XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Descentralización y participación: ¿cómo se participa en las localidades de Bogotá? Fabio Enrique Velásquez Carrillo LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LAS LOCALIDADES DE BOGOTÁ INTRODUCCIÓN La Constitución colombiana definió a Bogotá como Distrito Capital y estableció un régimen especial para su organización interna. Según el artículo 322, el concejo de la ciudad, a iniciativa del alcalde, “dividirá el territorio distrital en localidades, de acuerdo con las características sociales de sus habitantes, y hará el correspondiente reparto de competencias y funciones administrativas”. En cada una de esas localidades “habrá una junta administradora, elegida popularmente (…) que estará integrada por no menos de siete ediles, según lo determine el concejo distrital” (Artículo 323). Esas juntas “distribuirán y apropiarán las partidas globales que en el presupuesto anual del Distrito se asignen a las localidades teniendo en cuenta las necesidades básicas insatisfechas de su población” (Artículo 324). En concordancia con este mandato, Bogotá posee su propio Estatuto Orgánico (EOB), el Decreto-Ley 1421 de 19931. Este último establece que la estructura administrativa de Bogotá está conformada por el sector central, el sector descentralizado y el de las localidades, cuyas autoridades son las juntas administradoras y los alcaldes locales (artículo 54), escogidos estos últimos de terna elaborada por la respectiva junta administradora, y nombrados por el alcalde mayor. Cada Alcaldía Local maneja un Fondo de Desarrollo Local, aplicable a proyectos de desarrollo en el marco de sus competencias. El artículo 6° del EOB asigna a las autoridades distritales el deber de promover la organización de sus habitantes y comunidades y de diferentes sectores de la población para que representen a sus distintas bases sociales “en las diferentes instancias de participación, concertación y vigilancia de la gestión distrital y local”, para lo cual el Concejo de la ciudad “dictará las normas necesarias para asegurar la vigencia de las instituciones y mecanismos de participación ciudadana y comunitaria, y estimular y fortalecer los procedimientos que garanticen la veeduría ciudadana frente a la gestión y la contratación administrativas” (Artículo 6°). Las localidades, según el artículo 260 del EOB, deben garantizar la participación de la ciudadanía, tanto en la planeación para la asignación de los presupuestos entregados a cada localidad, como “en la dirección, manejo y prestación de los servicios públicos, la construcción de obras de interés común y el ejercicio de las funciones que correspondan a las autoridades. Dicha participación también deberá tener lugar en la fiscalización y vigilancia de quienes cumplan tales atribuciones”. En síntesis, las Juntas Administradoras y los alcaldes deben promover la participación de la ciudadanía y la comunidad organizada en el cumplimiento de las atribuciones que corresponden a las localidades y facilitarles los instrumentos que les permitan controlar la gestión de los funcionarios. Estas normas se inspiran en el espíritu de la Constitución Nacional que instauró en Colombia 1 Los demás municipios del país se rigen por la Ley de Régimen Municipal (Ley 136 de 1994). 1 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 el régimen de democracia participativa, definiendo la participación ciudadana como principio constitutivo del Estado colombiano, fin esencial de su acción y derecho fundamental de los colombianos y colombianas. Para tal efecto, el Estado institucionalizó una gran cantidad de espacios de participación ciudadana en la gestión pública que poco a poco fueron incorporados a la normativa de Bogotá, configurando así una amplia y heterogénea “infraestructura institucional” para la participación, cuyo propósito era canalizar la energía ciudadana expresada a través de iniciativas, demandas y movilizaciones de diferentes segmentos de la población. Desde la expedición del EOB se han multiplicado las experiencias de participación en la ciudad, especialmente en campos como la planeación participativa distrital (Acuerdo 12 de 1994) y local (Acuerdo 13 de 2000), la formulación de políticas públicas, el seguimiento ciudadano a la gestión y sus resultados, la solución de problemas específicos de la ciudad y sus localidades y, más recientemente, los presupuesto participativos. Muchas de esas experiencias han hecho uso de los mecanismos y las instancias institucionales de participación existentes en la ciudad, pero un número no despreciable de ellas han transcurrido por vías no institucionalizadas, generalmente a partir de la iniciativa de grupos de ciudadanos que han preferido “crear” sus propios mecanismos para entablar una relación con las autoridades públicas, distritales y locales, en aras de la solución de problemas específicos. Esta ponencia busca analizar cómo ha funcionado la participación en las localidades de Bogotá, quiénes han sido sus protagonistas y cuáles sus resultados, a la vez que las tareas pendientes. Se busca responder a preguntas como las siguientes: ¿Cómo participa la gente en las localidades? ¿Qué tanto la participación moviliza a la población? ¿Cuáles son las formas y los canales más corrientemente utilizados por ella? ¿Qué tanta incidencia logra tener en las decisiones locales? Para ese efecto, se ha hecho uso de la información proporcionada por un ejercicio de investigación realizado con juntamente por el Instituto Distrital de la Participación y la Acción Comunal y Foro Nacional por Colombia, cuyos resultados fueron dados a conocer en 20102. La ponencia está estructurada en cuatro partes: en la primera se discute el concepto de participación ciudadana que estructura el enfoque que ilustra el análisis a lo largo del texto; en un segundo apartado se presenta una breve descripción de las Localidades en Bogotá para comprender el contexto de las experiencias participativas; en la tercera parte se examinan los principales aspectos de la participación en las localidades de Bogotá, distinguiendo las dinámicas desarrolladas a través de canales institucionales de aquellas que tuvieron lugar a través de formas no institucionalizadas. Finalmente, en la última sección se incluyen algunas reflexiones finales sobre el carácter y el alcance de la participación en Bogotá y su significado como escenario de movilización y de incidencia ciudadana en las decisiones públicas. EL CONCEPTO DE PARTICIPACIÓN La participación ciudadana puede ser entendida como un tipo de acción colectiva a través de la cual individuos o grupos, en función de sus respectivos intereses (de clase, de género, de generación, étnicas, etc.), intervienen en el escenario público, directamente o por medio de 2 En ese sentido, el estudio no cubre las experiencias de presupuesto participativo. 2 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 sus representantes, con el fin de obtener bienes y servicios específicos (materiales y simbólicos) y/o de incidir en las decisiones públicas relacionadas con la distribución de dichos bienes y servicios (políticas públicas). (Velásquez y González, 2003). Esta noción ocupa un lugar central en los debates sobre la relación entre democracia representativa y democracia participativa. Esa relación ha sido vista, en primer lugar, como un tránsito de la primera a la segunda (Santos y Avritzer, 2002), pero, en segundo lugar, como la posibilidad de avanzar en la organización de los sistemas democráticos mediante la combinación de representación política y participación ciudadana. Las razones de ese tránsito tienen que ver con la crisis del esquema liberal representativo, reflejada en varios fenómenos suficientemente comprobados en las últimas décadas: la pérdida de identidad ideológica y programática de los partidos, así como de su capacidad de intermediación entre la sociedad y el Estado, lo que generó, entre otras cosas una creciente desconfianza de la ciudadanía en sus dirigentes políticos; la dificultad de los cuerpos de representación política para expresar la diversa gama de intereses presentes en la sociedad; la ausencia de mecanismos efectivos de control ciudadano sobre el desempeño de sus representantes; y la tendencia cada vez más notoria de la gente del común a alejarse de los asuntos públicos y a asumirse como simples beneficiarios de la acción estatal, mostrando así un cierto cansancio con respecto a los instrumentos tradicionales de participación electoral (Escudero, 2007). Estas dificultades abrieron el camino al diseño de nuevos dispositivos institucionales orientados a propiciar la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, bien sea directamente, bien a través de espacios de representación de intereses específicos (territoriales, sectoriales o poblacionales), diseñados para facilitar su influencia en las decisiones públicas. Esa transición no fue vista sin embargo como una negación de la democracia representativa, sino como una combinación de suma positiva que permitiera que los sistemas representativos adquirieran una nueva dinámica a partir de la introducción de formas de participación directa o indirecta de los gobernados en los asuntos públicos. En efecto, la democracia participativa aporta nuevos ingredientes a la organización política: en primer lugar, el reconocimiento de que las sociedades modernas son diversas y que esa diversidad cuenta en el momento de tomar decisiones. En segundo lugar, la democracia participativa le apuesta y se fundamenta en el ejercicio de una ciudadanía activa, en el sentido de una mayor presencia de las personas y los grupos en el escenario público, e incluyente, pues nadie puede ser excluido de la participación en los asuntos públicos ni de sus beneficios. Finalmente, se trata de fortalecer lo público como un espacio de encuentro entre el Estado y la sociedad, de visibilidad de los excluidos y de construcción de acuerdos societales. La participación ciudadana no sólo puede contribuir de manera significativa a resolver los déficits arriba señalados de la democracia representativa, sino que ofrece ventajas para el logro de una sociedad más justa y democrática, tanto desde la perspectiva de los sujetos políticos, como de las instituciones democráticas. Hilmer (2010) se refiere a tres de ellas: en primer lugar, la percepción creciente de los ciudadanos de empoderamiento y de capacidad de influir en las instituciones económicas, sociales y políticas, así como en las decisiones que afectan su vida. 3 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 En segundo lugar, la participación va generando capacidades en los sujetos, que incrementan su “astucia” política. En otras palabras, los procesos participativos son escenarios de aprendizaje por cuanto los ciudadanos acceden a información, conocen las lógicas de los procesos administrativos, comprenden los entornos de la acción política y aprenden a monitorear las decisiones públicas. Además, la participación promueve innovaciones institucionales pues obliga a las agencias estatales a coordinar su acción, a hacer uso eficiente de los recursos públicos y a consultar y explicar a la ciudadanía las decisiones sobre temas que la afectan. Finalmente, la participación permite a los ciudadanos ejercer un poder político y por esa vía redistribuirlo y generar una sociedad más humana y equitativa. Otros efectos de la participación son el mejoramiento de las políticas públicas locales, mediante la integración del saber popular y el uso de la participación como vector de modernización administrativa; la generación de capital social y de inclusión de los excluidos; y la relegitimación del sistema político a través de la creación de espacios públicos locales y de procesos de democratización de la democracia (Bacqué, Rey y Sintomer, 2005). Fung y Wright (2005) hacen un aporte importante al debate sobre la participación mediante la noción de contrapoderes sociales. Según ellos, la pieza clave de los modelos de “gobernanza participativa” es la conformación actores dominados capaces de debilitar, incluso de neutralizar, el poder y las prerrogativas políticas de los actores sociales dominantes. En ausencia de ellos, las relaciones asimétricas terminan concediendo ventaja a las partes más aventajadas y excluyendo a los más débiles, generando un déficit de equidad en los procesos participativos. Esto contrapoderes operan a través de un esquema de relaciones de suma positiva. Uno de los temas que hoy día se discute con mayor insistencia a propósito de la participación es la tensión entre institucionalización y movilización. En los últimos treinta años, los diseños participativos se inclinaron por un modelo de institucionalización, a través del cual se perfilaron reglas de juego, con cierto carácter de permanencia, para regular las relaciones entre la sociedad civil y el Estado. Tales reglas señalan quiénes pueden participar en un escenario determinado, cuándo, cómo, a través de qué procedimientos, con la ayuda de qué instrumentos y a la espera de qué resultados. Las instituciones resultantes combinan participación (presencia de actores en un espacio determinado para la toma de decisiones) y representación (decisiones tomadas por representantes de sectores específicos de la sociedad. Así, algunos de estos escenarios son cerrados (participación exclusiva de representantes o delegados de segmentos específicos de la población), mientras otros son definidos como espacios abiertos a la intervención de cualquier persona o grupo, sin restricción de entrada. La institucionalización obedece a la propia lógica de funcionamiento del Estado. En otras palabras, si la sociedad civil quiere participar en decisiones de las autoridades públicas, es necesario insertarse en las estructuras del Estado, en sus instituciones. Se produce, entonces, una especie de simbiosis entre principios de la organización estatal y principios de la organización social. La institucionalización de las prácticas sociales implica grados mayores o menores de pérdida de autonomía de movimiento de la sociedad civil al asimilar ciertos principios organizativos del aparato estatal (Avritzer, 2010), e incluso puede abrir el camino a la cooptación de liderazgos sociales por el Estado. 4 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Por su parte, la movilización está asociada a otro tipo de dinámicas, más relacionadas con los movimientos sociales, es decir con acciones colectivas que transgreden las instituciones representativas y buscan resultados directos a través de la organización y la movilización de personas y grupos en torno a un objetivo común Su racionalidad, más que la de insertarse en la institucionalidad estatal, es la de conformar contrapoderes de facto que permitan bien sea oponer resistencia a decisiones procedentes de las autoridades estatales, o bien presionar por una decisión en favor del movimiento. En estos casos, las reglas de juego son menos importantes, incluso se las puede trasgredir en favor del logro de un objetivo, y, en consecuencia, la distinción entre esquemas y abiertos o cerrados pierde sentido. Los movimientos, entre más base social tengan, más presión pueden ejercer. Se fundamentan en la simetría entre los integrantes del movimiento, en la coincidencia de objetivos en torno a los cuales se genera la acción y en la acción solidaria. Institucionalización y movilización constituyen los polos relativamente opuestos de una especie de continuum en el que se mueven las prácticas participativas. Estas se desenvuelven en escenarios más o menos institucionalizados, con dosis de mayor o menor movilización. Como se señaló antes, en Colombia y en América Latina la apuesta por la participación a finales del siglo pasado implicó la institucionalización de espacios y mecanismos, probablemente como forma de contrarrestar la movilización social. Sin embargo, ésta última no ha perdido presencia e, incluso, parece ganar un importante peso en las practicas de participación en diferentes escenarios de la vida colectiva. Examinar esa tensión en el caso de las localidades de Bogotá será uno de los propósitos de esta ponencia. LAS LOCALIDADES DE BOGOTÁ El Acuerdo 2 de 1992 adoptó la división de Bogotá en 20 localidades (mapa 1). El EOB definió su estructura administrativa y asignó al Concejo Distrital, a iniciativa del alcalde, la distribución de competencias y funciones de las autoridades locales, buscando un alto grado de eficiencia en la prestación de los servicio en el marco de los objetivos del plan de desarrollo de la ciudad. Esas competencias deberán estar respaldadas por los correspondientes recursos. Como se observa en el cuadro 1, las diferencias de tamaño físico y demográfico de las Localidades son grandes. Contrastan los casos de La Candelaria y Antonio Nariño, dos localidades pequeñas en extensión, con Sumapaz, la única localidad exclusivamente rural, cuyo tamaño es 379 veces el de La Candelaria y 160 veces el de la Localidad Antonio Nariño. Desde el punto de vista demográfico, se destaca de nuevo el caso de Sumapaz, cuya población dispersa apenas supera los seis mil habitantes, al igual que La Candelaria, el centro histórico de la ciudad, donde residen un poco menos de 25.000 habitantes. En contraste, Suba y Ciudad Kennedy tienen la población de una ciudad intermedia, con más de un millón de personas en cada una de ellas. Estas distancias físicas y demográficas se repiten en el plano socioeconómico. Bogotá es una ciudad con un alto grado de segregación socio-espacial. Como lo señala el documento de bases del plan de desarrollo de la actual administración de la ciudad, “es preocupante que en Bogotá la segregación socio‐espacial se haya acentuado. Cuando la dimensión espacial es la localidad, y la variable de referencia es el ingreso, el índice de segregación residencial 5 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 (ISR)3 aumentó: pasó de 13,1 en 2007 a 17,6 en 2011. Esta tendencia es negativa porque muestra que a lo largo del tiempo se ha ido ampliando la brecha entre localidades” 4. Las localidades de Bosa y Ciudad Bolívar tienen ingresos muy homogéneos, por lo que la segregación es mayor con respecto al resto de la ciudad. Lo opuesto sucede con Usaquén y Chapinero, localidades más heterogéneas desde el punto de vista del ingreso. El cuadro 2 muestra algunas cifras que dan cuenta de esa característica. Lo que se observa es que, así haya habido progresos en el tiempo, las distancias entre las localidades se siguen manteniendo, por ejemplo en lo que respecta al índice de pobreza multidimensional o a los indicadores de seguridad alimentaria. Las cifras de las localidades de Usaquén, Chapinero o Teusaquillo contrastan abiertamente con las de Bosa, Ciudad Bolívar y Usme, para indicar los casos más notorios. Desde el punto de vista administrativo, cada Localidad tiene una Junta Administradora Local (JAL) y un alcalde local designado por el Alcalde Mayor, según procedimiento ya indicado. El cuadro 3 muestra el número de ediles que integran cada una de las JAL en las localidades. Esa cifra se atiene a disposiciones legales y a datos sobre población en cada Localidad. En total, son 184 ediles, que son elegidos el mismo día de la elección del Alcalde Mayor y de los miembros del Concejo Distrital, órgano de representación política en la ciudad. Las Localidades no recaudan impuestos; administran un Fondo de Desarrollo Local, que tiene personería jurídica y patrimonio propio. Los recursos de los Fondos provienen de los ingresos corrientes de la ciudad (por lo menos un 10% deben ser trasladados a las Localidades, aunque el EOB autoriza su incremento hasta un 20%), distribuidos según población y necesidades básicas insatisfechas de cada Localidad. En 2012, los recursos asignados a esos Fondos ascendieron a la suma de US$ 286.085.000, según los datos del Plan plurianual de inversiones del Plan de Desarrollo de Bogotá 2012-2016. Los Fondos de Desarrollo local deben ser ejecutados de conformidad con el Plan de Desarrollo de la Localidad, proceso participativo que se lleva a cabo cada cuatro años, con el cambio de administración. Dichos planes tienen la misma estructura que el Plan de Desarrollo de la ciudad e indican los programas que cada Localidad va a desarrollar, en el marco de sus competencias, para ejecutar los recursos de inversión del Fondo5. LA PARTICIPACIÓN EN LAS LOCALIDADES Como se señaló en la Introducción de esta ponencia, el EOB ordena a las autoridades distritales y locales a promover la participación ciudadana en la planeación, la prestación de 3 El Índice de Segregación Residencial (ISR) compara la varianza del ingreso entre localidades con respecto a la varianza del ingreso del conjunto de la ciudad. 4 Alcaldía Mayor de Bogotá, “Documento de bases del Plan de Desarrollo económico y social y de obras públicas para Bogotá Distrito Capital 2012-2016 Bogotá Humana”, Documento para la consulta ciudadana, Febrero 29 de 2012. 5 Este diseño de las Localidades y su esquema administrativo ha sido puesto en tela de juicio recientemente, pues se señala que no responde a un verdadero esquema descentralizado y, además, no es muy eficiente ni eficaz en la ejecución de los recursos a su disposición. En los últimos años se viene discutiendo la posibilidad de modificar el esquema, pero no hay acuerdo en torno a las modificaciones. Algunos plantean que los alcaldes deben ser elegidos, que las Alcaldías locales deben tener personería jurídica, equipos propios de funcionarios (hasta ahora los funcionarios que laboran en las Alcaldías Locales pertenecen a la planta de las entidades centrales) y, sobre todo, competencias claras en el territorio de su jurisdicción. Otros le apuestan más bien a un modelo de desconcentración, en el que las autoridades locales sean operadoras de decisiones de las agencias centrales del gobierno de la ciudad. 6 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 los servicios y el seguimiento a la gestión pública. En concordancia con ese mandato y como consecuencia de la expedición de un importante número de leyes de la República que crearon instancias y mecanismos de participación ciudadana en la gestión pública, especialmente en el nivel local6, las autoridades de Bogotá (alcaldes y Concejales) crearon un gran número de espacios de participación distritales y locales de carácter institucional 7. Sin embargo, algunas experiencias de participación relevantes se han desarrollado por fuera de esa institucionalidad participativa, a partir de dinámicas de carácter social nacidas de las organizaciones y los movimientos sociales de. A continuación se examinan estas dos modalidades de participación (institucional y no institucional). A. La participación a través de espacios institucionales Los cuadros 4A y 4B muestra los espacios institucionales existentes en 2008-2009 en las localidades de Bogotá8. Como puede observarse, existe un gran número de instancias (en promedio 15.5 espacios por localidad), algunas presentes en casi todas las Localidades, otras que solo aparecen en algunas de ellas y una que otra que tienen vida en una o dos localidades y que constituyen más la excepción que la regla. Los espacios más frecuentes son los Consejos de planeación Local, de política social, de seguridad, de emergencias, de cultura, de juventud, de población con discapacidad y las veedurías ciudadanas para mencionar los más importantes. Las localidades con más espacios son, en su orden, San Cristóbal, con 27 instancias, Teusaquillo y Rafael Uribe Uribe, con 19 y Engativá, con 18. Entre las que menos han desarrollado este tipo de instituciones participativas se destacan Usme, con cuatro espacios, y Tunjuelito, ciudad Bolívar y Sumapaz, con 12 cada una. Lo que señalan los testimonios es que si bien esos espacios han sido creados mediante actos administrativos, varios de ellos no funcionan o no tienen una dinámica que permita jugar un papel visible en el manejo de los asuntos públicos en las Localidades. Dada la complejidad de esta trama de instituciones de participación ciudadana, a continuación se examina un caso, el de la planeación participativa, por ser el que tiene mayor alcance en sus resultados y uno de los que más población moviliza. La formulación, ejecución y seguimiento de los planes locales se rige por el Acuerdo 13 de 2000. Según esa norma, los planes deben ser formulados en el primer año de mandato del gobierno distrital en un cronograma que parte del mes de marzo hasta agosto-septiembre9. El procedimiento señalado por la norma es, en breve, el siguiente: los alcaldes locales elaboran un borrador 6 La ley 134 de 1994 reglamentó los mecanismos de participación directa (iniciativa legislativa, consulta popular, revocatoria del mandato, referendo, plebiscito y cabildo abierto); posteriormente, cercca de cincuenta leyes crearon instancias de participación en todos los niveles de la administración pública, algunos sectoriales (educación, salud, cultura, medio ambiente), otros territoriales (consejos de planeación, consejos municipales de desarrollo rural) y otros poblacionales (jóvenes, población desplazada, mujeres, minorías étnicas, adultos mayores, etc.). La mayor parte de esas leyes aplican al nivel municipal y deben ser reglamentadas por los Concejos municipales, lo que sucedió en Colombia de manera gradual, no sin resistencias de algunos dirigentes políticos. 7 Dichos espacios pueden ser definidos como dispositivos reglamentados por el Estado en cualquiera de sus niveles, que pone a disposición de los ciudadanos, sus organizaciones y redes para que hagan uso de ellos y se comuniquen con las autoridades públicas respectivas. 8 El listado fue levantado por los gestores del IDPAC en sus respectivas Localidades. Sin embargo, es posible que se les haya escapado el registro de algunos de ellos, por lo que el mapa de instancias puede estar incompleto. No obstante, el cuadro ofrece un panorama bastante cercano a la realidad en ese momento. 9 No existen plazos fijos para la aprobación de los planes, lo que depende de la propia dinámica en cada Localidad. 7 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 del plan (el cual debe tener una parte estratégica, con objetivos, programas y metas, y una parte con el plan plurianual de inversiones a cuatro años) que presentan a la ciudadanía para que sea discutido en los Encuentros ciudadanos que se llevan a cabo en cada Localidad y en territorios menores (las Unidades de Planeación Zonal, UPZ). En esos encuentros la ciudadanía propone prioridades, programas y proyectos, que la Alcaldía se encarga de sistematizar e incorporar al texto del Plan, cuando lo considera conveniente10. El nuevo texto es presentado al Consejo de Planeación Local para que emita un concepto y formule nuevas recomendaciones que no necesariamente tienen que ser acogidas por las autoridades locales. Surtido ese trámite, el Alcalde presenta la versión final del plan a la Junta Administradora Local para que ésta la estudie y le dé su aprobación final, introduciendo los cambios que a su juicio sean necesarios11. La instancia formal encargada de promover la participación y de elaborar un concepto sobre el borrador del plan a nombre de la ciudadanía es el Consejo de Planeación Local (CPL). Este reúne a representantes de sectores sociales de la localidad12, designados por la Alcaldía de ternas que presenten los sectores o de postulaciones que sean hechas oficialmente en un período designado para ese efecto 13. Los CPL son los encargados de organizar y coordinar los encuentros ciudadanos, con el apoyo de la Alcaldía Local y del gobierno Distrital (a través de la Secretaría de Gobierno). Además, elaboran el concepto y las recomendaciones al proyecto de Plan, terminados los Encuentros Ciudadanos, difunden el plan, hacen seguimiento a su ejecución, formulan proyectos y participan en espacios de deliberación pública en la Localidad En general, los procesos de planeación participativa en las Localidades han logrado movilizar importantes volúmenes de población14 y, sobre todo, generar gran cantidad de iniciativas para alimentar los planes de desarrollo de las localidades. Los miembros de los CPL entrevistados miran ese espacio como una oportunidad para intervenir en asuntos públicos en favor de intereses colectivos. La participación es entendida en esa acepción, más que como un derecho o como una interacción entre los grupos sociales y las autoridades locales15. En ese sentido, sus motivaciones son de carácter altruista (“dar continuidad al trabajo comunitario” y “mejorar la calidad de vida en el territorio”), aunque la búsqueda de reconocimiento de la comunidad por el servicio prestado también juega como una motivación para ser consejero (Foro, 2009). 10 Este punto ha sido objeto de controversia, pues el artículo 18 de Acuerdo 13 señala que los resultados de los Encuentros Ciudadanos son vinculantes. No obstante, las autoridades locales tienden a no tomar en cuenta esa disposición, lo que ha sido objeto de reclamos por parte de quienes asisten a los encuentros ciudadanos. Ver al respecto, Velásquez y González, 2006). 11 Generalmente esos cambios son consensuados con el Alcalde Local. 12 Los integrantes de los CPL oscilan entre 11 y 19, según la Localidad. Representan a sectores muy diversos: juveniles, ambientales, de la cultura, juntas de acción comunal, mujeres, comerciantes, sectores educativos y de la salud, campesinos, minorías étnicas, ONG, padres de familia, entre los más frecuentes. 13 La conformación de los CPL no ha estado exenta de dificultades, entre las que se mencionan el incumplimiento de requisitos por parte de los postulados, las deficiencias en materia de información, las disputas entre organizaciones por lograr asiento en el Consejo y, sobre todo, el bajo compromiso de algunos consejeros con el funcionamiento de la instancia y el cumplimiento de sus obligaciones. 14 No existen cifras oficiales al respecto. Las cifras aproximadas en diferentes ejercicios van desde las 50.000 hasta las 100.000 personas. 15 Esta noción contrasta con la que promueven las autoridades locales y distritales, para las cuales, la participación es concebida en primera instancia como derecho de las comunidades, como interacción entre gobernantes y gobernados, y como incidencia ciudadana en las decisiones públicas 8 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Un factor clave del éxito de las experiencias participativas es la articulación con otros actores y las formas de relación con las autoridades públicas. En general, los niveles de articulación de los CPL con otras instancias de participación en la Localidad (consejos de juventud, de cultura, etc.) son muy bajos. No son frecuentes los encuentros con miembros de otros espacios institucionales, son más bien excepcionales en algunas localidades, lo que tiende a fragmentar el tejido social. Lo mismo puede decirse acerca de las relaciones entre los consejeros y las bases sociales que representan. No existen contactos frecuentes ni permanentes entre ellos, lo que hace pensar que se asumen los esquemas de la democracia representativa, los cuales terminan por aislar a los representantes de sus representados y llevan a que las decisiones que se toman respondan más bien a los intereses de los consejeros y no a los de los sectores que representan. No existen, por ejemplo, iniciativas de rendición de cuentas del CPL a la ciudadanía, lo que establece una distancia entre unos y otros, generando en últimas una cierta apatía ciudadana con respecto a la acción de los Consejos, especialmente en el caso de la ciudadanía no organizada. En contrapartida, los CPL establecen un contacto permanente y directo con las autoridades distritales y locales. En algunos casos, son relaciones marcadas por la tensión e, incluso, por conflictos, cuando los Consejos son ignorados por las autoridades públicas y/o no reciben el apoyo institucional y logístico que requieren para desarrollar su trabajo16. Pero, en general, tienden a ser relaciones de colaboración y apoyo mutuo en la mayoría de las localidades. Entre esos dos extremos (tensión y colaboración) existen situaciones intermedias, como en San Cristóbal y Chapinero, donde, si bien las autoridades brindan apoyo logístico para la actividad de los CPL, la información no es adecuada ni fluida y las relaciones con las JAL no son cordiales por el hecho de que estas últimas terminan pasando por encima de las decisiones de los CPL y de los encuentros ciudadanos cuando toman las decisiones relacionadas con la aprobación del Plan o la asignación de recursos a proyectos de desarrollo. Aunque los CPL tienen dinámicas muy diferentes según las localidades, que dependen de la fortaleza del tejido social, del talante de las autoridades locales y de la manera como los Consejeros asumen su rol, en general pueden destacarse algunas fortalezas y debilidades de los Consejos, que marcan una tendencia en la ciudad. Dentro de las primeras cabe destacar la experiencia de los y las integrantes de los consejos, tanto en términos organizativos como de conocimiento, que les permite ir ganando en “astucia” para el manejo de los temas y para la negociación con otros actores, en particular con las autoridades públicas. Esa experiencia ha sido acompañada en varias localidades (Chapinero, Bosa, Puente Aranda, Kennedy, Teusaquillo) con el compromiso adquirido por los consejeros y consejeras en el cumplimiento de sus obligaciones, con el liderazgo que han ganado en su medio (por ejemplo en Kennedy) y con una cierta capacidad de control político sobre el funcionamiento de la administración local. Esas fortalezas han permitido en algunos casos, aún excepcionales, conseguir una cierta unidad de cuerpo y elaborar planes de acción que les permitan un uso más eficiente del tiempo y de otros recursos escasos (sobre todo económicos y logísticos). Pero los CPL también han mostrado debilidades que dejan interrogantes sobre su consistencia y su rol en los procesos de planeación y, en general, en la vida participativa de 16 No sobra señalar que se trata de un trabajo voluntario, no remunerado. 9 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 las Localidades: quizás la más importante es la falta de solidez interna, como grupo de trabajo, y su desarticulación con otras instancias de participación y con sus bases sociales. La débil articulación horizontal impide a los CPL jugar un rol más incidente en la vida local y, específicamente, en los procesos de planeación local. A ello se suman las severas limitaciones de recursos (logísticos, económicos, de información, de tiempo, etc.) que han caracterizado el trabajo de los Consejeros. A ese respecto, las limitaciones en materia de información siguen siendo protuberantes, lo que impide hacer un trabajo más fundado en el conocimiento de la realidad misma. Los Consejos también muestran limitaciones en su capacidad de difusión y comunicación con el entorno de lo que hacen, que les impide tener una mayor visibilidad ante sus respectivas comunidades y contar con apoyos que darían fuerza a sus iniciativas. El balance de debilidades y fortalezas deja un saldo en favor de las primeras, con algunas excepciones meritorias que no modifican la tendencia general. Ese balance deja en el ambiente la idea de que, si bien los CPL han sido un escenario importante para que la gente se sume a los procesos de planeación y presente sus iniciativas, no logran aún, por problemas de sus integrantes y del entorno, jugar el papel protagónico que se espera de un dispositivo que representa una amplia gama de sectores sociales en cada localidad. La pregunta que surge es por qué, después de más de diez años de experiencias de planeación participativa regidas por el Acuerdo 13 de 2000, los CPL no logran jugar un papel importante en las decisiones relacionadas con la planeación local. Varios factores parecen jugar en ese resultado: a. El diseño normativo no es favorable. En efecto, los tiempos para el ejercicio planificador son cortos: unos pocos meses en los que las autoridades deben formular el plan, la ciudadanía tiene que participar, los CPL tienen que promover participación y conceptuar sobre la propuesta de plan y, luego, las autoridades locales, en particular las JAL, tienen que dar su aprobación final. De otra parte, los conceptos de los Consejos no son vinculantes. El CPL es un órgano consultivo cuyas recomendaciones no obligan a las autoridades locales, a pesar del mencionado Artículo 18 del Acuerdo 12, que señala el carácter vinculante de los acuerdos construidos en los Encuentros ciudadanos, que son la materia con la cual trabajan los CPL. b. Los CPL, salvo ciertas excepciones, no logran constituirse como un cuerpo que actúe mediante acuerdos internos y con propósito comunes. Hay fragmentaciones internas explicadas por el afán de protagonismo de algunos Consejeros, por la competencia por el reconocimiento comunitario y por el afán de algunos de sacar provecho de su relación con las autoridades locales, sea en términos políticos o de contratación. c. Las autoridades locales no le otorgan a los CPL la importancia que se merecen. Muchas de ellas tienen su agenda propia, en la cual la participación no necesariamente tiene un lugar de primer nivel. Por eso, el alcalde local y la Junta Administradora Local terminan negociando entre ellos las decisiones claves en torno a los planes y su ejecución, lo que deja pro fuera de la arena de negociaciones a los CPL. En otras palabras, las decisiones están en manos de las autoridades de la planeación y no de la gente en los Encuentro ciudadanos o de los CPL a través de su concepto sobre las propuestas de planes. 10 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 d. Otra estrategia de las autoridades locales es la cooptación. Los liderazgos sobresalientes pronto intentan ser incorporados a la dinámica institucional, mediante prebendas de diverso tipo, lo que atrae a los líderes del lado de la administración y los aleja de su base social. e. La ciudadanía, en especial los sectores no organizados, no contemplan los asuntos relacionados con la participación en la planeación como algo importante en el horizonte de sus vidas. Quienes más acuden a los Encuentro Ciudadanos son los grupos organizados. Quienes tienen representación en el CPL son esos mismos grupos. Se ha configurado así una brecha entre los sectores organizados y el ciudadano común y corriente, que aleja a estos últimos de las instancias de participación y alimentan su apatía ciudadana con respecto a los asuntos públicos. Se configura así un fenómeno de “estratificación” de la participación (Velásquez y González, 2006) que produce una cierta “elite” de la participación, que es la que en última instancia interviene en esos espacios y puede tener algún grado de presencia e influencia en las decisiones que se toman en su localidad. Estos factores neutralizan el interés de algunos sectores ciudadanos por participar en la vida pública y desestimulan la movilización real que en ciertas coyunturas, principalmente la de formulación de los planes, se ha observado en torno a la asignación de los recursos para proyectos de desarrollo local. Por eso diferentes sectores que han estado vinculados a esta esfera de participación se resisten a participar de nuevo en ese tipo de experiencias, pues han comprobado que su esfuerzo no se ve retribuido por resultados de la gestión pública que satisfagan sus expectativas. En tal sentido, los CPL, como instancias de participación, están expuestos al riesgo de perder prestigio y base social, lo que les resta fuerza para tener un papel más visible en la vida pública de las localidades17. B. Participación a través de formas no institucionales Las experiencias no institucionales, como ya se indicó, se inscriben en lógicas de movilización, producto de la iniciativa de individuos, organizaciones, redes y movimientos sociales. Algunas de ellas buscan resistir el embate de procesos que afectan sus derechos, “amenazados, como dice Panfichi (2002, citado por Foro, 2009), por el desarrollo económico global, las reformas neoliberales y la fractura de tipos homogeneizadores de organización y acción colectiva” (30). Estos grupos ponen en marcha formas participativas propias como “reacciones de grupos civiles a distinto tipo de dominación: del hombre sobre la naturaleza (sobre-explotación de los recursos naturales y destrucción del ambiente), de los hombres sobre otros hombres (autoritarismo, racismo, discriminación) y de los hombres sobre las mujeres. Frente a esta situación las asociaciones civiles enarbolan como conceptos los derechos humanos y ciudadanos, la cuestión ambiental, la igualdad de género, la participación ciudadana y la democracia” (Ibid). Estas iniciativas no están reguladas por el Estado en cuanto a sus formas de constituirse y operar; en ellas confluyen ciudadanos(as), líderes, organizaciones y redes que buscan mantener su autonomía con respecto al aparato estatal, pero, a la vez, influir en él, bien sea para cambiar decisiones, pero también para canalizar inquietudes y demandas directamente 17 Esa tendencia se perfilará con mayor fuerza en el futuro, si persiste la estrategia del actual alcalde de Bogotá de debilitar la planeación local en favor de los presupuestos participativos. 11 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 relacionadas con sus respectivos intereses18. Este tipo de prácticas han venido incrementándose en Bogotá en la última década, en parte por la diversidad de problemas de todo orden que se han acumulado como consecuencia del crecimiento económico, social, demográfico y espacial de la ciudad en los últimos años, y en parte por la inoperancia de los canales institucionales de participación ciudadana a los que se hizo referencia en la sección anterior. Las iniciativas provienen de sectores muy diversos, en particular de poblaciones (mujeres, jóvenes, minorías étnicas y sexuales) que no encuentran otras formas de expresar sus intereses y de reivindicar sus derechos. El cuadro 5 presenta una muestra de esas experiencias19 en 17 de las 20 localidades de Bogotá. Como se puede observar por su enunciado, se trata de iniciativas provenientes de diferentes grupos de población (jóvenes, mujeres, grupos de niños y niñas, por ejemplo), así como de organizaciones y movimientos que tienen un referente territorial y trabajan por mejorar condiciones de vida en el territorio. Quienes lideran y/o participan en estas iniciativas parten de una noción de participación que puede ser algo diferente a la de quienes se involucran en instancias institucionales. En efecto, el concepto dominante es que la participación es una herramienta para resolver problemas específicos y mejorar las condiciones de vida de quienes las promueven. Para ello, se requiere incidir directamente en las decisiones públicas. Esta noción contrasta en cierta manera con la de que la participación es una forma de visibilizarse en el espacio público para expresar iniciativas y demandas, o con la que comparten las autoridades locales, en el sentido de que la participación es ante todo un derecho y un medio de acercamiento entre el Estado y la sociedad para modular las decisiones públicas. El común denominador es el carácter propositivo de sus integrantes. La idea de participar para resolver problemas específicos que se presentan en el día a día implica la presencia de otras motivaciones para la participación: mejorar condiciones de vida, incidir en las políticas públicas y trabajar por formas cada vez más poderosas de articulación social en la localidad y en la ciudad20. Cabe señalar que en estas modalidades, la articulación de los líderes, a diferencia de lo que ocurre con las instancias institucionales, es un rasgo característico, pues se trata de sumar personas y grupos a una causa común. Más aún también se hace un esfuerzo por relacionarse con otros sectores, incluso con instancias formales de participación, por ejemplo, los Consejos de Planeación o las Mesas de mujeres, y con instancias distritales y nacionales, con el fin de ampliar el alcance de su acción, conseguir apoyos diversos y ganar fuerza en su relación con las autoridades locales. 18 Nuria Cunill afirma que en el marco de la crisis de la democracia representativa se produce una nueva noción de la ciudadanía que parte del reclamo por el respeto a la diversidad y la expresión y defensa de “intereses colectivos y difusos” como los de los indígenas, consumidores, jóvenes, ancianos, mujeres, vecinos, etc., así como de otros asociados al capital y al trabajo. 19 La ciudad ha visto nacer muchas otras experiencias de este mismo carácter, especialmente en años recientes, que no aparecen en este cuadro bien sea porque no existían hace tres años o porque el registro de experiencias para el estudio realizado por el IDPAC y Foro fue selectivo y no abarcó el universo completo de iniciativas en cada Localidad. Además, algunas de las prácticas no institucionalizadas tienen un carácter más distrital que local, por lo cual fueron dejadas de lado, por ejemplo, el movimiento LGBT. 20 En algunos casos, más bien excepcionales, aparece la idea de renovar las formas de participación en lo público, que superen toda modalidad de relación clientelista. 12 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Esto constituye una fortaleza de estas iniciativas, que les permite acceder a logros específicos en términos de sus reivindicaciones. Los hechos y los testimonios coinciden en señalar que esta modalidad de participación resulta ser por momentos más eficaz que los canales institucionales para resolver problemas o para llegar a acuerdos con las autoridades locales sobre asuntos que les interesan21. Además, estas experiencias se han convertido en un medio de pedagogía democrática que genera competencias entre sus participantes, no sólo técnicas, sino políticas, que los habilitan, especialmente a sus líderes, para negociar con las autoridades locales o para establecer alianzas con ogros grupos sociales. Pero, el resultado más importante ha sido fortalecer gradualmente su capacidad organizativa y, en especial, su autonomía y autosostenibilidad. Es verdad que cuentan con pocos recursos, no sólo económicos sino de información, como ocurre con los espacios institucionales, pero, a diferencia de estos últimos, no dependen del gobierno local para acceder a esos recursos, sino que los consiguen por sus propios medios, incluso en el campo de la información. Quizás la mayor dificultad que atraviesan estas experiencias es la de la movilidad permanente de sus líderes, quienes terminan vinculándose a la política partidista para acceder a cuerpos de representación (las JAL o el Consejo de la ciudad, o a espacios formales de participación (por ejemplo, los CPL o el Consejo Territorial de planeación Distrital) obligando a las organizaciones y redes que las impulsan a recrear permanentemente su plantilla de dirigentes y a que éstos asimilen los aprendizajes obtenidos y se adapten a la lógica de movilización de la organización. El mayor patrimonio que han acumulado estas experiencias es sin duda la eficacia de su acción, lo que contrasta un poco con lo analizado a propósito de los Consejos de Planeación, aplicable a otras instancias de participación. Además, el hecho de no ser acciones permanentes, por lo menos en lo que respecta a la relación con las autoridades locales, evita la rutinización de la acción y la burocratización de sus líderes, cosa que tiende a ser muy común en los espacios institucionales de participación. Es quizás por esa razón por la que este tipo de movilizaciones han logrado un amplio margen de acción en la ciudad y se erigen como una alternativa interesante de reivindicación para varios sectores de la población, especialmente aquellos que tradicionalmente han tenido que enfrentar una gran cantidad de barreras para incidir en las decisiones públicas. ALGUNAS REFLEXIONES FINALES Por lo visto en las páginas anteriores, las dos modalidades de participación en las Localidades de Bogotá, la institucional y la no institucional, no sólo corren por cauces diferentes sino que implican comportamientos y miradas diferentes de los actores y, sobre todo, producen resultados no necesariamente convergentes en todos sus aspectos. Las formas institucionales copan un mayor número de dimensiones de la vida local, precisamente porque tienen como sustento una amplísima infraestructura de espacios y mecanismos de intervención ciudadana creados en las dos últimas décadas. Además, cuentan con el 21 Las relaciones con las administraciones locales no son, por el contrario, muy fluidas, aunque se conocen casos de articulación. En general, se señalan los vicios clientelistas de algunas administraciones locales, lo que genera rechazo de parte de las organizaciones ciudadanas. 13 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 reconocimiento y el aval de las autoridades distritales y locales como escenarios para resolver las demandas ciudadanas en las localidades. Pero, tal y como se ha analizado, esos espacios no están articulados unos a otros, lo que tiende a fragmentar la acción colectiva y a producir una especie de conductas neo-corporativas de los diferentes sectores de la población en su relación con las autoridades locales: cada quien va por lo suyo y ejerce la presión necesaria para obtener beneficios, aún en detrimento del bien colectivo. La participación se convierte así en una arena de ardua competencia por recursos, bienes y servicios públicos, donde la construcción colectiva de territorio y de ciudad queda relegada a un segundo plano. La fragmentación no es la única debilidad de esta modalidad institucional; los espacios de participación han mostrado también problemas de relación entre sus integrantes y las bases sociales que –se supone- representan. No existen canales expeditos de comunicación entre unos y otras, por lo que los representantes de la ciudadanía en esas instancias tienden a referenciar sus decisiones a sus propios intereses y no a los de quienes representan. Sin duda hay excepciones a esa tendencia, casos en los que existe una buena conexión entre líderes y bases, por ejemplo, en el caso de las mujeres; pero esos ejemplos no hacen más que confirmar la regla. Finalmente, una tercera debilidad de esa modalidad es su ineficacia para incidir en las decisiones finales. El asunto es claro en el tema de la planeación participativa, pero lo es también en otros ámbitos de participación que, finalmente, no logran impactar los contenidos de las políticas públicas. Ha habido excepciones, por ejemplo, cuando el alcalde Luis Eduardo Garzón (2004.2007) le dio prioridad a las políticas poblacionales, construidas con la participación de los interesados. En ese caso, los grupos afrodescendientes, los jóvenes, las minorías sexuales y las mujeres, para citar solamente los más relevantes, lograron empoderarse y sacar adelante reivindicaciones históricas. Lastimosamente, ello no ocurre en la gran mayoría de espacios, los cuales poca capacidad han tenido para influir en decisiones estratégicas de las localidades y de la ciudad en su conjunto. Ocurre, además, que los espacios locales tienen por momentos mayor diálogo e interacción con las autoridades distritales que con las de su localidad, pues es en la alcaldía Mayor donde pueden resolver problemas de orden logístico y recibir el apoyo institucional. Las alcaldías locales generalmente no pueden atender ese tipo de requerimientos. Son otras las dinámicas que muestran las experiencias no institucionales de participación. A partir de una noción de participación como herramienta para resolver problemas concretos y para ambientar una nueva forma de conducta en el escenario público, esas experiencias se caracterizan por sus grados progresivos de articulación con actores que comparten sus objetivos, e, incluso, con instancias formales de participación en las cuales creen conveniente involucrarse. De igual forma, la relación entre líderes y bases sociales es generalmente estrecha por la misma dinámica de estas iniciativas. En ese sentido, logran superar los problemas de desarticulación y de comunicación interna. Esos rasgos contribuyen a su éxito en la obtención de resultados tangibles: solución a problemas, interlocución con las autoridades locales, empoderamiento de sus bases, etc. Lo problemas aquí son otros: déficits de información, carácter coyuntural de sus apuestas, lo que las vuelve cíclicas en su comportamiento, volatilidad de los liderazgos, que migran fácilmente hacia temas y escenarios de ciudad, y falta de recursos de muy diversa índole 14 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 para llevar a cabo sus pretensiones y sus actividades movilizadoras. Que estas modalidades no institucionales sean relativamente eficaces en el logro de objetivos, al tiempo que las instancias institucionales tienen dificultad para obtener resultados similares no puede llevar a la conclusión de que hay que deshacerse de estas últimas y optar solamente por dinámicas de movilización ciudadana. La tensión entre institucionalización y movilización no puede resolverse en favor de una de las dos, que implique la desaparición de la otra. Lo más sensato es pensar que ambas se alimentan y que una conexión entre ambas sería ideal para potenciar su acción. Las redes y organizaciones que han preferido la movilización como forma de interactuar con las autoridades locales ya están buscando esa conexión, porque reconocen que los espacios institucionales también son válidos y, en ocasiones, imprescindibles, para lograr sus metas. No ha sucedido lo mismo con los espacios institucionales. Con raras excepciones, su tendencia es más a actuar en su propia lógica, evitando conexiones y articulaciones. Tales instancias son necesarias porque definen reglas de juego claras para los actores interesados en el universo de la participación. Por su parte, las experiencias no formales son más dinámicas, tienen menor riesgo a rutinizarse y son muy creativas desde el punto de vista de los medios para lograr su cometido. Ambas son modalidades válidas y no habría por qué contraponerlas en el futuro. La relación entre el Estado y la sociedad civil implica una adaptación mutua, no una negación de las lógicas de alguno de los polos de la relación. Su convergencia es, además, una clave para que ambas modalidades ganen en incidencia y en capacidad de generar contrapoderes sociales, tan necesarios para alcanzar una gobernanza democrática. Lo que ocurre hoy día en Bogotá puede cambiar parcialmente el panorama participativo en las Localidades. En efecto, el Alcalde de la ciudad, Gustavo Petro, dirigente de un movimiento de izquierda democrática (el Movimiento Progresistas), le ha apostado a los presupuestos participativos como una forma de dar un salto cualitativo en la participación, en el sentido de que esta pueda influir realmente en las decisiones públicas. Los presupuestos participativos han sido diseñados como dispositivos para que: a) participe la ciudadanía en general y no solamente la ciudadanía organizada; b) haya una movilización ciudadana, más allá de la institucionalidad existente. El alcalde propuso una meta de movilizar un millón de personas alrededor de este ejercicio de participación; c) se tomen decisiones sobre una suma importante del presupuesto de inversión de la ciudad; y d) se garantice mayor transparencia en la asignación de los recursos públicos y se combata la corrupción y el clientelismo. Los objetivos son, sin duda, válidos y deseables. Además, la apuesta es atractiva desde el punto de vista de la movilización de un importante contingente de ciudadanos y ciudadanas, que tradicionalmente han sido apáticos(as) frente a los asuntos públicos, en torno a las necesidades de la ciudad y de su respectiva Localidad. Sin embargo, el Alcalde y su equipo de gobierno han sido claros en la idea de que las claves de los presupuestos participativos son la movilización y la decisión de la gente, independientemente de los canales institucionales existentes en la ciudad, incluidos los relativos a la planeación participativa. Esto plantea, de nuevo, el dilema entre institucionalización y movilización. El alcalde le está apostando fundamentalmente a la segunda, lo que podría generar un desequilibrio que puede terminar afectando la institucionalidad participativa y, en consecuencia, la calidad y la 15 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 solidez de la democracia participativa en Bogotá. Eso ya se comenzó a percibir con ocasión de los Encuentros Ciudadanos en 2012, a los cuales la Administración de la ciudad les dio muy poca relevancia, a pesar de que importantes segmentos de la ciudadanía organizada y no organizada siguen viendo esas instituciones como una posibilidad de plantear sus opiniones y propuestas sobre los problemas de su localidad, así no tengan la eficacia que ellos quisieran para hacer efectivas tales propuestas. El interrogante queda planteado, pues el énfasis exclusivo en la movilización puede terminar debilitando la democracia en la medida en que esta tienda a formas plebiscitarias que terminen convirtiéndose en herramientas para la acumulación electoral de los dirigentes políticos y no para democratizar las decisiones locales y mejorar los niveles de vida de la población, en especial de los sectores más pobres y excluidos. BIBLIOGRAFIA Avritzer, Leonardo, 2010, Las instituciones participativas en el Brasil democrático, Jalapa: Universidad Veracruzana. Bacqué, Marie-Hélène, Rey, Henri y Sintomer, Ives (2005), “La démocratie participative, un nouveau paradigme de l’action publique?”, en Bacqué, Marie-Hélène, Rey, Henri y Sintomer, Yves, Gestion de proximité et démocratie participative. Une perspective comparative, Paris: La Découverte, 9-48. Escudero A. Rafael (2007), “Activismo y sociedad civil: los nuevos sujetos políticos”, en Sauca J. M. y Vences, M. I. 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RESEÑA BIOGRÁFICA Fabio Velásquez es sociólogo de la Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia), Especialista en Ordenación del Territorio, de la Universidad Politécnica de Madrid (España) y 16 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 candidato a doctor en Ciencias Políticas, de la Universidad de Lausanne (Suiza). Fue profesor de la Universidad del Valle entre 1978 y 2006. Actualmente se desempeña como Presidente Ejecutivo de la Fundación Foro Nacional por Colombia, en Bogotá. Es profesor de la Universidad Santo Tomás (Bogotá), en la Maestría de Planeación para el Desarrollo. Ha sido consultor nacional e internacional y docente en varias universidades colombianas y extranjeras, entre las que se destacan la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá), la Universidad de los Andes (Bogotá), la Universidad Javeriana (Cali), y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (sede Quito). También ha sido conferencista invitado en la Universidad Autónoma Metropolitana (UNAM), de México D.F. Sus temas de investigación son la gestión pública, la participación ciudadana, la descentralización y el ordenamiento territorial. Ha publicado seis libros, el último de los cuales se titula “Las otras caras del poder. Territorio, conflicto y gestión pública en municipios colombianos” (Bogotá: Foro – GTZ, 2009), en calidad de coordinador y autor. Ha escrito más de sesenta artículos en libros y revistas nacionales e internacionales. Fabio Enrique Velásquez Carrillo Presidente Ejecutivo Fundación foro Nacional por Colombia Carrera 4 A # 27-62, Barrio La Macarena, Bogotá D.C., Colombia PBX (+57-1) 2822550 Fax: (+57-1) 2861299 e-mail: [email protected] página web: www.foro.org.co CUADROS Y MAPAS Mapa 1 – Localidades de Bogotá LOCALIDADES 123456789101112131415161718- Usaquén Chapinero Santa Fe San Cristóbal Usme Tunjuelito Bosa Ciudad Kennedy Fontibón Engativá Suba Barrios Unidos Teusaquillo Mártires Antonio Nariño Puente Aranda La Candelaria Rafael Uribe Uribe 19- Ciudad Bolívar 20- Sumapaz 17 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Cuadro 1 – Área y población de las localidades de Bogotá Localidad Área Urbana (has.) 3.807 1.316 697 1.648 3.029 987 2.394 3.859 3.327 3.588 6.271 1.190 1.419 651 488 1.731 206 1.388 Área Rural (has.) 2.724 2.500 3.820 3.262 18.477 0 0 0 0 0 3.785 0 0 0 0 0 0 0 Población 2011 Usaquén 474.773 Chapinero 33.778 Santa Fe 109.993 San Cristóbal 409.799 Usme 382.876 Tunjuelito 201.843 Bosa 583.056 Ciudad Kennedy 1.019.949 Fontibón 345.909 Engativá 843.722 Suba 1.069.114 Barrios Unidos 233.781 Teusaquillo 146.583 Los Mártires 97.926 Antonio Nariño 108.307 Puente Aranda 258.441 La Candelaria 24.144 Rafael Uribe 377.615 Uribe Ciudad Bolívar 3.391 9.608 639.937 Sumapaz 0 78.095 6.258 Total 41.388 122.271 7.467.804 Fuente: SDP, “Conociendo las Localidades de Bogotá”, en Bioletín Informativo: Bogotá ciudad de estadísticas, N° 009, Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, Julio de 2009. 18 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Cuadro 2 – Segregación socio-espacial de Bogotá. Algunos indicadores Localidad ISR IPM 2003 22 % de población con seguridad alimentaria Usaquén 4,64 15,7 6,4 87,7 Chapinero 3,14 8,4 3,7 89,3 Santa Fe 0,63 26,5 15,2 64,5 San Cristóbal 0,16 45,3 21,4 61,8 Usme 0,11 52,2 23,8 59,6 Tunjuelito 0,29 35,4 16,0 77,6 Bosa 0,08 38,9 19,4 60,5 Ciudad Kennedy 0,30 32,5 12,2 77,3 Fontibón 1.15 24,6 6,8 87,8 Engativá 0,38 21,9 7,1 81,8 Suba 1,26 20,4 10,9 79,8 Barrios Unidos 1,18 17,5 7,0 82,0 Teusaquillo 1,90 8,1 1,7 91,4 Los Mártires 0,58 32,3 13,2 72,5 Antonio Nariño 0,62 26,3 11,5 74,4 Puente Aranda 0,44 25,1 7,2 78,3 La Candelaria 0,67 27,2 10,1 71,3 Rafael Uribe Uribe 0,30 37,8 33,4 67,1 Ciudad Bolívar 0,08 45,5 23,4 64,2 Sumapaz S.I. S.I. S.I. 45,2 Total 1,00 29,0 12,8 75,7 Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá, “Documento de bases del Plan de Desarrollo económico y social y de obras públicas para Bogotá Distrito Capital 2012-2016 Bogotá Humana”, Documento para la consulta ciudadana, Febrero 29 de 2012. 22 IPM 2011 El IPM incluye, de manera explícita, una dimensión que está directamente relacionada con niñez y juventud. Las variables que hacen parte de esta dimensión son: inasistencia escolar, rezago escolar, no acceso a los servicios relacionados con el cuidado de la primera infancia y trabajo infantil. 19 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Cuadro 3 – Área y población de las localidades de Bogotá Localidad Población 2011 N° de barrios 2009 587 153 89 265 304 53 381 426 362 333 1.161 98 88 69 59 172 17 201 N° de Ediles Usaquén 474.773 11 Chapinero 33.778 7 Santa Fe 109.993 7 San Cristóbal 409.799 11 Usme 382.876 9 Tunjuelito 201.843 9 Bosa 583.056 9 Ciudad Kennedy 1.019.949 11 Fontibón 345.909 9 Engativá 843.722 11 Suba 1.069.114 11 Barrios Unidos 233.781 9 Teusaquillo 146.583 9 Los Mártires 97.926 7 Antonio Nariño 108.307 7 Puente Aranda 258.441 11 La Candelaria 24.144 7 Rafael Uribe 377.615 11 Uribe Ciudad Bolívar 639.937 327 11 Sumapaz 6.258 0 7 Total 7.467.804 5.145 184 Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá, “Documento de bases del Plan de Desarrollo económico y social y de obras públicas para Bogotá Distrito Capital 2012-2016 Bogotá Humana”, Documento para la consulta ciudadana, Febrero 29 de 2012. 20 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Cuadro 4A – Instancias de participación en diez Localidades de Bogotá Instancia Consejo Local de Seguridad Comité Local de Emergencias Comité Local de Defensa, Protección y Promoción de los Derechos Humanos Consejo de Planeación Local Consejo Local de Cultura Consejo local de Juventud Consejo Tutelar de los derechos de los niños y niñas Consejo Local de deportes, recreación y aprovechamiento del tiempo libre Comité de Participación Comunitaria en Salud (COPACO) Asociación de Usuarios del Hospital Consejo Local de Política Social Consejo Local de Personas con Discapacidad Comité de seguimiento a Casos de violencia intrafamiliar y sexual. Comité Local del Adulto Mayor Consejo Local de Educación Comisión ambiental local Veeduría ciudadana Gobierno escolar Personeros estudiantiles Consejo Local de Gobierno Comité De Victimas Consejo Local De Propiedad Horizontal Comité Local para la atención integral a la población desplazada por la violencia Consultiva Local de Comunidades Negras Consejo Consultivo de planificación de territorios indígenas Consejo de niños y niñas Mesa territorial de calidad de vida Comité de vigilancia epidemiológica Comité Local de educación ambiental Comité local de movilidad segura Mesas locales intersectoriales de productividad Consultiva Local de Educación Foro Local de Educación 23 X X Santa Fe X X San Cristóbal X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X Usaquén Chapinero X X X X X X X X 23 Usme Tunjuelito Bosa Kennedy X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X Fontibón X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X El informe sobre Fontibón sólo hace referencia al Consejo de Planeación Local y no trae información sobre otras instancias existentes en la Localidad. 21 X X X X X X X X X X X Engativá X XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Usaquén Instancia Chapinero Santa Fe Mesa de Comunicación Comunitaria Comité de desarrollo y control social de los servicios públicos domiciliarios Consejo de Buen trato Consejo Zonal Comité de seguridad alimentaria Comité local de Etnias Comité de programa zonas seguras Mesa local de Hábitat Asamblea Local del Adulto Mayor y Consejos de Sabios Mesa turismo San Cristóbal X Usme Tunjuelito Bosa Kennedy 23 Fontibón Engativá X X X X X X Cuadro 4A – Instancias de participación en diez Localidades de Bogotá Instancia Consejo Local de Seguridad Comité Local de Emergencias Comité Local de Defensa, Protección y Promoción de los Derechos Humanos Consejo de Planeación Local Consejo Local de Cultura Consejo local de Juventud Consejo Tutelar de los derechos de los niños y niñas Consejo Local de deportes, recreación y aprovechamiento del tiempo libre Comité de Participación Comunitaria en Salud (COPACO) Asociación de Usuarios del Hospital Consejo Local de Política Social Consejo Local de Personas con Discapacidad Comité de Seguimiento a Casos de violencia intrafamiliar y sexual. Comité Local del Adulto Mayor Consejo Local de Educación Comisión ambiental local Veeduría ciudadana 24 Suba Barrios Unidos Teusaquillo Mártires Antonio Nariño Puente Aranda Candelaria Rafael Uribe Ciudad Bolívar X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X 24 Sumapaz X X X El informe sobre Suba solamente hace referencia explícita al CPL y al COPACO, y señala además que en la localidad existen 32 espacios de participación, pero no dice cuáles son. 22 XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Instancia Gobierno escolar Personeros estudiantiles Consejo Local de Gobierno Comité De Victimas Consejo Local De Propiedad Horizontal Comité Local para la atención integral a la población desplazada por la violencia Consultiva Local de Comunidades Negras Consejo Consultivo de planificación de territorios indígenas Consejo de niños y niñas Mesa territorial de calidad de vida Comité de vigilancia epidemiológica Comité Local de educación ambiental Comité local de movilidad segura Consultiva Local de Educación Foro Local de Educación Comité de desarrollo y control social de los servicios públicos domiciliarios Consejo Zonal Comité de programa zonas seguras Mesa local de Hábitat Asamblea Local del Adulto Mayor y Consejos de Sabios Mesa turismo Consejo Local de Arte, Cultura y Patrimonio Consejo Consultivo de mujeres Consejo local de paz Consejo Local de Productividad 24 Suba Barrios Unidos Teusaquillo X X Mártires Antonio Nariño Puente Aranda Candelaria X X X Ciudad Bolívar Sumapaz X X X X X Rafael Uribe X X X X X X X X X X X X X X X X X Fuente: Elaborado con base en Foro Nacional por Colombia, ¿Cómo participa Bogotá? Documento Comparativo, Bogotá, 2009. 23 X X XVII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Cartagena, Colombia, 30 oct. - 2 Nov. 2012 Cuadro 5 Algunas experiencias de participación a través de canales no institucionales Localidad Experiencia Usaquén Chapinero Santafé San Cristóbal Usme Usme Tunjuelito Bosa Kennedy Fontibón Engativá Suba Teusaquillo Mártires Antonio Nariño Puente Aranda La Candelaria Ciudad Bolívar Consejos Territoriales de Participación "Corposéptima" -organización de vecinosAsociación Cívica del Centro Tradicional Red Social Vía Oriente Organización Biosigno Mesa local de Juventud Grupo Edad Tierna Red ATA Mesa de Organizaciones de Mujeres Caminando Hacia los Encuentros Ciudadanos “Compañía de Danzas ORKÉSEOS” Mujeres de los Miércoles "Los Gavilanes" Comité del Río Arzobispo La Organización De Vendedores Informales De La Localidad "Asociación de Vendedores Informales Plaza España" Comité Local de Vendedores Informales Localidad Antonio Nariño “Asociación Recrear” Reingeniería de Corazones para un Nuevo Amanecer Fundación Ambiental para la Cultura, la Investigación y el Desarrollo Social Alternativo CRISÁLIDA Tipo de experiencia Territorial Territorial Sectorial Sectorial Poblacional Poblacional Poblacional Sectorial Poblacional Sectorial Poblacional Sectorial Sectorial Sectorial Sectorial Poblacional Poblacional Sectorial Fuente: Foro, 2009, ¿Cómo participa Bogotá? Documento Comparativo, Bogotá. 24
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