son las mujeres las que se ocupan mayoritariamente de estas

son las mujeres las que se ocupan mayoritariamente de estas
cuestiones, que en realidad son las suyas propias. En cuanto a
la circunstancia de que en ellos se haga referencia a lq. problemdtica de las mujeres de otros paises, no creo deba significar
un inconveniente (dado que abordan cuestiones en gran 1I1edida
similares y pr6ximas alas l1uestras), sino que, pOI' el contrario
espero sirva de esti111ulo a esos esperanzadores atisbos que desde diversos puntos de nuestra geografia empiezan a expresar
su intends pOl' estos temas, 10 que sin duda posibilitard en breve,
un. nuevo volumen, en el que puede quedar reflejada la imagen
de la mujer espaiiola, en el amplio y complejo campo de la 10cura.
Busta ahora, la mujer no ha contado para nada en las sociedades humanas. (Cwi! ha sido el resultado de esto? Que el
sacen[otc, el legislador, el filosofo, Ia han tratado como verdaclem paria. La mujer (la mitad de la humanidad) ha sido echacla.
de la Iglesia, de la ley, de la sociedad (... ) EI sacerdote Ie ha
c1icho: Mujer, ttl eres la tentacion, el pecado, el mal (... ). Llora
por tu condicion, echa ceniza sobre tu cabeza, encit~rrate en un
claustro y alli mortifica tu corazon, que ha sido hecho para el
amor, y tus entrafias, que han sido hechas para la maternidad;
y cuando hayas mutilado de esta forma tu corazon y tu cuerpo,
ofrecclos ensangrentados
y resecos a tu Dios, para la remision
del pecado origin.al cometido pOl' tu madre Eva. Despues cl legislador lc ha dicho: Mujer, pOl' ti misma no eres nada, como
mielllbro activo del cuerpo humanitario; no puedes esperar encontrar lugar en el banquete social. Si quieres vivir, debenis
scrvir de anexo a tu duefio y sefior, el hombre. lor 10 tanto, de_
solte:a obedeceras a tu padre; casada, obedecenis a tu marido,
yiuda y ancian;, no se te hani ningun caso._ Despues el sabio
filoso[o Ie ha dicho: Mujer, ha quedado constatado porIa ciencia .:[UC, pOI' tu constitucion, eres inferior al hombre. No tienes
intc'igencia, ni comprension para las cuestiones elcvadas, ni 16gica en las ideas, ninguna capacidad para las ciencias llamadas
exar-tas, ni aptitud para los trabajos serios, en fin, eres un ser
de it de cuerpo y espiritu; en un palabra, no eres mas que un
nifil) ca richoso, voluntarioso, frivolo (... ) Par esto mujer,-e$
nec,:sario que el hombre sea tlL duelio y tcnga toda la autoridad
sob;-e ti.
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He aqui como, desde 10s seis mil anos que el mundo existe,
Ios sabios entre 10s sabios han juzgado la raza mujer.
«POl' que menciono alas mujeres»
«La Union Obrera»
Ya antes de Hip6crates, y hasta nuestros dias, ha prevalecido la idea, de que Ia mujer es algo asi, como un hombre mal
acabado, defectuoso, debil e incompleto. La salud, la fuerza, Ia
inteligencia y la entereza, estan representadas
pOl' el var6n.
Desde que el patriarcado se impone (1) y Ia mujer deja de
tener una posicion igualitaria al hombre, mediante el trabajo y
las reIaciones sociaIes desarrolladas
comunitariamente,
se encuentra considerada y definida, no a traves de 10 que es, como
persona globalmente estimada, sino a traves de una sola de sus
capacidades, especialmente valiosa para Ia perpetuaci6n y consolidacion de dicho sistema social: la capacidad repraductiva.
Todo cuanto posibilita y reasegura esta funcion, se potencia
hasta extremos de anular, como si jamas hubieran existido, otras
apytudes.
{A traves de la historia, la mujer ha sido magnificada yLo
esclavizada, exclusivamente a traves del acontecer de su ciclo
biol0 ico; la menstruacion, Ios em arazos, e parto, el puerperio, Ia la tancia, la menopausia, etc., han sido recubiertos pOl'
el hombre-dueno de la civilizacion, con tu frondosa mitologfa,
que se ha conducido a la mujer, desde cabanas donde se Ia
excluia, junto con otras menstruantes
(de todas Ias cuaIes se
temian maleficos perjuicios), hasta Ias fiestas en que se la
enaltecia como virgen; desde ceremonias en que se Ie rendia
culto como «gran madre», 0 se las incineraba vivas junto a sus
esposos difuntos, etc. (2). Todo ha sido, en fin, un continuo discurrir hist6rico, uncidas al yugo de su peculiar biofisiologia.
En tanto que a la mujer se la omite, 0 tan solo se Ia considera como hembra humana, el hombre es definido, desde siempre, como animal racional e inteligente. Toda nuestra cultura
y civilizacion se anuncian como obra de esa razon, de esa inteligencia, y se denominan con su Ienguaje. Hasta Ia palabra Ie
pertenece. A traves de ella, somos abarcadas y nominadas por
un genera y un sustantivo: HOMBRE, que no nos corresponde,
en el que no nos reconocemos, pero donde el hombre nos ubica
o nos acoge, cuando se siente paternal, 0 de donde nos excluye,
las mas de Ias veces, cuando cree que, desde ese termino ofrecido en caIidad de prestamo, podemos atentar contra su superioridad (3).
No obstante to do ello, la mujer 10gro en determinados
momentos historicos una importante
revalorizacion, mediante la
que casi llego a equipararse sociaImente aI primer sexo, si bien
a expensas de Ios estratos sociales mas afortunados. En nuestro
mundo occidental uno de Ios momentos mas espectaculares en
este sentido, es la Roma de finales del perfodo repubIicano y
comienzos del Imperio, en que Ia mujer, exceptuando el terreno
politico-juridico, tiene acceso y participa con un amplio margen
de Iibertades, en el campo de la cultura, las finanzas, el culto
religioso, etc., y elIo en un sistema nada feminista (4). Pero Ia
romana que puede administrar sus bienes, contratar, divorciarse, abortar,' cultivar las artes 0 10s negocios, regular su descendencia e influir en la vida publica, ve perderse 10s 10gros y conquistas de siglos precedentes, a medida que se expanden y se
enraizan con mayor fuerza, la misoginia y el patriarcalismo
judeo-cristianos (5).
Poco a poco, van retrocediendo
nuevamente a 10s ghettos
familiares, donde vuelven a afanarse en sus tareas, con Ia docilidad de animales domesticos. Una nueva imagen va imponiendose como modelo: Ia de vir en-madreD' . El patriarcalismo romano de Ia Republica, en su epoca mas potente se ve, no
solo reforzado, sino consolidado mediante el concepto turbio y
vic1riado que para el cristianismo representa la sexualidad, y,
pOl' ende, la mujer «portadora» de la misma.
Las coordenadas licitas para Ias cristianas, retrotraidas a sus
hogares, son escasas y bien delimitadas: por muros, 10s mandatos de un solo Dios, hombre, que nunca tuvo hijas; por techo,
la autoridad del esposo; como recompensa, Ia servidumbre y el
sacrificio constantes, hacia aquel y 10s hijos, para quienes su
seno se hallanl siempre disponible, como receptacul0 agradecido, en el que anide la simiente del ser superior; como esperanza,
mas alIa de la vida: una resurreccion de 10s muertos en la que.
en el mejor de 10s casos, se Ie reserva un puesto de segunda clase en eI banquete de Ios santos. Esta es la imagen de mujer del
cristianismo (deposito de Ios designios de Ia divinidad masculina) que no sabe de sexo, que no sabe de mundo, que no sabe
de nada que no sea erial' aI hijo y desaparecer de Ia historia,
cuando este ha cumplido su ciclo vital. Ese es el mito que ha
prevalecido durante sigIos ~ que, aun hoy, marca Ia pauta del
quehacer femenino, en gran medida, en nuestro mundo occidental.
E1 hecho de que la Iglesia catolica decidiese un dia concedernos un alma, no vino a cambiar demasiado las cosas. Desde
el Concilio de Trento hasta nuestros dias, el anima, el espiritu
o la psique, han experimentado una serie de matizaciones, en
Cllanto a su concepcion se refiere, pero ha permanecido incolume e1 hecho esencial de que, ya como criatura inanime, ya como
ser psicologico, la mujer ha continuado considcrada, no como
persona individual, sino como personaje consecuencia 0 referenda de otro.
La influencia de los padres de la Iglesia ha sido fundamental
en este sentido. Un San Agustin que, en principio considera a
la mujer igual al varon, en virtud de <da inteligencia racional
que Dios Ie ha dado, como al hombre», afirma sin embargo:
/<;en 1.0 tocante al sexo, esta fisicamente subordinada al varon,
~ mlsmo que nuestros impulsos naturales necesitan estar subor.dinados alas potencias racionales de l~ mente, para que las
aC~lO~e~ a las que puedan conducir, resulten inspiradas por los
prmclplOS de la conducta conveniente»(6).
Como vemos, el pensamiento agustiniano discurre de manera tortuosa entre la necesidad de acatar integramente la palabra de la' Iglesia y su
propia experiencia vivida y racionalizada como hombre, antes
de abrazar el cristianismo.
Si 1a inteligencia femenina es considerada de verdad igual
a 1a del varon, lque es 10 que puede impedir actuar «fisicamentel> de manera razonable?; lpor que ha de some terse necesariamente, en este aspecto, a la inteligencia masculina, sino para
que el hombre satisfaga, a su manera, la sexualidad, a la vez que
ve garantizado el origen de su prole, heredera de sus bienes?
No se desprende del discurso cristiano-agustiniano
otra co sa
(a pesar de la concesion preliminar de existir una inteligencia
igua1 para ambos sexos), que la reafirmacion de la idea prevalente hasta nosotros, de que la mujer, a fin de cuentas, es 10
irracional, 10 «instintivo», 10 animal, por el hecho de ser consi·
derada, no mujer, sino hembra humana. El hombre la somete
la dirige y la vigila, a traves del sexo; marca su destino fisico'
bajo el cual, quedanin soterradas e ignoradas al fin, las capaci~
dades cognoscitivas e intelectivas, que magminimamente
se Ie
concedieron en un tiempo.
De ello se deduce, que al hombre se Ie considera como la
razon «mas razonable» y a la mujer como la razon «menos razonable»; de ahi a considerar que uno es la razon y otra la sinrazon y que el primero debe controlar a la segunda en todos los
ambilos, no hay mas que un paso, dado sin esfuerzo alguno,
hace ya siglos.
La mujer, concebida tan solo como sexo y este concebido
como estigma, perviven pues, desde los albores de la cristiandad (7). Mediante este pretexto, se crea el mito necesario, para
mantener una ideologia basad a en la negacion de las necesidades reales, que el individuo posee como tal. Y to do ello, mediante un proceso represor de las mismas y a costa fundamentalmente dc la mujer. Segun esto, el hombre integro, el justo y
tcmcroso de Dios, controla, es capaz de refrenar y anular sus
apelitos; quien echa a perder to do ese camino hacia la perfeccion es «csa criatura de memoria debil, mentirosa por naturalcza, toda instintos y sensualidad» que, segun los padres cristianos, es la mujer. De esta forma, el sexo como pretexto, se
convierte en la pieza clave que debe dominarse, en la construccion de un mundo de hombres y para hombres, si se desea que
este se suceda a si mismo de manera permanente; en este universo, la mujer adquiere la categoria de peon disponible, para
asumir los errores de la puesta en practica de dicha ideologia (~l
Asi, se ha conducido a la mujer del brazo de inquisidores,
acerdotes, proxenetas, psiquiatras 0 maridos: a la hoguera, los
altares, los prostibulos, los manicomios 0 el sepuItamiento
en
sus hogares. Los distintos momentos historicos y las necesidades politicas, economicas y sociales, han marcado la pauta de
destino subalterno y «caprichoso».
e
AI hilo de 10 que antecede, detengamonos
unos instantes
para analizar un acontecimiento, de sin igual importancia en la
historia de nuestro sexo, dada la magnitud del mismo, y el papel
tnigicamente protagonico de aquellas, que a 10 largo de cuatro
espantosos siglos (tanto en Europa, como en las colonias americanas) fueron victimas del mayor sexocidio que recuerdan los
tiempos. Hablemos de la caza de brujas.
Son muchos los autores que han dedicado atenci6n al tema,
pero pocos los que hayan sentido inquietud 0 al menos curiosid ad, ante dos circunstancias
caracteristicas
del mismo:
so.
todos los paises, en ue semejante hecho tuvo lu ar el..Eru 0
ersegUl 0 y ani uilado_l:~tuvo integradQ,p,or
u.je es, es~ci
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(9); @en tales mujeres, se daban determinadas caracteristicas, algunas de las cuales todavia hoy promueven males tar,
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indignacion e incIuso persecuciones, en ciertos sectores de nuestra sociedad actual.
La caza de brujas nacio de la caza de herejes y los juicios
por brujerfa, de 10s juicios por herejia (10).
La Edad Media heredaria de la antigiiedad (de 10s judios )'
primeros cristianos) una tradicion profetica y apocaliptica, que
adquirio, en este perfodo especial pujanza, vitalizada sin duda.
por los deseos y la necesidad de 10s pobres, desarraigados y
descontentos, de mejorar sus condiciones de vida. Ello deberia
cristalizar en la llegada de "El Gran Afio» 0 del «Reino de 10s
Santos», paraiso terrenal, libre de sufrimientos y pecado (11).
En el mundo profundamente religioso de la Edad Media, las
gentes (a excepci6n de 10s incredulos), seguramente se dividian
entre 10s que creian en las brujas y sus actos, como personas
y hechos reales, y 10s que veian que, ambos, eran producto de la
influencia diab6lica (12). En ese mundo convulsionado por las
luchas politicas, de religion y de fronteras, sacudido por toda
cIase de dificultades econ6micas y sociales, pcrseguir y dar caza
a Satamis y sus secuaces, como promotores y causantes de las
desgracias y angustias que los pueblos padecian, era el objetivo
prioritario. Ni que decir tiene, que, tanto el poder secular, como
el religioso, consideraban aliados del diablo (y asi 10propalaban
sin descanso), a todos aquellos pertenecientes a grupos politicos
y/o ideologias religiosas que, 0 bien no habia logrado sofocar
el cristianismo todavia, 0 bien surgian como respuesta hacia el
mismo.
Un mundo amenazaba con desmoronarse y de el pugnaba
por surgir un orden nuevo. La absorvente Iglesia cristiana medieval, guiada y modelada por la Iglesia de Roma, estaba amenazada por la disensi6n, el odio y la violencia; la Reforma se
anunciaba necesaria para renovarla y volverla a sus origenes (13). El orden feudal comenzaba a abrir paso al absolutismo
politico y a la naci6n estado.
En este cIima de inseguridad y ansiedades, que se reflejaban
en profecias sobre el fin del mundo, y como soluci6n pretendidamente definitiva, surge la In uisici6n en F a
bajo Ios auspicios del Papa Inocencio, siendo adoptada en ese
mismo sigl0, por diversos palses europeos (14). Dos siglos mas
tarde, comienza la caza de brujas.
Pero, lPor que las brujas fueron mujeres, mayoritariamente? Y lque caracteristicas tenian, las que eran conceptuadas
como tales? Intentemos contestar estas preguntas, a pesar de
que Ia historia de la caza de brujas esta contada (como buena
historia de mujeres), no por estas, sino por quienes fueron sus
ejecutores: los hombres,
Desde la antigliedad, la historia da fe de la creencia (no tan
solo popular), de que ciertas mujeres ejercian la magia con
cspeciales habilidades y se relacionaban de modo misterioso con
10s poderes ocultos: hechiceras, pitonisas, curanderas, tarascas,
pueblan la historia y sirven determinadas necesidades de los
ciudadanos, arriesgandose tambien, por aquel entonces a determinados castigos, si con sus poderes acarreaban desgracias 0
perjuicios.
Es con el triunfo del cristianismo, cuando se condenan todas
las creencias y practicas paganas, asimilando 10s antiguos dioses, ritos y costumbres, al diablo y al culto dedicado a el (15).
Y si, como dedamos en paginas anteriores, la nueva doctrina
venia a reforzar, la nada escasa misoginia de la epoca cIasica,
considerando a la mujer poco menos que criatura demoniaca y
al deseo sexual como tentacion satanica (y estrechamente ligada
al sexo femenino), hemos de reconocer, que no podian correr
tiempos peores, para Ias mujeres.
Por afiadidura, en 486 surge el Malleus Male ic
obra
de 10s dos principales mquisidores para Alemania: Heinrich
Kramer y Jacobo Sprenger, a su vez, hijos predilectos de Inocencio VIII (16). Este, en 1498 y mediante promulgacion de la
bula Sumis desiderantes, declar6 la guerra abierta alas brujas.
(No obstante, ya en la Biblia se ordena exlerminarlas).
Generaciones y generaciones, formadas y educadas con criterios como 10s que la Iglesia difundio durante siglos, a traves
de las bulas papales y el refrendo de la actuacion de sus tribunales, contribuyeron a crear el ambiente propicio (gracias a la
internalizacion popular de dichos criterios), para expiar, a traves del confinamiento y destruccion de mujeres, situaciones de
origen politico, economico, social y psicologico, que atemorizaban y angustiaban a los ciudadanos (17).
En cuanto alas caracteristicas especificas que las brujas
exhibieron, es imposible deslindar aquellas que se les atribuian,
de las que realmente poseyesen, dado el escaso testimonio personal de las interesadas.
De ellas se creia, en general, que pertenecian a una "sect~»,
creencia que provenia, seguramente, de las caracterfsticas comunes entre unas y otras de estas mujeres, asi como de su
asistencia, real 0 imaginada a los tan controvertidos sabbats (18).
Del influjo de esta secta, se pensaba proveian la muerte, las
enfermedades, la perdida de las cosechas, los malos partos, la
impotencia masculina, la salud y la vida de los ninos, los accidentes metereo16gicos, etc. (19).
GPero cmlles eran los ras os ue ti ificab
--stn-diIda, aquellos que las hacfan parecer distintas alas
nas» mujeres 0 mujeres «normales».
En un sistema hondament~ cristi~~~-patriarcal,
como el de
la Edad Media, el sitio de la mujer, seguia siendo la casa (20).
Como esposa, hija 0 sierva, se hallaba bajo la custodia y las
6rdenes de padre de casa, dueno absoluto de cuantos de el
dependian, tanto desde el punto de vista politico y econ6mico,
como penal y hasta fisico. Las mujeres de la cas a del senor feudal, tan s610 salian de ella para contraer matrimonio 0 profesar
en los conventos. Entre el campesinado, fuera de estos y el casamiento, no existian otras alternativas para la mujer, que la
servidumbre, la prostituci6n 0 el vagabundeo. Si a ello anadimos,
que el senor impedia el enlace entre sus siervos y las siervas de
otro feudo pues ello suponia la perdida de la fuerza de trabajo
de los hombres, que pasaban a formar parte de la servidumbre
del otro senor feudal), nos encontramos con que la situaci6n
del campesinado era desesperada, en cuanto a una vida sexual
regular. Para colmo, '1 clew extendia el tabu del incesto hasta
los parientes de quinto y sexto grado) de manera que siendo casi
imposible la endogamia y tan restringidas las posibilidades de
enlaces extrafamiliares, gran parte de los campesinos, que veian
cohartadas sus legitimas aspiraciones de emparejamiento,
derivaban estas por cauces <<indignos e inconfesables» para sus
duenos, en tanto que las mujeres que aceptaban 0 eran sorprendidas en pnicticas semejantes, eran acusadas, no de quebrantar
la ley, sino de estar aliadas con las fuerzas del mal (21). Asi parece, que si a 10 largo de la historia fuimos siempre rechazadas,
en ningun otro periodo como este, fuimos tan enormemente abo..y a .' rrecidas (22).
Una persona, nacida mujer, s610 era bienvenida al mundo
si en la casa donde veia la luz por vez primera, no abundaban
'~. r
otras del mismo sexo; si llegaba a con traer matrimonio, gran
\,' /..fi...P parte de 10 trabajado Y aprendido en la cas a parental, signifi:!\,jJ'
caria beneficios s610 para el futuro marido 0 el senor de ambos,
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y si no casaba, era una boca mas para mantener y dos brazos
menos fuertes para labrar; no digamos nada, si llegaba a unos
alios 0 situaci6n, en que el vigor flsico comenzaba a extinguirse.
En este desalentador panorama, las {micas que resultaban
mejor libradas, eran las casadas, mas 0 menos j6venes, con una
mediana situaci6n econ6mica, ya que aunque supeditadas al
mandato del esposo y ligadas invariablemente a los quehaceres
1/.,(
'iY;:';
domesticos,. ~ozab.an de una relativa importancia en la unidad
d~ producclOn, VIda y consumo que significaba la casa medIeval (23).
. Resumie~do, la mujer europea, en la Edad Media, era un
Slervo mas, mcluso en su propio hogar, tan s610 gozaba de cierto
respeto como ~sposa-madre y fuerza de trabajo, que contribuyese al s.ane~mlento de la economia domestica. El unico poder
extr~ordmano que soci~lmente se Ie atribuia, para mayor desgracl~ suya, era el de tIpo sexual, precisamente en un medio y
una epo~a, e~ que tales atribuciones se creian emparentadas
con 10 dlab6hco.
~si las cosas, cualquier mujer no casada (viuda 0 soltera)
d~dlcada a tar~as no domesticas (maxime, si estas no Ie prop or:
clOnab~n medlOs para evitar su dependencia econ6mica de la
comumdad), y/0 de la que se supusiera 0 sospechase tuviera trato sexual, fuera del matrimonio, se convertia antes 0 despues
n
b!anco de temores y recelos por parte de sus convecinos y a~:cndades.
tCoincidi~ndo con esto, la literatura dedicada al tema, ratifica
que las mUJere~ acusadas de brujeria, eran en gran parte viejas,
P?bres, provementes d~l medio rural, carentes de prestigio soCIal y cuyo com~ortamlento resultaba «especial», tanto en cuanto a su~ ocupaClOnes, como al contacto con la esfera sexual y
productlva (24») En .muchas o~asiones, el hecho de que se diese
una sola de ,estas ClrcunstanClaS podia provocar el recelo tras
el cual: surglan la acusacion y la den uncia (25).
'
Al 19ual que algunos autores refieren para Inglaterra
en la
ma~or pa:te de Europa solia darse el hecho de que cU~lquie~
aI;Clana, vlUda y carente de medios propios para subsistir supoZ;la una carga ~ara .la ya dificil economia de la comunidad; si
esta Ie era hOStll (clrcunstancia nada infrecuente), no Ie quedaban o~ros r~c?rsos, que buscarse un medio de vida «peculiar»
(mar~m.al, dlnamos hoy), alejarse de las «buenas» gentes y unir:
~e qUlza a ot~os-a~ en su misma situacion. Una conducta seme.j -: ]ante creaba l~qUlet'l?' provocando facilmente las murmuracioJ I ne~ y las ten~l,ones. ~o se tardaba mucho en atribuir,
al person~Je en cuestlOn, .todo tipo de anormalidades y desgracias de la
VIda comunal, qUlZa com~ ~xpresion inconsciente del sentimiento ~e culpa, .por haber ongmado su exclusion yel temor conseCUtlVOa_poslbles venganzas. de ~a persona marginada (261. Todo
I
ello,. t~lde 0 temprano, cnstahzaba
en acusaciones firmes de
b.ruJena ~ en las delaciones correspondientes,
dadas las exigenClas c~ntmuas que los tribunales del Santo Oficio hacfan a la
poblaclon.
lll~/
'vr y
"-if
~~
~w.,
Veamos ahora, cuales eran las pnicticas a que se dedicaban
este tipo de mujeres.
Resumiendo los halIazgos de los estudiosos del tema, las
consideradas brujas eran expertas magas, hechiceras, parteras
y sanadoras, primordialmente.
Pero pOl' parad6jico que resulte,
10 cierto era, que estas actividades surgian de una serie de necesidades apremiantes de las capas populares, entroncadas sobre todo, con el cuidado de la salud, es decir, con la medicina,
en sus distintas facetas.
Las magas, brujas 0 curanderas fueron, durante milenios los
unicos me ICOS e cam esma 0 rural y de los ciudadanos
0bres (e incluso de miembros de las clases oderosas). Sus con9Cirnie~tos eran considerables sobre farmacologia y remedios de
div-ersa indole, basados en el conocimiento exhaustive de plantas
y hierbas (filtros, unglientos, p6cimas, jarabes, etc.) (27); traumatologia (reducian luxaciones, componian fracturas y articulaciones, aliviaban traumatismos, etc.; ginecologia (atendian entuertos, embarazos y partos) e incluso nos atrevemos a decir,
sobre psicologia, ya que no puede inter'pretarse de otra manera,
la utilizaci6n y necesidad de los servicios de celestinas y trotaconventos que pueblan la Edad Media, cuyas caracteristicas
conoceremos perfectamente hoy, gracias a la literatura y que
gozaban de un amplisimo saber empirico sobre las personas, sus
XI sentimientos
y reacciones, que manejaban con maestria indudable.
Pero la.medicin~ come~z6 a tener ~n canicte~ ~cademi£o excluivamente, a partIr del slglo XIII; ba]o los aus lClO
glesia
las clases dirigentes, que exigian. que los conociJllieng>s
medicos fuesen adggiridos en las universidades (28); a elIas,
5610 podian accederlos \;.arones deTosestratos
acomodados (29).
£sto unido al deseo de sofocar la influencia de la pnictica meeJica'y de todo el saber que arabes y musuln:anes habian ~lcanzado en Europa, condujo a los Papas InocenCIO IV y Gregono IX
a imponer el usa dellatin en las universidades fran,cesas, proh,ibiendo el romance y el hebreo, en general (30). ASI, la mayona
de los sanadores judios y moros comenzaron a ser perseguidos
y discriminados, en tanto cuajaba el p~an general para .su expulsi6n. De la misma manera, puede declrse que, entre fmales del
siglo XIV y comienzos del siglo XV, qued6 concluida toda la campana de los medicos profesionales, contra las sanadoras cultas
de las ciudades (31).
De esta forma, se crearon dps, castas bien precisas: la de los
cristianos ricos y cultos, que podian acceder alas universidades,
para convertise en medicos de las clases, asimismo ricas y cultas
y la de las sanadoras y sanadores, curanderas y hechiceras, que
~tilizarian
su amplio af~rvo empirico en favor de las clases populares y campesinas. \Viene a establecerse asi la distinci6n en·
'/'.!'tre
la medicina «masculina», que permanece en estrecha alianza
~.( con la ley y con Dios, y la magia, la hechiceria y la superstici6n
I «femeninas», sumergidas, de lIeno, pOl' esas leyes y en nomb!,c
.,'!Z de ese Dios, en la herejia) Y aunque la caza de brujas no elimin6 pOl' entero a los sanadores, los desacredit6 pOl' completo
ante la incipiente clase media, como gentes ligadas a practicas
sospechosas e ilegitimas.
Pero aun hay mas: esta gase mediCo=InasCITliIDfl
nacida mediante 0 gracias al ejercicio del poder, tuvo tambien un papel
protagonista en los procesos de brujeria. Al entrar a dirimir
como expertos y a petici6n de los jueces del Santo Oficio, que
enfermedades estaban provocadas pOl' medios naturales 0 no
naturales (hechiceria, etc.), eran los que, en ultimo extremo, decidian el destino de infinidad de mujeres. Pas ados los siglos.
decidiran- sobre el destine de infinidad de enfermas mentales.
En cuanto alas mujeres j6venes, procesadas pOl' brujeria,
la mayor parte de los relatos de juicios que han que dado transcritos, vienen a referirse a aquelIas que hacian uso de la sexua!~~~c!
«indebidamente» (32); mujeres solteras que habian cohabitado, casadas que 10 hicieron fuera del matrimonio, otras que
habian mantenido trato con casados 0 habian concebido sin
estar desposadas, 0 abortado (fuese cual fuese su estado civil).
significaban el grueso de las que unas veces fueron consideradas posesas, y otras brujas, sin que los limites entre ambas de·
nominaciones se mantuviesen claros jamas. Contra las primeras, s610 se disponia del exorcismo, contra las segundas y las
posesas «dudosas», la horca y la hoguera eran la unica soluci6n
(a no ser que antes hubieran perecido pOl' ahogamiento tras una
ordalia del agua (33). Y en unas y otras ocasiones, los tales juicios no hacian sino servir de cobertura a intereses de indole
muy diversa (34).
Teniendo en cuenta el panorama de la epoca, descrito hasta
el momento, no es dificil imaginarse, aunque sea de manera
aproximada, el significado, naturaleza y funcion de los sabbats.
Sin duda, y aunque puedan existir otros muchos matices,
eran el emergente de una serie de necesidades sexuales, politicas, religiosas e incluso culturales, que la rigida estructura so·
cial imperante, obligaba a expresar, de manera clandestina. No
es temerario suponer, que semejantes fiestas 0 conciliabulos
fuesen utilizados pOl' los disidentes y/o marginados, gentes de
distintas razas, confesiones, creencias y tendencias politicas,
para dar culto a sus dioses, discutir e intercambiar informaci6n
,.f
de todo !ipo, e incluso organizar revueltas; es posible. que curanderas y magas acudiesen, junto con sus "parroqmanos» y
«parroquianas», para sanar, proporcionar filtros, procurar abor·
tos de nifios concebidos en adulterio, incesto 0 pobreza, a la par
que hombres y mujeres de la comarca diesen rienda suelta a su
sexualidad (35).
La imaginacion, la envidia, el rencor y la angustia, que, mediante sus proclamas, encendia la Inquisicion en las almas de
105 "buenos» ciudadanos, junto con los metodos que sus tribunales auspiciaban, para provocar la delacion y llevar a cabo el
castigo de los inculpados, completaban el monstruoso cuadro
de caza de herejes y brujas, que asolo Europa durante cientos
de afios (36).
En resumen, el sexocidio que supuso la caza de bruj.as, no
fue, sino una inmensa canlpafia terrorista, orquestada por el
poder civil y eclesiastico, que culmino en la masacre de cientos
de miles de mujeres. Estas, sirvieron· de chivos expiatorios a
una sociedad eminentemente sexista, imbuida de la infalibilidad
de sus esquemas y que atrapada por la inadecuacion de los mismas, descargo el peso de sus errores sobre las espaldas de aqueHas infelices, que, con su conducta, ponian en entredicho la incuestionabilidad de las reglas del juego. El odi9 que despertaron,
no solo de cara al poder, sino incluso respecto a sus coetaneos
se basaba en..cinco pilares fundamentales:
1) eran mujeres, en
una sociedad que despreciaba a la mujer; 2) por su edad, habia
perdido su en canto fisico, su posibilidad de procrear y de repo
ner la fuerza de trabajo en el ambito del hogar; 3) hicieron uso
de suo sexualidad, fuera de 10s limites prescritos y aprobados
socialmente; 4) se reunian y formaban grupos, y 5) lograban
vivir auton6mamente, dedicandose a actividades no domesticas
Pero todo ello, que hubiera po dido ser el germen de una
autentica revolucion social, fue ahogado en sangre. Algo mas
tarde los miembros de este mismo grupo humano, no 10 bastante aniquilado, al parecer, fueron retomados por la historia masculina recibiendo el nombre de <docas» en lugar del de «brujas».
Y asi como la creencia en las brujas, incitaba y favorecia, no
solo su persecucion y caza, sino su «aparicion», andando el tiempo y con el auge del concepto de enfermedad mental, ira abundando el nilmero de conductas, que se hacen sospechosas de
suftirla, y surge la necesidad de reconocerlas, tratarlas de forma
especial y excluirlas socialmente.
La nueva organizacion social, surgida de la Edad Media, cre6
el ambiente propicio para canalizar, por otras vias, las inquietudes individuales y sociales.
No obstante persistir la caza de brujas hasta el siglo XVIII,
ya en el siglo XVII, se habian alzado voces, como la de Girolano
Cardano, que consideraban alas brujas como viejas mendigas,
cuya conducta estaba motivada por la miseria, las privaciones
y el hambre (37).
A medida que a finales del siglo XVII, la nueva actitud c\entifica habia comenzado a incidir en el estudio de la brujeria y
la demonologia, y los medicos recogian detalladas historias clinicas de endemoniados, comenzo a hablarse de fisiologia y patologia de estos casos. Otras voces,las mas, fueron pronunciandose en el sentido de Johan Weyer (consideraba alas brujas
como a viejas de escasa 0 perturbada inteligencia, a las que el
diablo engafiaba) y comenzaba a tran1ffiutarse el significado de
«bnlja», por el de «enferma mental». fAsi se expresaron Tuke y
mas adelante Otto Snell y Kirchoff, quienes afirmaban que
eran la paranoia, la histeria, la demencia senil, la epilepsia y la
melancolia, los procesos que padecieron las mujeres acusadas
de brujeria (38). En la actualidad, dicha teoria todavia encuentra determinados portavoces (39»)
Una mitologia sucedia a otra, una interpretacion sustituia a
la anterior, y mientras tanto, continuaban olvidandose los condicionantes que motivaban semejantes actitudes, diversas alas
del comiln de las gentes, asi como se ocultaba el significado de
las mismas, de cara a la complejidad y caracteristicas que eran
peculiares de la epoca y la sociedad en que surgian. Confundidas de esta manera las consecuencias (tratamientos similares,
aplicados a unas y otras mujeres), con las causas, homologaron.
se, burdamente, unos casos y otros.
£:.,.J.
No debemos olvidar que, a 10 largo del Renacimiento y a fi-~
nales de la Edad Media, el concepto y el tratamiento de la en- ~
fermedad mental derivan, todavia, de las ideas de la antigliedad
clasica, modificadas a 10 largo de gran parte del periodo medie- )
val, a consecuencia de los dogmas teologicos y las creencias
populares, primordialmente.
De esta manera, los medicos sustentaban atm la idea de ue, as causas de los trastornos psi uicos podian ser tanto naturales, como sobrenaturales.
na enfermedad a a que se Ie ap11caoan remecliosnattlr'a!es, por creer
que natural era su etiologia (basad a esta en los conceptos de la
teoria humoral), era considerada, al cabo de cierto tiempo de
_
persistir y sobre to do si tomaba un curso 0 evolucion desconoddos, como enfermedad de causa sobrenatural,
en cuyo caso
corda una suerte similar, en cuanto a su terapeutica, que 103
casos de posesion 0 embrujamiento.
Para unos Y otros, los remedios ultimos eran el exorcismo y/o las peregrinaciones a de·
terminados santuarios, promovidas y costeadas con frecuencia,
par las autoridades civiles y religiosas.
En ultimo extremo, la horca y la hoguera, debieron rccibir
sin duda un cierto numero de locas y locos pobres, como tantos
otros compafieros de infortunio y miseria, no porque brujas y
herejes fueran enfermos mentales, sino porque los prejuicios
marginadores sobre todos eUos eran similares, los medios para
discernir, entre unos y otros, escasos, Y porque, a fin de cuentas,
todos eUos pertenecientes a la casta de los desposeidos, resuliaban victimas propiciatorias,
para promover catarsis, y escarmientos populares, que aliviasen las tensiones multiples de la
epoca y mantuviesen las riendas firmes en manos del poder.
LA RAZON SE CONVIERTE EN MEDIDA
DE TODAS LAS COSAS
-
.s. X~
.JlI'-""'""..MC~f7jo
i~~alidad
I.
Es a mediados del siglo XVII, aproximadamente,
cuando comienzan a crearse, en Europa, los primeros hospitales generales (40). Como afirma Foucault, el nacimiento de estos, surge
como respuesta a la crisis economica que afectaba al mundo
occidental en su conjunto: desempleo, escasez de moneda, descenso de salarios (41). El ejercito de arados y de pobres, aIcanzaba en las ciudades, del diez al veinte
or ciento y eILlos
prmcI a os ec1esiasticos 0 en momentos. de crisis, hasta ~
treinta
or cien, 0 mas--S42). -';I tt~~
~
;..~ ~'2J?
Nos encontramos en los albores de la epoca de la «razon»,
del capitalismo y del absolutismo.
ual uier forma de irracioue e.n la Edad Mediahubma..sido-inc1uida
en un~mu..nao divino-demoniaco,
ueda ahora
c lida ~1 uudo del_G.Pmercio, la moralidad y el traba'o Ala vez que la razon se edge'
en medida de todas las cosas y la locura se convierte en trasunto
de la irracionalidad y /0 animalidad de los seres humanos, las
instituciones hospitalarias han ido pasando de manos de la Iglesia, a manos del estado absolutista, si bien religiosos y religiosas continuan participando en la gesti6n de 10s mismos y ejer·
ciendo las funciones de custodia y vigilancia de los asilados (43).
La figura del Papa va siendo sustituida por la del soberano absoluto, quien rige a los ciudadanos como una gran familia de la
~
que ~l f~era padre .y patriarca y de cuyos miembros exige'
o.bedlencla mas estncta; quien osara violarla mereCe ser somehdo ~on ~oda severidad, hasta que reconozca su conduct a erronea, Irr~clOnal (44). Razon y sinrazon se contemplan como actos
q~Q~nd!entes. de la voluntad (virtud moral), de ahi la prescripCIon de castIgos y sanciones, con que reforzar la voluntad de
aquellos q~e ex~ibiera? una conducta extravagante 0 antisocial,
dado que Sll1razon vema a ser sinonimo de inmoralidad.
No o.b~tante ser el mismo el nivel de irracionalidad, de improductlvldad, y por tanto de inmoralidad, el destino de unos
y otros locos diferia, como siempre, seglll1 el estrato economic"o
del cual procedian.
Etcuidado de los. ~nfermos mentales, en este periodo, corda
a cargo de sus f~mll:a:e~ y par~entes, por 10 general, ocupandose de ellos los mumclplOs, tan solo en caso de que no existiesen alle~ad?~, 0 los locos vagasen por las calles, creando escandalo ,0 slg~llfIcando un peligro para la comunidad. Asi, los que
P?Selan blene~, perm.a?ecian con los suyos, mas 0 menos proXlmos al ambIto famIlIar, pero cuidados y vigil ados por personas, a las que .se remuneraba con tal fin, mientras que los ca-.
ren.tes de medlOs, .eran enviados a los hospitales 0 expulsados
a sus paises de origen, si no eran naturales del lugar donde se
les caP.turaba. La comunidad corria con los gastos de su traslado, slendo tnimite previa y casi siempre obligado, la carcel
y los azotes, como medidas necesarias, des de el punta de vista
correctivo y disciplinario (45).
. _~_ta sitll~,cio,n propiciaba que las gen~s aC9gida~ en los hosItales, no dIfenan a en s, en cuanto a sexo
extraccion social,
~s
que poblaron las mazmorras de la Inquisicion. Sirvanos
c?mo ejemplo, los datos que arroja el Hospital de-Paris a los
Cll1COafios de su creacion: en la Salpetriere se encontraban
1.460 nllljeres y ninos de tierna edad; en la Pitie, 98 lTIllchachos
89~ ~uchachas el1tre siete y diecisiete anos y 95 mujeres; e~
Bncetre, 1.615 hombres adultos; en la Savonnerie: 305 muchachos, entre ocho y trece afios; en Scipion, 530 personas (mujeres
embarazadas, madres lactal1tes can sus pequenos). De estas cif~~s, que significaba~ en aqueUa epoca el 1 por 100 de la poblaCIOn,re~ulta que, caSI el sesenta por ciento, estaba representado
por, mUJeres y nifiQs. Afiadir que, tanto unas como otros, pertenec~an a los. :stratos mas bajos, resulta innecesario. Aquella3
mUJeres .y m~os, cuyos destinos permanecian fundidos (como
ha o.c,urndo Slempre a traves de la historia) era la masa de poblaclOn sobre la que mas incidia la crisis economica, dado su
completo alejamiento de los medios de producci6n y la nueva
estructura familiar, que iba perfihlndose poco a poco.
En este nuevo orden de cosas, Ja casa, como unidad de producci6n y con sumo, que era en la Edad Media, asi como las rehieiones, el numero y cometido de sus distintos miembros, va
constituyendose en familia y adquiriendo los perfiles burgueses,
que senin caracteristicos ya en Ios siglos XVIII Y XIX (46).
En contraposici6n a la forma medieval, que intentaba la difieil composici6n de un universo familiar autosuficiente, la fa·
milia burguesa va emergiendo de la disoluci6n de la comunidad
domestica; frente a la antigua comunidad de gesti6n, va iniciandose la separaci6n' entre economia interna (domestica) y ecohomia externa (de mercado), entre espacio familiar y espacio de
los negocios, entre 10 publico y 10 privad~ (47).
A 10 largo de toda la etapa preindustrial, en la familia agricola, artesana, textil, etc., el padre de casa se convierte, ademas,
en patr6n del resto de familiares consanguineos, asi como de
los aprendices y aun de los pocos sie'rvos que pudiera tener,
empleados todos elIos, en labores auxiliares de la tarea sobre
la que se sustenta la economia familiar. No poca importancia
tiene, en todo este proceso, el papel representado por la I lesia
a traves del Concilio de Trent, e el ue~ancion~a
legitimidad de la elecci6n libre, la sacramentalidad del matrimonjo y,
por tanto
a indiso ubilidad del mismo; con elIo se funda el
contenido etico y metahist6rico de la' familia, en tanto que el
matrimonio posee, en realidad, un caracter contractual, de cara
a acrecentar unos bienes econ6micos, que engrosan, sobre todo,
a partir de la <dnversi6n» que significa la dote de la esposa. En
cuanto a la libertad de elecci6n, entre los futuros c6nyuges, esta
era una pura ficci6n ideo16gica de principio a fin. La familia asi
fundada (casi siempre a partir del compromiso previa entre las
familias de los contrayentes), tendia a la acumulaci6n de bienes
transmisibles hereditariamente,
y proporcionaba al hombre una
autonomia de marido-padre-propietario,
que ejercia desp6ticamente su autoridad y negaba autonomia alguna a la esposa e
hijos, dependientes de el social y econ6micamente (48). En este
tipo de formulaci6n familiar, la mujer se veia cada vez mas
constrefiida a un papel de esposa y madre. Ni que decir tiene,
que, semejante evoluci6n, afectaba alas clases mas depauperadas, no en cuanto al cambio de estrucura familiar (pues la auseneia de bienes convertfa en superflua semejante sofisticaci6n),
sino en cuanto al concepto absolutamente negativo, que sobre
estas poseian y expresaban, cada vez con mayor fuerza, las capas sociales mas aventajadas (49). No obstante, incluso a 10s ni-
veles mas precarios, la figura masculina era sin6nimo ,(
ridad.
En este tiempo pues, en que los comportamientos consecutivos a los conflictos sociales, politicos y econ6micos, se definen
mediante adjetivos de significadc@C9'> la pujer puede resultar
a~ilada por tres motivos fundamentales:(J.)
cuando se revela
con!!"!!.el orden familiar-patriarcal
imperante; 2)· cuando se ve
excluida de poder participar en el mismo y, 3) cuando sufre, en
si misma, el~sequilibrio
de poder familiar que la victima
especialmento/ en el primer sentido, va encaminando el edicto
del 20 de abril de 1690, en Paris (50); en el segundo, se dirige
la orden de encarcelar (en la misma epoca) alas prostitutas y a
las mujeres que gobernaban burdeles y que deberian ser recluidas en una secci6n especial de la Salpetriere (51). Respecto al
tercero, nos referimos mas ampliamente
en paginas sucesivas (52)..
Cierto, que en Francia se fraguaba la revolucion de fin de
siglo, pero tambien es cierto, que en la Proclamaci6n de los
Derechos del Hombre na--hubo sitio para conceder derecho alguno ala. mujer./Rousseau,
cuyas ideas iIuminarian a los gestores del proceso revolucionario y trascenderian
a traves d~
to do el siglo XIX (y aun hoy perduran), a la par que proclamaba
la libertad originaria del hombre, afirmaba en el Emilio: «Habran de ser educadas (las mujeres), para soportar el yugo desde
el principio, para que no 10 sientan; para dominar sus propios
caprichos y someterse a la voluntnd de los demas»; al mismo
tiempo, reforzaba y justificabn In exclusi6n de la mujer, de to do
tipo de tareas intelectuales y de toda clase de educaci6n superior: «la busqueda de las ideas abstractas y especulativas, de
los principios y nxiomas cientificos, de todo 10 que tiende a la
g~neralizaci6n, queda fuera del alcance de la mujer; sus estudlOShan de ser, completamente practicos (. ..) los pensamientos
de la mujer (...) deben ser orientados al conocimiento del hombre (...) pues las obras geniales no estan a su alcancell (53).
Y asi, aunque la contribuci6n de las mujeres francesas durante la revoluci6n y sus preparativos, fue innegable y decisiva
a. traves de todas las clases sociales, en 1793, la Convencion Nacmal les ,negaba todos los derechos politicos, a la vez que su'primia los clubs, centros de encuentro y sociedades de mujeres.
. En este estado de cosas, no es de extrafiar, que, a finales del
slglo xVIII •.•la situacion de la Sal etr'
v. gr.) fuera la siguien
te: «este hospital es, al mismo tiempo, una casa para mujeres
y una prisi6n. Acoge mujeres y muchachas embarazadas, amas
. '~I.-l'
dJ.A
~
de leche con sus nifios; nmos varones desde la edad de siete u
ocho meses, hasta cuatro 0 cinco afios; nifias de todas las edades; ancianos y ancianas casados; locos furiosos, imbeciles, epilepticos, tifiosos, lisiados, incurables (... ) En el centro del hospital hay una prision para las mujeres que comprende cuatro
carceles diferentcs: la c011tlln, para las jovenes disolutas; Ia correctiva, para las que no se consideran irremediablemente
depravadas; la prisio11., reservada a las personas detenidas por
orden del Rey; y la «grande force» para las mujeres marcadas
por orden de los tribunales (54).
Cuando a partir de la Proclamacion de los Derechos del Hombre (1790), se da libertad a los ciudadanos internad
da
recluidos, en estrecho y peculiar maridaje, reos y dementes:
« en la Salpetriere)
Ias habitaciones
eran aun mas funestas
(que en Bicetre, asilo para hombres) ... ya que en invierno suben
las aguas del Sena (... ), las situadas a nivel de las alcantarillas,
se volvia refugio de grandes ra tas (... ) se han hallado locas con
los pies, las manos y el rostro desgarrados pOI' mordiscos (... ).
Las locas atacadas pOI' accesos de furor, son encadenadas, como
perros, a la puerta de su cuarto y separadas de los guardianes
par una reja de hierro; se les pasan, entre los barrotes, la comida y la paja, sobre la cual se acuestan. POI' medio de un rastrillo, se retira parte de la suciedad que las rodea» (55).
Pero tampoco parecian gozar de mejor suerte las mujeres de
otros paises y de otra escala social, que, al parecer, se encontraban expuestas al encierro, harto frecuentemente,
si tenem05
en cuenta 10 qU:J!aniel Defoe escribia en 1728 (56): «Todo me
-l~iar
Ia vil practica, tan en boga entre la llamada
buena clase social (la peor, realmente), de enviar a sus esposas
a manicomios al menor capricho 0 disgusto, a fin de verse mas
libres en su libertinaje. Semejante practica se ha hecho tan
frecuente, que el numero de !.I.lanicomios privados ha crecido
considerablemente
en Londres y sus alrededores, en los ultimos
afios (... ) Si no estan locas, cuando llegan a esas casas horribles,
pronto pasan a estarlo, a consecuencia del sufrimiento y del
barbaro trato que alli reciben (... ) iNo es para enloquecer a
una persona, dejarla privada de todo, encerrada y tratada a
golpes repentinamente,
sin ningun motivo paraello,
sin estar
acusada de ningun crimen, ni tener acusador al que enfrentarse? (... ) iCuantas podran ser todavia sacrificadas, si no se pone
fin nipidamente a esta maldita pnictica? Tiemblo al pensarlo.»
Y no obstante, podemos afirmar que el siglo XVIII, desde el
punto de vista historico-medico, represento una centuria especialmente coherente y significativa.
Recogiendo los inapreciables hallazgos del siglo anterior, en
que aparecieron las aportaciones fundamentales de los primeros
microscopistas, asi como los no menos importantes de Harvey
(sobre el sistema nervioso), Sydenham y Willis, entre otros
muchos pueden considerarse dioho siglo, como aquel en que se
sientan Ias bases de la medicin'!JDoderna 0 cientifica. En el, se
crea asimismo el .termino lileurosis>, pOl' el medico escoces
William Cullen (57), a la vez que en la patologia de la segunda
mitad de esta centuria, a~-ya,
claramente formulado, el
cqncepto de «e fermedad nervio..§.a», cuyos antecesorcs fueron
precisamente Thomas Willis y Thomas Sydenham. Este ultimo
publico par primera vcz en 1862, un texto csencial sobre la
lsteri , en el que realiz6 la aportacion clinica fundamental de
, a citada enfermedad, era una especie morbosa que afectaba, tanto a hombres (hipocondria), como a mujercs (histeria,
sensu stricto) y esta, no como consecuencia de trastornos uterinos, sino del funcionalismo
nervioso (58). picha
concepcion
tiene, en efecto, un canicter especificamente lnoderno, porque
su formulaci6n y posterior desarrollo dependi6, directamente,
de los fundamentos tipicos de la medicina «moderna»: la idea
de un principio unitario, regulador del fisiologismo y la nueVf.:
nosografia inc1uctiva y notativa (59).
LO QUE EL SIGLO XIX TRAJO CONSIGO
A LA MUJER
Muy a grandes rasgos, cuatro acontecimientos
decisivos jalonan el siglo XIX y significan hitos, cuya influencia en la his toria de las mujeres, perdura hasta nuestros dias: 1) la aparici6n
del C6digo Napole6nico; 2) el desarrollo de la Ciencia Medica;
3) la incorporaci6n de la mujer al trabajo asalariado y 4) la
aparici6n del Movimiento Feminista.
- -El Codigo Napoleo11.ico aparece en 1805 y fue adoptado nipic1amente por un sinnumero de paises, no solo europeos, sino
tambien americanos, ante los cuales aparecia como li:t propia
esencia de la revoluci6n, no obstante su contenido absoluta.mente lesivo para las mu·eres. Entre otras circunstancias, estas
pasaban, una vez mas, a ser consideradas
ro iedad rivada del
lnarido, determinandose taxati
c-inferioridad., desc1e
punta
e VIsta Qojitico, econ6mico y social. En virtud de que
este c6dice sostenia como fundamental,
la premisa de «una
familia fuerte, en un estado fuerte», trajo consigo un reforzamien to drastico del poder marital y una reinterpretaci6n
de la
eI
vida de la mujer, a traves de su funci6n familiar, pOl' enesima
ocasi6n a traves de la historia (60). La figura social femenina,
ritualizada en el C6digo, es la de la campesina 0 el ama de casa,
esposa del militar d carrera 0 del propietario burgues; en t?do
casu se proclama: ~(el marldo debe poder decir a su mUJer:
senora, me perteneceis en cuerpo y aJma; ... senora, no saldreis,
no ireis al teatro, no podeis vel' a tal 0 cual persona ... » (61»)
La ciencia medica. No en vane se ha considerado el siglo XIX
como aquel donde el desarrollo medico cientifico se ha dado
con mas rapidez; sin embargo, la aceleraci6n sin precedentes
de dicho progreso, no fue sino la continuaci6n del poderoso impulso iniciado 150 anos antes. Pero la nueva esperanza de la
hurnanidad, creada gracias al descubrimiento de las causas b~cterianas e infecciones de determinadas enfermedades, del meJor
conocimiento sabre la funci6n de los sistemas circulatorio y
nervioso, de la aparlci6n de nuevas especialidades c~mo v. gr.:
......
j MIa psiquiatria, etc., etc., result6 un arm a de doble fIlo para la
1 mujer y en absoluto esclarecedora de su situaci6n. Por el con'<:1"1 trario, al servicio del sexo y la cl?se dominantes, ~o hizo mas
que reinterpretarla
con nuevos metodos, pero partlendo de las
mismas premisas ya tradiciona!es de inferl?rldad, minusvalia,
etcetera, logrando reforzar gra.cl~s a ur:a .s~ne de ?allazgos que
'\
debieron ser liberadores, los vleJos preJUlclOs de Slempre.
No en vano, es el siglo XIX, cuando trata de fundamentarse,
«cientificamente» la inferioridad femenina, basandose en deterrillnadas c-a~a-cteristicas cerebrales. Es el periodo en el que se
encuentra en pleno auge la teoria evolucionista darwiniana, a
partir de la cual, surgi6 de nuevo la tentativa de justificar la
dominaci6n masculina, a partir de la superioridad «natural» del
hombre (62), de manera que la ~-p~ndencia creada en la mujer,
r~specto al saber medico, a 10 largo de .los ~iglos, a cos,ta,-de
mantenerla pendiente de su acontecer blOlQgICOC£omo SI este
uera ato16gico y convencida de que su destine era consecuencia de los avatares ocultos de su organismo, logra cotas insospechadas, a traves del desarrollo de l~ ·,heurofisiOlogIa. ~ ello
debe anadirse el hecho de que como qUlera que en una socledad
Iaica el.JIlidiCD-habia_~enido
a sustituir, en gran medida, la5
funciones del sacerdote y confesor, asimismo se habia converlido en guia yconsejero
de gran numero de mujeres, no s6lo
desde el punto de vista de la salud, sino incluso de la moral y
su comportamiento en general.
Esta opresi6n, a traves de la 1:$cnocracia cientifica _ aun se
ejerceria mas poderosa, pero mas .sutil~ente: ~racias a ?os. ~uevas ramas que surgidas de la PSlcologIa, Vlllieron a slgmflcar
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nuevos elementos que proporcionaron
a la conciencia oHcial
«garantias» en cnanto a la inferioridad femenina: la psicologia
medica y la psicologia diferencial.
- -.
Los terminos «psicosis» y «psiquiMrico» fueron introducidos
en un sentido moderno por primera vez, en la obra de Ernst
von Feuchtersleben The Principels of Medical Psychology (1847),
a la vez que aparecian diferenciadas, psicosis y neurosis (63).
Asimismo, los medicos can practica psiquiatrica, fueron denominados pOl' el autor como «medicos psicoI6gicos», 0 «medicos
psiquiatricos» y «medicos psicopaticoS» (64). Sin duda, Feuchtersleben fue un adelantado de su tiempo; entre otras cosas,
creia que el sujeto nunca duerme sin sonar y que estaba seguro de que los suenos poseian con frecuencia un significado psicol6gico, en tanto que sus contemporaneos pensaban sobre los
suenos en el sentido de adivinaci6n y superstici6n. Tanto sus
aportaciones, como las de Griesinger, Pinel, Laennec, Virchow,
etcetera, hicieron del siglo pasado el vivero cientifico del actual,
d~las enfermedades mentales una de las areas de mayor interes
y _~e la ';histeri_~ (ademas de la hipocondria y la melancolia) la
enfermedad reina entre la neurosis (*), en tanto que Carter,
Werner, Charcot, Janet, Breuer y otros, sus maximos paladines,
servirian de puente hasta Freud y el psicoanalisis.
a sicologia cliferenciaT:;;>La psicologia experimental, sea su
sujeto el hombre 0 el animal, es esencialmente una psicologia
general: busca «leyes» validas para toda la especie humana y
hasta para el conjunto de los seres vivientes. Pero si se cons ideran grupos diferentes de individuos (por ejemplo Jos hombres
y las mujeres), y alm individuos diferentes, se advierte que todos los grupos 0 todos los individuos, no se adaptan de un modo
igual, a un mismo cambio de las condiciones del medio. La
'«ley», la relaci6n valida, en su forma general para toda la especie, se diversifica entre ciertos limites, cuando se consideran
sucesivamente individuos particulares. EI e~tudio de esas difepmcias individuaJes constituye el objeto de la psicologia dife,rencial (65).
(*) (En tanto que Ia actitud de Sydenham fue hada Ia histeria, com·
prensiva y Ia de Feuchtersleben de empatia hada Ios pacientes, en Ios
escritos de Grisinger se advertia Ia censura constante frente a Ios trazos
que el consideraba negativos, en quienes padecian Ia enfermedad: malicia,
envidia, tend encia al pecado y Ia decepci6n, etc. Al mismo tiempo Ia
idea expresac1a en el siglo XVlII de que la histeria era una enfermedad
nerviosa fue desapareciendo y cec1iendo lugar nueva mente a la etiologia '>
uterina 0 genital que en el siglo XIX, contaba como mayoria a sus adeptos./
(ILZA VEITH:
Db. cit.)
-.../l
.'v'II
A mi juicio, los metodos psicometrisgs, surgidos de ella, no
j'-C" vinieron a mostrar, en cuanto alas caracteristicas diferenciales
~t('.;" .• entre ambos sexos, nada que todos no tuvieran ya de tiempo
"f ,Q./ atnis ante su vista, creando no obstante la ilusi6n y/0 la certeza, de que se asistia gracias a la exactitud y concisi6n de sus
resultados, en cifras matematicas, al descubrimiento de la «esencia» y el «eterno femenino», inmutables.
«Niego que nadie pueda conocer la naturaleza de los dos sexos, en tanto en cuanto, solo han side estudiados en su relaci6n
reciproca actual», escribia J. Stewart Mill hace cien afios (66).
Pero mejor era acallar las deficiencias del metodo, creado por
la cultura y el sexo dominantes, asi como las voces de quienes
se oponian a la corriente mayoritaria, que admitir resultados
que cuestionasen las premisas, sobre las que seguir basando el
~
statu-quo, establecido entre los sexos.
Las pruebas psicometricas mostraban, que, la mujer tenia
I menos capaddad creadora, iniciativa, autocontrol, agresividad,
capacidad de abstracci6ri, independencia, etc., a la vez que posefa Una mayor intuicion, comprensiori., paciencia, afectividad,
sensibilidad, que el hombre; lY que otra cosa cabia esperar,
despues de una socializaci6n de siglos, para obtener estos resultados? Por afiadidura, para los psicologos que identifican las
~noimas;) de la conducta humana, con la conducta masculina, la
mujer siempre ofrecera anormalidades peculiares en algun sentido.
Pero los bienpensantes de la epoca, que, como los de siempre, son los carentes de ideas propias y en consecuencia se
adhieren al pensamiento hegem6nico, aplaudieron entusiasmados ante el hallazgo, que confirmaba incuestionablemen te (para
ellos) sus sospechas, y ratificaba una vez mas su convencimiento, respecto a la subvalla femenin,a. P~ra ello, deso~eron i~cluso, las observaciones de los proplos plOneros del metodo pSIcometrico:
Ribot, habia afirmado: «Es una ilusion creer, que porque
se utilicen procedimientos matematicos, se llegue a una certeza
matematica.»
Janet, advertia: «las cifras son 10 que ha causado la perdida
de los tests».
«La estadistica no da nada, que no sea mediocre», afiadfa
lit"
j.
j)
Binet (67).
Ei
r
psicoandlisls . .son infinidad los articulos, capftulos, libros,
ensayos y conferencias que se han. expuesto, desde que Fr~ud
comenzo a publicar sus observaclOnes, hasta nuestros dIas.
Comoquiera que asimismo, tambien yo he referido en algt'm
otro lugar mi opinion sobre el tema (68). dedicare unas breves
puntualizaciones sobre el !!l0mento 4isJ6ricp .de aparici6n e· influencia, asi como su relaci6n mas directa en cuanto a la mujer.
Ilza Veith en su libro Histeria, refiere que: «Robert Brodenell Carter (1828-1918), un contemporaneo de Griesinger (... )
escribi6 sobre las enfermedades mentales, en general, y la histeria, en particular, con ideas de tipo psicodinamico, tan estrechamente semejantes a las de Freud (antes de que este naciera),
que la mera coincidencia entre unas y otras, resulta bastante
alarmante (69). Aparte esta posible fuente de influencia, tras la
muerte de Charcot (1893) su doctrina sobre la histeria y el hipnotismo, se encontraron en una situacion critica. Al demostrar
Bernheim, el origen puramente sugestivo de la semiologia aducida por la Sal etriere, aparecia como insostenible la teoria
de Charcot, de reducir el hipnotismo a una manifestaci6n patol6gica de caracter histerico Todo ello oblig6 a una revisi6n respecto a la concepcion tea rica de las neurosis, de su clinica y de
su tratamiento (70), Dos figuras se destacaron fundamentalmente: una a causa de sus aportaciones en el campo-de la neurologia: ~l?i.~!<:i, y otra, en el de la psicologia!. Janet~ ,(Paul Dubois y Jules-Joseph Dejerine, pasarian a la historia, a consecuencia de sus aportaciones sobre la renovaci6n en el tratamient de estas afecciones en Francia). Fue precisamente Pierre
Janet quien encabezo la nueva concepcion de las neurosis, desde
e punto de vista psicogenico
sus estudios fueron 10 bastante
lejos, como para que percibiese como una confirmacion de los
mismos, los Estudios sobre la lzisteria, publicados en 1895, en
Viena, por J. Breuer y Freud (71); no obstante, cl fundador del
psicoanalisis siempre rechazo la posible irifluencia de Janet, si
bien considero que tanto Breuer, como el mismo, eran discipulos de Charcot.
No es mi intenci6n, negar la contribucion decisiva que parte
de la t~oria freudiana significo, para una mejor comprensi6n de
10s procesos psiquicos, tanto normales como patologicos y como
su tecnica vino a posibilitar un abordaje de rostro humano (ya
iniciado por sus predecesores) en cuanto a los problemas de
determinados enfermos mentales, pero por 10 que se refiere a la
1!lujer, no hizo sino in!eFpretar, psicologizancfOlos, c-omportamlentos y caracteristicas femeninas atribuidas a la biologia, exclusivamente, si bien todos conocemos, que FretH:lrue un fiel
defensor del determinismo bio16gico (72). De una lectura bio16ica, asamos ues a una lectura psico16 ica; en tanto, el texto
de «10 femenino» permanece mtacto.
o recuerdo cuantas veces habre leido la frase de que:
':f-..
«Freud fue un hijo de su tiempo» 0 «consecuencia de. ~u epoca»,
pero 10 cierto es que, siempre, semejante aseve~a~lOn me ha
producido desde un cierto males tar, hasta un decIdl~o r~chazo.
Son afirmaciones esgrimidas en general por los pusl1ammes 0
los reaccionarios, pues todos sabemos que una epoca, n.o ~s .un
periodo de tiempo absolutamente .1~neal, homoge~eo. e Identico
en su desarrollo, sino una suceSlOn de acontecimiento:". una
relaci6n dimimica y compleja entre situacion~s y. condlclOnamientos heredados, que unas veces llegan a eX:lll.gUlrse y otras,
antes de hacerlo, dan vida 0 enlazan con el nacImIento de descubrimientos nuevos 0 aportaciones originales.
.
.
Cuando insistentemente
se apela a la era victonana, co.mo
caldo de cultivo que permiti6 el nacimiento del germ en p's~coanalitico ni estamos siendo precisos, desde el punto de VIsta
hist6ricd, ni tenemos en cuenta que las ideas de Fr~ud no naderon por generaci6n espontanea, ni queremos asumir que dentro de su epoca, Freud, como cualquier ser humano en la su~a,
asumi6 una postura determinada, que en su ~aso f?e conservadora en lugar de critica 0 progreslVa. Enfoco la vIda, las ge?tes, ; sus problemas por tanto, desde el patriarcalisJ?o burgues
y desde el sexismo consecutivo ~~os
y desd~ ese mismo p.unto
de referencia, analiz6 las consecuencias negatlvas que sem~J3nte
sistema produda, proponiendo medios para adaptarse meJor al
mismo.
1 .
- A~que ya en 1908, Adler habi~ .expresado ~ue. el camp ep
de Edipo era culturalmente especIflco del capItallsmo (73),(la
idea del ~~dre y el hombre autoritar}o .(patriarca~ era tan fuert~
en Freud, que no fue capaz de conceb.lr una sO~le~ad alternatl~a,-a-pesar de que ante sus ojos desfilaban a d.lano las fuertes
-contradicciones
surgidas entre hombres y mUJeres que repre·
sentaban, respetuosamente,
los roles sexuales tradicionales:'.
Conscientemente de espaldas __al marxismo (74) Y al femllllsmo (75), pujantes en la Viena en que. el permanec~6 la mayor
( parte de su vida, ere6 una ciencia que, como c,!a~qUler .otra q~e
investiga aspectos parciales del sistema hegem~mco, deJa~do llltactas las estructuras basicas, vino a convertlrse en un. lllstrl!:,.
menta mas de la clase y el sexo en el oder proporcio~~nd~ a
ambos los medias para subsanar ciertos aspectos deticitanos
del mi~mo, @estandole de este J?odo la. o~ibilidad de_mej.Q~r
ima imag..en, tras la cual. contW1Jar eJer:cIe
una o?-~eslOn
mcluso mas i ens.a.-p.e.roJIlas....su-tilmente encauzada,.fac@smdo
as! la e etuac.illn-d.e....esesistema- de clases y-sex-os.
A mayor abundamiento, a 10 largo de toda su vida, el fund ador del Psicoanalisis se consider6 incapaz de camp render en
profundidad a la mujer (76). Esa afirmaci6n disculpa, en cierta
medida, su torpeza respecto a ella, aunque par supuesto agrava
su petulancia al insistir una y otra vez en interpretarla. Cuando,
a consecuencia de la especial ceguera que Ie caracteriz6 para
los fen6menos sociales y culturales, creia estar encontrando la
«autentica» psicologia femenina, el hallazgo no era otro que el
de las caracteristicas impresas por las normas y las condiciones
de una determinada cultura, y~uando creia estar «curando» a
sus pacientes histericas, 10 -que llevaba a cabo, en realidad, era
<<limar las aristas. ge~sa: estaca cuadrada que era la mujer,
para poderla introducir en el orificio circular que es la civilizaci6u>! (segun la grMica y significativa expresi6n freudiana).
De esta manera, la vision de Freud, reforzadora de la ideologia
dominantc, vino a significar un nuevo cepo, en que la mujer
cay6 atrapada,
sufriendo sus consecuencias
hasta nuestros
dias (77).
La Revoluci6n Industrial. Las condiciones de vida creadas
por la industrializaci6n,
trajeron c~nsigo cainbios profundos y
decisivos, que afectaron a las mas fundamentales
estructuras
de la sociedad. Den(ro_qe la familia patriarcal y a nivel de proletariado y pequena burguesia, los nuevos condicionamientos
econ6micos, obligan a salir a la mujer del ambito domestico y
a ganar un salario (si bien para gran parte de las mujeres de
las clases populares, ello no constituy6 una novedad en si), can
10 que la imagen y la autoridad masculinas sufren un golpe de·
cisivo. Una nueva dim'tmica se inicia imposible de retrotraerse
nunca mas, a su punto de partida: la mujer accede al mundo
del trabajo remunerado.
Las familias pequeno burguesas muy oprimidas par el encarecimiento de la VI a laria, se encontraron incapaces de equilibrar el lastre que suponian varias bocas femeninas a la mesa,
mas alguna que otra dote para la boda 0 el convento, y asi,
la «senoritas» comenzaron a salir de casa, no solo a misa 0 la
visita, sino hacia las ofieinas y los empleos, eso si, 'un tanto
despreciados ya par los hombres (mecanografas, institutrices,
telefonistas, empleaclas de biblioteca, etc.), pero que permitian
mantener can eierta dignidacl, la apariencia a que su status les
obligaba.
(
A nivel del roletariado, las mujeres junto con los ninos (a
partir de los 6 anos , pasan
ocupar masivamente el puesto de
obreras en las fabricas, trabajando durante catorce a quince horas, salvajemente explotadas por los patronos, con salarios de
hambre, cille, en el mejor de los casas, aJcanzaban el 20 6 30
par ciento del conseguido por los trabajadores hombres y de-
a
jando su vida, no pocas veces, a1 pie de 10s telares 0 en e1banco
de costura.
Por encima de 1as mujeres de ambos estratos, va perfihindose, cada vez con mayor nitidez, 1a «senora» de 1a alta ~urguesfa,
1a esposa del rico, que vive una existencia vacfa ypanisita-! gracias a 1a p1usvalfa que 10s negocios de su marido extraen de
sus hermanas de sexo, y en torno a todas elIas, 1a_,dob1emoral
de clase3_-~_~Ji~0,se introduce por todos 10s dncones, abarcandojndusoJos conceptos de sa1udy enfermedad, ya no s610entre
hombres y mujeres, sino entre 1as mujeres pertenecientes a 10s
distintos estratos socioecon6micos.
Ya hemos advertido en paginas anteriores, c6mo 1a clase
medica ha estado a1 servicio, cuando no aliada, alas clases dominantes. y c6mo 1as nuevas aportaciones cientificas incidieron
en 1a vida de 1as mujeres, reforzando 10s criterios de inferiori·
dad femenina no s610a nive1 fisico, sino psiquico.
Es e1 sig10 XIX, en e1 que, segunJQs_escritos y. documentos
1egados por esos rp.edicos y esos cientificos, as mu eres e ten
n a os castas tam ien diferentes, a 1a-hora de ~nf~rmar.
L
lOfiSiOlQja)femenina vue1ve a s~~ f~ent;-~tio16gIca de
todo diSturbic>~LasJlllljer:es de 1a burgu.~~ja,vi~~_ep.c~~a.das
V 1.osdos tercios de su vida par consejo medico, dado que este
f -~'considera, que sQlo_et~~.posop~~<:lealivi~r 1as indisposiciones
I c~!ltes_aque
la menstruaci6n, el embaraz~, 10s p~rtos, 1a
~~~ l;lcJaci6Il,y Ja menopausi~-,sOJ!.l~!ena _es~sfr.aglles, deh_<::~das
y
\() tQn!~s_rp.uj~rcitas,semejantes a munecas e?Jauladas. entre ba~/ .~ Irrot~s dorados (78): A costa ~e. e~asj~fe1!ces _?Undlda~ entre
1./.\1 ~ncaJes, perfumes, Jaquecas, poclmas, desmayos, adulteno~ ~a\""Jr ritales, frigideces y matemidades obligadas y placer pro.hlbl~O,
\
un enjambre de doctores cazan a1 vue10hipocondrias e h.!~!enas
sin fin (79). En que medida estas mujere~ de l?s clases afortunadas estuvieron rea1mente enfermas, es Imposlb1e saberlo des·
de nuestra perspectiva, a consecuencia de 1a enmaranada red
tejida entre 1as enfermedades iatrogenicamente adquiridas y 10s
peligros rea1es a que partos y puerperios 1as sometian realmente amen de 10s estragos que 1a tuberculosis causaba (80). Charlo~te Perkins Gilman, feminista y economista norteamerica~a,
lIegaba a 1aamarga concl':lsi6n de que sus co:n~atriota «habmn
genera do una raza de mUJeres, 10bastante debl1es para ser conducidas como invalidas, 0 10bastante estupidas, como para aparentar serlo>)<81).
.
.,
Ademas y como quiera que en e1 sl.gl~ XIX, 1a~mUJ~res me·
dicos todavia no tenian acceso a la practlca hospItalana, la actitud de 10s medicos varones reforzaba toda clase de prejuicios
4
sobre e1 sexo femenino, con 10 cua1, 1as mantenian alejadas de
toda competencia posib1e y se afianzaba en 1a cuspide de un
poder que se. ~ustentaba so~re Ias mujeres, ya como pacientes,
ya como auxIhares de su practica (82).
Dos Poderes masculinos fundamenta1es se confabu1aban en
tomo a Ia~ ml1J~r~sJjQs (e1mllric!ocon su dinero y. eI medico
C?~ su aVldez de ganarlo), para no poder salir de ese'Cifclilo
VIClOSO
de enfermedades 0 pseudoenfermedades fisico·psiquicas,
que en. e1.~or ~e Ios cas.os acababan 0 hacfan un alto obligado
en e1cIn~Jano,slempre dispuesto a extirpar aque1 utero 0 aque.
1I0sovanos (0 ambos dos) de 10s que provenian Ios disturbios
que hacfan 1anguidecer alas pobres senoras, y que podian con~
ducjrlas hasta Ia Iocura. De paso, tampoco estaba de mas 'exti'rpar eI clitoris, fuente de excitaci6n y vo1uptuosidades peligrosas (83).
LasIn..dkacion~$_ci~Ias ovanectomias eran de 10 mas diversas: alimentaci6n exceSIva,caracteCqii--'-"
lSQ JPasttirbaci6n
intento de suicidio, tendencias er6ticas, mania de persecuci6n'
amenorrea 0 simple tendencia a Ia co ueteria 0 eI enredo amo~
roso, 0 fuer:!e aQetitu.sexual, Segun e1 Dr. Battey cuan 0 aque.
as i?disciplinadas mujeres eran devueltas a s~s esposos, un
camblO total se habia producido en elIas; gracias a Ia intervenci6n, se habian vuelto: tratables, ordenadas, industriosas y limpias. Esta nueva caza de brujas no y'uem6 ni ahog6, sino que
castr6, a miles y miles de mujeres a 10largo de 30 anos.
Y mientras tanto, lcua1 era 1a vida.-y.Ja.enferme<:iadde las
gmjeres pobres, de Ias obrer?s?
-_. '..
«Hay que haber visto de cerca 10s hogares obreros, para
h~cerse una idea de Ia de~gracia que sufre e1 marido, del sufri· 9'
mIento que padece 1a mUJer. De Ios reproches, de 1as injurias, 7r~-?
se pasa a Ios golpes, despues a Ios 1I0ros, a1 desaliento y a Ia
desesperanza. Despues de 1as agudas tristezas causadas por e1
marido, vienen Ios embarazos, 1as enfermedades, Ia falta de trabajo y Ia miseria, Ia miseria que siempre esta clavada en 1a puerta, como una cabeza de Medusa. Anadid a todo esto, Ia irritaci6n permanente causada por cuatro 0 cinco ninos chillones,
revoltosos, que estan dando vueltas a1rededor de 1a madre, y
esto en 1a pequena habitaci6n del obrero, donde no hay Iugar
para moverse» (84).
Por muy enfe~~
0 desfalIecidas que pudieran estar 1as
m1,!je~.e~_
d~I_pr:01etariacio;no-tertiari fii tiempo;"rii diriero para
r,endir culto a Ia invalidez. Los emp1eadores jamas concedian
dias libres para e1 embarazo, eI cuidado de Ios hijos y menos
para e1 menstruo; un dia de ausencia en Ia fabrica significaba
"1
el despido (85). Los medicos, solicitos y benevolos para las enfermedades de las acomodadas, no tenian tiempo que dedicar
alas trabajadoras,
que morian de tuberculosis, disenteria, enfermedades venereas, peste, hambre, extenuaci6n y toda c1ase
de lpidemias.
(Sin embargo, y de manera fraudulenta, la burguesia afirmaba
que las mujeres trabajadoras (al servicio de los ricos en sus casas, talleres, empresas 0 haciendas) .eran mas sanas y robustas
<u:!~}as .senoras, debido a su «constitucion» y a l~s virtu~es del
trabajo, aunque, pOl' otra parte, su torpeza y su IgnorancIa «naturales» nunca lcs permitian salir de su situacion de serviduml?r~e-y _p.()brezab86). Mil contradicciones, e~sar~~das. ~nas tras
otras, no eran suficientes para dar una expl1caclOn logica al he·
cho, vergonzoso y aberrante, del tipo de existencia de las clases
oprimidas, pues no obstante la supuesta salud popular, la casta
privilegiada veia a los obreros e indigentes como fuente de enfermedades y contagios, como si ello fuese una perversion mas,
de las muchas que componian su caracter. El descubrimiento
del origen microbiano de diversas enfermedades, hacia es~ecialmente sospechosos a los pobres de engendrar tales orgamsmos, en Iugar de comprender que eran los primeros que los
padecian, pOl' culpa de sus condiciones de vida. La (mica atenci6n a susalud de que disponian los pobres, venia dispensada
p_or .curanderos, barberos, parteras, boticarios y remedios caseros. A los hospitales, en condiciones sanitarias absolutamente
pesimas;se1.bapor
10 general ~mp.rJ.r, una vez que las fuerzas
para seguir sobreviviendo fallaban pOl' completo.
La seleccion na!grfi.tY_Jil._h~!_~nciaservian .de explicacion a
los 'conflictos sociales e individuales, a la vez que algo resulta
evidente ante nuestros ojos: 4.histeria
bi~n pudo ser la ~s~~ella
de las neurosis de Ia epoca, ya que, medIante ella, las mUJeres
de los distintos estratos sociales expresaron la opresi6n y la
alienaci6n a la que se encontraban sometidas, partiendo imas
del exceso de bienes materiales y otras, de la carencia mas absoluta de los mismos, pero coincidiendo ambas, en la negaci6n
completa pOl' parte de la sociedad machista, a reconocerles la
ca tegoria de personas
Contemporaneamente,
Y en intima ligaz6n con estos acontecimientos, de la mana en Europa de los socialistas utopicos primero y de los socialistas cientificos a continuacion Y unida en
Norteamerica al movimiento antiesc1avista, se inicia la lucha por
la liberaci6n de la mujer, 0 teminismo (87). En ella y desde sus
comienzos hasta nuestros dias, han participado, ademas de algunos hombres, tanto las mujeres de las c1ases populares, como
!/
y
1
otras de la pequena y mediana burguesia que han puesto sus
conocimientos y mas completa formacion, al servicio de la lucha
unit aria. Lo que en una primera etapa cristalizaria en el tan
ridiculizado y controvertido sufragismo, daria lugar, mas adelante, a un movimiento internacional, con matices diversos segun los paises y sus circunstancias historicas, con aceleraciones
y retrocesos en su ritmo, pero desde cuya perspectiva es necesario enfocar hoy multitud de aspectos del acontecer humano y
social, si no deseamos permanecer observando el mundo y sus
realidades, a traves de la optica equivoca, de un solo sexo y de
una sola clase. Entre estos aspectos, dos de ellos adquieren especial relevancia ante nosotros: el de la salud y el de enfermedad mental.
En nuestro mundo occidental, el p..t~~~nte.§iglo, es heredero
de los progresos, descubrimientos,
contradicciones
y errores,
emanados del siglo XIX, a la vez que creador de nuevos procesos
y estructuras, descubridor de hechos ignorados y generador de
nuevos errores y contradicciones.
En 10 politico y economico, a la vez que se asiste a un desaq:.ollQ..5!eLc.apitfilismo industrializado,
sin precedentes, 'presenciamos el.exito de revoluciones obreras y la implantacion y desar~oll~ ?e los primeros regimenes socialistas. En 10 tecnico y 10
clentlhco a la par que se alcanza a pisar e investigar nuevos
planetas de nuestra galaxia, se crean 6rganos 0 elementos de
repuesto, con que alargar la viga 0 impedir la muerte, en determinados momentos del devenir individual; la natalidad cuenta
con medios de control y evitacion; la supervivericia, crianza y
educacion infantiles han experimentado cambios notables; la
gravidez se considera como un hecho natural cuya atencion, sin
embargo, ha mejorado y cuyos riesgos han disminuido (todo
ella, des de luego, a nivel de ciertos sectores urbanos, primordialmente). Desde el punto de vista juridico, a finales del segundo cuarto de siglo, las mujeres adquirieron pOl' fin en nuestro
hemisferio, el derecho al voto; de 1945 a 1950, quince paises
europeos (a los que se fueron adhiriendo sucesivamente la mayor parte de los restantes), modificaron sus constituciones en el
senti do de reconocer el derecho de igualdad entre los sexo~ (88).
Socialmente, a la vez que la mayor parte de las instituciones
han sufrido importantes
cambios, los sistemas de asistencia
embrionarios a finales del ~iglo XIX han ido extendiendose
y
progresando (no sin grandes desigualdades) en los paises mas
desarrollados. Finalmente, casi 40 afios libres de guerras, algo
nunca visto antes en nuestro continente, introducen variables
importantes, en el acontecer vital de los seres humanos, 0 al
menos de detenninados seres humanos, pues dos hechos sustanciales no se han modificado de forma mayoritaria y continuan
siendo evidentes: la explotacion de clases y la explotacion de
sexos.
No obstante aparecer en el seno de nue,st-!:9_siglo,
una importante corriente de pensamiento e'lnvestigacion, que, en contra
del biologiCismo, basa el origen de la evolu(;ion 9-e)qs. corgportamientos, en los hechos fundamentales del aprendizaje y la
influencia del medio y haber comenzado esta tendencia a recoiectar sus frutos en campos diversos, los viejos mitos proyectan
su sombra sobre las nuevas realidades, difuminando sus contornos y asemejandolas a fantasmas.
Hace ya unos cincuenta afios, Havelok Ellis escribia: «Tenemos que reconocer, que nuestro actual conocimiento del hombre y de la mujer, no pueden indicarnos 10 que podrian 0 deberian ser, sino 10 que actualmente son, bajo determinadas condiciones de civilizacion. Pero al mostrarnos que, en circunstancias diversas, tanto el hombre como la mujer, dentro de unos
limites, son indefinidamente modificables, un claro conocimiento de la realidad de la vida cultural de los hombres y de las
mujeres, nos impide dogmatizar rigidamente, en cuanto alas
respectivas esferas» (89).
Pero aun asi, el status social, en que determinadas gentes
han nacido y el sexo con el que vienen a mundo, les sigue condicionando de manera que, en nada 0 muy poco, participan de
las conquistas antes mencionadas, ya que sus vidas Se realizan
en gran parte, al dictado de las categorias que ostentan el podel', luchando contra ellas, pOl' establecer una nueva dinamica,
mas favorecedora, en el mejor de los casos.
En este orden de cosas voy a dedicar la ultima parte de este
escrito a intentar puntualizar cual es la situacion actual qe los
conceptos de salud y enfermedad mental en la mujer, de la frecuenda y tratamiento de las alteraciones psiquicas en- el sexo
fe-meni~o,asi como las alternativas posibles que vienen a surgir,
a la hora de contemplar estos acontecimientos, desde la perspectiva de una intervencion feminista.
/
Si pOl'salud entendemos la posibilidad de utilizar al maximo
las aptitudes fisicas y psiquicas del organismo, es decir, las
posibilidades de utilizar la propia persona de manera optima,
debemos reconocer que el disfrute de semejante situacion, tan
solo es posible, hoy pOl' hoy, a cierto nlimero de personas, pertenecientes a los estratos sociales privilegiados, pero que incluso a estos niveles, suele resultar menos accesible alas mujeres,
en tanto que para las pertenecientes a la capas populares, est~
concepto se encuentra pnkticamente al nivel de elucubracion
mental.
Insistiamos en paginas anteriores, en que, tambien los conceptos de salud y enfermedad se rigen en nuestra cultura, rn.!;.:.,
diante un baremo clasista y sexista y si la mujer ha venido siendo concebida a'irav~s de l~.thist6"i:-ia,como un ser referido a
otro en sus aspectos fundamentales, tampoco deja de encontrarse igualmente involucrada, a la hora de ser considerada sana
o enferma. Desde la antigliedad y hasta este momento, no es
duefia de una salud que Ie sea propia y caracteristica, sino con-,_
feccionada pOl' y como reflejo de la salud del hombre, y ello
tanto en 10 fisico.como en 10--'p~f9-~~co.
La LnfluenciaJransmitid~ porJa-.£.~lo~~~ __
di[~I.enc!~!y la
psicol.Qg~i!.
~in~~c~.-J.e.~coa_n~l!.~Js),
que antes mencionabamos.
~!.perdur~n en eLE!~!~cuarJ!u;le
siglo, a pesar de que las
pautas de comportamiento y espectativas femeninas, si bien se
hallan en un momenta de transicion, se encuentran experimentando un cambio acelerado y sorprendente a tenor de la mudanza, asimismo rapid a e insospechada, de la sociedad en general.
El conceI!!2-<!~norma de tan dificil establecimiento aun hoy,~
no obstante aplicado_unilat~!:..'!I!!!eIl.t~_
,!l varon en el sentido
de que el se convierte en <<Bormavigente», a_partir: de la cual,
establecer una norrnativa para los demas&,n una soCiedactcapitalista-patriarcal como la nuestra, ia norma sera la que emane
del hombre, que se comporte de acuerdo con las expectativas que
respecto a el tiene la socieda<t>
Mllltipies experiencias, ratifican la creencia de que tanto a
nivel de los profesionales, como de legos en la materia, los
caracteres psicologicos entre ambos sexos difieren; pero 10 hacen, en el sentido de que el estereotipo femenino careCe de una
serie de «cualidades», solo atribuibles al estereotipo masculino,
y de que cuando algunas de ellas se reconocen en ambos, son
8tribuidas de manera cuantitativamente distintas (menor, inferior) a la mujer. Pero ademas son las propias mujeres quienes,
pOl' 10 general, ratifican dichos estereotipos (subestimandose
colectivamente, en consecuencia); de manera que si se les pide
J
.describan 10s estereotipos de un sexo y del sexo opuesto,(fo
,,(solo encuentran mayor numero de rasgos para describir al horn>(~ Y'
bre, sino que entre estos, abundan mas 10s de valoracion social- '}o
,.J,fi., mente positiva)En este sentido, resultan demostrativos 10s tra-\" ;"l,1'?J
bajos de la Dra. Igne Broverman (90), Bianka Zazzo (91), Rosencrantz (92), Rosemberg <2-3), y otros (94), que vienen a sefialar.
sin lugar a dudas, como~l. concepto utilizado aun, para tipificar
alas
mujeres normales (menos independientes,
competitivas,
agresivas, felices, objetivas, menos interesadas
pOI' las ciencias y las matematicas, mas facilmente emocionables e influenciables, mas excitables con menos estimulos, mas preocupadas
por su apariencia fisica y carentes pOI' 10 general de proyectos 0
expectativas para el futuro), es el equivalente al de un adulto
u.hombre sano, «no del todo normal»; es decir, es como si se
aceptase que la mlljer dispone de l.ma «salud mental patologica»
0 de una <<llormalidad anormal~
oJ
Pem atm hay mas: 10 que se ha denominado y aun se denomina J?I11.infdad, engloba una porcion d~ «peguefias locuras»,
fl
no solo tolerables, sino incluso deseables en la mu' er y aplau·
ti
idas pOI' el sexo mascu mo a conSI e
as in rediente indispensa Ie del llama do \<encalll!! [t:!Ilt:niIl!J» IPOI' 10 general, suelen
actitudes que tienen mucho de infantiles, imprevisibles, teatrales y/0 irreflexivas, ya se produzcan espontaneamente,
ya
sean falseadas porIa interesada, consciente de la utilidad de
estos resortes para «resultar» femenina, a la hora de querer 0
necesitar «encantan> (95»
Pero si reslllta que la mlljer goza de una sailld tan poco
saludable i donde comienza su enfermedad?; y si estando cuerda, resulta ya un poco loca, icUando puede decirse que se adentra realmente en la locura? (96).
-<'
\
Esa mlljer sana y encantadora que permanece manteniendo..~ ) se en una especie de infantilismo 0 inmadurez perpetuos, si
I desea continual' su carrera de femina sailldable, deb era optar
~> _
por el matrimonio y permanecer en el (solteras, viudas, divorciadas 0 separadas, resultan siempre sospechosas) (97); parira
algunos hijos, tenga 0 no deseo de ellos, mediante los cuales
cia fe de Sll «instinto maternal» y a pesar de sus escasas capacldades para lllchar pOl' si misma, algo ocurrini de improviso
(eso Ie dicen), para que, a partir del dia en que se incorpora
V al escalafon de «madre», no solo sea capaz de ser autosuficiente,
~,rr-sino
tambien guia y conformadora de los nuevos seres que trae
V~V ~l mundo, sin que en ningun momenta, pueda permitirse ante
ellos, la menor transparencia de sus emociones, ansiedades, necesidades, etc., ya que entonces, en lugar de ser una buena
(
Y
f
r}t
ser
If-
madre, pasara a ser a la vista de todos, y mas que nadie de los
tecnicos, la clasica madre ansiogena, sobreprotectora,
castrado·
ra, 0 incluso esquizofrenogena
(98). POl' afiadidura, debe satisfacer las espectativas sexuales del marido, las comparta 0 no;
debe mantenerse alegre y equilibrada, cuando despues de pasar
la mayor parte de su vida como valedora de sus hijos (que en
muchas ocasiones son su unico vinculo afectivo) y trabajadora
de hogar (sin remuneracion, vacaciones, bajas por enfermedad,
jllbilacion, etc.), estas funciones dejan de tener un significado,
pues los hijos se independizan y la casa es una carcel, donde
pasa sola la mayor parte del tiempo. Si el marido fallece antes
que ella, como sucede con harta frecuencia, debera llevar digna
y resignadamente este estado «normal» de la vida, hasta el fin
de sus dias (99).
Pero este planteamiento, necesario sin dud a para el mantenimiento de Ias estructuras burguesas-patriarcales,
resulta ser
teoricamente util para este cometido, pero peligroso en la practica, para quienes 10 asumen como programa a cumplir indefectiblemente y ella, sobre todo, para el sexo femenino.
I~~
Los distintos autores que han incidido en el estudio de la fj. l-:
frecuencia de trastornos psiquiatricos especificos segun el sexo,
afirman una predominancia femenina .en l,as .l1fuyosis..(en reI acion 3/1, con loshornbres);
..ell.las depresiones -(de' 2/1 a 3/1);
En las }2sicosir> seuiles (debido sin duda a que aumentan en ambo sexos, dado el envejecimiento progresivo de la poblacion en
los ultimos afios y la mayor supervivencia de las mujeres sobre
los hombres), en tanto que tambien los inteutos de 5u;cidw son
mas frecuentes entre el sexo feme nino D-5/i); 'la anorexia nerviosa es un afeccion, que los hombres padecen la <.Mamaparte
que las mujeres( si bien hoy se tiende a interpretar este trastorno, en estrecha dependencia de alteraciones de la fun cion
neuro-transmisora
del hipotalamo, no obstante, sus implicacio- A
nes psiquiMricas y psicologicas) (100). En contrapartida,
existe t5.
una predominancia masculina, de 5/1, en las toxicomanias y los
trastornos sociopatologicos ..•.y de 2/1, en liS hospitalizaciones
pOl' retrasos mentales, en tanto que no aparece diferencia significativa entre los sexos, respecto a la esquizofrenia. Hemos de
tener en cuenta, sin embargo, en cuanto a estos datos generales
y para su mas justa comprension, los problemas de metodologia
y definicion que aun tiene planteados la psiquiatria.
Pr~t.:.
Basandonos en estos datos, la apreciacion que a «grosso
modo» Se infiere de ellos, es que la mujer esta mas ampliamente representada que el hombre, tanto en el grupo de las neurosis
como en el de las psicosis (a. expensas en estas ultimas, de la
depresi6n). Ella podria explicarse en base a dos aspectos fund amentales: 1) no es extrafio el desplazamiento hacia las aHeraciones psiquicas en la mujer;~! partimos de una idea de salud
un tant.o pato16gica, para ella; 2) habria que pensar q~1~.1~
_ma~pre~~~ci~
femenina~tanto en .las neurosis como en-Ias p~icosis, podna deberse alas alteraclOnes que provocan ~~~
mteaddad, la aceptaci6n del papel comunmente admitido para ella,
~orno saludable, teniendo en cuenta el origen generalf11ente
aceptado de las alteraciones neur6ticas y la escasa 0 nula in«idencia que en la etiologia de la depresi6n, han demostrado poseer las distintas fases de la biofisiologfa femenina (101). En
este sentido se pronuncian en la actualidad un importante numero de investigadores, que ponen enfasis en los aspectos p'sicosociol6gicos y de status social desventajoso para la mujer,
primordialmente.
En la linea de algunos autores (Szasz, Sherff, Jervis, etc.),
podemos decir, que la ocura
as que una caracteristica intrin5eca a una persona, es un juicio de valor que se ex resa sob
su crortamiento,
un JUlCIO . e esviaCI n; en suma, es el
nQm....re que en la practica reciben aigumis violaciones de las reglas· de la _vida soci?!. En todos los casas, Ia presencia: de un
«estado de dolencia psicoI6gica», de «Iocura» a de «enfermedad
mental» se deduce indirectamente
del comporta~iento
del interesa do a bien, en el mejor de los casas, de la descripci6n que
el ofrece, sabre su propio estado de animo.
En este sentido, aquellas _mujeres que han rechaz.ado las
normas al usa, par considerarlas Iesivas e incapacitadoras para
su progreso individual, aquellas que han· iniciado el transito hacia otro_tip.o. d.e vida, qUiZ{lde manera no claramente predeterminada, pero si can un sentimiento solido de rechazo hacia
pautas de comportamiento, que viven como alienantes y embrutecedoras, se encuentran expuestas a sufrir distint.Qs.Jipos_~de
tensiones; las creadas par la conciencia de ser artifiCeS de S11
destino dia a dia e ir hacienda camino hacia un fin no institu·
clonaliza90; las que traen consigo la lucha interna, mas a menos
intensa entre la tentacion de acomodarse a la tan odiada tradicion a ~ontinuar hacia adelante y asumir los riesgos inevitabies,
que siempre trae consigo 10 desconocido; y la no menos dura,
de la critica adversa, que las nuevas actitudes generan en el
ambito social en torno, hasta el extrema de que, par parte de
105 mas -reac;-ios al cambia, dichas actitudes se homologan facilmente can las de la locura (102). Para las que ha.n conseguido
traspasar la barrera del estereotipo y mantenerse en un equilibria estable, el recelo y la suspicacia generales siguen vigentes,
si bien terminan admitiendo, de mejor 0 pear grado, que tales
mujeres son «excepcionales» a «extraordinarias par naturaleza»,
con 10 cual la ideologfa dominante pretende extraerlas de su
origen (el de mujeres), negando alas restantes, aquellas de sus
miembros que confirman Ias categorias y capacidades que todas
poseen y que son mucho mas amplias y ricas que las puramente
animales y/o sexuales (103).
Cierto, que algunas de las empefiadas en la tarea de «personalizaci6n» pueden llegar a la crisis, cuando la.Je!1~iQn entre las
ne~~~d~d~:>_jndividuales. y. las impu~~tas por el. c.o~Lsocial
se muestren tan contradictorias
e irreconciliables,
que hagan
saltar el eqUilibria ctei sujeto e-n lucha, pero ello no ha de significar que necesariamente este haya de cejar en su empefio, sino
que debera, quiza con cierta ayuda, reformar el camino ensayanda tacticas nuevas. La fundamental en este casu es quien
puede servir de ayuda y que medias pueden ser utiles para
reemprender la marcha can mejor acierto.
A la tenclen~ia a la medicalizacion de I()s problemas en general y de los fcnleni.ii.os~en- pa~rticufar (segtin veiamos en parrafos anteriores) asistimos_ a la_p_~.ic~logizacion.y.psigl;l}atriza.
ci6n. de 10s.mismos, una vez que psicologia y psiquiatria se convierten en presuntas adelantadas, entre las ciencias dedicadas
al comportamiento humano. ~! salJ~!"_
D1edico, sustituyo en gran
parte el .saber-religioso;
hoy psic610gos y' psiquiatras son, en
gran medida, c.onfesores y guias de gran numero de gentes y a
la par, quienes dictan los limites entre cordura y locura (104).
E~xQ...a ..que _perJe.Q.~<:enmayori tariamen te, ~la~QS:ial
de la que proceden en general y l.asc9rrl~.!!!~ ~16gicas
que
mas influyen hay dia en la f~rmacion de estosr:~cnICos; preconizan un tipQ de psicologo 0 p~iqtiiatra, comunmente_~~xist? y
regresivo, cuya practica profesionai" se hall a mas proxima al
ej~!,cicio juridico que al cientffico, dado su escaso in teres par
investigar' y tratar de comprender los nuevas fenomenos, ante
los cuales continua empecinado en distinguir, para separar «10
buena de 10 malo». Todos estos factores, les conducen a menudo
a tamar la parte par el todo, llegando en ocasiones, a peripecias
l'ealmente preocupantes, como demuestran las experiencias ya
clasicas de Roseham (105) y Temerlin (106).
Desde este enfoque, aun las mujeres que han actuado tradicionalmente, han sido las que han venido a tener que ser <<TIor.
malizadas» al expresar las consecuencias patologicas de la asuncion del rol sexual estereotipico; en lugar de ser su papel el que
haya venido a modificarse y adecuarse a las personas, para
evitar su patogeneidad. EstQ ha exigido: 1) la psiquiatrizaci6n
de los problemas y/o conflictos femeninos, 2) el tratamiento
de la faz visible 0 emergente de los mismos, consistente en borrar su hue11a (erradicar el sintoma) para negar asi la existencia
de aquellos.
Esta pnictica, la mas generalizada en psiquiatria, de hacer
desaparecer el sintoma y devolver al ~ujeto supuestamente «sa~ al circuito donde se enferm6, no es otra cosa que la utilizaci6n de las pautas que el sistema capitalista posee para el tra·
tamiento tanto de los medios de producci6n, como de la fuerza
de trabajo (hombres), como de quienes reponen esa fuerza y
forman un ejercito de reserva de la misma (mujeres), con el
unjco interes de que el sistema continue intacto.
{ <.. Que otra cosa se hace si no, cuando
aquellas amas de casa,
resjletuosas del 1'01 asumido y socialmente preconizado se ~e_primen? La asistencia de la que son subsidiarias, en su mayona,
es aun de tipo manicomial y el tratamiento bio16gico y/o farmaco16gico. De.?~parecida la sintoED~to~ogta.Ls.<?nda~as de alta para
reincorporarse
a sus hogares, convencldas' de que pOI' esta vez,
hi enfermedad
hi! pasado y de que su vida, al fin y al cabo',
es bastante aceptable; creen ser ellas ~e
eon Stl: mal~
o su escasQ equilibrio, la ecbaD a perder.1 8i 'pertenecen a la
~diana
0 alta burguesia, podran optar seguramente a una asistencia privada e individualizada en la que, combinada 0 separadamente, recibiran un tratamiento
farmaco16gico y psicoterapeutico; en las sesiones terapeuticas analiticas, de corte mas 0
menos freudiano, iran quedando atras las distintas etapas de su
desarrollo infantil (incluido por supuesto el casi ininteligible
edipo femenino, que el terapeuta se ve en la ~bligaci6n ,de encasquetarle, su envidia del pene, etc., para termmar enrolandose
en su hogar y admitiendo, con mayor resignaci6n, sus tareas
de esposa, madre y empleada domestica gratuita, ahora ~~e,
gracias a la psicoterapia ha lograd~ su d.iploma. d~ maduracl~n.
El mismo proceso ha podido segmrse SI ha aSlstldo, a t~rapIas
grupales 0 familiares, pues en cua!quiera ~e estos ambltos, se
ha intentado hacer volver a la oveJa al redI1.
Asi, la familia patriarcal, esa instituci6n un tanto de.sacreditada yen entredicho en nuestros dias: puede se~uir funclOnan~o
algun tiempo mas, para continual' sle?do el fIltro y. el es~eJo
de las contradicciones
sociales. Poco Importa que Slga danando a sus miembros y que estos vivan culpa~gi~Aill!~§e mutuamente a si mismos, pOl' considerarse incapaces de ma~tenerla
saludable y difrutar de semejante sinecura. De cualqmer manera, siempre es posible parchearla nuevamente, reparando y
remendando aquellos de sus elementos que atenten contra su
fragil estabilidad.
Pero hace ya tiempo, las mujeres dijeron no. Lo dijeron en
Estados Unidos, en Inglaterra, en Francia y en e1 resto de Europa, por algo que parecia tan anodino y peligroso, a la vez, como
el voto, y continuaron diciendo no, incluso alas especulaciones
ideo16gicas de una serie de nuevas ramas del saber, de cuyos
representantes
recibieron los peores insultos en lenguajes dificiles y alambicados;6
algunas se retrotrajeron
intimidadas ante
la afirmaciones de algunos sesudos senores, que decian ser ca·
paces de conocer sus mas intimos resortes y sus mas escondidos
sentimientos
(para ellas ignorados), a traves de complicados
artilugios ideo16gico~ Pero otras no cejaron, continuaron ne·
gando estas teorias y otras tantas de genios similares, fieles a su
propio sentir, atentas a sus mas urgentes necesidade, con 105
pies bien puestos en el suelo y 105 ojos de par en par abiertos,
para que no les camuflasen la realidad. Incluso accedieron a
trabajos y profesiones, que tan s610 habiatl ostentado los hombres, cuando ellos partieron a la guerra y de alguna forma continuaron insistiendo, cuando aque110s regresaron y los que gobernaban las naciones las mandaron una vez mas a sus casas,
a procrear y cuidar de los trabajadores.
Hay que reconocer que su terquedad no tuvo limites y que
comenzaron a infiltrarse pOI' todos los rincones, al igual que la
mala hierba.
En el ambito parcial que nos ocupa, el de la locura, In infiltraci6n 11a comenzado ya a dar sus frutos, sobre todo en aque110s paises de mas antigua andadura feminista. Alli, algunas
«clisidcntes» comenzaron y continuan negandose a admitir beata
y sumisamente la teoria y la practica de quienes detentan el
poder profesional, aun a riesgo de cometer «herejia».
Esta saludable postura crftica va cundiendo poco a poco, a
la vez que las propias mujeres, cada vez mas sujetos (y no
objetos) del quehacer diario, van interrogandose a si mismas y
comunicandose entre si sus nuevas experiencias, constatando
poco a poco, que no constituyen excepciones, sino que son cada
clia mas, las que dan nuevas respuestas y contestan las viejas
f6rmulas que se les asignaron.
De esta manera, lentamente, va creandose un tejido entre
mujeres, de solidaridad y apoyo mutuo, en que las profesionales
de la salud mental, cualquiera que sea su cualificaci6n, cons·
tituyen hilos funclamentales del entramado. Procedentes much as
de ellas 0 en estrecha conexi6n con el movimiento liberador de
la mujer, pOl' haber sido testigos 0 participes del mismo pro-
ceso de individuaci6n y autonomia, que muchas otras hermanas
de sexo, proporcionan una ayuda tecnica al servicio de las ~ecesidades de aquellas, que en distintos momentos. de la ~usqueda de identificaci6n ya no se venin forzadas a mtroduclr~e
nuevamente, en los viejos moldes de los que pugnan por sahr.
Momentos coyunturales de su crecimiento como personas no se
venin negados 0 cercenados, con la excusa de la etiqueta <docura», sino alentados y simplificados en 10 mas doloros.o,.para
que la nueva mujer, pueda nacer con el menor sufnmlento
posible.
Pero este compromiso, politico sin duda, no debe quedar reducido exclusivamente alas mujeres, aunque estas sean hoy las
pioneras. El analisis de las relaciones de poder y e~plotaci6n
entre 10 sexos posibilita el acercamiento y comprenslOn de los
mas sutiles m~canismos en la dinamica de la interrelaci6n personal y a nivel de conflictos individuales, familiares y/o gr;-tpales, pudiendo contribuir a esclarecer sin duda, la pro?lematlca
tanto de uno, como de otro sexo..Por ello, es necesano que todos aquellos trabajadores de la sal~d mental que l~lChanpor
una pnictica mas amplia y progre~lva, hagan. s~~a esta, como
tantas otras herramientas de trabaJo, que poslblhten una comprensi6n mejor y una ayuda mas fructifera, para toaos los enfermos mentales.
G
Aporlaciones recientes, sugieren Ia hipotesis del matriarcado como
una concepcion machista, orientada a interpretar que el patriarcalismo
seria Ia victoria masculina sobre un sistema organizado y gestionado POl'
mujeres.
(2) En Ia reciente Conferencia Internacional de la OMS, celebrada
hace fechas recientes, con motivo del «Ario Internacional del Nino», se
informo de que treinta millones
u'eres en su mayoria niiias de 9 a
12 aiios, S0n somehdas a mutilaciones sexuales de tipo ritual, que traen
consigo, amen del atroz sufrimiento fisico, Ia anulacion completa de tales
mujeres para el disfrute sexual a 10 largo de toda su vida (Diario «EI
Pais», marzo 1979,Madrid).
.
(3) La condicion humana, asignada unicamente al varon, constituye ~
algo habitual, en las lenguas indoeuropeas. POl' el contrario, algunas orientales, como el japones, poseen una palabra para designar el hombre
(otoko), olm para designar a la mujer (onna) y otra para c1esignar al ser
humane (ningel1), siendo insustituibl~s, tanto la primera como la segunda, porIa
lercera. (En «Sexual politics». KATEMILLET.Hay traduccion
caslellana en Aguilar, 1975).
(4) Arcadia del Castillo: «La emancipaciun de la mujer romana en el
s.LD.C.» (Universidad de Granada, 1976).
(5) En realidad, la historia ha sido una larga lucha de las mujeres POl'
su emancipaeion. En este sentido, no podemos dejar de comentar como,
hasta en los textos escolares de nuestra infancia, se nos decia que un
regimen 0 un pais llegaban al ocaso de su hegemonia, a conseeuencia de
<,Iarelajacion y afeminamiento de las costumbres» (10 que era equivalen·
te a momentos de esplendor de las artes, las ciencias y la cultura en
general). Lo que siempre se obviaba, es que tales cosas sucedian a consecuencia de la corrupci6n, las luchas asesinas, porIa obtencion del poder
politico entre los hombres, en general.
(6) San Agustin, «Confesiones».
(7) Entiendo el tcrmino «estigma» en el sentido de E. GOFFMAN:«atributo indeseable, en tanto que resuIta incongruente con nuestro estereotipo,
acerca de como debe ser, determinada especie de individuos. Mediante
dicho termino, se hace referencia a un atributo profundamente desacre·
ditador (...) Un atributo que estigmatiza a un tipo de poseedor, puede
confirmar la normalidad de otro, Y, POl' consiguiente, no es honroso ni
ignominioso en si mismo». (E. GOFFMAN:Estigl1la, Ed. Amorrortu, 1970).
(8) ROBERTBRIFFAULT:Las Madres (Ed. Siglo XX, Bs. As., 1974); ver
capitulo 26: «La moralidad cristiana».
La superposicion dominacion sexual-dominacion economica, se repite
en casi todas las cuIturas, POl' parte de la clase y el sexo dominantes. Vel'
en este sentido: M. KAYMARTINY B. VOORHIES: La mujer, un enfoque
(Ed. Anagrama, 1978, cap. 3 y 4).
(9) BARIJARA
EHRENREICHand DEIRUREENGLISH: Witches Midwives and
Nurses (Writers and Readers, Publishing Coop. London, 1973): «Hacia finales del siglo xv y XVI, se registraron miles y miles de ejecuciones; la
mayoria, condenas a muerte en la hoguera, en Alemania, Halia y otros
paises (...) Algun autor ha calculado el numero de las victimas, segun una
media de 600 al afio, en algunas ciudades alemanas (...). 900 brujas fueron
quemadas, en un solo ano en el area de Wertzberg y 1.000, en los alrededores de Como. En Toulouse, fueran enviadas a la muerte 400, en un
solo dia (...) Numerosos escritores han calcu!ado, en millones, el numera
de tales victimas».
H. KAMENen La JI/qllisici6rl
Espa,101a (Alianza Edit., 1973) da cifras
similares.
(10) NICOLAUE YMERICH: Mal/ual de Inquisidores
(Ed. Fontamara,
1974). En la nota del traductor Don J. Marchena, en las Adiciones al capi·
tulo IX se lee: «Son indicios de otras herejias ser brujo 0 bruja.» En
las Adiciones al capitulo ultimo, se lee: «EI Santo Gficio, en Espana, tiene
dos jurisdicciones, pontificia y real; en virtud de la primera, conoce de
10s delitos de herejia, judaismo y generalmente de cuantos son en agravio
de la fe. A .6sto se miaden los de prafanacion de sacramentos y, como
tales, los de bigamia; los de bestialidad y spdomia; los de blasfemia; los
de usura; los de hechiceros, hipocritas y embusteros ...» En definitiva,
jque buen cajon de sastre el pe la herejia!
H. KAMEN(Db. citada): tAunque solo habia sido creada (la Inquisiciun) para combatir los dclitos de herejia (...) a principios del siglo XVI
se las habia arreglado, para obtener jurisdiccion sobre casi todos los delitos, que en fna epoca u otra, habian estado al cui dado de los tribunales
eclesiasticos.»
~(11)
GEORGEROSEN: Madness and Society: Chapters in the Historical
Sociology of Mental 11Iuss (Harper and Row, New York, 1968). Hay traducciun castellana: Locura y sociedad (Ed. Alianza, 1974).
(2) JULIO CAROBAROJA:Las brujas y su mtmdo (Alianza Ed., 1966).
(13) G. ROSEN (Db. citada).
(14)
n Es ana no fue instaurada, de manera general, hasta el.Jll1im.2.
tcrcjo del siglo xy, si bien habia hecho su aparici6n en Cataluna, en 1232.
No fue abolida, hasta el 4 de d' . mbre de 1808, en que Napoleon I conquist
a n con sus tropas: La Inquislci6n
y los espafioles, J. A. LLORENTE(Ed. Castellote, 1973).
(5)
J. C. BAROlA (Db. cit.).
(6) HEINRICHKRAMERy JACOIJSPRENGER:«Malleus Maleficarum», 1486,
en Witchcraft
in Europe (1110-1700).A Documentary History (University
of Penns)'lv. Press. Philadelp. 1976): «... 10 mismo que a causa del defecto
original de su inteligencia, son mas propensas (las mujeres) a abjurar de
su fe, asi tambien debido a su otro defeeto de desorden pasional y afectivo, buscan e inflingen amenazas bien POl' brujeria, bien POl' otros medias (...) no es de extranar que este sexo haya dado tantas brujas (...)
toda brujeria tiene su origen en la lujuria carnal, que en las mujeres es
insaciable ... Para satisfacerla, se unen a los demonios. Esta suficientemente claro, que sean mas mujeres que hombres las contaminadas porIa
herejia de la lujuria».
(17) Baste recordaI', en este sentido, la peripecia hist6rica de Juana de
Arco: considerada POl' los te610gos de Poi tiers como «virginal, modesta y
devota», en febrero de 1429, moria en la hoguera, como «relapsa» en mayo
antropol6gico
de 1~31,p~ra ser rehabilitada en julio de 1456, y todo ello, a tenor de las
contmgencla~ del remad? de Carlos VII en Francia. Fue beatificada en
909
POl' 1m, en 1920. Diccionario de Mlljeres Celebres (Ed
P1lazay ycano~lzada,
Janes, 1970).
.
(18) E~ inquisi.dor Bernardo de Como, establecia la aparici6n de esta
s~~ta,. hacla la mltad del siglo XIV, como iniciativa del diablo y ante la
e lCaCIacon que la Inquisici6n venia mermando sus poderes. (Citado POI'
G. ROSEN.)
(9) «De Malleus .Maleficarum»», en Witchcraft
in Europa (1110-1700).
. (2?) Cuand~ .conslderamos a la sociedad medieval como «hondamente
c~lstJana» (catohca.o protestante), no entendemos que, a 10 largo de los
sl?los que la .constltuyen, la mayoria de las gentes profesaban esta doctl?~a. Es obvlO q~e, durante una primera etapa y, a partir de las clases
d.II.lgentes, el bautlsmo de la poblaci6n fue masivo, sin que el pueblo par.
tlclpase realmente, en la adopci6n de su nueva fe No obstante to do .
dadano qu
t'
b
. d'
.
,CIU,
. e es uVlese autlza 0, debIa rendir cuentas sobre su conducta
10 entendlese 0 no, desde una 6ptica cristiana.
'
(21) Es. muy probable, que la vertiente orgiastica del sabbat tantas
veces des.cnta, correspondiese a fiestas 0 encuentros que daban c'abida a
I~s. necesl~~des ~ex.uales de los/las, que a aquellos concurrian y el sa cdfl.clO de nmos, mSlstentemente aludido POl' divers os autores correspon.
d.I~~ea la :lim~nacion de aquellos y sobre to do de «aquellas>; nacidas en
CIIcunstanCIaS lI1aceptables porIa sociedad. La Sorciere, J. MICHELETdtado POl' W. LEDERER,
en II massacro delle donne, en Famiglia e matrim~nio
/lel cap/tal/sma. ellropC;o. (II Mulino. Bologna, 1974).
(22) Sobre mfantlCldlO en Ia E. Media, sobre to do a costa de las ninas
consultar cl traba~o de E.MILYCOL.EMAN:
«Infanticide in the Early Middl~
Age» en Wome/1 m Medzeval Society (Susan Mosher Stuart Ed't U .
Pennsylv., Press, 1976).
I.
mv.
(23) CHIARA~ARACENO:
.Al1atomi~ della famiglia (De Donato. Bad, 1976).
(24) A. MACFERLANE:
Wztcl~craft 11l Tudor al1d Stwart Essex, citado pOl'
C. GARRETen Wome/1 al1~. Witches (<<SIGNS»Winter, 1977).
(25) K. THO~IAS: RelzglOn mul the Decli\'e of Magic (Chal'!es Scribner's
N. York, 1971).
.
(26) C. GARRET~
en el articulo dtado de «SIGN» (Winter, 1977): «En
los Abruzzos (Itaim), cuando un niI10 caia misteriosamente
enfermo la
ma~red e~ha~al un. puiiado .de sal en la chimenea y acusaba de bruja ~ausan e e a 0 encm a la prllnera mujer que lIamase a su puerta» (L Moo'
Folklore al1d Medicin in a italian village.)
.
s.
(27) uando Paraeelso «padre de la farmacologia» fue obligado en Bale
a arrojar al fue?o to~las sus obras, decJar6 haber aprendido de las bruja~
todo cuanto sabla)<Cltado POl' W. LEDERER
en Il massacro .. .) Son vados los
autores qu~ han tr?t.ado el tern a de brujeria, que interpretan el relato
de !os vlaJes .sab,batIcos, como producto de ungiientos 0 pocirnas que
pod Ian produclr smtomas alucinatorios, estados de sornnolencia, etc.
. (28) En !?OCO
.menos de un siglo y medio (1249-1364),se abren 15 univer.
sldades: ,Ulllversldad. c!e Pavia (1205); CoJcgio Quirurgico de Paris (1260);
Ias escuelas de medlcll1a de Padua (1222); Napoles (1224)' Viena (1364)'
Ox~ord (1289); Lyon (1223); Avignon (1303); Pisa (1339); Cracovia (1364):
Hellder?erg 0.346), y Praga (1348).Citado POI'GREGORY
ZILIJOORG
en: History
of Medu;al PSlchology (W. Norton Library, 1967).
~29) El caso de Jacoba. Feli~e, ilustra ?e que rnanera se impedia alas
mUJere~ cJ acceso alas ulllversidades, 0 bIen la practica de las que hubieran tenldo ocasi6n de tal aprendizaje: Jacoba fue lIevada a juicio en 1322,
acusada de practicas ilegales. Mujer culta, que habfa seguido cursos especiales de medicina, fue acusada, no de hacer mal su cometido, sino, por el
contrario, de tener mas exitos que los medicos varones. Asi mismo, uno
de los mas furibundos cazadores de brujas de Inglaterra, afirmaba: «... no
solo considerabamos brujas, a las que asesinan y atormentan, sino a todas
la aclivinas, sabios y sabias ... Seria mil veces mejor para el mundo, que
todas las brujas, y en particular las que ocasionan beneficios en vez de
perjuicios, pudieran morir». (Citado por B. EHRENREICHy D. ENGLISH:
Db. cit.)
(30) En el siglo XIII, son quemados los escritos de Aristoteles, por orden
de la Inquisicion, asf como la obra dc Averroes (G. ZILllOORG:Db. citada).
(31) Sobre la repercusion de iguales medidas en Espana, ver: Historia
Social de la Medici1la en la Espana de los siglos XIII y XIV. LUIS GARCiA
BALLESTER
(Akal editor, 1976). Este autor subraya como: «a finales del siglo XIVy primeros del xv, los servicios de las mujeres moras, que practicaban la medicina, eran rcqueridos por los Municipios y la misma Corte,
oficio que tambien practicaban las judias (cinco de las cuales fueron parteras en la propia Corte de la Corona de Aragon) y las cristianas (...) Asf,
por ejemplo, en 1391, el Municipio de Castellon acuerda solicitar la presencia de una «metgessa» (medica) mora especializada en la cura de enfermedades de los ojos, recordando que «ya habia estado hacia algun tiempo
en la ciudad y habia realizado alIi grandes curas ••...».
(32) Como ejemplo, sirva el siguiente: En' 1956 fueron detenidas en
Harsburgo (Alemania) dos mujeres acusadas de brujcria. Habian solicitado
a otra mujer, un medio para atraer de nuevo ados estudiantes, de quienes
estaban embarazadas. Fueron acusadas, adem as de prostitucion, de incitar
a otras mujeres a secundarlas en sus fechorias; por fin, fueron ejecutadas. En otra ocasion, una mujer se nego a ir a la Iglesia cuando el pastor
se 10 mando; como fuese ya de antes, sospechosa de brujeria, fue detenida
e interrogada bajo tortura; en tales circunstancias, confeso haber cometido
adulterio con su cunado, bajo cuya forma, vino a ella el diablo. foue ajusticiada. (G. ROSENen Madness in Society.)
(33) Recordemos, en este scntido, los celebres procesos de Loudon,
Mattaincourt, del Convcnto dc S. Phicido de Madrid, de Salem, ctc.
(34) En 1656, en Kappel (Alemania), fue acusada de brujeria Elizabeth
Leip. Su marido afirmaba que era una mujer honrada y quc, adcmas,
habia denunciado varios crimenes en otras ocasiones y que la acusacion
habia sido inventada por enemigos, como venganza. Un campesino que
acusaba de bruja a Elizabeth, afirmaba que el marido de esta Ie debia
80 gulden y que, al intentar recuperar su dinero, su hijo habia caido enferrno (G. ROSEN).
(35) En 1553 Miguel Servet publicaba su descubrimiento de la circulaci6n pulmonar, para Occidente (parece que fue descrita, en el siglo XIII por
Ibu-An-Nafis, eminente medico arabe nacido en Damasco); en 1600 era quemado vivo en la hoguera, en Ginebra, tras poner en duda la tripersonalidad
de la Divinidad y la vida eterna de Jesus (<<DeTrinitatis Erroribus»). a la
par que se convertia en convencido defensor de la teorfa copernicana. Giordano Bruno moria quemado, el mismo ano en Halia, acusado de hcrejia.
Galileo, medico, fisico y mate matico moria en 1642, tras casi diez anos de
custodia perpetua, por parte de la Inquisicion, despues de abjurar de sus
creencias, tras el famoso proceso de todos conocido.
(36) Los autores mas prestigiosos coinciden en afirmar, que alIa donde
aparecian los secuaces del Santo Oficio, las brujas surgfan por doquier,
en tanto que, cuando excepcionalmente, personas razonables y sensatas
;k
fueron la~ co~isionadas por la Inquisicion, en diversos lugares, para valorar la sltuaclon de bruJerfa, estas solo hacian referencia a una mayoria
de gentes (atemorizadas y concienciadas por las predicas de los dominicos
y las amenazas en los inquisidores), cada una de las cuales representaba
ingenuamente su papel, en el mito que el poder habfa llegado a crear.
significativo en este sentido, como la mayor parte de los delatores 0
sadores eran ninos y adolescentes.
Ver a traves de J. CAROBAROJAen Las Brttjas y su mundo e Inquisici6n, brujeria y Criptojudaismo
los resultados de la actuacion critica del
inquisidor Alonso de Salazar y Frias, en los pueblos de la cuenca del
EZ,curra (valle d~l Baztan y Navarra) y el proceso de Logrono (1609),
aSl como las teslS del humanista Pedro de Valencia, silenciadas por los
propios tribunales durante siglos.
(37) G. ROSEN(Ob. cit.). Es interesante constatar que en el siglo XVIII,
San Bonifacio, el evangelizador Ingles de Alemania, declaro que la creencia
en las brujas no era cristiana y en Hungria, en el siglo XI, las leyes del
Rey Salomon no hacian ninguna referencia alas brlljas «dado que no
existen» (T. SAZSZen The Manufacture of Madness, Harper and Row, Publ.
1970. Hay tradllccion castellana en Ed. Kairos, 1974).
(38) G. ROSEN(Ob. citada).
(39) GREGORY
ZILBOORG,
se ha distinguido como el mas ardiente defensor actual de semejante punto de vista en A History of Medical Psychology
(W. W. Norton Comp., 1967).
(40) En Alemania, fue en 1620, cuando se inicio el comienzo de la
construcci6n de reformatorios, correccionales, casas de trabajo, etc. En
Inglaterra, habia empezado en 1575, la creaci6n de reformatorios (houses
of correction) que no lograron tener exito; en Escocia llegaron a vetarse
y en general, vinieron a ser una mezcla respecto alas carceles existentes.
Las casas de trabajo (work houses), se iniciaron en 1697 y hasta finales
del siglo XVIII, sobre todo en las regiones de incipiente industrializaci6n.
En Francia es en 1656, cuando abre sus puertas el Hospital General de
Paris (K. D NER: Ciudada1los y Locos. Taurus, 1974).
(41) M. FOUCAULT:
Historia c e a oCllm---enla~poca
clasica (Fondo de
Cultura Economica, Mexico, 1967).
(42) K. DORNER(Db. citada).
(43) G. ROSEN(Db citada).
(44) M. FOUCAULT
(Db. cit.).
(45) G. ROSEN(Db. cit.).
(46) A. M\NOUKIAN:Introduccion a Fal11iglia e matrimonio
1let capitalisl110 europeo (II Mulino, Bologna, 1974).
(47) A. MANOUKIAN
(Db. citada).
(48) Estas pautas de estructuraci6n e institucionalizacion familiar, si
bien eran mucho mas llamativas a nivel de la clase aristocratica, fueron
prendiendo en la burguesia, a la par que esta comenz6 a significar la posibilidad de intercambio entre titulos nobiliarios y capital. En este sentido,
ver: «II matrimonio aristocratico» de L. STONEen Famiglia e matrimonio
nel capitalismo ...
(49) «Cuando el Board of Trade publico un informe sobre los pobres
(...), se preciso qu~t..Qrigen
de...Ja-pobreza no estaba ni en 10 exiguo_de
los ingresos, ni en el desempleo, sino en eLdelillitamiento-ge la disciplina
yel relajamento de'""'TaS
costumbres (...). La expericncia ha hecho conocer
que, muc os de eTIos(los poores) de uno y otro sexo viven juntos sin
haberse casado, que muchos de sus hijos estan sin bautizar y que viven
casi todos en la ignorancia de la religi6n, el desprecio de los sacramentos
y el luibito continuo de toda clase de vicios». Citado por M. FOUCAULT
en
JIistoria de la locura...
\
(50) Este edicto disponfa que: «los hijos de artesanos y/.cn;os habitan·
tes pobres de Paris, menores de 25 anos, que trataran m'<ll a su padres,
o que se negaran a trabajar por pereza, 0 en el casu de las muchachas,
las que hubieran sido seducidas, a estuviemn en peligro evidente de serlo,
dcberian ser encel'rados, los muchachos en Bicetre y las j6venes en la
Salpetriel'e. Deberia tomarsc csta medida a petici6n de los padres, 0 si
estos hubieran mucl'to, de los parientes pr6ximos 0 I del parroco» (G. RoSEN en Madness in Society. (El subrayado es mio.) ,-/
(51) Normas semejantes se tomaron no solo en Francia, sino en Euro·
pa en gcneral. La prostitueion, obviamente, era uno de 10s medios de
vida mas frecuentes para las mujeres, que veian destruido su matrimonio
par la miseria, la mucrle del csposo, la marcha dc este a la guerra, ctc., 0
bien no podian optar por fundar una familia, al provcnir dc otra pobre 0
arruinada, en ]a cual no valia la pena salvaguardar la virginidad de las
hijas, ya que estas caredan de valor como objeto de intercambio en el
mercado matrimonial. En este aspecto ver: Anatomia delia fallliglia (Ch.
Saraceno. De Donato, Bari, 1976).
~(52)
En todos estos casos, y en Francia en particular, hay que aiiadir
que continuaron vigentes hasta el siglo XVIII las «lettres de cachet», simi·
lares a nuestra «orden de ingreso forzoso» actUaTes. Este documentv
permitia el intcrnamiento de la persona 0 personas que en el constaban,
sin juicio previo. Este aval, «ademas de servir al gobierno, contra los
adversarios politicos 0 eseritores peligrosos y como medio de castigar a
los delincuentes de alto linaje, sin reeurrir al esdmdalo, era utilizado POl'
la polida contra las prostitutas y los lunaticos (...). A menudo, los cabezas ,de familia las utilizaban como medio de correcci6n, para proteger el
honor familiar (...) de la conducta desordenada 0 criminal de los hijos;
Las esposas valianse de ellas para controlar la disoluta promiscuidad de
sus maridos y viceversa». (Citado porT. SAZSZcn Manufacture
of Mad·
ness). Dada la jcrarquizaci6n patriarcal-autoritaria,
eL «viccversa», debf:1
ser, sin duda, poco frccuente.
(53) EVA FIGES(Ob. citada).
(54) TENNON:Memo/res sur les h6pitaux de Paris. (Paris, 1778). Citado
POl' G. ROSSEN(Db. citada).
(55) M. FOUCAULT
(Db. citada).
(56) Articulo publicado POl' el autor, en el diario «Augusta Triunphans»
y que titulaba:
«Demand Public control of the Mad-houses», citado POl'
T. SZASZcn The Age of Madness (Routlodge and Kegal Paul, London,
1975).
(57) W. Cullen utiliz6 el terminG <<neurosis», primero en «Synopsis
nosologicae methodicae» (1769) y mas tarde en «First lines of the Practice
of Physick» (1777). (Citado ya POI' J. M.' L6PEZPINERO Y J. M.' MORALES
MESEGUERen Neurosis y Psicoterapia
(Espasa Calpe, 1970). Vel' tambien:
ILZAVEITH: Hysteria: the History of a Desease (Phoneix Books Univ. Chic.
Press, 1965).
(58) Es interesante notal' 10 effmero que resulta la vida de este con·
cepto, ya que casi to do el siglo XlX 10 dio POl' olvidado.
(59) J. M.' L6PEZPINEROY J. M.' MORALES
MESEGUER
(Db. citada).
(60) En Francia represent6 un regreso, respecto a la legislaci6n y a
los primeros proyectos de c6digo, de la fase revolucionaria e incluso del
directorio:
amplia libertad de divorcio, adopci6n, equiparaci6n de hijos
naturales y legitimos, exclusi6n de la autorizaci6n marital, generalizaci6n
de la comunidad de bienes, la patria potestad sobre los hijos compartida
pOl' ambas figuras parentales, etc. PAOLOUNGAR
I en Famiglia e matrimonio
net capiLalismo europeo (II Moulino, Bologna, 1974).
(61) P. UNGARI(Db. citada).
(62) Fue Havelock Ellis, fiel creyente del proceso evolucionista, como
f~rma de cambio hacia 10 <<llaturalmente bueno y conveniente», el que
hlzo notar, que si la tendencia al cambio biofisol6gico, se manifestaba
'.
por una mayor fragilidad del sistema asco y muscular, asf como POl' una
disminuci6n de la pilosidad corporal y un aumento del peso cerebral, en
relaci6n alas medidas y peso corporales, la mujer era un animal mucho
mas evolucionado que el hombre (E. FIGES,Db. citada).
(63) ERNSTFCUCIITERSLEBEN:
Tlze Principles fa Medical Psycology, being
the outlines of a course of lectures (London: Sydenham Society, 1847).
Originalmente, se publico como: Lelzrbuch deriirztliclwll Seelelcunde (Vie·
na, 1845). Citado pOl' ILZA VEITH en Hysteria. The history of a Desease
(Phoenix Books. Univ. Chicago Press, 1965).
(64) El .termino «psiquiatria», en la forma de «Psychiateria», aparece
por vez pnmera en 1808, en los escritos de Johann Christian Reil (ILZA
VEITH, Db. citada).
(65) MAURICEREUCHLIN:Historia de la Psicologia (Biblioteca del hombre contemporaneo,
1973).
(66) EVA FIGES(Db. citada).
(67) MAURICEREUCHLIN(Db. citada).
('lis\) CARMENSAEZBUENAVENTURA:
La mujer en la profesi6n psiquiatrica,
en "t;;cha y ConfUcios psiquidtricos
en Espana (Dedalo, Edic.). De la mis·
ma autora: «Mujer, salud mental y marginaci6n socia!», trabajo presentado en las «Jornadas de Psiquiatria Alternativa y Marginacian Social».
(Oviedo, diciembre 1978).
~.
P-';'<7~~
(69) «On the Pathology and Treatment of Hysteria» (London). J. Churchill, 1853 (ILZAVEITH: Db. citada.)
(70) J. M." L6PEZ PINERO Y J. M.' MORALESMESEGUER:«Neurosis y
Psicoterapia: un estuclio hist6rico». (Bernheim, pro{csor de la Clfnica Medica de Nancy, lleva a cabo la demolici6n del bloque conccptual edificado
par Charcot, en cuanto al hipnotismo y la histeria.)
(71) Entre sus obras merecen clestacarse: «L'Etat mental des hysteri·
qucs» (1892); «Neuroses et idees fixes» (1898); «Les obsessions et la psychastenie» (1903); «Les nevroses» (1909); «Les Medications psychologiques»
(1919); «Dc l'angoisse a l'extase» (1926); «L' evolution de la memoire et
de ]a notion du temps» (1928). «L'intelligence avant Ie langage» (1936).
(M. REUCHLlN:Db. citada.) En L'Etat mental des hysteriques, decia JANET:
«Celebramos que varios auto res y especialmente Breuer y Freud, hayan
verificado recientemente nuestra interpretaci6n, ya antigua,
de las ideas
fijas inconscientes de los histericos». (J. M.' L6PEZPINEROY J. M.' MORALESMESEGUER:
Db. citada.)
(72) Si bien Freud en la primera epoca, pareda aceptar Ja influencia
de la c.ultura en las actitudes humanas, un balance global de su obra,
Ie convlerte en defensor acerrimo del determinismo biol6gico. No obstante, admitimos la correccion de J. Mitchell en cuanto a que el termino
«determinismo» no aparace en la obra de Freud, sino el de «sobredeterminaci6n», en el senti do de «poli·determinaci6n 0 multi-causaci6n». (JULIET
MITCHELL:Psychoanalisis and Feminism, Pantheon Books, Rundon House,
New York, 1975). Hay traducci6n castellana (Ed. Anagrama, 1976).
(73) PAUL ROAZEN:Freud y sus discipulos
(Alianza, 1978). Semejante
postura de Adler, correspondfa <t su epoca de fidelidad total a Freud;
,!
\7 11
este, dos afios mas tarde y en reconocimiento de su valla, Ie nombr6
presidente de la Sociedad de Viena; en 1911, sobrevino la escisi6n y la
expulsi6n de Adler y sus seguidores.
(74) Tras la guerra del 14, Viena era una ciudad donde se habfa instalado y extendido el austro-marxismo, como una practica y una teoda,
distintas a la polltica y al sindicalismo de orientaci6n estatal de la socialdemocracia de principios de siglo.
(75) En 1880, Freud tradujo del aleman Sobre el sometimiento
de las
mujeres de J. STEWART
MILL, considerando a su autor como un idealist"
y utopista (FREUD:Obras completas, Torno II). Ya en la primera decada
de siglo, existia en Viena un potente movimiento feminista (integrado
pOl' mujeres judfas, fundamentalmente)
y en 1913, se celebr6 en el vecino
Budapest, un Congreso Internacional de Mujeres Feministas (J. MITCHELL:
Ob. citada).
(76) S. FREUD:La feminidad (Obras completas, tomo II. Ed. Biblioteca
Nueva. Madrid, 1948). Vel' asimismo, en sus Obras Completas: «La psicologfa de las mujeres».
(77) En cuanto a la postura de diversas autoras feministas, respecto
a Freud y el psicoanalisis: SIMONEDEBEAUVOIR:El segundo sexo (Ed. Siglo XX, B. Aires, 1975); EVAFIGES:Actitlldes patriarcales (Alianza E., 1972);
B. FRIEDAN:La mistica de la feminidad (Ed. Jucar, 1974); K. MILLET:PoUtica Sexual (E. Aguilar, 1975); S. FYRESTONE:
La dialectica del sexo (Ed.
Kairos, 1976); J. MITCHELL:Psicoandlisis y feminisnlO (Ed. Anagrama, 1976),
entre otros.
(78) Mary Putnam Jacobf, medico eminente, escribfa en 1895 «... se
considera natural y, POl' 10 tanto laudable, estremercerse ante cualquier
tipo de esfuerzo: un poco de cansancio en invierno, un problema con la
servidumbre, una disputa con una amiga, POl' no mencionar otros motivos
mas importantes ... Las mujeres tienen la obligaci6n de acostarse cuando
menstruan, se sienten en la obligaci6n de desvanecerse, si POl' casualidad
deben permanecer en pie, durante algun ticmpo. Constantemente preocupadas POl' sus nervios, debido a los cuidados de torpes consejeros, se
convierten, bien pronto, en un manojo de esos mismos nervios» (B. EHRENREICH y D. ENGLISH: Witches Midwives altd Nurses ...)
(79) Para que las mujeres de la burguesfa pudieran ser castas en su
matrimonio, la c10ble moral posibilitaba que las de clases mas desprotegidas se prostituyan mas que nunca. A finales del siglo XIX la prostituci6n
conod6 un auge sin precedentes en Europa.
(80) En 1865: (EEUU), el 5 POl' 100 de mujercs de 20 arios modan dc
tuberculosis, antes de cumplir los 30, y mas del 8 POl' 100 antes de llegar
a los 40. (B. EHRENREICHy D. ENGLISH: Ob. citada.)
(81) De esta epoca es el libro de P. MOEBIUS:Sobre la debilidad fisiol6gica e intelectllal de la mujer.
(82) Para una exposici6n mas amplia sobre el particular vel': CARMEN
S~Z BUENAVENTURA:
«La mujer en la practica medica», en Conflictos y
luchas psiquidtricas
en Espaiia (Dedalo Ed., Madrid, 1978).
(83) De 1860 a 1890 se practicaron miles de ovariectomfas en Estados
Unidos, y Ben Barker-Beufield describe en su articulo «L'economfa spermatica", la intervenci6n de la ovariectomfa normal para enfermedades no
ovaricas (su invenci6n fue llevada a cabo, en 1872, POl' el Dr. R. Battey,
de Georgia). B. EHRENREICHy D. ENGLISH (Ob. citada). B. Ehrenreich y
D. English refieren que hace 25 arios, fue practicada en EE.UU. la ultima
clitoridectomfa
de la que se tiene noticia.
(84) FLORATRISTAN: La Uni6n Obrera. A Flora Tristan tambien se
debe la reflexi6n: «Siempre hay alguien mas explotac1o que el obrero:
su mujer».
(85) «Aun recuerdo las escaleras ruinosas de aquella que llamaban
fabrica, las pocas ventanas y tan sucias que rara vez, los rayos del sol
lograban penetrar en el interior; el suelo de madera, que se fregaba una
vez al afio. Ningun vestuario, salvo el retrete sucio y pestilente en la
16brega entrada. Ni gota de agua fresca para beber, solo la gaseosa que
el viejecillo ambulante vendfa POl' dos cuartos, talleres donde los ratones
y. los cscarabajos, formaban parte del ambiente, como las maquinas y las
fIguras humanas ... » (Relato de una obrera textil, a finales de siglo
B. EURENREICHyD. ENGLISH: Ob. citada.)
(86) Una vez mas, el evolucionismo darwinista venfa como anillo al
dedo a la burguesfa, para explicar «civilizadamente» la division cada vez
mas aguda entre las clases sociales. POl' aquella epoca no hubiera resultado «cientffico», considerar la pobreza como la consecuencia de la injusticia social, sino en virtud de que la supervivencia y superabundancia
correspondfan a los mejor dotados poria naturaleza.
(87) El concepto de feminismo utilizado en este escrito es el de feminismo-socialismo, 0 feminismo-lucha de clases.
. (88) Albania, Alemania Federal, Austria, Belgica, Bulgaria, Francia, GreCIa, Hungda, Israel, Italia, Polonia, Republica Democratica de Alemania
Rumania, Checoslovaquia, Yugoslavia (E. SULLEROT:El hecho femenino):
(89) H. ELLIS: Man and Woman, London, Contemporary Sciencie Series 1894. Citado POl' SHEILAROWBOTI-IAN
Y J. WEEKSen Dos pioneros de la
liberaci6n sexual. Edward Carpenter y Havelock Ellis.
(90) 1. K. BROVERMAN
y col.: Sex Role Stereotypes
and Clinical JudgelI~ents of Mel1tal Healtlz (Jor, of consul. and clin. Psychology, vol. 34, 1970).
Cltado POI' PH. CHERLERen Patient and Patriarch en el presente volumen.
(91) B. ZAZZ:0:Psychologie differentielle
de l'adolescence (Press. Univ.
France, 1972). Cltado POl' E. SULLEROT
en El hecho femenino.
(92) P. S. ROSENCRANTZ,
H. BEE, S. R. VOGEL,1. K. BROVERMANY
D. M. BROVERMAN:«Sex role stcreotipes and self-concepts in college
studentes» (Jour. of Consult. atld Clin. PSyc1lOl. 32: 287-295, 1968). Citado
POl' SUZANNEKELLERen Women in Therapy (Brunner/Mazel, Publishers,
N. York, 1974).
(93) ROSEMBERG,
MORRIS: Society and the Adolescel/t Self-Image (Princ7ton, N. York Prince, Univ. Press, 1965). Citado POl' SUZANNE
KELLER(Ob.
cztada). Los hallazgos que difieren entre los resultados de los distintos
trabajos, se refieren principal mente en que el grado de auto-estima parece
estar mas influido POl' el sexo, en algunos de ellos en tanto que en otros
10 determinante parece ser la clase social.
'
(94) Vel' asimismo, sobre estos aspectos: Lo masculino y 10 femenino
en la sociedad contempordnea,
A. M. ROCHEBLAVE-SPENLE
(Ed. Ciencia
Nueva, 1968).
(95) Es la clasica asuncion, mas 0 menos consciente, de roles sexuales
estereotipados, que con tanta facilidad son capaces de adoptar las per~onas de uno y otro sexo, que se distinguen pOl' una actitud de «conquista»
mve~erada: representan el papel, que el otro necesita vel' ante sf, para
cerClOrarse de haber encontrado el hombre 0 la mujer <ddeales».
(96) En torno a esta pregunta clave, se expresaba una Asistente Social, partfcipe en el debate, que sigui6 a la mesa redonda: «Mujer y locum», organizada POl' nosotras en junio de 1978, en el Colegio de Medicos
de Madrid. Insistio razonablemente,
en que la ambigiiedad que envuelve
a 1a mujer, incluso a la hora de ser considerada enferma (fisica 0 psiquica), Ie conduce en much as ocasiones (sobre todo a nivel de proletariado
y subproletariado) a situaciones extremas, que no son vistas por quienes
les rodean como patologicas, sino como «maneras de ser» de la persona
en cuestion, que por tanto se ve privada de ayuda adecuada. En la expcriencia de todos nosotros, existen estos casos, nada infrecuentemente.
(97) MARGARET
ADAMS: Single Blessedness
(Heineman Educational
Books, London, 1976).
(98) C. SAEZBUENAVENTURA:
Un comentario
a locos a desatar (Edit.
Anagrama, 1977). En dicho comentario, incido mas ampliamente en la
«madre» del proletariado y subproletariado de los paises industrializados.
(99) Ver el articulo: «La mujer en la viudez" de CAROLJ. BARRET,en
el presente .volumen.
(100) Sobre algunos de estos transtornos, aparte los trabajos en este
volumen de Ph. ChessJer; W. R. Gove y J. Tudor; P. Bart; J. Marececk
y D. Kravetz; C. J. Barret y M. Baskind-Lodahl, ver: M. M. WEISMANY
G. L. KLERMAN:
«Sex diferences and the epidimiology of depression» (Arch.
of Gen. Psyc., vol. 34, 1977); L. EISEMBERG:
«La distribucion diferencial de
los trastornos psiquiatricos segun el sexo» (El hecho femenino, Argos Vergara, 1978); WEIS'.1:AN,
Fox, KLERMAN:«Hostility and depression associated
with suicide attempts» (Amer. Jour. Psych. 130: 450-55, 1973); KEITMAN,
COLLINS,NELSON,TROOP (Neurosis and marital'interaction:
I. Personality
and simptoms» (Brit. Jour. Pych. 117: 33-46,1970).
(101) En el estudio de MYRNAM. WEISMAN
Y GERALD
L. KLERMAN:Sex
Differences
and the Epidemiology
of Depression, resulta evidente como
carecen de consistencia los ejemplos de interrclacion entre la situacion
clinica y la endocrinologia. La tension premenstrual y los anticonceptivos
orales, parecen aumentar las tasas, peru los efectos son de escasa magnitud. Tambien en el postparto parecen aumentar las cifras de depresion,
cn cambio y en contra de cuanto se creia, la menopausia no tiene efecto
alguno sobre dichas cifras. A todo ello, anadiria yo, que las apreciaciones
llevadas a cabo respecto al premenstruo, postparto y administraci6n de
anticonceptivos orales, menopausia, etc., y su relacion con la depresion,
se limitan a un estudio de los factores puramente hormonales (biologicos), en tanto que carecen de una vertiente de aproximacion de tipo psicologico, absolutamente indispensable, para enjuiciar etapas de la vida de
la mujer absolutamente condicionadas y mitificadas a 10 largo de la his toria en general y de su educacion en particular.
(102) Todos tenemos en nuestra practica diaria, las adolescentes que sus
famiJiares llevan a consultar, por la supuesta locura que vienen observando: horarios por encima de los prescritos, arreglo personal fuera del habitual en la cIase social de donde proviene, comportamiento sexual liberal, ~tc.; 0 la muchacha lesbiana, traida por sus padres 0 familiares, con·
vencldos de tener una enferma mental en la familia, desde que han observado como el comportamiento de la chica en cuestion se va haciendo
mas explicito 0 10 ha comunicado abiertamente a la familia; 0 la mujer
casada desde hace varios anos y madre de hijos que «sin faltarle nada»
segun el esposo (que se refiere siempre a situaciones materiales) no ceja
en su empeno de separarse, etc.
(103) «La diferencia de sexos ha prestado a la discusion del mismo
(el problema de como de la bisexualidad infantil surge la sexualidad de la
mujer) un atractivo peculiar, pues cada vez que una comparacion resultaba des favorable a su sexo, nuestras analiticas se apresuraban a expresar
sus sospechas, dc que nosotros, sus colegas masculinos, no habiamos su-
perado preJUlCIOSprofundamente arraigados contra la feminidad, pre]Ulcios que por parciales, invalidaban nuestras investigaciones. En cambio,
a nosotros la tesis de la bisexualidad nos hacia facilisimo evitar toda descortesia, pues llegado el caso, saliamos del apuro, diciendo a nuestras
antagonistas: Esto no va con us ted, usted cs tma excepci6n, pucs ell este
pun to concreto es listed mds 171asculina que femenina». S. FREUD:La feminidad (Torno II, Obras Completas). El subrayado es mio. A mi juicio,
estos casos pretendidamente excepcionales, no conEirman, sino que nicgan
rotundamentc la regIa.
(104) «Este juicio de locura es siempre un juicio de valor y va ligado
a una valoracion moral: ahora bien, este juicio puede ser injusto, pero
no tiene por que ser necesariamente arbitrario, G. JERVIS:Manuale critico
di psiquiatria (Ed. Feltrinelli, 1975. Hay traduccion castellana en Ed. Anagrama, 1977). Ver del mismo autor y en el mismo volumen: «Los intentos
de llegar a reducir el problema dc la locura» (Ap. 3.°), cuyo contenido
suscribo ampliamente.
(105) D. ROSEHAN:«On being sane in insane places» (Science, 179:
256-258,1973). La experiencia se realiza a partir de la entrada de una serie
de individuos normales en instituciones psiquiatricas, que se hacen pasar
por enfermos mentales, siendo diagnosticados y tratados como si 10 fueran, por el personal tecnico de las mismas. La experiencia se completaba
con el aviso de que «enfermos falsos», hacian acto de presencia en las
consultas ambulatorias, llegada que nunca se produjo, a pesar de 10 cual,
los tecnicos consideraron «simuladores» a una serie de autenticos padentes.
(106) M. K. TEMERLIN:«Suggestion Effects in Psychiatric Diagnosis»
(Journal of Nerv. and Mental Desease). Citado por PH. CHESLERen WOmal1
al1d Madness (Doubleday and Co. Inc. Gardem City, New York, 1972). La
experiencia descrita por Temerlin en 1968 y llevaba a cabo en Oklahoma,
demostraba cuan frecuentemente era la tendencia, entre profesionales de
la Psicologia y la Psiquiatria, llevar a cabo el diagnostico de «patologico»
en comparacion con los no profesionales. La prueba tuvo como protagonista a un actor, que habia compuesto up. personaje segtlll las caracteristicas de 10 que el sentir general considera «normal» 0 «sano» y cuya
actuacion fue televisada. Se conto con un grupo de psiquiatras, psicologos
cIinicos y estudiantes de psicologia recien graduados, a quienes antes de
presenciar la actuacion, «una prestigiosa figllra» del mismo sector profesional les expres6 su opinion, de que «el hombre era muy interesante,
porque debio ser un neur6tico, peru en la actualidad estaba bastante
psicotico». El sesenta por ciento de los psiqlliatras de este grupo, asi
como el veintiocho por ciento de los psic610gos clinicos, y cI once por
cicnto de los estudiantes diagnosticaron «psicosis». Del grupo de control,
integrado por profesionales a quienes no se 1es habia hecho ninguna su·
gerencia previa a la actuacion, ninguno diagnostico psicosis. Lo decisivo
fue, que en el grupo integrado por no profesionales, elegidos al azar entre
los micmbros de un jurado, todos consideraron «sano» al hombre.