´ambrica, por supuesto, sin implantes ni inyecciones. Lo u ´nico que tienes que hacer es elegir una, sentarte en el asiento, y dejar al estimulante electromagn´etico hacer su trabajo.” CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 86 El hombre delgado le se˜ nal´o el asiento blanco y ovalado junto a ´el, que se elev´o desde el suelo mientras hablaba. “S´ı, s´e lo que es el memory-recall. Lo que preguntaba es, ¿c´omo se generan estas experiencias?” “Esto no es memory-recall, sino un t´ecnica totalmente nueva. Es m´as profunda. Al contrario que memory-recall, proporciona la experiencia sensorial y emocional completa, y sin dejar ninguna traza.” “Ok, eso lo entiendo, ¿pero de d´onde vienen estas experiencias?” “¡Eh!” grit´o el hombre delgado mostrando las palmas de las manos con expresi´on dram´atica. “¡Eso es cosa m´ıa!” “¿Son reales?” “T´ u las sentir´as como si las estuvieras experimentando t´ u mismo por primera vez.” “¿Y La Compa˜ n´ıa no lo detectar´a?” “Nunca lo sabr´an. Si obedeces las reglas y las instrucciones de seguridad. La gu´ıa de Ayuda est´a arriba a la derecha, o simplemente piensa en ella antes de empezar, y te lo explicar´a.” “¿Qu´e pasa si empiezo a imagin´armelo cuando est´e en casa? O peor, ¿cuando est´e en el trabajo?” “Eso no suele ocurrir. Es como un sue˜ no, no lo recuerdas al cabo de un tiempo.” “¿Y qu´e pasa si lo hago?” “Puedes decir que es un sue˜ no.” CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 87 “¿Qu´e pasa si algo funciona mal en mi cerebro, y se confunde con una experiencia real?” “Entonces pensar´an que fue una experiencia tuya. Y eso te ata˜ ne a ti. Y ser´as juzgado conforme a lo que experimentes aqu´ı.” El hombre delgado baj´o la cabeza ligeramente, tocando la parte central de las gafas con su dedo ´ındice. “Pero eso es tu problema. Nada les llevar´a hasta m´ı.” Ten´ıa una sonrisa maliciosa en la cara. “Como ves, tengo muchos clientes, y no querr´ıa poner el negocio en peligro solo porque alguien no puede mantener un peque˜ no sue˜ no fuera de su mente. Nuestra pol´ıtica est´a clara, y las instrucciones de seguridad mencionan los riesgos. La tasa de fracaso es muy baja, menos de un 0,01 %, e incluso entonces el recuerdo suele ser incompleto, y por tanto las consecuencias son menos graves.” Se agarr´o las manos detr´as de la espalda, y levant´o la cabeza en un gesto de orgullo. “La realidad es que mis clientes son muy aficionados al servicio que les doy. ¿Ser´a porque sus vidas son opresivas, o est´an estancadas, o porque nunca se sienten realmente libres y su necesidad de experiencias salvajes y aut´enticas est´a siempre insatisfecha? No lo s´e. Sinceramente, no me importa. Lo que me importa es que tienen estos deseos que El Sistema y sus inhibidores de serotonina no pueden satisfacer. Pero yo puedo. Por un precio. Y los clientes vienen, buscando experiencias. Y vuelven CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 88 a venir, siempre.” Tom reflexion´o por un largo rato. “¿Pero son. . . ?” pregunt´o al hombre delgado. “Son ¿qu´e?” “Experiencias. ¿Son reales o sint´eticas? Quiero decir, algunas involucran sexo, org´ıas. . . y gente muriendo, ¡joder!” Tom estaba visiblemente nervioso. Cuando vino al Sector D-51, sab´ıa que se iba a encontrar con algo fuera de lo com´ un, incluso cosas extremas, pero esto era m´as de lo que esperaba. “¿Son cosas reales que le han pasado a alguien, o son. . . ?” “¿Necesitas saberlo?” interrumpi´o el hombre delgado abruptamente. Tom mir´o al hombre delgado. Se par´o a pensar. Dudando, sacudi´o ligeramente la cabeza. “¡Bien! Ahora si´entate, rel´ajate, y ponte el cintur´on. Est´as a punto de hacer algo que muchos no se atreven ni a so˜ nar.” Tom se acerc´o despacio al asiento-cub´ıculo con forma de huevo, e hizo lo que se le indic´o. Las im´agenes hologr´aficas de aventuras posibles aparecieron en su campo de visi´on, rode´andole. “Puede que notes una ligera sensaci´on de flotar, mareo, y alguna alucinaci´on. No te preocupes, es el efecto del cub´ıculo actuando sobre ti. Est´a preparando tu mente para lo que viene. Para facilitar el proceso.” CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 89 De nuevo, Tom oy´o que pronunciaba la ‘i’ de facilitar con voz viperina, acompa˜ nada por un gesto amplio de la mano derecha. “Muy bien. Adelante. Puedes elegir lo que desees simplemente se˜ nal´andolo, o pensando en ello intensamente. El programa se encarga del resto,” dijo el hombre delgado, retrocediendo hacia la puerta invisible de la habitaci´on carmes´ı. “Disfruta del viaje,” le susurr´o a Tom, desapareciendo en la oscuridad. La puerta se cerr´o en silencio. El dise˜ no de la puerta creaba la ilusi´on o´ptica de que los bordes estaban siendo tragados por un agujero negro en el centro. Tom se qued´o mirando la pared perfectamente lisa donde hab´ıa estado la puerta. Ahora no hab´ıa forma de saber si la sala ten´ıa una salida. Era una unidad indivisible –las paredes carmes´ı pulsaban sedientas de sangre y carne fresca–, una matriz artificial para la satisfacci´on de su lujuria. Tom pens´o que los est´ımulos neuronales podr´ıan haber empezado a tener efecto. Mir´o las opciones delante de ´el. Tom dud´o. Contuvo la respiraci´on, con miedo. Miedo de que le gustara. Miedo de que lo disfrutase m´as de lo que deber´ıa. Miedo de descubrir un lado oscuro y espantoso de s´ı mismo. Y tem´ıa que una vez cruzara la l´ınea, no habr´ıa vuelta atr´as. Pens´o en su vida. Su coche, su casa, su oficina. Todo lo que hab´ıa constru´ıdo durante esos a˜ nos, todo el esfuerzo CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 90 y la angustia que hab´ıa soportado, y vio que todo se le escapaba. De repente, Tom se hallaba en otro lugar. Era una habitaci´on oscura y vac´ıa. Miles de ojos se abrieron al un´ısono, mir´andole desde todas las direcciones –paredes, suelo y techo–. Algunos de los ojos eran imposiblemente grandes, como ventanas, rode´andole, engull´endole, oprimi´endole. Risas. Oy´o a Bob y su acento est´ upido perfor´andole los o´ıdos. El nuevo tipo de la oficina estaba ah´ı, tambi´en, riendo descaradamente. Todos sus colegas del trabajo, sus superiores, los jefes sin expresi´on, todos estaban ah´ı, burl´andose, ridiculiz´andolo, ri´endose hist´ericamente. Alto, m´as alto, m´as alto, hasta que. . . Tom tembl´o, saliendo del trance. Mir´o a las proyecciones hologr´aficas de nuevo. Mir´o a la esquina inferior derecha. Se mostraba el trailer de la violaci´on de una ni˜ na de 14 a˜ nos, una y otra vez. Tom mir´o el precio, 320 cr´editos –bastante caro, teniendo en cuenta que la experiencia media costaba menos de 50–. Deb´ıa ser oro puro, deb´ıa ser. . . Real. Poderosa. ¡S´ı! Mientras se dispon´ıa a hacerlo, Tom dud´o. ¿Qu´e estaba haciendo? ¿C´omo hab´ıa llegado a esto? ¿Cu´ando se convirti´o en un monstruo? Empez´o a reflexionar sobre su vida, tratando de entender qu´e hab´ıa ido mal. Pero al pensar en los sucesos de su vida con m´as claridad, se dio cuenta de algo mucho m´as fundamental, algo m´as grande que ´el, o Jeff, o John, o cualquiera. Tom no hab´ıa hecho nada malo, ni ninguno de los otros. No hab´ıan tenido elec- CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 91 ci´on. Todos hab´ıan actuado de la u ´nica forma que sab´ıan –si quer´ıan sobrevivir en El Sistema–. Era lo que se esperaba de ellos. Y por mucho que lamentara lo injusto de su desgracia, tambi´en comprendi´o profundamente que la naturaleza del fen´omeno no se restring´ıa a ´el solo. Era una estructura c´ıclica de El Sistema. Cada generaci´on era reemplazada por otra, que pod´ıa permitirse mejores y m´as costosos implantes, para a su vez alimentar la carrera de dise˜ nos gen´eticos y cibern´eticos. Y en esa carrera precipitada, los vencedores eran finalmente aplastados por aquellos t´ecnicamente m´as avanzados que ellos, y al final todos sal´ıan perdiendo. No hab´ıa escapatoria. Tom estall´o en una carcajada hist´erica. Qued´andose quieto, una calma llena de tristeza le consumi´o, y sinti´o l´astima. L´astima por s´ı mismo, por haber sido enga˜ nado toda su vida, y por formar parte de esa mentira terrible. En ese momento, el odio y resentimiento que sent´ıa por los que le hab´ıan maltratado –sus maestros, sus compa˜ neros de oficina, sus jefes, sus padres–, se esfum´o; y un nuevo sentimiento empez´o a tomar forma. Y mientras juntaba las piezas de esa estructura global de forma piramidal, se dio cuenta de que nadie era responsable; nadie hab´ıa planeado esto, no hab´ıa ninguna conspiraci´on, ¡nadie quer´ıa que las cosas fueran as´ı! Simplemente, hab´ıa ocurrido as´ı, y todos estaban atrapados irremediablemente, sin saberlo. Y entonces se dio cuenta de que estaba como todos los dem´as, hundido en esa miseria, solo. CAP´ITULO 9. ## 0-100 ## 92 Sinti´o compasi´on. Era el mismo sentimiento que hab´ıa visto en los ojos de la chica de la calle. ¡Eso era! Ella lo entend´ıa. Ella sab´ıa lo que ´el empezaba a comprender en ese instante, y le hab´ıa querido avisar. Pero ya era demasiado tarde. Tom sinti´o que se hund´ıa m´as all´a de toda salvaci´on. Se concentr´o en la imagen hologr´afica frente a ´el. 320 cr´editos. ¿Qu´e otra cosa le quedaba? No le quedaba ni esperanza, ni alegr´ıa, ni nada. Ni a ´el ni a nadie. Lo sab´ıa bien, porque era solo cuesti´on de tiempo hasta que todos y cada uno de ellos se volvieran in´ utiles, innecesarios, redundantes para la sociedad. Se rindi´o, y gui˜ no´ en un gesto de aprobaci´on mientras una l´agrima le resbalaba por la mejilla. La transacci´on se confirm´o, el cr´edito correspondiente se descont´o de su cuenta, al tiempo que dejaba escapar la poca humanidad que le quedaba. Cap´ıtulo 10 ## 1-100 ## Shandala iba de camino a casa. La brisa suave en su piel y el d´ıa soleado le parec´ıan muy lejanos del momento presente, separados por un abismo de sus pensamientos que vagaban a trav´es de la negra soledad del espacio. ¿Volver´ıa a sentir la caricia y los placeres simples de un d´ıa en la Tierra, donde todo era familiar, c´alido, y seguro? se pregunt´o. “Una taza de caf´e caliente, por favor. Un espresso doble,” una mujer dijo al puesto autom´atico de la acera. No hab´ıa una raz´on intr´ınseca para ser cordial con una m´aquina, dado que jam´as hab´ıan dado muestras de conciencia, pero era una buena costumbre ser amable de todas formas, quiz´as como una expresi´on de gratitud a los ingenieros e investigadores que hac´ıan posible disfrutar de estas cosas. 93 CAP´ITULO 10. ## 1-100 ## 94 La mujer agarr´o la taza de caf´e, y Shandala se imagin´o la sensaci´on de calor expandi´endose y hormigueando en sus manos. Dej´o de caminar un instante y mir´o al oscuro l´ıquido en la taza de la mujer. Empez´o a perder el sentido del tiempo y el espacio, y se hall´o en un profundo y oscuro abismo. Un silencio estremecedor corri´o a trav´es de su columna, mientras sus sentidos se nublaban. Dej´o que la negra inmensidad del espacio le rodeara, y se perdi´o en ella. Entonces, como si el tiempo se hubiera acelerado en un factor de un bill´on, Shandala vio nubes despleg´andose ante sus ojos, movi´endose en espiral, en una danza de galaxias form´andose y colisionando. La mujer agit´o la leche en la taza, tom´o un sorbo, y empez´o a andar. Shandala volvi´o a s´ı misma mientras miraba a la mujer alejarse, y toc´o suavemente su oreja para llamar. “Hola Asa. Escucha, hay algo que no te cont´e. S´ı,” se mordi´o el labio. “¿Podemos vernos esta noche? Ok, genial. Te he mandado la direcci´on. Nos vemos a las nueve.” Era un campo abierto, una de las muchas reservas naturales de la ciudad, lejos de la contaminaci´on luminosa y sonora de la metr´opolis. Shandala estaba sentada en una CAP´ITULO 10. ## 1-100 ## 95 manta t´ermica sobre la hierba, bebiendo de una botella. La u ´nica luz era la de las estrellas. Asa lleg´o silenciosamente en una vaina aut´onoma el´ectrica y se detuvo junto a Shandala. No hab´ıa necesidad de luz, porque el veh´ıculo ten´ıa sensores para ver m´as all´a del rango visible del espectro electromagn´etico, y sab´ıa ex´actamente d´onde estaba Shandala. “Es un buen sitio,” dijo Asa, saltando de la vaina y sent´andose junto a ella. “Toma un trago,” respondi´o ella, d´andole una botella. “Tiene un sabor raro. . . ¿Qu´e es?” “Nunca lo adivinar´ıas. No es muy com´ un. Es cerveza. Nuestros abuelos beb´ıan esto todo el tiempo.” “Es muy amarga. ¿Por qu´e beb´ıan esto?” “Para emborracharse. Ya sabes, a la manera antigua.” Era un concepto extra˜ no, ya que cuando se entendi´o en detalle el efecto del etanol en el cerebro, se desarrollaron m´etodos para activar mediante nano-pastillas los neurotransmisores que produc´ıan el efecto deseado an´alogo, sin tener que orinar en exceso, sin los efectos negativos del d´ıa siguiente, y lo m´as importante, sin el riesgo que conlleva la adicci´on. “¿Quieres decir que voy a tener resaca ma˜ nana?” “Sip. Exactamente.” Asa parec´ıa desconcertado, pero se rindi´o cuando Shandala estall´o en carcajadas, terminando su segunda botella. “¿Puedes escuchar ese silencio?” pregunt´o. CAP´ITULO 10. ## 1-100 ## 96 “S´ı. Es raro. Casi misterioso.” “En el espacio, esto ser´ıa ruidoso. No hay mol´eculas en el perfecto vac´ıo que transporten el sonido.” Se sentaron, escuchando el silencio poblado de sonidos durante un rato. “Entonces, ¿te vas a ir de verdad?” pregunt´o, rompiendo el largo silencio, mientras terminaba la quinta cerveza. Shandala le mir´o, y se tir´o en la hierba. “¿Sabes lo que m´as me asusta?” Asa la mir´o sorprendido. “No tengo ni idea. Siempre asum´ı que no te daba miedo nada,” se par´o a pensar, “¿estar sola?” “No, eso no. Bueno, no de momento, quiz´a cuando est´e ah´ı lejos s´ı. No podr´ıa decirlo. Hay algo m´as que me preocupa. ¿Qu´e pasa si. . . fracaso?” “Quieres decir, ¿si no vas?” “No, ¿qu´e pasa si la misi´on falla? ¿Qu´e pasa si sacrifico todo, mi vida, mi amor, mi familia, todo? Imag´ınatelo. Me voy a Marte, pasan 10 a˜ nos, y mi cuerpo cambia irreversiblemente y no puedo volver a la Tierra. . . ¿qu´e pasa si no lo consigo? ¿Qu´e pasa si estoy en la pista equivocada? ¿Habr´a sido todo para nada? No lo s´e, quiz´a sea un error.” Asa se tendi´o junto a ella, mirando al cielo. “Estoy asustada, Asa.” “Lo s´e. Yo tambi´en, lo sabes. Me pongo a pensar en qu´e va a ser de ti, en si algo va mal, en si hay una tor- CAP´ITULO 10. ## 1-100 ## 97 menta solar, en si la nave sufre da˜ nos, en si. . . Hay demasiados si. Me preocupo por ti. Pero he estado pensando sin parar desde que me dijiste esta ma˜ nana que quer´ıas ir. Creo que en el fondo sab´ıa que no estar´ıas aqu´ı para siempre. Te conozco. Eres traviesa, alegre. Pero tienes tambi´en una tristeza en los ojos. Al principio cre´ı que era algo de tu pasado. Pero no. Tuviste una buena infancia, unos padres incre´ıbles, amigos. As´ı que ten´ıa que ser otra cosa. Sab´ıa que eras diferente desde el principio, pero no sab´ıa de qu´e manera eras diferente.” Se levant´o. “Creo que est´as dispuesta a hacer algo que la mayor´ıa de nosotros no nos sentimos capaces de hacer. Lo llevas en ti. Es ese deseo, esa necesidad de trascender. A veces ten´ıa la sensaci´on de que hab´ıa algo en ti que no encajaba. Supongo que siempre lo supe, simplemente no quer´ıa verlo. Pero sent´ıa tu tristeza; aunque trataste de no mostrarla, supe que hab´ıa un vac´ıo en tu interior.” “S´ı. Lo hay.” “No creo que puedas llenarlo con cosas externas a ti. Quiz´a esto es lo que llevabas esperando toda tu vida. Quiz´a encarando el vac´ıo, encontrar´as significado en ´el.” Desprevenida, se qued´o mir´andole. “Sabes, eres bastante profundo, ¡se˜ nor erudito!” dijo con una sonrisa. Shandala se levant´o con torpeza, totalmente borracha, y empez´o a deambular con la botella en la mano, choc´andose con todo lo que hab´ıa en el camino. A Asa le record´o cu´anto le gustaba su torpeza, la manera en CAP´ITULO 10. ## 1-100 ## 98 que acostumbraba a confundir tubos de ensayo en el laboratorio, y c´omo ten´ıan que repetir el experimento una y otra vez por culpa de eso. Se lo dejaba pasar porque tambi´en era demasiado lista y buena para su propio bien. Pens´o en que esos peque˜ nos caprichos nunca le molestaron, y que de hecho eran una de las razones por las que le gustaba tanto. Mientras se distra´ıa con esos pensamientos, Shandala tropez´o con la botella que se le hab´ıa ca´ıdo un momento antes, y se cay´o al suelo. “Estar borracha no mejoraba su torpeza,” se ri´o, mientras se acercaba a levantarla, y llam´o a la vaina para que la llevara a casa. Shandala estaba acostada, mirando al cielo. La vaina aut´onoma se deslizaba por las venas de la ciudad con facilidad y desenvoltura, sabiendo su punto de llegada, guiada a trav´es de un flujo invisible, como una c´elula sangu´ınea en un cuerpo sano. La vaina era muy c´omoda, y no hab´ıa exceso de vibraci´on o movimientos bruscos, aunque se mov´ıa a gran velocidad. Cuando Shandala pens´o en mirar al cielo, el asiento se ajust´o autom´aticamente y b´asicamente se transform´o en una cama. El cristal superior cambi´o su estructura molecular y se volvi´o transparente, revelando la noche estrellada sobre ella. CAP´ITULO 10. ## 1-100 ## 99 Miles de estrellas se hicieron visibles. Esa luz, que viajaba a trav´es del espacio millones de a˜ nos hasta llegar a sus pupilas, inmediatamente le dio a Shandala un sentimiento de conexi´on. Pens´o en su d´ıa con Mari. Anticipando sus sentimientos, AMI empez´o a tocar una melod´ıa para acompa˜ nar a Shandala en su viaje. Era un concierto para piano. Un concierto, dijo una vez un gran hombre, es una discusi´on entre el individuo y el estado, entre el individuo y la sociedad. Es una voz individual tratando de hacer una declaraci´on de alg´ un tipo, y a menudo se ahoga dentro de la orquesta. Y vuelve a atacar, y la orquesta contraataca, y la voz vuelve a atacar, y la din´amica de escuchar este di´alogo es como ninguna otra cosa en esta tierra. En pantalla: Concierto para piano no 2, op. 18 en do menor. El movimiento de apertura, tenso y confuso, era una s´ıncopa de sonidos, recordando a la atribulada historia de Rusia y la compleja relaci´on que la gente ten´ıa con la sociedad madre. 2 de diciembre de 1900. Se realiz´o por primera vez en el cambio de siglo. 1900. “Tantas cosas han cambiado, y sin embargo tan pocas,” pens´o Shandala. El segundo movimiento –adagio sostenuto– empezaba suavemente, con una serie de acordes lentos, arrullando a CAP´ITULO 10. ## 1-100 ## 100 Shandala dulcemente. La temperatura de la vaina hab´ıa subido ligeramente, como si alguien hubiera tendido sobre ella una manta c´alida. El piano entr´o con un arpeggiato, y luego la flauta, para dar paso a un sublime solo de clarinete. Shandala sal´ıa y entraba de un estado de semiinconsciencia; y sinti´endose segura, c´omoda, y cuidada, se desliz´o en un sue˜ no. Me gusta pensar (¡y cuanto antes, mejor!) en un prado cibern´etico donde mam´ıferos y ordenadores vivan juntos en mutua armon´ıa programada como el agua pura tocando el cielo despejado. Me gusta pensar (¡ahora mismo, por favor!) en un bosque cibern´etico lleno de pinos y electr´onica donde los ciervos paseen entre ordenadores como si fueran flores CAP´ITULO 10. ## 1-100 ## con frutos magn´eticos. Me gusta pensar (¡as´ı debe ser!) en una ecolog´ıa cibern´etica donde seamos libres de labores y volvamos a la naturaleza, con los otros mam´ıferos, hermanos y hermanas, y seamos todos cuidados por las m´aquinas de amorosa gracia. – All Watched Over By Machines Of Loving Grace, Richard Brautigan, 1967 101 Ep´ılogo No somos m´as que una colecci´on de a´tomos danzando en entrelazamientos semi-coherentes, colapsos de funci´on de onda y superposici´on de polvo de estrellas. Alg´ un d´ıa encontraremos el camino a la fuente de nuestra energ´ıa, a nuestra alma astral. Ese d´ıa estaremos m´as cerca de nuestros or´ıgenes. 102
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